Por Hernán Andrés Kruse.-
“Divido las cuestiones de hoy según cinco titulares: Cuestiones sobre la paz; Cuestiones de gobierno; Cuestiones sobre sexo; Cuestiones sobre drogas; Cuestiones económicas. Sobre las cuestiones de paz seamos pacifistas al máximo. Con respecto al Imperio, no creo que haya ningún problema importante, excepto en India. En otros lugares, en lo que respecta a los problemas del gobierno, el proceso de desintegración amistosa ahora está casi completo, para el gran beneficio de todos. Pero en lo que respecta al pacifismo y los armamentos, solo estamos al principio. Quisiera correr riesgos en interés de la paz, como en el pasado hemos asumido riesgos en interés de la guerra. Pero no quiero que estos riesgos asuman la forma de un compromiso para hacer la guerra en varias circunstancias hipotéticas. Estoy en contra de los pactos. Promover que todas nuestras fuerzas armadas defiendan a Alemania desarmada contra un ataque de Francia en la plenitud del poder militar de esta última es una tontería; y asumir que participaremos en cada guerra futura en Europa Occidental no es necesario. Pero estoy a favor de dar un muy buen ejemplo, incluso a riesgo de ser débil, en la dirección del arbitraje y el desarme.
Paso a continuación a las cuestiones del gobierno, un asunto aburrido pero importante. Creo que en el futuro el gobierno tendrá que asumir muchos deberes que ha evitado en el pasado. A estos efectos, los ministros y el parlamento serán inservibles. Nuestra tarea debe ser descentralizar y delegar donde sea que podamos, y en particular establecer corporaciones semiindependientes y órganos de administración a los que se encomendarán los deberes del gobierno, nuevos y viejos, sin afectar el principio democrático y la soberanía en última instancia del parlamento. Estas cuestiones serán tan importantes y difíciles en el futuro como lo han sido la cuestión de las inversiones (franchise) y las relaciones de las dos cámaras en el pasado.
Las cuestiones que agrupo como de sexo no han sido cuestiones de partidos en el pasado. Pero eso fue porque nunca fueron, o rara vez, tema de discusión pública. Todo esto ha cambiado ahora. No hay otros temas sobre los que el gran público en general esté más interesado y pocos que sean objeto de una discusión más amplia. Son de la mayor importancia social. No pueden evitar provocar verdaderas y sinceras diferencias de opinión. Algunos de ellos están profundamente involucrados en la solución de ciertas cuestiones económicas. No tengo dudas de que las cuestiones de sexo están a punto de entrar en la arena política. Los comienzos muy crudos implicados por el movimiento pro sufragio femenino fueron solo síntomas de problemas más profundos y más importantes debajo de la superficie. El control de la natalidad y el uso de anticonceptivos, las leyes matrimoniales, el tratamiento de delitos sexuales y anormalidades, la posición económica de la mujer, la posición económica de la familia. En todos estos asuntos, el estado actual de la ley y de la ortodoxia aún es medieval, fuera de contacto con la opinión civilizada y la práctica civilizada y con lo que las personas, educadas y sin educación, se dicen unas a otras en privado. Que nadie se engañe a sí mismo con la idea de que el cambio de opinión sobre estos asuntos solo afecta a una pequeña clase educada en la corteza de las pasiones humanas.
Que nadie suponga que son las mujeres trabajadoras las que se sorprenderán con las ideas de control de la natalidad o la reforma del divorcio. Para ellas, estas cosas sugieren una nueva libertad, la emancipación de la tiranía más intolerable. Un partido que discutiera estas cosas abierta y sabiamente en sus reuniones descubriría un nuevo y vivo interés en el electorado, porque la política trataría una vez más de asuntos sobre los que todos quieren saber y que afectan profundamente a la vida de cada cual. Estas cuestiones también se entrelazan con problemas económicos que no se pueden evadir. El control de la natalidad toca por un lado las libertades de las mujeres, y por otro lado el deber del Estado de preocuparse tanto por el tamaño de la población como por el tamaño del ejército o el monto del presupuesto. La situación de las mujeres asalariadas y el proyecto del salario familiar afectan no solo a las mujeres, la primera en el desempeño del trabajo remunerado y el segundo en el desempeño del trabajo no remunerado, sino que también plantea la cuestión de si los salarios deberían ser fijados por las fuerzas de la oferta y la demanda de acuerdo a las teorías ortodoxas del laissez-faire, o si deberíamos comenzar a limitar la libertad de esas fuerzas según lo que es «justo» y «razonable» teniendo en cuenta todas las circunstancias.
Las cuestiones sobre drogas en este país están prácticamente limitadas a la cuestión de la bebida, aunque me gustaría incluir el juego en este asunto. Espero que la prohibición de las bebidas alcohólicas y de los corredores de apuestas sea buena. Pero esto no resolvería el asunto. ¿Hasta qué punto se puede permitir la humanidad aburrida y sufriente, de vez en cuando, un escape, una emoción, un estímulo, una posibilidad de cambio? Ese es el problema importante. ¿Es posible permitir licencias razonables, saturnalias permitidas, carnaval santificado, en condiciones que no arruinen ni la salud ni los bolsillos de los fiesteros, y protejan de la tentación irresistible a la clase infeliz que, en América les llaman adictos?
No puedo ofrecer aquí una respuesta, sino que debo concentrarme en la más grande de todas las cuestiones políticas que también son aquellas sobre las que estoy más calificado para hablar: las cuestiones económicas. Un eminente economista estadounidense, el Profesor Commons que ha sido uno de los primeros en reconocer la naturaleza de la transición económica en medio de las etapas que estamos viviendo, distingue tres épocas, tres órdenes económicos, de los cuales estamos entrando en el tercero. La primera es la era de la escasez, «ya sea por ineficiencia o por violencia, guerra, costumbre o superstición». En ese período «existe el mínimo de libertad individual y el máximo de control comunitario, feudal o gubernamental a través de la coerción física». Este fue, con breves intervalos en casos excepcionales, el estado económico normal del mundo hasta (digamos) el siglo quince o dieciséis. Luego viene la era de la abundancia. «En un período de extrema abundancia, existe el máximo de libertad individual, el mínimo de control coercitivo a través del gobierno, y la negociación individual reemplaza al racionamiento». Durante los siglos diecisiete y dieciocho luchamos para salir de la esclavitud de la escasez hacia el aire libre de la abundancia, y en el siglo diecinueve esta época culminó gloriosamente con las victorias del laissez-faire y del liberalismo histórico. No es sorprendente ni desacreditable que los veteranos del partido miren atrás hacia esa edad más fácil.
Pero ahora estamos entrando en una tercera era, que el Profesor Commons llama el período de estabilización, y que caracteriza como «la alternativa real al comunismo de Marx». En este período, dice, «hay una disminución de la libertad individual, impuesta en parte por decisiones gubernamentales, pero principalmente por decisiones económicas por medio de acciones concertadas, ya sean secretas, semiabiertas, abiertas o arbitrarias, entre asociaciones, corporaciones, sindicatos y otras agrupaciones de fabricantes, comerciantes, trabajadores, granjeros y banqueros». Los abusos de esta época en los ámbitos del gobierno son el fascismo por un lado y el bolchevismo por el otro. El socialismo no ofrece un camino medio, porque también surge de los presupuestos de la era de la abundancia, tanto del individualismo del laissez-faire como del juego libre de las fuerzas económicas. Ante estos últimos, casi solos entre los hombres, todavía se inclinan lastimosamente los editores de portada, ensangrentados y con los ojos vendados. La transición de la anarquía económica a un régimen que apunte deliberadamente a controlar y dirigir las fuerzas económicas a favor de la justicia social y la estabilidad social, presentará enormes dificultades tanto técnicas como políticas. Sin embargo, sugiero que el verdadero destino del nuevo liberalismo es buscar su solución.
Sucede que hoy tenemos ante nosotros, en el caso de la industria del carbón, un ejemplo práctico de los resultados de la confusión de ideas que ahora prevalece. Por un lado, el Tesoro y el Banco de Inglaterra están aplicando una política ortodoxa del siglo diecinueve basada en el supuesto de que los ajustes económicos pueden y deben ser provocados por el juego libre de las fuerzas de oferta y demanda. El Tesoro y el Banco de Inglaterra todavía creen o, en cualquier caso, lo hicieron hasta hace una o dos semanas, que las cosas seguirían el supuesto de la libre competencia y la movilidad del capital y el trabajo, y que eso ocurre en la vida económica de hoy. Por otro lado, no solo los hechos, sino también la opinión pública, se han alejado mucho en dirección a la época de estabilización del Profesor Commons. Los sindicatos son lo suficientemente fuertes como para interferir con el juego libre de las fuerzas de la oferta y la demanda, y la opinión pública, aunque con queja y con más de una sospecha de que los sindicatos se están volviendo peligrosos, apoya a los sindicatos en su principal argumento de que los mineros de carbón no deberían ser víctimas de crueles fuerzas económicas que nunca pusieron en marcha.
La idea del partido del viejo mundo, según la cual se puede, por ejemplo, alterar el valor del dinero y luego dejar que las fuerzas de la oferta y la demanda realicen los ajustes consiguientes, pertenece a los días de hace cincuenta o cien años, cuando los sindicatos eran impotentes, y cuando se permitió que el Juggernaut económico se estrellara a lo largo de la carretera del progreso sin obstrucción e incluso con aplausos. La mitad del manual de sabiduría de nuestros estadistas se basa en suposiciones que alguna vez fueron ciertas, o parcialmente ciertas, pero ahora son cada vez menos verdaderas día a día. Tenemos que inventar una nueva sabiduría para una nueva era. Y mientras tanto, si queremos hacer algo bueno, debemos parecer poco ortodoxos, problemáticos, peligrosos, desobedientes con los que nos engendraron. En el campo económico, esto significa, en primer lugar, que debemos encontrar nuevas políticas y nuevos instrumentos para adaptar y controlar el funcionamiento de las fuerzas económicas, de modo que no interfieran intolerablemente con las ideas contemporáneas sobre lo que es adecuado y apropiado para los intereses de estabilidad social y justicia social.
No es un accidente que la etapa inicial de esta lucha política, que durará largo tiempo y tomará muchas formas diferentes, debería centrarse en la política monetaria. Las interferencias más violentas con la estabilidad y la justicia, a las que se sometió el siglo diecinueve, según debida satisfacción a la filosofía de la abundancia, fueron precisamente las que se produjeron por los cambios en el nivel de precios. Pero las consecuencias de estos cambios, particularmente cuando las autoridades se esfuerzan (endeavour) por imponernos una dosis más fuerte que la que nunca deglutió el siglo diecinueve, son intolerables para las ideas modernas y las instituciones modernas. Hemos cambiado, en grados insensibles, nuestra filosofía de la vida económica, nuestras nociones de lo que es razonable y lo que es tolerable, y lo hemos hecho sin cambiar nuestra técnica o nuestras máximas de manual. De ahí nuestras lágrimas y problemas. Un programa del partido debe desarrollarse en sus detalles, día a día, bajo la presión y el estímulo de eventos reales; es inútil definirlo de antemano, excepto en los términos más generales. Pero si el Partido Liberal va a recuperar sus fuerzas, debe tener una actitud, una filosofía, una dirección. Me he esforzado por indicar mi propia actitud hacia la política, y dejo que otros respondan, a la luz de lo que he dicho, la pregunta con la que comencé: ¿Soy un liberal?”
(*) Conferencia de Keynes en la Liberal Summer School (Cambridge) en agosto de 1925.
06/12/2024 a las 7:46 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Milei debuta en el Mercosur con la amenaza de romper el bloque si no se flexibiliza
Augusto Taglioni
Fuente: LaPolítica Online
(*) Notiar.com.ar
5/12/024
Montevideo será sede de una nueva cumbre de Mercosur cargada de tensiones. Las amenazas de Milei de romper el bloque para avanzar en Tratados de Libre Comercio por fuera será una de los puntos de debate del encuentro.
Como adelantó LPO, el gobierno quiere avanzar en un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos pero el bloque se lo impide. Por eso, no descartan una salida unilateral. No obstante, no es algo sencillo de realizar por la burocracia administrativa del Mercosur, los intereses económicos de los industriales y muchos acuerdos con Brasil que podrían quedar congelados.
A la tensión que pueda venir de Milei se le espera un entendimiento casi automático de Lula con Santiago Peña y Luis Arce, como también que Yamandú Orsi se acople rápidamente. Orsi participará como invitado de Luis Lacalle Pou como parte de la transición hasta marzo donde asuma el nuevo presidente pero aprovechará para avanzar en reuniones bilaterales.
La doctora en Relaciones Internacionales de la Universidad de Rosario, Julieta Zelicovich, dijo a LPO que «Milei hizo en agosto una propuesta y elevó al grupo de relacionamiento externo una propuesta para flexibilización del Mercosur. Esa propuesta sostiene que los países puedan negociar unilateralmente con terceros estados mediante una metodología que hizo ruido porque sostiene que si después de abordar el tema dos veces no obtienen consenso, puedan actuar de manera unilateral».
Para Zelicovich, «esto rompe toda la dinámica, la estructura del proceso decisorio de Mercosur como tal y genera un pésimo antecedente para considerar, por ejemplo, la cuestión de aranceles o en temas de cooperación. Cualquier agenda se rompe con este esquema».
«Entonces, esa propuesta de flexibilización puede sonar semejante a una propuesta que en algún momento también tuvo Uruguay, y en los hechos no pudo llevar a cabo ni fue bien recibida por el resto de los miembros del bloque, al punto que no se volvió a retomar esa agenda. Por eso, es una mala propuesta», agregó.
Milei hizo en agosto una propuesta y elevó al grupo de relacionamiento externo una propuesta para flexibilización del Mercosur. Esa propuesta sostiene que los países puedan negociar unilateralmente con terceros estados mediante una metodología que hizo ruido porque sostiene que si después de abordar el tema dos veces no obtienen consenso, puedan actuar de manera unilateral
La especialista en integración regional planteó que «Mercosur, a la vez, durante estos meses avanzó en otras negociaciones internacionales y entonces no puede negarse que cuando negocia, lo hace bien. Y ahí hay una serie de contradicciones estratégicas. En ese marco aparece también el tema del Tratado Libre de Comercio con Estados Unidos».
En relación a la intención del gobierno de firmar un acuerdo con Estados Unidos, la especialista apuntó que «necesitaría el consenso del Mercosur, pero en realidad a mí no me preocupa tanto porque hay hay una mala lectura del sistema político norteamericano. En los Estados Unidos no es para nada probable que se avance en un acuerdo de libre comercio, hay un consenso entre Demócratas y Republicanos de dejar de lado los acuerdos de libre comercio como instrumento en la política económica exterior de Estados Unidos y abordar otro tipo de herramientas. Y a la vez Trump viene a la presidencia prometiendo más aranceles, con lo cual para nada resulta esperable que pueda el gobierno de Milei buscar un tratado de libre comercio con Estados Unidos».
«La última vez que negoció Estados Unidos como el que imagina Milei fue en el año 2012 con Panamá. El resto fueron acuerdos acotados, convenios en agendas específicas, pero para nada acuerdos que bajen aranceles de manera ambiciosa sobre el conjunto de bienes», completó.
Para la académica «es muy difícil pensar el Mercosur como plataforma en la cual Milei encuentre una agenda de intereses compartidos porque no está pensando en el interés nacional y en la construcción agregada de las industrias de Argentina y sus preocupaciones en el lugar que Argentina ocupa en el mundo, sino que está pensando desde una variable ideológica e individual partidaria de La Libertad de Avanza».
Es muy difícil pensar el Mercosur como plataforma en la cual Milei encuentre una agenda de intereses compartidos porque no está pensando en el interés nacional y en la construcción agregada de las industrias de Argentina y sus preocupaciones en el lugar que Argentina ocupa en el mundo, sino que está pensando desde una variable ideológica e individual partidaria de La Libertad de Avanza
En ese sentido, la especialista asegura que el posible aislamiento de Milei en el Mercosur «es la resultante de su posicionamiento como líder libertario y no como presidente de Argentina. Entonces, desde ese espacio, La Libertad Avanza no encuentra socios en Orsi, Peña, Arce o Lula».
Respecto al acuerdo de Mercosur-Unión Europea, Zelicovich remarcó que «son persistentes y consistentes las reticencias francesas frente al acuerdo. Si el bloqueo del acuerdo no depende de Mercosur, depende de la Comisión Europea, que no parece reunir hoy el consenso suficiente para destrabar y avanzar más allá del veto que propone Francia al acuerdo, buscando proteger los intereses de sus agricultores. Entonces resulta poco probable que veamos noticias hasta que no cambien los balances de poder del lado europeo».
Julieta Zelicovich planteó que «el Mercosur viene desde hace varios años funcionando con baja sintonía ideológica entre los presidentes. En este sentido, la disonancia ideológica entre Milei y Lula, Milei y ahora Orsi como futuro presidente en Uruguay, no son novedades al funcionamiento del Mercosur. Recordemos anteriormente la presidencia de Bolsonaro a Brasil fue fuertemente crítica del proceso de integración».
«El Mercosur como bloque regional está en un momento de definiciones. Lleva varios años con un estancamiento del comercio intrazona que obedece fundamentalmente a impulsos que actúan sobre el sistema productivo desde factores extrarregionales. Hablamos de fuerzas centrífugas, fundamentalmente el crecimiento de China, la primarización de las industrias o de los entramados productivos de los países miembros han hecho que el comercio intrarregional fuera perdiendo peso», añadió.
Santi se alinea con Lula antes de viajar a Montevideo: «Nada fuera del Mercosur»
Por último, Zelicovich explicó que «estamos hablando en torno a un 11% es el comercio intrarregional sobre las exportaciones totales y el bloque lo que viene trabajando desde hace tiempo es una agenda muy importante en lo que hace a la mejora del funcionamiento del arancel externo con una rebaja que se aprobó en 2022 y ya desde la presidencia pro tempore del Mercosur anterior trabajando también en la eliminación de los obstáculos al comercio intrazona. Estos son aspectos muy relevantes para hacer que el Mercosur vuelva a tener peso en la densidad de la agenda.
«A la vez hay instancias relevantes del Mercosur como la conclusión del acuerdo con Singapur, la incorporación de Bolivia como miembro pleno, la ampliación o reincorporación, vuelta a poner en valor en la agenda de las cuestiones de infraestructura, la cuestión energética que hacen que la integración regional sea muy densa y muy potente, aunque se la comunique muy mal y aunque no sea del interés electoral de corto plazo o de la preferencia ideológica de algunos gobiernos de turno», concluye.
06/12/2024 a las 7:50 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
El escándalo de Kueider y la “ficha sucia” de la casta libertaria
Marcelo Mache
Prensa Obrera
5/12/024
El senador Edgardo Kueider, ex Unión por la Patria devenido en “libertario”, fue detenido en Paraguay con 200.000 dólares y $640.000 sin declarar, sospechado de contrabando y/o lavado de dinero, en una práctica que al parecer sería recurrente. El gobierno construye sus alianzas con la peor casta criminal, mientras persigue a luchadores y activistas honestos con causa truchas, como ocurre con el Polo Obrero.
El hecho destapa un nuevo escándalo en el entorno de la clase política capitalista, cuando sale a la luz que el senador oficialista habría realizado seis viajes a Paraguay en el último tiempo, la mayor parte de estos acompañada de su secretaria Iara Guinsel Costa, a quien señala como la “dueña” de los dólares no declarados, como parte de su coartada.
Kueider llegó al Senado en 2019 por la fuerza Unión por la Patria y en representación de la provincia de Entre Ríos, y es uno de los senadores “colaboracionistas” que integra actualmente la mayoría oficialista, la cual se vería afectada por una eventual separación del mismo, quien al parecer pedirá licencia en sus funciones.
El senador en la mira tampoco viene con la “ficha limpia”, ya que cuenta con dos causas por supuesto enriquecimientos ilícitos, una en la Justicia entrerriana y otra en la Justicia Federal, a cargo de la jueza Sandra Arroyo Salgado, donde es investigado por su eventual vinculación en el cobro de sobornos.
Kueider tampoco tiene forma de explicar de dónde salió el dinero incautado por la Justicia paraguaya: en 2022 y 2023 no presentó sus declaraciones juradas, y en 2021 solo declaró 8.500 dólares, dos inmuebles, 1,5 millones de pesos y dos vehículos.
El intento del senador por desentenderse de los montos incautados es incluso posterior a su primera negativa a colaborar con las autoridades paraguayas, ante las cuales, en un primer momento, no puedo justificar el origen de dichos fondos.
El caso de Kueider pinta de cuerpo entero al régimen político capitalista, involucrado en negocios turbios e investigados por enriquecimiento ilícito y sobornos. Esta es la “gente de bien” con la cual el oficialismo construye mayoría en el Senado y quienes se mueven con total impunidad en el país, mientras que el gobierno persigue y los luchadores y activistas, allana decenas de comedores populares y arma causas truchas contra militantes piqueteros y sociales.
El gobierno, por su parte, es responsable intelectual de estos ilícitos, partiendo de las declaraciones del presidente Javier Milei quien calificó como “héroes” a los jugadores de divisas, y con un blanqueo de capitales que es un cheque en blanco para el lavado de dinero y el narcotráfico, donde no se investiga a nadie y se extienden garantías para los evasores. Los “libertarios” premian a los corruptos y a la casta y sus chanchullos, mientras se embeben en un discurso de “transparencia y honestidad”.
Este escándalo también podría complicar los “equilibrios” del Senado, restando un voto oficialista en una ajustada mayoría “impropia”, aunque sin descartar tampoco nuevos pasajes de bando y favores circunstanciales de casta a casta para que el gobierno siga pasando su ajuste antiobrero con la colaboración de la oposición patronal.
Hay que investigar a fondo las implicancias de este hecho y poner de relieve la trama de negocios ilegales detrás de estas operaciones, y la eventual participación el gobierno en los mismos. Quienes nos gobiernan tiene las manos sucias y, con ellas, acusan a los luchadores honestos para cubrir sus miserias y negocios. Ya tendrán que rendir cuenta de sus acciones ante los trabajadores y la huelga general.
06/12/2024 a las 7:52 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
CPAC Argentina: Milei, entre el mundo de la fantasía y la arenga derechista
Gustavo Montenegro
Prensa Obrera
5/12/024
El discurso de cierre de Javier Milei en el último evento de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), instancia que impulsan sectores de la ultraderecha internacional y tuvo esta vez como sede al exclusivo Hotel Hilton de Buenos Aires, osciló entre las arengas contra “los zurdos” y el mundo de las fantasías.
El mandatario dijo estar haciendo “el mejor gobierno de la historia”, una afirmación que solo cabe en su imaginación, y llamó a dar la “batalla cultural” contra la izquierda y el socialismo, un concepto que para él es ciertamente bastante versátil. En esta ocasión, parecía referirse tanto al socialismo propiamente dicho como a los gobiernos nacionalistas burgueses como el kirchnerismo, el PT de Brasil, etc.
Milei dijo que “no se le puede levantar la bandera blanca a la izquierda (…) no actúan desde la buena fe, sino desde una ambición criminal por el poder. Prefieren que el país colapse antes que verlo mejor (…) Por eso, no hay lugar para quienes piden lugar para el consenso. El fuego se combate con fuego. Si nos acusan de violentos, les comento que somos la reacción a más de 100 años de atropello”. Por más que en estas declaraciones haya, también, mucho de fantasioso, ya que el león supuestamente intransigente, que no ve lugar para consensos, recurrió a todo tipo de acuerdos espurios con “la casta” (gobernadores, jueces, diputados, senadores, burocracia sindical, etc.) para hacer pasar el ajuste, hay que tomarlas seriamente en lo que hace a su tono belicoso contra la izquierda, que atravesó todo su discurso. Este tipo de arengas, igual que sus descalificaciones recurrentes contra los “zurdos de mierda”, buscan crear el terreno para justificar agresiones ulteriores. Expresan, en definitiva, el temor a la intervención de los trabajadores.
Milei dio también un espaldarazo público en su intervención a Daniel Parisi, el “gordo” Dan, acusando a los medios de tergiversar su reciente mensaje en que el influencer llamó a formar el “brazo armado” del gobierno en un acto de estética fascista. Milei apeló a la misma coartada de su pupilo: que en realidad era una metáfora para referirse a los teléfonos celulares. Parisi fue uno de los oradores de una de las mesas temáticas del encuentro de la CAPC, junto a figuras de su misma calaña como Agustín Laje (de la fundación oficialista El Faro), Nahuel Sotelo (secretario de culto y civilización -sic-) y el diputado bonaerense Agustín Romo.
La ministra Patricia Bullrich, otra de las figuras del oficialismo presentes en la CPAC, también combinó la arenga represiva y la fantasía en su discurso. Se jactó de que Argentina es el país más seguro de Latinoamérica, como si fuera una extensión de la Recoleta y no un territorio golpeado en todas sus entrañas por las mafias del narcotráfico y la trata (nosotros nos seguimos preguntando dónde está Loan); apeló a estadísticas dudosas para defender su gestión y subestimar el alcance de la gravísima crisis en Rosario, y retomó todos sus ataques contra el movimiento piquetero.
Bullrich apuntó como logros de su gestión el procesamiento de referentes del movimiento de desocupados, la reforma laboral que penaliza los bloqueos fabriles, y se jactó incluso de que el gobierno pudo ejecutar, gracias a su rol como ministra, el ajuste con “paz social”, en referencia al supuesto fin de los cortes de calle, cuando lo cierto es que el año estuvo marcado por todo tipo de manifestaciones, y no solo de piqueteros: basta recordar el millón de personas que ganó las calles en la marcha universitaria y dejó en ridículo su protocolo para protestar en las veredas.
Por último, es importante advertir que un evento en que se invocó hasta el hastío la palabra “libertad” tuvo entre sus participantes a Lara Trump (nuera del magnate electo presidente de Estados Unidos, el mismo que promovió el asalto al Capitolio), Jaír Bolsonaro (que en su mensaje de video dijo que muchos de sus militantes imputados por la tentativa de golpe de Estado en Brasil “están refugiados en Argentina. Por eso, le agradezco de corazón a Milei”), Santiago Abascal (del partido franquista Vox, del Estado Español) y Branko Marinkovic (ministro de la expresidenta golpista de Bolivia, Jeanine Añez). Milei aludió, inclusive, a un eje de la libertad entre él, Trump y el salvadoreño Nayib Bukele, famoso por sus megacárceles en que los detenidos son encerrados en condiciones inhumanas. Libertad, quien no te comprende te vulnera, decía el inolvidable Miguel Abuelo.
06/12/2024 a las 7:55 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Fingir democracia
Marcos Rebasa
El Cohete a la Luna
1/12/024
Nuestra realidad institucional, a diferencia de la que hemos conocido hasta hace un año, es hoy imprevisible, caótica, arbitraria, ilícita, y resiste a todos los análisis habituales de politólogos o especialistas que con buena voluntad y las mejores intenciones intentan explicarla.
Lejos de pretender descifrarla, sólo quiero expresar mi respuesta a la alegación habitual de “ganamos las elecciones, aguántensela”, o “ganamos las elecciones, tenemos el derecho de ejercer nuestra visión de las cosas como prometimos y de acuerdo con nuestros criterios”, o “ganamos las elecciones y tenemos el derecho de gobernar”.
Se trata de expresiones que pretenden defender un derecho obvio del Presidente, del “ganador”, pero que gran parte de la sociedad interpreta como la posibilidad de ejercerlo sin reparo institucional alguno, sin respeto por nuestro sistema democrático, como un monarca, simplemente por la aprobación electoral que le brindó una mayoría de la sociedad. A él y también a un Congreso de representantes del pueblo.
Por otra parte, para ser honestos, esta modalidad contiene una práctica reiterada del nuevo Ejecutivo en nuestras costumbres políticas, con los matices consabidos, aunque en este caso en un exceso nunca visto, salvo en dictaduras, en el período post-electoral. El Congreso, poder menor para él, es arrinconado claramente por el nuevo Presidente en su función de lastre necesario de esta democracia de formato, con muestras claras: físicas, protocolares y de destrato e insulto.
Pareciera que se hubiera elegido un tribuno con amplias facultades para hacer y modificar cualquier cosa de la vida institucional, social o económica por el sólo hecho de haberlas prometido. Una especie de magistrado monárquico, con atribuciones desconocidas para el sistema democrático en vigencia. Y entonces se valida alegremente esta vulneración de nuestro sistema de vida por “las encuestas”, los supuestos “consensos”, las pasajeras victorias de algunos aspectos de la macroeconomía, en un contexto de desastre social y recesión económica brutal.
Estas irregularidades manifiestas, en algunos casos de modalidades, en otros de importantes transgresiones institucionales, son demasiado graves como para que aceptemos sin más que estamos en democracia. Lo cual nos llevaría a definir qué significa en nuestra sufrida experiencia institucional “vivir en democracia”. Somos apenas aprendices de una suerte de convivencia de ese tipo, con grandes altibajos. Pero como aquí se trata de confrontar argumentos (“ganamos las elecciones…”) creo interesante analizar palabras y contenidos.
El mundo ha transcurrido entre las democracias constitucionales, las democracias liberales, las democracias populares, las democracias limitadas, las democracias con matices de algunas de estas y otras definiciones de la ciencia política, incluyendo las democracias con partidos hegemónicos, entre tantas otras. Así como los reinados, formales o no, con características de cierta vida democrática, cada país de nuestro planeta, así como cada región determinante del globo, tiene una mayoría de estas tipologías dominantes en sus territorios.
En nuestra querida América Latina se han alternado últimamente algunas de esas diversidades democráticas y, al mismo tiempo, se han desarrollado dictaduras del más alto salvajismo visto en la historia moderna.
Por lo tanto, con la piedad y la prudencia que exige el análisis actual de nuestra región, me animo a decir que asistimos a un conjunto de democracias específicas y determinadas, incluyendo las que expresan dictaduras de hecho en envases democráticos, una particularidad que no es única de este continente pero que se ha desarrollado con importante creatividad.
Así, tenemos el fujimorismo, reactualizado hoy en el actual gobierno peruano, y las democracias hijas del lawfare, con golpes blandos, democracias limitadas por el vicio de origen, todavía vigentes en varios países de la región. Superados esos golpes con el rescate del aparato judicial, como el caso de Brasil, o por el protagonismo de su pueblo, como en Bolivia. Apreciamos también intentos de superar esos vicios con democracias constitucionales reales, en parte con mayor tradición y continuidad (aunque surgidas de nuevas experiencias a posteriori de golpes sangrientos o luchas intestinas) como en Chile y Uruguay. O Colombia.
Y experiencias únicas, inclasificables, como el caso de Cuba, con un gobierno autocrático, o de partido, que justifica su vitalidad, su resiliencia, sólo por el cerco irregular de su vecino grande. O Nicaragua, por su apartamiento de una revolución antaño gloriosa; o Venezuela, intentando demostrar su supervivencia en una institucionalidad harto dudosa, que acechan siempre los que apoyan al Gran Hermano del norte (al que sólo le interesa su petróleo).
Esta enumeración tiene el único efecto de mostrar la dispar situación de la vida democrática en nuestra región, y sirve para entrar, en ese contexto, en nuestra vida institucional a partir de un eje central: ¿la Argentina participa hoy de una vida democrática, en su sentido más amplio y genuino, ya que “ganamos las elecciones”? Veamos primero entonces que significa democracia, o vivir en ella.
Desde hace siglos se la supone como aquella convivencia social en la que predomina la voluntad del pueblo, y que dada sus diversas expresiones en la historia es válido referenciarla y valorarla respecto de sus sistemas antagónicos: los gobiernos dictatoriales, autocráticos, autoritarios, despóticos, tiránicos, en algunos casos de la vida moderna etiquetados como nazismos o fascismos.
Pero hete aquí que los sistemas de gobierno actuales han encontrado en varias partes del mundo, incluyendo nuestra región, las formas de mantener moldes “democráticos”, pero prácticas que se traducen en los sistemas opuestos ya señalados.
Para desarrollar y explicar esta anomalía, engaño, fraude o como quiera llamarse, debemos introducirnos, en nuestro caso especial, en el sistema institucional que nos rige, que contiene en su esencia una institucionalidad de carácter democrático. Que se basa en el estricto cumplimiento de la Constitución Nacional, tanto en su letra como en su espíritu, entendido esto último en una interpretación de los objetivos históricos de su origen, que permanecen hasta ahora vigentes.
Es así que observo aquí y ahora la transgresión, grave, de la letra y el espíritu de la norma democrática que fundamenta nuestra Constitución.
En primer lugar está subvertido el principio republicano, la división de poderes, que garantiza el protagonismo real de la voluntad popular, expresada principalmente por los representantes del pueblo, el Congreso; y también, en el administrador de la vida concreta del funcionamiento del Estado, el Ejecutivo. Para lo cual, ante cualquier intromisión de un poder sobre el otro, está previsto un poder independiente, el Judicial, con el fin de dirimir eventuales conflictos.
La realidad actual nos muestra con absoluta claridad que el Ejecutivo adopta normativas como legislador, de una magnitud tal que supone modificaciones propias de las reformas constitucionales, pero por decreto, y así lo ha calificado ya una de las cámaras del Congreso Nacional, fulminando esa actitud de crasa inconstitucionalidad. Sin consecuencias de ningún tipo de crisis institucional, y cierta naturalización de la cosa, como si nada hubiera pasado. Finjamos institucionalidad…
Al mismo tiempo el Ejecutivo propone cambios sustanciales a la vida institucional, social y económica del país real a través de una ley-constitución, sin que el Congreso –extorsionados muchos de sus miembros sin empacho por diversas fórmulas– se oponga a esa violación flagrante del sistema republicano. Así, esos congresales han incurrido en el artículo 29 de la Constitución Nacional sin ningún reparo ni vergüenza. Por el contrario, naturalizando esta traición a la Patria, porque “ganaron las elecciones”, entonces “demos gobernabilidad” al nuevo Ejecutivo. La ética democrática por el suelo.
Las apelaciones diversas al Poder Judicial, en cabeza de la Corte Suprema y la justicia federal, son una vana expectativa, tal es el descrédito y la total ineficacia de este poder en el sentido de resolver este tipo de alejamientos constitucionales. Su propio origen es inconstitucional, formal y éticamente (aceptaron algunos de sus miembros ser designados ¡por decreto!, aunque luego legalizados, pero habiendo perdido la virginidad democrática y… su prestigio ético). Por ello, cuando tiene intereses propios y personales interviene violando los principios republicanos de la Constitución: legisla y adopta atribuciones ejecutivas.
El otro principio constitucional de nuestra forma de gobierno, el Federal, es vulnerado claramente y sin ninguna duda por la voluntad del Ejecutivo, al denigrarlo, someterlo y destruirlo a como dé lugar. Expresamente. Cosa que concreta sin encontrar la debida resistencia de gran parte de los afectados, extorsionados también por esta actitud no republicana. Consintiendo muchos, no todos, esa presión, fingiendo normalidad…
Ninguno de los tres poderes del Estado ejerce su función constitucional con un grado mínimo de racionalidad y honestidad democrática. Salvo personas o grupos aislados del Congreso, sin capacidad decisoria. No se trata aquí de mayorías o minorías, sino del funcionamiento básico de las instituciones del Estado. Cualquier subterfugio para vulnerar un accionar normal es puesto en juego y es aceptado pasivamente por quienes tienen el poder y el deber de oponerse. Se ha naturalizado así un sistema de vida institucional, cualquiera sea la palabra jurídica para caracterizarla, que no es seguramente la de una vida democrática en el país actual. Sin embargo, fingimos democracia.
Y si no la hay, ¿qué sistema nos rige?, ¿cuál de los señalados como antagónicos predomina hoy en este país en los márgenes de la institucionalidad? ¿Cuál de aquellas precisiones que señalé al principio? Queda al lector sacar sus conclusiones.
Usted dirá para qué tanto interés en caracterizar la irregularidad manifiesta de nuestra vida institucional, si por otro lado los participantes principales –no todos– siguen actuando como si, fingiendo que se trata sólo de alguna excentricidad pasajera, pero que todo sigue una vida de legalidad aceptada como natural. Total las encuestas… y total ganamos las elecciones… total la gobernabilidad…
Mi interés reside en destacar que toda esta discusión de límites y facultades, más allá de las claras extralimitaciones constitucionales, y ante una Corte amorfa o cómplice, permite bajar las defensas en la lucha por la institucionalidad democrática, porque entretanto, a su sombra y bajo ese paraguas, se monta una espectacular transformación estructural del sistema económico nacional; un profundo desmantelamiento del aparato estatal de protección de sus ciudadanos y de la vida social; una fenomenal transferencia de ingresos de las clases medias y bajas hacia los sectores altos y concentrados de la economía; un nuevo endeudamiento del país, como lo han hecho los mismos responsables anteriormente; un remate de los recursos naturales del pueblo argentino en beneficio de intereses extranjeros coaligados con multinacionales locales; y un deterioro cultural basado en la pérdida de los derechos humanos obtenidos en los últimos tiempos. Al mismo tiempo, creando un clima de odio y revancha que reivindica a menudo la peor parte de la reciente historia salvaje y dramática del país.
En esa naturalización del extravío democrático, constitucional, podría estar incubándose un modelo autoritario como ya se ha visto en la historia contemporánea en el mundo y aun en nuestra patria.
Pero este funcionamiento del Estado, de la sociedad, del país, conlleva una gran fragilidad y se vislumbra insustentable a la larga: su base tiene consistencia de arena. Y una de tantas consecuencias, más allá de los reproches del pueblo, de la sociedad, ante tanta injusticia y arbitrariedad, puede surgir también del insuficiente respaldo jurídico ante eventuales demandas de los afectados por este sistema, ya que no podrá alegarse en su momento defensa alguna ante la clara ilegalidad e ilegitimidad existente, tanto por parte de particulares o de eventuales acreedores externos, y de organismos internacionales, que no pueden desconocer esta situación aunque también finjan democracia, finjan institucionalidad, finjan constitucionalidad. La responsabilidad del Estado, en cuanto tal, está limitada ante quien conoce nuestro funcionamiento institucional, sus fundamentos reales de obligarse de acuerdo al derecho interno e internacional.
Una parte importante de la sociedad, de su clase dirigente, ha abandonado la defensa de los elementos básicos de convivencia democrática, conseguidos y adoptados como fundamentales hace cuarenta años. Por razones menores y circunstanciales, medran los poderosos, y especulan los demás, con esperanzas varias, mientras la legalidad derrapa y fingimos democracia.