Por Hernán Andrés Kruse.-
El viernes 1 de mayo se cumplió el sexagésimo sexto aniversario del primer viaje que hizo a la Argentina el flamante líder de la revolución cubana que depuso al dictador Fulgencio Batista: Fidel Castro. Casi a la misma hora de su arribo a Buenos Aires el presidente de la nación, Arturo Frondizi, inauguraba el nonagésimo primer período de Sesiones del Congreso. En un momento político e institucional harto delicado, don Arturo lanzó una advertencia que con el correr de las décadas adquiriría una vigencia feroz: “No se busque en la fuerza lo que el comicio no niega. La violencia sería la derrota definitiva en la Argentina”.
Castro aterrizó poco después del mediodía. Lo aguardaban senadores, diputados, el embajador Carlos Leguizamón, y cuatro militares nombrados por el gobierno: el capitán Eduardo Bracco, el teniente de navío Héctor Alegre, el capitán Julio Fortunato y el edecán naval del presidente de la nación, capitán de fragata Hermes Quijada, quien a comienzos de 1973 sería asesinado por la guerrilla trotskista del Ejército Revolucionario del Pueblo en Buenos Aires.
Apenas instalado en el Alvear Palace Hotel, el líder cubano recibió a los periodistas. Le manifestaron la preocupación del gobierno de Estados Unidos porque, según los círculos oficiales de la Casa blanca, se había detectado una infiltración comunista en su gobierno. La respuesta de Castro fue de un cinismo inaudito: “No coincido con el comunismo. Somos una democracia. Estamos contra todo tipo de dictadura. Por eso nos oponemos al comunismo”.
El sábado 2 de mayo Castro habló ante el “Comité de los 21”. Se adueñó del protagonismo. Su discurso duró una hora y media. Varias veces fue interrumpido con vítores y aplausos. El tema central tocado por el líder cubano fue el drama del subdesarrollo, al que consideraba la causa primordial de la inestabilidad política del continente. También trazó un panorama nada optimista del futuro inmediato de aquellos países que, como la Argentina, había reconquistado la democracia luego de un gobierno castrense. También lanzó una severa advertencia que el tiempo se encargó de confirmar: “Todos nos hemos hecho la nueva ilusión de que las tiranías van desapareciendo de la faz de nuestro continente. Sin embargo, la realidad es que se trata de una mera ilusión y nadie sería capaz de afirmar aquí honradamente cuánto tiempo de existencia se les calcula a varios gobiernos constitucionales de América Latina; cuánto tiempo se le calcula a esta era de despertar democrático que tanto sacrificio costó: y cuánto pueden durar los gobiernos constitucionales arrinconados entre la miseria, que provoca todo tipo de conflictos sociales, y la ambición de los que esperan el momento oportuno de adueñarse nuevamente del poder por la fuerza”. Horas más tarde se entrevistó con Frondizi en Olivos. Es probable que a partir de ese momento los militares antiperonistas hayan comenzado a planear su derrocamiento. Al día siguiente partió rumbo a Uruguay (fuente: Alberto Amato, Infobae, 2/5/025).
Buceando en Google me encontré con un ensayo de Jorge Núñez y Martín Ribadero titulado “Fidel Castro y su primera visita a la Argentina (mayo de 1959)” (“A 50 años del restablecimiento de las relaciones entre Argentina y Cuba. Una revisión de los documentos históricos”, María Cecilia Míguez y Leandro Morgenfeld (comp.), Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales). Los autores analizan la participación de Castro en el “Comité de los 21” y el endiosamiento de su figura de parte de los diarios más relevantes de esa época.
INTRODUCCIÓN
“Pocos meses después del triunfo de la Revolución Cubana en enero de 1959, Fidel Castro inició una serie de viajes por los Estados Unidos y América Latina. En esa gira, cuyo motivo era acercar al nuevo Gobierno Revolucionario a Estados y organismos internacionales, el primer ministro cubano visitó la Argentina a comienzos de mayo por unos días. El objetivo principal era asistir a la Reunión de los 21 de la Organización de Estados Americanos (en adelante, OEA) a celebrarse en Buenos Aires. En dicho evento, Castro sobresalió entre los participantes. Su presencia en la ciudad no pasó inadvertida. Todo lo contrario. Le fue otorgada una gran cobertura por parte de los más importantes medios de prensa, quienes lo catalogaron como el “héroe” que había derrocado al “tirano” Fulgencio Batista. Además, fue vitoreado por entusiastas multitudes en el aeropuerto y en el hotel donde se alojó, y bien recibido por el entonces presidente Arturo Frondizi y un sector del arco político nacional. Por último, el gobierno lo declaró huésped oficial y organizó una serie de actos para homenajearlo.
Desde la insurrección popular en Cuba, la prensa argentina siguió con relativa atención los acontecimientos, sobre todo a partir de un hecho que alcanzó estatura global: el secuestro por parte del Movimiento 26 de Julio del piloto de Fórmula Uno, multicampeón mundial, el argentino Juan Manuel Fangio. De amplia cobertura en los principales diarios argentinos, el caso logró ubicar la lucha desencadenada en Cuba en las tapas de varias publicaciones periodísticas desde febrero de 1958. Sumado el impacto que tuvo el reportaje que el periodista estadunidense Herbert Matthews, del New York Times, le realizara a Fidel Castro un año antes –y que llevó al periodista del diario El Mundo, Jorge Ricardo Masetti, a viajar a la Sierra Maestra para entrevistar también a Fidel–, de allí en adelante, el interés de los medios gráficos y radiales de la Argentina por Cuba fue nítido, y, por lo tanto, también en el conjunto de la escena nacional.
El objetivo de este capítulo es analizar el primer arribo de Fidel Castro a la Argentina, bajo la idea de considerar tanto sus motivaciones políticas y las repercusiones generadas en la prensa y la opinión pública. De este modo, pretendemos, a partir del análisis de los medios gráficos (La Nación, Clarín, La Prensa), reconstruir el itinerario de la visita del líder cubano en nuestro país. Frente a una imagen parcializada y negativa de Castro que se diagramó en la Argentina en décadas posteriores, la reconstrucción de su breve paso por la capital de la República permite apreciar no solo la pregnancia que el proceso cubano tenía entre distintos sectores sociales sino también la popularidad que la figura de Fidel Castro alcanzó durante los primeros meses del año 1959 (…)”.
LA OPERACIÓN PANAMERICANA Y LA CUESTIÓN DEL SUBDESARROLLO EN AMÉRICA LATINA
“La llegada de Castro a Buenos Aires tenía estrecha relación con la reunión de la Comisión de los 21 organizada por la OEA, en donde se daría inicio a la discusión del proyecto denominado Operación Panamericana. El lanzamiento de esta propuesta había sido iniciativa del gobierno de Brasil, y en especial de su presidente Juscelino Kubitschek, destinada a los países latinoamericanos y a los Estados Unidos en 1958. En su programa general, la Operación Panamericana apuntaba a estrechar lazos a nivel regional y con la potencia del norte bajo la idea de alentar el desarrollo económico al tiempo que garantizar el restablecimiento de las democracias y la contención del comunismo en el marco de la Guerra Fría.
Kubitschek, quién entreveía en esta proposición un paso más en el camino de convertir a Brasil en potencia regional, hacía un llamado a las demás naciones del subcontinente con el propósito de firmar acuerdos con los Estados Unidos para incentivar la generación de inversión privada y financiamiento por parte de dicho país, y así incrementar la producción tanto agraria como industrial para terminar con el “subdesarrollo” de la economía latinoamericana. Por ello, a través de instituciones transnacionales de crédito –como el Banco Interamericano para el Desarrollo (BID)– y una política financiera activa por parte del gobierno federal norteamericano, el plan trazado por Brasil contemplaba un aumento de empréstitos públicos –vitales para la construcción de carreteras, represas hidroeléctricas y proyectos energéticos– y la formación de mercados regionales para potenciar la producción primaria e industrial y así motorizar un incremento sustantivo de la actividad económica, del empleo y el bienestar social.
La Operación Panamericana tenía como objetivo revertir la poca atención que los Estados Unidos venía dispensando a la región desde inicios de la década, más preocupados por la reconstrucción económica europea –vía el Plan Marshall– y estabilizar el este asiático. Que esto haya sido así también dependió en buena medida de la perspectiva que el gobierno estadounidense había asumido respecto a las causas y las medidas que debían considerarse contra el subdesarrollo, las cuales estaban en las antípodas de lo que este plan proponía en torno al despliegue de la industria pesada, un Estado interventor e inversión en diversas áreas económicas. Para el gigante del norte, por el contrario, una política de liberalización de la economía y menor injerencia estatal eran las recetas que garantizarían el despegue económico y no las políticas proteccionistas y el intervencionismo que, por ejemplo, los Estados de la región habían implementado desde los años treinta en respuesta a la crisis de 1929.
El tópico del “subdesarrollo” como el eje de todos los problemas no solo de orden económico sino también político, se hizo dominante entre las élites políticas y aun culturales, en especial entre economistas, sociólogos y politólogos en la década del cincuenta. Desde Argentina y Uruguay, hasta México y Cuba, la preocupación por las vías capitalistas de superación de las desigualdades existentes a través de una mayor profundización de la industrialización y la merma del estado “semicolonial” y primario de sus economías, era un aspecto nodal en los discursos y reuniones de los presidentes a lo largo de los años cincuenta, tal como lo era para quienes integraban la Cepal –constituida en 1948 por parte de las Naciones Unidas– y sobre todo para un actor central de esta usina de pensamiento económico latinoamericano como era el argentino Raúl Prebisch. En la lógica de este concepto, además, se observaba una preocupación por las recurrentes crisis y dictaduras que azotaban a la región desde la década del treinta y por los problemas económicos que se arrastraban desde hacía décadas. De esta manera, siguiendo con el razonamiento, la inestabilidad de las democracias era un estricto producto del “atraso” y la “miseria” económica en donde estaban sumidas las mayorías de sus sociedades que “bajo esas condiciones sociales y económicas”, contradecían “los ideales de justicia y libertad” a los que aspiraban las élites políticas a la salida de la Segunda Guerra Mundial (Frondizi citado por Altamirano)”.
10/05/2025 a las 3:48 PM
Anécdota de la época: Aún recuerdo a los hermanos mayores de mis compañeros y a los novios de hermanas mayores de mis compañeritas del colegio primario, que con efusividad comenzaron dejarse crecer la «barba estilo Fidel». Sin duda «la peligrosa internacional de los boludos» (Perón dixit)
10/05/2025 a las 4:05 PM
Fe de erratas
El 1 de mayo de este año cayó JUEVES.
11/05/2025 a las 10:11 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Fichados
Luis Bruschtein
Página/12
10 de mayo de 2025
El significado que debería tener un proyecto de ley de “Ficha Limpia” se desvirtuó al presentarlo en los días previos a una elección y con cláusulas que sólo incluían a una persona, la que podía ser candidata opuesta al partido que lo presentó. Claramente era un proyecto de proscripción. Con su rechazo, la mayor beneficiada no fue Cristina Kirchner, sino la sociedad, gran parte de la cual fue engañada por ese falso honestismo, usado como herramienta de manipulación politiquera.
Silvia Lospennato, impulsora del proyecto, lo necesitaba para su candidatura por el PRO en la ciudad de Buenos Aires. Pertenece a un partido que no tuvo prurito en llevar como candidato presidencial a Mauricio Macri, que ya tenía causas abiertas en la justicia y cuyas empresas lo convertían, junto con Paolo Rocca, en los dos mayores proveedores del Estado. El partido que impulsó Ficha limpia puso a Mauricio Macri a administrar los negocios que el Estado tiene con las empresas de Mauricio Macri. No existe figura menos ética.
En los Panamá Papers aparecieron más de cuarenta cuentas offshore de Macri, quien ya tiene abiertas numerosas causas por negociados con sus empresas contra el Estado o usando al Estado, como la del Correo o las autopistas, los parque eólicos o Macair.
Al revés que las causas que tiene Cristina Kirchner, las de Macri no fueron denunciadas por la política, sino por periodistas internacionales o por los perjudicados. Cristina Kirchner fue condenada en un fallo polémico, lleno de irregularidades y sin pruebas concretas, por tribunales donde jueces y fiscales tenían relaciones promiscuas y muchos de ellos estaban directamente vinculados a Mauricio Macri. En las causas contra Macri, en cambio, las pruebas son sólidas y la ganancia está a la vista.
Gran parte del poder de Macri como empresario y político ha sido el control de un amplio dispositivo judicial y mediático. Ningún otro político tiene tanta injerencia en la justicia ni en los medios. Es de cajón concluir que cuanto más grande es el dispositivo judicial que controla un político es porque lo necesita como protección y que lo usará como arma contra sus adversarios. De allí se deducen las causas contra Cristina, como arma política, y la necesidad de protección de Macri por las denuncias en su contra.
Es la explicación de la importancia que le dio el empresario ex presidente a la construcción de ese aparato judicial-mediático. Nadie niega, ni sus propios simpatizantes, la existencia de este aparato controlado por el macrismo, así como el funcionamiento de la Mesa Judicial durante su presidencia. La consecuencia es que el Poder Judicial es la institución con peor imagen del país: un 80 por ciento de imagen negativa.
Macri generalizó esta práctica denuncista con campañas de humo mediáticas y con jueces muy cuestionados, como el fallecido Claudio Bonadio, y el fiscal Carlos Stornelli, contra el gobierno de Cristina Kirchner. No deja de ser una paradoja que alguien con problemas en la justicia controle ese aparato y sea el impulsor de esas campañas. Por la misma razón, las causas contra Macri se demoraron años en los tribunales, mientras que las de Cristina Kirchner se mueven cada vez que el macrismo lo necesita por motivos políticos.
Se dijo que Milei negoció el rechazo a Ficha limpia con sus aliados provinciales de Misiones porque le interesa polarizar con Cristina Kirchner en las elecciones. También se especuló con que los libertarios canjearon Ficha limpia con el kirchnerismo a cambio de la investigación de la estafa con criptomonedas. El único rédito que puede sacar Milei, si polariza las elecciones, es reducir al PRO a su mínima expresión y aún así sería difícil ganarle a Cristina Kirchner en la provincia de Buenos Aires. Y el supuesto trueque entre mileístas y kirchneristas no quedó claro porque el bloque de Unión por la Patria insistió con la investigación de la estafa.
Más allá de las explicaciones de coyuntura sobre el resultado de la votación en el Senado, el proyecto de Ficha Limpia introdujo otro debate con mayor espesor. La discusión que quedó pendiente es si el Poder Judicial tiene autoridad para intervenir sobre la decisión soberana expresada por el pueblo en el ejercicio de su derecho al voto. Quedó demostrada la vulnerabilidad del Poder Judicial a presiones y decisiones arbitrarias, mientras que el voto constituye la base de la organización democrática. En teoría, el Poder Judicial tendría así la prerrogativa de elegir presidente por encima de la decisión popular.
Mientras la inflación no baja, el gobierno se dispone a lanzar otro blanqueo que de hecho amnistiaría capitales del narcotráfico, la trata y la corrupción. Y la caída de la industria en marzo fue de más del cuatro por ciento. En ese cuadro, Milei denunció en la Justicia a los periodistas Carlos Pagni, Viviana Canosa y Ari Lijalad. En el imaginario mileísta, estas confrontaciones forman parte de una “batalla cultural” entre las fuerzas del cielo y quienes lo critican.
No es un buen momento de esta batalla para los libertarios. Las fuerzas del cielo recibieron la embestida de dos poderosas explosiones culturales de origen argentino pero de dimensiones planetarias. Un viejo adversario al que Milei calificó de “representante del maligno en la Tierra”, pasó a convertirse, tras su fallecimiento en una potencia simbólica. Y si tenía alguna esperanza de que el nuevo Papa fuera conservador o, al menos, no fuera partidario de la justicia social, la designación de León XIV, un “francisquista” del Vaticano, fue como una patada al hígado.
El nuevo Papa tomó su nombre de León XIII autor de la llamada “encíclica de los obreros”, la Rerum Novarum, que constituye la base de la doctrina social de la Iglesia. O sea, no es peronista, pero está a favor de la justicia social, o sea, en las antípodas de los libertarios.
En medio de los palos y los gases al grupo de jubilados, este miércoles apareció un cartel hecho a mano, que decía: “Nadie se salva solo”, la consigna de El Eternauta Juan Salvo. No había pasado una semana de la presentación de la serie en Netflix y las consignas ya estaban en las calles, con los jubilados en lucha y seguramente será retomada en las próximas movilizaciones. La serie, basada en la historieta que escribió Héctor Oesterheld, se convirtió en un fenómeno mundial extraordinario contra el individualismo y la ley de la selva que quiere imponer el neoliberalismo y los libertarios.
Oesterheld es uno de los 30 mil desaparecidos por la dictadura, al igual que sus cuatro hijas. Los portales de todo el mundo donde se anuncia El Eternauta, incluyen en forma destacada la historia de la familia Oesterheld. Al discurso ultraneoliberal y el de los negacionistas les ha surgido un formidable forúnculo.
Dos eventos mundiales extraordinarios, que tienen raíces argentinas, convirtieron al discurso de Milei en un relato de cabotaje, un producto argentino de baja ralea.
11/05/2025 a las 10:15 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
El odio en los tiempos de Milei
Mónica Gutiérrez
Infobae
10 de Mayo, 2025
Milei hace catarsis despachando su odio y Santiago Caputo lo gerencia. La gestión de la furia tiene un doble propósito. El Presidente descarga sus pulsiones más tóxicas y el asesor capitaliza sus estados para alimentar a la propia tropa manual en mano.
Nada que uno no pueda haber esperado. La consigna “no odiamos lo suficiente a los periodistas” es copy-paste de campañas desplegadas por las derechas alternativas que convierten la incitación al odio en el driver que las mueve.
El odio es un sentimiento extremo pero también un recurso de los manipuladores de este tiempo. Los que van por el poder en su forma más absoluta traccionan desde el odio. Ocurrió muchas veces en la historia. Esa historia que nos empeñamos en olvidar.
La violencia narrativa dispone hoy de sofisticadas herramientas tecnológicas que potencian la carga de artillería de los odiantes. El vertiginoso curso de los algoritmos replica creencias e instala con velocidad viral los contenidos más violentos. No hay con qué darle. Son las marcas de este tiempo.
Con un profesionalismo perverso se identifica a pretendidos enemigos y se va por ellos sin miramientos. Son las reglas del juego en la mesa de arena del poder.
Descansa la “casta” política. Que pase el que sigue. Es el turno del periodismo profesional.
Apremiado por las urgencias de gobernar, el libertarianismo asimiló a la casta, la asoció a su proyecto, la va succionando, abduciendo, atrapando en sus redes. Necesita de la experiencia política y disponibilidad de los que no quieren quedarse afuera de la fiesta del poder. En suma, “la tienen adentro”. El periodismo es otra cosa.
Sacar de escena la tarea de los profesionales de la información es ahora mucho más que un pasatiempo de barricada. Es la madre de todas las batallas. Como Cristina Kirchner, que fantaseaba con “un mundo sin periodistas”, Milei humedece sus ensoñaciones con el exterminio de los periodistas por la vía del odio popular.
“No odiamos lo suficiente a los periodistas, todavía”. El “todavía” con el que se juguetea con fuego en la cuenta de @mileiemperador demanda un esfuerzo por redoblar la actitud odiante, acicatea.
La salvajada discursiva con la que desde lo más alto del poder se pretende entretener a las audiencias militantes, no repara en el daño autoinfligido que supone mostrarse como feroces promotores del odio, alimentando el resentimiento y la reacción.
La incitación al odio se naturaliza y va penetrando. Se hunde en las rajas que el descontento y la frustración abren en la piel social. La manifestación activa del odio es el último refugio de los desplazados del sistema.
El Presidente se despacha en el diván de los streaming. El terapeuta de turno, sea Fantino o Parisini, sostiene festejando los desbordes. La desmesura presidencial entretiene, excita a las audiencias siempre dispuestas a una entrega de circo romano on demand. Este jueves, Javier Milei, dedicó seis horas de corrido a fustigar con nombre y apellido a los periodistas que tiene en la mira entre otras cuestiones.
Al repertorio de sus exabruptos: ensobrados, mandriles, basuras humanas, sumó nuevas exquisiteces: “muy mierda”, “lacra inmunda”, “soretes”. Lo escatológico parece ser muy inspirador en la literatura presidencial. La constante referencia a la sodomización como forma de humillación remite en el inconsciente colectivo a la práctica del empalamiento. Mediático en este caso.
El odio, como herramienta en el discurso político, no solo busca crear división. También intimida, amenaza, gatilla los resortes de la censura. Es una poderosísima estrategia para consolidar poder y justificar políticas autoritarias.
“Si vos odias al político, al periodista odialo más”, reforzó. Los periodistas son “la prostituta de los políticos” apostó esta vez. Se ensaña muy especialmente con los profesionales o medios con los que comparte una cierta afinidad ideológica. Del resto parece no ocuparse.
¿A quién tendremos que meter en cana?, preguntó a sus interlocutores. “¿Tenés la lista?“.
La diseminación de fake news refuerza la confusión. Las redes como canal de desinformación.
Esta semana una de las cuentas favoritas de Milei asociada al portal de noticias La Derecha Diario, posteó una supuesta encuesta del Foro del Periodismo Argentino, que daba cuenta de que 7 de cada 10 consultados apoya que el presidente de la Nación llame “ensobrados” a los periodistas.
El RT Milei llevó la viralización del contenido, a acumular 5.000 reposteros y más de 20.000 “Me gusta”.
FOPEA desmintió el contenido y aclaró que no realiza encuestas. Señaló también que la gráfica presentada había sido usada con anterioridad en otros posteos. La consultora a la que se atribuye la investigación es inexistente. En los tiempos de la comunicación digital las falsas realidades se construyen en segundos.
La narrativa presidencial va entrando, no obstante, en zona de desgaste. Empieza a aburrir.
Milei tendrá que activar la creatividad si lo que pretende es escalar. Las obscenidades en curso suenan remanidas y pierden efecto a fuerza de reiteración. Se le va mojando la pólvora.
Mientras el mundo daba una bienvenida alborozada a la llegada un nuevo Papa que toma la posta de Francisco y festejaba su perfil compasivo, convocando a la paz y a la unidad, y llamando a construir puentes de diálogo más allá de cualquier diferencia, Milei celebraba su propia misa en el streaming de Carajo.
La diatriba libertaria acelera el resentimiento odiante que destila el discurso presidencial. Que alguien le advierta al estratega comunicacional del oficialismo que el disruptivo personaje que alimenta se le está desbocando y puede írsele de las manos.
Los artilugios de la inteligencia artificial facilitaron el ridículo de los outsiders. El engendro de un Papa con cabeza de león que el oficialismo levantó a las redes es una pieza tan autorreferencial como patética. Cualquier parecido con la imagen de Trump travestido como pontífice no es pura casualidad.
Hay que admitir que el jueves no fue un día fácil para el oficialismo. La escandalosa caída del proyecto de “ficha limpia” mostró a la clase política en su conjunto expuesta al “principio de revelación”.
El enojo y la perplejidad fueron la inmediata reacción al resultado de una votación que dejó abierta la posibilidad de que los condenados con doble conforme en causa de corrupción puedan seguir participando.
Sin posibilidad cierta de desentrañar cuáles fueron los arreglos que revirtieron los votos de los senadores misioneros, quienes habían comprometido su acompañamiento, lo que sobrevino fue una tempestad.
Silvia Lospenatto denunció un pacto de impunidad. Javier Milei la trató de mentirosa. La sanción de la Ley a una semana de las elecciones en la Ciudad quedó atrapada en las tensiones electorales.
El oficialismo salió a sobreactuar su acompañamiento del malogrado proyecto. Milei se atribuyó el impulso a la Ley cuando la redacción original perteneció a Lospennato.
“Anoche el partido del Estado, los corruptos, ganaron la batalla pero no la guerra, los vamos a sacar a patadas en el culo”, sobreactúa Milei en orden a salvar la ropa.
Si como efectivamente se sostiene, la defección de los dos senadores misioneros fue parte de una componenda de último minuto entre el oficialismo y el mandamás Carlos Rovira, el enjuague dejó pataleando en el aire al mismísimo jefe de Gabinete de ministros. Guillermo Francos había asegurado que estaban los votos para imponer la ley.
El trascendido que da cuenta de que Carlos Rovira bajó la orden de cambiar el voto a sus senadores, Sonia Rojas Decut y Carlos Arce, tras recibir un pedido del Javier Milei funcionó como kerosene sobre el fuego.
Sin hacer declaraciones públicas, al menos en “on the record”, el hombre fuerte de la política misionera salió a reconfortar a sus mandaderos avalando el giro que volteó el proyecto de ley de ficha limpia y se hizo cargo a viva voz de la trapisonda política parlamentaria con el argumento de que no es partidario de “proscripciones”.
Si efectivamente existió un llamado personal de Milei al mandamás provincial es todavía incomprobable pero varias fuentes calificadas ponen en boca de Rovira esta aseveración.
La exposición de las falacias y contradicciones del oficialismo solo permiten esperar más, mucha más violencia discursiva en las horas por venir.
La diatriba odiadora funciona como una reacción atropellada ante la falta de argumentaciones razonables. Un volquete de insultos e imprecaciones como respuesta a lo que no puede explicarse, como parapeto frente a las flagrantes contradicciones del discurso oficial.
Identificar las estrategias que se despliegan mediante los discursos de odio, la manipulación de las emociones y el sistemático fogoneo de los antagonismos ayuda a sobrellevar los embates del poder.
Para reinar el poder necesita polarizar. El camino de la polarización demanda clasificación de los enemigos, zonas de exclusión dónde acorralar a los señalados, a los excluidos. Neutralizar el trabajo de los periodistas profesionales, degradarlos, minar su credibilidad es parte de ese proyecto.
En la placenta de la rabia y el descontento social, el odio suele empollar los huevos de las peores tragedias. Son los tiempos que corren.
11/05/2025 a las 10:58 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
El mago Caputo no puede parar
Claudio Scaletta
El Destape
11/5/025
Cuando se habla de economía siempre aparece un lugar común, la pregunta por el devenir del precio del dólar. Algunos analistas describen una supuesta “obsesión” de los argentinos con la divisa estadounidense. Es una zoncera, el problema no tiene nada de psicológico, nada de obsesión, sino que es bien material. Uno de los elementos que reflejan cabalmente el fracaso del Estado en el cumplimiento de sus funciones esenciales es el dato duro de “no tener moneda”. Este fenómeno también es mal descripto como “una economía bimonetaria”. No, el presunto bimonetarismo es la consecuencia de no tener moneda. Como la moneda no cumple con una de sus funciones esenciales, la de ser reserva de valor, se recurre a la moneda de otro Estado que sí la cumple, el dólar.
Suele escucharse también que la inflación no importa cuando los salarios la siguen, pero medio siglo de inflación sostenida, acompañada por tasas de interés reales siempre negativas, lograron su cometido: la moneda local es solo una herramienta para las transacciones menores y los movimientos de cuentas. Además, cuando hasta los movimientos entre cuentas son gravados con el 5 por ciento de Ingresos Brutos, cuando no por otros impuestos, como lo fue la retención sobre débitos y créditos bancarios, todo lo que puede ir por afuera, va por afuera. Es difícil no haber escuchado nunca la pregunta “¿necesitás factura?” O el más visible sistema de los tres precios, efectivo, débito y crédito con hasta 20 por ciento de diferencia entre puntas. No es falta de cultura impositiva, es un sistema de incentivos totalmente distorsionado. Agréguese, para completar, el insólito discurso oficial según el cual los impuestos son un robo y los evasores, héroes.
Si hay incentivos a mover recursos por afuera y si la moneda propia no funciona como reserva de valor el resultado predecible es que los excedentes se dolarizan. Aquí aparece una segunda zoncera, que es hablar de esta dinámica como “fuga de capitales” y agravarla proponiendo también un sujeto: los “empresarios fugadores”. Algunas escuelas de pensamiento económico local, con alta ascendencia en los últimos gobiernos kirchneristas, sumaron bastante confusión al invertir las relaciones causa efecto de estos fenómenos. Hay dolarización de excedentes porque no hay moneda, no al revés. El resultado general es que, sin que haya sido el objetivo, la macroeconomía promovió tanto la informalidad como la dolarización de los excedentes. La cifra real nadie la sabe a ciencia cierta precisamente por su carácter informal, pero distintas fuentes estiman que los argentinos mantienen entre 200 y 300 mil millones de dólares fuera del sistema, buena parte en la llamada “banca Simmons”, el colchón, que generalmente asume la forma de cajas de seguridad.
La gran paradoja es que, desde hace décadas, pero agravado en el presente, el principal problema de la economía es, además de no tener moneda, la escasez relativa de dólares. Por eso el deseo de todos los gobiernos es encontrar la fórmula mágica para que esas divisas reingresen al sistema.
Un breve repaso, siempre superficial, de la actual gestión económica, es inseparable de estos procesos. Desde el comienzo se especulaba que la llegada de Luis Caputo al ministerio de Economía se vinculaba con las mismas razones que lo habían eyectado de la administración de Mauricio Macri, su impresionante capacidad de mesadinerista para colocar deuda. En un principio se argumentaba que sería el encargado de conseguir los dólares para cumplir con la afortunadamente olvidada promesa de dolarización. No sucedió. En los primeros meses de gestión no conseguir nueva deuda no fue un problema, porque el gobierno comenzó con una fuerte devaluación y la consecuente recesión que dio lugar, por algunos meses, a un superávit externo. Pero luego la cosa cambió, además de sostener el ancla salarial, se sumó también el ancla cambiaria y, a medida que la inflación crecía mucho más rápido que “el crol” (por crawlling peg), la “tablita” devaluatoria, comenzó la apreciación sostenida. Como clavar el dólar, que es el principal precio básico de la economía, tiene un gran efecto estabilizador, el gobierno, como sucedió tantas veces en el último medio siglo, se enamoró del instrumento.
Si bien un gobierno puede decidir el precio del dólar, si la divisa se abarata debe contar con los dólares suficientes para satisfacer la demanda. No es verdad que solo se trate de operaciones entre privados, como acostumbra insistir el Presidente. El ministro Caputo, en el contexto de un gobierno que no solo despertaba el apoyo, sino también la excitación de los mercados, fue sacando de la galera sucesivos instrumentos. Primero fue el llamado “dólar blend”, que mandó el 20 por ciento de las exportaciones al mercado de los dólares financieros en detrimento de acumular reservas internacionales en el Banco Central. Luego, a la espera de que lleguen nuevos créditos, especialmente del FMI, se decidió agregar, a partir de octubre pasado, el primer blanqueo que sumó alrededor de 23.000 millones de dólares en tres etapas finalizadas el pasado abril, lo que permitió seguir estirando la estrategia del dólar barato que tanta satisfacción sigue brindando a viajeros e importadores, en este caso en detrimento del turismo y el aparato productivo. Por eso, con prescindencia de lo que suceda en el futuro, y como sucedió con la dictadura, la convertibilidad y, con menor intensidad, a mediados de la década pasada, la etapa actual será recordada por los viajeros internacionales de clase media como una nueva era dorada.
Finalmente, cuando la presión sobre el tipo de cambio empezaba a tensarse poniendo en evidencia que el modelo solo podía estirarse con más endeudamiento, llegó el nuevo auxilio transitorio del FMI. Increíblemente, al menos hacia afuera, el gobierno presentó la conexión al pulmotor como si fuese un éxito que validaba su programa y se abocó a seguir haciendo más de lo mismo, es decir a seguir sosteniendo el ancla cambiaria como principal herramienta de estabilización. No obstante, a pesar del exitismo hacia afuera, todo indica que alguien dentro del Ministerio de Economía hizo alguna cuenta y advirtió que, aun los más de 20 mil millones de dólares aportados por el Fondo, no serán suficientes para sostener por mucho tiempo la continuidad de la patriada del dólar barato. Por ello se decidió lanzar un nuevo blanqueo todavía más permisivo que el de octubre-abril. Esta vez no existirá la obligación de depositar los fondos en una cuenta bancaria especial ni declarar el origen de los fondos. El tope sería de 100 mil dólares, pero también se habla de llevarlo a 200 mil. Lo que parece buscarse es un estímulo a la demanda y un ingreso de segunda vuelta al sistema. La crítica inmediata fue señalar que con la medida se facilitaba el blanqueo de actividades ilícitas, como las vinculadas al narcotráfico, pero el objetivo sigue siendo la inmensa economía “barrani”. Que más del 45 por ciento de los trabajadores sean informales es apenas un indicador indirecto del conjunto de la economía no registrada o semi registrada. Que a este sector se le ofrezca blanquear sin preguntarle nada es una tentación muy grande. La probabilidad de que se provoque una nueva lluvia de dólares para sostener el modelo parece de moderada a alta. El mago Caputo no puede parar. Mientras tanto, la olla cambiaria seguirá sumando presión, pero como se sabe, nadie muere en la víspera.
11/05/2025 a las 11:24 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Las hazañas cotidianas de un presidente récord
Ernesto Tenembaum
Infobae
11 de Mayo, 2025
En la madrugada del viernes, el canal de streaming oficialista Carajo sentenció en un tuit irrebatible: “Récord Guiness. Seis horas de entrevista. Fin”. Al mismo tiempo, otro de los medios alineados con el Gobierno, La Derecha Diario tituló: “Milei rompió el récord de la entrevista más larga de la historia”. En la nota, LDD detalló: “Con esta hazaña, superó la marca anterior que ostentaba el ex presidente brasileño Jair Bolsonaro, quien había estado cinco horas y 22 minutos en un medio”. Carajo y La Derecha Diario se referían a la kilométrica entrevista que el presidente Javier Milei le había concedido al grupo de admiradores que conduce Daniel Parisini –el Gordo Dan- cada noche en el programa de streaming “La Misa”.
Tres semanas antes, Milei había intentado superar a su amigo Bolsonaro en otra entrevista con Alejandro Fantino, pero había llegado, apenas, a las 4 horas, 43 minutos. En aquel largo diálogo –el segundo en extensión hasta ahora— hubo un momento muy simpático, cuando pasadas las tres horas de transmisión, el conductor le pidió al Presidente permiso para ir al baño. “Yo puedo aguantar. No soy humano”, bromeó Milei.
Hay motivos para inferir que el récord era un objetivo deliberado, porque en ambas notas, cuando sus interlocutores ya no tenían qué preguntarle, Milei los desafió. “Yo estoy para seguir, ¿eh?”. A los pocos minutos de que el récord de Bolsonaro hubiera sido batido, los medios oficialistas se encargaron de valorarlo a coro, como si hubieran recibido una directiva. La colonia libertaria difundía su algarabía en las redes: otra hazaña del león.
Los récords han sido, desde siempre, la ambición de algunos seres humanos especiales. Algunos, claro, son más valorados que otros, pero las razones de esa clasificación no son tan claras y cambian con el tiempo. Nadie discutiría que es un gran mérito de talento y esfuerzo ser el mejor tenista de la historia como lo es Novak Djokovic. Otras personas, en cambio, podrían pensar que tener el récord en la cantidad de panchos que uno come en diez minutos es una rareza y no un mérito. Sin embargo, esa competencia existe y sus seguidores se la toman muy en serio. Durante muchos años se dirimió en un célebre parque de diversiones de Brooklyn. Pero se hizo tan popular que en 2024 se realizó en un super estadio de Las Vegas y fue transmitida al mundo en vivo por Netflix. Ese día, Joey Chestnut destronó al mítico japonés Takeru Kobayashi, la figura dominante en las últimas décadas. Chestnut engulló 83 hotdogs, 8 y un tercio por minuto.
La pelea de Milei por batir récords en cantidad de horas al aire lo ubica entre un reducido grupo de dirigentes políticos que deslumbraron al mundo con capacidades similares. Uno de ellos, está dicho, es Jair Bolsonaro. Pero hay otros que, a primera vista, fueron muy distintos a Milei. En 1998, Fidel Castro fue reelegido por enésima vez como secretario general del Partido Comunista cubano hasta 2003. Tenía 71 años y pronunció un discurso de 7 horas y media. Unos años después, el 14 de enero del 2012, el venezolano Hugo Chávez lo superó al dirigirse al parlamento durante 9 horas y media. El discurso arrancó a las 14.30 y terminó pasada la medianoche. Chávez acababa de regresar de su primer tratamiento contra el cáncer. Unos días antes había sostenido un programa de cinco horas por radio. Chávez cantaba en esas intervenciones, como lo hizo Milei frente a Fantino, el día que entonó el hit: “Mandril, decime qué se siente”.
Hace casi una década, la politóloga María Esperanza Casullo publicó un libro interesantísimo titulado ¿Por qué funciona el populismo?. En ese texto desarrollaba la historia de esa categoría –populismo— y explicaba por qué podía englobar a líderes de izquierda y de derecha. Allí explicó que el magnetismo populista radica en la estructura de un relato donde se presenta un líder carismático, que defiende al pueblo contra la aristocracia que lo oprime. Esa construcción consta de tres elementos: el héroes, la masa subyugada que lo adora y la casta explotadora. Apenas el primero triunfe sobre la tercera, el pueblo resultará liberado de sus ataduras.
Ese líder único, ese héroe, cultiva un tipo de comunicación emotiva y personal con su pueblo, cuenta Casullo. Es extremadamente autorreferencial. Recurre a anécdotas personales en las que siempre se presenta como triunfador. Apela a múltiples instrumentos emocionales: la canción es uno de ellos. Se rodea de aplaudidores o de funcionarios de distintas áreas que lo adulan en términos que, mirados desde fuera de la tribu, parecen realmente abyectos. Crease o no, todo esto está escrito mucho antes de la aparición de Milei.
El reportaje más largo de la historia, el premio Nobel judío, el referente más importante de la libertad a nivel mundial, el futuro premio Nobel de economía, la idea de que el Papa se puso el nombre por él son, en ese sentido, distintos elementos que alimentan el mito. Los ajenos podrán reaccionar con perplejidad, como quienes no entienden la competencia por comer más panchos en diez minutos. Pero para los admiradores, todo eso es alimento que nutre la emoción de seguir a un líder inigualable.
Uno de los elementos centrales que unifican a este tipo de líderes es su combate contra la prensa o contra los periodistas. Eso tiene una lógica impecable. Los periodistas son los encargados, en las sociedades libres, de buscar el pelo en la sopa, la mosca en la leche. Día a día se preocupan por explicar que el rey está desnudo. Una pregunta puede cumplir ese rol. O un reportaje a alguien que piensa distinto al presidente. O una nota de análisis. O la investigación de un hecho de corrupción. No es que al líder le molestan las mentiras, aunque argumente eso. Le molestan las preguntas, los análisis, las noticias que prefiere ocultar: el hecho mismo de la existencia del debate sobre él.
Con dolor, con molestia, aun con irritación, cualquier líder democrático acepta que debe convivir con ese caos. Para un líder que se presenta como un salvador, en cambio, son voces que hay que silenciar porque atentan cotidianamente contra la piedra basal del relato, que se expresa por una voz única, la suya. De allí, en distintas épocas, líderes de este estilo han aplicado censura, escraches, amenazas, denuncias judiciales, por el aprietes económicos o una combinación de esas cosas. Milei ha repetido hasta el cansancio en los últimos días: “La gente no odia lo suficiente a los periodistas” o “Son las prostitutas de los políticos. Si odian a los políticos, odien más a los periodistas”. Es casi una convocatoria a peleas callejeras. Ha iniciado querellas contra colegas de convicciones políticas muy diferentes, por cosas que no han dicho. Los ataques son cada vez más serios y permiten anticipar que la democracia será puesta en tensión en esta escalada, como otras veces, por un líder de estas características.
Alguien así tampoco acepta compartir el poder, por lo tanto las coaliciones son prácticamente descartadas, salvo en caso de extrema necesidad. Los conflictos de Milei con personajes que podrían ser sus aliados grafican eso. Los ejemplos más elocuentes son los de Victoria Villarruel y Mauricio Macri. La ruptura con Macri podría ser letal para las ambiciones de Milei. De haber intentado un acuerdo con él, la elección porteña del domingo próximo sería muy sencilla. Ahora puede perderla. La pelea con Villarruel puede derivar en la conformación de frentes que le disputen su mismo electorado, como ocurre en estos días con la lista que encabeza Ramiro Marra, que se quedará con algunos puntos decisivos en territorio porteño. Lo mismo puede suceder en la elección bonaerense donde un proceso sencillo se puede complicar ante la sucesión de conflictos de índole personal que estimula el caudillo.
Pero el poder no admite disidencias. Negociar significa admitir que hay otros dirigentes que pueden sentarse a su mesa en condiciones de interlocutores válidos. “No hay lugar para ambiciones personales, no hay lugar para mezquindades, no hay lugar para el ‘yo’, no hay lugar para el ego. Lo que está en juego es simplemente demasiado grande como para darle espacio a aspiraciones individuales. Porque, como decía Lenin —que, si bien era un zurdo reventado, a veces decía cosas interesantes y merece ser escuchado—: ‘Sin teoría revolucionaria, no puede haber un movimiento revolucionario’”, dijo el propio Presidente durante un discurso en Roma.
El libro Guinness, al que cita muy apropiadamente el canal de streaming Carajo, colecciona récords realmente increíbles. Sidney de Carvalho es un brasileño que desde 2022 ostenta el récord de los ojos más saltones. El hombre nació con luxación ocular, una característica que le permite decidir a su antojo si sus ojos permanecen o saltan por fuera del globo ocular. Gracias a eso ha divertido a sus amigos y familiares en toda su vida y animado fiestas de todo tipo. “Es uno de los días más felices de mi vida” dijo, al ser reconocido por Guinness. Cristiano Ronaldo fue el jugador de fútbol que más plata ganó en un año: 260 millones de dólares en 2024. James Goss es el humano con mayor cantidad de túneles faciales, 17 en total. En el libro Guiness lo demuestra con una foto donde posa con fideos crudos que entran por su boca y salen por sus mejillas.
¿Genialidades? ¿Rarezas? ¿Quién tiene derecho a juzgar?
En cualquier caso, el Presidente argentino va por más. En su encuentro con los fans de “La Misa” explicó que está planeando hacer una obra de teatro en el Muro de Berlín, donde él será el defensor del capitalismo. “Habrá jueces, un fiscal, yo seré el defensor y también estarán mis rubias voluptuosas disfrazadas de la estatua de la libertad”.
Se trata, evidentemente, de un hombre especial, incansable y que no se priva de nada.