Por Luis Alejandro Rizzi.-
Es muy sutil la diferencia entre “caudillo” y “líder”. Incluso la RAE los considera sinónimos; el primero tiene poder, el segundo autoridad; pasa que el poder se pierde y la autoridad no.
La persona con autoridad dialoga; el caudillo sólo sabe de monólogos y soliloquios.
Mauricio Macri, es o fue más caudillo que líder, como de algún modo lo es Milei. Los dos están lejos del liderazgo.
Los dos carecen de las virtudes que conforman la calidad de “líder”, carecen de ejemplaridad, no garantizan seguridad ni certezas culturales; en ese sentido son igualmente híbridos y amorfos.
Cristina también es en cierto modo “caudillo”, ella diría “caudilla”. Los tres tienen algo en común: pretenden “dominar” más que dirigir y, como sabemos, siempre en algún momento el “caudillismo” genera rivalidades.
Milei, Cristina y Macri están frente a los mismos problemas. Son incapaces de formar alianzas políticas. A lo sumo sólo pueden conformar “coaliciones” que son temporarias y efímeras.
La alianza política es más bien una sociedad con fines de largo plazo y en la que las decisiones se elaboran en ámbitos de consenso, todos aportan.
En la coalición, no existe una intención de largo plazo y en general se construyen alrededor de alguien que vendría a ser el “capitalista”, pero cuyo capital es insuficiente. Es el caso de Cristina y Milei, tienen un capital, pero no les alcanza.
En esa aliena de pensamiento, Macri es el más pobre, pero cree tener más “know how”, aportaría un capital mínimo, pero intangible, que no es posible ponderar. A la luz de lo que fue su gobierno, su “know how” tampoco sería valioso.
Eso explica sus dudas, en su “yo” quiere negociar con Milei, porque de algún modo se considera inspirador de las ideas liberales, con el PRO, como socio fundador de “Cambiemos” inscribió una marca, es decir, los derechos intelectuales del cambio que procura hacer Milei, le pertenecerían.
Ése es su capital.
Pasa que el poder político lo tiene Milei, quizás de modo sobredimensionado -Kputo y Karina- creen que lo necesitan sólo a nivel de “servicio”, lo relegan a ese lugar. El franquiciado LLA se considera más importante que quien se dice titular de la franquicia política.
Cristina tiene el mismo problema con Kicillof: éste considera que hay que renovar el negocio político del peronismo y el protagonista de ese cambio debe ser el minigobernador.
Nuestra crisis política actual es una crisis de “caudillos” y, como todo ese tipo de crisis, sólo se trafican “patéticas miserabilidades”.
Los caudillos, en los momentos difíciles, son cobardes, no dan la cara, mandan a sus “eunucos”, que se comportan como “sicarios”.
Milei y Macri, en el fondo de sus “YO”, saben que deben configurar una sociedad política, pero carecen de “vocación societaria”, creen en las sociedades de un solo socio, los demás obedecen y acatan.
Cristina escapa a esa regla, mantiene su poder y no necesita ponerlo en juego; por ahora le basta con su sombra, con su poder de veto.
Milei y Macri deben jugar sus cartas.
No hay empate.
Jorge Macri y ahora Eugenia Tallarico lo advierten; Karina y Kputo actúan.
Esta guerra de caudillos, algunos venidos a menos, como dijo Carlos Pagni ayer, en el diario La Nación, puede ser suicida.
Podría ser lo más probable.
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El informador púbico
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ES MEJOR SE RICO Y SANO QUE, POBRE Y ENFERMO.
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El abogado Rizzi advierte que los «aspirantes deben jugar sus cartas» y que se trata de un acto suicida: «¡La suerte está echada!».