Por Otto Schmucler.-
Esta semana que finaliza, se sancionó, con modificaciones, la “Ley de Bases” (por la que el gobierno venía bregando desde su asunción) esperemos que podamos recordarlo como el día que el país comenzó “el despegue”, dejando atrás varias décadas de atraso, así como todos los 20 de junio lo hacemos al conmemorar el Día de la Bandera homenajeando a su creador, Manuel Belgrano.
Recuerdo que hace dos años recibí un video enternecedor de un niño (filmado por su padre) izando la bandera nacional en un mástil.
Solitario, cantaba a capela el Himno Nacional Argentino.
Allí se lo veía, paradito junto al mástil, solemne, derechito y erguido, hasta que al llegar al potente final de trompetas y tambores lo remató con un solemne, “tan tan, tan tan, tan taan” (para comérselo a besos youtube.com/watch?v=3Mc89SePewI).
Así como este bello recuerdo emergen otros, de los muchos años de decadencia, y es en ese interminable desfile de personajes horribles que, cargados de ignorancia creyeron que podían mentirle no sólo a sus conciudadanos sino también al mundo entero. Entonces alteraron índices de precios, de pobreza, expropiaron empresas que ellos mismos habían privatizado desafiando con su soberbia sin límites al Derecho (motivo por el cual nuestro país ha sido condenado a pagar miles de millones de dólares en tribunales internacionales).
Esa cabalgata de corruptos por supuesto que está encabezada por el matrimonio presidencial desde 2003 que fue el precursor de todos estos daños al País y a la República (la ex vicepresidenta además, en una muestra del desinterés hacia los más necesitados exigió y logró que le sea reconocido el cobro de muchos millones entre jubilación y pensión por mes). Igualito a Elpidio González, que tras su vuelta al llano, tras 6 años como vicepresidente, tras el remate de su casa por parte de la justicia cayó en la pobreza y en sus últimos años vendía anilinas en el centro de la ciudad viviendo en una pensión de la zona.
También rechazó la jubilación de privilegio (que había sido creada a partir de su caso) aludiendo las mismas razones que lo llevaron a rechazar el cobro de su sueldo como vicepresidente de Marcelo T. de Alvear.
Y la corto aquí, porque quiero transmitir la sensación de esperanza que me invade hoy.
Esperanza por nuestros hijos y todos los niños como el del video de la bandera, que merecen un futuro mejor que éste que les venimos proponiendo (no los trajimos al mundo para que sufran las consecuencias de esta Argentina devastada).
Renovemos una vez más la esperanza ciudadana, para que “éste” sea el inicio de un ciclo virtuoso, donde el consenso le gane al disenso, y se puedan tejer acuerdos permanentes, con la mirada puesta en “lo que viene en el mundo” (trascendiendo a los gobiernos).
En el mismo sentido, no estaría de más advertir a los vencedores del 14N que no deberán bajar los brazos ante los intentos de desestabilización que hoy reciben y seguro seguirán recibiendo desde aquellos que fueron derrotados en las urnas. Seguiremos controlando para que no se produzcan desvíos.
Animémonos al CAMBIO porque, de una vez por todas, tenemos que parir la Argentina que TODOS anhelamos.
15/06/2024 a las 3:57 PM
Lo suyo es para suscribirlo en cada palabra.
Ojalá la esperanz pueda sobrevivir, al menos un tiempo más, para salir de semejante desquicio heredado.
16/06/2024 a las 9:33 AM
Se olvida el papel de don Elpidio en el golpe del 30 cuando saboteó las medidas que tomó el Gral Dellepiane para detener el golpe.
16/06/2024 a las 11:23 AM
El que esté libre de culpas . . .
La honestidad, honorabilidad y austeridad de Elpidio debería destacarse por encima de las miserias que habitan nuestros tiempos (y eso es lo que pretende destacar mi Carta)
17/06/2024 a las 10:24 PM
Este debe ser un trabajo de *Todos*. Los héroes como Elpidio han desaparecido y ahora estamos, en el otro extremo , con los delincuentes *aparecidos*. Y son muchos, en un número incalculable que resisten a ser encarcelados y dejar los privilegios. Pobres cobardes millonarios por pisar cabezas ajenas. Ya desaparecerán y verán sus propias miserias en las ultratumbas que ellos mismos construyeron.