Por Claudio Valdez.-

Es de conocimiento por la ciudadanía advertida la grave situación en que se encuentra La Argentina a causa de delincuencia y corrupción que durante las últimas décadas afectó a todos los ámbitos sociales.

Políticos, empresarios, profesionales, sindicalistas, comerciantes, educadores, deportistas, actores del espectáculo y variedad de funcionarios públicos aportaron en alguna medida al dislate ocasionado. Para los pobres, los jóvenes “ni-ni”, los desempleados, los despedidos, los “quebrados en sus negocios” y la gran masa de desahuciados, no es vida que merezca ser vivida. ¡Un país pródigo en el que casi nadie puede hacer algo útil!

Quienes “algo pueden” lo hacen con transgresión y hasta delictivamente. Para el caso, sin estabilidad, sin previsibilidad y de forma “no sustentable”. Así sucede desde hace más de 40 años y se sigue invocando la vida en democracia por el solo hecho de presumirse de “gobiernos populares”. ¡Claro!… los ciudadanos votan, votan y vuelven a votar en continuadas elecciones, pero a los mismos ineptos o a sus familiares y consecuentes cómplices, cuando la solución aconseja “botar” (echar, despedir) a esos “reciclados malos representantes”. No son casuales los azarosos resultados reiterados, ampliados y acumulados; convalidados por la desidia de los propios gobernados, que admiten mentiras e imposturas con la ilusión de oportunistas expectativas.

Sadomasoquismo que estimula discretas complicidades, cuando no ensañadas disputas entre ex gobernantes, gobernantes, ex funcionarios y actuales funcionarios, que se “sabotean” y extorsionan mutuamente revelando públicamente “secretos” a conveniencia: “cuestiones reservadas” y presuntos delitos cometidos en ejercicio oficial o en actividades privadas. Agravante es que en el “fragor de las acusaciones y las justificaciones” sus actos fallidos, abusos, injurias, maldades, irrespetuosidad y transgresiones los “pintan de cuerpo entero” como mediocres y personalidades incapaces para el ejercicio del poder y la conducción. Es siempre cierto que “quienes no saben expresarse con propiedad no pueden pensar; y lo peor es que terminan pensando como se expresan”. Al decir de la desfachatada Cristina, ¿será que no estamos en Harvard?

El vocablo “cultura” refiere a la acción de “cultivar” y estos energúmenos apenas son capaces de “ideación soez y perversidad” dejando en evidencia la regresión cavernaria y apenas visceral de sus elementales existencias. ¿Y fueron estos personajes algunos de los Convencionales Reformadores de la Constitución, los que hicieron proyectos, sancionaron y promulgaron Leyes, los que se arrogaron ser garantes y custodios de las mismas?

Cicerón (106 a.C.-43 a.C.), advirtiendo la decadencia de la República Romana, abogó por una superior realidad señalando: “Antes de nuestro propio tiempo, las costumbres de nuestros antepasados produjeron hombres excelentes, y hombres eminentes preservaron nuestras antiguas costumbres y las instituciones de sus mayores”. ¡Abogó por la cultura!

Nuestra sociedad sufre hoy por desfalcos, malversaciones, agresiones por vía de hechos, maltratos, insultos, piquetes, manteros, barras bravas y hasta “tetazos”. Son sólo algunas demostraciones de inexcusable miseria humana; pero en todo caso indicadoras de “bastardeada cultura”.

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