Por Carlos Tórtora.-

Después de la batalla de El Alamein, en noviembre de 1942, Winston Churchill pronunció una de sus frases más famosas: «No es el final, ni siquiera el principio del final. Puede ser, más bien, el final del principio».

El Criptogate, que ahora se está convirtiendo en un tembladeral para la institución presidencial, parece ser el cierre de la primera etapa del gobierno de Javier Milei, la de su romance con la sociedad. El presidente viene de su mejor momento político. Con el sometimiento del Congreso, la baja de la inflación, el abrazo con Donald Trump y la fragmentación de la oposición, el gobierno libertario tocó el cielo con las manos. Pero se trataba de un cuadro de señales engañosas. La realidad estalló entonces en los últimos 30 días. La presión devaluatoria del FMI y del mercado empieza a marcar que el atraso cambiario es insostenible. La euforia oficial por el 2,2 por ciento de inflación se diluye ante la incredulidad social y la evidencia de que el INDEC utiliza metodologías anacrónicas que falsean la inflación. El atropello presidencial a la institucionalidad se consolidó al negarse el gobierno a tratar el proyecto de ley de presupuesto en las sesiones extraordinarias. El discurso presidencial en Davos encendió una reacción social que produjo manifestaciones masivas. El continuo descenso del consumo indica que la reactivación es apenas un slogan. El escándalo que envuelve la frustrada licitación de la Hidrovía indica que la Argentina no está lejos de los niveles de corrupción del kirchnerismo. Por último, Trump no hizo ninguna excepción con la Argentina y le impuso aranceles del 25 por ciento a nuestras exportaciones de acero y aluminio.

En este contexto oscuro es donde aparece el Criptogate.

La característica más sobresaliente de esta mega estafa es que ni el presidente ni su hermana podrán negar, ante la justicia y el Congreso, que su relación con la criptomoneda $LIBRA fue estrecha. El 19 de octubre pasado, Milei recibió al empresario cripto Julián Peh, dueño de la empresa Kip Protocolo, creadora de $LIBRA. Pero Karina Milei tuvo seis reuniones con Mauricio Novelli, el trader que promocionó $LIBRA y también con Hayden Davis, el presidente de Keisen Ventures, la empresa que lanzo la criptomoneda.

La caída

El escándalo tiene ahora tres niveles diferenciados de circulación. Por un lado, están las demandas a Milei y su hermana por estafa, negociaciones incompatibles con la función pública, etc., ante la justicia nacional, de las cuales cabe esperar poco por el momento. Más peligrosas son, en cambio, las denuncias que iniciarán muchos de los estafados por $LIBRA en los EEUU, con dos posibles derivaciones: que Milei sea acusado en EEUU y que el Departamento del Tesoro ponga en marcha su propia investigación contra el gobierno argentino.

El tercer nivel es el más ruidoso e incierto pero potencialmente muy peligroso. Se trata del juicio político.

Los números indican que UxP y los bloques menores que la acompañan no tendrán mayoría en la Comisión de Juicio Político de Diputados para conseguir que sea aprobado el dictamen para que el pedido de juicio político sea tratado en el recinto. Allí necesitará la oposición dos tercios para que se apruebe la formación del juicio político, lo que hoy parece imposible. Pero se trata de un camino de fuerte desgaste político para el gobierno. Basta con señalar que la presidente de la Comisión de Juicio Político de Diputados es la libertaria disidente Marcela Pagano y que Martín Menem desconoce su designación.

El mal desempeño de Milei como fundamento del juicio político es evidente por su obvia falta de idoneidad para proseguir en el ejercicio del cargo. Si, lo que no es imposible, Milei se viera obligado a devaluar y se multiplicaran la inflación y la pobreza, la caída vertical del gobierno podría llevar a que los dos tercios para el juicio político estén al alcance de la mano. Se trata de un escenario que ya no es tan improbable.

Consecuencias inmediatas

Sin ir tan lejos, el Criptogate parece generar consecuencias inmediatas que no son menores. Para empezar, el gobierno pasó a depender de los bloques del PRO para sostenerse en el Congreso ante el resurgimiento opositor. Mauricio Macri pasaría así de estar asediado por La Libertad Avanza a tener en la mano las cartas ganadoras. Sin el apoyo del PRO, ahora el gobierno podría desmoronarse. En segundo lugar, el Criptogate es una amenaza para la estabilidad del presidente y revaloriza el rol de Victoria Villarruel como eventual reemplazo en caso de crisis irreversible. Pensar en que Milei pueda llegar al 2027 hoy parece difícil.

Por último, el Criptogate es un balde de agua helada que cae sobre el inminente viaje de Milei a los EEUU. Es de suponer que la administración Trump no sería ajena al malestar por la presencia de un presidente que es partícipe necesario en una estafa que perjudica a miles de inversores de los EEUU.

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