Por Luis Alejandro Rizzi.-

Pienso que el gobierno de Javier Milei confunde dos realidades, la real y la virtual. La primera, la real, es lo que nos pasa. La segunda, la virtual, es la que uno construye según su propio criterio. En ésta se pueden obtener los resultados que uno propone; en la real, no.

Esta confusión puede ser un síntoma psicopático, o bien obra de una personalidad cínica e hipócrita.

Pienso que, a partir de Javier Milei, este gobierno padece de ambos síntomas, los que pone en evidencia en la mayoría de sus actos y decisiones.

Es lo que está pasando en el tema Garrahan, un verdadero conflicto laboral de índole salarial, el cual el propio gobierno reconoció como tal al dictar la conciliación obligatoria, trámite que, según la parte gremial, sólo sirvió para demorar la efectivización de los medios de acción directa.

El gobierno evitó negociar para “negar” el conflicto y dispuso, sin negociar, aumentar los sueldos de los médicos residentes de $ 787.000 a un millón trescientos a partir del 1º de julio; dicho de otro modo, concedió un incremento de poco mas del 60% argumentando que es consecuencia de su administración ordenada de la institución con “orden, eficiencia y reconocimiento al mérito”.

El gobierno también, con sano cinismo, dijo que “gracias al ahorro estimado como resultado de la reducción de personal fantasma y la eliminación de desvíos presupuestarios, se otorgará a los residentes del hospital un aumento que elevará sus ingresos en torno a $1.300.000 a partir del 1° de julio. Este incremento es resultado de la planificación presupuestaria dispuesta para esta etapa del año, no de las medidas de fuerza guionadas por la militancia kirchnerista que se esconde detrás de los médicos”.

El gobierno no sólo niega el conflicto, sino que se autoponderó por su gestión. Cabe preguntarse si eso fue así, por qué dictó la conciliación obligatoria y por qué motivo no negoció, explicó su gestión y acordó con las contrapartes en disputa.

Lo miremos como lo miremos, el gobierno dio un incremento salarial de más del 60% que ya no podrá ni ocultar ni disimular.

La Asamblea de Residentes del hospital Garrahan hizo saber en el día de la fecha que: “Lamentamos profundamente las vías de comunicación y los términos elegidos por los organismos que nos representan como ciudadanos. Sostenemos que la manera de resolver este conflicto es mediante mesas de diálogo con propuestas concretas a corto y largo plazo”.

LLA, como partido civil militar, que realmente es, gobierna militarmente, como si la Argentina fuera institucionalmente una “autocracia”.

Milei ignora, junto con su cofradía de obsecuentes neuróticos, el modo en que se gobierna y administra una sociedad y que los conflictos se resuelven negociando.

En el caso del Garrahan, el gobierno tuvo que retroceder, no explicó cómo se lograron “ahorros” y ya puso un piso de negociación que es del 60%.

Se empasteló a pedido de nadie.

Para colmo, ahora el gobierno ingresará en período electoral, desde su debilidad, ya que será momento para multiplicar los reclamos pendientes y contaminar el clima social.

Guillermo Oliveto explicó que: “Estamos ante una sociedad dual, con un consumo que también es dual. Por un lado, hay sectores que crecen con números muy altos, como autos, inmuebles y electro, que son impulsados por los empleados del sector privado y los autónomos que están en una buena posición. Estos hogares le están ganando a la inflación, sus ingresos en dólares se duplicaron y ahora tienen acceso al crédito, pero representan sólo el 30% de la población. Hay otro 70% que está muy complicado. Son los que valoran la baja de la inflación, pero ya no se reconocen como clase media y viven inmersos en una cultura del “no”: no a las primeras marcas, no a las vacaciones, no a darse un gusto”.

El primer 30% es el que aturde al gobierno, el que sólo lo habría votado en CABA y que seguramente lo votará en octubre.

El 70% restante por ahora está en silencio, se lamenta en privado, como los jubilados.

Ahora ese 70% sabe que la diferencia es un 60%, lo dijo el gobierno de modo unilateral.

Conclusión, el conflicto del Garrahan podría convertirse en un conflicto social.

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