Por Hernán Andrés Kruse.-

El 23 de enero Javier Milei habló en el Foro Económico de Davos, la cumbre que reúne anualmente a lo más granado del establishment económico y político mundial. Dijo el presidente (fuente: Casa Rosada-Presidencia):

1) “Hoy vengo aquí a decirles que nuestra batalla no está ganada, que si bien la esperanza ha renacido es nuestro deber moral y nuestra responsabilidad histórica desmantelar el edificio ideológico del wokismo enfermizo. Hasta que no hayamos logrado reconstruir nuestra catedral histórica, hasta que no logremos que la mayoría de los países de Occidente vuelvan a abrazar las ideas de la libertad, hasta que nuestras ideas no sean la moneda común de los pasillos de eventos como este, no podremos bajar los brazos porque, debo decir, foros como este han sido protagonistas y promotores de la agenda siniestra del wokismo que tanto daño le está haciendo a Occidente. Si queremos cambiar, si queremos verdaderamente defender los derechos de los ciudadanos, primero tenemos que empezar por decirles la verdad. Y la verdad es que hay algo profundamente equivocado en las ideas que se han estado promoviendo desde foro como este”.

(2) “Pero buena parte del mundo libre aún prefiere el confort de lo conocido, aunque sea el camino equivocado e insiste en aplicar las recetas del fracaso. Y el gran yunque que aparece como denominador común en los países e instituciones que están fracasando es el virus mental de la ideología woke. Esta es la gran epidemia de nuestra época que debe ser curada, es el cáncer que hay que extirpar. Esta ideología ha colonizado las instituciones más importantes del mundo, desde los partidos y Estados de los países libres de Occidente, hasta las organizaciones de gobernanza global, pasando por instituciones no gubernamentales, universidades y medios de comunicación, como también ha marcado el curso de la conversación global durante las últimas décadas. Hasta que no saquemos esta ideología aberrante de nuestra cultura, nuestras instituciones y nuestras leyes, la civilización occidental e incluso la especie humana no logrará retornar la senda del progreso que demanda nuestro espíritu pionero”.

(3) “En esto consiste fundamentalmente el wokismo, es el resultado de la inversión de los valores occidentales, cada uno de los pilares de nuestra civilización fue cambiado por una versión distorsionada de sí mismo mediante la introducción de diversos mecanismos de su versión cultural. De los derechos negativos a la vida, la libertad y a la propiedad, pasamos a una cantidad artificialmente infinita de derechos positivos. Primero fue la educación, luego la vivienda y, a partir de allí, cosas irrisorias como el acceso a Internet, la televisación del fútbol, el teatro, los tratamientos estéticos y un sinfín más de deseos que se transformaron en derechos humanos fundamentales, derechos que, por supuesto, alguien tiene que pagar. Y que sólo pueden ser garantizados mediante la expansión infinita del aberrante Estado. En otras palabras, del concepto de libertad como protección fundamental del individuo frente a la intervención del tirano, pasamos al concepto de liberación mediante la intervención del Estado. Sobre esta base fue construido el wokismo, un régimen de pensamiento único, sostenido por distintas instituciones cuyo propósito es penalizar el disenso, feminismo, diversidad, inclusión, equidad, inmigración, aborto, ecologismo, ideología de género, entre otros, son cabezas de una misma criatura cuyo fin es justificar el avance del Estado mediante la apropiación y distorsión de causas nobles”.

Para Javier Milei el capitalismo de libre empresa es el bien y el wokismo es el mal. Es fundamental, por ende, exterminarlo. Con el mal no se negocia, no se acuerda. Al mal se lo combate hasta aniquilarlo. Ahora bien, ¿qué es el wokismo? ¿Por qué Milei lo considera un cáncer? Buceando en Google me encontré con un ensayo de María Ángeles Medina Carrasco (Centro Educativo Fuenllana-Universidad de Navarra) titulado “La cultura Woke, ¿por qué debería importarnos?” Ayuda a comprender de qué se habla cuando se habla de “wokismo” y por qué el presidente de la nación le acaba de declarar la guerra. El wokismo nació como reacción a un sistema de dominación que considera injusto y cruel, basado en el principio de la supremacía blanca. Lamentablemente, sus seguidores, fundamentalmente los estudiantes universitarios, radicalizaron su lucha de tal manera que demostraron ser tan violentos e intolerantes como los defensores del orden establecido.

A continuación paso a transcribir aquellos párrafos del escrito de Medina Carrasco que ponen en evidencia lo que acabo de expresar.

4)  “El fenómeno de lo que hoy en día llamamos “cultura de la cancelación” no es sino una forma de disfrazar lo que siempre ha sido conocido como censura, es decir, una forma de omitir o variar un planteamiento que no se ajuste a lo socialmente aceptado. El origen de este término se remonta a la época romana, donde ya existía la figura del censor que se encargaba de actualizar y publicar periódicamente el census, con la capacidad de eliminar del mismo a aquellos que hubieran cometido un crimen, delito de traición o tuvieran una conducta dañina para la sociedad, de lo que se puede concluir que es el Estado quien decide lo que mostrar al pueblo y lo que este puede recibir. Con el paso de los siglos, podemos presenciar cómo la censura abarca diversos ámbitos, no sólo lo estrictamente político, ya que “en la mayoría de las sociedades, especialmente en las sociedades occidentales modernas, incluso en las más liberales, las fuerzas políticas tienden a coordinar la vida pública, también en los ámbitos aparentemente no políticos (lengua, matrimonio, religión, etc.)” (J. Lambert en M. Iglesias Santos). De esta manera, en toda sociedad, ya sea más o menos desarrollada, a lo largo de los años numerosas instituciones se han ido pasando el relevo para difundir y ajustar el lenguaje al contexto en el que se vive, generando así un pensamiento único. Y al igual que la sociedad, las formas de censura han ido evolucionando con el tiempo, adecuándose a las circunstancias del momento y a los propios medios de comunicación”.

5) “Este concepto (“corrección política”) nació y se popularizó en los EEUU durante la década de los ochenta, principalmente en el ámbito universitario, haciendo referencia a una postura ideológica progresista, que defendía ante todo una actitud de tolerancia, sensibilidad y respeto. En la difusión de este fenómeno tuvieron especial importancia los medios de comunicación, y en concreto, la televisión: frecuentemente, se abría el debate relatando los casos más extremos de profesores expulsados por algún desliz lingüístico, considerado señal de racismo o sexismo. Nos encontramos ante un país en el que “están de moda el multiculturalismo, el postmodernismo (…) y en general, cualquier iniciativa que promueva la integración de grupos tradicionalmente marginados” (Hughes).  Esta nueva cultura propone la creación de un “léxico reformado no discriminatorio”, ya que por definición el objetivo de la corrección política es rebautizar ciertas realidades cuyo nombre original se ha visto cargado de connotaciones discriminatorias. En definitiva, “la tendencia es siempre a utilizar un vocabulario neutro, impersonal, «desinfectado», carente de elementos expresivos y de las posibles connotaciones negativas que los términos tradicionales han ido adquiriendo con el uso” (Hughes)”.

6) “Si nos centramos en la evolución de este fenómeno nos encontramos cómo, paradójicamente, una corriente que se presentaba como defensora de la tolerancia se ha convertido por su propia radicalidad, en un movimiento intimidador, que anula toda opinión distinta a la suya. Su manifestación más reciente es la cultura de la cancelación, “una práctica popular que consiste en retirar el apoyo a personajes públicos y compañías tras haber hecho o dicho algo considerado objetable u ofensivo” (Lemoine), que se apoya en la corrección política sin tener en cuenta los contextos o las épocas, amparándose en un lenguaje ideológico. Se puede decir que la cultura de la cancelación se asienta sobre una flaqueza deontológica que, al nacer en un contexto de revolución tecnológica, se da con mayor fuerza en las redes sociales. De ahí que se tienda por ejemplo a omitir información, a crear falsas noticias, a boicotear cualquier comentario sospechoso en diferentes plataformas”.

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