Por Hernán Andrés Kruse.-

Javier Milei sigue dando de qué hablar. Entrevistado por Eduardo Feinmann en su programa de radio el lunes 9, afirmó, por un lado, que el peso era, lisa y llanamente, un excremento, y, por el otro, que mientras más alto esté el valor del dólar blue, más sencilla será la dolarización. Su primera afirmación no hizo más que confirmar lo que todos los argentinos percibimos desde hace rato: que el peso no vale absolutamente nada, que es papel pintado, como se expresa coloquialmente. Horas más tarde la depreciación de nuestra moneda se acentuó de manera dramática. El dólar blue superó la barrera de los 1000 pesos sembrando desasosiego y temor. La reacción del oficialismo y de los medios de comunicación afines reaccionaron como se preveía, culpando al libertario por la corrida cambiaria.

Pero semejante acusación fue apenas la punta del iceberg. La abogada Valeria Carreras presentó una denuncia para que se abra una investigación por “incitación a la violencia económica o delito financiero” contra el libertario. “Lo expuesto motiva la denuncia a fin de que se investigue si los dichos de Javier Milei constituyen la figura prevista en el código penal como incitación a la violencia (en este caso económica) o un delito financiero”, sostiene la demanda de la abogada y solicita, además, que se cite como testigos a los economistas Miguel Kiguel (ex Secretario de Finanzas de la Nación de Carlos Menem), Eduardo Yevy Yeyati (asesor económico radical), Carlos Melconian (el elegido por Patricia Bullrich para ocupar la cartera de Economía en caso de ser elegida presidenta) y a la propia candidata de Juntos por el Cambio. La doctora Carreras utilizó algunas declaraciones de los economistas mencionados para fundamentar su denuncia. En una nota publicada por La Nación el doctor Kiguel sostuvo que “Milei está buscando generar el casos económico, está claro y lo viene haciendo constantemente porque piensa que lo favorece”. Por su parte, Bullrich expresó en una conferencia de prensa que el libertario está generando “la pérdida del valor de los salarios de los argentinos”.

En su denuncia la doctora Carreras manifestó: “Las declaraciones y ampliación de sus dichos en medios de difusión no hacen otra cosa que agitar un delicado momento económico nacional e internacional”. “Con 56 años he vivido en mi amada República Argentina todo tipo de instancias económicas. Dichas experiencias, sumada a mi especialización en Derecho Económico y Empresarial UBA 1996, me permiten inferir que los dichos del candidato presidencial son de gravedad institucional, sin duda, pero que también han sido un disparador de los indicadores económicos de las últimas 48 horas, en especial el valor del dólar en todas sus variantes, pues ha disparado el aumento de todos”. “Sin duda, han cambiado las formas, pero no hay inocencia en sus dichos, son directos y certeros, con el claro objetivo de generar el clima de ebullición económica y política, un hervidero donde en la olla está nuestra República”. “Milei y La Libertad Avanza vienen anunciando la destrucción de todo aquello que los argentinos tenemos garantizado en la Constitución Nacional, desde derogar derechos de los trabajadores hasta dar por tierra con la educación pública y gratuita” (fuente: Página/12, 10/10/023).

Jack Nicas es el jefe de la corresponsalía de América del Sur del New York Times. En un artículo publicado por el diario estadounidense el 10/10/023, Nicas escribió: “Javier Milei sigue siendo solamente un candidato a la presidencia en la Argentina. Pero ya está provocando él solo un shock financiero en una de las mayores economías de América Latina. El valor de la moneda argentina está cayendo en picada por las críticas de Milei, un libertario de extrema derecha que se ha convertido en el principal candidato presidencial al prometer sustituir el peso argentino por el dólar estadounidense. El lunes, Milei prosiguió sus ataques contra el peso al desaconsejar a los argentinos que realicen inversiones en esta moneda. “El peso es la moneda que emite el político argentinos y por ende no puede valer ni excremento”, dijo en un conocido programa de radio. “Esa basura no sirve ni para excremento”. Solo el lunes, el tipo de cambio no oficial del peso, que refleja la valoración de la moneda por parte del mercado e impulsa los precios en la Argentina, cayó el 7 por ciento, y luego otro 10 por ciento el martes por la tarde (…). La escalada de la crisis llevó al Banco Central de la República Argentina, que Milei ha prometido cerrar, a emitir una declaración extraordinaria el lunes por la tarde: “Argentina mantiene un sistema financiero líquido y solvente” y añadió que respalda los depósitos bancarios argentinos. El martes, las principales asociaciones bancarias del país instaron a los candidatos a “mostrar responsabilidad en sus campañas y declaraciones públicas”. Milei, un economista excéntrico que quiere poner de cabeza el gobierno y el sistema financiero del país, es el favorito en las elecciones presidenciales argentinas del 22 de octubre, aunque las encuestas dan a entender que la contienda podría llegar a una segunda vuelta en noviembre (…). Milei ha aceptado comparaciones con Donald Trump y Jair Bolsonaro, ex presidente de extrema derecha de Brasil, y ha sido noticia por negar el papel del ser humano en el cambio climático, criticar duramente al Papa y por sus promesas de prohibir el aborto y legalizar la venta de órganos. Pero la pieza central de su campaña han sido sus lecciones, a veces con tono catedrático, sobre política económica, diseñadas para persuadir a los votantes de que él es el único que puede arreglar la galopante inflación de Argentina (…)” (fuente: Infobae, 10/10/023).

El miércoles 11 el presidente de la nación decidió denunciar penalmente al libertario por el delito de intimidación pública por haber expresado en la entrevista radial mencionada que los argentinos deberían desistir de seguir ahorrando en pesos. En su denuncia Alberto Fernández expresó: “La población se atemorizó respecto de la real posibilidad de que nuestra moneda, el peso, no mantenga su valor y continúe siendo el signo monetario del país”. “Y debo poner de resalto que pese al crecimiento inocultable que ha venido experimentando esta cotización, no había estado bajo movimientos tan abruptos como el ocurrido indiscutiblemente a causa de estas manifestaciones públicas”. “Mi función como presidente de la nación no amerita la utilización de terminología impropia de mi desempeño, pero lo que se experimentó en el mercado cambiario de la República Argentina desde el día lunes, no es ni más ni menos que una “corrida”. “Se trata, en definitiva, no de hechos aislados de personas comunes, sin responsabilidad institucional actual o futura, y sin significancia jurídica alguna; por el contrario, estos sucesos fueron llevados a cabo por individuos que o bien gozan de un cargo público electivo en ejercicio, o bien se encuentran postulados para asumir otros similares, lo cual torna esperable de ellos un mayor compromiso por la defensa de la soberanía monetaria, pero que los desplegaron con el clarísimo e inobjetable fin de obtener el resultado que finalmente obtuvieron: atemorizar al pueblo argentino en términos de política monetaria, a la espera de una-obtenida ciertamente como consecuencia de su accionar-desvalorización de la moneda nacional” (fuente: Infobae, 11/10/023).

Horas más tarde el libertario, en conferencia de prensa, manifestó: “Luego de que el ministro (por Massa) dijera ayer que iban a meter presos a los supuestos culpables de la corrida cambiaria, se sumó a esto declaraciones pidiendo abiertamente mi detención para que no pueda asumir en caso de ganar las elecciones. Este encadenamiento de hechos indican claramente que el kirchnerismo está intentando ensuciar el proceso electoral o incluso proscribir a la fuerza más votada en las elecciones de agosto, porque saben que estamos a pocos puntos de ganar en las elecciones de octubre y terminar con su gobierno de delincuentes para siempre”. “No vamos a aceptar bajo ningún punto de vista que el gobierno pretenda desligarse de la responsabilidad que tiene del descalabro económico que están generando con las medidas que ellos mismos tomaron. ¿Acaso soy responsable del déficit fiscal, de la emisión monetaria, de la toma de deuda, de la esterilización de las Leliqs, de cada una de las regulaciones que están destruyendo el sistema productivo, del cepo?· (fuente: Infobae, 11/10/023).

En su visita al programa radial que conduce Eduardo Feinmann, el candidato presidencial por La Libertad Avanza no hizo más que expresar públicamente lo que los argentinos pensamos de nuestra moneda: que no vale absolutamente nada, que es, perdón por la expresión, pura mierda. Hoy el peso no es más que un papel pintado que recientemente fue objeto de burla por parte de hinchas brasileños en la Bombonera. La feroz corrida cambiaria de estos días no es más que el fiel reflejo de la desesperación de los argentinos por desprenderse del peso. Puso dramáticamente en evidencia la nula confianza del pueblo en su moneda. En efecto, hemos dejado de creer en el valor del peso. Que ello suceda no es responsabilidad de Milei sino de la desastrosa política económica aplicada primero por Martín Guzmán, continuada por Batakis y consolidada por Sergio Massa. Una vez más, la historia se repite. En efecto, la historia económica de nuestro país registra varios antecedentes de la pulverización del valor de nuestra moneda: el Rodrigazo (1975), la hiperinflación alfonsinista (postrimerías del gobierno de Alfonsín), la hiperinflación menemista (los meses previos-verano de 1991- a la imposición de la convertibilidad) y la pesificación asimétrica de Duhalde a comienzos de 2002. El gobierno de Alberto Fernández no hace más que continuar la larga serie de fracasos de los gobiernos recién mencionados. ¿Cuándo aprenderemos los argentinos que la pulverización de la moneda es la lógica consecuencia de la nefasta costumbre de los gobiernos que supimos conseguir de emitir de manera artera e irresponsable, provocando una inundación de billetes sin valor que no hizo más que provocar una inflación descontrolada?

A continuación paso a transcribir las palabras pronunciadas por Manuel Sánchez González, subgobernador del Banco de México, en el Museo Franz Mayer (México) el 3 de diciembre de 2015.

LA CONFIANZA EN EL DINERO

“El papel esencial del dinero consiste en ser un medio de pago universalmente aceptado. Su presencia hace posible superar las dificultades del trueque, el cual requiere la coincidencia exacta de las distintas necesidades de los individuos que interactúan en los intercambios. El medio monetario, en contraste, permite ampliar el número y la variedad de las transacciones, así como las posibilidades de producción y de despliegue de otras actividades económicas. Debe apuntarse que el dinero fue originalmente una invención social espontánea. En las culturas primitivas, las comunidades usaron objetos considerados útiles para facilitar el comercio. Sin embargo, a lo largo del tiempo, las autoridades de los países intervinieron estableciendo reglas para la emisión y circulación del dinero. Esta injerencia buscaba aumentar la aceptación de este instrumento, lo que no siempre se logró. Una característica fundamental para la admisión del dinero ha sido la confianza del público en su capacidad de servir como herramienta de pago. Inicialmente, ésta se depositó en el atractivo del material mismo del que estaba hecho el dinero. De esta manera, resultaba habitual el uso, como medio de pago, de materias primas asociadas con algún símbolo ritual, como las conchas y las plumas de aves exóticas, o de metales preciosos con notorias cualidades ornamentales, como el oro y la plata. Por muchos siglos, la intervención de los soberanos se manifestó en la forma de acuñación de monedas con metales preciosos. En la era moderna, en cambio, los medios de dinero primario, como los billetes y las monedas emitidos por los bancos centrales, constituyen promesas de pago sin valor intrínseco. La ventaja de este dinero fiduciario es su relativamente bajo costo de producción, que lo convierte en un medio eficiente de pago al distraer pocos recursos de la economía. Sin embargo, precisamente por la carencia de valor intrínseco, la confianza en el dinero moderno se fundamenta en la capacidad de la autoridad de convencer al público de que tal medio servirá adecuadamente el propósito de liquidar pagos”.

EL DETERIORO DE LA CONFIANZA

“De ahí que un aspecto primordial para el uso amplio del dinero, en cualquiera de sus manifestaciones, sea que su poder adquisitivo se conserve. A lo largo de la historia, el valor del dinero se ha vulnerado repetidamente, lo que en casos extremos ha llevado a su repudio total. La causa recurrente de deterioro de la utilidad del dinero ha sido la trivialización del mismo impulsada a menudo por aquellas autoridades que fungen como sus garantes. Esto ocurrió, por ejemplo, cuando en el pasado, debido a la necesidad de aumentar la acuñación para financiar guerras o ritmos de vida fastuosos de las monarquías, algunas monedas disminuyeron su contenido de metal precioso, generando incertidumbre y rechazo en los usuarios. Igualmente, cuando se introdujo el papel moneda convertible a metales preciosos, la confianza se dañó en los casos en que la emisión de billetes superó la capacidad de sufragar las conversiones, generando la reticencia ante este instrumento. En la época moderna, el principal factor de desconfianza en el dinero ha sido el escalamiento de la inflación, que es en última instancia una consecuencia del aumento excesivo de la oferta monetaria. Hay ejemplos históricos de la erosión del poder adquisitivo que incluso llevaron a algunas economías a involucionar hasta el trueque y a que los billetes perdieran casi cualquier valor y estima social. En los casos más dramáticos de hiperinflaciones a lo largo del siglo pasado, como la ocurrida durante los años veinte en la República de Weimar, los billetes llegaron a usarse para tapizar paredes o prender cigarros. En México, sin llegar a estos extremos, los episodios de desconfianza en el dinero han sido, por desgracia, frecuentes. En particular, a diferencia de la moneda virreinal acuñada en metales preciosos, que logró gran aceptación y credibilidad no solo en la Nueva España sino internacionalmente, el dinero fiduciario enfrentó problemas para consolidarse como medio de pago reconocido. Por ejemplo, cuando tras la Independencia se introdujo el papel moneda en nuestro país, la inestabilidad política y económica imperante se tradujo en una falta de credibilidad monetaria. Ni el billete del Imperio de Iturbide, ni el republicano, que en un intento desesperado de alcanzar aceptación se imprimía en el reverso de bulas papales, lograron su utilización como herramienta extendida y, a la postre, tuvieron que salir de circulación. Otro paradigma de desconfianza podemos observarlo con el estallido de la Revolución Mexicana cuando, debido a la emisión abundante y desordenada por parte de las diversas facciones en pugna, el papel moneda se depreció hasta perder su valor de uso. Si bien en 1925 el Banco de México asumió las funciones de emisor único, la restauración de la confianza de los usuarios en los billetes fue inicialmente difícil y no han escaseado episodios adicionales de desconfianza. Una etapa de suspicacia en torno a la moneda ocurrió en los años ochenta del siglo pasado cuando se registró la más elevada inflación anual de la historia moderna de nuestro país, que llegó a alcanzar 180 por ciento en febrero de 1988. Ante el persistente problema de la inflación, en los años noventa se ensayaron, con resultados poco halagüeños, fórmulas de combate heterodoxas, que incluyeron controles de precios bajo la modalidad de pactos de concertación social. Estos episodios afectaron severamente la certidumbre en la moneda, dañando la economía y reduciendo el bienestar social, al tiempo que reflejaron una desconfianza en el poder de la política monetaria. De hecho, en algunos círculos llegó a plantearse la discusión de si era preferible adoptar el dólar como la moneda de curso legal”.

LA RECUPERACIÓN DE LA CONFIANZA

“Ha sido durante el presente siglo cuando se han consolidado las bases para una mayor confianza en el dinero en México. Ello ha sido así porque, en este lapso se ha ejercido el poder de la política monetaria para controlar la inflación. La reducción en el crecimiento anual de los precios ha sido notable, hasta alcanzar en 2015 no solamente el objetivo permanente de inflación de 3 por ciento establecido desde 2003, sino sucesivos mínimos históricos por debajo de esta referencia. Para el abatimiento de la inflación han influido dos factores esenciales: por una parte, el ejercicio de facto de la autonomía del Banco de México y, por otra, un compromiso de la política monetaria de procurar la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda, mandato establecido en la Constitución. Como en muchos otros países, la estrategia monetaria se ha basado en objetivos explícitos de inflación, con un régimen cambiario de libre flotación. El mantenimiento de una inflación baja implica una extraordinaria ganancia social pues brinda a las empresas un entorno de mayor certidumbre para la planeación de proyectos productivos; permite que las familias tomen mejores decisiones de consumo y ahorro; y ayuda a crear empleos, así como a preservar el valor real de los salarios. Por eso, debemos apreciar y resguardar este logro que hemos alcanzado como sociedad y reaccionar con oportunidad y energía ante cualquier fenómeno que lo ponga en peligro. El Banco de México está plenamente comprometido con su objetivo institucional de procurar la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda nacional”.

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