Por Carlos Tórtora.-

No es un secreto que en el entorno de Javier Milei crecía la expectativa por la elección de un Papa estadounidense.

Cardenales marcadamente conservadores y muy cercanos a la administración Trump, como Raymond Burke o Thimoty Dolan, encabezaban esa lista de preferencias. La elección de un yanqui bergogliano, Robert Francis Prevost, es un mensaje bastante claro. La línea de Francisco continuará, tal vez con un estilo más suave.

Este balazo de agua fría para el gobierno libertario se da en un momento especial: Milei se mueve internacionalmente en su rol de principal aliado de Washington en América Latina. Pero luego de desatar una guerra comercial global, Trump parece batirse en retirada ante las reacciones de China, la Unión Europea y algunos estados tradicionalmente fieles a EEUU como Canadá.

En este contexto donde se afianzan la multipolaridad y el proteccionismo, Milei parece cada vez más desconcertado y hasta ha dejado de lado sus amenazas de romper el Mercosur, vista la indiferencia de la Casa Blanca ante su propuesta de un tratado de libre comercio con los EEUU. La realidad internacional parece chocar entonces con la retórica libertaria y el retorno del Vaticano a una prédica más compatible con el liberalismo le hubiera dado a la Casa Rosada mucho oxígeno.

Con viento en contra

En el plano de la Iglesia local, en los últimos meses, la actividad de algunos obispos francamente opuestos al gobierno subió de tono. Son los casos de Juan Chaparro, obispo de la diócesis Merlo-Moreno y de su obispo auxiliar Oscar Milagro. Ambos encabezan la condena católica en el conurbano a la actual política económica.

Por otra parte, el nuevo presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Marcelo Colombo, está mostrando hacia el gobierno un discurso menos contemporizador que su antecesor Oscar Ojea.

Como se vio en las últimas semanas, la construcción de la imagen post mortem de Bergoglio, que el Vaticano está tejiendo con entusiasmo, es una hipoteca difícil de levantar para Milei, porque en política es casi imposible ganarle a los muertos.

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