Por Juan Manuel Irala.-

La trampa a la que recurrió LLA intentando desalentar (y también ensuciar) a los votantes del PRO en estas elecciones de CABA nos debe poner en alerta máxima.

Es muy claro que Milei no está en desacuerdo con las suciedades que realizaron sus asesores, que recurrieron a fake news para engañar a la gente confundiéndola con el armado y difusión de videos falsos obtenidos con IA; por el contrario, los aprobó saliendo en su defensa.

Si bien lo hecho por los asesores presidenciales no viola ninguna ley (sólo se trata de un quebrantamiento ético ante la sociedad) dejan al desnudo la bajeza moral de quienes se divierten con “esas travesuras”, que acentúan el desprestigio de la política en la ciudadanía (como si el kirchnerismo no se hubiera esmerado en lograrlo), ya que con estas actitudes logran en muchos casos su cometido, que es “el engaño”, la tergiversación de los hechos.

Y eso no sólo al gobierno le puede costar muy caro en sus pretensiones hegemónicas, ya que inevitablemente traerá aparejada una rebelión social de opinión en las próximas elecciones, con imprevisibles consecuencias.

El Presidente de la Nación, defendiendo a sus pícaros asesores, no puede calificar al agredido de “llorón”; no es un parroquiano opinando en una mesa de café, es “el Presidente de todos los argentinos”; no lo debería olvidar.

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