Por Claudio Valdez.-

Sólo lo imprescindible, porque hay que ganar las próximas elecciones. La excusa es bastante similar a otras ensayadas desde hace décadas: debería entenderse que así se vivieron y acumularon repetidos fracasos en La Argentina electoral.

Por el momento, el impulsado cambio no logra más que recuperar algunas buenas costumbres perdidas en la política y la cultura cotidiana de los tiempos Kirchner-Cristinistas. Debería aceptarse que no es poco; pero no alcanza para entusiasmar al pueblo que continúa soportando la mala suerte. Renovadas frustraciones mortifican reservadamente: “¡volvimos a equivocarnos!” En verdad son los políticos profesionales quienes “no aciertan a prever lo que hacen”.

Un economista crítico ejemplificó: “Es como tener prendida la calefacción y la refrigeración”; podría llegarse a “suma cero” pero con aumentado esfuerzo. ¿Despropósito administrativo o equivocada nueva gestión?

Se percibe con tonante insistencia la opinión mediática de políticos intereses creados por “mercenarios electorales” y por profesionales de la comunicación en su afán por ganarse la vida. Quienes se han desempeñado como presidentes, vicepresidentes, gobernadores, legisladores, funcionarios del Ejecutivo, del Poder Judicial, cargos municipales, empresarios prebendados, sindicalistas y “punteros sociales” harían gran favor a la civilidad llamándose a silencio, porque con sus dichos provocan justa indignación ante las incertidumbres del presente: “mira quienes hablan…” ¡Los que arruinaron la nación!

Y todos hablan como si supieran. En sus “oportunidades de intervención” poco y nada hicieron; lo peor es que “haciendo mal” les alcanzó para acumular más de 40 años de fracasos y “malos servicios a la patria”. En contrapartida se cobraron bien cotizadas remuneraciones, que muchos continúan gozando en asignaciones “de privilegio”, a costa de también gran cantidad de población pobre, manipulada y estafada.

“La libertad avanza” sin lograr los voluntaristas cambios prometidos, repite errores que pueden considerarse como “falsificaciones ya conocidas”. Es desacierto, por la causa que fuese, mantener “la cultura de residuales prebendas y subsidios”. Utilizarlos como “control social” y seducción para alcanzar consensos políticos no es otra cosa que abuso de coerción. ¡De esto los argentinos sabemos!

“Gatopardismo” se le llama a “cambiar algo para que nada cambie” y está magistralmente desarrollado en la novela “Il gattopardo” de Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1957). ¡Poco se ha logrado cambiar!

Con el “conflictuado mundo norte” no es oportuno ningún alarde, más bien el momento impone extremar la prudencia en política, economía y formas de vida, además de redoblar los esfuerzos para los hasta hoy magros resultados en seguridad, producción y productividad. Para nuestros gobernantes y ciertos expectantes gobernados, el momento puede dar apariencia de algún logro, desde que estaban acostumbrados a prestar oídos a “alarmas mal disparadas” descuidando las evidencias de la concreta realidad. No son necesarias elaboradas estadísticas para validar las desventuras de la población. ¡Los reiterados desaciertos de “La libertad avanza” provocan decepción!

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