Por Carlos Tórtora.-

Sacar a Karina Milei de las sombras y dejar correr que encabezaría la lista de candidatos a diputados nacionales por Buenos Aires, fue la jugada política más importante de Javier Milei en los últimos tiempos. Los sondeos de opinión sobre Karina posteriores al acto de Parque Lezama muestran números negativos en forma contundente.

La realidad es que, poderosa entre bastidores, da la impresión de que Karina tiene escasa posibilidades de lucir como figura política. No sólo carece del carisma de su hermano sino que exhibe un discurso muy limitado y su escasa simpatía le juega en contra. Además, el incómodo rol de ser la hermana y a la vez la socia política del presidente no encaja en la historia nacional.

En la misma, las mujeres fuertes, como Eva Perón y Cristina Kirchner, fueron aceptadas pero porque eran las esposas de los líderes.

Lo difícil de la actual situación se refleja en el escaso entusiasmo de los libertarios por Karina.

La jugada presidencial es de alto riesgo. Para entrar en la médula del electorado bonaerense hay que llegar a los sentimientos de las masas del segundo cordón del conurbano y no parece que Karina pueda lograrlo.

El costo de dar marcha atrás

Parece obvio que Milei, si Karina no le funciona como figura electoral, podría verse obligado a volver a ponerla en segundo plano, optando por otro como alternativa para dar la batalla en Buenos Aires. Sin embargo y como suele suceder, el problema no son las acciones sino los costos de las mismas.

Si el presidente deja que la candidatura de Karina se instale, el costo político de bajarla más adelante puede ser enorme. No se trata de un político más sino del alter ego presidencial, de la única persona ante la cual él se inclina.

Así las cosas, es probable que, con su característica tozudez, Milei sostenga como candidata a Karina contra viento y marea. Su esperanza es que ella polarice una gran alianza antiperonista que absorba el voto de antikirchnerista del interior de la provincia y de muchos sectores de clase media del primer cordón del conurbano. Tal como vienen las cosas, el discurso de la Casa Rosada se concentraría en polarizar con Cristina Kirchner, porque se trata de una figura averiada por sus múltiples problemas judiciales y por tener que cargar políticamente con el fardo de Máximo, uno de los dirigentes más impopulares del justicialismo. Esta polarización es una apuesta de alto riesgo y que puede salirle muy mal a Milei.

Pero pensándolo bien, al líder libertario no parece quedarle otra. Ponerse a la cabeza de una propuesta moderada y conciliadora no es lo suyo y probablemente le saldría mal. Está obligado entonces, por su propio rol actoral, a llevar a la sociedad argentina al máximo nivel de enfrentamiento, aun cuando las consecuencias sean graves.

Share