Por Carlos Tórtora.-

La consolidación de Nicolás Maduro en el poder al costo de violar abiertamente la constitución de Venezuela tiene sus implicancias en la Argentina. Javier Milei, con su estilo desprolijo y sin lenguaje diplomático, aprovechó la oportunidad para plantarse como un defensor de la democracia y los derechos humanos, ante la persecución política, las violaciones de derechos humanos y el autoritarismo del régimen bolivariano.

En cambio, el peronismo ha quedado descolocado tanto nacional como internacionalmente. Cristina Kirchner amagó con jugar un rol en la crisis caribeña y, seis días después de las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio, le pidió a Maduro que hiciera públicas las actas del escrutinio pero luego se llamó a silencio. Obviamente, los chavistas hicieron pesar las históricas relaciones del matrimonio Kirchner con Hugo Chávez y su sucesor. El caso es que el silencio sobre Venezuela fue la norma entre toda la dirigencia peronista, lo que sonó como complicidad a partir de que Maduro juró su tercer mandato inconstitucionalmente. Y el broche de oro lo puso el dictador tres días atrás al declararse un fervoroso peronista sin que en el justicialismo se levantara una sola voz para negar el parentesco político entre el castrochavismo y el peronismo.

Los senadores y diputados nacionales del kirchnerismo se hicieron los distraídos y optaron por imitar el silencio de la presidenta del PJ.

Esto recién empieza

Pero lo peor parece venir a partir de ahora. Con su actitud, la dirigencia peronista le deja a Milei todo el espacio libre para seguir encabezando el antichavismo en Latinoamérica. Claro que ahora los discursos van subiendo de tono a partir de que el expresidente colombiano Álvaro Uribe propuso integrar una coalición militar internacional para derrocar a Maduro.

La posibilidad de que Venezuela ingrese en una etapa de enfrentamientos violentos es cada día más importante y el silencio cómplice del PJ se hace cada día más insoportable.

Se trata entonces de otro de los temas en los cuales Cristina arrastra al peronismo hacia una posición insostenible.

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