Por Carlos Tórtora.-

En diciembre del 2023, el progresismo y la izquierda en general estaban en su peor momento histórico. La clase media se había apartado del ideologismo de los derechos humanos y buena parte de la juventud se volcaba hacia las propuestas liberales, al punto que más de la mitad de los votantes de Javier Milei fueron entonces menores de 30 años.

Transcurridos 1 año y 3 meses, este proceso se ha revertido: el movimiento estudiantil, en el que predomina el progresismo, tomó las calles como reacción ante el ahogo financiero que el gobierno les impuso a las universidades. Los movimientos sociales y los partidos de izquierda, que habían quedado prácticamente desmovilizados, encontraron una bandera para reactivarse en la defensa de los jubilados, hambreados por el saqueo al que los somete la actual política económica.

Hasta las Madres de Plaza de Mayo, que habían quedado marginadas como residuos del sectarismo marxista, están resurgiendo a caballo de la indignación popular por el actual ajuste salvaje.

En esta resurrección del progresismo no hay en verdad causa ideológica alguna. El actual hartazgo social no se origina en el éxito de la prédica socialista, socialdemócrata o comunista. Se trata exclusivamente de un rechazo masivo al deterioro sin límites de las condiciones de vida y a la destrucción del aparato productivo nacional.

El peronismo, por su parte, es, una vez más, el muro de contención de la izquierdización de la sociedad. Pero no se puede negar que, gracias a la política económica de Milei, la calle está de vuelta en manos de los grupos de activistas de izquierda, como ocurrió ayer, lo que demuestra que, ante el cambio de la marea social, el aparato represivo de Patricia Bullrich no sirve absolutamente para nada.

Una fábrica de progresismo

A fines del siglo XIX, el auge del capitalismo salvaje en Europa fue el causante directo del surgimiento del comunismo. Ahora, en nuestra escala, Luis Caputo y Federico Sturzenegger están empujando a la juventud a enrolarse en las filas de la izquierda. Y este fenómeno, a su vez, presiona sobre buena parte de la dirigencia peronista.

Así es que la retórica presidencial del individualismo extremo y la divinización se los mercados, lo único que va a conseguir es el resultado contrario: un retorno del estatismo ante la inviabilidad del experimento libertario. En su saga apocalíptica, Milei está también se está llevando puestas a la derecha en general y a las ideas liberales en particular.

Share