Por Luis Alejandro Rizzi.-

Es lamentable la reacción de muchos periodistas, analistas y de mucha gente, impugnando la difusión de una verdad por los antecedentes de quien proviene, como si para decir una verdad hubiera que tener cualidades especiales o un certificado de buena conducta.

Santo Tomás enseñó que la “verdad en boca del impío, sigue siendo verdad”, más aún es un acto virtuoso.

Un ejemplo, doy nombre y apellido para no pecar de hipócrita o de cobardía, Morales Solá dijo ayer en su programa, algo que reprodujo La Nación en su edición electrónica: “Las barras bravas llevan la violencia a donde van. ¿Alguien puede explicar qué hacían manifestándose junto a los jubilados? ¿Por qué nunca se los vio protestando al lado de los jubilados cuando gobernaban Alberto Fernández o Cristina Kirchner? Nunca se los vio. Pero este miércoles aparecieron.”

De ese texto se pueden sacar algunas conclusiones. Primero: si “los barra” hubieran ido a protestar durante los gobiernos anteriores de Cristina y Fernández, ¿los hechos de ayer serían menos graves?

Segundo: ¿el hecho de no haber ido antes, les prohíbe ir ahora…?

Tercero: parecería que hubo muchos menos “barras bravas” que militantes de otros movimientos políticos y por último, la violencia ocurrida dentro del recinto de la cámara de diputados fue ajena a los supuestos “barras”.

Muchos gobiernos anteriores han creado este clima de violencia en el que viven los jubilados, más allá de los desaguisados de sus gestiones, pero ahora con Milei, se agrega la violencia del gobierno y su sadismo que deslegitima sus mejores acciones.

En este párrafo tiene razón Morales Solá: “La violencia estaba tanto dentro de la Cámara de Diputados como fuera del Congreso. ¿Por qué el presidente Javier Milei no reflexiona sobre esto? ¿Por qué no reconoce, por ejemplo, que debería expresarse de manera más pacífica? Porque la violencia en las palabras termina derivando en violencia en los hechos. Y muchas veces, el presidente se expresa de manera violenta.”

Lamentablemente vivimos en clima de “agonalidad” y lo de ayer puede ser el inicio de una resistencia callejera como lo propuso Horacio Verbitsky en su editorial político de la última edición de “El cohete a la luna”, que transcribo otra vez: “Mi conclusión provisoria es que ni el repunte de la inflación previsto para febrero y marzo, ni las actuaciones legales aquí y en Estados Unidos por la historieta del memecoin, ni la introducción de uno o dos jueces por la ventana de la Corte Suprema de Justicia, ni el decretazo tendiente a ocultar las condiciones del nuevo endeudamiento con el Fondo Monetario, acelerarán en forma decisiva el reloj de Milei. Tampoco parece posible, ni deseable, un juicio político que colocara al frente del gobierno a Victoria Villarruel. La movilización popular en las calles, masiva y no por cuentagotas, no por tal o cual atropello oficial, sino por hartazgo hacia su crueldad e ignorancia y por la acentuación de su incipiente pérdida de aceptación colectiva, podrían lograrlo. La pregunta sin respuesta es cuán cerca o cuán lejos estamos de ese momento.”

Obvio, no coincido con su posición, pero la respeto por mi condición de “liberal”, pero debemos reconocer su autenticidad, en cierto modo cree que con sucesivas manifestaciones que expresan descontento con su gestión, Milei podría caer.

Es una posibilidad lógica, en este clima de agonalidad y tuiteros profesionales en los que, dicho de otro modo, Milei tiene sus propios “barras”, tan o más peligrosos como los de ayer; ellos lesionan el cerebro de los otros.

En definitiva, todo esto pone en evidencia nuestra “incultura general”, por eso, cuando falta cultura, la sociedad se convierte en una selva amenazante y agresiva.

Estamos gobernados por una “BARBARIE” en el sentido orteguiano de la palabra.

Todos tenemos derecho a decir la verdad.

Vale recordar: la mentira en boca del pío, también sigue siendo mentira.

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