Por Carlos Tórtora.-

Si algo demostró Javier Milei en su discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso es que su gobierno está sin rumbo. Dedicó el 80% del discurso a repasar mecánicamente sus supuestos logros de gestión y dejó entonces muy poco para hablar del futuro. El principal éxito que resaltó es el acuerdo con el FMI, pero éste no está cerrado y la pulseada continúa. Por lo demás, el presidente habló como un ministro de economía. No se refirió a la política exterior, la política nacional, los medios de comunicación ni la educación.

Sobre el tema hoy central de la política argentina, el Criptogate, el presidente eligió el camino de ignorar la realidad y hacer de cuenta que no pasa nada. Pero apenas unos minutos antes de ir al Congreso, Milei se enteró de las declaraciones del encargado de América Latina de la administración Trump, Mauricio Claver Carone. Éste dijo que el Criptogate es un tema complicado y que el gobierno de los EEUU investigará a fondo. Se trata de la primera señal preocupante que la Casa Rosada recibe desde la Casa Blanca.

Es que el inminente estallido del Criptogate en la justicia de los EEUU operaría como un factor que de algún modo incide negativamente en el acuerdo con el FMI, favoreciendo asimismo las presiones devaluatorias y el aumento de la desconfianza hacia el país. A esto hay que sumarle que la inflación de febrero -empujada sobre todo por el aumento de la carne- será obviamente superior a la de enero, acercándose a los 3 puntos.

La batalla electoral

La imagen de parálisis oficial que dejó en el Congreso el presidente tiene entonces sus explicaciones. En un año electoral, el gobierno sólo parece tener para ofrecer a la sociedad la profundización del ajuste. Las inversiones, que son el verdadero motor de la economía real, ni siquiera formaron parte del discurso presidencial, ante la evidencia de que lo que se registra casi a diario es la salida de empresas del país.

Es obvio que, para ganar las elecciones, el gobierno está obligado a superar el Criptogate, lo que parece imposible, y además a inventar algo que le permita fidelizar en las urnas el caudal que consiguió en el 2023. Parece que sólo una reactivación de la economía podría garantizarle el triunfo en octubre. Esta perspectiva se está ahora diluyendo. Ante esta realidad, a Milei sólo le estaría quedando recurrir al chantaje a los votantes antiperonistas. Si La Libertad Avanza pierde en octubre, diría el gobierno, el retorno del peronismo al poder sería inevitable.

La exasperación del entorno presidencial ante una realidad que ya no le responde quedó evidenciada con el descontrol de Santiago Caputo al agredir a Facundo Manes en la Cámara de Diputados.

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