Por Carlos Tórtora.-

Luego de la movilidad jubilatoria y el financiamiento universitario, el tercer veto a una ley por parte de Javier Milei ya tiene nombre. Se trata del proyecto para modificar la ley 26122, estableciendo que los DNU pierdan vigencia si una sola de las cámaras del Congreso lo rechaza y no como ahora, que deben pronunciarse en contra las dos cámaras.

Hay 16 proyectos presentados sobre este tema y, a través de un acuerdo entre UP y Encuentro Federal, se seleccionaría uno de ellos para tratar de sancionarlo cuanto antes.

Lo que viene es previsible. La oposición sumaría la mayoría en ambas cámaras para convertir en ley esta reforma. El presidente entonces vetaría la ley y se escudaría en su tercio en Diputados para evitar la insistencia con el proyecto y el rechazo al veto.

Una ventaja para el oficialismo es que este tema, aun cuando tiene una importancia sustancial, no provocaría grandes movilizaciones de protesta.

La escalada

Una pregunta a plantearse es si tres ceros seguidos de leyes sancionadas por mayorías, no provocaría una reacción política mayor, siendo evidente que Milei está bloqueando sistemáticamente el funcionamiento del Congreso. La realidad es que la única reacción prevista en el sistema sería un intento de formarle al presidente juicio político por mal desempeño de su cargo, para lo cual se requieren los dos tercios de los votos de los presentes en Diputados.

Siempre haciendo futurología, un intento de juicio político, aun cuando no consiguiera los dos tercios, implicaría un enorme deterioro para el gobierno libertario.

De ser así, quedaría instalada en la sociedad la idea de que el juicio político no es un imposible. Pero estamos ante una realidad con alternativas dramáticas

Si hubiera un tercer veto y la oposición se quedara entonces de brazos cruzados, se consolidaría la idea de que Milei doblegó definitivamente al Congreso, debilitándose así al máximo la oposición.

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