Por Hernán Andrés Kruse.-
El miércoles 12 de marzo fue, reitero, un día aciago para nuestra democracia. Varios jubilados que protestaban (como lo vienen haciendo cada miércoles) y un buen número de hinchas (entre ellos algunos barras) fueron salvajemente reprimidos. Hubo dos escenas verdaderamente escalofriantes. La primera tuvo como protagonista a una jubilada de más de ochenta años y un fornido policía. En un momento dado el uniformado le asestó a la anciana un feroz golpe que la noqueó. La segunda tuvo como protagonistas a un reportero gráfico (Pablo Grillo) y un efectivo de Gendarmería. En un momento dado el uniformado lanzó una granada que se estrelló en la cabeza del joven trabajador, provocándole lesiones de extrema gravedad.
Hubo, a lo largo de nuestra ajetreada historia política e institucional, hechos tan violentos como los del miércoles 12 de marzo. Negarlo sería faltarle el respeto a nuestra memoria histórica. Pero en esta oportunidad cabe destacar dos hechos inéditos. Que yo recuerde nunca antes un policía se ensañó con una jubilada como lo hizo el uniformado con la señora octogenaria días pasados. Y nunca antes un presidente y su, en esta oportunidad, ministra de Seguridad, no ocultaron su “felicidad” por las consecuencias de la represión. En efecto, Milei y Bullrich no ocultaron el goce que les produjo el accionar despiadado de las fuerzas de seguridad. “Ganamos”, dijo en tono triunfal Bullrich, como si se hubiera tratado de un partido de fútbol. Por su parte, la diputada libertaria Lilia Lemoine afirmó descaradamente que “no se puede hacer un omelette sin romper un par de huevos”, comparando las cabezas de la jubilada y del reportero gráfico con un par de huevos.
Evidentemente tanto el presidente, como su ministra de Seguridad y la diputada libertaria no ocultan el disfrute de la crueldad porque se les antoja. Ellos son perfectamente conscientes de que un relevante sector del pueblo los acompaña en ese disfrute. Ahora bien, cabe que nos preguntemos lo siguiente: ¿por qué Milei, Bullrich y Lemoine tienen el tupé de dejar en evidencia su disfrute de la crueldad? Buceando en Google me encontré con un ensayo de Michel Wieviorka (Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París) titulado “Violencia y crueldad” (Anales de la Cátedra de Francisco Suárez-2003). En una parte del paper analiza la relevancia de la situación. Para el autor la crueldad en el más alto nivel político surge cuando se dan ciertas condiciones. Tales condiciones son: la impunidad, el miedo y la cultura del odio. Si bien el autor alude a cuestiones extremas, como la guerra, me parece que su análisis ayuda a comprender lo que acontece hoy en nuestro país.
Leamos a don Michel:
LA IMPUNIDAD
“La más evidente, la que se menciona en numerosos trabajos de investigación, o incluso en la obra ya citada de Primo Levi, es la convicción de la impunidad. La impunidad es indispensable para la crueldad. Puede ser proporcionada por las circunstancias (ausencia de testigos, por ejemplo, y en particular de periodistas), o aportada por las autoridades, que dejan hacer, que animan, que incluso legitiman la transgresión en nombre de un principio superior, frecuentemente en este caso, en nombre de un Estado. Desde el punto de vista de las democracias modernas, la crueldad es una transgresión doble: en relación con la ley y el Estado, por un lado, puesto que escarnece al derecho, y en relación con un valor moral, fijado desde hace mucho tiempo por el Quinto Mandamiento.
La convicción de la impunidad no basta para hacer posible la crueldad; hace falta también el aliento y la capacidad para romper el mandato moral de no matar. Por esto es por lo que el tema del remordimiento merece estar presente en toda reflexión sobre la crueldad: el sentimiento de haber roto con la moral al ser cruel, por ejemplo en tiempos de guerra, opera frecuentemente sobre algunos de los que se entregan a ella, haciéndoles difícil una existencia normal después de los hechos, invadiéndolos bajo la forma de una culpabilidad indecible.
Lo que está en juego aquí remite fuertemente a la crueldad, a la violencia asesina que ha pasado por una relación directa, por un contacto real con las víctimas: una de las razones que hace aceptable la guerra moderna para las democracias cuando evita la confrontación física, la violencia propiamente dicha, el acto asesino íntimo, y que pasa por la tecnología de la muerte a distancia, es precisamente que evita a los combatientes tener que soportar el peso psicológico y humano del cara a cara. Pero los remordimientos no afectan a todos los que se han entregado a juegos crueles o a la violencia por la violencia. Así, en los casos más impresionantes de criminalidad, el asesino que se entregó al canibalismo, o a juegos atroces sobre el cuerpo, vivo o muerto, de su víctima, puede muy bien ser extraño a los remordimientos, depender de un universo psíquico completamente distinto al que hace posible la culpabilidad. Y, cuando vuelven a la vida civil después de una guerra en la que se han comportado de un modo cruel, torturando, matando a civiles, etc., algunos ex-combatientes llevan una culpabilidad intensa y otros ninguna.
Por esto es necesario introducir aquí una distinción: en efecto, la impunidad es ciertamente, en todos los casos retratados, una condición necesaria para el ejercicio de la crueldad; pero su significado varía, en particular según si se trata, para el actor, de escapar a una ley moral, o política, a una prohibición que él mismo no interiorizó apenas o, por el contrario, si se trata para él de realizar una transgresión importante de la ley moral más alta que haya no matarás, una ley que interiorizó pero que las circunstancias le alentaron a no respetar”.
EL MIEDO
“En algunas experiencias masivas, y en especial en las que remiten a la guerra, la crueldad tiene más espacio en la medida en que los asesinos no son militares encuadrados y controlados, sino más bien individuos y grupos abandonados a sí mismos; el sociólogo Morris Janowitz ha hablado de embrutecimiento para dar cuenta de este fenómeno. La violencia puede, entonces, quedar desbocada, lo que no quiere decir que se ejerza necesariamente en el puro sinsentido, en el mero disfrute, la violencia por sí sola. Así, se ha observado a menudo que las conductas más excesivas, en el campo de batalla, podrían estar alimentadas no tanto, o no sólo, por pulsiones sádicas, sino por sentimientos, en sí mismos diversos.
Puede tratarse, en primer lugar, del miedo, sobre todo si el enemigo ha sido ya presentado anteriormente como susceptible de las peores barbaridades; el miedo, según la expresión de George Mossé, es una de-simpatía que permite tratar al otro como un no-humano, que incluso obliga a hacerlo. El miedo puede empujar a las peores atrocidades, que resultan ser entonces, por ejemplo, y al menos en parte, fruto del pánico; Georges Lefebvre lo expuso suficientemente a propósito del Terror de 1789. Se alimenta de relatos que circulan, de rumores, que eventualmente se conjugan con mitos inscritos más profundamente en el seno de una cultura o de una memoria histórica para hacer reinar un clima que empujará eventualmente a excesos de violencia.
Así, en su estudio de las atrocidades alemanas de la Primera Guerra Mundial, John Horne y Alan Kramer muestran que las tropas alemanas que invaden Bélgica y después el noreste de Francia en agosto de 1914, viven en un clima de pánico y de gran nerviosismo que alimenta la obsesión por los ataques de unos francotiradores que no existen prácticamente más que en su imaginación. Sus atrocidades (asesinatos de civiles, incluidos eclesiásticos, violaciones de mujeres, etc.) proceden de un pánico que exacerba el alcohol y en el que se mezclan el recuerdo aún muy vivo de la guerra de 1870, el mito del francotirador, ese individuo que ataca solo, en una emboscada, traicioneramente, y también la estrategia de los responsables militares alemanes, que tienen interés en que allí reine el terror.
Pues el miedo pueden convertirlo los responsables en un instrumento y tomarlo en cuenta, por lo menos, en sus cálculos; pueden prepararlo, es decir orquestarlo, inculcarlo por lo menos, en la imaginación de los que se verán enfrentados a un enemigo. Así, John Dower muestra que los combatientes norteamericanos durante la Segunda Guerra Mundial, persuadidos por la propaganda de que los japoneses no eran más que puros bárbaros, e informados de algunas de sus atrocidades de guerra, estaban convencidos de que no tenían elección, de que la alternativa sobre el terreno no podía ser más que la de matar o ser muerto; los hombres en la batalla llegaron a estar obsesionados por la necesidad de aniquilar al enemigo. La propaganda, los medios de masas, el cine han inscrito a este enemigo en la cultura norteamericana con la forma de un ser por una parte infrahumano, un animal al que exterminar, como habría que hacer con las ratas o con la gentuza, y por otra parte suprahumano, dotado de cualidades excepcionales (el fanatismo, un don para la violencia, una capacidad particular para hacer el mal, el apetito sexual, etc.).
Las propias ciencias sociales participan en esta racionalización que alimentará al miedo sobre el terreno. John Dower, por ejemplo, cita, entre muchos otros, el estudio del antropólogo Weston La Barre, quien observa en 1945 a los ciudadanos norteamericanos de origen japonés (a sus ojos, japoneses), en un campo de realojamiento en el que se los había acorralado, en Utah, y quien cree poder demostrar una diferencia culturo-psicológica entre ellos y los norteamericanos: estos últimos estarían dominados por la libertad, la democracia, el humor, la confianza, el sentido de la igualdad individual ante la ley, etc.; los japoneses estarían en el punto más alejado de estas características, con su personalidad compulsiva, el misterio que rodea sus emociones, el fanatismo, la arrogancia, la hipocondría, el comportamiento sado-masoquista, etc. En esta situación, puede añadirse al miedo, mucho más a menudo que sustituirlo, el deseo de vengar a los camaradas a los que el adversario acaba de matar, eventualmente de manera cruel, etc.”
CULTURA DEL ODIO
“La violencia que se desboca masivamente en tiempos de guerra ¿no proviene, por encima de las circunstancias particularmente favorables, por ejemplo una liberación de los instintos o de las pulsiones, de una larga preparación que no tiene nada de específica en sí misma, que se produce en la familia, en la educación, con profundidad, y que acostumbra a los futuros actores a la cosificación o a la animalización del enemigo, a su deshumanización, a su descalificación, pero también, si se presenta el caso, a su designación? Una cuestión así invita a volver al tema de la cultura; la crueldad, el sadismo ¿no están más presentes en unas culturas que en otras, que constituyen entonces un terreno abonado tanto más favorable para su ejercicio cuanto la imagen del enemigo o de la encarnación del mal está claramente trazada en él?
Esta idea está notablemente presente en Daniel Goldhagen, quien considera que la cultura política alemana de ante-guerra incluía el odio a los judíos, promovía la idea de que merecían morir puesto que eran fundamentalmente diferentes y maléficos; los campos de concentración se convirtieron entonces en la institución en la que los alemanes podían abandonarse a todo lo que les dictaba su ideología o su psicología, utilizando los espíritus y los cuerpos de los prisioneros como instrumentos y objetos de disfrute. Humillaciones, violencias inútiles, torturas, crueldad gratuita que se pueden convertir en una competición sádica; de seguir a Goldhagen, habría habido ahí una cultura de la crueldad, indisociable del odio a los judíos sedimentado durante largo tiempo por la historia alemana, y del que cita numerosos testimonios. Y, afirma que, si se pueden distinguir, al hilo de una tipología rápida (…) el asesino sádico (…); el asesino afanoso pero que no lo soporta (…); el ejecutor aplicado pero que no presume de serlo (…) el asesino que aprueba pero que sufre, hay que tener muy en cuenta que lo que los diferencia es la cantidad de placer que obtenían al matar, y no el juicio realizado sobre el valor moral de su tarea. La cultura de la crueldad y del sadismo, según Goldhagen, no es una cultura de la obediencia, sino una cultura del odio, que facilita y casi legitima la violencia gratuita”.
De estas condiciones la que más se adecua, me parece, al caso argentino es la tercera. El autor habla de “la cultura del odio”. La frase es muy similar a “los discursos del odio”. Desde que asumió la presidencia el 10 de diciembre de 2023, Milei se ha valido del insulto y el destrato cada vez que se dirige a quien no concuerda con sus ideas. No recuerdo a un presidente que haya tildado de “ratas” a los diputados y senadores nacionales que votan en contra de sus proyectos de ley. Se trata, evidentemente, de una táctica tendiente a profundizar hasta el tuétano la grieta que nos agobia desde hace décadas. De este lado, están los buenos; en la vereda de enfrente, están las ratas. A Milei le fascina degradar al adversario, humillarlo, cubrirlo de lodo. También le fascina, como quedó demostrado en los últimos días, felicitar a las fuerzas de seguridad por su “capacidad” para garantizar el orden. Ello significa, lisa y llanamente, legitimar el feroz ataque del uniformado al reportero gráfico. Ese encanto por la crueldad es compartido por Bullrich y Lemoine, quien no dudó en afirmar que para cambiar las cosas a veces hay que ser impiadoso.
Que Dios se apiade de los argentinos.
18/03/2025 a las 12:52 AM
Acerca de la concurrencia de «impunidad», «miedo» y «odio», Domingo Faustino Sarmiento supo advertir: «Líbrenos Dios de los gobiernos y de los hombres a quienes aconseja el miedo: son implacables con los vencidos». Los tiempos son aciagos en este Siglo XXI para La Argentina y el planeta (quizás las formas de gobierno sean lo de menos).
18/03/2025 a las 2:47 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
La democracia y la competencia
populista bajo el kirchnerismo
Roberto Cachanosky
Infobae
18 de Marzo, 2025
Explicar la decadencia económica argentina no parece tan difícil. Luego de haber crecido generando un gran flujo de inversiones en el sector real de la economía de y haber sido uno de los países más prósperos del mundo, Argentina entró en una larga decadencia a partir de la década del 40.
Los políticos que se conocen como la generación del 80 (Mitre, Sarmiento, Avellaneda, Roca, Pellegrini, inspirados en las ideas de Juan Bautista Alberdi) lograron el milagro argentino, que no fue ningún milagro, sino tener un país con orden, previsibilidad en las reglas de juego e incorporación de la economía argentina al mundo. Eso generó un tsunami de inversiones que hicieron de Argentina la potencia a la que todos queremos volver.
Luego aparecieron los populistas con sus políticas distributivas, el proteccionismo, el aumento de la burocracia estatal, el incremento de la carga tributaria, los controles de precios y salarios y otras medidas demagógicas que generaron un fenomenal gasto público y trabas a la producción, que hubo y jay que financiar con impuestos, endeudamientos que terminaban en default y emisión monetaria con los correspondientes procesos inflacionarios.
Sencillamente se pasó de reglas de juego que permitían sostener una senda de crecimiento de largo plazo a reglas de juego que desestimulan la inversión y la producción.
La pregunta a formularse es: ¿por qué muchos votan populismo? ¿Por qué durante décadas sigue votando un populismo u otro? Con diferentes modales, pero populismo al fin.
En principio uno tiende a pensar que la contrapartida de tanto gasto público es la carga tributaria que tiene que soportar la población, la cual podría llevar a rechazar las propuestas populistas, sin embargo, los populistas son populistas, pero no estúpidos, saben qué hacer para sostenerse en el poder.
En primer lugar, es importante resaltar que la democracia se convirtió en una carrera populista en la que cada partido político trata de llegar al poder prometiendo la mayor cantidad de redistribución posible o de aplicar medidas incumplibles. Cuantas más promesas de “repartir” riqueza, más votos. Sin embargo, si a todos los votantes se les tuvieran que cobrar más impuestos para redistribuir, el político populista perdería su carrera.
¿CÓMO RESUELVE EL PROBLEMA EL POPULISTA?Simplemente aplica la mayor carga tributaria sobre los sectores más pequeños de la población para transferírselos a sectores más amplios. Así, el populista pierde el voto de un sector de la sociedad, pero gana una mayor porción de votos del electorado que es al que beneficia con lo que le “roba” a los sectores de mayores ingresos.
Es solo explotar a sectores de ingresos altos y medios para dárselos a sectores de ingresos más bajos.
El balance del aumento de la presión tributaria versus los votos ganados por el populismo es lo que hace la diferencia a favor de esos políticos.
RENTA AGROPECUARIA COMPARTIDA
¿Por qué el campo tiene que entregar el 67% de la renta de la soja al Estado? Por la sencilla razón de que los votos de los productores de soja son infinitamente menores a los votos de los que reciben, en forma de subsidios, los impuestos que el Estado les confisca a los productores.
Pierden el voto de los productores de soja, pero ganan muchos votos más de los que reciben gracias a lo que el Estado le quita a los productores.
Claro que a mayor redistribución mayor carga tributaria. Por lo tanto, el populista tiene que buscar sectores más amplios de la sociedad para ampliar la base imponible, lo cual lo lleva a generar descontento en sectores de la población que antes no expoliaba, perdiendo caudal de votos. Por ejemplo, cuando se aumenta el IVA, el Impuesto a las Ganancias a la cuarta categoría u otros impuestos.
El punto es muy evidente. En su carrera populista los políticos primero aplican una feroz carga impositiva sobre los sectores que generan puestos de trabajo. Esto desestimula la inversión, baja la productividad y disminuye la riqueza disponible a distribuir.
Cuánto menor riqueza hay, menos para repartir y se buscan otros sectores a los que castigar con impuestos hasta que la carga tributaria abarca a tantos sectores que, finalmente, la trampa original de cobrarle mucho a pocos para distribuir entre muchos se desvanece y tienen que cobrarle mucho, a muchos. Eso marca el fin del proceso populista más feroz. En algún punto comienza un proceso más prudente o se desemboca en una terrible dictadura que tiene que reprimir el descontento popular, como en Venezuela.
PLAN MARSHALL
Al terminar la Segunda Guerra Mundial, EE.UU. implementó el Plan Marshall para ayudar a sus aliados e incluso a sus enemigos a reconstruir sus economías. Para eso, contó con USD 13.000 millones, que a serían unos USD 120.000 millones actuales, y fue dividido entre varios países. Uno de ellos fue Alemania que recibió el 11% del total.
Esto quiere decir que adjudicarle el milagro alemán al Plan Marshall es un error. Fue la firmeza con la que Ludwig Erhard, ministro de Economía de Konrad Adenauer a partir de 1949, llevó adelante su política de liberación de la economía. La llamada economía social de mercado.
Entre 2003 y 2015, los K, que llevaron el populismo a su máxima expresión, recaudaron USD 1,2 billones, es decir, 10 veces más que lo que fue el plan Marshall.
Lo dramático es que Europa se reconstruyó. Los caminos, puentes, sistema energético, agua potable, etc. que habían quedado sepultados bajo los escombros de la guerra fueron reconstruidos y la economía europea creció entre 1948 y 1951 al 2,2% anual (datos de Nicolás Cachanosky).
¿Qué dejaron los K con 10 veces más de ingresos que el Plan Marshall? El sistema energético destruido, al igual que las rutas, el acceso al agua potable, los trenes, etc. y encima el país en recesión, con cepo cambiario y una pobreza del 30% según, estimaciones privadas, porque para no mostrar los datos reales, el entonces ministro de Economía Axel Kicillof se le ocurrió discontinuar la publicación de los datos para no “estigmatizar” a los pobres.
Cito al kirchnerismo, porque si bien antes de ellos hubo gobiernos populistas, ninguno llegó a tal grado de destrucción institucional y, sobre todo, a sembrar un profundo resentimiento dentro de la sociedad haciéndole creer a los pobres que ellos eran pobres porque otros eran ricos, mientras los kirchneristas llenaban sus bolsos con millones de euros para su propio bienestar en base a la corrupción de la obra pública.
En síntesis, el populismo lleva dentro el virus de su autodestrucción o de las dictaduras más violentas que se conocieron en la historia para poder dominar el descontento popular. Se sabe cómo comienza el populismo, lo que no se sabe es cómo termina: si en una dictadura asesina al estilo chavismo o perdiendo el poder en las urnas. La única certeza es que sabemos cómo deja el país: destruido.
18/03/2025 a las 2:52 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Gendarmes y policías,con licencia para matar
Raúl Kollmann
Página/12
18 de marzo de 2025
El colectivo Mapa de la Policía identificó este lunes al cabo primero Guerrero, legajo 103.208 de la Gendarmería Nacional Argentina (GNA) como el efectivo que disparó el proyectil de gases lacrimógenos que produjo las gravísimas heridas al fotógrafo Pablo Grillo. Según el video, Guerrero es parte de la Sección de Empleo Inmediato (SEI) de la GNA, que son los que actúan inicialmente en las manifestaciones y portan las pistolas lanzagases. Esas armas, por protocolo, están en manos de efectivos con alguna experiencia, como los cabos primeros, que llevan unos 10 años en la fuerza. En el video también se ve a otros gendarmes y policías federales disparando horizontalmente, algo que convierte las pistolas en letales. En gobiernos anteriores, un efectivo sabía que si disparaba de esa manera, su carrera tenía altas posibilidades de terminar o, en el mejor de los casos, lo trasladaban a una provincia lejana. Actualmente están cebados por Patricia Bullrich, que dirigió todo el operativo, en vivo, desde la sede del Comando Unificado que ahora funciona en la sede del Ministerio de Seguridad. “El fuego a discreción” fue de tal envergadura que hasta hubo un policía herido por un disparo de otro policía.
FILMACIONES Y FOTOS DE TODOS LOS ÁNGULOS
La identificación del tirador que tiene en estado crítico a Grillo coincide con las conclusiones que surgieron de la secuencia obtenida por la fotógrafa de Página/12, Alejandra Morasano. Todos los materiales permiten distinguir al efectivo porque su uniforme era el único con un color levemente distinto: los policías federales de azul, los gendarmes de verde, y el que disparó, verde más clarito o caqui. En el trabajo del Mapa, los informes de Willy Pregiasco y Martin Onetto son decisivos: “el disparo ocurrió a las 17:18:05. La trayectoria está ligeramente inclinada hacia abajo y no impacta sobre ningún objeto intermedio ni el piso”.
La Comisión Provincial de la Memoria también aportó elementos clarísimos en su ampliación de la denuncia penal. En las 46 páginas del texto, se señala a «GNA 1» como el tirador más probable, con otro efectivo, «GNA 2″, a su lado. Con la firma de Adolfo Pérez Esquivel, Dora Barrancos y Roberto Cipriano García se agregan fotos que indican que el jefe de la Gendarmería, Claudio Brilloni, estaba presente en el escenario de la represión. O sea, tiraron horizontalmente con las máximas autoridades de la fuerza a unos metros, respaldando el accionar letal.
NO FUE UN CASO AISLADO
Pero lo impactante del video del Mapa es que el gendarme no es el único que tira de manera horizontal. Se ven también otros gendarmes y policías federales disparando de la misma manera, así como policías federales que se diferencian claramente y lo hacen hacia arriba, como indican los manuales. Los ángulos distintos se ven a simple vista: no hay margen para los disparatados argumentos de Bullrich, que el proyectil rebotó o que el efectivo disparó de forma correcta.
Un jefe de la Gendarmería le explicó a este diario que para disuadir a manifestantes a 100 metros hay que tirar hacia arriba, produciendo la parábola imprescindible. Los cartuchos pueden ser utilizados a más distancia todavía, lo que indica que, si se tira horizontal, la fuerza es devastadora, es un tiro directo. De hecho, los fabricantes lo ponen de la siguiente manera: “pueden ser letales, mortales cuando: se disparan en sitios cerrados produciendo muerte por asfixia y cuando se dispara un cartucho hacia el cuerpo o cabeza de un manifestante.»
«HACER CORRER ZURDOS»
El video refleja lo que fue el operativo de la semana pasada. Los integrantes de los cuerpos de infantería, tanto de la Gendarmería como de la Policía Federal, son efectivos que hacen un culto de la fuerza física, la pelea, el gimnasio. Por lo general, los demás policías o gendarmes los desprecian, los consideran “los brutos”, muy lejos, por ejemplo, de los que quieren hacer investigaciones, pericias, informática o algunas de las actividades más sofisticadas. Abundan los admiradores de Videla y los que gritaban «corran zurdos».
En gobiernos anteriores, un efectivo como el que le pegó a la jubilada de 82 años, Beatriz Blanco, terminaba en esa misma jornada con un sumario interno y altas posibilidades de ser trasladado a Jujuy o quedar directamente fuera de la fuerza. Lo mismo respecto de los que le tiraron gases en la cara a manifestantes que sólo estaban parados con un cartel.
Las pistolas lanzagases, dado que pueden producir muertes, quedan en manos de personal con algún nivel de antigüedad. Hasta en eso se ha retrocedido. Antes, el grado para portar una de esas armas era de sargento para arriba: ahora, de cabo en adelante. O sea, efectivos con unos diez años de servicio. Todos ellos saben que no se puede disparar de forma horizontal, conocen los protocolos y fueron entrenados para eso.
Sin embargo, la mezcla resultó explosiva. Efectivos con espíritu violento (“los brutos, los bestias”, como les dicen), incentivados por una ministra que los envalentona y los ceba. El resultado fue un descontrol total, con cada uno tirando a discreción, sin sentir el peligro de que su carrera podría terminar ante un disparo horizontal. Más bien lo contrario.
Para agravar todo el panorama, es un secreto a voces que hay un alto nivel de consumo de estupefacientes o anabólicos en los cuerpos de infantería. Los jefes y exjefes lo niegan, admiten que hay casos, pero no generalizados. De todas maneras, los justifican explicando que esos efectivos están 48 horas acuartelados en la previa y les prometen que se van a su casa ni bien “se despeje la plaza”. Todos son ingredientes del descontrol y la violencia.
En gobierno anteriores, la consigna era evitar el conflicto, “que no haya quilombo”. Ahora la consigna es “fuego a discreción”.
PRUEBAS IRREFUTABLES
El Mapa de la Policía -que tiene el auspicio del CELS, la Correpi, la Revista Crisis y otras organizaciones- utilizó secuencias de tres canales de noticias distintos. Una toma desde abajo, atrás de la ubicación de Grillo, y dos drones, uno de A24 y el otro de TN. Se suman tomas de La Nación. En función de la trayectoria diseñada por los peritos del Mapa y luego la ubicación fijada por las imágenes de los drones, se determinó la identificación. Hay una toma en el momento exacto en el que sale el disparo porque se ve hasta el humo saliendo del arma. Esa seguidilla es la que permite la identificación que, desde el punto de vista judicial, tiene un problema grave: las pistolas lanzagases no dejan estrías, es decir que es difícil saber de qué pistola salió cada disparo. La clave estará en las secuencias fotográficas y las pericias.
Aunque se menciona al jefe del SEI de la Gendarmería (habría cambiado), y a su superior, el comandante general Marcelo Fabián Porra Melconián, jefe del Comando Región I de la Provincia de Buenos Aires, la verdadera responsabilidad global recae en el Director de la Gendarmería, Brilloni, allí presente y, por supuesto, en la ministra Bullrich. En la escena también estaba, según documentó la Comisión Provincial, el comisario Inspector Gerardo Perillo de la Federal, que es un habitué en el manejo de la represión de movilizaciones. Todos ellos deberían ser imputados por tentativa de homicidio, porque el disparo directo es letal.
El descontrol del operativo fue tan evidente, que a la guardia del Hospital Argerich entró el efectivo de la Policía de la Ciudad, Elías Montenegro. El muchacho, de 34 años, gritaba “no me corten el brazo, no me corten el brazo”. Los médicos deshicieron el torniquete que traía, mal hecho por sus compañeros, y le limpiaron la herida. Lo estabilizaron y finalmente lo derivaron al Hospital Italiano porque así lo indicó la obra social. El Ministerio reportó “Montenegro, Elías, herido por arma de fuego”. La realidad es que los médicos le sacaron del brazo las esquirlas de goma de un proyectil que, en realidad, fue disparado por otro policía. Un operativo en el que, incentivados por el odio represivo, hasta un efectivo le disparó a otro.
18/03/2025 a las 2:57 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Organización colectiva para enfrentar la represión y desinformación
Sebastián Cazón
Página/12
18 de marzo de 2025
La brutal represión a la marcha de los jubilados fue planificada con antelación. La decisión política estaba tomada antes de que comience la protesta. También estaba definido el operativo de desinformación posterior para justificar y encubrir la violencia policial. Fue la grabación de teléfonos particulares y su sincronización con las coberturas periodísticas, sin embargo, las que permitieron identificar al gendarme que le disparó al fotógrafo Pablo Grillo y la que derrumbó la narrativa que intentó instalar el Gobierno. El aporte clave llegó de la mano de Mapa de la Policía, un colectivo de organizaciones y militantes de derechos humanos, que recolecta registros audiovisuales para revelar lo que se busca tapar: los mecanismos ilegales de represión que comanda Patricia Bullrich. “En esta caso, la reconstrucción sirvió para desmentir lo que la ministra estaba diciendo; que tanto Gendarmería como la Policía Federal habían disparado a 45 grados, cuando se ve directamente que lo hicieron en forma horizontal”, explica a Página/12 la directora ejecutiva del CELS, Paula Litvachky.
Mapa se presenta como una organización que pretende “visibilizar el abuso policial para fortalecer las redes de cuidado ciudadano”. Desde el año pasado, producto de la ferocidad con la que la Casa Rosada pretende aplacar las protestas sociales, se ocupa de reconstruir los desmesurados operativos de Bullrich. “Nos dimos cuenta de la importancia de hacer este registro. Que los manifestantes puedan aportar la información que tengan en el celular y sumarla a la de los fotorreporteros y periodistas que cubren las marchas. Que haya un espacio que centralice toda esa información, que sea capaz de sistematizarlo y armar el archivo”, cuenta Camila Palacin, una de las fundadoras del colectivo, que ayer realizó una conferencia de prensa en la sede de la Asociación de Reporteros Gráficos (aRGra). En el acto presentaron el informe sobre la represión del miércoles pasado junto a la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (Fatpren), el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (Sipreba), el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) e integrantes de la Revista Crisis.
A partir de fotografías y filmaciones, Mapa de la Policía identificó al posible autor material del disparo que impactó en la cabeza de Pablo Grillo. Se trata de un cabo primero de apellido Guerrero, miembro de la Gendarmería Nacional. El reconocimiento del agente fue posible luego del entrecruzamiento de imágenes tomadas por distintos trabajadores de prensa, entre ellos de Página/12, que determinaron la trayectoria, dirección y lugar de origen del disparo de la granada de gas lacrimógeno que hirió al fotógrafo. El material fue trabajado en conjunto con los peritos científicos Rodolfo Guillermo “Willy” Pregliasco y Martín Onetto, quienes pudieron determinar “la posición exacta desde donde ejecutó el disparo”.
«Lo importante de este trabajo es que te permite reconstruir los hechos y tener la información en el momento para contraponerla a una operación de desinformación y encubrimiento como la que está llevando adelante el Gobierno. Porque no solo salió a decir que la policía y la gendarmería habían actuado bien, sino que incluso desmintieron hechos que se pueden comprobar fácilmente con un video o una foto», sostuvo Litvachky, en referencia a las explicaciones de Bullrich.
De acuerdo a la ministra, la reconstrucción que se hizo «no cumple con los protocolos de las fuerzas de seguridad». «Los análisis que hacen no son rigurosos», dijo y aseguró que el disparo del gendarme fue «en forma oblicua hacia el suelo». Además, justificó que el Gobierno no haya avanzado en la investigación del caso. «Tuvimos bastante dificultad en encontrar las imágenes porque había mucho humo», argumentó e insistió: «ese disparo no fue a la cabeza. Eso no es verdad».
«A pesar de que estén los hechos y las imágenes, la ministra sigue diciendo lo contrario. Es muy típico de su forma de intervenir en este tipo de procedimientos. Te dice algo como si vos no estuvieras viendo lo que pasó. Si no hubieran disparado en forma horizontal, el proyectil no habría tenido el recorrido que tuvo en el caso de Pablo. Cuando se hagan los peritajes oficiales o la causa judicial, va a quedar claro que fue un disparo que no se hizo a 45 grados», le contestó Litvachky.
PRESENTACIÓN DEL INFORME
La reconstrucción del ataque a Grillo fue presentada ayer en aRGra, donde se pidió nuevamente la renuncia de Bullrich, considerada responsable por el ataque a Grillo. En el acto se destacó, en reiteradas oportunidades, la relevancia que tiene el aporte de los manifestantes que enviaron sus registros a Mapa. «Lo que permitió llegar a esta verdad es la filmación de un teléfono. No es la foto más impresionante del día o la toma más perfecta. Es un teléfono de un ciudadano que decidió filmar lo que estaba pasando. Esa es una gran fuente de insumo» indicó Sebastián, del Archivo Ahora.
A su turno, Palacin resaltó el trabajo de los fotorreporteros y marcó que «son las personas más perseguidas y reprimidas» porque contribuyen a la reconstrucción de los hechos. “Son muy importantes todas las imágenes que tomaron las y los fotógrafos que, de manera solidaria, se acercaron a dar su material”, agregó Ezequiel Torres de aRGra.
18/03/2025 a las 3:00 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
El gobierno gasta por mes en espionaje y operaciones todo un año de personal de Capital Humano
Marcelo Mache
Prensa Obrera
17/3/025
En medio de la brutal represión del gobierno contra jubilados e hinchas, en las inmediaciones del Congreso de la Nación, el Ejecutivo nacional volvió a ampliar el holgado presupuesto de la Side, al tiempo que recorta los recursos en salud, educación y asistencia social. Tan solo un mes de recursos de la Side igualan a todo el presupuesto anual destinado al personal de Capital Humano.
Por medio de una resolución oficial, el gobierno amplió el presupuesto de los servicios de inteligencia en $7.366 millones, con un nuevo salto de los gastos reservados que pasarán de $3.794 millones a $5.419 millones ($1.625 millones adicionales).
La reestructuración de la ex AFI parece ser la única –con la salvedad el Ministerio de Seguridad que absorbió otras áreas- que no se achica sino que se expande aceleradamente, con el propósito de apuntalar las operaciones, campañas y el espionaje del gobierno contra la población trabajadora, respaldando el accionar represivo de la ministra Patricia Bullrich.
La Side implica un área sensible del Estado, en manos del asesor presidencial Santiago Caputo y al servicio de garantizar la gobernabilidad y el ajuste en tiempos de crisis y movilización de los trabajadores.
El gobierno, que se ufana de realizar el ajuste en todas las áreas del Estado, invierte ingentes cantidades de recursos a los servicios de inteligencia y su caja “discrecional”, para infiltrar, espiar y armar operaciones contra activistas, militantes y causas y luchas obreras, como la que llevan a delante los jubilados, en cuya manifestación se pudieron identificar distintas provocaciones y hechos producidos por infiltrados policiales.
Según datos del sitio oficial Presupuesto Abierto, la Side lleva gastado para el pago de salarios, en lo que va del año, $7.969,54 millones, o lo que es igual a un promedio de $4.000 millones por mes, que es casi el equivalente a lo presupuestado anualmente para el personal de Capital Humano ($4.511 millones).
Se trata de una política de ajuste y hambreamiento del pueblo trabajador, combinada con represión y reforzamiento del espionaje y la inteligencia contra los trabajadores, para montar campañas y operaciones de todo tipo, como la que se está llevando actualmente contra el Polo Obrero.
El gobierno podría utilizar directamente estos recursos para aumentar las jubilaciones o para garantizar la provisión de alimentos a los comedores populares, pero opta por reforzar el aparato represivo debido a que su orientación es la de aplicar el ajuste sobre los trabajadores y liquidar las condiciones y derechos laborales, para garantizar el lucro capitalista y las demandas del FMI.
No se trata de la primera asignación antojadiza de este gobierno: ya a mediados del 2024, por medio de un decreto, el oficialismo amplió el presupuesto de inteligencia en unos $100.000 millones para fondos reservados, lo que fue rechazado recién tres meses después en el Congreso.
Los recursos de la Side para el 2025 ascienden ahora a unos los $55.622 millones, 190% más respecto a los recursos con los que contaba hasta julio de 2024.
Estamos ante un gobierno criminal y represor, que refuerza la caja negra de los servicios de inteligencia para atacar a la población trabajadora, al mismo tiempo que la condena al hambre, la desocupación, la miseria y la pobreza.
Derrotemos a este gobierno represivo con la movilización popular. Fuera Bullrich y fuera Milei.