Por Hernán Andrés Kruse.-
El 20 de mayo se cumplió el ducentésimo decimonoveno aniversario del nacimiento de uno de los pensadores liberales más relevantes de la historia. John Stuart Mill nació en Londres el 20 de mayo de 1806. Con apenas 8 años comenzó el estudio del latín y del álgebra. Dos años más tarde leía sin inconvenientes autores de la talla de Platón y Demóstenes. A los doce años, mientras leía los tratados lógicos de Aristóteles, comenzó a estudiar la lógica escolástica. Al año siguiente centró su atención en Adam Smith y David Ricardo. A los 14 años viajó a Francia donde residió durante un año. En Montpellier asistió a los cursos de invierno de química, zoología y lógica de la Facultad de Ciencias, así como a un curso de matemática superior. En Paría tuvo la oportunidad de codearse con varios líderes del Partido Liberal y parisinos notables, como Henri Saint-Simon. Con el correr de los años dejó a un lado (pero sólo en parte) el utilitarismo y se acercó a nuevas corrientes ideológicas, como el positivismo de Comte, el romanticismo y el socialismo.
Luego de recuperarse de una depresión, publicó, a la edad de 37 años, su primer libro titulado “Un sistema de lógica”. Entre 1865 y 1868 fue rector de la Universidad de St. Andrews y miembro del Parlamento de Westminster. Como diputado liberal abogó por el alivio de las cargas sobre Irlanda. En 1866 pidió el otorgamiento del derecho al voto a las mujeres. Además, defendió con ahínco las reformas sociales (sindicatos y cooperativas agrícolas). En su libro “Consideraciones sobre el gobierno representativo” defendió la representación proporcional, el voto único transferible y la extensión del sufragio. En 1868 se mostró a favor de la aplicación de la pena capital para delitos como el asesinato agravado. Un año antes había sido elegido miembro de la American Philosophical Society (fuente: Wikipedia, la Enciclopedia Libre).
Buceando en Google me encontré con un ensayo de Esperanza Guisán (Universidad de Santiago de Compostela) titulado “John Stuart Mill y el socialismo del futuro”. Expone con meridiana claridad el liberalismo humanista profesado por Mill.
“Doscientos años después de su nacimiento Mill sigue siendo tan mal interpretado que se llega hasta la caricatura, convirtiéndose el estudio de su aportación en una asignatura pendiente importantísima e imprescindible para fundamentar adecuadamente y convincentemente nuestras frágiles y tibias democracias. Un trabajo sobre el conjunto de su obra sería una tarea ardua e imposible de realizar en un corto periodo de tiempo. Por lo demás, como quiera que ya me he ocupado de la aportación de Mill en diversas ocasiones, se me permitirá limitarme aquí al estudio de las dos obras que considero centrales para comprender la teoría jurídica política y moral de Mill, aunque también haré alusión a otros trabajos suyos cuando el contexto lo requiera. Para ser más exacta me basaré para mis consideraciones sobre la aportación de Mill en sus dos obras más conocidas, On Liberty, y Utilitarianism, así como a una pequeña pero sustanciosa parte de su obra de 1848 Principles of Political Economy, a saber el capítulo VII del libro cuarto de dicha obra titulado en castellano «El futuro probable de las clases trabajadoras», capítulo que, de acuerdo con Mill le fue sugerido por su compañera y más tarde esposa Harriet Taylor Mill.
Pero antes de continuar, antes de aventurarme en la enojosa tarea de cotejar citas y fragmentos, quisiera manifestar lo que, de acuerdo con mi interpretación, Mill quiso dejar como legado a una humanidad cuyo bienestar material, psíquico y moral, le preocupaba primordialmente. Legado preciosísimo que muestra no sólo su capacidad poco común para comprender los problemas más acuciantes de su tiempo, sino que da cuenta de su comprensión de lo que hay de común entre todas las criaturas humanas, a la vez que puso en juego toda la fuerza de su vigor y su pasión moral para emancipar a todos los seres humanos de las servidumbres a las que habían sido sometidos ya bien por las élites dominantes, o por las mayorías desinformadas, por igual.
Como afirma Pedro Schwartz en su obra «La nueva economía política» de J. S. Mill, el autor de referencia siempre fue mal comprendido entre nosotros. Con palabras de Schwartz: «nunca se ha comprendido aquí el utilitarismo que constituye el trasfondo de toda la discusión de la filosofía moral y política de la era victoriana, pues lo solemos concebir como una actitud positivista en cuestiones éticas, en vez de la filosofía crítica que realmente es». De hecho, como también indica Schwartz, Mill ni siquiera fue comprendido en su propia época y en su propia patria, a lo que habría que añadir el desconocimiento de que es objeto en los círculos académicos contemporáneos, donde se intenta refutar a Mill al socaire de nuevas formulaciones liberales con matices más o menos socialistas, que no alcanzan ni con mucho, la hondura reformista y progresista de Mill.
Es cierto que Mill no estaba a favor de un socialismo de Estado, pero le repugnaban igualmente las injusticias derivadas del sistema capitalista. En su Autobiografía Mill se confiesa a sí mismo como socialista, por supuesto dentro de unos supuestos éticos que no supusieran la imposición gubernamental de la igualdad, sino el uso de la educación y la persuasión moral para lograr los fines apetecidos de salvaguardar la libertad y la igualdad al propio tiempo. Como el pensador colombiano Mauricio Salazar indica, Mill sostuvo «que superioridad del socialismo sobre el socialismo de menor escala, como las propuestas por los discípulos en el marco de comunidades no había razones necesarias para afirmar la de Owen y Fourier, los problemas de coordinación y gestión serían perfectamente manejables».
Afirmar que Mill llevó a cabo una contribución que bien podría ayudar a un desarrollo de un socialismo más profundo y más ético para el futuro, me parece una cuestión de justicia histórica. Sin duda su comprensión del ser humano es decididamente más profunda que la de los que pensaron que la igualdad podría ser impuesta por la fuerza armada o la coerción legal. Por lo demás, quienes desde posturas supuestamente progresistas obvian, olvidan o no tienen en cuenta a Mill, no son conscientes del inmenso potencial reformista que se contiene en la filosofía milliana, que podría suponer una ayuda insoslayable a la hora de reformular y fortalecer nuestra democracia, y proporcionar nuevo fuste moral, nuevo rigor y nuevo vigor, a las teorías progresistas”.
POR UNA DESEABLE IGUALDAD EN LIBERTAD
“Examinaré brevemente algunos fragmentos de los Principios de Economía Política, para pasar en dos posteriores apartados a considerar el valor y relevancia de la libertad y el bienestar privado y colectivo en la obra de Mill. La agudeza de este autor para relacionar nociones diversas como virtud, dignidad, justicia, igualdad, libertad, emancipación, auto-desarrollo, etc., ha sido frecuentemente infravalorada. Así en un texto de Hayeck de 1951 se reconoce a Mill como un pensador poco original si bien constituye una gran figura moral. Mi propósito en este trabajo no es simplemente explicar, exponer, criticar o valorar a Mill, sino contribuir a despojarle de las envolturas con las que prejuicios intelectuales y políticos han oscurecido la luz y el fuego contenidos en su aportación a una concepción más excelente de la sociedad y de los individuos.
Desde mi punto de vista, que es compartido por importantes estudiosos del utilitarismo, la excelencia moral de Mill es consecuencia tanto de su desarrollo moral como intelectual. Su finura para discernir entre lo positivo y lo negativo de las distintas concepciones éticas y políticas dice mucho a favor de la hondura de su pensamiento expuesto con envidiable rigor, concisión y claridad, lo que le convierte, a mi modo de ver, en un verdadero sabio que sabe expresar con sencillez y de modo asequible, pensamientos y reflexiones muy complejas, llevando así a un público muy amplio los resultados de su vasto y profundo saber.
El valor que Mill da a la igualdad es producto de su concepción progresista del ser humano que es únicamente feliz cuando ejerce su libertad al tiempo que vela por, y protege, la libertad de los demás. La posibilidad de compartir nuestra riqueza con los peor situados deriva de la creencia milliana de que «la humanidad es capaz de mostrar espíritu público en un grado mucho más elevado del que se acostumbra a suponer en la época actual». Para Mill si bien la intervención del gobierno en el reparto de propiedad podría tener consecuencias perjudiciales para el bien común, sin embargo, habían de sopesarse los resultados de una concepción capitalista y una concepción socialista de la economía, a fin de determinar cuál de ambas doctrinas es preferible desde una perspectiva moral.
El disgusto de Mill con el capitalismo es notable y su concepción de la propiedad privada justamente crítica, de acuerdo con mi punto de vista. Como afirma Mill: «Las leyes de la propiedad jamás se han ajustado a los principios en que descansa la justificación de la propiedad privada. Han creado la propiedad de cosas que nunca debieron de ser propiedad y la propiedad absoluta allí donde sólo debería existir propiedad condicionada». Y es que de acuerdo con Mill: “El orden social de la Europa moderna comenzó con un reparto de la propiedad que no fue el resultado de un reparto equitativo o de la adquisición mediante la actividad, sino de la conquista y la violencia”.
Para Mill el capitalismo podría fundamentarse sobre bases más éticas que la guerra y la conquista. El socialismo, tal vez, podría ofrecer mejores condiciones para el desarrollo humano. Por ello afirma Mill con cautela: «Aun sabemos demasiado poco para determinar lo que el sistema individual llevado a su mayor perfección, o el socialismo en la mejor de sus formas puede realizar para decir cúal de los dos sería la forma final de la sociedad humana». Añadiendo Mill que «la elección final dependerá probablemente… de la siguiente consideración: Cuál de los dos sistemas es compatible como la mayor suma de libertad», libertad que «aumenta en lugar de disminuir en intensidad en la medida en que la inteligencia y las facultades mentales se desarrollan más y más».
A pesar de que Mill no simpatizaba con el comunismo por cuanto limitaba la libertad espontánea humana, es implacable con el sistema capitalista imperante en su tiempo, al afirmar: «Las restricciones del comunismo serían libertad en comparación con la situación actual de la mayoría de la raza humana. La generalidad de los trabajadores en este país, y en casi todos los demás, tiene tan poca libertad para elegir su ocupación o para trasladarse de un sitio a otro… como en cualquier sistema poco diferente de absoluta esclavitud». La propuesta novedosa de Mill, para garantizar a un tiempo la libertad individual y la justicia, es la de explotar el beneficio moral que se deriva del trabajo en régimen cooperativo: «en el que la obediencia voluntaria (que se da en este tipo de empresas) lleva consigo un sentimiento del valor y de la dignidad personal», lográndose al propio tiempo «un aumento considerable de la producción».
Pero, en consonancia con sus valores preferenciales, el rendimiento económico de las cooperativas no es nada si se le compara con las mejoras morales que procura. Como afirma Mill, el beneficio material es nada «si se le compara con la revolución moral en la sociedad que lo acompañaría: el apaciguamiento del conflicto entre el capital y el trabajo, la transformación de la vida humana, convirtiendo la actual lucha de clases que tienen intereses opuestos, en una rivalidad amistosa en la persecución de un bien que es común a todos, la elevación de la dignidad del trabajo, una nueva sensación de seguridad y de independencia en la clase trabajadora y el convertir las ocupaciones cotidianas del ser humano en una escuela de simpatías sociales y de comprensión práctica». Añadiendo con optimismo Mill que «tal vez encontremos a través del principio cooperativo el camino para un cambio de sociedad que combine la libertad y la independencia del individuo con las ventajas morales, intelectuales y económicas de la producción colectiva», lográndose así una sociedad de la que se borrarán «todas las distinciones sociales, excepto las que se ganen por el trabajo».
El socialismo de Mill, a pesar de los estereotipos en boga, se acerca mucho más al socialismo maduro de nuestro tiempo que al socialismo utópico de su época. Quienes han acusado a Mill de idealista deberían tener en cuenta las prudentes observaciones que hace Mill a los socialistas que achacan todos los males a la «competitividad». «Son errores comunes a todos los socialistas olvidar la natural indolencia de la humanidad, su tendencia a la pasividad, a ser esclava de las costumbres». La teoría ético-política milliana es igualitarista pero no colectivista. El Estado tiene que intervenir para asegurar la educación, la salud pública, la construcción de carreteras, etc., etc. Pero se trata de una misión primordialmente emancipatoria. El Estado dota al individuo de los medios que lo hagan capaz de asumir su derecho a la libertad de decisión. «La instrucción –afirma Mill– es sólo una de las cosas necesarias para el progreso espiritual; otra, casi tan indispensable, es el ejercicio vigoroso de las energías activas: el trabajo, la iniciativa, el discernimiento, el dominio de sí mismo, y son las dificultades de la vida las que estimulan el desarrollo de estas cualidades». Para añadir más adelante: «La única garantía contra la esclavitud política es el freno que puede mantener sobre los gobernantes la difusión entre los gobernados de la inteligencia, la actividad y el espíritu crítico».
Más que la igualdad meramente material le preocupa a Mill la igual capacidad de cada individuo para desarrollar sus potencialidades. Así en el capítulo XI del libro cuarto de Principles of Political Economy, indica con claridad que es deber del Estado el intervenir por lo que a la universalización de la educación se refiere. Indica Mill al respecto que «cualquier gobierno bien intencionado y más o menos civilizado puede creer que… posee o puede poseer un grado de cultura superior al promedio de la comunidad que gobierna, y que por consiguiente debe ser capaz de ofrecer a la gente una instrucción y educación mejores que las que la mayor parte de ésta pediría espontáneamente». El Estado que Mill defiende no es sólo educador sino protector. Los padres, por ejemplo, deben ser tutelados por el gobierno para que traten a sus hijos debidamente, ya que «la autoridad paterna es tan susceptible de abuso como otra cualquiera», por lo tanto «es muy justo que se proteja a los niños y a los jóvenes, hasta donde pueda alcanzar el ojo y la mano del Estado, contra el peligro de hacerlos trabajar con exceso… tampoco deben tener los padres la libertad de privar a sus hijos de una educación conveniente, la mejor que las circunstancias les permitan recibir y que aquéllos podrían negarles por su indiferencia, sus recelos o su avaricia».
En suma, el gobierno se justifica por su contribución a la igualdad en libertad de sus ciudadanos, haciendo lo posible para que los individuos se impliquen personalmente en el desarrollo de las condiciones sociales, educacionales y económicas capaces de proveer los medios para la prosperidad física y moral. Con palabras de Mill: «Un buen gobierno prestará su ayuda en forma tal que estimule y eduque todo elemento de esfuerzo individual que pueda encontrar». La ayuda oficial cuando obedezca al hecho de faltar la iniciativa privada debe darse en forma que constituya, en cuanto sea posible, un curso de educación para el pueblo en el arte de realizar grandes objetivos por medio de la energía individual y la cooperación voluntaria. El párrafo final de Principles of Political Economy, es una muestra clara del principio de igual libertad para el desarrollo, moral y material. Allí afirma Mill: «No he creído necesario insistir aquí en aquella parte de las funciones del gobierno que todos admiten como indispensables: la función de prohibir y castigar todo aquello que en la conducta de los individuos que ejerzan su libertad es a todas luces perjudicial para otras personas, ya se trate de violencia, de fraude o de negligencia. Aun en el mejor Estado alcanzado hasta ahora por la civilización, es lamentable pensar cuán grande es la proporción de todos los esfuerzos y talentos del mundo que se emplean en neutralizarse unos a otros. Ninguna finalidad más propia del gobierno que la de reducir este ruinoso despilfarro lo más posible, tomando las medidas apropiadas para que las energías que hasta ahora gasta la humanidad en perjudicarse unos a otros, o en protegerse contra el daño, se dirijan hacia las fuerzas de la naturaleza para estar cada día más subordinado a la propiedad física y moral».
07/06/2025 a las 7:45 AM
Título
REMEMORANDO A UN EMBLEMA DEL HUMANISMO LIBERAL (1)
08/06/2025 a las 11:00 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Las amenazas que se ciernen sobre Milei
Joaquín Morales Solá
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
8/6/025
El Presidente debería darse una vuelta por la otra cara de la Luna. Su gobierno se entusiasmó en los últimos días con las divisiones de sus opositores, sobre todo los radicales y los de Pro, en la Cámara de Diputados. “Se vio claramente que Javier está solo en el escenario. No hay ningún líder en condiciones de competir con su liderazgo”, se escuchó muy cerca del despacho presidencial. Es cierto, pero solo de alguna manera.
La otra parte de la realidad es que esa atomización le niega a la administración uno o dos interlocutores para ordenar las políticas del Estado. Raúl Alfonsín y Néstor Kirchner coincidieron, sin saberlo, en la descripción de cómo les gustaba la oposición: “Prefiero conversar con uno o dos antes que discutir con una asamblea universitaria”, decían, irónicos. La prueba de que existe ahora una situación política inversa fue, precisamente, la votación en la Cámara de Diputados el miércoles último, que aprobó un proyecto que impone aumentos para los ingresos de los jubilados y también para el bono, que nunca se actualizó, y la restitución de la moratoria previsional, que concluyó en marzo.
La perspectiva es peor si se escucha al propio oficialismo en la Cámara de Diputados porque es escéptico cuando se le pregunta si contará con los votos necesarios para sostener el eventual veto del Presidente a ese proyecto. Esto sucedería, desde ya, si el Senado aprobara el proyecto sancionado por Diputados; los números le son más fáciles a la oposición en el Senado que en Diputados. De hecho, en la Cámara alta el perokirchnerismo está a solo tres votos de la mayoría si estuvieran en el recinto los 72 senadores que existen.
El Gobierno se cansó de anunciar que vetará cualquier proyecto que signifique más erogaciones para las arcas del Estado. El veto no es inmutable. “Los números están muy ajustados. No puede descartarse un rechazo al veto de Milei”, dijo un diputado que pertenece al mileísmo y que suele ingresar a la Casa de Gobierno cargado de chimentos parlamentarios. El proyecto fue aprobado por 142 votos y se necesitan 171 para conseguir los dos tercios, la mayoría necesaria para insistir sobre el proyecto. Pero el miércoles hubo 19 abstenciones y 28 ausencias; un total de 47 diputados no votaron. Se requerirán solo 29 votos más a favor del proyecto opositor para rechazar el veto de Milei. Tiene razón aquel diputado mileísta: los números están muy ajustados.
Una de las mayores sorpresas de la votación del miércoles la dio la bancada de Pro porque hubo nueve de sus diputados que se abstuvieron, cuando todos esperaban que ese bloque formara íntegramente parte de los que votaron en contra. Hubo figuras muy conocidas de ese partido, y de una innegable lealtad a Mauricio Macri, que se abstuvieron; por ejemplo, María Eugenia Vidal, Silvia Lospennato y Luciano Laspina. Sucede que ni Macri ni nadie puede justificar por qué el Gobierno no hizo nada con los jubilados desde el veto de hace casi un año, en agosto de 2024, a un proyecto, también de la oposición, para mejorar la situación previsional.
Entonces, Macri salió públicamente a defender el veto de Milei, pero ahora no tuvo respuestas al argumento de sus seguidores. “No podemos seguir avalando la inacción del Gobierno con los jubilados”, dijeron, y agregaron: “Podrían haber vendido empresas públicas y destinar ese dinero a los jubilados. Nosotros, cuando fuimos gobierno, les dimos a los jubilados toda la recaudación de impuestos que conseguimos con el blanqueo de dólares”, dijeron cerca del expresidente. Otra protesta de los diputados de Pro que se abstuvieron fue porque el Gobierno ni siquiera insistió en una negociación sobre el presupuesto de este año, que el oficialismo decidió congelar en Diputados a fines de 2024. Milei está gobernando en 2025 con el presupuesto de Alberto Fernández de 2023, que lo fue prorrogando con simples decretos. La vida es más fácil así.
Debe señalarse que Pro tuvo dos problemas en esa votación: uno fueron las razones consignadas por los que le son leales a Macri, y el otro fue el de los siete u ocho diputados de un bloque de 37 legisladores que le siguen siendo fieles a Patricia Bullrich. En rigor, hay una mayoría de diputados de Pro que aspira a un rápido abandono del bloque por parte de los seguidores de la ministra de Seguridad. “Las cosas serían mucho más simples para el bloque si ellos se fueran de una buena vez a La Libertad Avanza”, señaló un incondicional de Macri. Al final, el presidente del bloque de Pro, Cristian Ritondo, dio libertad de conciencia para que cada diputado votara como quisiera. Ritondo es siempre más optimista que cualquier otro dirigente de Pro, sobre todo cuando habla de la relación de su partido con el gobierno de Milei, pero sigue siendo leal a Macri. Libertad de conciencia no fue lo que dio Macri en agosto del año pasado si se busca esa información en cualquier hemeroteca. Aquella vez, el expresidente salió frontalmente en defensa de Milei (y de su veto), aunque el proyecto votado por la oposición también beneficiaba a los jubilados. El veto a cualquier iniciativa que mejore la pésima situación de los jubilados es siempre impopular.
Entre jubilaciones y pensiones, hay cerca de siete millones de argentinos cuyos ingresos provienen de la históricamente maltratada Anses. Ese universo es mucho más amplio porque existen familiares y amigos directos de los beneficiarios del sistema previsional y porque, además, las familias se deben hacer cargo de las personas mayores cuando las jubilaciones no sirven para nada. En síntesis, es difícil para cualquier político seguir diciéndoles que no a los jubilados mientras a nadie se le ocurre una idea, ni nueva ni vieja. El propio Presidente pagará un precio político cuando concrete el veto al proyecto de la oposición. “Lo pagaremos. El superávit no se negocia”, responde un alto funcionario. Muy bien. Pero ¿hicieron algo para encontrar una solución que no signifique sacrificar el superávit? No. Hay también un problema de gestión en la administración de Milei. Sus logros se limitan por ahora a los asuntos que controla el ministro de Economía, Luis Caputo, quien debería callar cuando le preguntan sobre política y periodismo y seguir administrando los números, que es lo suyo.
Aunque digan lo contrario, las cosas no están bien en las negociaciones entre La Libertad Avanza y Pro por un acuerdo electoral nacional y en la provincia de Buenos Aires. Existen los voluntaristas –cómo no–, pero también quienes ven con ojos desconfiados que el mileísmo quiera un acuerdo en el que la eventual coalición nacional debería llevar el nombre de La Libertad Avanza en todo el país. No hay antecedentes de una alianza electoral con el nombre de uno solo de los partidos que la integran. Sucede que Milei festejó su victoria en la Capital como si hubiera ganado con el 50 por ciento de los votos; actúa como un triunfador serial. No fue así: sacó el 30 por ciento de los votos del 50 por ciento del electorado que fue a votar. Un triunfo módico. Ese potencial acuerdo electoral nacional con Pro se complica también porque no incluiría a la Capital Federal, donde está Jorge Macri, convertido por Milei en uno de sus peores enemigos. El obstáculo existe, aunque la elección de Jorge Macri ya pasó; los próximos comicios porteños ocurrirán en octubre y serán un problema de los dirigentes nacionales de su partido. Sin embargo, ¿pueden estos ignorar que el Presidente desdeña y destrata al jefe del gobierno capitalino, que es, a la vez, un dirigente de Pro? Difícil, si no imposible.
La crisis del radicalismo es peor. Si se observa bien cómo votaron los diputados el proyecto de las jubilaciones, hubo radicales en todas las camarillas: en las que votaron a favor, en contra, en las abstenciones y entre los ausentes. La conducción nacional, en manos de Martín Lousteau, ni siquiera se pronunció sobre el tema; tampoco les dio una indicación a los gobernadores. Ningún gobernador radical mira hoy al comité nacional de su partido; solo quiere hacer el mejor acuerdo posible con el gobierno de Milei. A algunos los desespera la situación económica, porque el gobierno federal les gira menos dinero que el que les corresponde y las obras públicas están totalmente paralizadas, y otros necesitan una alianza electoral para ganar las próximas elecciones. El problema es siempre el mismo. ¿Aceptará un gobernador como el radical Alfredo Cornejo, el mendocino conocido por su fuerte carácter, que le imponga Milei el nombre de La Libertad Avanza a una coalición nacional de varios partidos? Vale la pena hacerse esa pregunta porque Cornejo quiere una alianza con el gobierno nacional, pero la imposición del mileísmo podría ser intolerable para él. La rutina política le está indicando al Presidente que le resultaría mejor seducir a sus potenciales aliados (en lugar de provocarlos) y tomar nota de que la extrema fragmentación de su oposición tiene dos caras. La cara que él no ve muestra un Congreso, ya naturalmente esquivo para Milei, integrado por bloques no mileístas, atomizados, cuyos diputados han descubierto el placer de darse todos los gustos en vida.
El peronismo atraviesa una crisis de mayor relevancia porque simplemente vive una realidad que no es la suya. Mientras sus dirigentes más prominentes discuten sobre si les conviene –o no– una propuesta electoral de unidad con Cristina Kirchner, el mundo judicial sabe que es probable que la expresidenta quede dentro de pocos días fuera de la carrera electoral. Ella lo sabe perfectamente, pero simula que no lo sabe. De esa manera, cuando ocurra la decisión de la Corte Suprema, si es que ocurre desde ya, podrá actuar la sorpresa (siempre tuvo capacidad actoral) y denunciar a los gritos que fue proscripta luego de que se conoció su decisión de ser candidata provincial en Buenos Aires por la tercera sección. Dirá, por lo tanto, que le prohibieron ayudar al triunfo electoral del partido cuya jefatura está en sus manos. Es al revés: el peronismo de la tercera sección electoral bonaerense no la necesita para ganar. Casi siempre ganó ahí; solo perdió con Alfonsín en 1983 y 1985, y con Graciela Fernández Meijide en 1997. Tres veces en 40 años de democracia. Los fueros parlamentarios son más importantes para ella que su ayuda al peronismo.
La pregunta, entonces, es pertinente: ¿puede la Corte Suprema separar a Cristina Kirchner de la carrera política y electoral? La primera respuesta es obvia: puede. ¿Está en condiciones de hacerlo? Desde el martes pasado, cuando rechazó la recusación de la expresidenta al juez de la Corte Ricardo Lorenzetti, el máximo tribunal de justicia está en condiciones de tratar la sentencia que la condenó por corrupción en la obra pública a seis años de prisión efectiva y a la inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos. Los tres jueces de la Corte (Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y el propio Lorenzetti) podrían debatir el caso no el próximo martes, pero sí a partir del martes siguiente, 17 de junio. Los jueces supremos ya tienen en su poder todas las opiniones de funcionarios judiciales que les son necesarias para resolver. Pueden tomar una decisión. ¿Qué decisión tomarán? Los jueces son herméticos, pero funcionarios cercanos a ellos deslizaron esta inferencia: la Corte rechazó todos los recursos que Cristina Kirchner presentó en esta causa. ¿Por qué ahora, se preguntan, le aceptaría un planteo que significaría ignorar la decisión de dos instancias, el tribunal oral y la Cámara de Casación, que resolvieron de manera idéntica?
La única duda consiste en saber si existe algún juez supremo dispuesto a hacerle a Cristina un favor disimulado y pedir una pena mayor para ella. Como se necesita una resolución votada por la unanimidad de los tres magistrados que existen, la Corte deberá en el caso de una disidencia convocar a conjueces. El tiempo pasará y Cristina ya tendrá fueros cuando la Corte decida. ¿Existe esa posibilidad? Difícil, pero no imposible. Por eso, la Corte debería decidir lo más lejos posible del momento en que comenzarán a vencer los plazos electorales en la provincia de Buenos Aires. El 9 de julio vencerá el plazo para presentar alianzas y diez días después, el 19, será la última oportunidad para presentar candidatos. Luego, el 21 de julio, comenzará la feria judicial de invierno, que durará hasta el 1° de agosto. El tiempo se encoge. El peronismo también debate, patalea y negocia sin dar antes una vuelta por la otra cara de la Luna.
08/06/2025 a las 11:06 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Alertas para Milei, ¿la suerte de Cristina está echada?
Eduardo van der Kooy
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
8/6/025
El gobierno de Javier Milei parece estar asfaltando su camino hacia las legislativas de octubre bajo dos presupuestos. La baja de la inflación sería la condición determinante que le permitiría garantizarse una victoria. La polarización con Cristina Fernández, sobre todo en Buenos Aires, resultaría el complemento perfecto para consolidar el gran salto político con el que sueñan los libertarios.
El Presidente ha consolidado otro paso en la persecución de aquel objetivo. Con la colaboración de los diputados del PRO, Cristian Ritondo y Diego Santilli, viene diseñando las listas bonaerenses (para septiembre y octubre) en las cuales La Libertad Avanza afianzará su predominio. Valdría señalar otro detalle: aquel par de dirigentes votó en contra del aumento a los jubilados en la Cámara baja a diferencia de la línea del “macrismo puro” que optó por la abstención. Fueron nueve, entre ellas María Eugenia Vidal y Silvia Lospennato. Se afirma que Ritondo actúa como delegado personal de Mauricio Macri en las negociaciones que suele comandar Karina Milei.
Aquellos presupuestos libertarios, sin embargo, no podrían considerarse una garantía absoluta cuando todavía restan casi cinco meses para las elecciones. Existen indicios de que el humor social estaría exhibiendo algunas mutaciones. No tanto referidos al aval mayoritario que conserva el Presidente. Apuntan a nuevas demandas que no estarían siendo ni satisfechas ni contempladas. La baja de la inflación empieza a formar parte de los beneficios que la sociedad considera adquiridos.
Un estudio nacional de mayo de la consultora Hugo Haime refleja esa realidad. La principal preocupación popular serían ahora los bajos salarios (34%). Le siguen la corrupción (30%), la pobreza (29%), la inseguridad (24%), el desempleo (23%) y recién después el alza de precios. En la pirámide de evaluación se ubica en el sexto lugar. En este tópico merece mencionarse otra cosa. Aún entre aquellos que reconocen el logro, un 54% declara que para llegar a fin de mes ha dejado de comprar cosas que necesitaría. Sólo un 33% dice que le alcanza para vivir con los ingresos familiares.
Ese estado de cosas tendería a complicarse por el modo en que el Gobierno acostumbra a encarar los conflictos sociales, algunos de ellos simbólicos, de gran sensibilidad colectiva. Nunca se ha ocupado de atender la situación de los jubilados. No refiere a la marcha que todas las semanas se realiza frente al Congreso. La Argentina sabe que el sistema previsional está quebrado y que la responsabilidad política le cabe en gran medida al kirchnerismo. No se avizora en Milei ni en los libertarios ninguna preocupación respecto de ese sector postergado.
Esa ajenidad oficial terminó teniendo derivaciones políticas. Una oposición heterogénea y desarticulada –salvo el bloque de Unión por la Patria -juntó quórum de Diputados y acopió 143 votos para darle media sanción a un aumento del 7,2% a los jubilados y una mejora también en el bono mensual. Falta todavía el tránsito en el Senado. El Gobierno se ocupó de repetir que Milei vetará todo.
Se produjo, por otra parte, un trastoque de ciertos vínculos políticos que el Gobierno había trabajado con éxito hasta ahora. La relación con gobernadores. Tres de sus aliados más consecuentes (Osvaldo Jaldo, Tucumán; Raúl Jalil, Catamarca, y Gustavo Sáenz, Salta) que habían ordenado a sus diputados boicotear el quórum en una sesión anterior, les aconsejaron ahora votar a favor de los jubilados y de la emergencia en discapacidad.
Los 22 jefes provinciales, incluido Jorge Macri, de la Ciudad, habían mantenido una cumbre para quejarse por la merma en la distribución de los fondos coparticipables y la ausencia de apoyo para obras nacionales de infraestructura. El mandatario de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, acaba de gestionar un endeudamiento de US$ 1.000 millones para inversiones en el sistema productivo. El dirigente radical tiró un dardo: “No se sale adelante con capital financiero ni con criptomonedas”, aseguró. El dirigente parece poseer un margen de acción ante la Casa Rosada del que carecerían otros. Los macristas Rogelio Frigerio, de Entre Ríos, e Ignacio Torres, de Chubut fueron advertidos por los libertarios de que les armarían listas paralelas para las legislativas si se atrevían a sacar los pies del plato.
El Gobierno deberá, tal vez con urgencia, rehacer muchos de aquellos hilvanes políticos para afrontar un tema que le resulta crucial. Los dólares del colchón que se pretende sean volcados en el mercado para vitalizar una economía aún con claros síntomas de anemia. Luis Caputo confirmó que los proyectos ya están en el Congreso para promover una reforma de la ley penal tributaria. Suerte de garantía o blindaje para los ciudadanos que estén dispuestos a blanquear sus ahorros. Es evidente la reticencia porque, más allá de leyes y promesas, la administración libertaria no ha conseguido todavía infundir confianza desde la acción política.
Ese déficit a lo mejor proviene de múltiples orígenes. Está aquella ajenidad respecto a la desventura de los jubilados. Sucedió además el imperdonable agravio de Milei y los libertarios contra un niño de 12 años, de condición autista, activista de las redes, que exhibió fotografías con infinidad de dirigentes políticos, entre tantos Cristina Fernández y Sergio Massa. También el Gobierno pareció dejar al garete un largo conflicto en el Hospital Garrahan, el centro pediátrico más importante de la Argentina. Alguna vez hizo lo mismo con el financiamiento universitario. Tuvo su escarmiento y retrocedió.
El pleito es por la situación salarial y, sobre todo, por la precariedad con la que se desempeñan los médicos residentes. El Gobierno llamó a una conciliación obligatoria, pero envió a dos empleados administrativos que adujeron que querían información. Se lanzó una medida de fuerza de la cual debieron bajarse los residentes porque, según denunciaron, fueron amenazados con una cesantía. Los libertarios contaron con una ayuda inestimable: la intromisión de la Asociación de Trabajadores del Estados (ATE) que intoxicó la escena y favoreció sus argumentos sobre la supuesta politización de la demanda. La protección de “los ñoquis” que denuncia en el establecimiento.
¿Resulta tan poderosa la centralidad indiscutida de Milei, que sería capaz de absorber todos esos costos sin bajar las expectativas para octubre? ¿Le alcanzará también con criticar a “la casta”, al periodismo o agitar el fantasma de Cristina para superar el desafío de las legislativas? Interpelaciones imposibles de ser respondidas ahora mismo.
Algunas de esas cosas podrían cambiar. De hecho, no parece una casualidad que la ex presidenta haya confirmado con mucha antelación que será candidata en la Tercera Sección Electoral de Buenos Aires (el Sur). Tampoco, la reiniciación de contactos con Axel Kicillof para consagrar de alguna forma la unidad. Estaría en la búsqueda de la mayor densidad política interna y externa. ¿Le temería tanto de verdad al desafío combinado de libertarios y macristas?
Es posible. También habría que tener presente que la ex presidenta no descarta que en algún tiempo muy cercano, antes del cierre de las listas bonaerenses del 19 de julio, pueda tener un cierre su situación judicial. Probablemente la Corte Suprema se expida, como paso definitivo, sobre el recurso de queja directo presentado por la defensa de Cristina después del rechazo que sufrieron las mismas presentaciones ante la Cámara de Casación Penal.
El asunto en cuestión es la causa Vialidad, una cadena de favores con la obra pública en favor del empresario Lázaro Báez, por la cual el Tribunal Oral Federal 2 condenó a Cristina a seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos por administración fraudulenta. La absolvió, en cambio, del cargo de asociación ilícita.
Los miembros de la Corte dieron una primera señal sobre la voluntad de progresar con el tema cuando la semana pasada rechazaron la recusación que Cristina había pedido contra el juez Ricardo Lorenzetti. Sabía que esa maniobra estaba condenada al fracaso: no existe en la historia ningún antecedente de un juez supremo recusado. Se trataba de ganar tiempo. Los tres magistrados resolvieron con celeridad.
Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y Lorenzetti se dedicarán ahora a estudiar los pormenores del rechazo realizado por la Cámara de Casación Penal a los recursos extraordinarios de la ex presidenta. En esa sentencia los jueces Mariano Borinsky y Diego Barroetaveña argumentaron de la misma manera. El tercer integrante de esa Sala IV, Gustavo Hornos, expuso una disidencia parcial al sostener que debía considerarse la aplicación de la figura de asociación ilícita. En el mismo sentido se expidió a mediados de mayo el procurador general, Eduardo Casal.
Los indicios indicarían que la Corte se limitaría a analizar la existencia o no de algún vicio de inconstitucionalidad en los recursos rechazados por la Cámara de Casación Penal. No habría cabida, según el criterio de los tres jueces, para otra cosa. Ni la convalidación de la asociación ilícita ni el aumento de los años de condena. Eso probablemente agilizaría el trámite.
La ex presidenta tiene decidido, porque intuye un desenlace desfavorable, recurrir a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Mientras tanto se dedica a aglutinar al peronismo en Buenos Aires y trata de acercar vínculos con los gobernadores partidarios. También, planear con Kicillof un plan B en caso de que no pudiera competir. Se sabe que acudirá al argumento de la proscripción. Familiar para la historia del peronismo.
Se vive en el kirchnerismo una tensión extrema que también embarga de dudas a los libertarios de Milei. ¿Qué sucedería con la estrategia de la polarización si la dama al final no está?
08/06/2025 a las 11:12 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Final anunciado entre la tobillera y la épica
Roberto García
Fuente: Perfil
(*) Notiar.com.ar
8/6/025
Mientras uno escribe, quizás ya pudo haber sido suscripta la resolución de la Corte Suprema sobre la prisión de Cristina Fernández de Kirchner y su inhabilitación política por los tres miembros del tribunal (Rosatti, Rosenkrantz y Lorenzetti). O está ocurriendo en este momento. O dentro de un rato. O, tal vez, dentro de unos días. Tampoco necesariamente saldrá este martes en el plenario semanal, como se ha anticipado: el poderoso trío no requiere siquiera de un encuentro presencial para pronunciarse, carece de fecha obligada y hasta puede acordar y firmar desde cualquier punto del país por vía electrónica. Solo están inhibidos de hacerlo fuera del territorio nacional, y por el momento ninguno de los tres ha pensado en viajar.
Como se cae de maduro, a la viuda de Kirchner le van a clavar un 280 –en estas épocas, “un 280 no se le niega a nadie”, diría Jorge Asís–, un sello que confirma la condena de cárcel por los próximos años y la imposibilidad de ejercer cargos públicos dictada por tribunales anteriores. Obvio: le impiden postularse como candidata en la provincia de Buenos Aires, según prometió hace cinco días desde su canal, conociendo ya el veredicto futuro. Como si fuera a impedirlo desde una tribuna mediática. Pero su caso es penal, no político; ya pasó lo mismo con Milagro Sala, Urribarri o Boudou en la misma Corte, por no hablar de una calaña de intendentes de diversos colores. Se trata de plata robada, quemada, desaparecida.
Viene un tránsito penoso para la dama: a pesar de las advertencias, casi nadie se ha preparado para el presidio, aunque sea en su propia casa por razones de edad; tampoco para un cerrojo de alerta en una de las partes que más detesta de su cuerpo: el tobillo. A partir de la decisión cortesana, las primeras jornadas para Cristina pueden ser complicadas, aun si logra que la encierren en una alcaidía en lugar de una cárcel común, antes de que le acepten su destino hogareño. Trámites engorrosos, obligaciones de preso común bajo las normas del Servicio Penitenciario, considerado para muchos como una humillación para quien ha sido dos veces presidenta de la Nación.
La velocidad de la Corte en pronunciarse se corresponde: el abogado de Cristina, Carlos Beraldi, presentó una queja de diez carillas; su lectura no insume demasiado tiempo. Para algunos, se trata de una pieza poco creativa, al menos con menor imaginación que la que en su momento destacaron los letrados de Carlos Menem en su defensa. Otros críticos del paquete de abogados defensores de la viuda y de otros condenados peronistas son considerados más tuiteros que profesionales del rubro, aunque existe una razonable coincidencia contra la acusación y condena: sostienen que no procede. La responsabilidad de ella sobre los delitos cometidos en la causa Vialidad es mediata –justamente como la Junta Militar o Menem–, ella no firmó ningún cheque, no hay precisiones de que haya cobrado en forma anómala. Por otra parte, resulta controversial con la Constitución que le imputen administración fraudulenta: los actos de gobierno son inmunes.
Sin embargo, la situación actual de Cristina es difícil, con la tobillera en ciernes como mejor alternativa de vida, y mucho más arduo se vuelve su futuro jurídico: antes de fin de año empieza el juicio oral por el jugoso tema de los cuadernos, con multitud de empresarios y funcionarios involucrados; y luego, la renacida causa del pacto con Irán, que a ella la afectaba particularmente. Sobre llovido, inundado.
Como bien informada, al lanzar su candidatura provincial por TV, la expresidenta sospechaba del inevitable desenlace cortesano que se espera en cualquier momento: su postulación pública no invocó ningún objetivo bonaerense, ni siquiera explicó la razón por la cual se presentaba. Falta total de contenido político. Inexplicable para una dirigente de su talla. Más bien pareció adjudicarse el rol del payador perseguido –“pena sobre pena y pena”, Atahualpa–, la personalización de sus desgracias por el lawfare en lugar de ofrecer mejoras para los ciudadanos que podrían votarla. Como siempre, exceso de protagonismo.
Para colmo, otra crudeza de vida en el lanzamiento: se propuso representar a un distrito gigantesco que ni conoce, con locaciones múltiples bajo el título de La Matanza, que es la sede territorial de corruptelas de todo tipo: indigencia, clientelismo, falta de agua corriente, cloacas y asfalto, guarida de criminales, abundancia de falopas varias y villas de emergencia, el continente de La Salada, desarmaderos. Justamente, la sección electoral que simboliza una decadencia irreparable desarrollada y aumentada por el kirchnerismo en los últimos 25 años. También teatro de operaciones de La Cámpora para hacer más pobres a los pobres con la excusa de la igualdad. Un dislate.
Para colmo, otra crudeza de vida en el lanzamiento: se propuso representar a un distrito gigantesco que ni conoce, con locaciones múltiples bajo el título de La Matanza.
En la pantalla, orgullosa, Cristina supo disimular sus peores días por venir y debe confiar en que las multitudes, como el confinamiento de Perón en la isla Martín García, la rescaten de un destino indeseable. Para lucrar como Evita y Cipriano Reyes en las manifestaciones del 45, aparecen sucesores de diverso linaje, pelaje y procedencia. Se espera que, por preservar el medio ambiente, las protestas a surgir no copien a las que se hicieron por la prisión de Milagro Sala en la Plaza Lavalle (llenaron las calles con bolsas de basura, como llevar una botella de leche a un humilde dispensario), y nadie ofrece certeza sobre la dimensión del gentío a convocar, entre otros, por personajes como Juan Grabois, quien a esta altura ya se cree más hijo que Máximo. Aunque no rechace una expectativa de esas características, tal vez Cristina se contente con repetir el sino de Lula o de otros líderes africanos, quienes purgaron cárcel y luego volvieron al poder (Mandela, Burguesa, Kenyatta). Finalmente, África ha crecido hasta parecerse al conurbano bonaerense, y el conurbano bonaerense ha descendido a los peores niveles africanos.
08/06/2025 a las 11:20 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
El presente de Donald Trump, ¿es el futuro que nos espera con Javier Milei?
Marcos Novaro
Fuente: TN
(*) Notiar.com.ar
8/6/025
Los cambios que propone el mileísmo, la versión argentina del movimiento global que entroniza a las derechas populistas radicalizadas como expresión del futuro de occidente, han logrado una excepcional convocatoria entre nosotros. Y esto va camino a ratificarse en las próximas elecciones.
La explicación es obvia: más allá del clima mundial que la favorece, y de las virtudes que pueda tener Milei como su líder y comunicador, los enormes problemas acumulados de la mano de su contracara, el populismo del otro extremo del espectro que nos gobernó en los últimos 20 años, generaron una gran disposición a ensayar el tipo de soluciones que ella ofrece, y tolerar sus costos.
Aunque también es obvio a esta altura que nuestros libertarios, además de cambios, ofrecen continuidades, y sus soluciones nos pueden traer cada vez más problemas: entre otras cosas, porque repiten con entusiasmo creciente muchos vicios institucionales del kirchnerismo. Puede que el daño para la democracia, y directa o indirectamente también para las reglas de juego económicas, vayan incrementándose con el tiempo.
Cabe preguntarse, entonces, ¿el futuro que nos espera de la mano de Javier Milei será como el presente de Donald Trump?
Por lo que se ha podido ver, en su segundo mandato, el republicano está lanzado a hacer macanas mucho más graves que en el primero. Y en varios rubros, ellas acarrean ya costos muy difíciles de revertir, porque disparan procesos acumulativos que no tienen vuelta atrás. Para listar solo los principales:
1. Abuso de los poderes presidenciales y debilitamiento del Estado de derecho. La acumulación de decisiones por decreto que generaron conflictos de constitucionalidad es ya inédita para un sistema político que fue tradicionalmente muy celoso contra el arbitrio gubernamental.
2. Desmantelamiento del soft power democrático (USAID, etc.) y debilitamiento de la alianza atlántica (ataques a la UE, abandono de Ucrania), y su reemplazo por una ética transaccional y oportunista en la política exterior, que favorece el avance de los autoritarismos y los nacionalismos aislacionistas.
3. Guerra tarifaria que debilita el comercio internacional y a las economías abiertas, al cerrar tal vez definitivamente una era de globalización que permitió un sostenido y extendido crecimiento de países periféricos.
4. Debilitamiento de la administración tributaria (achicamiento del IRS promovido por DOGE) y de la ya desde antes precaria sustentabilidad de las finanzas públicas (BBB, Big Beautiful Bill).
5. Politización de agencias críticas del estado (servicios de inteligencia, organismos de defensa y seguridad, fiscalías, etc.) a través de purgas de funcionarios técnicos y nuevas reglas de reclutamiento militante de los burócratas.
6. Destrucción de las instituciones académicas, de su autonomía y financiamiento, en particular en áreas críticas para el desarrollo tecnológico y la salud.
7. Finalmente, hiperpolarización de la escena pública, ataque sistemático contra el disenso y el debate, con la promoción simultánea de la “prensa” militante y el desprestigio del periodismo independiente.
Solo en los últimos dos puntos es bien visible que Milei replica las políticas de Trump. En el séptimo, y lo mismo podría decirse en parte del primero y del quinto, en verdad sobre todo replica, y por ahora moderadamente, las prácticas y los objetivos de sus antecesores kirchneristas. Cosa que no lo disculpa, pero sí acota el daño que cabe esperar de sus actos. En los otros terrenos, del segundo al cuarto, más bien el programa libertario persigue los objetivos opuestos que el de Trump, y sus políticas son muy distintas y superadoras de las que impulsaron los K. Por su occidentalismo, el interés en el comercio internacional, el fortalecimiento del sistema tributario y de las finanzas públicas, está más cerca de Giorgia Meloni y de algunos líderes de la derecha moderada europea, que del trumpismo, de las políticas de Nigel Farage y Reform UK, de Victor Orban o Alternativa para Alemania.
Nada de esto debería llamar la atención: no es lo mismo ganar una elección con el programa de cerrar una de las economías más abiertas del planeta, que hacerlo con la promesa de abrir una de las más cerradas; ni atacar instituciones públicas ya muy politizadas e ineficientes, que hacerlo con el FBI, Usaid y los programas públicos norteamericanos de investigación en salud.
Pero también es cierto que nuestras peculiaridades puede que sean sobre todo fruto del contexto, y de condiciones transitorias. En primer lugar, de las urgencias económicas y fiscales que debe resolver quien gobierne la Argentina de hoy. Y en segundo lugar y más importante, de los recursos políticos muy acotados a su disposición.
En cuanto a la debilidad relativa del gobierno mileísta, es claro que está moderando su capacidad de daño. Porque le impide hacer todo lo que quisiera, por caso, en el terreno de la politización de las instituciones públicas, el fortalecimiento del decisionismo presidencial y las restricciones al debate público.
Pero no olvidemos que estamos comparando el primer turno de Milei con el segundo de Trump. En el primer mandato del republicano, gracias a los frenos partidarios e institucionales que aún existían, y restringieron las iniciativas presidenciales, también el daño fue acotado. Algo parecido a lo que está sucediendo de momento con Milei. Pero si la historia se repitiera, cabría esperar que la situación fuera para peor en todos los terrenos recién mencionados en caso de que éste accediera a un segundo mandato. O incluso antes: eso podría suceder ya en la segunda parte del mandato en curso, si el Gobierno nacional consigue más respaldo de la opinión pública, se libera de las restricciones y condiciones que le han impuesto hasta aquí algunos de sus aliados moderados, y sobre todo, si consigue más recursos y más margen de libertad a medida que las urgencias económicas remiten.
Y al respecto pueden empeorar las cosas otros dos fenómenos, en parte asociados y convergentes con lo anterior.
Por un lado, la gestión de las crisis económicas exige más compromiso de las autoridades con reglas de juego generales, y permite de momento menos inversión de su parte detrás de objetivos políticos e ideológicos, pero solo mientras dura la emergencia. En cuanto ella se supera, se abre la posibilidad de que suceda lo contrario: que se usen las credenciales ganadas en el combate de la inflación y la decadencia económica para alimentar otros planes, como la “batalla cultural”, y justificar más polarización, politización y manipulación del aparato estatal.
Algo de esto ya estamos viendo en actitudes poco tiempo atrás impensables de parte de los principales responsables de las reformas económicas: Luis Caputo imitando al Gordo Dan en su ofensiva intervención contra Ricardo Darín, y Federico Sturzenegger minimizando un delito electoral, como fue el video fake contra Mauricio Macri, como si hubiera sido solo un “chiste”, y uno que además parece que le resultó gracioso, dieron alarmantes muestras de cómo se naturalizan las peores prácticas en el seno del Gobierno, y cómo él en su conjunto se va orientando, en cuanto tiene oportunidad, detrás de los objetivos políticos más dañinos.
Por otro lado, juega en contra, en nuestro caso, la familiaridad que la derecha populista encuentra con las tradiciones políticas dominantes desde siempre en el país (vis a vis la “anormalidad” del fenómeno trumpista para la historia política norteamericana), debilitando la posibilidad de que se activen reacciones sociales e institucionales suficientemente eficaces contra sus peores inclinaciones.
Así, si bien su emergencia en estos pagos es muy comprensible, dada la decadencia ya insoportable para amplios sectores de la población de un régimen económico y estatal que fundó otro populismo igualmente radicalizado a mediados del siglo pasado, y que tanto este como sus competidores trataron sin éxito de corregir o superar desde entonces, por lo que la agenda de cambios con la que esta nueva versión del viejo populismo entra en escena es, por decir así, más que oportuna, y es mucho más necesaria y justificada su radicalidad que las que resultan de los resentimientos y frustraciones de que se alimentan sus congéneres en otros países, nada de eso asegura que el destino que nos espera de la mano del mileísmo vaya a ser muy distinto que el que estamos viendo le ofrece el trumpismo a sus adherentes.
Porque ¿qué parte de ese régimen en decadencia el mileísmo está en condiciones de reformar, y qué parte tiende más bien a reproducir? Es cierto que en ocasiones los populismos pueden ser como los clavos, uno sirve para sacar al otro. Pero si lo son es porque se reproducen, fundamentalmente, en sus vicios. Y los vicios de que estamos hablando no son menores, tienden a contaminarlo todo, incluidas las reglas económicas.
08/06/2025 a las 11:32 PM
NI SIQUIERA LA LIBERTAD DE MERCADOS QUE PROPUGNABA ADAM SMITH, HOY PODRIA APLICARSE.
STUART MILL, ESTARIA SIENDO UN CENTRO IZQUIERDA
SIN DESTINO.
LA REVOLUCION TECNOLOGICA, TIRO POR LA BORDA TODOS LOS MANUALES IDEOLOGICOS A LA BASURA.
EL MUNDO QUE VIENE, NO SOLO NO FUE PREDECIDO, SINO QUE AUN NO SE SABE COMO ENCARARLO.
TODO EMPEZO CON DON ADAM, EL CAPITALISMO PASO POR DIFERENTES FASES, DESPUES DE DEJAR ATRAS LA ECONOMIA ARTESANAL, HASTA LLEGAR A LA ACUMULACION DE CAPITAL.
AHI EMPEZARON LOS PROBLEMAS CON LOS OLIGOPOLIOS, MONOPOLIOS, A LO QUE SE SUMO EL DINERO NEGRO Y LOS EXTRAORDINARIOS INGRESOS DEL NARCOTRAFICO, SUMADO AL COMERCIO DE ARMAS.
HOY, LA TECNOLOGIA DIGITAL Y SU VELOCIDAD DE MOVIMIENTO DE CAPITALES, HACE DEL MUNDO UNA INTERACCION PERMANENTE.
TODO TIENE QUE VER CON TODO Y CUALQUIER MEDIDA QUE SE TOME, AUTOMATICAMENTE SE REFLEJA EN TODO EL PLANETA.
SE IMPONE UNA NUEVA CONCEPCION POLITICA DEL MANEJO, NO SOLO DEL PODER, SINO DE LA ENORME MAZA DE DINERO QUE CIRCULA PERMANENTEMENTE DE UN MERCADO A OTRO.
LA PROPIEDAD PRIVADA SIGUE SIENDO EL SOSTEN DE LA SOCIEDAD CAPITALISTA, SIN ELLA EL CAPITALISMO PIERDE SENTIDO Y SOBRE LA LUCHA DE CLASES, LO MEJOR ES DEJAR DE HABLAR DE ALGO QUE SOLO EXISTIO EN LA MENTE DE LOS COMUNISTAS.
SI, HUBO SIEMPRE LUCHA POR LA ESCALA SOCIAL, DONDE LOS INDIVIDUOS A TRAVES DEL ESFUERZO BUSCABAN ESCALAR POSICION ASCENDIENDO DE CLASE.
PERO ESO NO ES LUCHA DE CLASES, ESO ES OPORTUNIDAD DE PROGRESO Y SOLO SE PUEDE LOGRAR EN LIBERTAD Y CON SEGURIDAD JURIDICA, DOS PRESUPUESTOS QUE SOLO BRINDAN UNA
SOCIEDAD CAPITALISTA BIEN ENTENDIDA.