Por Hernán Andrés Kruse.-

La represión a mansalva es una política de estado para el gobierno nacional. Como no tolera el disenso y, mucho menos, las manifestaciones opositoras en la calle, ha montado un sofisticado y poderoso sistema represivo. Desde hace un tiempo varios jubilados se acercan cada miércoles a las adyacencias del congreso para protestar por la miseria que cobran. La respuesta de las fuerzas de seguridad apostadas en el lugar siempre es la misma: los muelen a palos. Durante meses el pueblo adoptó una increíble y humillante actitud pasiva, en clara señal de apoyo a esta barbarie. Todo cambió cuando un jubilado que vestía la camiseta del club Chacarita Juniors, fue duramente apaleado por los uniformados. Al miércoles siguiente dicho jubilado se hizo presente en las adyacencias del congreso pero hubo una novedad: estuvo acompañado por un buen número de hinchas funebreros dispuestos a protegerlo. Este hecho hizo que hinchas de numerosos clubes, tanto de la B Nacional como de la primera división, decidieran acompañar a los jubilados el miércoles 12 de marzo. Ello puso en alerta al gobierno ya que seguramente jamás previó semejante reacción popular.

Todo hacía presagiar lo peor. Lamentablemente, el miércoles 12 de marzo fue un día aciago para la democracia. El gobierno nacional y el porteño hicieron un obsceno alarde de fuerza represiva, como si el congreso estuviera a punto de ser invadido por enemigos foráneos. Pasadas las 16 horas estalló todo por los aires. La Plaza del Congreso y las calles adyacentes se convirtieron en un campo de batalla. De este lado, las fuerzas de seguridad; del otro, los hinchas. Hubo dos hechos que demostraron la ferocidad de la represión. A metros del congreso un uniformado de la policía federal empujó a una jubilada de más de ochenta años, quien cayó pesadamente al asfalto. Hasta el momento se desconoce el estado de su salud. Pero no se necesita ser un galeno para percatarse de que, dada la gravedad del golpe, su vida debe estar en serio peligro. Pedro Grillo es un reportero gráfico de las radios Latina y FM La Tribu. El infortunado joven fue alcanzado por un tubo de gas lacrimógeno en la cabeza y debió ser trasladado de urgencia al Hospital Argerich. Su estado es extremadamente delicado ya que tuvo pérdida de masa encefálica. Además, una mujer policía recibió un piedrazo en la cabeza cerca de un supermercado y otro agente policial sufrió una herida de arma y una fractura. Entrada la noche, se escucharon cacerolazos en Plaza de Mayo y varios barrios del AMBA.

Entrevistada por Luis Majul, la ministra de seguridad puso en evidencia, una vez más, su cinismo. Aseguró que hubo un intento por “voltear al gobierno” y “tomar el congreso” de parte de gente “preparada para matar”. Habló despectivamente de Grillo, a quien acusó de ser un militante K. “Nosotros”, agregó, “secuestramos armas de fuego, armas blancas, todo tipo de miguelitos para pinchar las gomas de los patrulleros y motos”. “Estábamos en el congreso, y la Policía porteña estaba a la altura de la 9 de Julio. Mientras las fuerzas federales dispersaban el Congreso, se acercaban a la 9 de Julio. Sacaron a dos policías de un patrullero y quemaron otro. Hay entre 15 y 17 policías heridos. Estaremos teniendo unos 150 detenidos en total”. “Tenemos todos los papeles que decían dónde se iban a organizar, que tenían que repeler a la policía con botellas y piedras. Tenían un objetivo muy claro” (fuente: Perfil, 12/3/025). De la jubilada agredida por el policía, ni una palabra.

Ayer hubo dos relatos antagónicos. Para el gobierno nacional y los medios afines, los policías no tuvieron más remedio que reprimir por el feroz ataque a que fueron sometidos por numerosas barras bravas. Para la oposición y los medios afines, la violencia fue la consecuencia lógica e inevitable de la política represiva ordenada por el presidente de la nación y ejecutada por la ministra de Seguridad. Me parece que lo más aconsejable es apoyarse en los hechos. Hubo un policía que golpeó de manera atroz a una jubilada de más de ochenta años y un reportero gráfico que lucha por su vida por un ataque de un policía. Reitero: la represión es, para Javier Milei, una política de estado. El orden debe ser garantizado a cualquier precio.

En 1984 Bidart Campos publicó “Para vivir la constitución”. Escribió lo siguiente: “La filosofía de los derechos humanos en la constitución es una filosofía favorable a los mismos. No extrañe la afirmación, porque hay filosofías constitucionales desfavorables a ellos, que los burlan, los niegan, los desconocen. La nuestra es propicia. Significa ello que al situar a los hombres en la comunidad política, la constitución valora como justo emplazarlos de un modo que respete su condición de personas, su libertad y sus derechos. Ésa es una filosofía práctica, que todos y cualquiera tienen que respetar como solución política empírica, sin que interese cuál es la filosofía especulativa que profesan (…) El hombre es una persona a la que el estado debe facilitar el desarrollo de su valor personalidad. O en otros términos, el estado debe situar políticamente al hombre de tal manera que quede en condición apta de obtener todo lo que le es debido en cada situación para desarrollar su valor personalidad. En esta sencilla enunciación se condensa la filosofía de la constitución, tanto la que da base a la declaración de derechos como la que confiere fisonomía a la estructura de poder. Si el poder se reparte, se limita, se controla, es para garantía de la persona humana, de su libertad y de sus derechos. Y si los derechos se reconocen y se tutelan, es para que el estado no los viole, los resguarde, los promueva, no sólo cuando el hombre los hace valer frente al propio estado, sino también cuando los hace valer frente a otros hombres.

Un resumen de la filosofía constitucional de los derechos humanos que pudiera expresarse en un solo vocablo llevaría a decir que esa filosofía es personalista. Negativamente, que no es colectivista, que no es totalitaria. Si la filosofía de los derechos humanos es personalista y, si como filosofía práctica plasmada en el gran mandamiento constitucional de no turbarlos, de ampararlos y de promoverlos, inserta en la constitución obligaciones de dar, de hacer y de omitir según los casos, la filosofía de la constitución y de sus derechos sirve para interpretar la constitución, para aplicarla, para imprimirle funcionamiento, y sirve para vincular las conductas de gobernantes y gobernados, aunque a veces unos u otros puedan, a tono con sus personales filosofías especulativas, ser reacios, hostiles o escépticos a los derechos del hombre (…) La letra de nuestra constitución revela que por detrás o por debajo de ella hay una toma de posición valorativa favorable a la persona humana: hay un espíritu (…) La constitución de 1853 es una constitución fiel, si por fiel entendemos la norma que expresa bien la voluntad del autor. Agregaríamos que nuestra declaración de derechos es fiel porque coincide con la filosofía que propiciaba la voluntad del constituyente (…) Todos los valores que propugna el preámbulo-justicia, libertad, paz, unión, bienestar general, defensa-y los que implícitamente acoge sin nombrarlos-orden, solidaridad, cooperación, poder, seguridad-componen la filosofía política de la constitución, y tanto esos valores como esta filosofía se asocian a los derechos del hombre (…).

La constitución debe gozar de prestigio social. Ello quiere decir que debe ser un símbolo, revestirse de simbolismo. Representa la instancia superior del orden jurídico, y a la vez el último fundamento del estado y de la convivencia, que debe ajustarse íntegramente a ella. Prestigio y simbolismo equivalen a la creencia en que ella es el vínculo fundante de aquella misma convivencia, y el único marco para su encuadre. En 1853, la constitución fue instrumento de reconciliación y de unidad. Hot debe volver a significar lo mismo, con intensidad idéntica (…) Hay que valorar y valorizar a la constitución. Valorarla quiere decir estimarla positivamente, tenerla como signo de la recomposición social a que estamos urgidos. Valorizarla es infundirle valor, el que un nosotros colectivos tiene que atribuirle (…) La constitución es buena, es un bien, porque contiene principios, ideas, valores y tradición más que suficientes para estructurar la convivencia argentina deteriorada radicalmente por numerosas causas, entre la que no es menor el apartamiento irrespetuoso de la constitución durante los últimos cincuenta años (…) Pero la constitución vale no sólo porque reconoce derechos y adjudica deberes. La constitución vale, fundamentalmente, porque organiza al estado y a la convivencia social de una manera democrática (…) La constitución es el único instrumento capaz de permitirnos vivir civilizadamente, democráticamente, pacíficamente”.

Bidart Campos escribió esta maravilla hace cuarenta años. Saque el lector sus propias conclusiones.

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