Por Hernán Andrés Kruse.-
Los gravísimos hechos acaecidos el pasado miércoles 12 de marzo en la Plaza del Congreso pusieron nuevamente en evidencia la imperiosa necesidad de analizar un tema central de la democracia liberal: el rol que debe jugar la fuerza policial en un régimen político de esa índole. Lo primero que cabe aclarar es que nadie, me parece, está en contra de la existencia de la institución policial como tal. Como señaló Max Weber en su monumental obra “Economía y Sociedad”, el estado se caracteriza por detentar el monopolio del uso legítimo de la fuerza, monopolio que es puesto en práctica por la policía. De no existir la institución policial la convivencia civilizada sería inviable ya que todos se arrogarían dicho monopolio dando lugar a una guerra de todos contra todos (Hobbes).
Lo acaecido en ese día aciago para la democracia demostró lo que no debe hacer la policía para garantizar el orden. Golpear salvajemente a una jubilada indefensa es impropio de una fuerza policial que actúa en el marco de la democracia liberal. Ni qué hablar de disparar a la cabeza de un reportero gráfico. La policía está obligada a garantizar el orden pero siempre respetando las reglas fundamentales del estado de derecho, reglas que se sintetizan en la siguiente: el respeto irrestricto de los derechos humanos. Claro que siempre existe el peligro de que la policía se enfrente con delincuentes para quienes la vida de los demás y las de ellos, no valen absolutamente nada. En ese caso extremo la policía no debe dudar, pero haciendo todo lo que esté a su alcance para evitar lo que en nuestro país se ha dado en llamar “el gatillo fácil”.
Buceando en Google me encontré con un ensayo de María Eugenia Bonilla Ovallos titulado “Democracia, desempeño institucional y cuerpos policiales” (Reflexión Política, vol. 17, núm. 33, junio, 2015, pp. 108-120 Universidad Autónoma de Bucaramanga Bucaramanga, Colombia). A continuación paso a transcribir la parte del escrito dedicada al análisis de las funciones que debe cumplir la fuerza policial en democracia.
EL DESEMPEÑO POLICIAL EN DEMOCRACIA
“El fortalecimiento y la legitimación de las instituciones democráticas es un reto pendiente en América Latina. Siguiendo las directrices establecidas por Schedler (1998), Dahl (2002) y Diamond (1997) la consolidación democrática requiere: primero, la existencia de instituciones eficientes en la reducción de los conflictos; segundo, instituciones limitadas, subordinadas y controladas por el poder civil; tercero, instituciones cuyo accionar se caracterice por el respeto de los principios y los valores democráticos y cuarto, instituciones legitimadas. Dentro del amplio conjunto de instituciones que conforman el Estado democrático, nos centraremos particularmente en el debate en torno a ¿cuáles deben ser las características del desempeño de una institución policial coherente con los principios del sistema democrático y, por ende, favorable a su consolidación?
En democracia es indispensable que exista coacción. El monopolio de la fuerza, la coacción física del Estado, reside en las organizaciones militares y policiales cuyo principal objetivo es aplicar la violencia sistemática en miras de mantener en niveles aceptables el orden y la seguridad. “La policía es un instituto de administración positiva dirigido a hacer valer las limitaciones que la ley impone a la libertad de los individuos y de los grupos a fin de salvaguardar y conservar el orden público, en sus diversas manifestaciones: de la seguridad de las personas a la propiedad privada, de la tranquilidad de los conglomerados humanos a la protección de cualquier otro bien titulado con disposiciones penales” (Bobbio, Matteucci y Pasquino, 2005) Dicha función policial permite sostener que “en un Estado democrático es necesaria la policía, una policía democrática” (Rico, 1983) que progrese constantemente hacía su modernización. Para ello, es esencial el desarrollo de políticas públicas, modelos institucionales e instrumentos de gestión especializados (López y Frühling, 2008) que rompan con el rezago de arbitrariedad que a lo largo de la historia documentada ha caracterizado el desempeño de estos cuerpos de seguridad (Cruz, 2010; Dahl, 2002).
Tradicionalmente las fuerzas militares y policiales han participado en la vida política de los Estados operando al servicio de la defensa de los intereses de la burguesía, convirtiéndose en garantes del mantenimiento del statu quo, mediante la represión de movimientos sociales y ataques constantes a la población civil (Cruz, 2010; Dahl, 2002). Incluso en la actualidad varias investigaciones sostienen que miembros de los cuerpos de seguridad se han visto envueltos en escándalos de desapariciones y persecuciones en casi la totalidad de los países, afectando los niveles de seguridad y de consolidación democrática. “El Estado juega un papel primordial en la reproducción de la violencia criminal. No solo porque la ineficiencia y negligencia de sus instituciones contribuye a reproducir y mantener sistemas de impunidad sino también, y sobre todo, porque en muchos casos es el Estado mismo, a través de sus instituciones y agentes, el responsable directo de los crímenes y actos de violencia que sufre la población” (Cruz, 2010).
En democracia, la policía debe ser garante de los derechos ciudadanos “que forman parte integral del proceso democrático o son esenciales para él” (Dahl, 2002). No obstante, en algunos casos es posible que el cuerpo policial, en miras de maximizar el bienestar colectivo, transgreda ciertos intereses particulares debido a que generalmente “las decisiones vinculadas a los asuntos públicos son, en gran parte, decisiones sobre la distribución de los beneficios y los costos y las ganancias y los prejuicios” (Dahl, 2002). Los cuerpos policiales, al tener la facultad del uso de la fuerza, con bastante regularidad enfrentan dicha dicotomía debido a que son ellos los responsables de hacer efectivo el derecho y se encuentran frecuentemente en contacto directo y constante con los ciudadanos, las víctimas, los victimarios y el crimen, por lo que sus efectivos están propensos a incurrir en malas prácticas policiales durante en el ejercicio de sus funciones, caracterizadas por el excesivo uso de la fuerza, el abuso de autoridad, la negligencia, la arbitrariedad y la corrupción, todo lo cual afecta su relación con la ciudadanía, el nivel de confianza que ésta deposita en la institución y la percepción que tiene sobre la seguridad.
Al ser “el uso de la fuerza física el rasgo más destacado de la actividad policial” (González, 2006), la cual puede ser usada, en nombre de la colectividad, para prevenir y reprimir la violación de las reglas que rigen al grupo, es posible que los miembros de la institución policial violen de manera temporal el ejercicio de los derechos de algunos ciudadanos. De allí, que el uso de la fuerza policial sea “un problema que es preciso gobernar” (Aimar, 2005), evitando que el desempeño policial infrinja los principios fundamentales de la democracia y termine estableciéndose como un obstáculo para la consolidación del régimen.
En democracia existen unos “derechos o intereses considerados inviolables y por ende superiores al proceso democrático mismo” (Dahl, 2002) que deben ser protegidos por las instituciones de seguridad y, en consecuencia, resulta inaceptable que el desempeño policial los transgreda. Es indispensable que la policía no se preste para la defensa de intereses políticos, ni sea instrumento para la violación de los derechos ciudadanos, al contrario, los cuerpos policiales deben ser garantes de los derechos constitucionalmente reconocidos y sus acciones deben enfocarse en alcanzar dicho objetivo. La consolidación democrática requiere la existencia de un cuerpo policial que, entre otras cosas, no utilice su principal potestad, el uso de la fuerza, de manera arbitraría, desigual, injusta y sesgada. De esta manera se evidencia que los atributos fundamentales de una institución policial democrática también incluyen la relación que esta tiene con los ciudadanos y la naturaleza de sus actuaciones, además de función elemental de prevención y control de la criminalidad.
La consolidación de la democracia requiere que la policía “preste menos atención en qué hace y por qué lo hace, y enfatice más en cómo lo hace, o cómo “se hace policía” o “policiamiento” (policing)” (Tudela, 2007). Para que la policía pueda garantizar al ciudadano el libre y pacífico ejercicio de los derechos que la ley le ha reconocido, es indispensable que sea capaz de prestar un servicio público democrático caracterizado por: “a) la desmilitarización del servicio; b) un total respeto de los derechos fundamentales de los ciudadanos; c) la adopción y rigurosa aplicación de un código de deontología policial; d) la participación de todos los miembros del servicio y del conjunto de la población en la elaboración de las políticas policiales; e) la aceptación de la obligación de rendir periódicamente cuenta de sus actividades; f) la necesidad de que el servicio sea profesional e involucre en sus acciones la planificación, la coordinación y la evaluación de sus actividades” (Frühling , 2001, p.7).
Sin embargo, no basta con garantizar que el accionar policial sea respetuoso de los derechos del orden constitucional para que exista una policía favorable a la consolidación democrática, también es necesario que esta sea capaz de suplir las necesidades de los ciudadanos. El mantenimiento de la paz ciudadana tendrá repercusiones importantes sobre la forma en que los ciudadanos resuelven sus diferencias y la credibilidad que tienen en la Policía. En consecuencia, los problemas de seguridad ciudadana y convivencia que aquejan cada vez con mayor fuerza a la población, introducen reflexiones en torno a cuestionamientos aún más pertinentes cuando pensamos en que las instituciones competentes deben proveer seguridad dentro del marco de los principios fundamentales del sistema democrático, entonces: ¿la policía debe proporcionar seguridad bajo qué circunstancias o condiciones?, ¿a qué costo?, ¿de qué forma? Las exigencias actuales del Estado de derecho y del fortalecimiento democrático obligan a pensar en que el enfoque de la seguridad y las prácticas que se implementan para alcanzar los niveles requeridos por la sociedad están relacionados directamente con los conceptos de democracia y gobernabilidad, lo cual “configura un espacio sociopolítico determinante en las condiciones y la viabilidad de los esfuerzos” (Tudela, 2007).
25/03/2025 a las 3:18 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Milei rechaza controles, la mano de Cristina para Lijo y una foto para los mercados
Ignacio Zuleta
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
24/3/025
AHORA, QUE NADIE LOS CONTROLE
La balcanización los partidos políticos, que ya le regaló a Javier Milei la Presidencia, está punto de ofrecerle la oportunidad de sacarse de encima al principal organismo de control de su gestión. El lunes 31 vence el mandato de los tres senadores que integran la Auditoría General de la Nación. Hace un año vencieron los tres diputados, con lo cual el organismo quedará con un solo integrante, designado por el PJ. El oficialismo de Diputados ha boicoteado hasta ahora la posibilidad de que los diputados acuerden la cobertura de la representación. El instrumento ha sido plantear que La Libertad Avanza debe tener uno de los tres auditores. Esta pretensión quiebra el acuerdo de los principales bloques, para que sean Jorge Triaca, Mario Negri y un delegado del PJ quienes ocupen las vacantes que se abrieron en diciembre de 2023.
Ahora el Gobierno busca que el Senado también demore hasta diciembre la designación de sus representantes. En las elecciones de octubre es presumible que pueda mejorar la cantidad de legisladores, y así tener más argumentos para reclamar auditores propios. Es el segundo año de gestión, cuando se le toma examen a un gobierno. El oficialismo viene de perder la conducción de la Bicameral de DNU en manos de diputado Oscar Zago, un aliado en CABA de Mauricio Macri, que según Olivos ya les volteó el mega contrato de la Hidrovía. Ya no manejará con comodidad la comisión que regula la principal herramienta del Ejecutivo. Es consecuencia de la crisis del CriptoGate que tampoco le permitió superar los 129 (el filo del quórum) para aprobar en Diputados su principal proyecto, el acuerdo con el FMI. Por más proselitismo triunfalista que haga el Gobierno, el desfiladero se estrecha, y si se saca de encima los controles de la AGN cree que habrá un poco más de oxígeno.
AUDITORES A LA FUERZA
En los cuatro días de esta semana corta se precipitarán los acontecimientos. El bloque de LLA ha deteriorado las relaciones con los bloques de la oposición amigable y del peronismo de Unión por la Patria. La gestión de Martín Menem ha generado roces y críticas que han resentido su capacidad de frenar la designación de los nuevos auditores, que entorpeció -además- con el argumento de que LLA debía quedarse con una de las tres vacantes. En este clima ya se dispararon conversaciones entre los bloques del PRO, la UCR y el peronismo para avanzar en un pedido de sesión especial de Diputados adonde esperan llevar un proyecto de resolución para designar a los auditores según el acuerdo mencionado.
En el Senado, Juan Carlos Romero (en representación del bloque de «Los 39», un arco partidario que representa al no peronismo de la Cámara) y José Mayans (que coordina a los tres sub-bloques peronistas) aceleraron contactos para llevar a la sesión del 3 de abril una resolución con tres nombres acordados. Hasta donde se sabe está girando el bolillero con nombres como Luis Naidenoff y Alejandro Nieva por la UCR y Javier Fernández por el peronismo. Falta la propuesta de «Los 39», que podría ir para un hombre de LLA.
SANGRE PARA DRÁCULA
La prisa por cubrir la Auditoría nace de la convicción de los bloques de las dos Cámaras sobre el proyecto del Gobierno de dejar a la AGN con un solo integrante, el presidente Juan Manuel Olmos (PJ), hasta la renovación legislativa de diciembre. Esta disfunción se agrega a otras que le dan singularidad a la cúpula de poder en la Argentina: un presidente que entró al cargo con votos ajenos y sin respaldo legislativo ni territorial, que tomó los programas de la agenda de quienes perdieron las elecciones y que también han nutrido su funcionariado. Para un Gobierno que hace alarde de desprecio al Congreso y de su insumo básico, que es la construcción de mayorías, inmovilizar el organismo que debe controlar su gestión es sangre para Drácula. En 2024 la AGN debió revisar la gestión del gobierno peronista de Alberto Fernandez con una auditoría que tenía tres sobre cuatro auditores de su propio partido. En 2025 la AGN debe comenzar a revisar el primer año de la gestión Milei.
UN LEGADO DE CAVALLO
El apuro de la oposición por forzar la designación de los seis auditores responde a la oportunidad de impedir que el Gobierno cristalice su proyecto de una AGN unipersonal, aprovechando no sólo la lentitud de los bloques en alcanzar consensos. También hay una brecha legal que puede aprovechar el demonio autoritario del gobierno para blindarse ante los controles. Temen que esa máquina de impedir que son los DNU se active para imponer una Auditoría unipersonal, algo que está en las entrañas de la historia del organismo.
La AGN fue creada por un artículo de la ley de Administración Financiera de 1992, según un proyecto que elaboró Domingo Cavallo para Carlos Menem. El proyecto no preveía una representación colegiada en la conducción. Hablaba de crear una Contraloría, con un Contralor y un Contralor Adjunto. En el debate parlamentario el Congreso decidió que tuviera siete auditores loteados entre los bloques mayoritarios (Ley 24.156, art. 121). Respondía un esquema bipartidario -PJ/UCR-. Eran siete para que el presidente desempatase.
A TIRO DE DNU
Con ese formato el gobierno de Menem designó al primer presidente de la AGN, el constitucionalista Héctor Masnatta. Había sido miembro de la Suprema Corte de Justicia del peronismo entre 1973 y 1976 y contó con el consenso de la UCR. En la reforma de la Constitución de 1994, se agregó el criterio de que el organismo debía ser presidido por un auditor que representase a la oposición. Masnatta le traspasó el mando a Enrique Paixao, UCR, en 1994. El Congreso debió blindar este sistema, que hoy está a tiro de DNU, en cuanto se juró la nueva Constitución.
El Congreso incumplió la manda del art. 85 de dictar una ley que reglamentase el funcionamiento de la AGN. Si lo hubieran hecho, sería una «ley de la Constitución» difícil de cuestionar mediante un DNU que retrotraiga las cosas al formato que diseñó Cavallo (en algún momento ídolo de Milei): el proyecto de una Contraloría unipersonal. Sería homenaje al menemismo que inspira al gobierno. Tampoco el Congreso ha cumplido con la manda de aprobar una ley de Coparticipación. Algo que ha prolongado todas las crisis.
Lijo CRISTINA, UNA MANO PARA LIJO
Estas tensiones sobre la AGN se tramitarán por los mismos túneles que se han habilitado entre todas las fuerzas, para romper el bloqueo institucional que beneficia al ala más autoritaria del Gobierno. El brote de disidencia en el peronismo del Senado favorece las chances del oficialismo de salvar la aprobación del pliego de Ariel Lijo. Esta relojería pone en suspenso lo que todos creían ya cerrado: el rechazo de los dos pliegos. El enjambre del peronismo puede ser aprovechado por el Gobierno y es la razón por la cual se citó a la sesión el 3 de abril. Un siglo de tiempo para negociar. Salpimenta la incertidumbre el empeoramiento de las relaciones entre el cristinismo y el Gobierno, que estaban más que mal.
La impugnación de Cristina en la UBA al trámite ante la Corte le dio la oportunidad al Gobierno de salir a recoger heridos que quieren tomar distancia de Cristina. ¿Para qué habló? ¿Era necesario? La estrategia no es una virtud de Cristina, que quedó herida por el fallo de Casación, que le frenó el recurso extraordinario en la causa Vialidad. Cuando estás débil no necesitás más enemigos y vos los creás por hablar tanto. Hoy, con el solo recurso de queja ante la Corte, tiene enfrente una amenaza cierta sobre su libertad y su capacidad de ser candidata.
¿La ejecutará la Suprema Corte antes de que logre fueros? En el estilo del tribunal no hay antecedentes de llevar a nadie al cadalso. Los magni-juicios que hubo -Menem, Cavallo, etc.- perimieron con el paso del tiempo. En este punto es víctima de la suspensión de las PASO, porque las inmunidades rigen para los candidatos desde que se inscriben. Sin PASO ocurrirá en agosto. Con PASO las hubiera obtenido varios meses antes. Todo mal.
LA FOTO FUE PARA LOS MERCADOS (MACRI)
Mauricio Macri levantará el perfil en su distrito, en donde el PRO se juega la existencia. Desde su regreso de Italia tuvo varias sesiones de análisis de escenarios electorales. Concentró al grupo más íntimo en un búnker discreto, la casa de Francisco Cabrera en Palermo Chico. Hizo un balance que compartió con íntimos como Jorge Triaca, Humberto Schiavoni, Sebastián García de Luca, Facundo Pérez Carletti, “Fran” Quintana, Fernando de Andreis y no muchos más.
Ese balance concluye que: 1) la foto de Ritondo y Santilli en la Casa Rosada fue apenas un recurso del Gobierno para aplacar a los mercados. En materia política es insignificante porque Milei sólo habló de ganarle al populismo, una obviedad que repiten todos. 2) Hay que hacer alianzas con quien se pueda en todos los distritos. Si se pacta con LLA hay dos condiciones. Una que el reparto de cargos sea 50 y 50. Otra, que la marca PRO vaya en la boleta. Si no, nada. 3) Hay que endurecerse con LLA en las provincias porque, según le han informado, el mileísmo ha mandado a su gente a no cerrar con el PRO en el interior, ir solos a las elecciones y no enfrentarse con los gobernadores.
Va a caminar y timbrear hasta el viernes, cuando tiene prevista una aparición en Córdoba, con conferencias en la Bolsa de esa ciudad, otra en La Calera y una visita privada al country de El Terrón. Le atribuyen estar construyendo una casa allí con cercanía a una cancha de golf.
El PRO de Córdoba está intervenido: El presidente cuestionado, Oscar Agost Carreño, está en el bloque Encuentro Federal y resiste la intervención. El martes estuvo en una audiencia con María Servini, quien tiene que dictaminar si sigue en el cargo o no. Su entenado local (De Loredo) estará de viaje. Y Luis Juez ya juega con la camiseta de Milei. Es un viaje de riesgo.
ALMA CRIOLLA, ERRANTE Y VIAJERA
Con ansias constantes de cielos lejanos (El Mudo), un lote importante de diputados contribuye al sigilo con el que tramitarán estos acuerdos. Más de 20 parten de viaje a Madrid a participar, con otros tantos políticos y empresarios, de un seminario de RAP, una ONG que extiende certificación de corrección política a las almas bellas de la política criolla. Van de todos los pelajes, jefes de bloque como Rodrigo de Loredo y Juan Manuel López, Osvaldo Giordano (ex Anses y hoy jefe del IERAL de la Fundación Mediterránea), Silvana Giudici, Hernán Lacunza, el intendente Ramón Lanús, Luciano Laspina, Mercedes Llano, el expresidente Federico Pinedo, Florencio Randazzo, el vicegobernador de Chubut Gustavo Menna y el macrista Martín Yezza, entre otros. El seminario apasiona: «Contexto global, democracia e IA. Desafíos y oportunidades para el desarrollo». El encuentro dura una semana: institucionalmente es una excelente cobertura para que los tuneleros actúen con comodidad buscando acuerdos. Además de que viajando se fortalece el corazón (Litto).
25/03/2025 a las 3:30 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
La democracia, frente a otros riesgos
Carlos Pagni
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
25/3/025
Otro 24 de marzo. Una gran manifestación, probablemente más numerosa que las habituales de todos estos años, lo cual podría entrañar algún mensaje sobre el presente. Es posible leer esta fecha de distintas maneras.
Puede ser tomada como una advertencia respecto de cómo se llegó a uno de los golpes más previstos de la historia argentina. También como el punto de partida de una dictadura atroz que inauguró algo impensable como la desaparición de personas, mecanismo que se replicó en otros países de América Latina pero no con la misma intensidad. Podría considerarse incluso un motivo de celebración: fue el último golpe de Estado de un país que arrastraba una crisis de legitimidad desde 1930.
Si uno se detuviera en la forma en que se llegó a tantos de esos golpes de Estado, que hacían imposible el establecimiento de una democracia estable, pensaría que en el 2008, cuando se desató el conflicto con el campo y la vida pública entró en niveles de estrés muy intensos, tal vez en otro contexto histórico se hubiera producido un golpe. De 2001 no hay dudas tampoco. Por su parte, 2023 fue un ciclo de gran desencanto que terminó desembocando en la presidencia de Javier Milei. Probablemente, en otro momento, la sociedad argentina lo hubiera resuelto con un golpe.
Nos encontramos frente a encrucijadas similares en las cuales una parte importante de la sociedad se siente asfixiada por la política, pero logramos resolverlo de otra manera: dentro de los canales institucionales. Eso es un motivo de celebración desde la perspectiva histórica. Todo eso supone una construcción colectiva. En su último discurso de apertura de sesiones del Congreso, antes de terminar su gobierno de manera crítica a raíz de la hiperinflación, Raul Alfonsín recordaba lo que significó la construcción de la democracia no como mérito de un partido, líder o presidente, sino como proceso en el que tiene que estar involucrada toda la sociedad.
¿Qué es lo importante de su discurso? Hay que rescatar una idea del inglés John Gray, filósofo y político literal. Se trata de una idea que él formula a partir de unas declaraciones de quien era en aquel momento el vicepresidente de los Estados Unidos Dick Cheney, que reivindicó la tortura mientras hablaba sobre terrorismo. A propósito de sus dichos, Gray dice que la noción de progreso está asociada a la dimensión científico-tecnológica. Allí hay progreso irreversible, constante y permanente. Pero en el orden moral y político, no. No está garantizado el progreso. Puede haber retrocesos, idas y vueltas. Podemos encontrarnos en momentos de la historia donde estemos peor que en el pasado. Da a entender que la democracia, la calidad institucional y vida estable de la república no están garantizadas para siempre aunque uno, como dice Alfonsín en aquel discurso, las considera naturales.
En estos días tenemos varios indicios de los riesgos que enfrenta la democracia a nivel político-institucional. Apareció un video del ex senador entrerriano Edgardo Kueider, quien fue destituido porque se lo encontró en la frontera con Paraguay trasladando US$200.000 que no pudo explicar. Las imágenes, que pertenecen a una causa por enriquecimiento ilícito que se tramita en el Juzgado Federal de San Isidro de Sandra Arroyo Salgado, muestran a Kueider en la Secretaría General de la gobernación de Entre Ríos juntando plata junto a su secretaria y armando sobres.
En otro tramo del video, le traen cajas con el dinero. La presencia de sobres da a entender que Kuider, cuyo jefe era el actual diputado nacional Gustavo Bordet, iba a repartir esta plata con esta gente. Esta escena revela la impunidad con la que operaba. En otros fragmentos del mismo video puede apreciarse cómo empleados entran y salen de la misma oficina mientras él está organizando los fondos negros. Eso remite al propio Kueider con los US$200.000, remite a la “Rosadita” de Federico Elaskar y el proceso del manejo de dinero ligado a la acumulación de Lázaro Báez. Recuerda a los bolsos de López. En la democracia de los últimos años existió una corrupción de otra escala, mucho más sofisticada pero difícil de captar y que requeriría de gráficos para entender la circulación del dinero. En el caso de Kueider no. Acá es plata contante y sonante, y por ello tiene un impacto especial.
¿De dónde venían estas sumas según la investigación del fiscal Fernando Domínguez y Arroyo Salgado? De la empresa Securitas, que le prestaba servicios de seguridad a Enersa, empresa de energía de Entre Ríos. Aparecen una cantidad de empresarios ligados a estos episodios, que generan el dinero que ensobra el exsenador.
Entre ellos, un contador con infinidad de ingresos al despacho de Kueider en el Senado, que es José Nogueras. Y dos empresarios, Marcelo y Claudio Tortul, cuyas casas en el barrio cerrado Puerto Urquiza, Paraná, fueron allanadas. Todas menos una. En una de esas viviendas residía, hasta ahora, Rogerio Frigerio, el gobernador de Entre Ríos. Aparentemente los Tortul le prestaban la casa, lo que no quiere decir que Frigerio mantuviera la misma trama que terminaba en los sobres de Kueider. Y a raíz de este escándalo, decidió irse a vivir a otro lugar.
Es clave mirar la Cámara Federal de San Martín. Es una cámara muy controvertida que suele corregir a los jueces de primera instancia que sancionan casos de corrupción. Arroyo Salgado tuvo un conflicto con la Cámara Federal de San Martín por el caso Claudio Scapolán, el fiscal destituido de la Provincia de Buenos Aires que prácticamente comandaba una banda de policías narcos. Fue acusado y tuvo como abogados a colaboradores de Cristian Ritondo, el entrañable “Pucho”, que venía de ser ministro de Seguridad bonaerense con María Eugenia Vidal.
Este es el paisaje que tiende a demostrar que no necesariamente hay un vector irreversible de progreso moral. Podemos adelantarnos en el tiempo. Hay un detalle significativo. El gobierno de Javier Milei, tal vez desinformado porque viene desde afuera de la política, pensó en Kueider para nada menos que para presidir la Comisión Bicameral de control de los organismos de inteligencia, como la SIDE, que maneja 1650 millones de pesos de fondos reservados. Esta afinidad de Kueder con el oficialismo es complicada y escabrosa. Tanto que algunos piensan que aquellos US$200.000 con los que él cruzaba la frontera hacia Paraguay eran el pago por un voto en el Senado.
El caso de Carlos Vaudagna es mucho más grave porque nos hace poner la lupa sobre un problema sistémico y estructural que está radicado en Santa Fe, más específicamente en Rosario. Entre 2011 y 2020 Vaudagne fue nada menos que el director regional de la AFIP -hoy ARCA-, el organismo recaudatorio que tiene que garantizar que no haya lavado de dinero en el mundo de la contribución impositiva. Vaudagna, que está siendo investigado, aceptó un acuerdo con los fiscales de la Procelac para convertirse en arrepentido y explicar algunos de los delitos en los que él estaba en curso con otras figuras de la vida institucional santafesina y rosarina.
Entre otras revelaciones de Vaudagna, él habría reconocido que estaba asociado al juez federal de Rosario Marcelo Bailaque, porque ambos realizaban persecuciones arbitrarias contra distintos empresarios. Los encuentros los hacían en presencia de un empresario bastante oscuro y conocido que se llama Fernando Whpei, amigo, o cómplice, de Bailaque en los movimientos financieros de una mutual manejada por Whpei.
Vaudagna era el jefe de la AFIP en Santa Fe, que controla, entre otras cosas, la Aduana del que probablemente sea el puerto más importante de la Argentina. Actuaba en combinación con el juez Bailaque, quien es célebre por ser el juez que tenía que investigar en una causa a uno de los mayores narcotraficantes de la vida rosarina que hoy está preso en Ezeiza: Esteban Lindor Alvarado. Es, con Los Monos, uno de los sujetos más importantes en toda la trama delincuencial ligada al narcotráfico en Rosario, que produjo asesinatos prácticamente terroristas el año pasado. La vida de Rosario se está recuperando ahora gracias a un gran golpe de timón en materia de seguridad del gobernador Maximiliano Pullaro, que en su momento fue ministro de Seguridad.
El juez Bailaque es amigo del contador del narco Alvarado, Gabriel Mizzau, tanto que el hijo de ese contador fue durante un tiempo empleado en el juzgado de Bailaque. Estamos hablando de un sistema que nos explica por qué son tan frecuentes las noticias sobre violencia y narcotráfico en Rosario y por qué hay tanta disputa alrededor del control de los puertos y de la hidrovía. Los fiscales que investigan a Alvarado recusaron como juez a Bailaque diciendo que demoraba determinadas diligencias, como una intervención sobre los teléfonos de la mujer del narco, facilitando la tarea.
Una curiosidad es que, por impugnaciones, la causa que se sigue contra Vaudagna y Bailaque hoy no tiene juez, entre otras cosas porque Bailaque está siendo investigado por una causa en la que él tendría que ser juez. Entonces, esta causa, de la que nos vamos enterando de cosas cada vez más escabrosas, sigue adelante gracias a la sistematicidad y la perseverancia de los fiscales de la provincia de Santa Fe y los de la Procelac. En la Justicia santafesina rige el sistema acusatorio, que es una novedad que ya se adoptó y quiere decir que el proceso lo comandan los fiscales y el juez es de garantías. No es como en Comodoro Py, donde el proceso lo comandan los jueces, lo que el Gobierno quiere modificar.
La semana pasada hubo una discusión en la Cámara de Casación sobre si se iba a seguir con el sistema acusatorio, es decir, con que los fiscales sigan investigando al juez Bailaque, Vaudagna y todo lo que lo rodea. En este caso, el máximo tribunal penal del país tenía que resolver si se sigue con el régimen acusatorio, con lo cual los fiscales siguen adelante con su investigación, o si se pasa al código anterior y se vuelve al proceso donde el juez es el que reina en la causa y va llevando adelante el procedimiento. Si fuera así, la causa donde se investiga todo esto quedaría sin juez.
Dos camaristas [Diego Barroetaveña y Juan Carlos Gemignani] votaron para que se mantenga el actual sistema y los fiscales puedan seguir investigando. Pero uno de los camaristas, Carlos Mahiques, conocido como “el boxindanga”, votó a favor de que se vuelva al código anterior, con una consecuencia inmediata: la causa quedaría sin juez y la investigación sobre el juez Bailaque caería.
También hay que decir algo: ¿por qué queda sin juez? Porque hay otro juez federal de Santa Fe que tendría que ser el encargado de seguir adelante con la investigación por la impugnación que pesa sobre el juez Bailaque, que también está acusado de combinaciones con Vaudagna. Es decir, no hay ningún juez federal en Santa Fe que no esté complicado en persecuciones arbitrarias con el jefe de la AFIP, que es el que se declaró como arrepentido. Esto quiere decir que el juez Bailaque está complicado con el que era jefe de la AFIP y el juez de Santa Fe, Gastón Salmai, también.
El miércoles pasado se resolvió si esta causa avanza o si pasa a quedar dormida. Un camarista, Mahiques, decidió técnicamente tomar una posición cuya consecuencia concreta es que esta causa quede sin juez. ¿Por qué importa? Porque Mahiques es el mismo juez que insistió, en el caso Angelo Calcaterra, con que las coimas en la causa “Cuadernos” no son tales, sino que eran aportes de campaña. Y de esa manera abrió una puerta para que toda la causa “Cuadernos” cayera como causa de corrupción y de sobornos y pase a estar meramente ligada a la justicia electoral. Lo que vemos es que hay comportamientos de determinados jueces, como Mahiques, que parecen ser estratégicos para que la corrupción siga avanzando y para que siga produciéndose este retroceso del que estamos hablando a raíz de todos estos casos.
Estamos hablando de un sistema judicial que está radicado en el lugar donde funciona el principal puerto de la Argentina, por donde sale la principal corriente de exportaciones agrícolas del país, y donde se articula la hidrovía, que es el gran canal para el comercio exterior de granos.
Es decir, estamos hablando de un lugar estratégico desde el punto de vista institucional. Si uno mira todos estos antecedentes y detalles que estamos observando, entiende más claramente por qué durante los últimos diez años casi no ha habido grandes procedimientos por narcotráfico en el puerto de Rosario y en la hidrovía. Con estos jueces, esta AFIP y la SIDE, que también tiene un imputado en esta causa, sumado al comportamiento de la Policía en Rosario, que lentamente se va corrigiendo.
¿Por qué es importante esto? Porque cuando uno piensa en corrupción judicial, naturalmente y con toda lógica, piensa solo en Comodoro Py, y hay otros lugares, como por ejemplo Rosario, donde estas miserias son estratégicas y probablemente más escandalosas.
A propósito de Comodoro Py, en su momento Ariel Lijo organizó un acto de respaldo y de aplauso a la justicia federal, que hoy está siendo investigada en Rosario. Sigue difícil el pliego de Lijo en el Senado, y más ahora, porque la contradicción entre el Gobierno y Cristina Kirchner es mayor.
Además, aparece una información interesante que no había aparecido hasta ahora: aparentemente hay un gran conflicto personal entre Lijo y Máximo Kirchner por alguna inconducta del juez en algún requerimiento al hijo de la expresidenta en una causa donde él lo estaba investigando. Esto es lo que se comenta ahora en los tribunales federales y explica también por qué el kirchnerismo es reacio a darle acuerdo junto con Manuel García-Mansilla.
Tanto que la semana pasada Oscar Parrilli dijo que no iba a haber votos kirchneristas para ninguno de los dos. Hay que aclarar que para que se volteen los pliegos bastan 25 votos, es decir, para que no se llegue a los dos tercios, y que Cristina Kirchner controla en el Senado 24 votos, o sea, está a un voto para provocar que el Senado rechace a ambos.
Todo este panorama habla de la necesidad de atender a la calidad institucional y de entender que la construcción de la democracia es un ejercicio que requiere atención y políticas deliberadas. Obliga a rescatar esa idea de John Gray de que el progreso no necesariamente es moral o político, y que en el orden institucional podemos estar retrocediendo. Hay que ver si este problema no empieza también a horadar al gobierno de Milei en relación con el caso Libra, con desprolijidades institucionales. Habrá que ver cuál es el costo final que paga el Gobierno avalando a un juez tan criticado por su imagen de corrupto como Lijo. Todo esto está pegando en las encuestas y explica que el éxito en el combate a la inflación pasa a ser un activo cada vez más valioso para el Gobierno, en la medida en que se cuestionan otros aspectos.
¿Qué pasó desde que llegó Milei al gobierno hasta ahora? Si uno mira el trazo grueso de la política, teníamos una inquietud en diciembre, enero, febrero y marzo. Por junio y julio, esa inquietud empezó a disminuir. ¿A qué estaba referida? ¿Qué nos inquietaba? Si en medio de una crisis política tan importante que había llevado a Milei al poder, en la Argentina se iba a constituir un centro de poder. Y se constituyó: es Milei.
En enero y febrero, muchos operadores económicos pensaban que no iba a ocurrir, que esto tambaleaba, que no se sabía hasta dónde el Gobierno se iba a poder afincar. En alguna medida eso explica las remarcaciones de precios, etc. Lo que Luis Caputo, el ministro de Economía, llama precios adelantados, en vez de dólar atrasado. Con el paso del tiempo y sobre todo con el éxito económico, el resultado de este año es que se constituyó ese centro de poder.
Este fin de semana hubo trabajos que, al igual que los que mostramos la semana pasada, reflejan esto de la encuesta de la Universidad de San Andrés: una caída en la satisfacción de la gente respecto del Gobierno, de más o menos 46% a 36%.
Si recordamos, hace dos lunes hablamos de una encuestadora brasileña, Atlas Intel, que también planteaba el mismo deterioro. Pero quiero que podamos ubicar qué significa esa caída en comparación con otros fenómenos similares y vamos a mirar esta comparación que propone la Universidad de San Andrés entre Macri, Alberto Fernández y Milei, sobre cómo estaba cada uno en el mismo momento. Cuando Milei cae del 46% al 36% Macri estaba un poco mejor: un 38% y en ascenso. Estamos hablando de su segundo año, 2017, cuando ganó las elecciones en octubre, donde tuvo 53% del respaldo. Por otro lado, Alberto estaba muchísimo peor con 18% de satisfacción.
Otro apartado de la encuesta realizada por la Universidad de San Andrés exhibe, probablemente causada por el caso LIBRA, una disminución de la aprobación (45%) y un incremento en la desaprobación (52%).
Si lo comparamos con Mauricio Macri en el mismo período, está igual que el líder del Pro. Por ende, salvo que aparezcan turbulencias económicas, desde el Gobierno tienen derecho a pensar en una pendiente que se torne optimista.
Respecto de las palabras que Milei inspira entre quienes lo aprueban y quienes no lo aprueban, para aquellas personas que lo apoyan simboliza la esperanza. Es exactamente lo que faltaba entre 2020 y 2023, como señalaban entonces encuestadores que realizaban trabajos cualitativos. En ese ciclo, el futuro se había terminado. Milei regeneró la expectativa. Del otro lado, los ciudadanos que no lo quieren lo identifican con el término “asco”. Es un sentimiento movilizante y muy agudo de rechazo. Habrá que ver si muchos de los que fueron este lunes a la manifestación del 24 de marzo no se refieren a un rechazo al clima ideológico que se ha instalado en el país con el Presidente.
Los números de Milei y su éxito en niveles de aprobación nos habla de que efectivamente se constituyó un centro de poder en la Argentina y que el barco tiene a alguien que le puede poner un rumbo. Eso está ligado a un logro trascendental que es la problemática de la inflación, que se manifiesta en la recuperación del salario, retracción de la pobreza, etc.
¿Cuál es la incógnita sin embargo que tenemos por delante? Si bien hay un centro de poder, ¿hay un oficialismo? Eso es otra cosa. Un oficialismo es un sujeto medianamente coherente que puede llevar una política articulada entre las distintas áreas, que tiene cierta armonía entre sus operadores y exhibe un juego colectivo. Pero más que nada, es un sujeto político que proyecta su poder sobre el Congreso y tiene allí capacidad para producir determinadas reformas que son indispensables para que el éxito económico se siga manteniendo.
Aquí es donde aparecen algunas dificultades. Una de ellas pasa por el armado de este oficialismo y una discusión dentro del Gobierno respecto de cómo construirlo. ¿Hay que arrasar con todo y convertir a Milei en el único líder de todo lo que no es izquierda y, en especial, kirchnerismo? ¿Debemos someter a las demás fuerzas políticas que ocupan este espacio? ¿Cuál es la relación con el Pro y los Macri?
El Gobierno capturó a Cristian “Pucho” Ritondo y Diego Santilli, que asistieron al encuentro con Javier y Karina Milei, Sebastían Pareja y Eduardo “Lule” Menem para entregar al oficialismo el Pro de la provincia de Buenos Aires. ¿Fue todo hablado con Macri? Muy probablemente, pero sólo para avisarle de la reunión. Nadie es tonto. Al subordinar el Pro bonaerense a la estrategia de La Libertad Avanza, quitaron a Mauricio Macri una gran carta de negociación con Milei, que es algo así como “ojo porque si buscás mi derrota en la Capital Federal, con separarme en la Provincia y alcanzar un 7% u 8%, puedo lograr que gane Cristina Kirchner. Y si gana ella, el mensaje de un triunfo kirchnerista en las legislativas es una señal de posible regreso. Y dicha posibilidad cambia el clima económico, o por lo menos posterga determinadas decisiones económicas”.
No solamente hay un conflicto entre La Libertada Avanza y el Pro. Hay conflictos más o menos solapados dentro del Pro entre gente que se suponía muy subordinada a Macri: Ritondo es el presidente del bloque de diputados nacionales. Existen también riñas más evidentes. Horacio Rodríguez Larreta anunció la semana pasada que se separa del Pro de la Capital Federal, determinando una gran dificultad para que los Macri puedan ganar aquella elección.
Todo está ligado al programa económico, que requiere eficacia política. Si desdobla la elección Axel Kicillof, ¿qué pasa con La Libertad Avanza en la elección provincial? Hay quienes dicen que va a tener enormes dificultades para ganar ya que no existirían recursos humanos para constituir las listas seccionales para cubrir la Legislatura.
Hay incógnitas institucionales muy importantes. Se requiere para este clima moral que domina a sectores muy amplios y complicados de la Justicia un espíritu de regeneración que no aparece a la vista. Todo eso es, al final, necesario para que el programa económico se consolide. El problema que está en el centro de este panorama fue definido a mi juicio magníficamente el sábado por Natalio Botana, en una columna que firmó en el diario Clarín y que se titula “El tumulto del segundo año”.
Dice en los dos últimos párrafos: “El Gobierno obtuvo de la Cámara de Diputados lo que quería, aprobando un DNU que habilita otro acuerdo con el FMI. La economía, hoy sujeta a vaivenes en torno al tipo de cambio, resulta ser la única trinchera de una gestión que, por impericia, obcecación y desdén institucional, se desestabiliza en su seno.
Envuelto en la barbarie de la palabra, el ‘círculo de hierro’ instalado en el palacio transpira ambición y poder. Entre tanto, ese terceto -Javier Milei, su hermana Karina y Santiago Caputo- ignora que sin inteligencia institucional ese poder se diluye al paso que crecen los contrarios: son erizos, diría Isaiah Berlin, a los que le falta la astucia del zorro”.
25/03/2025 a las 3:45 PM
LA ARGENTUNA POLÍTICA: ENFOQUES
Un panorama volátil y falsamente repetido
Claudio Jacquelin
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
24/3/025
Las imágenes que se repiten son engañosas. Escenas de violencia ante (y en) el Congreso; tensión cambiaria; avances y microrretrocesos en la lucha contra la inflación y el valor del dólar; Cristina Kirchner en el centro del ring; Mauricio Macri conduciendo a su partido, y un Javier Milei invencible e infalible. Pero puede ser una reproducción imperfecta de algo que fue y ya no es igual.
La imperiosa necesidad de alcanzar alguna estabilidad y poder hacer proyecciones sólidas a mediano y largo plazo sigue siendo una utopía en la Argentina.
La incertidumbre no solo se sostiene sino que se profundizó en las últimas semanas, más allá de algunos ansiolíticos recibidos por el Gobierno, como la aprobación del DNU sobre un nuevo e inminente acuerdo con el FMI, y que no haya vuelto a haber violencia en la protesta del miércoles pasado. El mundo, además, ayuda muy poco en todo lo que le importa y le impacta a la Argentina.
El tiempo transcurre inexorable y deja huellas, aunque aquellas escenas que simulan inmutabilidad todavía surtan algún efecto en buena parte de los espectadores, sobre todo los que prestan atención circunstancial a los devenires políticos y económicos o tienen una mirada parcial, sin registrar la totalidad del complejo panorama.
La reinstalación de Cristina Kirchner en la última semana puede ser uno de esos ejemplos de espejismo. Fue tan funcional a ella como a Milei. Una vez más. Pero ninguno de los dos está igual.
De distinta magnitud, ambos sufren algún tipo de desgaste, aunque en el cotejo el deterioro de la expresidenta adquiere dimensiones siderales. Cada vez es más un ancla que un faro. Una referencia que se difumina, aunque siga siendo demasiado visible y difícil de remover de la centralidad de su espacio.
El retiro de la visa por parte de los Estados Unidos le permitió a la expresidenta volver a su papel preferido de dirigente “popular” perseguida por los poderosos. Lo mismo que el rechazo del último recurso judicial que la pone ante la Corte para que termine de decidir sobre su libertad personal y su posible despedida de competencias electorales. Una combinación de eventos que vino a reponer la pelea estelar que se empeñan en mantener Cristina y Javier.
Sin embargo, no fue algo que alguno de los dos haya precipitado. Son ya demasiadas las cosas que escapan a la indomable voluntad de la expresidenta y son crecientes las variables que no controla o los proyectos cuya concreción se le complica al decisionismo presidencial de Milei.
Un exfuncionario del departamento de Estado que tuvo un rol relevante con Joe Biden le dijo el viernes a la tarde a un dirigente del panperonismo con el que comparte amistad que nada tuvo que ver la coyuntura argentina y el vínculo que mantiene Milei con Donald Trump en la decisión de revocar la visa de Cristina y Máximo Kirchner.
No cuenta para ellos que a Milei le siga gustando la polarización con una dirigente cada vez más desgastada, cuestionada dentro y fuera de su fuerza política, y cuya supervivencia tiene el valor para sus rivales externos de obturar la emergencia de nuevos actores para reconstruir el mapa político y de obligar a sus rivales internos a defenderla, aunque muchos desearían entregarla. Además, su permanencia es la excusa que encuentran muchos mileístas vergonzantes que fingen de opositores para no cuestionar acciones del Gobierno y del propio Presidente en temas que son (o fueron) banderas de su acción política.
De todas maneras, celebrar el protagonismo recuperado de Cristina Kirchner no deja de ser una actitud riesgosa, dado que la sola proyección de su sombra aleja a inversores que buscan climas más seguros. Problemas sistémicos.
La realidad indica que las dinámicas del nuevo tiempo de Estados Unidos propiciaron una decisión que el anterior gobierno demócrata había congelado en 2023 para no precipitar un cataclismo en la política argentina durante el año electoral y mientras Sergio Massa discutía una negociación con el FMI, con el apoyo de varios funcionarios de EE.UU.
El departamento de Estado trumpista, dicen, aprovechó el caso, sin que hubiera habido algún cambio en la situación penal de Cristina Kirchner, para demostrar que los Estados Unidos no le revocaba la visa por casos de corrupción solo a expresidentes de la derecha latinoamericana, como hizo en 2022 con el paraguayo Horacio Cartés. En Washington todo (o casi todo) funciona siempre en clave norteamericana.
La lectura conspiranoide y el sentido de la oportunidad política no iban a privar a Cristina de culpar a Milei de la decisión de la administración trumpista tanto como de victimizarse. Una cosa lleva a la otra. Más cuando ella tiene por delante tres estaciones pendientes y complicadas de superar.
Por un lado, está el proyecto de ley de ficha limpia, que el Senado sigue demorando. Por otra parte, aparece el conflicto intramuros del kirchnerismo en su bastión de la provincia de Buenos Aires, que solo tendrá una solución de ocasión para estas elecciones, pero dejará heridas insalvables. Su relación con Axel Kicillof, quien fuera su hijo político, está rota sin posibilidades de volver a los tiempos de confianza materno-filial, dicen tanto en el Instituto Patria como en La Plata.
Por último, asoma la decisión de la Corte por la causa Vialidad. Aunque la costumbre indica que el máximo tribunal evita fallos de impacto político en años electorales, ya son demasiados los usos y hábitos que han cambiado radicalmente en estos últimos tiempos como para no dar nada por hecho.
Todo eso que tiene reminiscencias de antaño no es más que otra remake fallida. Un poco de tragedia y bastante de farsa o de tragicomedia. Algo similar le pasa a Milei.
ALERTAS POLÍTICO-ECONÓMICAS
Al Presidente el alivio de la última semana no lo volvió a dejar en el estadío luminoso e inmaculado que transmitía en el comienzo del año. El paso por Davos y el escándalo del criptogate lo pusieron en un camino embarrado del que no logra salir y lo dejó demasiado salpicado. Pero las complicaciones no solo son políticas y de imagen.
La economía y las finanzas no le dan respiro, más allá del respingo inflacionario de febrero (todo indica será un paréntesis en la senda descendente) y de la tensión cambiaria que en una semana le costó perder algo de mil millones de reservas que siguen siendo negativas.
El acuerdo con el FMI que se da por hecho provocó más temblores que satisfacciones por el avance de las negociaciones. El apuro, una vez más, del ministro de Economía por dar todo por cerrado antes de tiempo y sus complicaciones verbales en público (un viejo problema que arrastra de antaño) respecto de la política cambiaria que derivaría del acuerdo, precipitaron movidas defensivas de los mismos a los que él les había aconsejado liquidar dólares y cubrir sus activos con inversiones financieras en dólares.
No es la primera vez que Luis Caputo anticipa cosas que la realidad se empeña en demorar (o desmentir). Cada viaje emprendido el año pasado a Washington fue precedido por versiones desde su entorno que anunciaban un desembolso del FMI por US$ 15.000 millones. Más o menos lo que lograría solo 16 meses después. Para peor, el tío Caputo se convirtió en un pugilista digital, lo que le valió al Gobierno más enemistados de los que necesita y podría tener. La capacidad del mileísta para maltratar hasta los que están dispuestos a ayudar parece insuperable.
Tal vez, su mayor acierto haya sido poner de viceministro suyo a José Luis Daza, que, al fin, desembarcó en Buenos Aires (sin dejar su domicilio en Nueva York) para concretar apoyos imprescindibles con explicaciones técnicas, buenos modales y respeto por sus interlocutores (toda una rareza en esta gestión). Lo explicitó el diputado de la Coalición Cívica Juan Manuel López al justificar su voto a favor del DNU sobre el aún desconocido acuerdo con el FMI.
No obstante, la vía libre parlamentaria no despejó todas las dudas. No solo en el plano cambiario, donde dos días después seguían los sobresaltos. La economía real empieza a dar señales de inquietud para muchos economistas e inversores, la mayoría de los cuales prefiere advertirlo con reserva de su nombre por temor a represalias.
Para muestra, vale contar la aclaración hecha días pasados por un importante hombre de negocios, cuyos vínculos trascienden las fronteras argentinas, invitado a un programa de televisión para opinar sobre el devenir económico.
“Te advierto que lo que voy a decir se parece poco a lo que pienso de verdad. No voy a poner en riesgo los intereses de mi empresa y de mis clientes por decirlo. Ya tuve algunas advertencias feas y lo mismo o peor le ha pasado a algunos colegas”, expresó ante la sorpresa de los dos periodistas que lo escuchaban, menos sorprendidos por la sinceridad brutal que por algo que se rumorea desde hace ya un buen tiempo. La libertad de expresión no es un asunto que le preocupa solo a los periodistas.
Ya son varios los asuntos en los que el semáforo se pone amarillo a corto y mediano plazo, como advierten muchos economistas y empresarios. Entre ellos, además de la modificación de la política cambiaria a que obligaría el FMI y que tendría algún impacto sobre el apreciado peso argentino y, en consecuencia, sobre los precios se suman otras con consecuencias en la vida cotidiana y en las cuentas públicas.
El poder adquisitivo empieza a ser una variable que cada vez pesa más para muchos argentinos, a pesar del sostenido descenso de la inflación. “Los precios no suben, pero a mi la plata no me alcanza”, dicen muchos participantes de grupos focales, lo que llevó a un agudo consultor a decir que “puede que la inflación baje, pero empieza a haber ‘sensación’ de inflación”.
Otro ítem que provoca cada vez más inquietud es el empleo: destrucción de puestos de trabajo y no creación de nuevos asoman como tendencia. Apertura de las importaciones y aumento de costos locales llevan a que cada vez más argentinos hagan compras en el exterior o estén impedidos de exportar. Partes de un mismo asunto. Variables que ponen en alerta al comercio y a la producción argentina y, en consecuencia, abren interrogantes también sobre la recaudación fiscal.
Un caso notable es el de la industria pesquera que por una combinación de factores está llevando a que los explotadores de algunas especies, como el langostino, están casi decididos a no iniciar la temporada para no trabajar a pérdida, con el consecuente impacto no solo para las empresas del sector, sino también para los trabajadores y el fisco. No son los únicos. Podría abrirse una etapa de mayor conflictividad social e impacto en economías locales.
A este escenario puntual se agregan contingencias climáticas y baja de precios internacionales que afectan al sector agropecuario. Menos complicado para las empresas del sector energético, pero como una amenaza de merma de ingresos fiscales, asoma la caída del precio internacional del petróleo, que acotaría en parte el gran aporte esperado del boom de Vaca Muerta.
El mundo transita por una de las etapas de mayor transformación e inestabilidad de las últimas tres décadas. La Argentina no está inmunizada y se encuentra muy expuesta. Si el año electoral es, de por sí, un fuerte proveedor de incertidumbre, el proceso de cambios que atraviesan la política y la economía argentina prometen muchas sorpresas.
Los escenarios falsamente repetidos pueden conducir a error. Todos los augurios sobre los resultados electorales y sus consecuencias son provisionales. Tal vez, más que nunca.
25/03/2025 a las 4:04 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Mileis: todos los Milei dentro de Milei
Gustavo González
Fuente: Perfil
(*) Notiar.com.ar
24/3/025
Se sabe que algo pasa dentro de la cabeza de Javier Milei y que eso que pasa no es normal. Por lo menos, no es la normalidad habitual entre líderes sociales, políticos y empresariales.
Lo que pasa allí adentro es un enigma que desvela en especial al círculo rojo. Una conversación obligada en todos los pasillos del poder, salvo en los que hay un Milei o un Caputo cerca.
De lo que se habla es de ese torbellino mental que cruza una ideología extrema con designios mesiánicos, dramas personales y una voluntad a prueba de obstáculos reales e imaginarios.
Las conclusiones están divididas, igual que en el resto de la sociedad. Mientras una mitad de argentinos está convencida de que de ese torbellino saldrán los nuevos aires que el país necesita, hay otra mitad que cree que de esa cabeza jamás surgirá la idea de un país normal y previsible.
La grieta nunca había generado una antinomia tan profunda. Y eso que ya era bien profunda.
La misma persona que para unos es un salvador, para los otros es un hombre desequilibrado y peligroso. El que para el 50% es alguien que vino a acabar con la casta y la corrupción; para el otro 50% es el mismo que promueve una casta más autoritaria y corrupta que la anterior.
Unos y otros. El enigma es cuántos Milei conviven en la cabeza de Milei.
Está el Milei jefe de Estado y el Milei que quiere destruir al Estado. El Milei defensor de un libre mercado absoluto y el Milei aliado incondicional de mandatarios proteccionistas como Donald Trump. Está el máximo líder mundial de las libertades individuales y el que ataca a los que libremente eligen ser minorías sexuales. Está el que elogia a Mauricio Macri y está el que quiere vaciar a la dirigencia del PRO. Está el que promulga el “principio de no agresión” y el que quiere ir “a buscar a los zurdos hijos de puta hasta el último rincón del planeta”. Está el que sufrió la crueldad de niño y está el que aplica la misma crueldad desde la cima del poder hacia argentinos que no piensan como él ni tienen su poder.
En su cabeza anarquista conviven el que promueve a la ministra de Seguridad que con más dureza decidió aplicar el aparato represivo del Estado en la vía pública desde la recuperación democrática, con el que dice ser fiel a los maestros libertarios que le enseñaron que la seguridad debe estar en manos de privados y no de un Estado represivo.
Recordemos que ésta es una de las tantas diferencias entre Milei y el liberalismo. Para los pensadores liberales, el Estado debe preservar para sí áreas como la Seguridad, la Educación y la Salud Pública. En cambio, para el anarcocapitalismo que él pregona, el Estado simplemente debe desaparecer
Gustave de Molinari, para algunos el primer anarcocapitalista, sostenía que el monopolio estatal de la violencia era, además de inmoral, ineficiente, porque era caro y de baja calidad: “La producción de seguridad inevitablemente se vuelve costosa y mala cuando es organizada como un monopolio.” Molinari sostenía que no había motivos para que “la producción de seguridad” no pudiera ser sometida al libre juego de la oferta y la demanda. Como una industria privada más.
Rothbard aseguraba que para que el Estado ejerciera el monopolio de la violencia y castigara las conductas delictivas, antes debía castigar sus propios delitos. Lo que, según él, sería imposible: el delito es inherente al Estado.
Aunque estos dos Milei podrían acordar que entre el sistema capitalista actual y el anarquismo que proclama, se requeriría una transición minarquista durante la cual el Estado sea utilizado para lo mínimo indispensable. Por ejemplo, para reprimir a los jubilados que protestan contra los que manejan el Estado que los va a reprimir.
Con todo, llama la atención la vocación de un libertario como él de usar al Estado en materia de Seguridad y ordenamiento del espacio público con una determinación mayor a la de cualquier otro gobierno. Frente al impulso libremercadista de la ley del más fuerte (piqueteros vs. automovilistas, manifestantes vs. transeúntes, etc.) la dupla Milei-Bullrich decidió intervenir con una vocación que jamás habían demostrado quienes defienden el rol del Estado como administrador y garante de la seguridad.
El giro. ¿Será un reconocimiento de que el mercado puede tener fallas y que el Estado debe intervenir para subsanarlas?
En cualquier caso, lo cierto es que hubo un giro notorio entre la manifestación de los jubilados de la última semana y la anterior. Hablando sólo de las fuerzas estatales, mientras que en la primera marcha parecían desatadas, casi anárquicas; en la segunda se expuso un aparato coordinado de control y sin la presencia de provocadores oficiales ni operaciones de Inteligencia para consumo de medios adictos.
Lo que no quitó que volvieran a aparecer los ya característicos toques orwellianos del Gobierno. En este caso, altavoces en las estaciones de trenes advirtiéndole a la población que el Estado reprimiría cualquier muestra de indisciplina social.
El giro de 180° hizo recordar el mismo viraje de diciembre de 2017 en torno a otro reclamo de los jubilados. Con una primera manifestación donde los uniformados reprimieron con una violencia desmedida, y una posterior en la cual actuaron ordenados y casi a la defensiva. La diferencia entre una y otra, fue que la primera estuvo conducida por la misma ministra de Seguridad de hoy, Patricia Bullrich, y la segunda por la Policía Metropolitana controlada por Rodríguez Larreta.
En 2017, el giro se debió a que el entonces jefe de Gabinete, Marcos Peña, convenció a Macri de que el espectáculo de las fuerzas durante la primera marcha había sido escandaloso.
La cabeza. No se sabe quién fue el que esta vez logró convencer a Milei de que una nueva represión desmedida generaría rechazo aun en sus votantes. El Gobierno dejó trascender que, para la segunda marcha, Santiago Caputo había tomado a su cargo la coordinación del operativo.
¿Habrá sido así? Difícil imaginar moderación en un kamikaze.
Tres días después de que Pablo Grillo quedara al borde de la muerte por sacar una foto y la jubilada Beatriz Blanco salvara su vida de milagro, este Caputo tuiteó: “El socialismo no se discute, se erradica. La casta no se reforma, se destruye. Los enemigos del progreso no se convencen, se eliminan. Y no vamos a parar hasta que el último de ellos desaparezca.”
Erradicar, destruir, eliminar y desaparecer. Son términos tristemente célebres en la historia argentina, que él suele usar en las cuentas de X que no llevan su nombre para hablar de sus “enemigos”. Pero es la primera vez que lo hace en su cuenta oficial.
En la cabeza de Milei, a todos los Milei que conviven allí se le suma la cabeza de alguien como este Caputo que, además de manejar la SIDE y las cajas oficiales, se convirtió en un experto en alimentar a diario la paranoia de su jefe con teorías conspirativas.
Este triángulo mental se completa con las ideas de Bullrich, una mujer formada en la violencia de los 70 (“montonera asesina de niños”, según Milei) y en la valoración del Estado como actor central en una sociedad. Ella ya no es la misma que pretendía reemplazar al Estado capitalista por uno socialista, pero en su ADN subsiste la noción de disciplinamiento social propio de las revoluciones de la modernidad. Pudo haber saltado de partido en partido, pero siempre fue coherente en ese pensamiento.
Entender las fuerzas que conviven en la cabeza de este Presidente es un desafío ciclópeo, quizá imposible.
Pero no nos queda otra que intentarlo. Porque de lo que esté pasando allí adentro, dependemos todos.