Por Carlos Tórtora.-

El ex embajador argentino en los EEUU, Jorge Argüello, se ocupó ayer de bajar las expectativas locales sobre la elección presidencial en el país del norte. Argüello remarcó que él fue embajador ante cuatro gobiernos distintos y que nunca sintió que la Argentina tuviera importancia para el Departamento de Estado. Este análisis parece apuntar a desnudar una realidad: aunque gane Donald Trump, no cabe esperar un salvataje financiero al gobierno de Javier Milei ni que la Casa Blanca presione al FMI para que repita el desastroso préstamo otorgado al gobierno de Mauricio Macri.

Una victoria de Trump sí le serviría a Milei para hacer algo que sabe: marketing. Los libertarios podrían intentar montarse en la ola republicana y pregonar que es inevitable su triunfo electoral el año que viene. Unos cuantos dirigentes políticos locales, tanto de la UCR como de fuerzas provinciales, podrían sensibilizarse ante esta acción psicológica y plegarse a La Libertad Avanza. Esto valdría sobre todo para los radicales, que ya están midiendo el 2% en algunas encuestas.

Pero las expectativas en los mercados políticos se rigen por las mismas reglas que los mercados económicos. Todo el mundo político quiere saber, para posicionarse para el 2025, si la actual fiesta financiera va a volcarse sobre la economía real o si se trata sólo de una burbuja que terminará en el estallido de las variables.

Una fiesta bajo sospecha

En medio de la euforia libertaria, ayer el Financial Times publicó un severo artículo poniendo en duda que la Argentina pueda responder al tsunami de sentencias, para empezar las relacionadas con las expropiaciones de YPF y Aerolíneas Argentinas. Muy a grandes rasgos, el periódico británico menciona un monto global a pagar que alcanzaría los 30.000 millones de dólares. Y señala también que las reservas argentinas son escuálidas para responder a este tipo de reclamos.

Lo del Financial Times es nada más que un ejemplo de la desconfianza con que los centros del poder financiero ven «el milagro» conseguido por Milei.

En el marco de la política regional, si gana Trump, las posibilidades de la Casa Rosada para aumentar su gravitación en América Latina son ínfimas. Con su acostumbrado pragmatismo, Lula acaba de aproximarse a Washington al bloquear en la última cumbre de BRICS el ingreso de Venezuela a este grupo. Brasil sancionó así a Nicolás Maduro por no cumplir su promesa de publicar las actas del escrutinio del pasado 28 de julio. En este contexto es poco lo que podría hacer Milei para levantar la cabeza. La política latinoamericana pasa por el eje que componen Brasil, México y Colombia y la Argentina es marginal. Además, el líder libertario está a punto de perder a uno de sus pocos aliados, el gobierno de derecha de Uruguay, ya que el triunfo del Frente Amplio en el próximo ballotage parece inevitable.

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