Por Hernán Andrés Kruse.-

En su edición del 22 de diciembre, Infobae publicó un artículo de Ernesto Tenembaum titulado “El corazón mismo del pensamiento presidencial”. El autor afirma que, finalmente, Milei se sacó la careta, decidió mostrarse tal cual es. El presidente es un intolerante, un fanático. Se cree un cruzado que la providencia colocó en la Casa Rosada para conducir a los argentinos por el único sendero-el libertario-que conduce al ansiado destino de grandeza y desarrollo.

En su reciente visita a Roma, narra Tenembaum, el presidente manifestó lo siguiente ante jóvenes militantes del partido liderado por Giorgia Meloni: “Tenemos que ser como una falange de hoplitas”. El mensaje es claro y contundente: quienes aman la causa de la libertad deben estar perfectamente organizados para derrotar enemigo (el comunismo). Para Milei hay una guerra sin cuartel por el control del mundo entre el anarcocapitalismo y el comunismo. Para vencer al enemigo, sentencia el presidente argentino, las fuerzas del bien deben estar bien preparadas para afrontar semejante desafío. Ello significa que sus miembros deben obedecer las órdenes impartidas por el líder (el propio Milei) y nunca cuestionar los valores medulares del anarcocapitalismo. La organización es, pues, fundamental. Para combatir al mal organizado (el comunismo) sólo cabe oponerle el bien organizado (el anarcocapitalismo).

Como colofón de su discurso Milei recuerda la paradoja de Popper en relación con la actitud a adoptar frente a los intolerantes. El pensador austríaco, uno de los máximos exponentes del liberalismo como filosofía de vida del siglo XX, afirmó que no se podía ser tolerantes con los intolerantes. Rn nombre de la tolerancia no se podía aceptar cualquier cosa. Pues bien, para Milei el comunismo es intolerable; en consecuencia, se lo debe combatir hasta aniquilarlo. El problema es que para el presidente el enemigo no es sólo el comunismo sino toda corriente ideológica, incluidas las que forman parte del liberalismo, que no concuerda en un 100% con el anarcocapitalismo. En consecuencia, no pueden ser toleradas. Milei sólo concibe una única ideología verdadera, la anarcocapitalista. Si Popper viviera, Milei lo consideraría un enemigo porque siempre consideró al liberalismo como la ideología antidogmática y antiautoritaria por excelencia.

Buceando en Google me encontré con un ensayo de Juan Guillermo Estay Sepúlveda (Universidad Católica de Temuco-Chile), Mario Lagomarsino Montoya (Universidad Católica de Temuco-Chile), Juan Mansilla Sepúlveda (Universidad Andrés Bello-Chile), Marcos Parada Ulloa (Universidad Adventista de Chile) y José Luis Reyes Lobos (Ministerio de Educación Provincial San Antonio-Chile) titulado “El liberalismo de Popper: Más necesario que nunca” (Logos-La Serena-2018). Efectivamente, hoy en la Argentina el liberalismo de Popper es más necesario que nunca.

INTRODUCCIÓN

Popper al defender la sociedad abierta y el régimen democrático de gobierno se declarará como un liberal y como un viejo seguidor de la ilustración. Un pre-hegeliano. Ahora bien, aunque el propio Karl Popper se define como un liberal, nada menos que el político inglés Bryan Magee ha planteado la tesis de que Popper por los temas que ha desarrollado y las luchas que ha sostenido es un pensador que se podría inscribir dentro de la tradición social demócrata como en un destacado teórico del reformismo y el cambio gradual.

Karl Popper es un teórico que se ha declarado liberal. Un liberal muy particular que estimó como fundamental la intervención del Estado, incluso en temas económicos, particularmente en materias vinculadas al funcionamiento de la economía de mercado. Igualmente Popper es un teórico del reformismo. Un reformismo sin pausas. Un reformismo que se va haciendo cargo de los vaivenes de la sociedad. En ningún caso Popper puede ser tildado como un filósofo conservador, defensor del statu quo. En este sentido, Magee ha planteado claramente lo siguiente: “And here I must declare an interest. I am a democratic socialist and I believe that the young Popper worked out, as no else has ever done, what the philosophical foundations of democratic socialism should be. And like him I would like to see these ideas replaces the garbled mixture of Marxism and liberal minded opportunism which passes for political theory on the democratic left. In short, while making it clear that Popper is no longer a socialist, I want to claim his ideas for the democratic socialism in which he was so deeply enmeshed when he began to produce them, and in response to whose needs they were produced. This is where I believe their real significance is, and where their future lies”.

Así tendríamos un Popper cercano a las posiciones de la socialdemocracia. Lo anterior dice relación con la tradición liberal defendida por Popper, que es un “liberalismo” muy distinto del defendido por su coetáneo F. von Hayek. El liberalismo de Popper se vincula con la libertad individual y su gran capacidad de creación. Pero esa libertad debe convivir con un Estado que tiene que entregar justamente las garantías para que esa libertad se pueda expresar en toda su amplitud. Esto mismo queda de manifiesto en “La Sociedad Abierta y sus Enemigo”. Posteriormente, esta posición que se conjuga queda de manifiesto en las obras póstumas de Popper como la recopilación denominada: “Karl. R. Popper. Después de la Sociedad Abierta. Escritos Sociales y Políticos” (Shearmur & Turner, 2010), la obra de Perona “Entre el liberalismo y la Socialdemocracia. Popper y la sociedad abierta”, o en el libro de Shearmur y Stokes, “Popper. Philosophy, Politics and Scientific Method”. La filosofía política de Popper, si bien se enraíza en el individualismo metodológico, plantea de forma nítida el reformismo social y político, propios de la mejor tradición socialdemócrata. Para Popper el modelo siempre es el mismo: democracia-liberal como ideal de la sociedad abierta (que permite un abanico en las políticas desarrolladas), cuyo foco albergan las ideas socialdemócratas. No es casualidad que se elija este paradigma, máxime si añadimos la introducción de la ética kantiana para la fundamentación del socialismo moderno.

Lo anterior implica que, desde la política práctica, se da un fuerte rechazo a esos posicionamientos que han intentado instalar a Popper en aquellas posturas que defienden el statu quo e incluso las posturas neoliberales. Ralf Darendorf comentando las afirmaciones de Magee ha sostenido: “[…] el concepto de Sociedad Abierta y el libro sobre este tema muy bien podrían evidenciarse como el aporte más perdurable de Popper”. Bryan Magee no lo dice tan así en su brillante y breve tratado sobre Popper. Magee cree-y en eso sin duda tiene razón-que la obra de Popper es de una sola pieza, aunque dedica dos de los siete capítulos a la sociedad abierta. También llega a la conclusión de que la sociedad abierta contiene una visión socialdemócrata que es la misma que él, Magee, defiende.

Magee profundiza su postura sobre el pensamiento socialdemócrata que hay en Popper y también el hecho de la existencia de una filosofía práctica, que indica directrices concretas para la actuación política, y no sólo un formalismo ético propios del Kant de la Crítica de la Razón Pura. En Popper no hay solamente academia, sino que también existe la posibilidad de la recomendación para la acción tanto en las ciencias, como en el quehacer social y político.

Por su parte Popper, más allá de los respetables planteamientos de Magee y Dahrendorf, para aclarar su postura liberal, sostiene que usa el término ‘liberal’ en el sentido en que comúnmente se usa en Inglaterra y la tradición anglosajona. Por liberal no se entiende una persona que simpatiza con algún partido político, más bien una persona que otorga la mayor importancia a la libertad individual y es consciente de los peligros inherentes a todas las formas de poder y de autoridad. Además de la forma en que Popper concibe el concepto de liberalismo, este término en la historia de la filosofía y teoría política presenta una compleja historia. En este contexto, el liberalismo es una doctrina política de una larga historia y de una extensa evolución y formas de ser presentado. No obstante lo anterior, el liberalismo ha tenido básicamente dos vertientes. Una económica y otra política.

No obstante lo anterior, en la concepción de Popper se asigna una importancia fundamental a una medida que suena como contrafáctica con lo anterior. Esto es el rol del Estado y el necesario control de la libertad para salvaguardar la libertad misma. En esta forma, Popper declara: “Necesitamos la libertad para impedir que el Estado abuse de su poder, y necesitamos al Estado para impedir el abuso de la libertad. Este es un problema concreto que quizás nunca se resuelva en lo abstracto por medio de leyes; es necesario un corte constitucional, y buena voluntad más que nada en el mundo”.

Mientras que en otra obra política, Popper profundiza sobre esta situación y dice: “El deseo de libertad es algo completamente primitivo que ya encontramos en los animales […] y en los niños pequeños, y ciertamente en grados muy diferentes. Pero en el terreno político la libertad se convierte en problema. Pues la libertad ilimitada de cada individuo se vuelve naturalmente imposible por la convivencia de los seres humanos. Si soy libre de hacer todo lo que quiero, entonces también soy dueño de despojar a los otros de su libertad”.

Esta es una de las particularidades del pensamiento de Popper. La libertad se controla para no perder la libertad. El Estado debe hacer ese control. Y al mismo tiempo la libertad debe controlar al Estado para que este no abuse de su poder. En este punto encontramos una relación entre Libertad y Estado absolutamente simétrica y complementaria, para motivos de avanzar hacia la sociedad abierta y evitar los peligros del tribalismo en sus formas de totalitarismo y/o de fundamentalismo”.

PRINCIPIOS DEL LIBERALISMO Y TEORÍA POLÍTICA: HISTORIA Y PROPUESTA

Karl Popper es, como hemos sostenido a lo largo de este trabajo y de otros un pensador de amplísimas dimensiones. No tan solo es un empirista y un racionalista de tipo particular, sino también un liberal y como ya se ha señalado, es un liberal en el sentido del término inglés. El liberal es para Popper un falibilista, un racionalista crítico, un individuo que no cree que la verdad sea manifiesta o que solamente pocos tengan ojos para verla. Para Popper, la teoría que la verdad es manifiesta, está a la base de toda forma de fanatismo. En relación a este punto, intentaremos mostrar cómo Popper se hubiera opuesto de manera decidida al fundamentalismo que ha campeado en estos presentes años, sobre todo en los pocos años que van del Siglo XXI. En contraposición a Popper para el fundamentalismo sí hay una verdad manifiesta y por lo tanto un tipo de sociedad perfecta en la cual los individuos y su libertad no tienen nada que aportar.

Este pensamiento crítico lo hará patente con críticas a su propio pensamiento liberal. Si el liberalismo no es capaz de cambiar y profundizar en sus propios errores estaría siendo un símil del otro liberalismo, del cual Popper es un abierto contestatario como lo es el liberalismo utópico. Para Popper, el liberalismo utópico es imposible de ejecutar ya que la sociedad perfecta no existe, al ser seres humanos los que la van construyendo. Ahí versa, para nosotros, uno de los puntos esenciales de esta diferencia: un liberalismo que es capaz de ver sus errores y repararlos, como lo es el crítico y otro, que no verá absolutamente nada ya que se encuentra en una nube de idealismos a ultranza. El pensador austriaco hablará antes de la Sociedad Abierta y sus enemigos, de un racionalismo erróneo, “esto es, viciado, que comprende la acción racional como aquella que dispone de una forma eficaz para alcanzar fines futuros remotos”. Para esta crítica, Misseri cita el artículo “Utopía y violencia”, escrito a dos años de concluida la Segunda Guerra Mundial y cuando el mundo comenzaba su bipolaridad. Hoy Popper, no estaría de acuerdo y conforme con las atrocidades que se han visto y donde el liberalismo crítico ha quedado mudo. En ello, no compartimos la opinión de que gracias al racionalismo crítico, el capitalismo y la ideología política liberal siguen en pie y que Popper “sin lugar dudas”, estaría “orgulloso de ello”. Popper vería esto -nos atrevimos a decirlo-, como un germen del pensamiento utópico más que del pensamiento crítico, al no reparar en los errores que está provocando.

El liberal que dibuja nuestro autor, tiene, entre otras características, la de ser antihistoricista y antiperfectista. Para el liberalismo, en la acepción de Popper, no se considera tener el itinerario de la historia, ni de tener acceso a las cartas de la providencia. Más bien para el liberalismo es un punto cardinal el hecho de que no existen leyes de la historia. Para el liberalismo, el futuro está abierto. El futuro no está predeterminado. En este punto se entiende el frontal ataque de Popper a las doctrinas que han sostenido la existencia de leyes del desarrollo histórico. La sociedad se deberá construir en un constante juego donde participa la libertad individual, el dinamismo social y la aplicación de la racionalidad, a través del método de la ciencia”.

Share