Por Roberto Fernández Blanco.-
La Administración de Justicia, una de las tres instituciones administrativas del Estado a cargo de custodiar la prevalencia de las condiciones de convivencia armónica establecidas en el Reglamento Constitucional del Soberano Consorcio de Ciudadanos [El Estado] acaba de ejecutar un enorme acto depurador al enjuiciar y condenar a Cristina Fernández de Kirchner, la sobreviviente de la ruin asociación ilícita implantada en la estructura de gobierno de nuestro país por su fallecido esposo Néstor Kirchner.
Asombra -sin embargo- que un significativo sector de nuestra sociedad, cegado por pasiones ideológicas, sometimientos emocionales y/o dañosos intereses mezquinos, psíquicamente imposibilitados de percibir la magnitud de la corruptela instalada, se desaten como salvaje manada desbocada en absurda defensa de tamaña ruindad.
El artículo adjunto [que describe sintéticamente el método operativo de Néstor Kirchner] fue escrito hace unos años asociando la imagen de Néstor Kirchner para hacer luz en un muy específico tema, el del solapado y artero acto disfrazado de liberador del capitalismo internacional de la figura del Fondo Monetario Internacional para engolosinar y desatar el impulsivo entusiasmo del rebaño de párvulos incapaces de concienciar la verdadera razón y motivo de tal acto, el de liberarse Néstor Kirchner de la forzosa auditoría del FMI para poder desprenderse de las trabas que le dificultaban la ejecución de sus muy corruptas tropelías que por fin acaban de ser condenadas en la figura de su esposa y socia en la asociación ilícita, sumadas a las condenas de algunos de sus repudiables mercenarios.
Y sumemos deprecación para que sea este el ininterrumpido inicio de una depuración integral que sirva de ejemplo de conducta a nuestro sufrido e inmaduro pueblo.
Al pie el link para el artículo.
Supongamos, un relato con apariencia de ficción que conlleva una advertencia y/o enseñanza
13/06/2025 a las 6:22 PM
Me remito a lo que comenté bajo la nota editorial del Dr.Tórtora..
Lo suyo, Sr. Fernández Blanco. Impecable.