Por Hernán Andrés Kruse.-
La conocida expresión “ser más papista que el Papa” se utiliza fundamentalmente para caracterizar a esa persona que muestra una mayor preocupación que la persona directamente afectada. Pues bien, Milei demostró ser más papista que el Papa, o si se prefiere, más “muskista” que Elon Musk. Durante la celebración de la asunción de Donald Trump, Musk, luego de alzar su brazo derecho para llevar su mano al corazón, la estiró hacia arriba. El gesto fue duramente criticado por diversos sectores que coincidieron en señalar lo que, según ellos, era lisa y llanamente una apología del nazismo.
Quien salió con una vehemencia inusitada al cruce de esos sectores fue Javier Milei. Haciendo gala de una obsecuencia impropia de un jefe de Estado, afirmó que “Elon Musk debe ser uno de los hombres más importantes de la historia, que está empujando el progreso humano a ritmos vertiginosos, y siempre ha defendido la libertad en su forma más pura, para todos”. “Hoy toda la progresía internacional se monta sobre el inocente gesto de Elon Musk para tildarlo de nazi. Porque su lucha por la libertad atenta contra el control hegemónico del wokismo internacional” (fuente: 21/1/025).
Al leer estas manifestaciones presidenciales me vino a la memoria el inolvidable actor Gianni Lunadei cuando, en el histórico programa Mesa de Noticias, exclamaba delante de su jefe “Le pertenezco”, en señal de sumisión. Pues bien, Milei acaba de exclamar delante de Musk “Le pertenezco”. Y lo hizo sin ponerse colorado porque el libertario no se siente presidente de los argentinos sino funcionario del gobierno de Trump. En realidad, Milei no se siente argentino sino norteamericano. Su sueño es, me parece, que Argentina deje de ser un país soberano para pasar a ser un Estado federal de Estados Unidos.
Ello explica, por ejemplo, su obsesión por la dolarización, por el reemplazo del peso por el dólar. En este contexto debe analizarse con extremo cuidado la reciente decisión del gobierno de autorizar a los establecimientos comerciales mostrar en dólares el precio de sus productos. Se trata, lisa y llanamente, del primer paso hacia la pérdida definitiva de la soberanía monetaria, de la adopción del dólar como moneda oficial.
Buceando en Google me encontré con un ensayo de Rubén Lo Vuolo (Director Académico del CIEPP) y Jaime Marques Pereira (Investigador del Centro de Investigación sobre las instituciones, la industria y los sistemas económicos) titulado “De la pérdida de soberanía monetaria a la pérdida de soberanía política: los ejemplos de Argentina y Grecia” (Documentos de Trabajo-CIEPP (Centro Interdisciplinario para el estudio de políticas públicas)-2018). Saque el lector sus propias conclusiones.
INTRODUCCIÓN
“Para comprender el actual funcionamiento del capitalismo democrático, cada vez se vuelven más cruciales los problemas de la creciente tensión entre el ejercicio de la soberanía monetaria y de la soberanía política de los Estados nacionales. Así, la cuestión de la soberanía monetaria (y de los espacios de la política monetaria) no debe abordarse como si fuera un problema meramente técnico circunscripto al campo de la economía: las formas y el ejercicio de la soberanía monetaria por parte de los Estados nacionales son fundamentales para entender las formas y el ejercicio de la ciudadanía en las democracias modernas.
En los hechos, la actual fase de reproducción capitalista liderada por las finanzas está transformando la naturaleza de los Estados democráticos. Como bien lo señala Wolfgang Streek, un rasgo sobresaliente de estos cambios es que el Estado pierde poder para financiar la expansión de sus funciones en base al monopolio tributario (Tax State) y recurre al financiamiento tomando deuda en los mercados financieros (Debt State). El primer tipo de Estado se corresponde con la etapa del capitalismo industrial de posguerra, cuando se expandieron las políticas reconocedoras de derechos sociales gracias, entre otras cosas, a que los Estados nacionales tenían un amplio margen de autonomía para la aplicación de políticas monetarias y fiscales autónomas en economías más bien cerradas.
En contraste, en el capitalismo financiero, se observa una pérdida de autonomía de las políticas nacionales y en especial la erosión de las capacidades de financiamiento del Estado por el ejercicio de su monopolio tributario y monetario. En este nuevo escenario, se retrae el ejercicio de una “ciudadanía de derechos sociales”, crece el endeudamiento público (y privado) y se va conformando una ciudadanía basada en la cual el ejercicio efectivo de los derechos se segmenta conforme al poder de mercado de cada individuo o grupo. Así, conforme lo indica Soederberg, estaríamos presenciando la retracción del Welfare State en favor del avance de una suerte de Debtfare State donde el endeudamiento se vuelve una forma de control y disciplina de los Estados y la ciudadanía en general.
En este escenario el orden monetario de los Estados nacionales se vuelve un potente instrumento político que tiende a consolidar una nueva forma de soberanía y de ejercicio de la voluntad colectiva de las ciudadanías. En otras palabras, las formas que adopta el ejercicio de la soberanía monetaria definen las formas en que se ejerce la soberanía política. Esta percepción ayuda a reflexionar sobre una cuestión más general: ¿cuál es el poder de influencia de los mercados financieros sobre el ejercicio de la soberanía de los Estados democráticos? La experiencia de la Unión Monetaria Europea (UME) es uno de los ejemplos más aleccionadores en esta materia. Cuando en los años 1990s se concibió la unión monetaria de los países de Europa, esta forma de integración se presentó como una política que tenía objetivos puramente económicos. Así, los derechos y las políticas sociales se dejaban formalmente bajo el poder autónomo de cada país y se catalogaba como irreal la eventual posibilidad de compartir la soberanía política nacional de los países.
Hoy es claro que esta percepción estaba equivocada. En la práctica, la pérdida de soberanía monetaria nacional que implicó la creación de la UME definió nuevas reglas de gobernanza política para los países miembros que ni siquiera están plasmadas institucionalmente en una explícita “unión política”. Esto es evidente a poco que se observe que las crisis de liquidez financiera de los países de la periferia de la UME no pueden controlarse con las políticas de los Estados nacionales debido a que los mecanismos para administrar la crisis, y en particular los programas de austeridad que condicionan la ayuda financiera quedaron bajo el control de instituciones supranacionales.
Esta nueva forma de gobernanza se fue conformando a lo largo del tiempo y adquirió su actual configuración con el Tratado de estabilidad, coordinación y gobernanza firmado en marzo 2012 y que fue pactado por todos los países miembros (con excepción de Gran Bretaña y Republica Checa). La piedra angular de dicho Tratado es la regla conocida como “semestre europeo” que ya había sido adoptada anteriormente por el Consejo Europeo en noviembre 2010. Esta regla dicta que las programaciones de presupuestos públicos y reformas, antes de ser debatidas y votadas por los parlamentos nacionales, deben ser sometidas a las recomendaciones de la Comisión Europea. Así, la Comisión Europea tiene el poder de recomendar al Consejo la aplicación de sanciones financieras a los gobiernos cuyas programaciones presupuestarias les parezcan impropias, considerando también el esfuerzo de reformas de los países.
Los problemas de la relación entre soberanía monetaria y soberanía política no alcanzan solamente a los países que han sustituido sus monedas por una moneda de mayor jerarquía de carácter supranacional como en el caso de la UME. Es un problema común a todos los países que se integran al Sistema Monetario y Financiero Internacional (SMFI) mediante la emisión de monedas “periféricas” que orbitan en torno a pocas monedas “centrales”. Se consideran como periféricas aquellas que sólo cumplen algunas funciones en el orden doméstico mientras que se denominan monedas centrales a aquellas que cumplen funciones no sólo a nivel doméstico sino también a nivel internacional. En otras palabras, los países que emiten monedas periféricas deben contar siempre con un stock de monedas centrales para poder operar en el SMFI.
Dentro de este grupo de países, Argentina es un caso ejemplificativo de un país que buscó resolver los problemas que plantea el carácter jerárquico del SMFI atando su moneda local al dólar. En particular, entre 1991-2001 el país adoptó un régimen de Convertibilidad estricta de su moneda doméstica con el dólar, como una forma de controlar un escenario de hiperinflación. Esta experiencia terminó una década después de adoptada en una macrodevaluación seguida de default de su deuda pública. Nuestra hipótesis es que tanto la experiencia de los países de la periferia de la UME que sustituyeron sus monedas nacionales por el euro, como la de Argentina durante la convertibilidad y la post-convertibilidad, representan dos ejemplos fracasados de intentos por ascender en la jerarquía monetaria.
En ambos casos se terminó en crisis financieras, bancarias y en general de liquidez de moneda central para pagar sus abultadas deudas; también en ambos casos las crisis financieras derivaron en crisis políticas. A su vez, ambas experiencias ejemplifican que las crisis de las deudas soberanas no son sólo un problema financiero para cubrir los desbalances fiscales, sino fundamentalmente una cuestión de arquitectura institucional y pérdida de la capacidad de hacer política económica y social capaz de regular el funcionamiento del sistema económico nacional. Así, tanto la ley de convertibilidad de Argentina como la UME son cambios institucionales por los cuales la moneda se vuelve “autorreferencial”, concepto mediante el cual “designa una moneda puramente instrumental (…) ningún proyecto político, ningún valor social son llamados a legitimarla” (Orléan).
La conservación del valor de la moneda, y por lo tanto del valor de los activos que denomina, se erige como valor social superior a todos los otros valores de la sociedad. Así, la política monetaria asume una jerarquía superior a cualquier otra política pública, es especial a las políticas de desarrollo económico y distribución que caracterizaron al llamado Estado de Bienestar. Esta conformación institucional instaura un nuevo régimen de soberanía política donde la misma deja de ser expresión de la voluntad ciudadana y más bien expresa la voluntad de los agentes económicos corporativos con peso en los mercados financieros.
En este escenario es necesario redefinir el concepto de soberanía nacional como categoría analítica para comprender el margen de maniobra de las políticas públicas nacionales en un contexto de SMFI jerárquico. A nuestro modo de ver, esto sólo puede hacerse elucidando la relación entre soberanía monetaria y soberanía política en las actuales condiciones de funcionamiento del SMFI. El análisis de los casos de extremos de Grecia y Argentina sirve para extraer enseñanzas en este tema que no se limiten al corto plazo, sino que abarquen las diversas formas que actualmente asume la cesión de soberanía monetaria y política. Esto es así no sólo porque representan dos países que buscaron sin éxito subir en la jerarquía monetaria por dos caminos diferentes, sino porque además la salida argentina de la Convertibilidad en Argentina fue esgrimida como una alternativa exitosa para recomendar un camino similar de default y su salida de la zona euro para Grecia
Así, la rápida recuperación del crecimiento económico argentino luego del default y devaluación de finales de 2001 para muchos demostraba que se podía actuar independientemente de los condicionantes del SMFI y recuperar soberanía monetaria eludiendo a los organismos multilaterales de asistencia financiera. Sin embargo, como explicamos en este trabajo, el tiempo demostró que el carácter periférico de la moneda argentina coloca límites muy estrechos a una estrategia de recuperación de soberanía monetaria (…)”.
RESTRICCIONES A LA SOBERANÍA DEL ESTADO EN PAÍSES CON MONEDA PERIFÉRICA
SOBERANÍA MONETARIA Y SOBERANÍA POLÍTICA: LA RELACIÓN ORGÁNICA ENTRE EL BANCO CENTRAL Y EL PODER POLÍTICO
“Es una idea generalmente aceptada que las economías nacionales han perdido soberanía monetaria con la globalización económica y financiera. Sin embargo, esta afirmación no suele vincularse con el concepto de soberanía monetaria, pese a que un grupo notable de investigadores franceses han hecho esfuerzos por conceptualizar el tema (Aglietta et al; Aglietta y Orléan; Théret; Blanc 200). Entre otras conclusiones de estos trabajos, se postula que el orden soberano de la moneda “no se reduce necesariamente a una soberanía grabada en la constitución de un Estado. La soberanía jurídicamente formulada es sólo una de sus partes integrantes”. En base a esta premisa, se propone distinguir cuatro elementos básicos de la soberanía monetaria que serían “suficientes” para caracterizarla. La soberanía monetaria implica la existencia de una “autoridad política territorial” que se afirma soberana en materia monetaria al definir “la unidad de cuenta”. Esto le permite percibir un “ingreso soberano” de la emisión de medios de pago (señoreaje) y al mismo tiempo controlar esa emisión. Todo lo anterior involucra una “simbología monetaria” como marca de la soberanía monetaria de los Estados.
No obstante, si bien los elementos anteriores son suficientes para caracterizar la soberanía monetaria, para que los Estados tengan un control absoluto del orden monetario son necesarios otros elementos: i) una capacidad de imponer en todas las prácticas monetarias los instrumentos de cuenta y pago instituidos por la autoridad; ii) un control de la convertibilidad -esto es de las prácticas de conversión de la moneda doméstica en otras-; iii) la capacidad de arbitrar entre intereses de los acreedores y deudores, lo cual determina la capacidad de regular la emisión monetaria; iv) la capacidad de modular la valorización externa de la moneda a través de una política de cambio.
La presencia de todos estos elementos que definen la soberanía monetaria no siempre se verifica. Para Jerome Blanc, según sea esta presencia serán las diferentes capacidades estatales que implican una diversidad de regímenes de soberanía monetaria entendidos como formas durables de institucionalización de la organización monetaria nacional. Estos distintos regímenes definen el grado de autonomía de la política monetaria y de la política de cambio, por un lado, y el grado en que los instrumentos monetarios domésticos tienen capacidad de cubrir la totalidad de las prácticas de pago y de emisión de créditos. ¿Pero cómo se vinculan los regímenes monetarios con los regímenes políticos? Tres serían las finalidades comunes a las instituciones monetarias y a las autoridades políticas en las sociedades democráticas modernas: la estabilidad, la equidad y el crecimiento. Estas finalidades comunes son evidentes a poco que se tenga presente que el régimen monetario (el conjunto de las reglas del sistema de cuenta y de pagos) opera como un dispositivo institucional de regulación de los conflictos distributivos en tanto y en cuanto regula el valor real de la nómina de los diversos tipos de ingresos (salarios, ganancias, rentas incluyendo las financieras).
Para la obtención de estas finalidades comunes a las instituciones monetarias y políticas se establece una “relación orgánica” entre gobierno político y gobierno del banco central. Esta relación orgánica implica: 1) el Estado garantiza el capital del banco central y por lo tanto la liquidez última que da cobertura al conjunto del sistema bancario; 2) el banco central mantiene legítimamente a la deuda pública fuera del mercado en situaciones de stress. Así, la deuda pública de un Estado soberano (y no fallido) queda a salvo del default porque el Estado tiene la capacidad última de monetizar su deuda. Esta capacidad es una condición sine qua non del ejercicio de la soberanía monetaria y política. En otras palabras, si el Estado no puede monetizar su deuda, no puede ejercer soberanía monetaria, no puede ejercer soberanía política y por lo tanto no puede tener éxito en la búsqueda de los objetivos comunes señalados previamente.
De hecho, la relación orgánica entre gobierno político y banco central fue un elemento fundamental para la construcción del llamado Estado de Bienestar. Como bien lo señala Robert Boyer, en los países desarrollados el régimen monetario de la pos-guerra se pautaba en base a la necesidad de asegurar el volumen de crédito necesario para viabilizar ex ante los aumentos salariales indexados sobre la productividad. Retomando a John Hicks, Boyer resalta que el padrón-trabajo de aquel régimen monetario implicaba la posibilidad de devaluar en el sistema de Breton-Woods, en oposición al sistema del padrón-oro o del entonces programado padrón-ECU (European Currency Unit). Complementariamente, este régimen monetario basado en el patrón trabajo permitió financiar los gastos de los seguros sociales financiados por impuesto a los salarios.
En contraste, las formas actuales que adopta la relación orgánica entre los bancos centrales y los gobiernos políticos definen un escenario diferente para la búsqueda de los objetivos conjuntos señalados. En particular, nos interesa observar el escenario que se dibuja para los países que se insertan con monedas periféricas en la estructura jerárquica del SMFI. En estos casos, la posibilidad de monetizar la deuda del Estado por parte del banco central es muy limitada porque la mayor parte de la deuda pública es fundamentalmente deuda externa nominada en monedas centrales. Esto define límites estrictos para que los regímenes monetario y político trabajen conjuntamente en la búsqueda de los objetivos de estabilidad, equidad y crecimiento económico”.
SISTEMA MONETARIO Y FINANCIERO INTERNACIONAL: JERARQUÍA ENTRE MONEDAS PERIFÉRICAS Y MONEDAS CENTRALES
“Para comprender las consecuencias del carácter jerárquico del SMFI en economías con monedas periféricas, es ilustrativo referirse al renombrado “triángulo de Mundell”. Este planteo postula que, en un escenario de libre movilidad de capitales como el actualmente vigente, se verificaría la presencia de una “trinidad imposible” para la política monetaria y cambiaria. La prescripción derivada del triángulo de Mundell se resume en el siguiente dilema: se debe elegir entre manejo más autónomo de la política monetaria o manejo más autónomo de la política de cambio. Por lo tanto, no sería posible combinar exitosamente la autonomía de la política monetaria junto con la estabilidad del tipo de cambio fijo o administrado. En otras palabras, las políticas monetarias sólo podrían ser independientes sí y solo sí el tipo de cambio es flotante”.
23/01/2025 a las 9:45 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Ficha limpia: el enojo de Cristina y la suerte de Lijo
Joaquín Morales Solá
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
22/1/025
Ariel Lijo, el candidato inverosímil a juez de la Corte Suprema tuvo una mala noticia (otra más) cuando leyó el listado de los temas que el Presidente había confeccionado para las sesiones extraordinarias del Congreso. Figuraban el eventual acuerdo senatorial a él y a Manuel García-Mansilla como miembros de la Corte Suprema, pero también el proyecto de ficha limpia, por el que alguien con una doble sentencia judicial –el caso de Cristina Kirchner parece dibujado en ese proyecto– no podrá ser candidato a cargos públicos ni funcionario del Estado en cualquiera de sus dependencias.
Al revés del proyecto anterior, que también era muy bueno, esta vez la iniciativa fue redactada nada menos que por el ministro de Defensa, Luis Petri. La anterior había sido una creación de la diputada de Pro Silvia Lospennato, que naufragó cuando hubo notorias ausencias en la Cámara de Diputados el día en que se iba a tratar y, eventualmente, aprobar. La ausencia del bloque de La Libertad Avanza fue la novedad más asombrosa de esa jornada parlamentaria. “¡Acuerdo del Gobierno con Cristina Kirchner!”, gritaron desde la tribuna política. El escándalo posterior se extendió por varios días.
Javier Milei prometió, para apagar el fuego de la protesta, que habría un nuevo proyecto de ficha limpia y convocó para redactarlo al abogado Alejandro Fargosi, a quien luego abandonó en una banquina cualquiera, y puso en su lugar al ministro Petri. Petri hizo un proyecto que no solo conformó al Gobierno, sino también a varios sectores de la oposición dialoguista, Lospennato incluida. En síntesis, si ese proyecto se aprobara por las dos cámaras del Congreso Cristina Kirchner no podrá ser candidata a diputada nacional por la provincia de Buenos Aires en las elecciones del próximo octubre. Ese es un rumor que se instaló en la política desde hace tiempo. Ella calla: no confirma ni desmiente. La única diferencia con lo anterior es que ahora el proyecto es del propio Gobierno y redactado por un ministro importante; antes pertenecía a una diputada que no era del oficialismo.
Según los buenos contadores de votos, el proyecto de ficha limpia, que está en la Cámara de Diputados, no tiene asegurado por ahora ni siquiera el número del quorum (129 diputados). Al ser una ley electoral tiene el beneficio de que podría entrar en vigencia en el acto y que puede, inclusive, tener efectos retroactivos; se entiende: puede comprender a las personas que ya cuenten con una doble sentencia judicial. Pero hay, al mismo tiempo, una desventaja: es una ley electoral y, por lo tanto, su aprobación requiere del voto de la mayoría absoluta de las dos cámaras del Congreso. 129 diputados y 37 senadores, no importa cuántos legisladores estén en el recinto. El proyecto remite invariablemente, en efecto, al caso de la señora de Kirchner, que ya fue condenada por un tribunal oral a seis años de prisión –y a la inhabilitación perpetua para ejercer la función pública–, sentencia confirmada luego por la Cámara de Casación, tanto en la calificación del delito como en los años de prisión. Muchos argentinos recuerdan el memorable alegato final del fiscal Diego Luciani en esa causa, la de Vialidad, que investigó la relación corrupta entre la dinastía de los Kirchner y Lázaro Báez.
En rigor, se trata ya de una sentencia firme porque la Cámara de Casación es la última instancia del fuero penal en el país. En cualquier otro lugar del planeta, la expresidenta estaría, inclusive, en prisión domiciliaria. En la Argentina, en cambio, se considera en los hechos que la Corte Suprema de Justicia, donde los abogados de Cristina anticiparon que llevarán el caso, es una instancia de apelación. No lo es; la Corte Suprema es un recurso extraordinario, que el máximo tribunal del país puede aceptar o rechazar. El caso de Cristina es más inexplicable aun porque los dos tribunales anteriores estuvieron de acuerdo. Es difícil, por lo tanto, que la Corte interceda ante esas sentencias coincidentes. “La Corte trata de respetar las decisiones de los jueces de instancias inferiores, salvo que haya discrepancias entre ellos”, dijeron funcionarios cercanos al empinado tribunal.
El peronismo, desde ya, no votará ese proyecto, porque la impunidad es un valor que los herederos de Perón rescatan más allá de las diferencias entre sus distintas facciones. La opinión de Cristina Kirchner pudo leerse en un tuit del exministro del Interior Eduardo “Wado” de Pedro, un político incondicional de la expresidenta aun cuando era funcionario de Alberto Fernández y actuaba contra este en nombre de ella. De Pedro sostuvo, dramático y elefantiásico, que con ese proyecto de ficha limpia “el país entró a una democracia condicionada”, que se trata de la “proscripción del peronismo” y, ya en la cima de la paquidermia política, profetizó que “comienza una etapa oscura y degradante para la república”. Todo eso porque a una condenada por corrupción le impedirían ser candidata. Pero nadie podía esperar otra cosa del peronismo que, además, conduce la propia Cristina Kirchner sin que ningún peronista se haya animado a frenar su paso (o a intentarlo) hacia la máxima jefatura de la organización política de Perón.
La sorpresa sucedió ayer cuando Miguel Ángel Pichetto, jefe de un bloque excesivamente policromo, anunció que no iría a la reunión con el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, quien convocó a los líderes parlamentarios de la oposición dialoguista en Diputados para empezar a hablar de los temas enviados por el Presidente a las sesiones extraordinarias del Congreso. Pichetto suele ser un predicador del diálogo, pero esta vez puso una condición innecesaria: que la reunión se haga en el Congreso y no en el despacho de Francos en la Casa de Gobierno. Nunca importó dónde se habla la política, sino que se hable de ella. Seguramente, algunos miembros de su bloque no están interesados en aprobarle nada a Milei, mucho menos el proyecto de ficha limpia. No obstante, en el bloque de Pichetto están también diputados como Margarita Stolbizer, que tiene un largo historial en su lucha contra la corrupción del kirchnerismo. Sin embargo, otros diputados de ese bloque se manifestaron fastidiados porque el Gobierno no envió el presupuesto de este año a las sesiones extraordinarias.
Es cierto que el presupuesto debió estar en esas reuniones (su aprobación por parte del Congreso es un mandato de la Constitución), pero también lo es que el proyecto de ficha limpia es fundamental para la salud institucional de la república. Francos se reunió ayer, al final, con el presidente del bloque de Pro, Cristian Ritondo; con el jefe del bloque de radicalismo, Rodrigo de Loredo, y con el jefe de la bancada del MID, Oscar Zago, que fue el primer presidente del bloque de La Libertad Avanza. Nunca se supo a ciencia cierta por qué Milei lo hizo a un costado.
No obstante, puede ser que no todo esté perdido. Existe el temor en muchos diputados no peronistas de que su ausencia en la sesión que tratará el proyecto de ficha limpia será más noticia que su presencia. Ya sucedió cuando fracasó la reunión por el proyecto de Lospennato. “Las fotos del día siguiente serán las de los ausentes, no las de los presentes”, se escuchó decir a un diputado de Pro que canceló un viaje al exterior para asistir a un seminario sobre Inteligencia Artificial. Hasta el jefe de ese bloque, Ritondo, estaba entusiasmado con el viaje del diputado por un tema de mucha actualidad, pero el mismo diputado lo desalentó: “Si no estoy el día en que se vote lo de ficha limpia, luego no podré caminar por la calle”, le dijo mientras cancelaba el viaje. ¿Cuántos diputados no peronistas harán lo mismo que ese viajero frustrado? Tal vez, muchos. Es la esperanza de quienes esperan que el proyecto se apruebe en Diputados.
Luego, la batalla se trasladará al Senado, donde la relación de fuerzas es más débil aún para los no peronistas. La mamarrachesca actuación del exsenador entrerriano Edgardo Kueider, peronista pero dialoguista con el mileísmo, pescado en la frontera con Paraguay con una mochila con 200.000 dólares y una secretaria, le abrió las puertas a una camporista, Stefanía Cora, quien lo reemplazará como senadora nacional por este año. Kueider habría concluido su mandato el próximo 10 de diciembre; Cora lo concluirá. El peronismo quedó con 34 senadores; le faltan apenas tres para el quorum y para la mayoría absoluta propia, que podría conseguirla con amigos, además de los enojados o resentidos con el mileísmo. Nunca faltan.
Aquel tuit de Wado de Pedro anticipó también que el cristinismo se alejó más todavía del acuerdo a Lijo. ¿Cómo podría la expresidenta apoyar a un candidato del Gobierno a juez de la Corte Suprema cuando esos mismos gobernantes envían al Congreso una ley para expulsarla a ella de la competencia política? A su vez, el presidente del bloque peronista, José Mayans, aseguró que nunca hubo hasta ahora una negociación con el Gobierno por el acuerdo a los jueces de la Corte Suprema. El Gobierno le había entregado antes un regalo a la expresidenta: sacó a la UIF (Unidad de Investigaciones Financieras) como querellante en los juicios por corrupción de Cristina Kirchner. Los querellantes pueden apelar las decisiones arbitrarias de los jueces; ahora la apelación quedó todo solo en manos de los fiscales, buenos o malos.
El acuerdo de los dos jueces, pero sobre todo el de Lijo, que es el más cuestionado, necesitará probablemente de 48 votos de los senadores, que son los dos tercios del cuerpo. Si bien la Constitución señala que los dos tercios deben ser de los senadores presentes en el recinto, sucederá lo mismo que con la ficha limpia. La foto del día siguiente, como dijo aquel diputado, será las de los senadores ausentes, no las de los presentes. Por lo tanto, el Gobierno debe prever que tendrá que contar los dos tercios de todos los senadores, los 48. Cristina Kirchner puede controlar el tercio restante, que son 25 senadores (el tercio más uno); si ella demostrara que puede liderar a ese grupo de senadores, los 48 de los dos tercios serían un número imposible. Para peor, tampoco la vicepresidenta, Victoria Villarruel, presidenta natural del Senado, está dispuesta a hacer nada por Lijo, a quien cuestionó desde el primer instante. Cerca suyo dicen que trabajaría personalmente los dos tercios si los dos jueces tuvieran la envergadura intelectual y moral del otro propuesto, Manuel García-Mansilla. La única objeción que se le hizo a García-Mansilla fue que tiene ideas conservadoras. Pero ese académico es el primero en saber que los jueces no crean las leyes; simplemente, las hacen cumplir.
23/01/2025 a las 9:48 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Luces y sombras del capital político que acumula Milei
Eduardo van der Kooy
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
22/1/025
Es altamente improbable que durante este 2025 recién iniciado, a Javier Milei se le puedan acoplar casi sin deslizamientos, como ocurre en esta coyuntura, los planos externo e interno. Fue uno de los protagonistas extranjeros innegables en la asunción del segundo mandato de Donald Trump en Washington. Pasará de nuevo por el Foro de Davos, Suiza. A propósito de ese encuentro empresario la revista Time, en una edición especial, lo colocó en su portada junto al líder republicano. El libertario estalló de gozo.
Figuraron también los elogios de Kristalina Georgieva, la titular del Fondo Monetario Internacional (FMI), su nuevo encuentro en EE.UU. con la única invitada de la Unión Europea, la italiana Georgia Meloni y una charla improvisada con el flamante Secretario de Estado, Marco Rubio. ¿Se podría pedir más? Difícil. Se trata de una acumulación de capital político simbólico que habrá que observar de qué manera Milei logra administrar en sus quehaceres domésticos. Por el momento no hay señales que puedan inquietarlo: la Argentina transita el corazón de su periodo estival, la actividad política recién se empieza a desperezar, la oposición se mantiene disgregada y no hay a la vista focos importantes de resistencia social.
El Presidente deberá estar bien adiestrado para su regreso porque la historia enseña que los contrastes entre el afuera y el adentro suelen ser desencantadores para los mandatarios. Le sucedió a todos aquellos que han sido protagonistas del regreso democrático. Despunta por otro lado un año electoral que, para la administración libertaria, no se limita a una renovación parlamentaria. Estará en juego también la aceptación o el rechazo del Gobierno.
No existe instancia más dulce para cualquier presidente que la asunción del poder. Se advirtió el lunes en Trump. Se pudo advertir hace más de un año en la llegada de Milei. En esas ceremonias, salvando distancias y contenidos, se descubrieron puntos de contacto que explican la afinidad personal y política entre ambos mandatarios. La convergencia sobre un modo de entender el ejercicio del poder y la forma de comunicarlo que pareciera tener prioridad respecto de asuntos económicos e ideológicos.
Se pueden subrayar dos conceptos que caracterizaron aquellos actos de asunción. Trump, como Milei, concedieron un carácter refundacional a sus llegadas al poder. El líder republicano aseguró que la “era dorada” acaba de comenzar en los Estados Unidos. El libertario sostuvo en su momento que estaba dispuesto a devolverle a la Argentina la riqueza perdida desde finales del siglo XIX. Viene repitiendo, además, que ya se ha convertido en el “mejor gobierno de la historia”.
Trump desarrolló su asunción en varias circunstancias, aunque una de ellas resultó la más llamativa. Los primeros actos administrativos de su nueva gestión los firmó durante un mitin con sus simpatizantes realizado en el Capital One Arena, en Washington. Rubricó 9 decisiones ejecutivas que contuvieron alrededor de 80 decretos. A cada rato las exhibía ante la multitud que lo vitoreaba. Un auténtico show.
La disrupción de Milei se recuerda, pasó por otro costado. Pronunció el discurso inaugural en las escalinatas del Congreso. De espaldas al plenario de diputados y senadores. También sus primeros gestos de gobierno estuvieron circunscriptos a la firma de decretos. La famosa Ley Bases, que contenía más de 700 artículos. Luego de un fuerte traspié en el Congreso fue negociada con la oposición colaboracionista y terminó por aprobarse.
Ambas acciones reconocieron una interpretación común. Los presidentes pretendieron cumplir en el arranque con algunas promesas de campaña. Lo hicieron de modo personal y ejecutivo. Priorizando, tal vez, el valor contundente de los votos por encima de las cuestiones institucionales. Seguramente Trump no tendrá muchas dificultades con lo que hizo. La victoria de noviembre le permite poseer mayorías en Diputados y la Cámara de Representantes. El camino resulta infinitamente más sinuoso para Milei por su escasísima presencia parlamentaria. Una buena estrategia con aliados y la extravagancia de la legislación argentina (otorga más facilidades a un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que a un proyecto de ley) le han permitido resguardar la mayoría de sus decisiones.
Aquellas afinidades metodológicas entre Trump y Milei no necesariamente deberían extenderse al plano ideológico. Habrá, sin embargo, que esperar el desarrollo de la administración republicana. Al mandatario libertario podrían comenzar a incomodarlo ciertas contradicciones de las cuales resulta partícipe. Acaba de enviar al Congreso para el tratamiento en sesiones extraordinarias varios proyectos de Ley. Entre ellos, el que se denomina Ficha Limpia. Una norma que apunta a impedir las candidaturas o el acceso a la función pública de personas que estén condenadas en doble instancia. El único nombre de envergadura a que referiría, por ahora, es el de Cristina Fernández. Fue condenada a seis años de prisión por haber favorecido con la obra pública al empresario K, Lázaro Báez.
El Gobierno hizo con ese tema varias piruetas. Bloqueó en Diputados el tratamiento de un proyecto similar impulsado por Silvia Lospennato, del PRO. La onda expansiva de su conducta en segmentos de la sociedad lo obligó a elaborar una nueva reglamentación para la cual aún no tiene los votos en ninguna de las Cámaras. La pregunta sería: ¿Se trata de una preocupación genuina del Presidente? ¿O únicamente motivada por la necesidad de satisfacer a un núcleo de sus votantes de marcado sesgo antikirchnerista?
Vale la duda si se tiene en cuenta la alianza de Milei con Trump y el deseo del libertario de convertir a Washington en su faro. El líder republicano asumió con cuatro causas penales pendientes. Seguramente se extinguirán. Entre varias (tiene una condena por falsificación de registro contables) la más sobresaliente es por “Presunta interferencia electoral”. No haber reconocido nunca la victoria del demócrata Joe Biden en 2020. Haber intentado impedir la certificación del triunfo con el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021. Un episodio que dejó 5 muertos y cientos de heridos.
La investigación fue realizada por el Fiscal Especial, Jack Smith, quien afirmó que tenía pruebas para implicar a Trump. Presentó su renuncia días antes de la asunción del presidente estadounidense. Trump había asegurado que le robaron aquellas elecciones del 2020. Dijo además que sus causas judiciales fueron inventadas por los demócratas. ¿Quién no se enteró en el planeta tierra del asalto al Capitolio?
La audacia del republicano puede haber desatado la envidia de Cristina. La ex presidenta se cansó de explicar que sus causas habrían sido producto del lawfare (gran confabulación) y no del dinero del delito. Jamás ese relato encontró hasta ahora correspondencia en las decisiones judiciales clave. Trump no solo borró todo con la fuerza de los votos. Indultó a más de 1500 procesados por el ataque al Capitolio. Conmutó las penas más graves.
Paradojas que, con seguridad, sobrevolarán la vida pública argentina ni bien Ficha Limpia irrumpa en el Congreso.
23/01/2025 a las 9:56 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
La UCR en año electoral: la promesa de un nuevo espacio, el festejo de los radicales con peluca y las bancas que pone en juego el partido
Giselle Leclercq
Fuente: Perfil
(*) Notiar.com.ar
22/1/025
“Se produjo una paradoja. Javier Milei dijo que había que hacer alianzas para destruir al kirchnerismo y, al menos hasta ahora, solo logró destruir al PRO y al radicalismo”, se quejó un viejo dirigente de la Unión Cívica Radical. El partido atraviesa un momento de incertidumbre y, después de un año de internas salvajes, todos coinciden en que en 2025 perderán fuerza en el Congreso. Mientras un sector dice que es hora de un relanzamiento y promete novedades para mediados de febrero, los “radicales con peluca” festejan porque creen que fueron la punta de lanza del giro al oficialismo y que quedaron mejor posicionados que el macrismo para negociar.
Por ahora, en el radicalismo cada cual atiende su juego. En 2025, en la Cámara de Diputados de la Nación, el bloque que conduce Rodrigo de Loredo renovará 14 de sus 20 bancas y los radicales del bloque Democracia Para Siempre, conducidos por Pablo Juliano, 9 de 12. En la Cámara alta, de un total de 13, 4 senadores cumplirán su mandato.
Los pronósticos de todos los dirigentes consultados por PERFIL son malos. Un asesor del radicalismo en Diputados especuló: “El bloque de Rodrigo, con suerte, quedará con 11 bancas y el de los otros con 5 o 6. La reducción va a ser drástica”. Un radical que celebra la amistad con Javier Milei fue por más: “Yo creo que los de Democracia Para Siempre se extinguen”.
La situación en el Senado será menos catastrófica, pero en términos políticos tendrá relevancia: uno de los dirigentes que cumple su mandato en 2025 es Lousteau, el presidente del partido a nivel nacional, quien atraviesa una interna feroz interna con buena parte de sus correligionarios. Después de un año con altísima exposición, el dirigente decidió “guardarse” durante enero y entre los suyos dicen que se debe esperar. “Hay dirigentes, como Cornejo o De Loredo que plantearon abiertamente que quieren un acuerdo con el Gobierno, algo que no tiene que ver con la historia del partido. Pero falta y se irá viendo qué pasa en cada distrito”, sostuvieron sus allegados. RADICALES MILEÍSTAS Y EL FANTASMA DE UNA RUPTURA
Hasta hace poco, se repetía que la UCR estaba dividida en tres: el grupo de los “radicales con peluca”, con Martín Campero a la cabeza, que se posicionaron a favor de Milei durante todo el 2024; los radicales “amigables con el Gobierno”, entre los que estaban el cordobés De Loredo y los cinco gobernadores radicales, quienes por diferentes motivos acompañaron buena parte de las iniciativas oficialistas aunque se esforzaron en, al menos, simular algunas diferencias; y los radicales opositores, referenciados con Lousteau y Facundo Manes, que rompieron el bloque en Diputados.
Sin embargo, tanto los dirigentes alineados con Lousteau como los “radicales con peluca” reconocen que a esta altura, la línea intermedia desapareció. “Hubo una oportunidad cuando se trató la reforma previsional o el veto universitario de revivir lo que fue Juntos por el Cambio, pero se perdió. A nivel nacional, el partido tomó un rol de oposición muy fuerte que no fue bien recibido por la ciudadanía. Los gobernadores intentaron morigerar las posturas más determinantes y tampoco dio resultado. Y la gente hace un análisis binario: o kirchnerismo o Milei”, se lamentó un legislador que a lo largo de todo el 2024 intentó equilibrar posiciones entre los “dos bandos”.
Para el grupo que lidera Campero, el 2024 fue de ganancias: encabezaron la defensa de Milei siendo cinco legisladores y, dicen, terminaron el año con los intermedios alineados a su pensamiento. “Ellos estuvieron especulando porque no querían quedar pegados al Gobierno por si a La Libertad Avanza le iba mal. Ahora te lo dicen en estos términos: ‘Ustedes van a 200 kilómetros por hora y nosotros a 80, pero vamos todos en la misma dirección’”, cuenta un radical con peluca.
Sus adversarios reniegan: dicen que el giro oficialista no es más que oportunismo y que se están vapuleando todas las banderas históricas de la UCR. “Tengo muchas dudas sobre si las identidades partidarias explican cómo se va a ordenar la oferta electoral de este año y la construcción de alternativas”, reflexionó un radical de la línea “progre”. Para el dirigente, la elección de 2023 demostró que los partidos tradicionales no responden a las demandas ciudadanas y dijo que es hora de “repensarse”.
Desde hace meses circula la idea de que los radicales que se ubicaron en la oposición al Gobierno están trabajando en una construcción política amplia con dirigentes que no sean radicales. “Va a haber novedades en 20 días. A mediados de febrero. Pero sí, se está trabajando”, respondieron desde ese sector sin mayores precisiones.
Sin embargo, aclaran: “A Facundo y Martín se los asocia porque han compartido posiciones similares, pero son cosas completamente distintas. Sobre Lousteau se descargó un arsenal de operaciones por haber intentado quedarse con la Ciudad de Buenos Aires. Facundo tiene otra estrategia porque proviene de un territorio complejo donde tiene clavadas las garras la expresidenta y donde debe lidiar con otras internas. Él está pensando en algo por fuera de la política tradicional”.
ACUERDOS DISTRITALES: CÓMO PLANEAN LOS RADICALES JUGAR EN 2025
La idea de que en 2025 se definirá la estrategia del radicalismo de acuerdo a cada distrito está instalada. Uno de los primeros en tomar la posta fue el senador Maximiliano Abad, que convocó a dirigentes nacionales, provinciales y municipales a una reunión en el Club Quilmes de Mar del Plata para el próximo 24 de enero. El objetivo es comenzar a organizar la estructura.
En la provincia de Buenos Aires, el distrito más importante en cantidad de electores, la línea de Abad está enfrentada con la de Manes y, paradójicamente, cada uno tilda al otro de “kirchnerista”. En el entorno del neurólogo dicen que el senador tiene una alianza con La Cámpora y que “juega una danza de seducción permanente con el gobierno nacional”. Los otros responden de la misma manera: “Son los radicales K que están jugando a favor de Axel Kicillof”.
La suerte de la UCR está atada a lo que las autoridades partidarias de cada provincia considere. “En algunos lugares el radicalismo va a jugar con el kirchnerismo y en otros con Karina Mieli”, dijo sin vueltas un asesor.
Los “radicales con peluca” tienen su propia estrategia. Nadie imagina que en el cuarto oscuro haya una boleta acordada en términos oficiales, pero sí hablan de acuerdos y “subenganches”. Lo explican así: si Lisandro Catalán quiere ser diputado nacional por Tucumán, serán ellos mismos quienes le allanen el camino. ¿A cambio? En las provincias donde La Libertad Avanza no tenga un referente con tanto peso, pedirán por los suyos. “El ejemplo puede ser Martí Arjol, que nunca dejó de defender a Milei en público y en Misiones, al menos por ahora, no hay algo tan fuerte. Entonces, te doy Tucumán, pero dame Misiones. Y hay algo que es lógico: si ellos tienen a alguien, uno tiene que aceptar porque son el Gobierno y ya va a haber momento para discutir otras cosas”, agregan.
EL ROL DE LOS GOBERNADORES RADICALES
La UCR tiene cinco gobernadores: Alfredo Cornejo (Mendoza), Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Carlos Sadir (Jujuy), Gustavo Valdés (Corrientes) y Leandro Zdero (Chaco). En términos generales, los mandatarios mantuvieron una posición similar: sin grandilocuencias ni estridencias, acompañaron el primer año de gestión de Milei. Nadie los cuestiona. En los diferentes radicalismos hablan de la dependencia económica de las provincias y de la “responsabilidad de gestión”.
Sin embargo, entre los cinco hay matices. En uno de los extremos está Cornejo, quien ve con buenos ojos una alianza con La Libertad Avanza, aunque también recibe cuestionamientos de su sector. “Tiene tantas ansias de ser presidente de la Nación y de liderar a todos que le cuesta sentarse solo en la mesa de negociación. Eso demora la estrategia, pero sin dudas está en la misma línea”, dice un dirigente radical devenido en mileísta.
En una posición diferente está Pullaro. “La suya es una posición realmente difícil porque se encuentra ante el dilema de elegir entre el tipo que lo ayudó a ser gobernador desde el llano, Lousteau, contra lo que le pide el electorado. Pero es astuto y se va a encargar de provincializar la elección”, agrega la misma persona.
Sea esa la razón o no, lo cierto es que mientras que en la dirigencia radical a nivel nacional se repite la pregunta sobre cuál es el posicionamiento de Pullaro, en Santa Fe repiten que está enfocado en la gestión, destacan que su administración funciona como una verdadera coalición en la que convive la UCR, el PRO, la Ucedé y referentes santafecinos de Juan Schiaretti.
«Acá se defienden los intereses locales. Hoy, por ejemplo, sucedió la reunión de los gobernadores de la Región Centro para reclamar por la eliminación de las retenciones. En ese punto se podría decir que hay diferencias con el gobierno nacional, en la defensa del campo y la producción. Pero también hay coincidencias, como la búqueda de un Estado más eficiente y el déficit cero», agregan en su entorno.
El gobernador santafecino parece desentornar en un momento te interna salvaje y repite que mantiene diálogo con todos los sectores. Más allá de él, el radicalismo espera y especula.
23/01/2025 a las 10:17 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
“Tiemblen zurdos”
Luis Bruschtein
Página/12
23 de enero de 2025
El saludo nazi del millonario tecnofeudal Elon Musk y el mensaje en su defensa que emitió Javier Milei resultan tópicos de un mundo occidental con guerras racistas, con la furia antiinmigratoria que busca chivos expiatorios para explicar su decadencia y con las declaraciones expansionistas de Donald Trump para Canadá, México, Panamá y Groenlandia.
Elon Musk no piensa en Hitler, y si lo hace, seguramente lo desprecia por perdedor. Pero sí sabía lo que hacía, sabía que ese saludo era de los nazis. Y le importó un pepino cuando, al terminar su discurso, evidentemente sobreexcitado, se golpeó el pecho y extendió el brazo derecho. Hizo el saludo nazi, no porque él sea nazi, sino porque le importa un pepino lo que digan. Fue una forma de decir que es el dueño del mundo y que hacía el saludo porque le daba la gana.
De paso quedaba bien con sus simpatizantes neonazis de Alternativa por Alemania y en general con la ultraderecha que se opone a los gobiernos europeos que han impulsado la Ley de Servicios Digitales que tiende a regular las redes sociales infestadas de discursos de odio, trolls, noticias falsas, empresas de apuestas, pornografía y estafas.
Este hijo y nieto de millonarios sudafricanos —propietarios de minas de diamantes en Sudáfrica— se convirtió en ídolo del mundo desigual y bizarro al que aspira Javier Milei y también es el principal socio de la principal potencia occidental. El presidente argentino, que juega en otras ligas, salió en defensa de su ídolo, y lo hizo con el mismo tono violento y amenazador que usan Trump y Musk.
Musk podría ser lo que fue el barón Thyssen, pero de Donald Trump en vez de Hitler. Los discursos de Trump han sido expansionistas y racistas como cuando dijo que los inmigrantes mexicanos se comían las mascotas de los norteamericanos. Y aunque tiene a las grandes corporaciones tecnológicas como ejército de ocupación y control, tampoco saca el dedo del gatillo, con acuerdos militares en puntos estratégicos y más de 600 bases en todo el mundo.
Llamar hijos de puta a todos los zurdos y advertirles que tiemblen porque millones de derechistas los irán a buscar hasta el último rincón del planeta, tiene un parentesco con ese brazo en alto con la palma extendida hacia abajo. Y si Musk hace recordar al barón Thyssen, Milei es el reflejo de los líderes europeos que pidieron y se alegraron cuando Alemania invadió sus países. Alguno fue juzgado en Nüremberg, y a otros nadie los quiere recordar o disfrazan sus biografías.
Milei no califica de zurdos solamente a la izquierda tradicional, sino a todos los que no tienen un pensamiento elitista y conservador. La idea de justicia social es cosa de zurdos, aunque su promotor haya sido el peronismo. Zurdos hijos de puta son todos los que no lo votan, los que aspiran a una salud pública de calidad, a una educación pública de excelencia o simplemente creen que corresponde una jubilación justa para los adultos mayores que han trabajado toda su vida.
También se dice que estas exageraciones violentas constituyen una forma de comunicar. Y que después, esa violencia discursiva no se traduce en hechos. Dan el ejemplo de uno de los troles que trabajan para el gobierno que insultó a un pibe rapero que viajaba en el mismo avión. El pibe lo identificó y lo encaró. El troll se fue al mazo porque en el fondo son personas con problemas que se envalentonan en las redes con sus avatares de luchadores invencibles.
Un troll puede ser un tipo con problemas, cobarde y acomplejado, pero genera un clima violento y muchísimo más un jefe de Estado como Milei. A eso hay que multiplicarlo por un millón si se trata del dueño de una plataforma con millones de seguidores. Y por otro millón, cuando se trata del presidente de un país con el ejército más poderoso del planeta.
Los discursos de odio de las redes y de los políticos reaccionarios llevaron en la Argentina al intento de asesinato de Cristina Kirchner. El discurso violento puede generar un discurso defensivo también violento, lo cual prefiguraría otro baño de sangre. Y en eso, la sociedad argentina tiene que estar agradecida a la expresidenta que no respondió con un discurso de venganza y sólo reclamó justicia.
El argumento de que esa violencia de las redes no se transmite a la realidad no es cierto. Siempre tiene su correlato en la realidad. De una forma o de otra. Si el discurso es violento, la práctica también lo será. Vivimos en un país cada vez más violento,
23/01/2025 a las 7:37 PM
Si tanto admira el pelucón del sur al pelucón el norte, antes que postrarse en pleitesías y alabanzas, debería imitarle en la protección y estímulos al desarrollo de la economía nacional. Pero es pedirle peras al olmo a quienes hacen del cipayismo el leitmotiv de su existencia; tras el cacareo de la libertad, en realidad se esconde el miedo a perder las cadenas del amo.