Amordazamiento de la ciencia y encubrimiento de sus “Niembros” y “Amadeos”
Por Eduardo R. Saguier.-
Desde hace años el gobierno viene haciendo auto-elogios de su gestión en materia científico-técnica con el silencio cómplice de la oposición, que no alcanza a percibir el terrible daño que desde las altas esferas de la burocracia científica se ha venido derramando en las filas de todo el aparato educativo del país incluida la enseñanza primaria.
Debe señalarse que en dicho ámbito reina el silencio de los sepulcros, pues los miles de científicos enrolados en los organismos de ciencia se encuentran amedrentados por un contubernio mezcla de autoritarismo y favoritismo. En efecto, como lo he venido denunciando desde hace más de una década, en diversos escritos publicados en la web titulados “La Mala Praxis en la Educación y la Ciencia Argentina” (2010), “La Mano Invisible del Mercado en la Educación y la Ciencia” (2011), “Obsecuencia de los Jueces al Poder Político en Argentina” (2012), y “La prueba de la infamia en la ciencia argentina” (2014), los organismos de ciencia -desde la Agencia (ANPCYT) hasta el CONICET- se han convertido en antros burocráticos donde medran los amigos del poder, con la complicidad de funcionarios administrativos, jueces, fiscales y camaristas, y donde se persigue a quienes se atreven a alzar la voz. El Juez Federal Marcelo Martínez de Giorgi ordenó archivar las denuncias formuladas en 2010 contra dicha Agencia, y la Sala II de la Cámara Federal Penal integrada por Martín Irurzun, Horacio Cattani y Eduardo Farah confirmó el fallo en diciembre de 2011, siendo el único testigo aceptado por el Juez, el Lic. Carlos Casanello, Director del FONCYT, y por tanto funcionario del mismo órgano imputado. El fallo que ordenó el archivo de la denuncia está fundado entonces en un testigo falso y por ende en un falso testimonio, y es por tanto nulo de nulidad absoluta, y su causa merece ser reabierta por el hecho nuevo que significa haberse descubierto la verdadera identidad del testigo.
La Agencia se fundó para financiar las investigaciones de aquellos investigadores que carecen de cobertura institucional o universitaria, y alcanzó a distribuir entre sus acólitos y entre las filas del mandarinato académico dominante U$S 1240 millones de dólares originados en un préstamo del BID, entre 2003 y 2010, mediante la artimaña de un supuesto mecanismo de pares evaluadores, que contó con la autoría intelectual del actual Ministro de Ciencia y Técnica Dr. Lino Barañao, cuando oficiaba de Secretario de Ciencia y Técnica (SECyT). Este sistema consistió en una veintena de Mesas Coordinadoras compuestas por tríadas de científicos, cuyos integrantes en su totalidad (medio centenar) -perteneciendo a los organismos de ciencia- beneficiaron a sus propios proyectos de investigación con suculentos subsidios. Para ello instrumentaron el simulacro de cumplir con el requisito de no ser juez y parte, retirándose de la Mesa correspondiente cada vez que el proyecto del eventual beneficiario era evaluado. Y una vez obtenido el subsidio volvía a sentarse en la Mesa para corresponder a los otros dos integrantes con sendos subsidios, una verdadera calesita con sortija fraguada. También otorgaron subsidios a altos funcionarios del área científica, tales como sesenta (60) miembros de las comisiones asesoras del Conicet, tres (3) miembros del directorio del Conicet; dos miembros del Directorio de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU), y seis (6) secretarios de Ciencia y Técnica de seis (6) Universidades Nacionales (Tucumán, Córdoba, Rosario, Sur, MdP, UBA). Y la cuenta sigue, afectando también a otras entidades públicas.
Pero aún más grave que la malversación inferida a la infraestructura científica del país (laboratorios, bibliotecas), es el daño moral practicado a la conciencia de la elite intelectual. Este último daño no es medible ni cuantificable porque agravia la capacidad creativa de quienes deben generar conocimiento original, y perjudica a la inmensa masa de la sociedad cuyas instituciones educativas en sus tres ciclos (superiores, media y primaria) deben nutrirse de sus hallazgos. ¿Por qué motivo decimos que agravia su capacidad creativa? Por la sencilla razón que un investigador debe trabajar en el seno de una comunidad científica sin privilegios, favoritismos, ni cobrar dos veces por el mismo trabajo, pues de lo contrario se le amputa la voluntad de afrontar la búsqueda del conocimiento transformándolos en burócratas rutinarios con meras aspiraciones escalafonarias. Sembrar la comunidad científica con licencias para medrar en instituciones que carecen de auditorías internas equivale a privar a sus integrantes de su bien más preciado, que es su honra y su libertad de pensamiento. Sin intelectuales libres y dignos, una sociedad está condenada a la mediocridad y al fracaso, por más que cuente con tecnología informática, mucho dinero y profusión de investigadores.
El periodismo libre enancado en una pirámide cuya base científica y tecnológica está minada por el miedo y el temor a denunciar su propia realidad cuenta con los días contados pues tiene impedido poder reproducirse, y al ser incapaz de ampliar sus filas con elementos innovadores necesariamente deberá acudir a fuentes externas al sistema amordazado. La prensa libre no puede seguir encubriendo un aparato científico sumido en la vergüenza y la humillación, como ocurrió el pasado año con el filósofo Santiago Kovadloff, entrevistado por el periodista Alfredo Leuco, quien se deshizo en elogios a la gestión del Ministro Barañao y no otorgó derecho a réplica. El año previo a dicha entrevista, el periodista Leuco había incurrido también en igual despropósito.
¿Cómo es posible que el periodismo supuestamente opositor al oficialismo actual caiga en la flagrante contradicción de apoyar activa o pasivamente al Ministro responsable de haber sembrado un clima de miedo y silencio? ¿Cómo es posible que ADEPA, APTRA y otras asociaciones de periodistas de investigación callen esta siniestra realidad? ¿Acaso las corrupciones denunciadas contra Jaime, Báez y Boudou son más graves que la que protagonizaron Barañao y el Directorio de la Agencia con su artimaña fraudulenta para distribuir subsidios? ¿Cuál es la ventaja comparativa de callar esta situación? ¿cual de los dos grupos delictivos viene causando más daño al entramado cultural y social del país? ¿Son acaso comparables?
La respuesta a estos interrogantes es de Perogrullo. Sin embargo, la gran prensa y sus periodistas de investigación (que incluye al PPT) insisten en practicar lo del avestruz, no midiendo sus responsabilidades, porque especula que la corrupción en la ciencia no mide en las encuestas, que basta con que ellos puedan ejercer la libertad de prensa no importa si los científicos estén amedrentados o privados de esas mismas libertades, y que por ende no es preciso combatir la propaganda oficial en materia de falsos logros científicos.
¿O acaso la gran prensa calla esa propaganda porque ella misma cuenta en su propio seno con varios “Niembros” y “Amadeos” de la ciencia, cuya identidad quiere preservar para poder encumbrarlos cuando la taba le caiga en suerte? ¿Acaso con los “Niembros” y “Amadeos” que tienen en su nómina puede la gran prensa opositora apostar a un triunfo político? ¿Acaso esos “Niembros” y “Amadeos” desatarían un salto cualitativo en la ciencia argentina? ¿Piensa acaso la gran prensa poder vencer la corrupción callando las impunidades y dolos que ocurren en las más altas esferas del aparato científico? ¿Acaso cree que la corrupción en la ciencia es algo pasajero, irrelevante e inofensivo, subsanable con más presupuesto y con más nombramientos de investigadores? ¿Acaso piensa que la ciencia argentina no debe rendir cuentas de sus desmanejos ante la comunidad científica internacional y ante la institución internacional que prestó el dinero al país (BID)? o ¿acaso aguarda que algún organismo internacional incrimine a la Argentina y a su periodismo por el comportamiento en esta materia, para recién entonces tomar cartas en el asunto de marras?
Saguier, por lo que merece realmente el CONICET, al que ud pertenecio y degradó, deberia llamarse a silencio, por cuanto su altura moral no llega a la de un banquito de cocina.
¿Usted esta seguro que Saguier ya no pertenece al Conicet?
¿En que se basa para decir que lo degradó? ¿Y en que se basa para criticar su altura moral?
Me parece que ninguno de sus dichos es cierto, menos aún los últimos dos. Además no presenta argumentos que intenten refutar su denuncia.
CASI totalmente de acuerdo con usted, Saguier. El artículo es excelente en lo que denuncia.
Sólo no estoy de acuerdo cuando dice que que la ciencia argentina debe rendir cuentas de sus desmanejos ante la comunidad científica internacional. Es esta la que debe rendir cuentas ante nosotros, y usted, Saguier, debiera advertir y destacar en qué, PESE AL DESGOBIERNO, seguimos por delante de la comunidad internacional.
Cordialmente,
ADULACIÓN DE SANTIAGO KOVADLOFF AL MINISTRO LINO BARAÑAO EN EL PROGRAMA TELEVISIVO DE ALFREDO LEUCO—PIDO DERECHO A REPLICA
Por Eduardo R. Saguier
http://www.er-saguier.org
En el ambiente político periodístico se registra desde hace un largo tiempo un estado de silencio cómplice con el drama reinante en los espacios académicos. Ninguna autoridad política partidaria ni periodista de investigación ha afrontado indagación alguna sobre el estado de la investigación científica del país. Ninguno de ellos se atrevió a destapar la Caja de Pandora de los organismos de ciencia a los efectos de recabar información acerca de la salud física, moral e intelectual de la comunidad científica argentina.
Como es harto sabido, entre las condiciones determinantes para el despegue de una sociedad moderna, la salud moral es el capital simbólico más valioso de una comunidad académica. Por salud moral se entiende la presencia activa de un conjunto de valores y de comportamientos, virtuosos y ejemplares, individuales y grupales, que fomenten el más amplio despliegue de las libertades de pensamiento, conciencia e investigación, pilares fundamentales para garantizar la excelencia de la creatividad científica.
Paradójicamente, en este tema tabú, tan vital para el desarrollo cultural, los políticos opositores y los periodistas críticos nada han expresado ni denunciado (de eso no se habla), a pesar de existir serios elementos que prueban la gravedad institucional del caso, entre ellos el fantasmal clima de miedo y persecución existentes (por el rechazo de Informes, negación de promociones, ninguneo en las publicaciones, etc.), cuyas evidencias adjuntamos en los respectivos vínculos o links electrónicos. Por el contrario, algunos periodistas filósofos como Santiago Kovadloff, en forma desembozada y a pesar de su retórica de alambique, aduló sin eufemismos la gestión del Ministro Lino Barañao, el martes 15 de abril del corriente año, en el programa televisivo de Alfredo Leuco “Le Doy mi Palabra”, http://www.youtube.com/watch?v=uKDZISwutZ8
Más aún, el periodista Leuco quedó encandilado por la hojarasca verbal y aplaudió con vehemencia los sospechosos y laudatorios juicios de Kovadloff, sin emitir objeción alguna que pudiera alumbrar, con sobriedad republicana, la agenda oculta de un potencial y encubierto continuismo. Pareciera ser que ambos, Kovadloff y Leuco, están embarcados en una suerte de operación periodística (inserción de un chivo o publicidad encubierta) para avalar la perpetuidad de una política científica, pretendiendo para ello ignorar que Barañao antes de ser Ministro fue el responsable de malversar y distribuir dolosamente 1240 millones de dólares procedentes de un préstamo del BID, cuando estuvo al frente de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Nación (SECYT) entre 2003 y 2007. http://www.lapoliticaonline.com/nota/36974/
Dicha distribución fraudulenta –en menoscabo de la infraestructura científica del país (bibliotecas, laboratorios, museos, archivos, centros de documentación y escaneo, etc.)– fue practicada por los Coordinadores de Comisiones, elegidos por el Directorio de la Agencia Nacional para la Producción Científico-Tecnológica (ANPCYT), en beneficio directo y simultáneo de sus propios y personales proyectos de investigación. Por otro lado, este medio centenar de desleales funcionarios, identificados con nombre y apellido, han venido manipulando en connivencia con las autoridades del CONICET y otros organismos científicos toda suerte de canonjías, léase subsidios, premios, becas, viáticos, licencias, avales, dirección de becarios, autorizaciones de asesorías y consultorías y promociones escalafonarias; así como convalidando conexiones privilegiadas con editoriales públicas y privadas y turbios manejos con las patentes de invención ligadas con los laboratorios. Estas prácticas han sembrado en lo que resta de la comunidad científica un temor y un vasallaje indignos de una ciencia argentina que presume de democrática.
Los mecanismos de constitución y selección de dichas comisiones y la distribución fraudulenta de los subsidios de investigación fueron denunciados en sede judicial y el expediente correspondiente fue archivado por el Juez Federal Marcelo Martínez de Georgi apenas se produjo el triunfo electoral de Cristina Fernández de Kirchner (octubre de 2011). En su sentencia el Juez admitió un solo testigo, que a la postre resultó ser falso (el testigo Lic. Carlos E. A. Cassanello es un jerarca del FONCYT, perteneciente al organismo imputado ANPCYT, y cuyo parentesco con el Juez Federal Sebastián Casanello desconozco). La sentencia fue confirmada a fines de ese mismo año por la Sala II de la Cámara Federal Penal (Martín Irurzun, Horacio Cattani y Eduardo Farah) http://www.ellibrepensador.com/2012/08/03/argentina-obsecuencia-de-los-jueces-al-poder-politico/
En la constitución de esas comisiones han prevalecido prácticas y coartadas preñadas de endogamia, nepotismo, reciprocidad clientelar, y otros vicios aciagos como el encubrimiento, la extorsión y el soborno, este último para encubrir la venta venal de las patentes de semillas transgénicas, operación practicada por el Directorio del CONICET, denunciada ante el Juzgado de María Romilda Servini de Cubría, y que por cierto también fue archivada.
http://argentina.indymedia.org/news/2010/10/753082.php
Practicando un colaboracionismo político tan grave como el de las dictaduras de Ongania y Videla, estos miembros de comisiones asesoras, carentes de autonomía e independencia académica, han hundido a la población científica en la obsecuencia más humillante. Han logrado que todos callen y que nadie se atreva a alzar su voz crítica. De ese modo amenazante y ultrajante, en lugar de generar una comunidad científica poseedora de una dimensión moral y ciudadana han consagrado una grey macdonaldizada, es decir burocratizada, silenciada y atemorizada, que ha favorecido a una minoría de investigadores inescrupulosos y a intereses económicos como el de las multinacionales agro-químicas, extendiéndose el daño moral consiguiente como si fuera una nube tóxica, que se derrama por todos los andariveles de la docencia hasta la misma escuela primaria.
http://www.er-saguier.org/articulos_ampliacion.php?id=12
En conclusión, el periodismo y los políticos argentinos, y en particular los periodistas Kovadloff y Leuco, nos adeudan una profunda autocrítica sobre su actuación en lo que hace al desarrollo de la investigación y la docencia; y entre sus obligaciones como periodistas independientes deberían otorgarnos el derecho a réplica; y exigir una CONADEP de la corrupción que incorpore la protección de los derechos de la comunidad científica y educativa y no bendecir la impunidad de los funcionarios corruptos (como ocurrió con el continuismo de Cavallo en la Alianza). Para ello, dicha CONADEP debería incluir la inmediata reapertura de los casos de marras desarchivando las actuaciones judiciales mencionadas. El activo consentimiento del desempeño del Ministro Barañao por parte de los periodistas Kovadloff y Leuco me eximen de mayor prueba, y enciende la alarma por el presente y futuro de la creatividad científica, la libertad de pensamiento y el contenido académico de la docencia argentina.
Eduardo R. Saguier
Museo Roca-CONICET
http://www.er-saguier.org