Por Carlos Tórtora.-

El triunfo de Javier Milei provocó una gran conmoción política y todo hizo suponer que empezaba una recomposición integral del mapa político. La crisis terminal de JxC es el espejo de esta realidad y el pase de Patricia Bullrich a Ministra de Seguridad daría a entender que la coalición está llegando a un punto límite. Con estas señales de por medio, el equipo político de Milei tenía expectativas de que se produjeran fracturas en los principales bloques de diputados. La dispersión le facilitaría a La Libertad Avanza captar diputados sueltos y articular así una estrategia para la aprobación de la ley ómnibus.

Sin embargo, la fragmentación de los bloques no se está dando. Luego de una dura interna, los radicales lograron recomponer su unidad y están con 35 diputados con Rodrigo de Loredo como presidente.

Más intensa aún fue la interna del bloque del PRO, sacudida por las derivaciones de su conflicto nacional. El bloque quedó dividido en tres grupos, esto es, macristas, larretistas y bullrichistas. Pero Cristian Ritondo logró mantener la unidad formal y la presidencia del mismo. Cabe agregar que, de los 12 diputados que Bullrich le habría prometido a Milei, sólo 6 se habrían confirmado. La aparición de Cambio Federal, la bancada que dirigirá Miguel Ángel Pichetto, algo le aportaría al gobierno, pero menos que lo pensado.

Por su parte, el kirchnerismo asimiló con disciplina su derrota y sostiene su unidad con 101 diputados, habiendo perdido sólo 7 bancas de aliados provinciales que formaron el bloque Innovación Federal.

En el Senado, mientras tanto, ninguno de los bloques se fragmentó y tanto el kirchnerismo como el PRO y la UCR sostienen intactas sus estructuras.

Consecuencias

Las consecuencias de este panorama son varias. Para empezar, a Martín Menem se le haría mucho más difícil la negociación de la ley ómnibus. La obtención del quorum de 129 sería una tarea más compleja si los bloques mayoritarios se mantienen unidos.

En segundo término, la unidad de las fuerzas opositoras en el Congreso Nacional se reflejaría en el ordenamiento opositor en todo el país. Tercero, de mantenerse en el tiempo este esquema inicial, lo más probable es que Milei se vea obligado a negociar punto por punto cada proyecto de ley, pudiendo optar por patear el tablero y recurrir a los DNU. En este caso, como tiene minoría en ambas cámaras, se arriesgaría a que los mismos sean rechazados.

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