Por Hernán Andrés Kruse.-
EL HOMBRE
“Spengler rechaza la tesis del progreso indefinido, tan defendida en el siglo XIX. Esta postura es considerada inadmisible porque supone que es factible el cumplimiento de metas propuestas por los hombres. Recuperando las ideas de Von Buch, Cuvier y de Vries, nuestro autor, también combate el evolucionismo inglés de Lyell y de Darwin. Al origen de las especies opondrá las explicaciones de De Vries, las cuales sostienen que los cambios son dados en las especies por mutaciones interiores súbitas; la aparición de cualquier especie ha sido, según esta teoría, siempre repentina, y la figura que adopta es al parecer definitiva.
La vida vegetal está sumergida, como ya hemos visto, dentro del ámbito cósmico, y le corresponde como sino el vivir sujeta a la naturaleza. Por el contrario, el animal es móvil y se enfrenta a lo natural, entablando una lucha con su entorno. A su vez, dentro del grupo de los animales hay que distinguir dos grados: el de los herbívoros, que dependen de los vegetales inmóviles para subsistir. Y el de los animales de rapiña, aquellos que viven de otros animales, aquellos que atacan a víctimas móviles que también se defienden.
El hombre es definido por Spengler, desde el punto de vista moral, como un animal de rapiña; como aquel que ha nacido para hacer presas y cuya táctica de movimiento es el ataque. Pero, a su vez, el hombre es inventivo y posee la capacidad de aprender. De allí que la técnica sea la herramienta que emplea en la lucha. Cada invención genera en él el deseo de nuevas invenciones. Por lo cual, este animal rapaz es también insaciable. El constante anhelo se convierte en su propia maldición pero, también, es el rasgo que le otorga cierta grandeza a su destino. Sin embargo, este “hombre” del cual nos habla Spengler no es más que una construcción teórica, un arquetipo. No es el hombre de ninguna época o cultura particular; no posee nacionalidad ni raza. El hombre como idea y como problema filosófico no es el individuo, ni el sujeto que forma parte de una multitud. Es un hombre sin rostro que logra convertirse en todos los hombres.
Es posible señalar una contradicción entre el “hombre” visto como parte de la especie, y los “hombres” en tanto integrantes de determinadas culturas. Mientras el primero es universal, los segundos son la expresión de un alma particular. El autor, sin embargo, no pone atención a este desfasaje explicativo, y continua atribuyéndole al hombre características que más adelante olvidará en los pueblos. El Sino de los hombres los empuja a revelarse contra la naturaleza que los ha creado aún sabiéndose perdedores de esa batalla. La derrota final de toda lucha emprendida por el hombre revela el carácter pesimista del pensamiento de Spengler, pero a su vez, y quizás en forma implícita, pone de relieve el carácter supremo que el autor le otorga al hecho mismo del combate.
Es preciso aclarar que esta “lucha” es concebida en términos heroicos, casi mitológicos. El hombre como idea; el hombre genérico y universal es el que adquiere los rasgos del héroe al enfrentarse con su Destino. La naturaleza, invicta en todas las batallas, se enfrenta a este ser, que, aún predestinado a la derrota, se levanta ante ella. Sin embargo, como se ha señalado, las luchas de los hombres reales no son consideradas como parte de esta poética heroicidad, sino como un absurdo impulsado por seres contemplativos y teóricos. De este modo se presenta a los unos y a los otros. A los conductores, a los valiosos, a los necesarios y en el extremo opuesto, a los enemigos, a los culpables, a los superfluos.
En toda cultura, el rasgo principal que señala el advenimiento de la etapa de decadencia está dado por la mayor distancia que se establece entre los hombres y su suelo materno. Distancia que antes de significar lejanía, implica la adopción de un nuevo estilo de vida, el urbano. Spengler agrega: “Hay en todo cosmopolitismo odio al sino y sobre todo a la historia como expresión del sino”. Así regresa una vez más sobre su problemática filosófica: exaltación de la intuición y desprecio del intelecto donde el movimiento y el devenir son considerados el sentido profundo de la realidad. El pesimismo que se advierte en ciertos pasajes de La decadencia de Occidente, la certidumbre del inicio de una etapa final para la historia de Europa y la poca confianza ante las posibilidades del hombre como conocedor y como modificador del destino, no conducen, sin embargo, a la añoranza por épocas pasadas.
Quizás, el aspecto más novedoso de su teoría es, justamente, que no apela a una vuelta atrás, como pudieran hacerlo otros intelectuales conservadores, sino que acepta su propia historicidad pretendiendo contrarrestar con un final heroico una vida que se ha tornando poco digna. La consigna es: crear nuevos valores para la etapa que se avecina; valores que estén en sintonía con los hombres de las postrimerías. Tal como lo señalara Nietzsche, Spengler podría haber afirmado: “Nadie es libre de ser un cangrejo. No hay remedio: Hay que ir hacia adelante, quiero decir, avanzar paso a paso hacia la decadencia”.
La guerra, entendida como la política primordial de todos los seres, pondrá la vida y la lucha en igualdad de planos. Política es energía, es el impulso cósmico que hará que los hombres resuelvan si serán Sino o lo padecerán. La economía, como otro de los aspectos de la existencia, se encuentra subordinada a la política. La diferencia de rango entre una y otra se observa al comparar el hambre y el combate, es decir, el morir de algo frente al morir por algo. Spengler lo confirma: “No hay contradicción mayor que la que media entre la muerte por inanición y la muerte heroica. Económicamente la vida es amenazada, degradada, rebajada por el hambre… la política sacrifica a los hombres por un fin… la guerra crea, el hambre destruye todas las grandes cosas… el hambre genera una especie de miedo vital, índole fea, ordinaria… bajo la cual se quiebra el molde formal de una cultura, para dar comienzo a la desnuda lucha de la bestia humana por la existencia”. El hambre degrada a los hombres; pero la lucha para revertir condiciones de miseria y de injusticia social aparece en su teoría como degradatoria de la cultura. Después de todo, para nuestro autor, las desigualdades no son crímenes, son hechos… De esta manera, asegura que “el drama social aparece necesariamente con el materialismo histórico”.
Por último, en su teoría del hombre, Spengler considera que los hechos individuales que son posibles realizar, pueden considerarse múltiples y hasta sorprendentes. Sin embargo, hay, para cada época, una unidad vital (un alma) impuesta por la cultura. Es decir, que el azar interviene en innumerable cantidad de acontecimientos, pero, en última instancia, el curso de ese acontecer está marcado por el sino. De modo similar a la relación que se establece entre el libre albedrío y la presencia Divina en la religión islámica y en el protestantismo, la humanidad posee la capacidad de elegir un lado u otro del camino; pero el camino en sí, ya ha sido trazado. En este sentido, el pensamiento de Spengler, va un poco más allá, y señala la imposibilidad de apartarse de la senda aún sabiendo el carácter fatal que nos aguarda.
En su teoría, debe recordarse, no existen paraísos. “Los hechos son como son, aun cuando nosotros no los conozcamos”. Percibir en movimiento las corrientes de existencia humana lleva a considerarlas historia; percibirlas como algo móvil las convierte en “generación”, “estirpe”, “pueblo”, “nación”. Spengler sostiene que los pueblos existen en relación a otros pueblos y considera que la relación natural que los vincula es la guerra. Bien se sabe que, según una frase de Jacques Soustelle, “siempre se es el bárbaro de alguien”, por esto “la guerra es la política primordial de todo viviente”. Como veremos, la caracterización de los pueblos como un nexo entre hombres que se sienten formando parte de un todo, conduce al autor a desarrollar el aspecto más político de su filosofía del sino, e instala dentro de la teoría de la decadencia a su propia época”.
LA DECADENCIA
“La idea fundamental de Spengler sobre las culturas puede reducirse a la visión de ellas como organismos dotados de vida. El autor se pregunta si estas protoformas universales (las culturas) no son poseedoras de un sentido oculto que aún nadie ha desentrañado. Es así como llega a considerar que la historia no es más que la biografía de estos organismos en exacta correlación con la biografía de los individuos, los animales, los árboles y las flores. Siendo así, los conceptos fundamentales de la biología se aplican sobre ellas: nacimiento, juventud, vejez, muerte. En el estudio de las culturas estos conceptos no deben ser tomados como la expresión de estimaciones subjetivas, de índole social, moral o estética, sino como “designaciones objetivas de estados orgánicos”.
Las culturas definidas como organismos dotados de alma hacen que el autor distinga entre las posibilidades interiores de cada cultura y su manifestación concreta, llegando a la designación de la historia como la realización de la cultura posible. Partiendo de la máxima que sostiene que todo lo producido es transitorio, son considerados transitorios los pueblos, las razas, los dogmas y los pensamientos. Esto significa que dejan de existir plenamente cuando se extingue su alma. Sus “eternas verdades” dejan de comprenderse por los que vienen detrás en el tiempo. La causa de ello es que las culturas nacen de su paisaje materno repitiendo su sino dentro de cada uno de los hombres que las componen, pero esto concluye en el momento en que mueren. El alma de una época, de una cultura, no se repite jamás, aun cuando todas las culturas pasen por fases idénticas. Lo producido bajo su órbita pierde significación cuando ésta decae. Y si bien nosotros aún podemos leer Edipo, no podemos llegar a su esencia porque no compartimos la sensibilidad de los griegos que presenciaron la obra en los antiguos teatros. De este modo, Spengler encuentra en la incapacidad moderna de comprender a quién considera el mayor símbolo del alma occidental, Goethe, un rasgo evidente de que el camino emprendido es el de la decadencia.
Esta misma idea ya la encontramos en la pregunta desesperada que se hiciera Nietzsche: “¿Cómo es que el resultado global no es un Goethe, sino un caos, un sollozo nihilista, un no-saber-adónde-ir, un instinto de cansancio?”. Bajo esta teoría, el pasado puede ser recordado, incluso pensado; pero sólo lo que está vivo se percibe y logra establecer lazos de afinidad con nuestra sensibilidad más profunda. La historia es vida y la vida es devenir. La historia como todo organismo vivo posee ciclos, por consiguiente, conociendo sus ciclos podemos prever el futuro. Spengler no puso jamás en duda esta ecuación. Prever las grandes líneas de la evolución histórica nos “obliga” a entender que los inicios del siglo XX son una fase civilizatoria, no una fase de la cultura. Las posibilidades de creación están agotadas, sólo quedan posibilidades expansivas. Para comprender la historia humana, no hay que partir del hombre sino de la cultura misma. Las formas de las culturas se imponen a quienes viven dentro de ellas. Los hombres no pueden ni pensar, ni actuar por fuera de su marco, ni por fuera del momento histórico en el que ellas mismas se encuentran. Revelarse, no sólo es un acto inútil, sino que, a su vez, la rebelión implica una oposición a la vida misma: un acto antinatural y aberrante.
Aplicando estas reflexiones al momento en el que se encuentra Europa cuando Spengler redacta su trabajo, nos acerca a su posicionamiento ideológico. Así se nos revela que la política no sólo es el arte de lo posible, sino que esas posibilidades no dependen de los hombres en su conjunto, sino de una minoría portadora de una mirada providencial. En la hora del ocaso, al lado de los pueblos decadentes, están los pueblos aún jóvenes. Estos pueblos jóvenes son los que realizarán la última de las posibilidades de la cultura moribunda: el dominio cesáreo del mundo, el imperialismo. Tal fue el Sino de los romanos en la cultura antigua; tal será el de los germanos en la cultura occidental. Ellos no sólo constituyen para Spengler “la última nación de Occidente”, sino que, mediante paralelismos nada sólidos, se presenta a los “prusianos” como a los romanos de la época actual. No porque compartan un alma con aquellos, sino porque comparten un destino.
Lejos de reclamar una restauración monárquica, Spengler, no obstante, se posiciona claramente dentro de un pensamiento reaccionario y decididamente elitista en términos políticos. Es esa óptica la que lo conduce a asimilar todos los conflictos sociales, de todos los tiempos, con un odio criminal a las tradiciones culturales. Tradiciones que, por otra parte, se consideran inalterables monopolios de las clases privilegiadas. Así, lo que se oponga a éstas, se contradice con aquellas. La “verdadera” nobleza es aquella que se relaciona con la tierra, la que hereda, no la que compra; la que posee estirpe, no dinero. De aquí se desprende que plutocracia y democracia sean rasgos ineludibles de la vida ciudadana, donde es el dinero el que triunfa y la crítica y las palabras, son las que ocupan el lugar de los hechos. Las ciudades modernas, pétreas, ajenas al alma de las ciudades señoriales, son las “ciudades de los arquitectos municipales”, las que han perdido el vínculo con su raza, cambiando el sentimiento profundo por el espíritu de negocio.
Al ir concluyendo la etapa final de toda cultura, llega también a su fin la historia de las clases. Vence la mera voluntad de vivir, el desarraigo, donde todos los grandes símbolos culturales se banalizan, no se comprenden, ni se toleran. Como lo postulara Nietzsche: “la gente vive para el hoy, vive con mucha prisa, vive muy irresponsablemente, y justo a ello es a lo que llama libertad”. El resultado es una vida artificial, una vida por fuera de los causes que marca la providencia; una vida que, sustrayendo al labrador de la “presión de la dependencia” no hace otra cosa que abandonarlo a la potencia del dinero. De este modo, mientras la nobleza es la clase en sí misma, la plebe no es más que un conjunto de seres amontonados, una amalgama numérica que mantiene su unidad tan sólo por su inclinación a la protesta. La etapa de Civilización viene así acompañada del desarraigo; las multitudes son el fin, son “la nada radical”.
Pero Spengler todavía creía que el cesarismo podría dignificar este final, aún sin llegar a revertirlo. De esta manera, aceptando su propia historicidad, revelaría, con algunas reservas, su inicial adhesión al nazismo. Paradójicamente, el pensamiento nacional-socialista presentó marcadas diferencias con la filosofía spengleriana. Ya que, si aceptamos como idea rectora del régimen nazi, la confianza depositada en las posibilidades de la raza aria para lograr construir un mundo nuevo, superior, encarnado en el Reich de “mil años”, el abismo con las nociones expuestas en la obra de Spengler son evidentes. Frente a la voluntad de poder y la purificación racial del III Reich, nuestro autor profesa un profundo pesimismo, donde las capacidades humanas para revertir su destino son nulas, y donde la desaparición de las culturas, incluida la occidental, es irrevocable. Efectivamente, tal como lo señalara el personaje de una novela alemana, Spengler parece querer decirnos: “…si usted cree que el resultado de las revoluciones futuras será la libertad, se equivoca… Es desconocer profundamente a la juventud el creer que siente placer con la Libertad. El placer más profundo de la juventud está en la obediencia… No es la liberación y la expansión del Yo lo que constituye el secreto y la exigencia de este tiempo. Lo que necesita, lo que pide, lo que tendrá, es el Terror”.
Si bien en La decadencia de Occidente el concepto de pueblo se liga en varias oportunidades a la idea de raza, es preciso remarcar los matices que lo distinguen de interpretaciones racistas. Alfred Rosenberg, como lo hicieran Spengler y Herder, también descubre en la historia una dimensión analítica que escapa al saber físico y se inscribe en un proceso natural, en un ámbito poseedor de una lógica propia. Pero en su trabajo El mito del siglo XX, analiza ese proceso histórico a través de un determinismo racial de tipo biológico. La sangre como idea, pero también como fluido vital, es catalogada como lo esencial, como el determinante y condicionante de toda raza. En la obra de Spengler, sin embargo, la raza adquiere una dimensión más afín con la idea de comunión cultural, que con la de determinismo biológico. Entre las culturas, (definidas como organismos cerrados y con vida propia) se levanta un muro impenetrable. Su interrelación es siempre violenta pero en esos choques se va afirmando la misma historia. Como señalara Claudel: “La espada es el camino más corto de un corazón a otro”.
Spengler no duda en afirmar que “la última nación de Occidente es la prusiana”. La Revolución francesa no logró destruir su “sentido cósmico de la raza”, ni su sentido político y por lo tanto, tampoco el nacional. A partir de 1789 triunfó el racionalismo y se libertó la idea de nación más que a la nación misma. Una absurda fantasía que invierte la máxima romana postulando la superioridad de las palabras y no la de los hechos. Por esta razón el Cesarismo es visto como la única alternativa viable. El poder personal de un hombre apto, de un líder que reúna las mejores cualidades de la raza, destruirá a la política como abstracción intelectual y como negocio. La etapa final conduce a toda cultura hacia el imperialismo, a su ensanchamiento en términos físicos y potenciales, para luego morir. Pero antes del ocaso, el imperio pone fin a la política, al poder económico, a la espiritualidad ahistórica.
De acuerdo con Nietzsche, las conclusiones del autor sobre la Europa del siglo XX, sugieren que “los pueblos que valieron algo, que llegaron a valer algo, no llegaron nunca a ello bajo instituciones liberales… La democracia moderna y todas sus realidades a medias… son la forma decadente del Estado. Para que haya instituciones tiene que haber una especie de voluntad, de instinto, de imperativo, que sea antiliberal hasta la maldad”. Afín con los postulados políticos de la derecha alemana de posguerra, Spengler observa en la Revolución del siglo XVIII, en el capitalismo, en el racionalismo y en la política parlamentaria, el inicio de la decadencia europea, de sus valores y de sus tradiciones. Como en mayor o en menor grado, hicieran otros pensadores conservadores, por ejemplo Ernest Jünger, la obra de Spengler opone a esa etapa de desintegración, una Alemania fáustica, aún no contaminada en su esencia cultural, y por ello predestinada a encarnar la última de las grandes naciones de Occidente antes del avance de los “pueblos de color” y la posterior desaparición de los hombres. Será entonces deber de Alemania “permanecer como aquel soldado romano, cuyo esqueleto se ha encontrado delante de una puerta de Pompeya, y que murió en su puesto porque al estallar la erupción del Vesubio olvidaron licenciarlo”.
(*) María Laura Lescano (Departamento de historia-Facultad de Humanidades y Centro Regional Universitario Bariloche-Universidad Nacional del Comahue-San Carlos de Bariloche-2009): “Súbitamente y sin causa: Historia, Azar y Decadencia en el pensamiento de Oswald Spengler”.
24/06/2025 a las 11:31 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
El WhatsApp de los gobernadores, nepotismo al palo y pánico por el CriptoGate
Ignacio Zuleta
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
23/6/025
CABEZA SIN CUERPO, CUERPO SIN CABEZA
La figura que mejor describe la situación actual es la de un presidente débil que es una “cabeza sin cuerpo” (el oficialismo) y una fuerza opositora que es un “cuerpo muy grande sin cabeza” (el peronismo). Esta disfunción es grave: un presidente débil, que gobierna con voto prestado, y una oposición que, pese a su peso electoral y control legislativo -la mitad del Congreso, incluyendo un tercio del Senado que puede bloquear decisiones clave -, ha quedado descabezada.
Su jefa no tiene derechos políticos y está inhabilitada a perpetuidad para ejercer el poder. Aunque pueda influir, su capacidad de acción está limitada. Encarna la pérdida del principal atributo de un político: el poder. La dificultad del actual presidente para gobernar reside en su falta de poder intrínseco. Para sacar una ley o medida importante, debe pedir permiso a otras fuerzas, que le voten o lo protejan de vetos. Esta disfunción, donde un país es gobernado por políticos sin poder efectivo, es muy grave.
El jefe de la oposición moderada (Macri) busca atajos para retirarse y que alguien lo baje con dignidad de la tarima (¿Ritondo?), mientras que la figura central del peronismo está inhabilitada. La defensa de Cristina, basada sobre la idea de persecución, no logró convencer a la Suprema Corte, señal que indica un error en la estrategia legal.
El país enfrenta un déficit significativo para afrontar sus problemas, que son de gran envergadura, ya que los principales líderes políticos carecen de poder, sea por no haberlo construido, por querer retirarse o por estar inhabilitados.
LA HORA DE LOS GOBERNADORES
Llamados por la necesidad y la traición de los liderazgos, los gobernadores atan este lunes sus caballos en las rejas del CFI para reclamar al Gobierno nacional que reparta los fondos federales que retiene con el pretexto de asegurar un programa de déficit cero. La estampa de atar los caballos en las rejas de la Pirámide de Mayo es una evocación recurrente de la tensión entre las provincias y la Nación.
En la llamada «anarquía del año 20», los caudillos del litoral Francisco Ramírez y Estanislao López irrumpieron ante el símbolo de la autoridad central en nombre de las provincias que reclamaban un orden federal. En la cita de este lunes a las 11 estarán las 24 provincias para darle forma a un proyecto de ley que impone un reparto de las dos cajas sobre las que sentó la administración Milei.
Una es el Fondo del Combustible que existe como asignación específica con destino a obras viales. El otro es un porcentaje de los impuestos que se coparticipan bajo el nombre de ATN (Aportes del Tesoro Nacional), destinados a atender situaciones de emergencia y desequilibrios financieros.
La reunión de este lunes es el final de una marcha que comenzó el 6 de mayo, en Entre Ríos, con la reunión de un comando discreto de gobernadores que logró juntar a todos sus colegas del país para arrinconar a la Nación en reclamo de fondos.
Ese comando está integrado por el anfitrión de aquella cita, Rogelio Frigerio (PRO), Axel Kicillof (PJ), Maxi Pullaro (UCR), Nacho Torres (Chubut) y los peronistas Sergio Ziliotto de La Pampa y Raúl Jalil de Catamarca. Este envión es una prueba de poder de los mandarines, después de que la Suprema Corte mostrase su poder condenándola a Cristina.
GOBIERNO CONTRA RELOJ
Al Gobierno no le queda mucha nafta para enfrentar esta inédita multipartidaria de los gobernadores. Necesita al Congreso más que nunca esta semana, cuando se tratarán en comisión proyectos que considera tóxicos, como el aumento a los jubilados con apertura de moratoria.
La unidad del arco de gobernadores es potente porque ha demostrado que puede mover la aguja del voto legislativo. Algo que vale oro porque al Gobierno le queda menos de un mes para que venza la delegación de facultades al Ejecutivo por la autodenominada Ley de Bases.
La inminencia del turno electoral repone, además, la naturaleza darwiniana de la política, y restaura el encadenamiento de relaciones entre los dirigentes, los partidos y su conducta en la gestión. Las elecciones son un momento difícil para que cada cual juegue la propia; todos pasan a depender del conjunto.
UNA MULTIPARTIDARIA
Los gobernadores atienden sus necesidades por encima de las diferencias partidarias en un grupo de WhatsApp que se llama “23 gobernadores y un jefe de gobierno”. En la cita de este lunes estarán todos. La fragilidad que vienen demostrando las jefaturas y liderazgos partidarios horizontaliza las relaciones. Es más importante lo que decidan conversando que lo que puede venir de arriba, de cualquiera de los caciques arrastrados por la desgracia.
Para el oficialismo es difícil moverse con anteojeras con un presidente como Milei, que para verlo te hace atender por la hermana. Para la oposición no es más fácil con Cristina, que para verla le tenés que pedir permiso a la Policía y encima te hace atender por el hijo; o con un Macri que se quiere ir a la casa, no quiere ser jefe de nadie y te hace atender por Ritondo o por el primo. El nepotismo al palo.
Este panorama refuerza la necesidad de que una liga de gobernadores sin diferencias de partido esté a punto de lograr que el Gobierno ceda estos dos reclamos: repartir lo que se recauda por combustibles y por lo menos el 50% de los ATN, que se alimentan del 1% de los fondos coparticipables.
En una entrevista la semana anterior, la cúpula del Gobierno (Guillermo Francos, Carlos Guberman y otros) escuchó los cálculos que maneja un seleccionado de los mandatarios que empujan este ariete federal: Torres y Frigerio por el PRO, Ziliotto y Jalil por el peronismo, y la vicegobernadora de Córdoba, Myrian Prunotto, que asegura la participación de Córdoba en este acuerdo.
OTRO CONSENSO FISCAL
Si este lunes los mandatarios cierran el texto de un proyecto de ley que llevarán al Congreso, el Gobierno cederá para concretar un nuevo Consenso Fiscal. La presencia de Frigerio y de Córdoba empalma este consenso con los anteriores, que se remontan al gobierno de Juntos por el Cambio bajo la presidencia de Mauricio Macri. Esos consensos aseguraron que las provincias llegasen al final 2022 con superávit fiscal y permitiesen la reelección de la mayoría de los gobernadores.
Esa estabilidad se deterioró durante el gobierno de Alberto Fernández, que significó un deterioro del federalismo, en particular en las provincias administradas por el peronismo, que fue derrotado en 2023. La presencia de Nacho Torres y de Claudio Vidal significa que provincias emancipadas de la dependencia de Nación -porque tiene regalías que les permiten equilibrar sus cuentas y tener juego político propio- están dispuestas a que avance este proyecto.
NACIÓN EN APRIETOS
Entre los argumentos que llevaron los gobernadores a la Nación figura el aumento de la carga tributaria nacional, que pasó en la actual gestión del 22,8% al 23%, mientras que la carga tributaria provincial bajó del 5,1% al 4,8%. O sea que las provincias bajaron la presión de los impuestos, y el Gobierno nacional la aumentó. También rechazaron el argumento de que la Nación tiene equilibrio fiscal. En realidad, esgrimieron los mandatarios, tiene déficit porque no liquida los fondos que por ley tiene que girar a las provincias que no traspasaron sus cajas previsionales a la Nación.
Tampoco el Gobierno cede fondos que alimentan fondos fiduciarios, que tenían asignaciones específicas y han sido derogados. Los gobernadores arrinconan al Gobierno nacional con el paso cambiado, porque este teme que el Congreso haga ley los aumentos de jubilaciones. Ha dicho que vetará la norma, pero para eso necesita del voto de los legisladores que pueden controlar a los gobernadores.
Una salida por el medio sería que el Senado apruebe el aumento a los jubilados, pero no la moratoria. Esta extensión del período para jubilar sin aportes era un proyecto de Unión por la Patria en Diputados, que se sancionó porque sectores de la oposición amigable al Gobierno se abstuvieron o se retiraron del recinto.
Eso permitió un triunfo legislativo inesperado del peronismo, que ahora el Gobierno quiere frenar en el Senado o con un eventual veto presidencial. El consenso de los gobernadores busca apoyar el aumento y no la moratoria. Pero para que esto ocurra la Nación tiene que endulzar a las provincias peronistas.
PÁNICO POR EL CRIPTOGATE
La seguridad que tienen los gobernadores de que esto avanzará sin problemas es porque están enterados del pánico que produce en el oficialismo el trámite en Diputados de la investigación del CriptoGate. Esta semana habrá invitados especiales a una sesión informativa de la comisión respectiva.
Como efecto de la exposición de invitados (técnicos en criptomonedas, alguna periodista), la comisión disparará una andanada de exhortos a juzgados locales y del extranjero, donde comenzará a corporizarse la inocencia o la culpabilidad de funcionarios públicos. Es un misil que se dispara y no se sabe dónde impactará.
Hasta ahora la oposición amigable ha sido más que paciente, pero el Gobierno juega a la carta del olvido. Le conviene estar en paz con los gobernadores. Pero esta paciencia de la oposición con el Gobierno en el tratamiento del affaire tiene un límite, que es la disputa electoral, que es cuando todo vale.
El grupo tiene preparado proyectos más agresivos y que ya han sido presentados en el Congreso. Uno data del tiempo cuando Torres era senador por su provincia y propone una agresiva coparticipación del impuesto al cheque, uno de los que más recaudan en la grilla impositiva. Avanzó hasta que algunos firmantes dieron marcha atrás en el apoyo.
El radical Victor Zimmerman presentó otra iniciativa igualmente agresiva en el Senado. Propone crear un Fondo Argentino de Desarrollo Regional constituido por el 1% de la recaudación de los impuestos nacionales existentes o a crearse y de los derechos a las exportación e importación. De esa torta quedan excluidos los aportes y contribuciones a la Seguridad Social y las asignaciones específicas de impuestos a la Seguridad Social.
FRANCOS, UNA OPORTUNIDAD PARA PROBAR LA UNIDAD
El consenso en cuanto a estos dos impuestos está cerca de salir por otra debilidad del oficialismo. El peronismo ha asegurado por ahora una estampa de unidad, que se asienta sobre la detención de Cristina de Kirchner. Es un producto perecedero, porque el tiempo mitigará el efecto de esa detención. El peronismo no va a perder la oportunidad de poner a prueba el poder que ganó con la unidad, aunque sea frágil.
La prueba puede darse esta semana en el Senado, si Unión por la Patria fuerza dictámenes en proyectos como jubilaciones, discapacidad y alguno más. Si ocurre, esa bancada va a pedir una sesión especial para tratarlos en el recinto sin más demora. El miércoles comparece ante ellos el jefe de Gabinete. La oposición va a probar en el recinto la fuerza de la consigna que ha acuñado el PJ: Cristina es presa de Milei.
La figura de Francos es una oportunidad para el tiro al blanco y probar puntería. La victimización y la percepción de persecución de los líderes pueden transformarse en una oportunidad proselitista. De hecho, esto puede convertirse en un catalizador para la unificación, como se observó recientemente con expresiones de solidaridad de figuras que antes competían por la dirección partidaria.
Este hecho, inherentemente indeseable, se convierte entonces en una oportunidad estratégica o táctica. La ausencia de esta figura podría facilitar la unidad interna. Desde otro ángulo, esto libera a la fuerza política principal de la dependencia de una figura. El triunfo de la fuerza emergente en 2023 se explica, en parte, por haber captado votos de la coalición opositora, después de que la principal fuerza política quedara en tercer lugar en las primarias.
El sector del interior de la fuerza política principal se desentendió de la elección presidencial y esta perdió en varias provincias en la primera vuelta, desmovilizándose en la segunda. Esto se debió, entre otras cosas, a la hostilidad hacia la facción metropolitana, que, según algunos dirigentes, «recorta» y «achica» la fuerza cuando debería buscar agrandarla.
AGN: UN DNU CONTRA LA OPOSICIÓN
El peronismo, además, está advertido por la bancada oficialista que preside Ezequiel Atauche, que el Gobierno prepara un DNU para reformar la ley de la Auditoría General de la Nación. Este DNU será motivo de nuevas peleas porque la Constitución ordena que haya una reglamentación de la AGN, pero que se haga por una ley aprobada por mayoría calificada. Es lo que llaman los juristas una «ley constitucional».
El DNU replica lo que piden proyectos como los de Juan Carlos Romero, José Mayans y, en diputados, Martín Menem. Todos coinciden en reducir el mandato de los auditores, pero modificando la cantidad de representantes de cada cámara. Esta amenaza del DNU busca trabar los acuerdos multipartidarios en las dos cámaras, que dejan afuera a representantes de La Libertad Avanza.
La auditoría hoy funciona solo con el presidente. Los seis auditores en representación del Congreso ya cumplieron sus mandatos. Quienes ven bajo el agua creen que hay un acuerdo del Gobierno con el peronismo para que la AGN, que debe auditar los gastos del poder Ejecutivo, tenga una conducción unipersonal, pero sin auditores que representen al Congreso, por lo menos hasta diciembre, cuando cambia la legislatura.
El presidente de la AGN hoy es el peronista Juan Manuel Olmos, hombre fuerte del PJ y que es el responsable de auditar los gastos del gobierno de Alberto Fernández, que él integró como vicejefe de Gabinete. El sueño de todo gobierno es que nadie le controle el gasto y que el controlador de la gestión anterior pertenezca al mismo partido que gobernó.
24/06/2025 a las 11:34 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Dos nuevos grandes desafíos para Milei
Claudio Jacquelin
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
23/6/025
El mundo y el país no dan respiro. Cada vez menos. Para un Gobierno que se propone consolidar la estabilidad macroeconómica, pero, al mismo tiempo, se siente cómodo alterando casi todas las demás variables, los dos frentes que se le acaban de abrir pueden resultar un complicado desafío extra. Aunque sea de forma indirecta y directa, y resulten de naturaleza y dimensión muy diferentes.
En primer lugar, el definitivo involucramiento de los Estados Unidos en la guerra entre Irán e Israel, con el bombardeo a sitios estratégicos del programa nuclear del régimen de los ayatollah, incorpora un factor demasiado inquietante para el mundo y la Argentina no está margen, a pesar de la lejanía física del país con la zona de conflicto.
En este escenario, asoman también dos planos de preocupación para el Gobierno: el económico y el de la seguridad interior.
Para una economía en terapia intermedia y necesitada al extremo de inversiones y créditos, así como de cierta normalidad en el comercio internacional, semejante factor adicional de inestabilidad mundial no es una noticia halagüeña. En estas circunstancias el capital siempre busca refugios más seguros y previsibles. En el Palacio de Hacienda están obligados a hacer nuevos cálculos.
A eso se agrega otro elemento de fuerte resonancia local, como es una probable reaceleración de la inflación mundial.
El inmediato e inevitable aumento del precio del petróleo y del costo de los fletes ya tuvo impacto en los surtidores y en los bolsillos argentinos desde que empezó la guerra abierta entre Israel e Irán. Justo cuando el Gobierno ha decidido sacrificar o postergar otros ordenamientos macroeconómicos y la acumulación de reservas para no afectar su mayor éxito de gestión y uno de sus principales (si no el principal) activo político, en un año electoral, como es la sostenida baja del índice general de precios, que en mayo perforó el duro piso del dos por ciento.
Ese efecto negativo, además, no será compensado en lo inmediato por la cara benéfica que tiene el aumento del precio para un país que ya se ha convertido en exportador neto de petróleo. Para gozar de esa renta extra habrá que esperar un poco más.
El otro plano en el que tiene puesta la mirada el Gobierno es el de la seguridad interior. En las últimas horas el Ministerio de Seguridad y la Dirección de Migraciones han reforzado los controles de ingresos al país y se ha incrementado el despliegue de fuerzas de seguridad en los que consideran objetivos estratégicos, como las embajadas de Israel y de Estados Unidos y establecimientos de la comunidad judía en todo el país.
“Reforzamos la seguridad en todos lados y en todo el país. En las fronteras y en las redes sociales, porque recibimos amenazas y para que se entienda lo que es el ciberdelito y la ciberseguridad”, dijo a LA NACION Patricia Bullrich.
La siempre combativa ministra no desaprovechó la oportunidad, como se ve, para justificar y defender el cuestionado y cuestionable decreto que recientemente le otorgó amplias facultades de ciberpatrullaje y espionaje interno a las fuerzas de seguridad a su mando y le dejó abierta a su cartera la posibilidad de ampliarlas. También respecto de las inquietantes disposiciones en similar sentido incluidas en el Plan de Inteligencia Nacional. Sus batallas siempre son todas las batallas.
Ningún experto se anima a determinar con certeza cuál es hoy la real capacidad de daño, fuera del conflicto bélico en sí, que conservan Irán y las organizaciones terroristas financiadas por el régimen, tras los exitosos ataques de Israel a esas milicias que bases fuera de las fronteras del país, el creciente aislamiento internacional del régimen y un fuerte debilitamiento interno y externo del gobierno iraní.
No obstante la mayoría de los consultados considera que el riesgo de atentados en el mundo instigados por Teherán a modo de represalia sigue siendo muy elevado. Y la Argentina es vista, otra vez, como un objetivo probable. No solo por el alineamiento total del gobierno de Milei con los Estados Unidos e Israel.
Los atentados de 1992 y 1994 contra la embajada de Israel en esta ciudad y la sede de la AMIA, luego de que la Argentina se involucró en la Guerra del Golfo como un derivado de las relaciones carnales con los Estados Unidos, están demasiado frescos en la memoria colectiva e institucional del país. Tan frescos que la justicia federal se apresta, justo en estos momentos, a iniciar el juicio en ausencia contra los funcionarios del gobierno teocrático de Teherán, acusados de haber estado involucrados en esos los dos ataques terroristas más sangrientos de la historia nacional. Un elemento adicional al de la política internacional.
A eso habrá que sumar un nuevo factor de riesgo local, como es la nacionalidad argentina del jefe de la Agencia Internacional de la Energía Atómica, Rafael Grossi, a quien el régimen parece haber incluido entre sus principales enemigos. A pesar de que el experto dice mantener abierto el diálogo con funcionarios del gobierno iraní, de seguir dispuesto a viajar a Teherán y de haber hecho un llamado dramático a retomar las negociaciones por entender que de no lograrse “la violencia y la destrucción podrían alcanzar niveles impensables y el régimen global de no proliferación nuclear podría colapsar”. Así de sobrecogedor es el escenario.
Una nota del diario Teherán News, considerado una voz de los sectores más radicalizados del régimen iraní, definió ayer a Grossi como el tercer integrante de lo que llamó “el triángulo del mal”, junto al presidente estadounidense, Donald Trump, y al premier israelí, Benjamin Netanyahu. Acusan al titular de la OIEA de haber dado argumentos a los Estados Unidos para bombardear sus plantas. No faltan motivos para estar alertas.
Demasiadas aristas preocupantes ofrece la nueva realidad internacional, que en algunos países centrales reavivó el temor a una tercera guerra mundial, y como se advierte no deja exenta de riesgos a la Argentina.
Sin embargo, numerosos integrantes del cuerpo diplomático nacional y expertos en política internacional advierten que el Gobierno carece de una perspectiva acabada y amplia para comprender y para actuar en consecuencia en este escenario, sesgado por visiones dogmáticas y reduccionistas. Algo no muy diferente a lo que ocurre en otras materias, aunque esta entraña riesgos urgentes y de gravedad extrema. También acá se requiere de más profesionalismo y precisión que el que suele observarse y encontrarse en ciertas áreas de la administración libertaria.
EL INTERIOR TAMBIÉN EXISTE
Muchísimo menos dramático y, tal vez, de efectos solo a mediano y largo plazo es el nuevo frente interno de desafío al Gobierno, que parece haber empezado a conformarse, encarnado por los gobernadores. Aunque no por su menor intensidad y urgencia es descuidado ni merezca descuidarse.
Después de varios años de hibernación y de exitosas acciones para pasar inadvertidos, los mandatarios provinciales han comenzado a sacar las cabezas de sus respectivas provincias, a dejar de actuar como llaneros solitarios y a iniciar un proceso de reclamos más colectivo, que le ha quitado las telarañas a la sede del Consejo Federal de Inversiones (CFI. Allí donde alguna vez existió lo que se conoció como la Liga de Gobernadores, que supo inquietar al menemismo en su ocaso y puso en jaque al gobierno de la Alianza, presidido por Fernando de la Rúa (o De la Duda, como lo llamaban algunos en ese espacio).
La pronunciada caída en la coparticipación, el incumplimiento de promesas de recursos y obras públicas, más la crítica situación que atraviesan las cajas de jubilaciones de algunas provincias y la disparidad del ajuste han acercado a gobernadores cuyas realidades económicas y pertenencias políticas son demasiado disímiles.
La reunión que mantendrán hoy los mandatarios en el CFI reforzará ese espacio grupal y sus respectivas demandas. Por eso, el Gobierno se propone desactivar algunos reclamos para lo que ofrecerá un acuerdo respecto del fondo del Impuesto a los Combustibles Líquidos (ICL) que debería destinarse al mantenimiento vial y, como lo advierte cualquiera que transite por muchas de las destruidas rutas nacionales, no se está asignando.
Para eso, se avalúa la posibilidad de coparticipar esos recursos, dado que la administración nacional se ha desentendido de ejecutar las obras respectivas. También el Gobierno estaría dispuesto a dotar de cierta institucionalidad y previsibilidad a la asignación de los aportes del tesoro nacional (ATN) que han sido y son un canto a la discrecionalidad. Con ellos se ha premiado gobernadores aliados, amigos o amigables, cuyos legisladores nacionales han facilitado el tratamiento de proyectos del oficialismo o han trabado iniciativas opositoras en el Congreso y con los que se ha castigado a los mandatarios opositores. También lo han sufrido los que, por necesidad o conveniencia, se han rendido sin condiciones al mileísmo.
Recientes contactos cercanos de gobernadores, algunas expresiones hostiles de mandatarios que hasta hace nada eran funcionales al Gobierno (caso Osvaldo Jaldo, de Tucumán) y un comprobado y creciente deterioro de las cuentas y del humor social en algunas provincias, como consecuencia de las políticas económicas nacionales y la asignación de recursos, muestran un cambio de escenario, de cuya profundidad y alcance todavía es difícil dimensionar. Pero abre un nuevo desafío.
El año electoral también aporta su cuota de inestabilidad y demandas, aún en provincias donde parte del electorado de los gobernadores en el plano provincial se solapa con el de Milei en el terreno nacional. Es el caso de Córdoba, pero no el único. El impacto en el empleo y en la actividad económica, que caen más que el promedio nacional, encendieron algunas alarmas y despertaron el instinto de supervivencia.
A todo eso se suman realidades particulares, como las disputas internas que existen en oficialismos provinciales, donde algunos dirigentes amenazan con ir por con listas al margen de las oficiales, lo que abriría una rendija a una derrota a manos de postulantes libertarios. Es lo que habría motivado la advertencia de Jaldo a Milei, con un duro planteo que no tuvo precedentes a lo largo del año y medio de gobierno libertario, al que sus legisladores nacionales le dieron generoso soporte en el Parlamento, luego de haberse escindido de la bancada perokirchnerista.
No son, sin embargo, estas expresiones las que más inquietan, sino algunos acercamientos fruto de problemas y realidades compartidas que se observa entre gobernadores de las provincias más pobladas del país.
En la región centro, que fue el cinturón de fuego cambiemita donde empezó a horadarse la hegemonía kirchnerista y logró hacer pie Milei para llegar a la Presidencia, hay evidencia de que se estaría incubando cierto malestar, que, por ahora, no se expresaría más que en la ratificación de la tendencia abstencionista récord registrada en los primeros seis comicios provinciales.
A nadie escapa que el eje vertical cordillerano, destinatario de la mayoría de las inversiones y principal beneficiado y apuesta del actual modelo económico, no tiene, por cuestiones demográficas, la dimensión electoral con la que cuenta el eje horizontal medio del país.
No es un desafío para desatender. Aunque sea menos urgente, como el que acaba de abrir el dramático contexto internacional.
24/06/2025 a las 11:36 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
El desahogo de Cristina, el plan venganza de Máximo Kirchner y el documental con tono épico sobre la prisión domiciliaria de la ex presidenta
Nicolás Wiñazki
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
23/6/025
En las vísperas de la confirmación de su condena por corrupción, Cristina Kirchner tuvo largas charlas con un confesor habitual. Jorge «El Topo» Devoto, ex militante de Montoneros, publicista, productor audiovisual, es uno de los más leales amigos de su familia desde hace décadas. Devoto vivió todos los años de apogeo del poder K junto a ellos, y ahora sigue allí, con siempre con la capacidad singular de haber pasado casi desapercibido para la opinión pública a pesar de haber sido un «asesor» crucial para la familia.
Cristina se desahogó con él: «Son unos hijos de p…, Topo. Lograron lo que buscaban, me quieren humillar. ¡Humillar!», se enojó ella, de acuerdo a fuentes que la frecuentaron esos días. Devoto acompañó a la expresidenta a su último viaje en libertad, con destino la provincia de Corrientes, donde encabezó un acto con el candidato a gobernador del PJ local. Ya sabía que terminaría presa. Tiene informantes en los tribunales. Fue dos veces presidenta, una vez vice, y senadora nacional y diputada.
Por eso planeó anunciar una candidatura a diputado bonaerense antes de que se expida el máximo tribunal. Plantó así la «escenografía» para denunciar después una «proscripción». Durante su travesía al Litoral, antes, y después, cámaras de la productora de Devoto filmaron a Cristina en la más cruda intimidad. La idea inicial fue realizar un documental sobre la detención de la expresidenta. El relato sería en tono de épica. Y no una narración alrededor de un caso jurídico y que tendría como consecuencia un destino penitenciario. Hasta que la Justicia afinó y se puso firme en las restricciones que le impusieron a Kirchner luego de otorgarle el beneficio del arresto domiciliario, ella aprovechó lo que pudo moverse hasta límites temerarios. Si bien se le informó que podía pasar sus días de confinamiento en su departamento de San José 1111 con condiciones, como la de no alentar acciones que pudieran promover la alteración de la convivencia y la tranquilidad en el barrio, Kirchner salió a saludar y hasta a bailar al balcón del más modesto de sus inmuebles porteños.
La militancia saltaba de algarabía mirándola desde abajo. En esas apariciones copó las transmisiones de los canales de noticias. Cerca suyo la sobrevolaba un drone, muy cerca, que iba y venía. Los custodios K no temieron un ataque o una intromisión de los medios para lograr imágenes de una intimidad intrigante.
Ella sabía que la filmaban para el posible documental. Hay material audiovisual aun inédito de un acontecimiento histórico que puso en shock a los Kirchner, a la Justicia, a la política: Cristina es la primera expresidenta presa en arresto domiciliario para cumplir seis años de pena de cárcel por haber cometido el delito de administración fraudulenta en perjuicio de la administración pública.
Según el Código Penal, ese crimen conlleva sí o sí la accesoria de la inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos. Cristina intentó mostrarse firme y fría cuando su destino de prisión era una certeza. Pero fuentes que accedieron a hablar con ella en las vísperas de la confirmación de su condena aseguran que la vieron sollozar. Evitó que trascendiera su decaimiento de ánimo. «Cristina está entera, es de una generación de peronistas que se bancó la dictadura. Su condena unió al partido y por eso nos movilizamos así», contó Devoto en declaraciones a medios afines.
Fue un aliado fundamental del extranjero, el presidente de Brasil, Lula Da Silva, el que sinceró todo: admitió que se comunicó con Cristina y que ella lloró cuando escuchó su voz. Lula estuvo detenido por corrupción, y volvió al poder. Cristina ve en el brasilero un espejo que espera que refleje el mismo destino para ella. Los casos sin diferentes. Da Silva no tuvo, como Kirchner, una condena firme del máximo tribunal de su país.
La expresidenta logró concentrar la centralidad política antes de que se conocieran los detalles de su arresto. Presionó a la Justicia para que le otorgasen la domiciliaria en lugar de cumplir su pena en una cárcel. Le daba terror pasar años en una penitenciaria, así como le ocurrió a decenas de sus ex funcionarios. Puso al PJ en estado de alerta y anunció, con energía impostada y con ayuda de voceros, que se entregaría el miércoles que pasó en los tribunales, a los que llegaría escoltada por una multitud de militantes. Incluso pensó en salir caminando desde San José 1111 y llegar a pie a Comodoro Py 2002. El plan mutó a encabezar una caravana para después sí entrar a notificarse de la ejecución de su pena junto a un número indefinidos de dirigentes leales.
En rigor, mediante el ministro de Justicia bonaerense, ex subdirector de la SIDE, e integrante de la agrupación K La Cámpora, Juan Martin Mena, sondeó en los tribunales cuál sería la decisión que se tomaría sobre ella. Coincidió en esas comunicaciones con interlocutores del Gobierno con el tribunal oral federal 2. La política prefería evitar desmanes y solicitó al Poder Judicial que Cristina evite su paso por la Justicia: podían otorgarle la domiciliaria anunciándoselo vía Zoom. Pasó. Fue el martes.
La verdad es que hasta ese momento, la expresidenta había aceptado que tanto Mena como la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, acordasen con las autoridades de la Ciudad de Buenos Aires y de la Casa Rosada cuál sería el recorrido exacto de la movilización hacia Comodoro Py 2002. El shock para ella se produjo cuando supo que el TOF 2 le impondría restricciones a sus visitas y la implementación de una tobillera electrónica. Hubo de nuevo llantos en San José 1111.
El primogénito de los K, el diputado nacional Máximo Kirchner, hervía de furia en la intimidad. «Nos vamos a vengar de cada uno de los metió en cana a mi vieja», rumiaba. Varios dirigentes del PJ, con exposición mediática, transmitieron el mensaje a periodistas: «Déjense de joder, muchachos. Miren que va a haber vuelto por esto», dijeron, según le consta de modo irrefutable a Clarín. Aunque planeaba hacer un documental épico sobre su detención, aunque bailó en el balcón y tensó al máximo los límites a las restricciones que le impuso la Justicia, Cristina empezaba a entender, hacia mitad de semana, que pasaría años encerrada.
La movilización que en origen sería hacia los tribunales mutó a una marcha a Plaza de Mayo. Otra vez: Mendoza y Mena acordaron con las autoridades que la concentración de la militancia no sería en la avenida San Juan y San José, tal como igualmente expresaban en público y en las redes. La convocatoria sería directamente en Plaza de Mayo. Incluso se pactó el horario. De diez de la mañana a las cuatro de la tarde. A las seis, a pesar de que la masividad del apoyo a Cristina, el espacio público frente a la Casa Rosada ya estaba casi vacío.
Los incidentes y amenazas a periodistas, medios, y hasta jueces se sucedieron durante toda la semana y en varias partes del país. Habían empezado con los disturbios aun impunes que La Cámpora desató en las instalaciones de Artear y el canal TN, de Clarín. Encapuchados rompieron autos de los empleados, invitados a programas de tevé y toda la entrada al edificio. El plan venganza incluso pegatina de afiches contra el presidente de la Corte, Horacio Rosatti, y hasta ataques a la casa del diputado libertario José Luis Espert, o la aparición de un pasacalle en contra del camarista Carlos Mahiques, justo en las cercanías del jardín de infantes en el que se escolariza su nieto. «Antes eran los condenados los que amenazaban, ahora lo hace la política», se quejó Mahiques y nadie lo desmintió.
Cristina, entre el miércoles, jueves y viernes de esta semana, mutó en su ánimo. Con algunos visitantes, los últimos a los que pudo recibir sin ser acechada por las fuerzas de seguridad y la Justicia que le impuso el arresto domiciliario y la tobillera electrónica, se mostró con entereza y casi como si nada le hubiera ocurrido. Con su entorno de todos los días la situación fue diferente. Hubo llantos de asesores, diputados, custodios. Y de ella.
La expresidenta pretende que la Justicia le otorgue más beneficios: quiere que no haya restricciones para poder seguir recibiendo a quien quiera, cuando quiera.
La narrativa K, ya con los hechos penitenciarios consumos, era que el departamento de San José 1111 sería una especie de «Puerta de Hierro», en alusión a la casona en la que Juan Perón recibía a la militancia que viajaba a su exilio a Madrid a recibir instrucciones. Pero no pasará. La expresidenta se desespera por la Justicia le impuso un confinamiento que no imaginó. No podrá recibir a dirigentes políticos.
Las comunicaciones con la militancia solo podrá efectuarlas por teléfono o las redes. Así lo hizo hasta ahora. Envió audios a la concentración en Plaza de Mayo, en tono épico. Y otros ya diferentes a otra movilizaciones que cambió de sede: su hijo Máximo y La Cámpora habían convocado a un «banderazo» el viernes pasado en San José 1111, pero por miedo a que el Poder Judicial le revocara la domiciliaria todo debió moverse al Parque Lezama. Ella le rogó a esos militantes que no pasen por su casa: «Está lleno de cabezas de tortuga», alertó, por la infantería que se desplegó en la zona por orden de Patricia Bullrich.
La expresidenta apelaría las restricciones de visitas en su domiciliaria a la Cámara de Casación Penal Federal. Quizás una resolución de ese tribunal la disguste aun más, supo Clarín de fuentes judiciales.
Lo cierto es que ella esconde un «secreto» en el mismo edificio de San José y Humberto Primo en el que vive. Hace alrededor de tres meses, sin que trascendiera a los medios, la expresidenta se cayó en un baño. Vive sola, aunque antes recibía cada día a una maquilladora, una peinadora y una empleada que la ayudaba con la limpieza del inmueble.
Desde que sufrió esa caída, su familia decidió que Nancy, hija de ésa última ayudante diaria, llamada Zulma, se mude al departamento que está justo enfrente al de Kirchner. Y allí está Nancy: trabaja de asistente en todo lo que quiera comprar, recibir, buscar fuera de su casa Cristina, tal como adelantó Clarín. Cristina, por la tobillera electrónica, no puede moverse para tocarle siquiera el timbre a Nancy.
Pero Nancy sí podría tocarle la puerta a su jefa. Incluso entrar en su domicilio, algo que se descarta que haga porque violaría las condiciones de su detención. Pero a ese pasillo del edificio solo accede la custodia de la expresidenta. ¿Cómo se controlaría lo que pasa en el lugar? Desde el ministerio de Seguridad dejaron trascender que la custodia de Kirchner no puede cuidar que la condenada cumpla su pena. Pero sí podrían hacerlo agentes del Servicio Penitenciario Federal (SPF).
¿Pasará?
Con todo, Kirchner empezó a experimentar lo que sucede cuando se debe cumplir una pena de arresto. Aunque domiciliario, es una pena de encierro judicial al fin y al cabo. Fue notificada por policías de la Ciudad sobre su encierro. Si nada lo modifica, deberá permanecer en su confinamiento hasta el 16 de junio del 2031. A las doce del mediodía.
24/06/2025 a las 11:41 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Un país en transición, entre la ruptura y la reconstrucción
Jorge Liotti
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
22/6/025
La Argentina atraviesa una larga transición entre dos procesos contrapuestos que determinan todos los movimientos políticos y económicos. El primero es un proceso de ruptura, que se inició en 2023 con la irrupción en el poder de Javier Milei y el consecuente quiebre del sistema bicoalicionista que había regido durante una década y media.
Fue un terremoto tan potente que destruyó la edificación de alianzas, partidos y liderazgos, cuyos pedazos de mampostería siguen cayendo como reverberación de ese impacto telúrico. El ocaso de Pro y la licuación de la incidencia de Mauricio Macri; la dispersión del radicalismo con sus quiebres de bloque y sus escisiones; la feudalización del peronismo del interior y las disputas en la provincia de Buenos Aires entre el kirchnerismo y Axel Kicillof, son todas expresiones de esa implosión en cámara lenta, que sin duda va a extenderse hasta teñir las próximas elecciones de octubre.
El calendario electoral de este año ha exhibido un nivel inédito de fragmentación política, no sólo por el desdoblamiento de las fechas de los comicios, sino por la provincialización de la oferta, con alianzas y divisiones que responden a dinámicas estrictamente locales, desenganchadas de cualquier lógica ordenadora nacional. Es un sistema invertebrado.
El otro proceso en curso está guiado por un principio de reconstrucción, que busca reemplazar el antiguo régimen por una organización política y un modelo económico renovados. Este movimiento tiene al menos tres expresiones visibles. La primera es aportada por el ordenamiento macroeconómico y la baja de la inflación, que vienen a cumplir con la principal demanda de los votantes de 2023: superar el desorden del último tramo de la gestión del triángulo de caucho Alberto-Cristina-Sergio.
La segunda manifestación emerge del liderazgo y la centralidad que ejerce Javier Milei, quien con su estilo volcánico y cargado de excesos ha disimulado sus debilidades de origen. Recuperó el poder del sillón presidencial que había sido vaciado en la administración anterior y dominó la agenda pública durante la mayor parte del año y medio que lleva de mandato.
Y el tercer indicador son las expectativas sociales de una mejora en su situación y la del país, la novedad más consistente que muestran todas las encuestas. Son expectativas activadas más por la necesidad de creer que por una convicción real, pero que hasta ahora le han servido al Gobierno para mantener promesas vigentes pese a las penurias actuales.
Según un trabajo del consultor Fernando Moiguer, “la Argentina es el país de la región donde las expectativas más influyen en la percepción de la realidad de la gente, mucho más que su opinión sobre el presente. La sensación dominante es la de desencanto con esperanza”. Los encuestadores no dejan de sorprenderse de la actitud de votantes que dicen que la están pasando mal, pero al mismo tiempo siguen respaldando a Milei.
¿Alcanza con la estabilidad macroeconómica, el liderazgo presidencial y las expectativas sociales para reconstruir un país en estado de nervios permanente? Y en todo caso, ¿además de ser un vector de ruptura, Milei es también un reconstructor? ¿O su carácter de outsider y de fenómeno disruptivo le exige mantener una atmósfera de caos constante porque en la quietud el hechizo se disipa? ¿Representa el líder libertario el primer eslabón de una nueva etapa histórica o su hegemonía en realidad constituye un interregno que sólo cierra la era anterior?
Allí se balancea la dinámica actual de la Argentina, en una permanente tensión entre las últimas expresiones de la ruptura del viejo régimen y las manifestaciones de una gestación que todavía no se termina de corporizar.
UN PERONISMO CON TOBILLERA
Cristina Kirchner interpretó estas dinámicas y decidió transformar su detención en una representación para prolongar su incidencia en un tablero político que la estaba marginando. Antes del fallo de la Corte Suprema que ratificó la condena por Vialidad, era ignorada por el peronismo del interior y enfrentaba el desafío de Kicillof y los intendentes.
La masiva marcha del miércoles y la teatralización del balcón la reposicionaron de un modo fulminante y llevaron a la mayor parte del peronismo a encolumnarse detrás de ella. La unidad del PJ ahora quedó moldeada sobre su figura; es una unidad sin renovación. Como dice Pablo Knopoff, “el gran acierto de Cristina está en que los metió presos a todos, le puso la tobillera al conjunto del peronismo”.
Una muestra de esa centralidad coyuntural fue retratada por la consultora Ad Hoc, de Javier Correa, que midió el nivel de menciones en redes sociales entre el 9 y el 19 de junio. El resultado fue que por primera vez desde que los libertarios llegaron al poder Cristina Kirchner superó en volumen de menciones a Milei. Es sólo una foto, pero registra el momento. Habrá que ver si por fuera de la militancia ferviente, también se removió la emocionalidad escondida de los que se habían desencantado del peronismo tras el último experimento y estaban reacios a volver a creer.
La expresidenta logró extender la vigencia del pasado para tener una vida más, para ganar tiempo, para revivir una mística que se apagaba. Apeló a toda la simbología histórica, desde la detención de Juan Perón hasta la apelación a la proscripción, y le inyectó una dosis de utopía retrospectiva a su heredero Máximo, quien se dedicó a resaltar la época de oro del kirchnerismo, el de Néstor y Cristina. La única invitación prospectiva quedó sintetizada en la frase “vamos a volver”. La narrativa del futuro es una apelación al pasado.
Hubo un sector importante del peronismo que eludió la cita, porque se ilusiona con tener algún papel en la reconstrucción. La ausencia más sonora fue la de la CGT, que bascula entre una gerontocracia crepuscular y la necesidad de una renovación.
Pero también hubo una defección de los gobernadores, que sólo estuvieron representados por Kicillof y por el magnánimo Ricardo Quintela. Además, del bloque de 34 senadores nacionales que responden a Cristina, sólo participaron 20 de la movilización, y de los 98 integrantes de la bancada de diputados en el que participa Máximo concurrieron 31.
Hay un reflejo de supervivencia de sectores peronistas que entienden que Cristina es parte de la mampostería que sigue cayendo tras la ruptura del sistema. Incluso entre quienes marcharon el miércoles, hay quienes sólo lo hicieron con el objetivo de no mostrar indiferencia y evitar la etiqueta de la traición, como la mayoría de los intendentes que acompañaron a Kicillof.
Pasada la sensibilidad de la Plaza de Mayo, la primera materialización del escenario post condena se producirá al iniciar las conversaciones de cara a las elecciones bonaerenses de septiembre. Ese diálogo quedó interrumpido en los últimos diez días y será retomado esta semana.
En el entorno de Kicillof asumen que las huestes de Máximo se sentarán empoderados y buscarán dominar las candidaturas. El objetivo del gobernador es que la distribución sea más parecido a un 30%-30%-40%, entre su sector, el de Massa y el de La Cámpora. El kirchnerismo sostiene que la unidad es más importante que nunca y espera que Kicillof se muestre menos inflexible. “Cristina no está con espíritu belicoso hacia adentro de la fuerza”, describió Máximo a su entorno más cercano.
El cierre de las listas se avecina sangriento porque será la verdadera interna, reemplazará el espíritu de la denostada PASO. Por eso va a tener casi la misma importancia que la elección en sí misma.
Kicillof está en una verdadera encrucijada. Por un lado, piensa que no es momento de romper con el kirchnerismo porque lo puede dejar lesionado en su proyecto presidencial. Pero al mismo tiempo, tiene una fuerte presión de los intendentes que lo acompañan, que de ningún modo piensan negociar con La Cámpora.
La rebelión de los alcaldes es la novedad más notoria del panorama bonaerense. Están dispuestos a ir con lista corta a concejales si Kicillof cede en un acuerdo con Máximo en la boleta a legisladores provinciales. “Si esto ocurre, es muy difícil que los intendentes lo sigan apoyando a Axel en la próxima jugada porque habrá demostrado que no puede liderar la emancipación”, admiten entre quienes acompañan al gobernador. En el fondo, Kicillof también se contorsiona entre su ideal de ser parte de la restauración, y un pasado del que no se puede desligar tan fácilmente.
Para entender el nivel de tensión interna que rige en el peronismo bonaerense, sólo basta ver la cantidad de recaudos que tomaron los camporistas y los kicillofistas en la organización de la marcha para evitar enfrentamientos o situaciones hostiles entre las dos tribus.
Con ellos se han bifurcado dos modelos de construcción política que parecen cada vez menos asimilables. El kirchnerismo ingresó en una fase más purista con el liderazgo de su propio triángulo de hierro: Máximo, Wado de Pedro y Mayra Mendoza.
Este sector dejó de avalar reacciones violentas como las que dominaron la semana anterior por el temor a que eso pudiera condicionar la prisión domiciliaria de Cristina. Por eso hubo un cuidado especial en este punto y fue el tópico del que más se conversó en el segundo piso de San José 1111 en estos días.
El kicillofismo, en cambio, quiere transitar un camino más pragmático (a pesar del discurso económico intransigente del propio gobernador), con la idea de ser lo más amplio posible para derrotar a Milei. La idea de Máximo candidato en la tercera sección electoral, que es promovida por La Cámpora, sería un contrasentido para ellos. Ofrecen a cambio la postulación de Verónica Magario. El gran dilema es si tienen la fuerza necesaria para enfrentar el dominio kirchnerista en el conurbano.
LUCES AMARILLAS
El “efecto detención” no fue inocuo para el Gobierno, porque perdió temporalmente el control de la agenda y lo obligó a poner en pausa sus definiciones electorales. Milei no lidia con el pasado como Cristina a la hora de prometer un futuro mejor, sino con las vicisitudes del presente, porque los factores de reconstrucción que impulsa están encontrando algunas limitaciones.
La estabilización macroeconómica y la baja de la inflación constituyen los logros más valorados de la gestión libertaria, pero hay indicadores que empiezan a exponer ciertas dificultades en el plano productivo y laboral.
El incremento del desempleo que se conoció esta semana, que pasó del 6,4% en el último trimestre de 2024 al 7,9% en el primer trimestre de este año fue una señal. Al mismo tiempo, los índices de consumo mantienen una alta disparidad dependiendo del sector.
También empiezan a impactar los límites en las actualizaciones salariales. La Secretaría de Trabajo lo explicitó en su último informe, al señalar que “en abril de 2025, el dato provisorio del salario medio real del empleo en relación de dependencia del sector privado presentó una reducción del 1,6% en comparación con el nivel de marzo de 2025 (variación sin estacionalidad). De esta manera, se acumulan tres meses consecutivos de caída del salario medio real”. La mora en los pagos de los créditos bancarios es otro efecto reciente.
Los datos no son dramáticos y se dan en un contexto en el que hay un efecto compensación por la tendencia a la baja de la inflación. Pero sí dan cuenta de que hay una dificultad para proyectar en el corto plazo un repunte económico vigoroso en la percepción social. El proceso no termina de despegar todavía.
Moiguer visualiza una fractura en las dinámicas de consumo, que reflejan esta situación. En un informe titulado “La Argentina pesificada versus la Argentina dolarizada”, muestra cómo la clase alta, según sus palabras, “está sobreconsumiendo en forma explícita en dólares (viajes, compras en el exterior, atesoramiento), ahora sin vergüenza porque el Gobierno legitima la riqueza”, mientras que “la clase media clásica se achica y sobrevive, y la clase media-baja y baja se empieza a dar cuenta de que no tiene lugar en este nuevo modelo productivo, no está preparada para el cambio que se está dando”.
Remarca que “la recuperación económica no llega a todos y que profundiza las desigualdades”. Por ejemplo, mientras en el segmento C1 el 31% dice que no llega a fin de mes, esa cifra se eleva a 64% en el segmento más bajo.
Pero además agrega otro dato interesante que ya había explorado en un trabajo anterior: la fractura no sólo divide sectores por situación socioeconómica, sino también es una línea geográfica que separa zonas muy dinámicas, como el eje andino y parte de la Patagonia, impulsadas por la minería y la energía; y regiones con menos proyección, como el NEA y los grandes conurbanos de la zona centro. Esto también quedó en evidencia en el informe del Indec sobre desempleo, que midió una tasa del 5,1% en el NOA y del 4,9% en la Patagonia, que contrasta con el 9,7% del conurbano bonaerense.
Esto es lo que mira Cristina cuando exagera y dice que “el modelo se cae”. En el fondo busca opacar la idea de futuro, para expandir la vigencia de su pasado.
Con estos datos queda por determinar si lo que se visualiza es una recuperación en dos velocidades, y en consecuencia sólo es cuestión de esperar que se generalice el impacto de la recuperación económica, o si el modelo se sustenta a partir de una realidad dual.
La respuesta a este interrogante determinará la duración de las expectativas sociales en el Gobierno y definirá el plazo del crédito que le otorga. Es muy probable que la tolerancia se mantenga vigente para las elecciones de octubre; habrá que ver a partir del próximo año.
Retumba todavía en muchos sectores económicos la advertencia que hizo hace un mes el economista Ricardo Arriazu en AmCham, cuando anticipó que “va a haber destrucción y creación, y la destrucción va a ser mucho más rápida que la creación”.
El poder político de Milei probablemente sea refrendado en las elecciones, pero la sustentabilidad del proyecto libertario también dependerá de la administración que haga de esa transición entre la ruptura del viejo régimen y el surgimiento de una nueva matriz económica que sea percibida socialmente como sostenible e inclusiva.
Esa es la tensión mayor que subyace detrás del balcón de Cristina y de los tuits de Milei; detrás de las urnas y de los indicadores de empleo y consumo. En definitiva, si la Argentina transita el camino de la reconstrucción o incuba su próxima crisis.