Por Hernán Andrés Kruse.-
LA IMPOSIBILIDAD DE SU “EMPRESA”
“Es historia conocida que Frondizi fue derrocado en 1962, por ende, que su “empresa” quedó trunca. En los términos de la introducción a la compilación de sus mensajes presidenciales, su “programa” fue interrumpido por la fuerza. La imposibilidad de que Frondizi lograra la superación mencionada, sin embargo, no está ligada a una cuestión de tiempo. Es decir, la imposibilidad no remite a que no lo dejaron terminar su mandato. Sí, en cambio, podemos decir que no lo dejaron terminar su mandato porque le fue imposible la trascendencia buscada. Una explicación factible sería considerar que dicha imposibilidad era un rasgo estructural, pero no en sentido ontológico, sino más bien, como sostuvo Robert Potash, porque “los acontecimientos revelaron que el abismo entre peronistas y antiperonistas ─escisión que afectaba por igual a civiles y militares─ era demasiado grande para que las medidas políticas y las promesas del gobierno de Frondizi pudieran superarlo”.
Ahora bien, si la polarización entre peronistas y antiperonistas fue un elemento estructural en aquel contexto, planteada en esos términos la lectura del abismo supone algunos puntos que son problemáticos. Por un lado, cierto determinismo continuista. Es decir que no habría ningún tipo de cambio entre los años peronistas y los que siguieron a la Revolución Libertadora. Por ende, las causas explicativas estarían en el pasado y no se podría ver cómo la reconstrucción de ese pasado operó en un contexto distinto. Por otra parte, un abismo así planteado imposibilita pensar una frontera porosa entre los espacios antagónicos. De tal modo, la vinculación de Frondizi con distintos sectores del peronismo y del antiperonismo sólo podría concebirse a partir de la especulación y del cálculo racional de los actores, vetando cualquier posibilidad de vínculos de identificación generados en torno a, por ejemplo, la reconstrucción de una tradición nacional y popular.
Finalmente, un abismo así planteado supone una visión homogénea de los espacios enfrentados, en otras palabras, una mirada monolítica de lo que era el peronismo y de lo que era el antiperonismo. Allí también opera el determinismo continuista. Ambos espacios serían homogéneos hacia su interior e idénticos a su pasado. Sin embargo, lecturas más recientes han mostrado que no fue así. Daniel James, entre otros, destacó las diferencias entre el “sector gremial” y el “sector político” dentro de las filas peronistas. Por eso, si cada vez es más difícil sostener que el peronismo fue uno solo, más aún lo es en el contexto de su proscripción y con Perón exiliado. Por otro lado, Cecilia Szusterman señaló que el “frente antiperonista en el que la Libertadora había puesto sus esperanzas estaba irremediablemente roto”. En la misma línea, María Estella Spinelli subrayó las diferencias entre los sectores que define como antiperonismo tolerante, antiperonismo optimista y antiperonismo radicalizado.
Entonces, sin dejar de considerar la importancia estructural del antagonismo entre peronistas y antiperonistas, pero alejándonos de una lectura en clave de abismo insalvable, nos interesa volver sobre el contexto de realineamiento del orden político producido hacia mediados de 1957. Creemos que allí se puede inscribir la lógica de transcendencia como superación y su imposibilidad. En efecto, asumiendo que las “causas” de esa imposibilidad son múltiples, aquí nos detendremos en los modos en que el discurso de Frondizi operó en dicho realineamiento del orden político. Por eso, optamos por dejar de lado una reconstrucción de los hechos que fueron tensionando la relación de Frondizi con distintos sectores peronistas y antiperonistas. Asimismo, optamos por no abordar la especificidad de la frontera.
Aquí nos interesa analizar el modo en que Frondizi tematizó dicho antagonismo. Si se ha señalado que el “primer semestre de 1959 puso punto final a las expectativas de aquellos sectores que ─desde el interior de la UCRI o el peronismo─ se habían inclinado por fórmulas de reconciliación política e integración”, podemos agregar que desde el segundo semestre de 1958, en el propio Frondizi aparecen mecanismos argumentales en tensión con la lógica de transcendencia. Así, por ejemplo, en el discurso que pronunció el 28 de septiembre de 1958, titulado “Cinco meses de gobierno”, sostenía que “el país se encontraba estancado y en grave crisis económica”, debido a “un largo y doloroso período de apartamiento de la ley, de profundas divisiones internas, de desarticulación de las organizaciones básicas de la producción y el trabajo”. En sus usos del pasado, ese largo período se inscribía en la triple frontera de 1930, 1943 y 1955.
En relación con su lógica inicial, cabría señalar que esos obstáculos eran previsibles, ya que serían consecuencias de los “conflictos profundos” en la historia nacional. No obstante, más adelante agregaba que su gobierno había “debido enfrentar problemas creados artificialmente para entorpecer la marcha y hacer fracasar la gestión del Gobierno”. El objetivo de éstos, según Frondizi, era “impedir que el programa nacional y popular” pudiera llevarse a cabo. Aunque lo “artificial” podría asociarse con la supuesta “falsa contradicción”, allí la gestión de la otredad dejó de remitir a figuras abstractas para hacer referencia a dos grupos concretos. Según Frondizi, estaban quienes querían “la restauración del gobierno depuesto” y quienes querían “una nueva dictadura invocando la democracia, pero siempre con la finalidad de someter al pueblo”. Los primeros eran los peronistas y los segundos los antiperonistas. De tal modo, la gestión de la otredad perdería abstracción en el discurso de Frondizi, y ambos espacios dejarían de ser polos de una falsa contradicción para ser inscriptos dentro de los “otros” del gobierno nacional y popular. En efecto, cuando Frondizi comenzó a precisar a peronistas y antiperonistas como los “otros” del gobierno nacional y popular, los mecanismos de diferenciación en sus discursos fueron perdiendo generalidad y “bajaron” al terreno de las particularidades. Este desplazamiento, creemos, entró en tensión con la lógica de trascendencia como superación del antagonismo entre peronistas y antiperonistas.
En la misma línea, con el transcurrir de los meses Frondizi incluyó a un nuevo actor preciso dentro de las figuras del “otro”: el comunismo. Dadas las tensiones entre el gobierno de Frondizi y el movimiento obrero, el comunismo empezó a ser parte de aquellos que se oponían, en su visión, al desarrollo de la nación. La inclusión del comunismo, además de su participación activa en los conflictos entre el gobierno y el movimiento obrero, estuvo directamente ligada al realineamiento del orden político que devino con el derrocamiento del peronismo. La idea de infiltración de comunistas dentro del peronismo pasaría a jugar un rol central en el discurso frondicista y antiperonista. Así, por ejemplo, al cumplir un año de su mandato, en el mensaje de apertura de sesiones de 1959, Frondizi sostuvo que el objetivo de la unidad nacional no se había logrado por la acción violenta e insurreccional de ciertos grupos. En efecto, tras afirmar que una de las primeras medidas del gobierno había sido “el restablecimiento pleno de las libertades democráticas”, agregaría que respecto “de los sectores peronistas y comunistas”, que perseguían “fines de caos y anarquía, el gobierno”, había “debido restringir sustancialmente sus actividades”.
La declaración del estado de sitio y la implementación del Plan Conintes (Conmoción Interna del Estado) fueron las primeras medidas que el gobierno aplicó contra comunistas y peronistas, las cuales, junto con la ley anticomunista de 1960 y el proyecto de ley de defensa de la democracia de 1961, marcaron los límites del discurso democrático de aquellos años. En este sentido, durante su exposición de apertura de sesiones ordinarias del año siguiente, Frondizi volvería a hacer explícitos dichos límites. La actividad insurreccional y los actos de terrorismo que, según Frondizi, impulsaban “los dirigentes comunistas y los sectores peronistas” los excluía “de la convivencia democrática argentina”. De tal modo, en la noción misma de democracia, por ejemplo, se encontraban límites a su proyecto de trascendencia como superación. La precisión del peronismo y del comunismo como “otros” que se oponían a la consolidación de un gobierno nacional y popular supuso una modificación en los mecanismos de diferenciación que habían caracterizado el discurso inicial de Frondizi.
Esos cambios en la gestión de la otredad, la “bajada” al terreno de las particularidades, incorporaban elementos en tensión con el proyecto de trascendencia como superación. En efecto, la idea de “falsa contradicción” entre peronistas y antiperonistas se fue diluyendo cuando Frondizi tuvo que enfrentar las tensiones que generaba el conflicto entre ambos sectores, y las propias de su gestión con cada uno de ellos. En cierta forma, esos cambios no sólo obligaron a Frondizi a ser parte de la “falsa contradicción”, sino que al precisar a peronistas y antiperonistas como los “otros” del gobierno nacional y popular, Frondizi también operaría en la reconstrucción de ambos espacios. Es decir, en un marco de realineamiento del orden político, los mecanismos de diferenciación particular, como los procesos de exclusión que se aplicaban en nombre de la democracia, operaron en la unidad de los espacios fragmentados. En consecuencia, los usos del pasado en Frondizi se encaminarían hacia una reorganización y unificación de los polos en tensión. Por eso, en su tematización del antagonismo estructural, Frondizi quedaría inmerso en un conflicto que pretendía superar.
Este tipo de tensiones también pueden verse con sectores antiperonistas. Por ejemplo, las idas y vueltas en su relación con las Fuerzas Armadas estuvieron marcadas por el doble movimiento de vinculación que Frondizi entabló con el peronismo. La hegemonía de los sectores antiperonistas y anticomunistas dentro de las fuerzas fue erosionando la legitimidad que Frondizi tenía dentro de los sectores antiperonistas vinculados al “Gobierno de la Revolución”. Así, frente a la constante amenaza de una nueva irrupción de las fuerzas militares en el escenario político, Frondizi recalcaba que ellas habían cumplido su función y compromiso. Esto era que el pueblo expresara su voluntad. De tal modo, daba legitimidad al accionar de las Fuerzas Armadas, pero, a su vez, allí terminaba su vinculación con éstas. Por ello, la recurrente manifestación de que ni él ni su gobierno eran instrumentos de los sectores revanchistas era usada para diferenciarse de ciertos sectores antiperonistas. En efecto, con un doble movimiento se acercaba y distanciaba de los sectores antiperonistas dentro de las Fuerzas Armadas; al tiempo que remarcaba que ellas habían cumplido su palabra, se las separaba de la construcción de una nueva era. Su rol fundamental formaba así parte del pasado, un pasado que había sido cerrado por la expresión de la voluntad popular.
En los usos que Frondizi hacía del pasado, el pueblo y su gobierno eran los responsables de encaminar el desarrollo de la nación. Por eso, “la democracia implicaba, en primer lugar, acatamiento a la ley”. Nuevamente, en nombre de la democracia se establecía un mecanismo de exclusión que daba entidad a un “otro” particular. Sin embargo, en la constante utilización que hacía en sus discursos de la noción de “sectores revanchistas”, Frondizi terminaría dando relevancia al campo antiperonista en cuanto tal. Es decir, como sucedía con el peronismo, ambos espacios, lejos de ocupar un lugar marginal en tanto polos de una “falsa contradicción”, pasarían a ocupar un lugar central. En efecto, la expresión de la voluntad popular, según Frondizi, le permitía “afirmar con honda convicción, a los argentinos de 1958, que el pueblo” no quería “ni viejos ni nuevos dictadores”. Hombres e instituciones estaban “sujetos al cumplimiento de la ley y, dentro de las instituciones”, se debía “obediencia a las normas” que regían su funcionamiento.
Como señalábamos en el primer apartado, Frondizi se acercaba y distanciaba en un solo movimiento de los sectores más antiperonistas. La revolución del 55 había tenido “como propósito declarado restablecer un régimen de libertad y evitar el enfrentamiento entre los argentinos […]”. Pero, para distanciarse, Frondizi afirmaba que “el pueblo, en su conjunto, fue quien conquistó la paz”. En sus usos del pasado, Frondizi terminaría inserto en las tensiones que generaba la “falsa contradicción”. Este movimiento ambiguo, si en un principio le posibilitó presentarse como una superación, con el trascurrir de los meses fue socavando las expectativas generadas por su “empresa”. En este sentido, las tensiones entre el intento de trascendencia como superación y su imposibilidad aparecen claramente en el discurso que pronunció 21 días antes de ser derrocado en 1962. Allí, si por un lado su “empresa” remitía a la superación de la “falsa contradicción”, por el otro no podía escapar del antagonismo entre peronistas y antiperonistas.
Titulado “Los dos extremismos: peronista y antiperonista”, su discurso insistía en la construcción de una “historia que comenzaba con un acto de intolerancia: la quiebra de la institucionalidad en 1930”. En este primer acto, según Frondizi, los “políticos habían instigado a algunos militares para que salieran de los cuarteles a fin de asegurar el ejercicio de la democracia”. Sin embargo, en lugar de la democracia prometida, una minoría se había establecido en el poder por medio del fraude. De tal modo, su relato comenzaba con la primera demarcación temporal que señalamos en el apartado inicial. Después del golpe del 30, nuevamente, Frondizi ubicaba la revolución de junio del 43, la cual, en su visión, había tenido la finalidad de “crear las condiciones de retorno a la esencia popular y nacional”, sin embargo, la “empresa” general del peronismo, del “movimiento nacional que realmente era”, “pasó a ser una facción”. Finalmente, seguía la revolución del 55, que en su relato también habría tenido el propósito general de restablecer “un régimen de libertad y evitar el enfrentamiento entre los argentinos”, pero, según Frondizi, al margen del “sentimiento del pueblo” habían quedado “definidas dos posiciones, cruelmente antagónicas y que pronto tuvieron nombre propio: el extremismo antiperonista que se llamó a sí mismo ‘gorila’, y el extremismo peronista que se autodenominó ‘duro’”. El primero, agregaba Frondizi, “aspiraba a borrar todo rastro de peronismo, como si no hubiera existido”. El segundo, por su parte, “aspiraba a borrar todo rastro de la Revolución Libertadora, como si no hubiera ocurrido”.
En conclusión, para Frondizi, ambos se nutrían del pasado y aspiraban a volver a él. Como podemos apreciar, el relato de Frondizi buscaba inscribir su “empresa” en un proceso de mayor alcance, por eso la importancia de las tres bisagras o la triple frontera que señalábamos al principio, pero al momento de hacerlo terminaría dando protagonismo central al antagonismo entre peronistas y antiperonistas. Su relato establecía fronteras en las cuales el desarrollo de la nación se perdía en los particularismos de quienes habían llevado adelante los golpes de Estado de 1943 y de 1955. Frente a estos particularismos, su “proyecto” fue un intento de superación, pero el carácter antagónico de la polarización y la forma en que Frondizi la tematizó hicieron que su “empresa” terminara siendo un particularismo más dentro de la coyuntura. Así, en su último discurso, Frondizi sostuvo que la crisis política que vivía la Argentina en ese momento llegaba a su “máxima gravedad”. Frente a la imposibilidad de trascender, Frondizi ya no podía posicionarse diciendo “tenemos la legalidad; tenemos el respaldo del pueblo y tenemos la historia que, como proceso dinámico, tiene sus raíces en el pasado y vive en el presente con proyección de futuro”. Ley, pueblo e historia, en su “empresa”, ya no formaban una muralla indestructible contra cualquier “intento regresivo”. En aquel entonces, Frondizi sólo podía afirmar su “irrevocable determinación de no renunciar y de permanecer en el gobierno” hasta que lo derrocaran por la fuerza”’.
(*) Nicolás Azzolini (CONICET-UNSAM-UNLAR): “Arturo Frondizi y la trascendencia imposible. Polarización e inestabilidad democrática en la política argentina (1958-1962)” (Repositorio Institucional CONICET Digital, 2019).
28/04/2025 a las 9:22 AM
En su ánimo de trascender las contradicciones del momento en que le tocó gobernar, Frondizi intentó quedar bien con todos; esta política lo condujo a tener mas agachadas que japonés con visita, dejándolo mal con todos. Su actitud ante la revolución cubana fué la gota que colmó el vaso.
28/04/2025 a las 11:08 AM
Coincido con su diagnóstico. Es imposible quedar bien con Dios y con el diablo.
28/04/2025 a las 2:59 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
La república vacante
Marcelo Alegre y Laura Echezarreta
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
28/4/025
La calidad de la república no se mide por los discursos en su defensa, sino por la solidez y el funcionamiento real de sus instituciones. Hoy varias instituciones sensibles para la salud de nuestra democracia están paralizadas o debilitadas por la vacancia de cargos esenciales.
Y lo más preocupante es que esta situación parece haberse naturalizado, como si la acefalía institucional no tuviera consecuencias concretas para la vida cotidiana.
Uno de los casos más graves es el de la Auditoría General de la Nación (AGN), el principal órgano de control externo de la administración pública nacional. Este organismo es clave para fiscalizar la legalidad, eficiencia y eficacia del uso de los recursos del Estado. Seis de sus siete auditores tienen ya sus mandatos vencidos. Esto deja al organismo virtualmente paralizado. Es decir que el país está dejando vacante uno de sus principales instrumentos de control del poder.
En el plano judicial la situación es alarmante. La Corte Suprema de Justicia de la Nación -máximo tribunal del país- está actualmente integrada por tres miembros, los tres, varones. El Poder Ejecutivo había propuesto sumar dos hombres más, profundizando la histórica subrepresentación de mujeres en el tribunal. El proceso quedó trunco tras el rechazo del Senado.
En 162 años de historia, solo tres mujeres han sido designadas juezas de la Corte Suprema. Semejante desequilibrio no solo es injusto, sino inconstitucional. La normativa vigente —incluyendo el Decreto 222/03, la Constitución Nacional y tratados internacionales como la Convención para la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW)— obliga a promover la igualdad real. Ignorar esta obligación atenta contra la legitimidad misma del Poder Judicial. Además, aproximadamente una cuarta parte de los juzgados nacionales y federales están sin cubrir, lo que amenaza la eficacia y legitimidad de la Justicia.
La situación del Ministerio Público Fiscal (MPF) también es crítica. Este organismo no solo representa a la sociedad en los procesos penales, sino que tiene la facultad de iniciar investigaciones sobre hechos delictivos, desde corrupción hasta narcotráfico. En este momento, el 42% de los cargos de fiscales están vacantes y su cabeza es producto de una designación interina. De 380 cargos, 160 están sin titular.
Peor aún es la situación del Defensor del Pueblo de la Nación, un cargo clave para la protección de derechos frente a abusos del Estado. Esta figura, que debería ser un canal accesible para cualquier ciudadano frente a injusticias y arbitrariedades, está vacante desde 2009: hace más de 15 años que la Argentina no cuenta con esta herramienta constitucional de defensa ciudadana.
No se trata de tecnicismos institucionales. Se trata de funciones fundamentales que, al estar vacantes o paralizadas, comprometen el presente y el futuro de nuestra democracia. Una república sin control, sin fiscales, sin defensores del pueblo y con una Corte truncada y sin mujeres, es una república incompleta.
Tanto el Defensor del Pueblo, como el Procurador y los jueces de la Suprema Corte, exigen para su nombramiento una mayoría calificada de dos tercios (del Congreso en el caso del Defensor, del Senado en el resto). El resto de los jueces y fiscales requieren una mayoría que el gobierno no controla. Resulta evidente que la única forma de cubrir estos cargos esenciales para el funcionamiento de la República es mediante el diálogo y la negociación.
El problema es que el actual gobierno hace una bandera de la intransigencia, la unilateralidad y la descalificación de todo el espectro político, incluyendo a quienes lo han acompañado acríticamente en todas las votaciones legislativas.
La falta de diálogo y la ausencia de vocación de compromiso son falencias políticas evidentes, que se vuelven gravísimos defectos cuando imposibilitan o debilitan el funcionamiento de los órganos constitucionales. Se trata de una forma alarmante de destruir el estado desde adentro, junto con la Constitución y los controles republicanos.
Cuando el gobierno deja sin cubrir los cargos esenciales para el control del poder, la justicia y la protección de derechos, lo que está haciendo es debilitar las bases de la democracia.
Es hora de revertir esta situación. La institucionalidad no es optativa.
28/04/2025 a las 3:01 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
¿Todavía dudás? Cuando el cambio huele a rancio, es hora de preguntarse quién cocina
Ricardo Raúl Benedetti
Fuente: Notiar.com.ar
28/4/025
Hay cosas que no se negocian. La dignidad, por ejemplo. La verdad. La memoria.
Y sin embargo, ahí estás. Vos, que en 2023 votaste con la ilusión de que al fin se terminaba la joda. Que creíste que Milei venía a barrer con la casta, a ponerle un freno al choreo, a los ñoquis, a los pactos cocinados de espaldas al pueblo.
Pero te cagaron, hermano. Te lo digo con el corazón en la mano y el fastidio en la garganta. Te mintieron. Y lo sabés.
Te mintieron cuando prometieron limpiar, y lo primero que hicieron fue ensuciarse con los mismos de siempre.
Esta semana lo vas a ver: el pacto en el Senado con el kirchnerismo para frenar Ficha Limpia.
Sí, esa ley que impediría que los delincuentes condenados vuelvan a presentarse. ¿Y sabés por qué la frenaron? Porque Cristina sueña con volver.
Y Milei… la deja pasar. Porque prefiere tener enfrente a la jefa del PJ antes que competir con una oposición seria. Le conviene la grieta. La necesita como el pan.
Mientras vos tratás de llegar a fin de mes —porque el superávit financiero no fue gratis para jubilados, trabajadores, pymes y laburantes—, el presidente y su hermana ponían la cara en una estafa cripto llamada $Libra.
Una en la que miles confiaron solo porque Milei la promocionó sin pudor.
Ahora se hace el boludo.
Manda a Guillermo Francos a poner el cuerpo como si fuera un tema menor. Pero no es menor.
Es un choreo. Y es con tu guita.
Y en la provincia de Buenos Aires, la base territorial de La Libertad Avanza no es liberal ni nueva. Salvo algunas excepciones como en la Quinta sección electoral, es el mismo peronismo de siempre, con la peluca peinada para otro lado.
Reciclados del kirchnerismo que hoy reparten boletas libertarias con la izquierda, mientras con la derecha te manotean el bolsillo.
Y en la Ciudad, donde el PRO todavía le gana al kirchnerismo, Karina Milei juega su juego mezquino.
En vez de sumar, resta. En vez de construir, dinamita. ¿Por qué?
Porque su único plan es destruir al PRO para quedarse con sus bancas, sus dirigentes, su estructura. Como ya hizo con los que se vendieron por orden de La Piba.
Igualitos a quienes le sacan los órganos a un cuerpo vivo para venderlos al mercado negro de la política.
Y lo peor: ni siquiera lo disimulan. Van con lista propia a CABA para romper el bastión republicano más sólido del país.
Más kirchnerista, no se consigue. ¿Casualidad? No. Estrategia.
Mauricio Macri, con el cuchillo entre los dientes, lo dijo claro: «Si no hay acuerdo en Provincia, es porque ellos no quieren.»
Y fue más allá: «Karina prefiere acordar con los malos.»
¿Te das cuenta? No es que no se pudo. Es que no se quiso.
Porque algunos prefieren el barro mientras tengan el poder.
Porque para ellos, la épica no es la República. Es la revancha.
Y mientras tanto, los que de verdad pelearon por la transparencia —como María Eugenia Talerico, que desde la UIF se le plantó a los corruptos en tiempos donde costaba caro hacerlo— están afuera del radar.
¿Por qué? Porque no se venden. Porque no tranzan. Porque no tienen precio.
A diferencia de otros, como Diego Valenzuela, que se disfraza de patriota mientras lo escrachan con planillas que tienen más ceros que ideas.
Pero él “no tiene precio”, claro… Eso es leasing con opción a compra.
Y así estamos. En un país donde los que prometieron dignidad terminan pasando por caja, y los que deberían estar construyendo una alternativa la sabotean desde adentro, por un carguito más.
¿Todavía dudás?
¿Todavía no ves que te están meando y te dicen que llueve?
¿Todavía no entendés que el único camino para reconstruir una alternativa republicana empieza por diferenciarse de este experimento libertario, ya infestado de kirchneristas, massistas y arribistas?
Es hora de plantarse.
De dejar de comprar humo con marketing.
De volver a lo básico: principios, ideas, verdad.
Y vos, que fuiste engañado, tenés una misión más noble que el que siempre supo: abrirle los ojos al que sigue dormido.
Sí, a tus hijos, nietos, sobrinos… esos que en 2023 te dijeron “Confiá” mientras te daban la boleta de Milei.
Hoy, deciles “Despertá”. Para que vean. Para que no repitan.
Porque cuando el país se prende fuego, no hay lugar para tibios.
O te animás a elegir con coraje, o te arrastran los que nunca tuvieron vergüenza.
28/04/2025 a las 3:04 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Milei debería morderse la lengua. La muerte de Bergoglio, un golpe para el peronismo
Ricardo Roa
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
27/4/025
A veces uno lo escucha y no sabe si está entendiendo bien. “Francos es un ministro que distribuye el juego. Y hay una segunda instancia de control político que es Santiago Caputo”. Lo dijo Milei, como si fuera lo más normal del mundo. Nadie puede decir que eso no sea cierto, aunque Francos sea jefe de todos los ministros, y también ministro del Interior, y Caputo un asesor sin cargo. Pero que Milei lo blanquee da una idea de por qué el gobierno funciona como funciona.
Fue un sincericidio por tevé, en esos programas amigos a los que le gusta ir al Presidente para dar notas que no podríamos llamar reportajes. Cayó de sopetón, con su vocero ahora candidato, porque reporteaban al economista español Huerta de Soto, que llama a Milei su discípulo y al que Milei considera un prócer. Huerta dijo cosas como esta: “El Estado es, como institución, la encarnación del Maligno en la Tierra. El Anticristo, por decirlo de alguna forma”.
Si tiene dudas, véalo por Youtube. Algo queda claro: Huerta de Soto ateo no es. Tampoco de izquierda. Más bien cara al sol con la camisa nueva que tú bordaste de rojo ayer. Hasta habló de la muerte de Bergoglio y citó una obra de Ratzinger. ¿Es o se hace? Pero el punto es que Milei soltó que Santiago Caputo está arriba de todos. Es el que más manda. ¿A santo de qué devaluó así a Francos, que tiene que negociar todo el tiempo con gobernadores y la oposición? El que se siente a conversar con él ya no sabrá con quien se sienta.
Parece, pero Caputo no se llevó lo mejor. Ni siquiera es funcionario, y trata de no serlo, de no rendir cuentas de lo que hace y de que no se sepa lo que hace. Milei, de pronto, lo puso bajo los focos. Dice lo que se le canta y no es consciente de lo que dice. Candid, en inglés, quiere decir sincero. Acá, cándido es un ingenuo. Las dos palabras le calzan justo.
Tanto como su imprudencia, sorprendió la de Kristalina Georgeva, que a diferencia de Milei es una profesional y finge ser amiga de Milei como antes fingió ser amiga de Massa. Alguna vez felicitó a Massa “por los concluyentes avances logrados en áreas fundamentales que incluyen el marco macroeconómico”. En el FMI no hay límites para la hipocresía. Kristalina se fue de mambo al meterse en nuestra campaña electoral: “Domésticamente, el país irá a elecciones en octubre y es importante que no se descarrile la voluntad de cambio”. Tomó conciencia, o le hicieron tomar conciencia de que había exagerado demasiado. Retrocedió en chancletas.
Pero no mezclemos los tantos. El Fondo sacó al gobierno de la encerrona en que se había metido con el tipo de cambio. Devaluaba al 1% y los precios subían el doble. La inflación sigue siendo un camión cargado, barranca abajo y con los frenos hirviendo. Encima, llegó la guerra de los aranceles de Trump. Tormenta perfecta.
Milei pegó un volantazo, levantó el cepo y no se fue a la banquina. Y de yapa, Trump le tiró flor de soga: un cheque del Tesoro si hiciera falta. Pero le quedan cosas duras. Para cumplir la pauta pactada (entre el 18 y el 23%), tendrá que llevar la inflación de mayo al 1%. Asumió, también, acumular para junio 4000 millones en reservas: ¿liquidarán los exportadores con el dólar a este precio? Hasta ahora no lo hicieron.
El acuerdo con el FMI es como un programa de gobierno. Implica nada menos que una reforma jubilatoria, un plan de privatizaciones y cambios en la legislación laboral. Pero en el medio están las elecciones, y las contradicciones de la política: necesitan votos para sacar las leyes y agreden a quienes se los pueden prestar.
Por no hacer alianzas, acaban de salir terceros en Santa Fe, y las encuestas cantan que van camino a pegarse más porrazos, aunque mejoraron luego de la salida del cepo. Hay un debate abierto entre los que prefieren seguir solos y los que impulsan acuerdos. La suerte en la Ciudad está echada. El plato fuerte será en Provincia, donde se define toda la discusión del peronismo, que se queda sin la ayuda del Papa. Bergoglio era un refugio y un punto de referencia, sobre todo frente a Milei. Fallecido, se ha convertido en el Papa de todos. De Trump a Biden, de Lula a Milei, de antiabortistas a travestis. Aunque esta unanimidad irá decantando en valoraciones con matices.
El Papa ha tenido más de una vida. Ha sido Jorge, hincha de San Lorenzo, el padre Bergoglio, jesuita y de Guardia de Hierro, el arzobispo de Buenos Aires al que los Kirchner acusaban de reaccionario y de haber entregado a dos curas jesuitas a los militares. Y el Jefe de una institución compleja y líder de una religión muy extendida. Para el mundo era Francisco. Para la Argentina era Bergoglio, y Bergoglio transparentemente peronista.
Francisco mostró sensibilidad por los pobres, los migrantes, los excluidos. Devolvió el pensamiento social a la Iglesia. A diferencia de Benedicto, intelectual refinado y conservador, entendió que la adaptación del catolicismo al siglo XXI no pasaba por un regreso al latín o, por el contrario, a la adopción de tecnologías digitales y se focalizó en los condenados de la tierra. Habló alto a los poderosos y logró reformas importantes, aunque falta una enormidad para dejar atrás la discriminación de las mujeres, y el castigo y prevención de abusos sexuales y de actos de corrupción.
En sus 12 años de papado, nunca quiso volver. ¿Por qué? Cuesta encontrar una razón. Seguramente no quiso ser atrapado por la grieta a la que paradójicamente no ayudó a superar. Fuera de aquí, Bergoglio trabajó para cerrar grietas. En la Argentina se pegó a uno de los bandos: el bando del kirchnerismo.
Ahora, en el duelo, aparece la oportunidad de reflexionar y pensar cómo se superan grietas y confrontaciones. Que sea “el argentino más importante de la historia” lo dirá el porvenir. En nuestro presente es una figura de extraordinaria gravitación. Quizás otros argentinos, como Borges desde la literatura, o César Milstein desde la ciencia, sean igualmente relevantes, y lo seguirán siendo por la genialidad de sus aportes. Los tres han fallecido fuera del país. Sería extraordinario que aprendamos a cuidar y cultivar la herencia de nuestras figuras inspiradoras. Que todo siga igual es igual a ir para atrás.
28/04/2025 a las 3:08 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Los consejos del Papa que Milei y CFK desatendieron
Pablo Sirvén
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
27/4/025
¿Cuál fue la peor ofensa dirigida hacia la figura patriarcal y ecuménica de Francisco? ¿La ridiculez, en modo de panelista payasesco, de Javier Milei cuando lo acusó de ser “el representante del Maligno en la Tierra”? ¿O fue el ninguneo soberbio de Cristina Kirchner cuando, después de una larga perorata en Tecnópolis, el día en que Jorge Bergoglio fue elegido sumo pontífice, se dignó, por fin, a mencionarlo, pero a regañadientes, solo como el “papa latinoamericano”?
A favor del actual presidente hay que recordar que aquel exabrupto lo dijo desde el llano y cuando a nadie se le podía pasar por la cabeza que un día lo sería. Cristina Kirchner, en cambio, atravesaba su segundo mandato en lo más alto del poder y el agrio desaire hacia Francisco se complementó con una persistente campaña en contra del kirchnerismo que incluyó groseras fake news, como que Bergoglio le había dado la comunión a Jorge Rafael Videla y una poderosa ofensiva mediática/judicial, encabezada por Horacio Verbitsky para culpar falsamente al Pontífice de haber entregado a dos sacerdotes jesuitas a la dictadura, cuando en realidad los había protegido.
Es interesante, a la luz de estos viejos episodios, revisar los posteos que Milei y CFK hicieron en la red social X a la hora de homenajear al ilustre muerto para constatar si se disculparon con el fallecido jefe de la Iglesia Católica universal.
“Pese a diferencias que hoy resultan menores –escribió el primer mandatario en la red de Elon Musk–haberlo conocido fue un verdadero honor.” Hace unas horas reveló por Radio Mitre que, además, le había pedido disculpas personalmente. “Te vamos a extrañar, Francisco, la tristeza que tenemos es infinita”, escribió grandilocuente, también en X, la expresidenta. Pero no incluyó ni una mínima señal de arrepentimiento sobre aquel mal paso que dejó de lado en cuanto percibió que el sentimiento popular estaba a full con el papa argentino. Unas palabras de desagravio acerca de aquella conducta (y, de paso, sumar algunas más en nombre de su marido, que cuando era presidente hacía espiar al entonces arzobispo de Buenos Aires por la SIDE y que, con tal de no escuchar sus duras homilías en la Catedral Metropolitana, se iba al tedeum del 25 de Mayo de alguna provincia) habrían sido muy apropiadas. Nunca trascendió tampoco que la vice de Alberto Fernández se haya disculpado con el propio Bergoglio.
La autocrítica no es una virtud que figure en el repertorio de la jefa del PJ, quien hace dos semanas la pifió feo cuando auguró una devaluación del 30% del dólar. No se conoce, hasta el momento, ninguna fe de erratas de su parte. Ni la habrá.
Ella y el actual presidente, tan ramplones y ásperos al expresarse, deberían reparar en el párrafo de la encíclica de Francisco, Laudato si, en el que advierte que “prima la costumbre de descalificar rápidamente al adversario, aplicándole epítetos humillantes, en lugar de enfrentar un diálogo abierto y respetuoso, donde se busque alcanzar una síntesis superadora”. Ni siquiera en estos días de duelo, Milei fue capaz de bajar los decibeles de sus “latigazos verbales hasta destrozar la figura del otro” (para decirlo con palabras del papa enterrado ayer).
“Somos lo que comunicamos”, advirtió Francisco en alguna ocasión. ¿No lo advierten CFK y Milei o están orgullosos de ser así?
Como la “terapia de aversión” a la que es sometido Alex DeLarge, el personaje central de La naranja mecánica sería fabuloso exponer a ambos a la tortura de verse obligados a mirar y escuchar una y otra vez sus más irritantes exabruptos, a ver si se hastían y cambian de una buena vez. Sería un verdadero milagro si eso sucediera y habría que santificar de inmediato a Bergoglio.
La labor de los medios y del periodismo también era un tema de preocupación para Francisco. En un mensaje a la asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa, el año pasado, pidió que se mantuvieran “fieles a la verdad, ayuden a la paz, a una convivencia digna, a la solidaridad de las naciones y al cuidado de los más débiles”. Y reclamó “responder con firmeza a cualquier discurso de odio”.
En 2022, había señalado los cuatro pecados capitales que él veía en la comunicación: la desinformación, las calumnias, la difamación y la coprofilia, un término que definió como “el amor a la cosa sucia, literalmente amor a la caca, amor a los escándalos, sean verdaderos o no”.
Francisco alertó sobre un cisma entre el individuo y la comunidad por la falta de hijos y el abandono de los ancianos, que “es un modo sutil de expresar que todo termina en nosotros, que solo cuentan nuestros intereses individuales”.
Sobre la trata de personas dejó caer una recomendación –“necesita ser tomada en serio”– que haría muy bien la televisión argentina de estos días en practicar.