Por Hernán Andrés Kruse.-
En su edición del 22 de septiembre, Alfredo Zaiat publicó un artículo (“El Presupuesto 2025 de Milei es antediluviano”) en el que alude a la aversión que siempre le provocó a Javier Milei la figura de John Maynard Keynes. Escribió el autor: “En varias ocasiones siendo panelista, luego candidato y ahora presidente, Milei exhibió un estado caótico cuando le mencionan a Keynes. Resulta insólita esta reacción porque Keynes es considerado, por ortodoxos y heterodoxos, como el fundador de la macroeconomía moderna. Su obra más famosa, “La teoría general del empleo, el interés y el dinero”, fue publicada en 1936, pero su precursora de 1930, “Tratado sobre el dinero”, es evaluada también como importante para el progreso del pensamiento económico. Hasta entonces, la ciencia económica analizaba sólo condiciones estáticas (así Milei piensa la economía), esencialmente estudiando en detalle una instantánea de un proceso en movimiento. Keynes creó un enfoque dinámico que convirtió la ciencia económica en un estudio de flujos de ingresos y gastos, y abrió nuevas perspectivas para el análisis económico”.
Aunque cueste creerlo, para Milei don John Maynard es un socialista. Ni siquiera le reconoce sus conocimientos en economía. “Es un burro”, dijo en más de una oportunidad el actual presidente de la nación cuando fue consultado sobre Keynes. Ahora bien, acusar a Keynes de ser un enemigo del liberalismo implica, lisa y llanamente, cometer un acto de deshonestidad intelectual incalificable. Porque don John Maynard fue, les guste o no a los anarcocapitalistas, un liberal. En agosto de 1925 dictó en la Liberal Summer School (Cambridge) una conferencia titulada “¿Soy liberal?”. Aconsejo vivamente su lectura ya que en ella Keynes pone en evidencia su pensamiento liberal, quizá no tan extremo como el de Hayek, Mises o Rothbard, pero tan válido como el de éstos.
¿SOY LIBERAL?
“Si uno nace como un animal político, es muy incómodo para uno el pertenecer a ningún partido; es frío, solitario y fútil. Si su partido es fuerte y su programa y filosofía son atractivos y satisfacen los instintos gregarios, prácticos e intelectuales, todo al mismo tiempo, ¡qué agradable debe ser! Vale la pena una gran dedicación y todo el tiempo libre-siempre y cuando seas un animal político-. Por lo tanto, el animal político que pueda pronunciar las desafiantes palabras «No soy un hombre de partido», casi preferiría pertenecer a cualquier partido que a ninguno. Si no puede encontrar un hogar por el principio de atracción, debe encontrar uno por el principio de la repulsión e ir hacia aquellos que menos le gusten, en lugar de quedarse afuera en la fría intemperie.
Ahora tomemos mi propio caso: ¿dónde estoy aterrizando con esta prueba negativa? ¿Cómo podría llegar a ser un Conservador (del Partido Conservador, ed.)? Ellos no me ofrecen comida ni bebida, ni consuelo intelectual ni espiritual. No me divierten, ni emocionan o edifican. Lo que es común a esa atmósfera, la mentalidad, la visión de la vida de-bueno, no mencionaré nombres-no promueve mi propio interés ni el bien público. No lleva a ninguna parte, no satisface ningún ideal, no se ajusta a ningún estándar intelectual, ni siquiera es seguro, ni calculado para preservar de los malos relatos (spoilers) al grado de civilización que ya hemos alcanzado. ¿Debería, entonces, unirme al Partido Laborista? Superficialmente eso es más atractivo. Pero mirando más de cerca, hay grandes dificultades. Para empezar, es un partido de clase, y la clase no es mi clase. Si voy a perseguir intereses sectoriales, buscaré los míos. Cuando se trata de la lucha de clases como tal, mis patriotismos locales y personales, como los de todos los demás, excepto ciertos celos desagradables, están unidos a mi propio entorno. Me puede influir lo que me parezca justo y de buen sentido, pero la guerra de clases me encontrará del lado de la burguesía educada. Pero esta no es la dificultad fundamental. Estoy preparado para sacrificar mis patriotismos propios por un importante propósito general. ¿Cuál es la verdadera repulsión que me mantiene alejado del Laborismo? No puedo explicarlo sin comenzar a acercarme a mi posición fundamental. Creo que en el futuro, más que nunca, las cuestiones sobre el marco económico de la sociedad serán, con mucho, las más importantes de los asuntos políticos. Creo que la solución correcta implicará elementos intelectuales y científicos que deben estar por encima de las cabezas de la gran masa de votantes más o menos educados (illiterate).
Ahora, en una democracia, todos los partidos tienen que depender de esta masa de votantes con bajos conocimientos, y ningún partido alcanzará el poder a menos que pueda ganarse la confianza de estos votantes persuadiéndolos de manera general de que tiene la intención de promover sus intereses o que tiene la intención de satisfacer sus pasiones. Sin embargo, existen diferencias entre los diversos partidos en el grado en que la máquina del partido se democratiza de principio a fin y la preparación del programa del partido se democratiza en sus detalles. A este respecto, el Partido Conservador está en la mejor posición. El círculo interno del partido puede dictar casi los detalles y la técnica de la política. Tradicionalmente, la gestión del Partido Liberal también ha sido suficientemente autocrática. Recientemente ha habido desaconsejables movimientos en la dirección de democratizar los detalles del programa del partido. Esta ha sido una reacción contra un liderazgo débil y dividido, para el cual, de hecho, no hay remedio excepto un liderazgo fuerte y unido. Con un liderazgo fuerte, la técnica de la política, a diferencia de los principios principales, aún podría dictarse desde arriba. El Partido Laborista, por otro lado, está en una posición mucho más débil. No creo que los elementos intelectuales del partido puedan alguna vez ejercer un control adecuado; demasiado será siempre decidido por aquellos que no saben en absoluto de qué están hablando; y si-lo que no es improbable-el control del partido es tomado por un círculo interno autocrático, este control se ejercerá en interés de la extrema izquierda: el sector del Partido Laborista que designaré el Partido de la Catástrofe. En la prueba negativa, me inclino a creer que el Partido Liberal sigue siendo el mejor instrumento para el progreso futuro, si solo tuviera un liderazgo fuerte y el programa adecuado.
Pero cuando llegamos a considerar el problema de los partidos positivamente, en referencia a lo que atrae más que a lo que repele, el aspecto es pésimo en todas las partes por igual, tanto si ponemos nuestras esperanzas en propuestas como en los hombres. Y la razón es la misma en cada caso. Las cuestiones de partidos históricos del siglo diecinueve están tan muertas como el cordero servido la semana pasada; y aunque las preguntas del futuro se avecinan, aún no se han convertido en cuestiones para los partidos y atraviesan las viejas líneas de los partidos. La libertad civil y religiosa, las franquicias, la cuestión irlandesa, el autogobierno de los dominios (Australia, Nueva Zelanda, de la Commonwealth, ed.), el poder de la Cámara de los Lores, la progresividad abrupta de los impuestos sobre los ingresos y las fortunas, el uso pródigo de los ingresos públicos para la reforma social, digamos, Seguro Social para Enfermedad, Desempleo y Vejez, Educación, Vivienda y Salud Pública. Todas estas causas por las cuales luchó el Partido Liberal se lograron con éxito o son obsoletas o son el terreno común de todos los partidos. ¿Qué es lo que queda? Algunos dirán: la cuestión de la tierra. Yo no, porque creo que esta cuestión, en su forma tradicional, ahora se ha convertido, en razón de un cambio silencioso en los hechos, de muy poca importancia política. Solo veo dos tablas de la histórica plataforma Liberal en condiciones de sostenerse: la cuestión del alcohol y el libre comercio. Y de estas dos, el libre comercio sobrevive como un gran problema político vivo y por accidente. Siempre hubo dos argumentos a favor del libre comercio: el argumento del laissez-faire que atrae y sigue atrayendo a los individualistas liberales, y el argumento económico basado en los beneficios que se derivan de que cada país emplee sus recursos donde tiene una ventaja comparativa.
Ya no creo en la filosofía política que adornaba la doctrina del libre comercio. Creo en el libre comercio porque, a largo plazo y en general, es la única política que es técnicamente sólida e intelectualmente estricta. Pero, en el mejor de los casos, ¿puede el Partido Liberal sostenerse solo en la cuestión de la tierra, la cuestión del alcohol y el libre comercio, incluso si llegara a un programa unido y claro sobre los dos primeros? El argumento positivo para ser liberal es, en la actualidad, muy débil. ¿Cómo sobreviven los otros partidos a la prueba positiva? El Partido Conservador siempre tendrá su lugar como el duro de matar (diehard). Pero de manera constructiva, está en tan mala posición como el Partido Liberal. A menudo no es más que un accidente de temperamento o de asociaciones pasadas, y no existe una diferencia real de política o de ideales, la que ahora separa al joven conservador progresista del liberal promedio. Los viejos gritos de batalla son apagados o silenciosos. La Iglesia, la aristocracia, los intereses territoriales, los derechos de propiedad, las glorias del imperio, el orgullo de los servicios, incluso la cerveza y el whisky, nunca más serán las cuestiones que guíen la política británica. El Partido Conservador debería preocuparse por desarrollar una versión del capitalismo individualista adaptada al cambio progresivo de circunstancias. La dificultad es que los líderes capitalistas en la ciudad y en el Parlamento son incapaces de distinguir las medidas novedosas para salvaguardar el capitalismo de lo que llaman bolchevismo.
Si el capitalismo pasado de moda fuera intelectualmente capaz de defenderse, no sería desalojado por muchas generaciones. Pero, afortunadamente para los socialistas, hay pocas posibilidades de ello. Creo que las semillas de la decadencia intelectual del capitalismo individualista se encuentran en una institución que no es en lo más mínimo característica de sí misma, sino que se hizo cargo del sistema social del feudalismo que la precedió, a saber, el principio hereditario. El principio hereditario en la transmisión de riqueza y el control de los negocios es la razón por la cual el liderazgo de la causa capitalista es débil y estúpido. Está demasiado dominado por hombres de tercera generación. Nada hará que una institución social decaiga con más certeza que su apego al principio hereditario. Es un ejemplo de esto que, por lejos la más antigua de nuestras instituciones, la Iglesia, es la que siempre se ha mantenido libre del defecto hereditario. Del mismo modo que el Partido Conservador siempre tendrá su ala dura de matar, el Partido Laborista siempre estará flanqueado por el Partido de la Catástrofe: jacobinos, comunistas, bolcheviques, como quieran llamarlos. Esta es la parte que odia o desprecia a las instituciones existentes y cree que un gran bien resultará simplemente de derrocarlos, o al menos que derrocarlos es el antecedente necesario para cualquier gran bien. Este partido solo puede florecer en una atmósfera de opresión social o como reacción contra las reglas duras de matar. En Gran Bretaña es, en su forma extrema, numéricamente muy débil. Sin embargo, su filosofía en forma diluida impregna, en mi opinión, a todo el Partido Laborista. Por moderados que sean sus líderes, el éxito electoral del Partido Laborista siempre dependerá de que haga un ligero llamamiento a las pasiones y celos generalizados que encuentran su pleno desarrollo en el Partido de la Catástrofe. Creo que esta simpatía secreta con la política de la catástrofe es el gusano que roe la navegabilidad de cualquier nave constructiva que el Partido Laborista pueda lanzar. Las pasiones de malignidad, celos, odio hacia aquellos que tienen riqueza y poder (incluso en su propio cuerpo), se asocian con ideales para construir una verdadera república social. Sin embargo, es necesario que un líder laborista exitoso sea, o al menos parezca, un poco salvaje. No es suficiente que él ame a sus semejantes, él también debe odiarlos.
Entonces, ¿qué quiero que sea el Partido Liberal? Por un lado, el Conservadurismo es una entidad bien definida, con una derecha dura de matar que le da fuerza y pasión, y una izquierda de lo que se puede llamar «el mejor tipo» de los educados y humanos conservadores librecambistas, que le presta respetabilidad moral e intelectual. Por otro lado, los laboristas también están bien definidos: con una izquierda de catastróficos para darle fuerza y pasión, y una derecha de lo que se podría llamar «el mejor tipo» de reformadores socialistas, humanos y educados, para prestarle moral y respetabilidad intelectual. ¿Hay espacio para algo en el medio? ¿No deberíamos cada uno de nosotros aquí presentes decidir si nos consideramos «el mejor tipo» de conservadores librecambistas o «el mejor tipo» de reformadores socialistas, y terminar con esto? Quizás sea así como terminaremos. Pero sigo pensando que hay espacio para un partido que no tome opciones de clase, y que sea libre tanto de las influencias de los duros de matar como de los catastrofistas para construir el futuro, porque ellos echarán a perder las construcciones de cada uno de los demás. Permítanme esbozar en los términos más breves lo que concibo como la filosofía y la práctica de un partido de este tipo. Para empezar, debe emanciparse de la madera muerta del pasado. En mi opinión, ahora no hay lugar, excepto en el ala izquierda del Partido Conservador, para aquellos cuyos corazones se centran en el individualismo anticuado y el laissez faire en todo su rigor, aunque en gran medida contribuyeran al éxito durante el siglo diecinueve. Digo esto, no porque piense que estas doctrinas estaban equivocadas en las condiciones que las dieron a luz (espero que hubiera pertenecido a este partido si hubiera nacido cien años antes), sino porque han dejado de ser aplicables a las condiciones modernas. Nuestro programa no debe ocuparse de los problemas históricos del liberalismo, sino de aquellos asuntos, ya se hayan convertido o no en cuestiones del partido, que hoy son de interés vivo y de importancia urgente. Debemos correr riesgos de impopularidad y burla. Luego, nuestras reuniones atraerán multitudes y nuestro cuerpo ganará fuerza”.
05/12/2024 a las 7:06 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
La caída de la “ficha limpia” afectó a Javier Milei
Joaquín Morales Solá
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
4/12/024
La política es dinámica, inquieta, imprevisible. En la tarde del jueves pasado, luego del fracaso de la reunión de la Cámara de Diputados convocada para tratar el proyecto de “ficha limpia”, la rumorología política insistía con que habían quedado muy mal ante la opinión pública los diputados que promovieron esa ley y que, por segunda vez en una semana, no habían conseguido quórum para que el proyecto sea tratado. Al día siguiente, fue el propio presidente de la Nación quien se dio cuenta de que el primer afectado ante una palpable mayoría social había sido él. De los 13 diputados que no asistieron e impidieron el quórum, ocho pertenecían a La Libertad Avanza, el partido presidencial. En la creencia social se instaló la certeza de que el mileísmo le había enviado una prueba de amor a Cristina Kirchner, quien sería, en caso de aprobarse esa ley, la primera, no la única, afectada por tales disposiciones.
Según el proyecto, el ciudadano argentino condenado por corrupción en dos instancias de la justicia penal no podría ser candidato a nada. La señora de Kirchner está condenada por un tribunal oral, cuyo fallo fue ratificado por la Cámara de Casación, la máxima instancia penal del país. Las dos instancias que establece el proyecto que no logra su aprobación. Paréntesis: ya existe, por lo tanto, una sentencia firme contra Cristina Kirchner por prácticas corruptas. La Corte Suprema de Justicia no es una instancia de apelación, sino un recurso extraordinario de la Justicia, que el máximo tribunal puede tratar -o no-.
Existen varias pruebas de que Javier Milei tomó conciencia del malhumor social por esas deserciones (fundamentalmente las de sus diputados) que impidieron empezar a sancionar una ley que limitaría los increíbles derechos de los corruptos. Increíbles porque esas personas ya condenadas pueden llegar al Congreso y protegerse bajo el paraguas de los fueros parlamentarios. Inconcebibles privilegios de la verdadera “casta política”. Los fueros de los legisladores fueron establecidos para que pudieran hablar libremente, y para que el entonces delito penal por calumnias e injurias no restringiera sus expresiones. Este delito no existe más en las leyes penales del país. En rigor, el Poder Ejecutivo o el Congreso deberían promover una ley que excluya los delitos penales de los fueros parlamentarios.
De todos modos, una prueba de la preocupación de Milei fue el inmediato mensaje que le envió a la diputada Silvia Lospennato, autora del proyecto inicial sobre “ficha limpia” en 2016. Durante ocho años, Lospennato, que milita en el Pro, buscó sin suerte el quórum de los diputados para expulsar de las bancas a los corruptos, también durante los años del gobierno de Mauricio Macri. Nunca pudo nada. Ahora recalca que un gobierno que dice que “el que las hace las paga” debería incluir en ese paradigma a los políticos corruptos. Puede ser. Quién lo sabe. Milei le prometió que habrá una ley de “ficha limpia”, pero no le dijo cuándo ni cómo será. La segunda prueba fue la rápida designación del abogado Alejandro Fargosi como representante del Gobierno en la confección de un nuevo texto para esa ley. Fargosi es un mileísta convencido, que seguramente aspira a acceder a un cargo destacado en el Poder Ejecutivo o en el Congreso. Dicen que es el tuitero más retuiteado por el Presidente. No hay mejor pergamino que pueda exhibir un mileísta. Fargosi pagó precios caros por quedar bien con los gobiernos. En el año 2011, él era miembro del Consejo de la Magistratura en representación de los abogados. El voto de Fargosi fue crucial para que se designaran a cuatro jueces federales propuestos por el kirchnerismo, que estaba en el poder. Versiones insistentes aseguraban en aquellos tiempos que se trataba de un acuerdo de Macri, entonces jefe del gobierno de la Capital, con Cristina Kirchner, jefa del Estado en esos años. Macri desmintió en su momento ese acuerdo y negó, inclusive, que se hubiera reunido con Fargosi. Los letrados que accedieron a cuatro juzgados federales en 2011 con el voto de Fargosi, y que todavía están en sus cargos son: Marcelo Martínez de Giorgi, Luís Rodríguez, Sebastián Ramos y Sebastián Casanello. En 2011 el más cuestionado era Rodríguez por su vinculación familiar (son compadres) con el operador judicial Javier Fernández y por sus supuestos vínculos con los servicios de inteligencia. Caía sobre él un incesante rumor de que había copiado el examen para acceder al juzgado federal. Muchos años después, Carolina Pochetti, esposa del secretario fallecido de Néstor Kirchner, Daniel Muñoz, contó públicamente que le pagó sobornos al juez. La denuncia provocó un enfrentamiento espectacular en ese momento entre Rodríguez y el fiscal Carlos Stornelli.
Pero tampoco Martínez de Giorgi fue una buena elección: es, después de Ariel Lijo, el mejor anestesista de Comodoro Py, como se les llama en la jerga judicial a los jueces que saben dormir las causas judiciales más importantes. Martínez de Gorgi aspira ahora a ascender a camarista y a que su esposa acceda a una juzgado federal en la provincia de Buenos Aires. La participación de Fargosi en los nombramientos de esos jueces le valió que lo expulsaran de la prestigiosa agrupación Será Justicia y un repudio de su actitud por parte del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires, al que Fargosi pertenece.
Regresemos a Milei. Seguramente el Presidente conoció lo mal que cayeron las deserciones de sus diputados por el seguimiento cotidiano de la opinión pública que hace su gobierno. De todos modos, puede asegurarse que el electorado de Milei es el que más detesta la corrupción, según mediciones que ha hecho la consultora Isonomía. El proyecto de “ficha limpia” está directamente vinculado con la corrupción de los políticos, aunque no siempre una cosa y la otra estén entrelazadas en la información pública. No es necesario. La gente común lo sabe. La diputada Lospennato suele contar que su esposo, que no es una figura conocida, le contó que escuchó en el supermercado a dos mujeres desconocidas decir que “la ficha limpia es una cuestión nuestra. Debe salir”. El mismo electorado de Milei detesta que su líder se parezca al kirchnerismo. “Detesta mucho más que se parezca a que negocie con los seguidores de Cristina Kirchner. Pueden negociar los diferentes, pero ese electorado aborrece que su líder se parezca a lo que más desprecia en la política, que es el kirchnerismo”, asegura otro analista de opinión pública. Tampoco el parecido entre el mileísmo y el kirchnerismo está inscripto de manera explícita en el texto del proyecto. Pero ese aire de impunidad para la corrupción es lo que asemeja a los dos ante la gente común. Todos los actores de la política coinciden: los kirchneristas necesitan la impunidad, mientras Milei no. ¿Para qué se acerca al kirchnerismo, entonces? ¿Solo para que le vote el acuerdo del juez Lijo como miembro de la Corte Suprema? Sería poca cosa.
A todo esto, Fargosi adelantó que incluiría en el proyecto que redactó Lospennato un par de artículos para que los acusados por dos instancias puedan apelar su exclusión electoral ante la instancia superior, aunque se trate de la Corte Suprema. Debe consignarse que el original proyecto de Lospennato fue consensuado, entre otros y en largas conversaciones, con dos prominentes legisladores de La Libertad Avanza: el diputado Nicolás Mayoraz, presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales de la Cámara, y Manuel Quintar, presidente de la Comisión de Justicia. Es decir, el mileísmo estaba comprometido con el proyecto que fracasó el jueves pasado por la ruin ausencia de varios diputados. Si un recurso extraordinario fuera a la Corte Suprema, ésta no tiene plazos para expedirse. Aunque ninguna ley establece esa carencia de plazos, la tradición estableció que es así. Fargosi anticipó que podrían poner plazos en su nuevo texto. Resulta de pobre envergadura (para llamarlo de algún modo) cambiar los tiempos de la Corte Suprema solo para ampliarles la protección a los políticos corruptos.
También se señaló que las leyes no pueden ser retroactivas y que no podría esta ley, de aprobarse, perjudicar a Cristina Kirchner. Las leyes que no son retroactivas son las penales, y esta no lo será. De todos modos, si esa ley tuviera sanción en las próximas semanas, Cristina Kirchner no es candidata todavía, que se sepa al menos. La aplicación de ley retroactiva podría ser creíble si esa ley se promulgara después de que ella fuera formalmente candidata a diputada por la provincia de Buenos Aires. No lo es ni lo será en los próximos meses. Fargosi señaló también que el proyecto en el que está trabajando no modificará el trámite de las causas penales y que solo hará cambios en la cuestión electoral de los políticos dos veces condenados. “Mi proyecto no es contra Lospennato, sino con Lospennato”, aclaró Fargosi. ¿Para qué entonces cambiar un texto que lleva ya ocho años de negociaciones y estériles intentos de tratamientos parlamentarios? ¿Para qué, si los propios legisladores de Milei acordaron el texto, promovido inicialmente por Lospennato, que careció de quorum el jueves infiel de la última semana?
Las ideas expuestas por Fargosi (el texto no se escribió todavía) ponen énfasis en la justicia electoral, que siempre es más benigna frente a las debilidades de los políticos. El problema del Presidente es más grande que decidir sobre una instancia judicial: debe resolver cómo conformar a su electorado después de la decepción que provocó la indiferencia mileista frente a la impunidad electoral de los políticos corruptos. La política puede entender de estrategias electorales, pero la sociedad está muy lejos de esas permutas entre políticos aparentemente tan distintos.
05/12/2024 a las 7:11 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Reuniones de emergencia y pedidos de expulsión: así impactó el escándalo de Kueider en el Senado
Fernando Fraquelli
Fuente: TN
(*) Notiar.com.ar
4/12/024
La detención de Edgardo Kueider (bloque de Unidad Federal) en Paraguay con 200 mil dólares sin declarar “impactó muy mal en el Senado”. Así lo plantearon varios legisladores consultados por TN.
La situación implicó reuniones urgentes entre los pocos senadores presentes en la Cámara Alta, en búsqueda de obtener información más allá de lo publicado periodísticamente. Otros, solicitaron conocer qué pasó y darle la oportunidad a Kueider de explicar ante sus pares el origen de los fondos en su poder al momento de su detención en Paraguay.
En Unión por la Patria ya iniciaron la maquinaria jurídica y presentaron un proyecto de resolución para iniciar la expulsión de Edgardo Kueider del Senado.
El secretario parlamentario de la Cámara, Agustín Giustinián, se reunió con su equipo de asesores analizando la situación. A ese encuentro se sumó la Prosecretaria parlamentaria Dolores Martínez en el primer piso del Palacio.
La Cámara de Senadores aguardará la comunicación formal de la Justicia y luego verá los pasos a seguir.
La Ley de Fueros 25.320 establece que “cuando un juez abra una causa penal en la que se impute la comisión de un delito a un legislador, funcionario o magistrado sujeto a desafuero, remoción o juicio político, el tribunal competente seguirá adelante con el procedimiento judicial hasta su total conclusión”.
Y agrega: “El llamado a indagatoria no se considera medida restrictiva de la libertad, pero en el caso de que el legislador, funcionario o magistrado no concurriera a prestarla, el tribunal solicitar su desafuero, remoción o juicio político”.
El Senado en su reglamento tiene un capítulo titulado Faltas Graves y en su artículo 204 dice que “en el caso de que un senador incurra en faltas más graves que las previstas en ese título, la Cámara -a invitación del presidente o a petición de cualquier miembro- decidirá por una votación, sin discusión, si es o no llegado el caso de usar la facultad que le da el artículo 66 de la Constitución Nacional. En caso afirmativo, el presidente nombrará una comisión de tres miembros para que proponga las medidas pertinentes”.
El antecedente más cercano que existe data del año 2003, cuando la exsenadora Vilma Ibarra (Frepaso) presentó un proyecto de resolución para excluir de su cuerpo al exsenador Luis Barrionuevo.
El artículo 66 de la Constitución establece que cada “Cámara hará su reglamento y podrá, con dos tercios de los votos, corregir a cualquiera de sus miembros por desorden de conducta en el ejercicio de sus funciones, o removerlo por inhabilidad física o moral, sobreviniente a su incorporación, y hasta excluirle de su seno”. “Bastará con la mayoría de uno sobre la mitad de los presentes para decidir en las renuncias que voluntariamente hicieren de sus cargos”, indica.
Según los legisladores consultados por TN, la situación de Edgardo Kueider requiere ”un análisis desde el punto de vista legislativo y judicial, que son los pasos a seguir por parte de la apertura de las instancias para analizar e investigar y, posteriormente, tomar una resolución por parte del Cuerpo legislativo”.
Si la decisión del Senado es la exclusión del senador por la provincia de Entre Ríos, necesitará ser avalado por los dos tercios del cuerpo y, por lo tanto, será fundamental la determinación que adopte el bloque mayoritario del Senado, que es UxP, ya que cuenta con 33 integrantes. Si Kueider deja el Senado, será remplazado por la dirigente de la Cámpora, Stefanía Cora, actual diputada provincial “Más por Entre Ríos”, que es la denominación de Unión por la Patria provincial.
Edgardo Kueider ingresó al Senado nacional en las elecciones de 2019 de la mano del exgobernador Gustavo Bordet, e integró el bloque del Frente de Todos. Tiempo después, se distanció de la por entonces vicepresidenta Cristina Kirchner y armó una nueva bancada legislativa junto a otros senadores, donde se acercó al expresidente Alberto Fernández.
Con el fin de la gestión kirchnerista, el legislador comenzó a tener diálogo con el armado político interno en el Senado de la vicepresidenta Victoria Villarruel. Hoy forma parte del bloque Provincias Unidas, que encabeza Carlos Espinola. Además, Kueider preside la Comisión de Asuntos Constitucionales e integra la Comisión Bicameral de Control de los Servicios de Inteligencia. También acompañó cada uno de los proyectos que Javier Milei envió al Congreso, como la Ley Bases.
CUESTIONAMIENTOS EN DIPUTADOS
La situación de Kueider también generó repercusiones en la Cámara de Diputados. La legisladora Karina Banfi, de la UCR, escribió en redes sociales: “Solo voy a decir una cosa de caso Kueider: Ficha Limpia”, acompañando una publicación con la declaración jurada del senador nacional por Entre Ríos.
En medio de la sesión preparatoria que reeligió al diputado Martín Menem al frente del cuerpo, Germán Martínez (UxP) cuestionó la situación de Kueider por su acompañamiento a La Libertad Avanza y a los intentos del asesor presidencial, Santiago Caputo, de impulsarlo para que sea el presidente de la Comisión de Inteligencia. Finalmente, esa comisión quedó a cargo de Martín Lousteau.
Pablo Juliano (Democracia para Siempre) y Nicolás del Caño (Frente de Izquierda), también se refirieron al caso. Por su parte, María Eugenia Vidal (PRO), se preguntó: “¿A alguien le sorprende que el senador detenido cruzando a Paraguay con 200.000 dólares haya entrado por la lista de Alberto Fernández y Cristina Kirchner? La elección de 2019 fue el triunfo de los corruptos”, publicó en X, junto a una foto de la boleta electoral del año 2019.
Carla Carrizo (Democracia para Siempre), señaló que el senador nacional está “sospechado de haber vendido su voto en la Ley Bases por 200.000 dólares”. “Preside la Comisión de Asuntos Constitucionales en el Senado, justo la comisión que trata los desafueros y las sanciones a los senadores que tienen mal desempeño. Obvio que necesitábamos cambiar, pero con la representación que nos ofrecen Unión por la Patria y La Libertad Avanza vamos justo en la dirección contraria”, cerró.
05/12/2024 a las 7:13 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
La CGT: pilar de la gobernabilidad de Milei
Gabriel Solano
Prensa Obrera
3/12/024
Cuando asumió Javier Milei, siendo que era evidente que su orientación política era de ultraderecha, había muchos sectores que decían que esto iba a plantear obligadamente una especie de unidad del campo popular; incluso, dentro del peronismo, se le decía a la izquierda: “las divisiones y diferencias que tenemos tienen que quedar en un segundo lugar porque ahora nos tenemos que unificar todos contra el gobierno de Javier Milei”.
Y esto, que era de alguna manera algo que se repetía mucho, nosotros lo vivimos bastante el 20 de diciembre del año pasado –ese día tuvo lugar la primera marcha contra el gobierno de Milei, impulsada por organizaciones piqueteras, el sindicalismo combativo, la izquierda y otros sectores independientes. Muchos decían y dicen: “la izquierda y el peronismo tienen que unirse”. Esto apareció, sin embargo, como una intención de una parte de la base peronista completamente justa, en tanto la unidad de los trabajadores es una condición para derrotar al gobierno de Javier Milei. Pero desde el punto vista político tenía mucho de ilusión… ¿por qué? Porque las divergencias que existían previamente, que ya estaban presentes bajo el gobierno de Alberto Fernández, se agravaron bajo el gobierno de Milei; y digo que se agravaron porque la ofensiva que ha lanzado el gobierno contra los trabajadores está exponiendo de una manera muy evidente el colaboracionismo de la burocracia sindical peronista con un gobierno de ofensiva capitalista.
Y el problema de la CGT está en el núcleo de la gobernabilidad porque la gobernabilidad de Milei, que tiene como estrategia una ofensiva capitalista contra la clase obrera, va a depender de cuál es la respuesta que los trabajadores den a esa ofensiva. Si los trabajadores son capaces de derrotar esa ofensiva o poner una resistencia cada vez mayor, la gobernabilidad del gobierno indudablemente va a caer. En cambio, si el gobierno tiene la capacidad de hacer pasar esa ofensiva, de eliminar conquistas de los trabajadores, de imponer reducciones salariales, de confiscar las jubilaciones, ese gobierno, incluso aunque originalmente parte de un cuadro de debilidad, puede sostenerse e incluso fortalecerse frente al pueblo. Y lo que estamos viendo en la Argentina justamente es que ese colaboracionismo de la CGT con el gobierno de Javier Milei ha sido cada vez más ostensible.
¿Por qué digo que es cada vez más ostensible? Porque durante los primeros meses del gobierno de Milei la CGT convocó a una movilización, luego un paro a fin de enero de este año y después convocó un nuevo paro en mayo; y, desde esa fecha hasta acá, directamente los burócratas sindicales se borraron definitivamente y pasaron a una política de colaboracionismo muy explícita, al punto que cuando se aprobó la Ley Bases, que incluía una reforma laboral, la CGT no convocó ni siquiera a movilizarse.
Es decir que bajo un gobierno ultraderechista, que agrupa a las fuerzas más reaccionarias de la política argentina, se aprueba una reforma laboral sin que la CGT convoque un paro o una movilización. Y ese punto, que ha dado mucho que hablar y nosotros lo hemos denunciado una y otra vez aquí en 14 Toneladas, habla de hasta dónde ha llegado el colaboracionismo de la burocracia sindical con el gobierno. ¿Qué refleja de fondo este colaboracionismo? Básicamente dos cosas: por un lado, que la burocracia sindical es una casta muy conservadora, agente directa de la clase capitalista al interior de las organizaciones obreras. Y su objetivo no es defender los derechos del pueblo argentino sino actuar dentro de las organizaciones obreras en defensa de intereses de clase hostiles a los del proletariado.
Y ese tema es crucial, porque poner un signo igual entre defensa de los sindicatos y defensa de la burocracia sindical es un grave error. La mejor manera de defender los sindicatos es echando a la burocracia y recuperarlos para los trabajadores. Este punto, insisto, es un punto crucial para nosotros. En segundo lugar, refleja que la clase capitalista hoy está apoyando abiertamente al gobierno de Milei, y la burocracia sindical, dividida en diferentes sindicatos, tiende a reflejar los intereses de la clase capitalista en los distintos gremios. Por ejemplo, la UOM tiende a reflejar los intereses de la burguesía industrial; el Smata tiende a reflejar los intereses de las grandes automotrices de Argentina; la burocracia de los servicios tiende a reflejar los intereses de las empresas de servicios; y, en general, en las divisiones en los sindicatos tiene mucho peso justamente cuál es la influencia de cada sector de la burguesía sobre la burocracia sindical.
Y hoy en Argentina lo que tenemos es que, de conjunto, la clase capitalista, más allá de divergencias, más allá de críticas parciales, tiende a apoyar al gobierno de Javier Milei porque defiende esa agenda contra los trabajadores; y, por lo tanto, las distintas fracciones de la burocracia sindical se han mandado a guardar. Esto, desde ya, no aparece en cada lugar de la misma manera y no niega crisis, no niega choques como el que acaba de haber hace un par de días atrás cuando Pablo Moyano renunció al triunvirato de la CGT denunciando justamente que la CGT no estaba luchando contra el gobierno de Milei. Entonces se produce un hecho muy interesante en esa renuncia. ¿Cuál es el tema interesante? Que Pablo Moyano renuncia a la CGT pero el sindicato camionero que dirige su padre, Hugo Moyano, dijo que se queda para negociar con el gobierno de Milei; y rápidamente nombró reemplazante para que Camioneros no solamente se quede en la CGT, sino para que se quede en el triunvirato dirigente, mostrando el alineamiento de un sindicato que en el pasado había sido opositor al menemismo y hoy permanece en la CGT para negociar con Milei los términos de la aplicación de su política.
Muchos avizoraban que el triunfo de Milei iba a dar lugar, o a una respuesta unificada de la CGT, o si eso no ocurría, a una ruptura de la CGT que termine dando lugar, como pasó en el pasado, a tendencias más combativas –como ocurrió bajo la década del 90 con el MTA, un movimiento que había sido encabezado por Camioneros de Hugo Moyano y también por la UTA. Hoy eso no lo tenemos, todas las fracciones de la burocracia sindical se quedan dentro de la CGT en una política de acuerdo con Milei. Y esto pasa también con las CTAs, que están discutiendo una especie de unificación después de distintas divisiones que han llevado a la CTA a la intrascendencia; una unificación que no tiene como punto de partida una lucha contra el gobierno de Javier Milei, sino cómo la CTA participa de las diferentes internas del peronismo para colocarse en una negociación política electoral de cara al 2025. A tal punto es así que esta unificación de la CTA iba a tener como punto fuerte la realización de una marcha federal para diciembre, que iba a concluir en Plaza de Mayo; y esa marcha federal finalmente no se realizaría, sino que está quedando reducida a una acción en Plaza de Mayo con la participación de los intendentes peronistas que en general están más alineados con Axel Kicillof que con Cristina Fernández de Kirchner. Es decir que claramente es una medida que integra lo que es la crisis del peronismo y se lleva adelante en función de la crisis del peronismo. Y no solamente eso, sino que esta marcha federal iba a ser también parte de lo que iba a ser una especie de “Matanzazo”, un gran acampe piquetero del cual iban a participar la CTA y la CCC –que integra Unión por la Patria. Ese Matanzazo lo han levantado. Lo van a mantener el Polo Obrero y el Frente de Lucha Piquetero. El resto de las tendencias, que lo habían planteado originalmente y que habían convocado a los sectores piqueteros combativos a sumarse, se bajaron para no incomodar al gobierno de Kicillof y en función por lo tanto de extender la tregua con el gobierno de Javier Milei, dejando la marcha del 5 como un elemento completamente aislado de lo que tiene que ser una resistencia real contra el gobierno libertario de ofensiva capitalista.
Entonces acá vemos que, en tanto la clase capitalista apoya el gobierno, las burocracias sindicales tienden a reflejar, es cierto, no de manera automática, pero finalmente a reflejar los intereses de los sectores capitalistas y han decidido no promover ningún tipo de lucha real. Y se acerca diciembre (habitualmente se habla de los diciembres calientes), pero desde el punto de vista de la burocracia de la CGT, de la burocracia de las CTAs y de las burocracias piqueteras, será un diciembre de pacto con el gobierno libertario a un año de su ascenso al poder. Este es un tema clave.
Ahora, ¿cómo vive esto el pueblo argentino? El pueblo argentino lo vive con muchísimas frustraciones, porque este año de Milei fue de rebajas salariales, de despidos, de avance de privatizaciones, de confiscación de las jubilaciones, de incremento de la pobreza, de incremento de la indigencia. Todo esto sin que, insisto, la CGT haga absolutamente nada para enfrentar esta situación.
Y es interesante ver cómo esto se refleja en el gobierno libertario, que asumió con un discurso contra la casta. Y si hay una verdadera casta en Argentina, esa es la burocracia sindical; uno ve esto en los distintos secretarios generales que llevan 20, 30 o 40 años a cargo de los sindicatos. Pero… ¿Qué ha dicho el gobierno de Milei? “Nosotros preferimos tener a esta casta burocrática en los sindicatos y no buscar otra forma de dominación de las organizaciones obreras”, como pretende, por ejemplo, un sector del radicalismo que, a través del diputado Tetaz, trató de impulsar una ley de “democratización” de los sindicatos cuya implementación es una forma también de dirigir los sindicatos a través de la burguesía pero a partir de una fragmentación. ¿Y qué dijeron Milei y su bloque parlamentario? “No nos interesa, no queremos aprobar ninguna modificación de la organización actual de los sindicatos”. No solo fue una especie de devolución de favores a la CGT que no lucha contra su gobierno; la clase capitalista tomada integralmente prefiere este monopolio de la burocracia sobre los sindicatos porque le da más seguridad a la hora de hacer pasar su plan de ofensiva: los despidos, la confiscación del salario, la reforma laboral a través de los convenios colectivos, etcétera.
Eso es lo que tenemos acá. La burguesía prefiere sindicatos manejados por una burocracia del peronismo, no quiere una fragmentación sindical como ocurrió en el pasado, que puede debilitar los sindicatos pero también generar las condiciones para que aparezcan tendencias clasistas –como pasó, por ejemplo, en la década del 70 con el Sitrac-Sitram, que eran sindicatos de empresas, originalmente con direcciones muy colaboracionistas de esas empresas, pero que al tener una burocracia más débil fue más fácil apartarla, expulsarla y que esos sindicatos sean recuperados por los trabajadores.
Entonces, acá hay un tema clave: que dentro de la burguesía solamente una fracción minoritaria defiende una línea de “democratización” de los sindicatos, y es especialmente el radicalismo. ¿Y por qué? Porque el radicalismo disputa con el peronismo, ante la burguesía, cuál es el partido que tiene mejores condiciones de garantizar la gobernabilidad. El peronismo le dice la burguesía “yo controlo los sindicatos”, “yo te garantizo, clase capitalista, que puedas llevar adelante la explotación de los trabajadores”. Y el radicalismo es mucho más frágil y quiere debilitar al peronismo en ese control para ganar puntos frente a la clase capitalista y postularse como recambio eventual de gobierno de Javier Milei; esto es un viejo debate en Argentina, viene de la década del 60 y por eso la mayoría de las veces los gobiernos defendieron el monopolio de la burocracia sindical de los sindicatos; eso hizo que Alfonsín fracase con la ley Mucci en el año 86, hizo que ahora Javier Milei no quiera avanzar con la “democratización” de los sindicatos, hizo que el propio Mauricio Macri, cuando gobernó, haga un pacto con Moyano. Es decir, es la línea estratégica de la clase capitalista. Por eso la mejor manera de enfrentar al gobierno de Javier Milei es con la lucha en los lugares de trabajo y la lucha en los sindicatos para expulsar a la burocracia sindical. No se plantea un frente único con la burocracia, la unidad de los trabajadores –que tanto se canta en las manifestaciones como objetivo estratégico para derrotar a Milei– requiere la expulsión de la burocracia porque la burocracia es un factor de división de los trabajadores y de beneficio de la clase capitalista.
Por adelante tenemos enormes desafíos. El 5 de diciembre se va a realizar una manifestación en Plaza de Mayo; desde ya que las tendencias clasistas y de lucha van a estar presentes porque no vamos a criticar la “tregua” de la burocracia desde la pasividad. Pero esto no significa que la marcha del 5 sea un canal, sino que va a ser forzosamente minoritaria, y, como decía al inicio, se realiza en función de las internas dentro del peronismo. Lo que se plantea, por lo tanto, es una línea de lucha en los lugares de trabajo, en los sindicatos, para enfrentar la ofensiva capitalista, derrotar la reforma laboral que pasa por los convenios colectivos de trabajo –recuerden a Barrionuevo cuando le dijo al gobierno “de la reforma laboral nos encargamos nosotros”. “No hace falta una ley, modificamos los convenios colectivos de trabajo en acuerdo con los patrones de cada lugar” –para la burocracia eso es una línea estratégica, porque es ella la que tiene que firmar y al hacerlo defiende esa capacidad de intermediación parasitaria que hace que sea tan valorada por la clase capitalista.
Entonces, la lucha contra la reforma laboral, la confiscación de los salarios, contra los despidos, aparece como el tema clave del momento y para los trabajadores esa lucha es vital porque es necesario revertir lo que es una situación de ofensiva capitalista. Y solo un trabajador que está a la ofensiva en su lugar de trabajo, en su sindicato, es un trabajador que puede pensar como clase y sacar conclusiones más de fondo. Por eso es necesario expulsar a la burocracia sindical y recuperar los sindicatos como instrumento de la lucha de clases. Y eso en unidad directa con la construcción de un partido de los trabajadores, porque la lucha contra la burocracia es una lucha política, ya que implica la separación de los sindicatos del Estado y llevar a los trabajadores a elevarse como clase para sí, como clase consciente de sus intereses de clase.
05/12/2024 a las 7:17 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Los principios y las necesidades
Vicente Massot
Prensa Republicana
4/12/024
Analizado desde el costado de la ética pocas dudas caben —si acaso alguna— de que la performance de los diputados oficialistas a la hora de facilitar el quorum para tratar el proyecto de ley de la ficha limpia, resultó vergonzosa. Las excusas que expusieron, no solamente los representantes de La Libertad Avanza sino también el jefe de Gabinete y el vocero presidencial, parecieron una tomadura de pelo. Pero visto el tema desde el costado político, la jugada que obraron los libertarios no merece reparos. Lograron lo que necesitaba el Poder Ejecutivo: la permanencia de Menem al frente de la cámara baja, el próximo pase a retiro de las PASO y la puesta a cubierto de Cristina Kirchner de cualquier inclemencia judicial que pudiese dejarla fuera de la lista de candidatos el año próximo.
¿Se pusieron de acuerdo los negociadores de Milei y los de la jefa del peronismo a los efectos de conseguir cuanto querían? A esta altura del partido, poco importa determinarlo. Básicamente, porque el gobierno privilegió lo indispensable a expensas de las promesas electorales y, si bien es pertinente acusarlo de actuar conforme a un doble estándar de conducta y de borrar con el codo lo que antes había escrito con la mano, también es cierto que se impuso una vez más. En la disyuntiva de caer vencido con las botas puestas y la palabra empeñada intacta o de triunfar traicionando por un momento los compromisos previos, prefirió esto último.
¿Habría valido la pena perder la titularidad de la Cámara de Diputados —algo sobre lo cual el líder de la bancada de Unión por la Patria fue claro cuarenta y ocho horas antes de la fallida sesión del jueves pasado— a cambio de darle impulso a un proyecto que, casi con seguridad, habría naufragado en el Senado? Los idealistas dirán que sí; y tendrán razón si la premisa de la que parten es la de la ética. Sólo que la política no lleva buena conversación con las posturas ideales, de suyo intransigentes.
Silvia Lospennato tiene todo el derecho de sentirse traicionada, porque recibió una puñalada trapera por la espalda. Milei, de su lado, supo mover las fichas en su favor con buen sentido del timing. Dicho de manera distinta: haberle asegurado a la impulsora del proyecto que contaría con los ocho legisladores —ausentes sin aviso a último momento— fue un ardid que el triángulo de hierro pudo permitirse a un año de las elecciones. Si hubiesen faltado dos meses para que se substanciaran los comicios legislativos, la movida habría sido un error. Las masas —y, recordemos, estamos en una democracia de masas— fijan su memoria en lo inmediato. En octubre del año próximo, si la economía marcha sobre rieles, nadie se acordará de esa falta a la palabra dada. Además, no debería descartarse la posibilidad de que en las sesiones ordinarias que reiniciarán en marzo, la administración libertaria impulsase la Ficha Limpia para así hallarse en condiciones de blasonar su pureza, de cara a las elecciones.
La idea según la cual hay en el escenario político, en calidad de fuerzas excluyentes —o, si se prefiere, protagónicas— dos populismos —uno de izquierdas y otro de derechas— dispuestos a tirar por la borda los principios que proclaman y repartirse el botín entre ellos, no resiste el análisis. En realidad, el kirchnerismo y el mileísmo son enemigos irreconciliables que sólo ocasionalmente, por razones de fuerza mayor y en aspectos accidentales, ordenan su enemistad en una mesa de negociación. En las cuestiones de fondo, no hay conciliación ni dialogo posibles. Por un lado, Milei nunca va a arriar las banderas del equilibrio fiscal, la libertad de mercado, la apertura al mundo, la alianza con los Estados Unidos e Israel, la guerra cultural y la desregulación económica. De igual forma, los K jamás van a abandonar sus convicciones intervencionistas, tercermundistas y progresistas.
A sus críticos, el oficialismo podría enrostrarles como principal argumento defensivo aquello de que “lo mejor es enemigo de lo bueno”. ¿Por qué no acompañó el gobierno a Martín Tetaz y a la UCR en su empeño de ponerle coto a la burocracia sindical? ¿Qué lo indujo a no honrar el compromiso con la Lospennato? ¿Cuál fue el motivo por el cual no ha tocado ese verdadero escándalo que es el régimen de promoción de Tierra del Fuego? ¿Por qué se empecina en nombrar a un impresentable como Ariel Lijo en la Corte Suprema de Justicia? En parte, porque carece de la fuerza suficiente para atacar en todos los frentes al mismo tiempo y, en parte, porque también tiene su lado oscuro. ¿O alguien imaginó que los libertarios eran ángeles inmaculados?
Las aguas de la política siempre serán procelosas y quien desee ocuparse de la cosa pública debe saber que —llegado el momento— será menester introducirse en el barro y hasta tirar la honra a los perros. No se hace política con arreglo a los preceptos del Sermón de la Montaña ni entonando padrenuestros. Por eso, resulta obligado tener en cuenta el contexto en el que Milei inició su gestión y los enemigos que ha debido enfrentar. Habría sido imposible mostrar los éxitos obtenidos en su primer año en la Casa Rosada si se hubiese comportado como un doctrinario puro y duro, ajeno a todo pragmatismo. Es conveniente entender que el presidente no es un ideólogo —aunque en ocasiones lo parezca— sino un realista que se acomoda a las circunstancias, de hecho cambiantes, y está abierto a retroceder dos o tres pasos para luego ganar impulso y avanzar diez. Sobre todo, en atención a lo que se viene.
El año a punto de iniciarse estará marcado a fuego y condicionado hasta el hartazgo por los comicios legislativos que tendrán lugar en octubre de 2025. De ahora en más, las diferentes facciones, fuerzas y partidos que deberán dirimir supremacías en apenas diez meses pensarán y diseñarán sus respectivas estrategias con arreglo a sus necesidades electorales. Mientras el oficialismo de La Libertad Avanza aspira a ganar a simple pluralidad de sufragios en términos nacionales e incrementar de manera sustantiva el número de diputados y de senadores que se hallarán en juego, la UniónCívica Radical, por su parte, bregará por ir unida a las urnas, so pena de quedar reducida —si se partiese— a su mínima expresión. En tanto el Pro querrá mantener su identidad para no ser fagocitado por el oficialismo, los grupúsculos de izquierda pelearán con uñas y dientes para conservar ese puñado de escaños que tienen en la cámara baja. En cuanto al peronismo kirchnerista, no tiene más remedio que echar el resto en la provincia de Buenos Aires y tratar de vencer a los candidatos del gobierno, en el último reducto de poder que todavía reivindica con éxito.
05/12/2024 a las 11:20 AM
LA DECLARADA AVERSIÓN DE MILEI POR KEYNES ES EXACTAMENTE IGUAL
A LA EVIDENTE AVERSIÓN DE KRUSE HACIA MILEI, EL HOMBRE QUE ESTÁ
DEMOLIENDO TODO LO QUE DE NEFASTO Y OPROBIOSO TIENE EL SUCIO
PERONISMO, ENTRE CUYAS HUESTES DESTACA EL DOCTOR KRUSE COMO
UN REDIVIVO «ADALID DE LAS CAUSAS PERDIDAS».
EVOQUEMOS : BORGES RELATABA ASÍ LA VEZ EN QUE SIENDO MUY JOVEN
VISITÓ AL DOCTOR HARDOY PARA AFILIARSE AL PARTIDO CONSERVADOR
QUE ÉSTE PRESIDÍA. EMILIO HARDOY, ABOGADO, ESCRITOR, PERIODISTA,
BRILLANTE PARLAMENTARIO SENADOR DURANTE DÉCADAS, POLÍGLOTA
QUE DOMINABA SEIS IDIOMAS, Y DIRECTOR DEL MÍTICO DIARIO «LA PRENSA»,
LE PREGUNTÓ SI ESTABA SEGURO DE SU DECISIÓN, «PORQUE USTED SABRÁ
JOVENCITO QUE LOS CONSERVAS SOMOS MUY POCOS EN ESTE PAÍS». «NO
ME PREOCUPA, SEÑOR — REPLICÓ BORGES — PORQUE YO ME CONSIDERO
UN ADALID DE LAS CAUSAS PERDIDAS».
SIMILAR EMPECINADO ADALID ES EL DOCTORAZO KRUSE, DE QUIEN HABIDA
CUENTA DE SU VERSACIÓN «IN CRESCENDO» ACABARÁ ÉL TAMBIÉN
CONSIDERANDO «UNA CAUSA PERDIDA» SUS DEVANEOS CON EL PARTIDO
DE LOS LADRONES.
¿QUIZÁ METAMORFOSEÁNDOSE EN ENFERVECIDO MILEISTA?. ELLO NO VA
MÁS ALLÁ DE UNA MERA Y ANHELADA CONJETURA.