Por Carlos Tórtora.-

El triunfo de Manuel Adorni en las elecciones porteñas le permitió a Javier Milei levantar una ola de exitismo como no tenía su gobierno desde hace un año, con la sanción de la Ley Bases. La maquinaria propagandística oficial aprovechó bien la circunstancia de que la oposición quedó desconcertada con los resultados de la elección porteña e instaló que vamos hacia un triunfo libertario en Buenos Aires, además de Córdoba, Mendoza y varias provincias chicas. Sin embargo, la ola triunfalista de Milei tiene mucho de burbuja. El 53% de ausentismo en las urnas porteñas indica claramente el clima de disgusto reinante en la sociedad. Y los indicadores económicos no arrojan ninguna luz. Luego de 15 meses de caída consecutiva, el consumo continuó su descenso en abril y durante mayo el BCRA ya perdió US$ 550 millones de reservas.

El controvertido paquete de medidas oficiales para que la gente saque sus dólares del colchón empieza a hacer agua por sus deficiencias legales y la desconfianza generalizada en el gobierno.

En suma, nada indica la perspectiva de una mejoría económica que movilice al electorado bonaerense hacia La Libertad Avanza. Por otra parte, no es un secreto que la ciudad de Buenos Aires es el único distrito donde el antiperonismo es mayoritario. Si lo de Adorni fue entonces un caso aislado y no el comienzo de una ola, es algo que se develará recién el 6 de septiembre, en la elección provincial bonaerense.

Hacia el caos

En lo inmediato, Milei parece contar con un solo golpe de efecto para sostener el efecto Adorni: que se concrete rápido la rendición del PRO bonaerense ante Karina y Sebastián Pareja. El gobierno necesita venderle a la sociedad que el macrismo ha pasado a ser una rama más del proyecto libertario y que del centro a la derecha no hay otra cosa más que LLA.

Pero ayer hubo un hecho que da para comentar. En el Tedeum en la Catedral Metropolitana, Milei lo dejó con la mano extendida a Jorge Macri. ¿Fue una forma de decirle que el presidente quiere humillar al PRO o la señal de que algo anda mal en las negociaciones?

La meteórica carrera del presidente para acumular la suma del poder público se basó sobre todo en destruir el sistema de partidos políticos. En esta demolición, ahora no hay que descartar que tanto el PRO como la UCR se fracturen formalmente -Facundo Manes acaba de hacerlo- y que entonces el gobierno coopte sólo algunos fragmentos de la implosión.

El escenario electoral parece encaminarse entonces hacia un gigantesco desorden, que no favorecería los planes de LLA para absorber a todo el espectro del centro a la derecha.

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