Por Carlos Tórtora.-

La Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) realizada en Buenos Aires puso sobre la mesa las fortalezas pero también las debilidades de Javier Milei. El encuentro fue promocionado como una cumbre mundial de la ultraderecha y brillaron como sus estrellas la nuera de Trump, Lara Trump, y el presidente argentino. Sin embargo, las ausencias europeas fueron más que notables. La única figura de la derecha europea que se hizo presente fue el español Santiago Abascal, de Vox.

La derecha francesa que dirige Marine Le Pen no participó. Tampoco lo hizo el gobierno italiano, en el cual Giorgia Meloni tiene una excelente relación con Milei. También estuvo ausente el primer ministro húngaro Víctor Orban y no hubo representantes de los poderosos partidos de ultraderecha de Alemania y Austria.

En síntesis, una reunión marcada por la figura de Donald Trump pero con un marcado vacío por parte de la derecha europea.

Una relación complicada

La realidad es que la derecha europea tiene una doble percepción contradictoria con respecto al triunfo de Trump. Éste es aplaudido porque su efecto puede derramarse en parte sobre el viejo continente. Pero por otra parte, la impronta aislacionista y proteccionista del nuevo presidente de EEUU preocupa y mucho sobre todo en Francia y Alemania. Y no sólo se trata de la futura política arancelaria. Hay un fuerte recelo de que Trump debilite la Unión Europea mediante su importante capacidad de negociación con Vladimir Putin. El probable acortamiento del apoyo estadounidense a Ucrania sería una mala noticia para la mayor parte de las cancillerías europeas. Salvo el caso del húngaro Orban, la mayoría de los líderes de la derecha europea son más que prudentes ante lo que puede ser una ola antitrumpista en todo el continente.

Los antecedentes de la primera presidencia de Trump marcan justamente eso: una relación tensa y a veces crispada con Europa.

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