Por Hernán Andrés Kruse.-

En su edición del 24 de noviembre de 2024, Infobae publicó un artículo de Ernesto Tenembaum titulado “Los infinitos complots que perturban el sueño presidencial”. El autor analiza la obsesión del presidente de la nación por controlar a quienes lo rodean. Cree que todos, salvo su hermana y Santiago Caputo, conspiran a diario para pulverizar la marcha de su gobierno. Tenembaum rememora los casos, entre tantos otros, de Diana Mondino (Canciller), Nicolás Posse (Jefe de Gabinete), Mario Russo (ministro de Salud) y Julio Garro (secretario de Deportes).Cada funcionario de Milei sabe perfectamente que en cualquier momento, por las razones más extravagantes, puede ser eyectado sin misericordia. En las últimas horas la víctima fue nada más y nada menos que el legislador porteño Ramiro Marra, quien fue un soldado de Milei desde el principio. Tal drástica decisión se debió, según LLA, al hecho de que Marra era propenso a no seguir las directrices del partido, es decir, a obedecer las órdenes del presidente de la nación.

Lo notable es que Milei se autotitula “liberal”. Sin embargo, sus métodos de control sobre quienes trabajan a sus  órdenes son muy parecidos a los métodos del autócrata Vladimir Putin. Para garantizar la lealtad de sus súbditos no trepida en castigar y desplazar funcionarios de manera continua, muchas veces por razones que sólo Putin comprende. Semejante arbitrariedad persigue el control total a través del miedo. Emerge en toda su magnitud la eficacia del miedo como herramienta de disciplinamiento. Por supuesto que don Vladimir lejos está de ser un pionero en este tema. Buceando en Google me encontré con un ensayo de Maximiliano E. Korstanje (Universidad de Palermo, Argentina) titulado “El miedo político en C. Robin y M. Foucault”. Centra su atención en los análisis efectuados por Michel Foucault y Corey Robin. A continuación paso a transcribir la parte del ensayo dedicada al pensamiento del politólogo estadounidense.

DE THOMAS HOBBES A HANNAH ARENDT

Javier Milei y Santiago Caputo. Maximiliano. E. Korstanje (Universidad de Palermo, Argentina) titulado “El miedo político en C. Robin y M. Foucault”.

“En el capítulo primero, el autor examina en profundidad las contribuciones y limitaciones de la teoría política de Thomas Hobbes. El miedo, en tanto que condición necesaria para salir del estado de naturaleza y entrar a la civilidad, deviene como creación disuasiva para la convivencia social. Enfrentado directamente a los pensamientos revolucionarios de Cromwell y sus seguidores, Hobbes enfatizaba que existen en el hombre dos tipos de pasiones. La primera se refiere a la búsqueda y el apetito de poseer un objeto específico mientras la segunda tendencia es conservadora y se explica por la aversión a ser despojado de los bienes adquiridos. Si la avidez, entonces, deja al hombre en una especie de actitud maníaca con respecto a los riesgos de desear lo que es de otro, el miedo restaura los desequilibrios de la pasión anterior previniendo que otro me someta a su voluntad. Con el objetivo de evitar la “guerra de todos contra todos”, los hombres crean un Leviatán a quien le confieren el uso exclusivo de la fuerza o coacción. El imperio de la ley protege al hombre en forma integral, incluso de sí mismo.

Por el contrario, en el segundo capítulo Robin revisa críticamente la posición de Montesquieu con respecto a Hobbes. Tan diferentes debido a las condiciones socio-históricas que ambos pensadores atravesaban, pero tan similares en la esencia de su pensamiento, sus contribuciones han resistido el paso del tiempo. En contraposición al régimen despótico de Luis XIV, y en tanto perteneciente a la nobleza, Montesquieu prefiere hablar del “terror despótico” para denunciar las atribuciones de este monarca. Si bien, Montesquieu recurre como Hobbes al miedo político para explicar porque el Estado se mantiene unido, el terror avasalla al individuo despojándolo de todas sus virtudes. La solución a esta condición sería el Estado Liberal y la distribución tripartita de poderes los cuales ayudarían al pueblo a limitar los deseos atemorizantes del príncipe.

Las contribuciones de Montesquieu al estudio del miedo político versan sobre dos canales importantes. Por un lado, advierten sobre el doble juego que mantiene al déspota iluminado en política exterior pero cruel y autoritario en cuanto a asuntos internos. El príncipe lleva una doble vida mintiendo ambas imágenes en forma separada. Por el otro, el miedo no adquiere una característica irracional sino todo lo contrario. Resultado de las expectativas, ambiciones y estrategias de los sujetos el miedo se constituye como tal tejiendo los hilos de la motivación. Los individuos desean concretar ciertos fines en su vida, mas lo hacen no por voluntad sino por miedo a fracasar y por enfrentar los sacrificios que ese beneficio promete. Precisamente, este es el punto de coincidencia entre Montesquieu y Hobbes.

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