Por Hernán Andrés Kruse.-
FUENTE Y ORIGEN DE LA CULTURA
“Las distintas formas y grados de coerción de las tendencias dan como resultado la cultura entendida como “la suma de las producciones e instituciones que distancia nuestra vida de la de nuestros antecesores animales y que sirven a dos fines; proteger al hombre contra la Naturaleza y regular las relaciones de los hombres entre sí”. La posibilidad de la cultura y de la integración del individuo en ella se funda en el inicio mismo del proceso de constitución del yo, correlativo a la percepción progresiva de otro ser como semejante, como colaborador y como hostil. El estado de desvalimiento radical no le permite al ser humano recién nacido realizar las acciones específicas imprescindibles para la satisfacción de necesidades básicas; nada puede hacer, por ejemplo, para alimentarse cuando siente hambre. Pero la necesidad produce en el organismo del pequeño ser algunas alteraciones, como el grito y el llanto, que llaman la atención de una persona; si ésta es la madre, le presta asistencia acercándolo al seno y le pone así en condiciones de realizar la función apta para calmar la urgencia de los estímulos que produjeron el desasosiego y para alcanzar una experiencia de satisfacción.
Un ser semejante es entonces para el niño “su primer objeto satisfaciente y su única fuerza auxiliar”. Pero el semejante es percibido también como objeto hostil por la demora, así sea pequeña, en prestar la asistencia, o por la suspensión momentánea, o por insuficiencia, etc. En el inicio mismo de la vida extrauterina, el grito o el llanto “adquiere así la importantísima función secundaria de la comprensión (comunicación con el semejante) y el desvalimiento original del ser humano no se convierte de ese modo en la fuente primordial de todas las motivaciones morales”. En el origen de la formación del yo, el otero no es experimentado entonces únicamente como hostil, según llevaría a suponerlo la sentencia homo homini lupus (el hombre, lobo para el hombre), suficientemente respaldada por la experiencia, sino que es percibido también como útil y como fuente de placer. Si se tiene en cuenta, además, que el yo se constituye como proyección de la percepción del propio cuerpo mediada por la percepción del cuerpo del otro, o –dicho de una manera casi equivalente–, si se acepta que es en las primeras relaciones con el otro donde el yo comienza a reconocerse al mismo tiempo que reconoce a un semejante, hay que concluir que es en ese mismo proceso donde el yo integra en sí disposiciones para vinculaciones positivas con los demás, que tendrán que competir por cierto con tendencias hostiles.
Ambos tipos de disposiciones fundan y condicionan los diversos modos de relación de los hombres entre sí. El desarrollo del hombre desde su estado prehistórico hasta el grado de civilización actual no se debe a quién sabe qué instinto de perfeccionamiento que lo haría tender hacia una condición futura de superhombre; su moralidad tampoco se puede atribuir a una supuesta facultad originaria de discernimiento de lo bueno y lo malo. La cultura y la moralidad –cuyo mandato esencial es el de renunciar siempre que lo exija el interés práctico de la humanidad– son, tanto en el individuo como en la sociedad, el resultado complejo de la lucha entre los impulsos eróticos y los impulsos agresivos. El estado inicial de desvalimiento y dependencia impone al niño la necesidad de ser amado y el miedo a no ser reconocido y querido; de allí se sigue que sienta como malo todo lo que genera amenaza: y como bueno todo lo que lo lleva a ser amado; se sigue también cierta disposición para la renuncia a lo que podría aumentar su desamparo.
Por otra parte, el proceso educativo, generalmente largo, y luego el control social tratan de que el individuo acepte las exigencias culturales. En cada caso, el resultado será una mezcla de transformación de tendencias egoístas en tendencias sociales y de sometimiento por conveniencia (ya se trata de obtener algunas ventajas o de evitar males mayores). Si aquella transformación no se da o si alcanza niveles muy bajos, el resultado es el criminal, el individuo prácticamente incapaz de valorar afectivamente a los semejantes. Si la transformación sufre profundas distorsiones por obra de la represión, en su lugar se dan las neurosis, “formaciones asociales” que tienden a eludir como insatisfactoria la realidad –en la cual funcionan las instituciones creadas por el trabajo colectivo–, para refugiarse en un mundo ilusorio en el que sólo tiene valor la intensidad afectiva de lo pensado y no la capacidad de pensar adecuadamente lo real y de hacerle frente”.
EL COMIENZO DE LA EVOLUCIÓN CULTURAL
“También los inicios de la historia de la especie –o, mejor, de su prehistoria– están vinculados con la experiencia del otro como semejante, como colaborador y como enemigo. Para pensar esos inicios, Freud echó mano a dos teorías a las que atribuía considerable verosimilitud y escaso o nulo fundamento documental. Según la primera –de Darwin y completada por oteros–, la horda primitiva habría sido presidida por un padre celoso y violento que, para asegurarse el monopolio de las hembras, expulsaba a los hijos varones a medida que iban entrando en la pubertad. Llegaba un momento en que éstos, condenados a una total continencia sexual o a relaciones poliándricas con alguna hembra prisionera, se unían para asesinar al patriarca y apoderarse de las mujeres. La segunda teoría –de W. Robertson Smith–, afirma sustancialmente que la forma más antigua de sacrificio a la divinidad habría sido la comida totémica, ceremonia colectiva en la que todo el clan o toda la tribu sacrificaba y comía un animal considerado como antepasado y protector (tótem) que no debía ser muerto ni comido en ninguna otra circunstancia.
A partir de allí, Freud conjeturó que los hermanos expulsados se unieron, mataron al padre y –cosa explicable si se tiene en cuenta el canibalismo– comieron su cadáver. Ese sería el origen de la comida totémica, posible primera fiesta de la humanidad. Pero sería también el origen de las organizaciones sociales, de las prohibiciones morales y de la religión. El padre, amado y admirado, era también el gran enemigo. Al asesinarlo, los hijos satisfacían el odio hacia él; al devorarlo, se identificaban con él y con su poderío al que no sólo le atribuían entonces su magnitud real, sino también la de las tendencias agresivas experimentadas que los impulsaron al crimen. Aplacado el odio, resurgían los sentimientos afectuosos robustecidos por la identificación; pero con ellos nacían el remordimiento y el sentimiento de culpabilidad que agigantarían la figura del padre y darían nacimiento a la necesidad de obedecerle.
Los hijos prohibieron entonces la muerte del tótem, figura sustitutiva del padre, y decidieron abstenerse del contacto sexual con las mujeres sobre las que él podía reclamar un derecho absoluto. Así habrían nacido el tabú totémico (prohibición de hacer daño o matar al tótem y de comerlo, excepto en las ocasiones rituales que conmemoraban y renovaban el primer banquete) y la rigurosa prohibición del incesto, con la consiguiente necesidad de la exogamia. Esta interdicción tenía un interés práctico fundamental: los hermanos habían vivido la experiencia de las ventajas de una organización social en la que ninguno tenía dominio sobre los demás; esa organización los había hecho fuertes y la rivalidad por la posesión de las mujeres que había pertenecido al padre podía acabar con la unión: “la necesidad sexual, lejos de unir a los hombres, los divide”.
Por otra parte, supone Freud, estaban apegados a esa organización que se apoyaba en sentimientos y prácticas homosexuales de la época en la que se vieron obligados al destierro, y que había sido reforzada por la experiencia de lo útil que era el auxilio de los demás para asegurar lo necesario para la subsistencia. El tabú totémico, como tentativa de apaciguar los sentimientos de culpabilidad y de reconciliarse con el padre mediante la obediencia y el rito, sería el modelo primitivo de toda religión posterior; a la vez, la forma primera del “Derecho” en cuanto restricción que los primeros hombres se impusieron recíprocamente, sustituyendo así el poderío individual del más fuerte por el poderío de la comunidad”.
EL MALESTAR EN LA CULTURA
“Freud veía en esa primera tentativa de regular las relaciones sociales la determinación del sentido posterior de toda evolución cultural, que tiende “a que este derecho deje de expresar la voluntad de un pequeño grupo –casta, tribu, clase social–, que a su vez se enfrenta, como individualidad violentamente agresiva, contra otras masas quizás más numerosas”. Esta tendencia a que las restricciones estén más ampliamente distribuidas para que el mismo derecho cobije a todos puede liberar a la cultura de estancamientos corrompidos y hacerla más justa; pero también puede ser distorsionada por una profunda hostilidad contra toda la cultura: no hay que asombrarse que esto suceda, puesto que, por una parte, la comunidad humana impone severas renuncias por las que con frecuencia es incapaz de ofrecer a los individuos compensaciones razonables; y por otra, las pulsiones de muerte y destrucción atentan continuamente contra el propósito fundamental de la cultura, que es el de lograr una unión cada vez más amplia.
Freud no consideraba la cultura como algo exterior al hombre y, por lo tanto, o como corruptora o como un mero conjunto de medios para alcanzar algunos fines; la pensaba como un proceso inmanente a la humanidad puesto al servicio del Eros, y estimulado por la necesidad exterior real, destinado a condensar en una unidad vasta a los individuos aislados, luego a las familias, las tribus, los pueblos y las naciones. Esta “obra del Eros” es, en su contenido esencial, una confrontación constante entre pulsiones de vida y pulsiones de muerte; por eso, la evolución cultural puede ser definida como “la lucha de la especie humana por la vida” o, más precisamente, como esa forma de lucha que el antagonismo radical de las pulsiones asumió a partir de algún acontecimiento fundamental y desconocido por nosotros.
La cultura cuenta con algunos medios para controlar la agresión, para atenuarla y para neutralizarla en parte; son los que utiliza para integrar en sí al individuo: consunción de las pulsiones, represión y sublimación: además, todos los métodos destinados a generar entre los hombres procesos de identificación, con el fin de acrecentar la unión entre ellos. Pero el medio que parece ser el más decisivo es la introyección de la agresión mediante el super-yo que, alojado en el interior del individuo, lo desarma y lo vigila “como una guarnición militar en la ciudad conquistada”. El hombre renuncia a muchas satisfacciones por miedo a no ser amado, por medio al castigo; pero el deseo prohibido de tales satisfacciones perdura y su insistencia indomable no pasa desapercibida al super-yo.
Eso crea el sentimiento de culpabilidad, que no es sino la tensión entre el yo y la instancia crítica, implacable con las tendencias ocultas. Este sentimiento procede entonces de la cultura: se lo puede suponer heredero del sentimiento de culpabilidad de toda la especie –originario por el parricidio primitivo y acrecentado por la renovada agresividad contra el padre a lo largo de la historia– y es, de todos modos, el resultado de las exigencias de la cultura representadas por el super-yo. Aun cuando sea en gran parte inconsciente, se lo percibe como un malestar. Hay que tener en cuenta, además, que mientras que el individuo busca su felicidad y tiende a integrarse en la comunidad humana, sin la cual aquella es imposible, el proceso cultural se propone más la unidad de los hombres que la felicidad individual”.
FREUD Y LA FILOSOFÍA
“Freud estaba por cumplir treinta años cuando le escribió a un amigo: “en mi juventud no conocí más anhelo que el del saber filosófico; anhelo que estoy a punto de realizar ahora, cuando me dispongo a pasar de la medicina a la psicología”. Años después le confió también a su biógrafo, Ernst Jones, que en la adolescencia había sentido una fuerte atracción por la especulación, pero que se había dedicado a dominarla sin contemplaciones. En su “Autobiografía” reconoció que escritos como “Más allá del principio del placer”, “Psicología de las masas” y “Análisis del yo” y “El yo y el ello” son el resultado de una decidida especulación. Sin embargo, una página más adelante, Freud asegura que siempre evitó aproximarse a la filosofía propiamente dicha y que esa actitud habría sido facilitada por cierta incapacidad constitucional.
Para acercarse a la comprensión de la coherencia de estas revelaciones fragmentarias, hay que tener en cuenta, en primer lugar, que la expresión “el saber filosófico” era una comodidad verbal para designar un conocimiento cuyo objeto eran problemas acerca del hombre –no sobre objetos naturales–, que parecían ser el dominio privilegiado, si no exclusivo, de la filosofía. Freud asociaba los orígenes de su deseo de tal saber con una lectura intensa de la Biblia en la niñez. En segundo lugar, hay que recordar que en la época de ese “pasaje de la medicina a la psicología”, la filosofía alemana se ramificaba en “ciencias” que eran objeto de estudio por parte de especialistas. La ciencia psicológica de Fechner, de Weber, de Wundt era “filosofía”. Por último –y sobre todo–, es necesario tener presente que Freud entendía por especulación una actividad intelectual que procura alcanzar puntos de vista generales sobre conjuntos de problemas y que puede dar lugar tanto a construcciones abstractas basadas en conceptos precisos y claros, y poco inclinadas a la verificación, cuanto a un trabajo teórico que tiende a integrar conjuntos de hechos en una construcción sistemática, utilizando algunas ideas a modo de convenciones –inevitablemente muy imprecisas en las primeras etapas de la constitución de una disciplina científica– y algunos postulados de diverso grado de complicación. Una forma de la especulación entendida en este último sentido en la aplicación de hipótesis tomadas de otra disciplina científica a un conjunto de descripciones de fenómenos, con el fin de dar una respuesta, imposible desde la mera observación y descripción, a problemas que el investigador se plantea.
Lo que era para Freud “la filosofía propiamente dicha” –y las razones que tenía para eludirla– aparece en el veredicto que expresó en una de las “Nuevas lecciones introductorias al Psicoanálisis”: “La filosofía no es contraria a la ciencia; labora en parte con los mismos métodos; pero se aleja de ella en cuanto sustenta la ilusión de poder procurar una imagen completa y coherente del Universo, cuando lo cierto es que tal imagen queda forzosamente rota a cada nuevo progreso de nuestro saber. Metodológicamente yerra en cuanto sobreestima el valor epistemológico de nuestras operaciones lógicas y reconoce otras distintas fuentes del saber, tales como la intuición”. Freud descreía de lo que el término Weltanschauung (cosmovisión) designaba: una construcción intelectual que, en nombre de una hipótesis superior, de conceptos fundamentales precisos, responde a todas las cuestiones y obtura el surgimiento de cualquier problema teórico o práctico. En este sentido, rechazaba la especulación.
Indudablemente, Freud participó del espíritu de su tiempo, que rechazaba sin más a la filosofía alemana de fines del siglo XVIII y de las tres primeras décadas del siglo XIX (Hegel, el más decisivo pensador de ese período, sólo mereció de Freud una alusión accidental a “su oscura filosofía”). La crítica de Freud no se limitaba, sin embargo, a la filosofía del pasado; el contexto de ese juicio escrito en 1932 y el de otro en el mismo sentido, aunque más cáustico, en “Inhibición, síntoma y angustia”, indican que estaba pensando en contemporáneos suyos; especialmente en algunos que, desde el psicoanálisis, o utilizándolo, pretendían construir una cosmovisión irracionalista, exaltando las fuerzas de lo inconsciente y demoníaco sobre una supuesta impotencia de lo racional. No quedaban por fuera de esta crítica a la especulación Jung y Adler –antiguos discípulos disidentes–: en una clara alusión a las teorías de ambos, Freud señaló a los psicólogos el peligro de conformarse con “rascar” ligeramente la vida psíquica de cierto número de sujetos y suplir con la especulación filosófica las exigencias de una investigación larga y difícil.
Pero la esquivez de Freud hacia la filosofía tuvo también otro motivo, al menos tan hondo como su aversión a los sistemas cerrados: fue el deseo de evitar que la viva atracción que sentía por la especulación sobre el hombre y la cultura facilitase el influjo de otros pensadores en la orientación y en los resultados de sus propias investigaciones. En dos brevísimos escritos –“Para la prehistoria de la técnica psicoanalítica” y “J. Popper-Lynkeus y la teoría onírica”–, Freud advirtió que los descubrimientos científicos auténticos suelen ser deudores de ideas ajenas que han sido absorbidas por una memoria desapercibida –“de modo criptomnésico”–, pero que han sido modificadas en la aplicación a un nuevo asunto y han sido desarrolladas con rigor en una investigación que sigue caminos propios. De todos modos, prefirió evitar, por cuanto era posible, esa forma de deuda con los filósofos. Eso no obstante, cada vez que creyó advertir cierta coincidencia de nociones fundamentales de la teoría psicoanalítica con el pensamiento de algún filósofo, lo hizo notar con satisfacción. Platón, Schopenhauer –el filósofo más citado por él–, porque lo que de ellos sabía le hacía conjeturar semejanzas importantes con su propio pensamiento.
En un artículo sobre “El múltiple interés del psicoanálisis”, Freud dedica una escasa página al interés filosófico de sus teorías. Se trata de unas líneas que pueden aparecer más bien decepcionantes: si la filosofía acepta la teoría psicoanalítica, tendrá que pensar de una manera distinta la relación entre lo psíquico y lo físico; además, tendrá que admitir que el estudio psicoanalítico de la personalidad de los filósofos ponga en evidencia ciertos puntos débiles de sus teorías, debido al peso de las motivaciones subjetivas sobre la reflexión. El sentido del ensayo se aprecia mejor si se advierte que fue escrito poco antes de la primera guerra mundial, época en la que el pensamiento alemán privilegiaba las ciencias psicológicas cuyos especialistas no eran ajenos a la filosofía. De hecho, las páginas en las que Freud se queja de la incomprensión y rechazo de la teoría del inconsciente por parte de los filósofos parecen apuntar hacia los psicólogos-filósofos de la escuela de Wundt”.
Lelio Fernández (Profesor Jubilado del Departamento de Filosofía de la Universidad del Valle- Colombia) titulado “Sigmund Freud” (Praxis Filosófica Nueva Serie-2018).
16/05/2025 a las 2:01 AM
El padre del psicoanálisis, así como el padre del comunismo resultaron refutados con el transcurrir del tiempo. Si bien sus teorías pueden ser de utilidad, requieren de «adaptación temporal» por parte de los profesionales que las pretendan aplicar. Freud y Marx hoy son historia.
16/05/2025 a las 10:55 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Fragmentos de un combate
Mario De Casas
El Cohete a la Luna
Mayo 11, 2025
El 1 de mayo es la recordación de una tragedia popular, por eso en buena parte del mundo nunca fue una celebración festiva; en cambio, en la Argentina alcanzó ese estatus de la mano del peronismo: se recordaba a los mártires de Chicago, pero también se exaltaban las nuevas condiciones de vida de los trabajadores; no era un mero feriado, era un festejo vigoroso en todo el país. Era otro país, socialmente integrado, relativamente homogéneo.
En notas anteriores publicadas por El Cohete hemos señalado el peligro de desintegración nacional que se cierne sobre la Argentina, confirmado por expresiones del ministro Luis Caputo, quien propone la situación de Perú como meta a alcanzar, manifestaciones que no son otra cosa que la explicitación de un objetivo estratégico que han perseguido los gobiernos antipopulares sin excepción desde el siglo pasado. El anverso de la moneda está dado por el fortalecimiento nacional en el que se empeñaron los gobiernos populares más emblemáticos.
Al nacionalismo agrario de Yrigoyen, que sostuvo la neutralidad y autodeterminación de Argentina y fundó YPF, para controlar la explotación de un recurso de importancia estratégica que derivó en la construcción de vías de comunicación y la presencia de esa empresa en distintas regiones bajo una conducción nacional centralizada, la Década Infame opuso la actualización y profundización del sometimiento del país a los intereses del entonces decadente imperio británico en cuestiones clave como las carnes, finanzas, transporte y petróleo (pacto Roca-Runciman).
Si Perón creó las empresas Agua y Energía Eléctrica y Aerolíneas Argentinas, con las que se proveyó el esencial servicio público de electricidad con cobertura a casi todos los rincones de la patria y se conectó internamente a las provincias y al país con el mundo, si promovió un proyecto nacional y popular plasmado en la Constitución de 1949, la Revolución Fusiladora vinculó al país con el FMI, desfinanció aquellas empresas y derogó esa Constitución por “centralista” y para restablecer el “federalismo”, entre otras falsas (sin)razones.
Esta secuencia se repite hasta nuestros días: mientras los gobiernos nacional-populares bregaron por la nación soberana, los gobiernos antipopulares hicieron todo lo que estuvo a su alcance para destruirla. Una herramienta fundamental de los primeros fueron las organizaciones políticas con presencia decisiva en todo el país y portadoras de un proyecto integrador y emancipador. Una característica de los segundos fue la subordinación a poderes antipopulares, la consolidación de Argentina como neocolonia y la necesidad de reprimir la protesta social y/o cooptar conducciones de origen popular.
Cuando se analiza cualquier indicador de la situación social, se comprueba que las condiciones de vida de los sectores medios y más vulnerables se inscriben en una tendencia de deterioro incontrastable entre las puntas de un período que abarca los últimos 70 años, con lo que aquella fiesta de los trabajadores se ha convertido en un drama cotidiano acerca del cual no necesito extenderme aquí. En cambio, estimo necesario mostrar cuánto daño ha sufrido la Argentina como entidad nacional. Para eso recordemos algunas decisiones sobre facetas sensibles que fueron produciendo un creciente estado de fragmentación de la nación, en términos materiales y simbólico-culturales:
• La última dictadura impuso un régimen financiero y un patrón de acumulación con los que destruyó gran parte del aparato productivo y puso en manos de grandes grupos económicos resortes centrales de la economía. Por otra parte, transfirió servicios públicos fundamentales a las provincias, entre ellos la educación primaria.
• Menem profundizó esas políticas por distintos conductos, uno de los cuales fue la privatización de empresas nacionales que administraban recursos y servicios de importancia estratégica, y transfirió a las provincias la educación secundaria, deteriorando su calidad y potencia integradora.
• La reforma constitucional de 1994 no resolvió de la mejor manera una vieja controversia otorgando el dominio originario de los recursos naturales a las provincias: se imposibilitó desde entonces una explotación planificada y coordinada en beneficio de todas las jurisdicciones, es decir, de la nación. Hay provincias que deciden explotar un recurso —no considero aquí en qué condiciones— y otras que tienen impedido hacerlo: por ejemplo, en materia minera, San Juan se encuentra entre las primeras y Chubut entre las segundas. Pero además —y justamente en actividades como esa— los gobiernos provinciales están en clara situación de debilidad frente a las grandes corporaciones que actúan en el sector.
• Macri dio un paso cuantitativa y cualitativamente decisivo con un inédito endeudamiento, que lo único que ha dejado a los argentinos es un escandaloso sometimiento del país a los dictámenes imperiales: menos desarrollo, más miseria.
• Milei retoma la tradición de su linaje y hace nuevos aportes a la desintegración nacional: la modificación tributaria anunciada esta semana desfinanciará a las provincias e incrementará la competencia entre ellas y las desigualdades regionales, sin beneficios para los “consumidores”; el gobierno prepara otra caricia a los evasores: según anticipos del ministro Caputo, podrán traer dólares sin que nadie les pregunte cómo los obtuvieron; en el orden laboral, dado que los cambios ya consumados no habrían alcanzado para debilitar al movimiento obrero, el incombustible Federico Sturzenegger acaba de anunciar que —después de las elecciones— se terminará con las negociaciones colectivas tal como se han realizado hasta ahora para ir a un régimen de “paritarias por región y por productividad”, con lo cual se debilitarán los sindicatos y se incrementarán las diferencias de ingresos entre los trabajadores. Este panorama es percibido por los inversores chinos —por ejemplo— cuyas delegaciones ya no tratan con el gobierno nacional, sino con los provinciales respecto de áreas críticas como alimentos, puertos y ferrocarriles.
Estas no son las únicas decisiones que han generado y/o agudizarán una dinámica que profundiza las asimetrías regionales en lugar de neutralizarlas, con provincias que exhiben un ingreso per cápita hasta ocho veces mayor que las menos favorecidas y provincias en las que se pagan salarios relativamente altos respecto de aquellas que Domingo Cavallo definió como «inviables»; conformando un país con notorias desigualdades en términos socio-territoriales.
Los quiebres socioeconómicos han hecho del federalismo una palabra vacía que, por tener buena prensa, es esgrimida con la misma ligereza con la que usan otras como “libertad”, “república” o “democracia”, cuando lo que en realidad tenemos es un provincialismo/regionalismo en el que cada cual atiende sus intereses —locales— muchas veces contrapuestos entre sí y a los nacionales. Tanto es así que la expansión progresiva de la pobreza ha fortalecido el rol de instituciones subnacionales: los intendentes —no sólo los del conurbano bonaerense—, que hasta los primeros años de la década del ’70 actuaban como jefes municipales sin otra proyección, vieron crecer su poder efectivo al calor de la responsabilidad en la administración de la ayuda social.
Como supone la buena teoría, sobre una estructura material de realidades tan disímiles iba a erigirse y se erigió una superestructura política fuertemente fragmentada: con 47 partidos políticos reconocidos en el orden nacional y 718 de nivel distrital, tenemos chances de conquistar otra estrella mundialista. En el último proceso electoral, 20 de las 24 provincias eligieron a sus representantes en comicios separados de los nacionales, escenario al que ahora se suma nada menos que la provincia de Buenos Aires. En México y Brasil, los otros dos países con régimen federal en la región y un nivel de desarrollo comparable al nuestro, los respectivos sistemas electorales impiden la separación entre los comicios regionales y nacionales.
Mientras tanto, el gobierno del libre despojo, la libre entrega y la libre represión festeja los insultos de un Presidente cuyo lenguaje no busca convencer sino viralizar: no articula mayorías, las encapsula en sus emociones; un Presidente que —desequilibrios psicológicos mediante o no— practica una estrategia de comunicación políticamente fratricida. Milei, que como candidato ganó en provincias que nunca había pisado porque su origen político estuvo en dispositivos desterritorializados como los sets televisivos, las finanzas y las redes, es de aquí, de allá y de ninguna parte: no tiene patria. Y para no claudicar en materia de dislates, el Presidente que no conoce el nombre del fundador del Regimiento de Granaderos a Caballo y respalda ejércitos, pero de algoritmos, logró que se le otorgara la Orden Ecuestre Militar de los Granaderos de los Andes.
Si completamos el paisaje mirando la historia una vez más, vemos que un componente de los gobiernos populares, determinante de sus logros, fue el fuerte liderazgo político y social de quienes los condujeron, que en cada caso robusteció la autoridad presidencial y —por extensión— al gobierno federal no sólo ante los imperialismos sino también ante factores locales: fue una razón del régimen para proscribir a Perón y ensayar ahora un nuevo intento —otro síntoma de descomposición— que falló en el Senado el miércoles pasado contra Cristina, único liderazgo activo que ha denunciado entre otros señalamientos el flagelo de la fragmentación y se ha propuesto revertirlo a partir de la renacionalización del peronismo.
La fragmentación es inclusiva, ninguna organización política está exenta: en este contexto de combate abierto contra el régimen, se torna inentendible e inaceptable el embate a aquella jefatura proveniente de dirigentes del peronismo que no podrían oponerle diferencias ideológicas ni expresan un proyecto alternativo, porque para eso primero deberían elaborarlo. No quieren —dicen— repetir “la experiencia de Alberto Fernández”: nadie que encabece un gobierno popular y esté dispuesto a enfrentar al poder real debería temer al pueblo ni a Cristina.
16/05/2025 a las 11:07 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Otra señal del pacto: el peronismo ahora ayudó para que no interpelen a Caputo y Cúneo
Pablo Dipierri
Fuente: LaPolítica-Online
(*) Notiar.com.ar
16/5/025
Martín Menem se negó a aceptar los argumentos de la oposición para retomar la sesión por la estafa Libra que habría pasado a un cuarto intermedio, cuando Guillermo Francos terminó de responder con evasivas su interpelación, y el peronismo no puso mucho entusiasmo para sentar en el banquillo al ministro de Economía, Luis «Toto» Caputo, y su par de Justicia, Mariano Cúneo Libarona.
Una legisladora reveló a LPO que, a las 15:30, la Secretaría Parlamentaria del bloque peronista envió un mensaje para «liberar» a los diputados del interior, frente a las presuntas dificultades para conseguir vuelos a Buenos Aires. «Acaban de mandar un mensaje porque, siendo las 15:30, Menem no convocó y no creen que lo haga, para avisarles a los de las provincias que está caída», decía el texto.
El aviso despertó dudas dentro de la bancada peronista, luego que trascendiera públicamente el acuerdo en el Senado con el gobierno de Milei para voltear Ficha Limpia, a cambio de bloquear la interpelación a Karina Milei por la estafa Libra. Ahora parece que ese pacto incluye evitarle el mal trago a Toto Caputo y Cúneo Libarona.
De hecho, la inquietud de los legisladores que reniegan de la gravitación de La Cámpora en las definiciones estratégicas empujó a un grupo que amaga con romper a plantear la sospecha de que se desinflaba el impulso a las interpelaciones, tras el alivio por el fracaso de Ficha Limpia en el Senado. «Nos llevaron a rechazar todo estos dos años y ahora, por salvar a la jefa, nos llevan a la foto con el despeinado», soltó un diputado del norte en referencia al look de Javier Milei.
Dentro del peronismo circula con fuerza el rumor acerca de que Máximo Kirchner calcula que Milei tiene altas chances de reelegir en 2027 y, por eso, el kirchnerismo no agudiza el antagonismo contra el gobierno libertario.
Sin embargo, una diputada opositora que participó de la articulación para que saliera la comisión investigadora sobre el caso Libra, pero no integra el bloque de Germán Martínez negó esa interpretación. «El peronismo quiere que salgan las interpelaciones, el que no quiso fue Menem», sostuvo y agregó: «El PJ tiene más libertad en Diputados que en el Senado para oponerse, es como si se hubieran dividido las tareas».
En efecto, Martínez y Paula Penacca suscribieron una nota el lunes y otra este martes para emplazar a Menem a convocar «a una sesión continuadora» de la realizada el pasado 29 de abril. Junto a Miguel Pichetto, Oscar Agost Carreño, Pablo Juliano, Carla Carrizo, Juan Manuel López, Maximiliano Ferraro, Nicolás Del Caño y Vanina Biasi, los dos diputados peronistas reclamaron que «una vez que fuera confirmada a usted la comparecencia de los funcionarios (Caputo y Cúneo), convoque a sesión especial continuadora de la del 29 de abril pasado para el día 14 de mayo a las 12, a los efectos de seguir con la interpelación resuelta».
El objetivo opositor era que, en todo caso, los libertarios pagaran el costo de no poder garantizar la comparecencia de los ministros. Desde el bloque de La Libertad Avanza, en cambio, se limitaron a decir que «la sesión estaba mal convocada».
De hecho, el secretario Parlamentario de la Cámara Baja, Adrián Pagán, remitió un mail a los jefes de bloque este lunes, adjuntando las notas de citación enviadas a los funcionarios cuya presencia reclamaba la oposición. «Se informa que hasta la fecha no se han recibido respuestas por parte de los funcionarios notificados», comunicó Pagán a pedido de Menem.
Entre los impulsores de la comisión investigadora por el criptogate, había todavía confianza al cierre de esta nota para que la discusión sobre la conformación y el reglamento de ese cuerpo se retomaran en las próximas sesiones.
Desde el pichettismo y el radicalismo de Facundo Manes, hasta la Coalición Cívica, la izquierda y el peronismo apostaban con fuerza a la sesión especial por restituir la moratoria previsional y lograr un incremento del 7,2 por ciento en los haberes de los jubilados.
16/05/2025 a las 11:15 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Duro informe de Estados Unidos contra la Argentina
por las leyes sobre propiedad intelectual
Natasha Niebieskikwiat
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
16/5/025
En el medio del viaje que un grupo de funcionarios argentinos está realizando en Washington para negociar la nueva política arancelaria del gobierno de Donald Trump, se conoció un duro informe de la US Chamber, la Cámara de Comercio de los Estados Unidos, que coloca a la Argentina en un nivel de protección general de la propiedad intelectual muy bajo.
Incluso ubica al país mucho más cerca de los menos desarrollados y bastante más abajo que el promedio de Latinoamérica.
La primera observación de la 13ª edición del IP Index de la US Chamber, a la que tuvo acceso Clarín, se relaciona con las restricciones de patentabilidad en las áreas biofarmacéutica y computación, a la que relacionan con la violación a tratados internacionales.
Es bien conocido que todos los funcionarios de los Estados Unidos que mantienen conversaciones con sus contrapartes argentinas, desde el nivel de secretarios de Estado a embajadores y líneas menores manifiestan esta cuestión como uno de los aspectos más flojos en el clima de inversiones de la Argentina.
La delegación que se encuentra en los Estados Unidos ahora, empezando por el cónsul en San Pablo, embajador Luis María Kreckler, quien ejerce como Secretario de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería de manera “temporal”, enfrenta estos reclamos tanto como las negociaciones arancelarias de la Argentina ante EE.UU, que ahora presentan un nuevo escenario. Trump negoció con el líder chino Xi Jinping desescalar su guerra comercial con una baja de aranceles que durará 90 días.
El informe de la US Chamber reconoce que tras la llegada de Milei al poder, a fines de 2023, Argentina se embarcó en una serie de iniciativas políticas que buscan desregular y reformar la economía. Esto incluye cambios en las leyes laborales, en la administración tributaria y en la regulación de las prácticas comerciales privadas.
Pero dice también: “Aunque muchos de estos cambios tendrán un efecto tangible en el sistema nacional de propiedad intelectual de Argentina al mejorar potencialmente las condiciones comerciales generales, al momento de la investigación no se habían anunciado ni aprobado cambios legislativos importantes con respecto al entorno de propiedad intelectual nacional”.
El informe evalúa los sistemas de propiedad intelectual en las 55 principales economías del mundo, utilizando 53 criterios únicos. Y pretende ilustrar cómo políticas adecuadas pueden fomentar la innovación y la creatividad, estimular el crecimiento económico y generar oportunidades.
Es sabido que al incorporarse al Gabinete, el ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger apuntó también a intentar una fuerte desregulación en materia de propiedad intelectual y patentamiento que reclaman sobre todo desde hace años los laboratorios internacionales nucleados en CAEME. A ello se resisten los laboratorios nacionales, agrupados en CILFA y al que pertenecen familias muy conocidas como Sigman, Bagó y Sielecki.
Ahora, el índice de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos está en sintonía con los señalamientos de la Oficina del Representante Comercial de los Estados Unidos
El trabajo enumera una serie de cuestionamientos. Además de relacionar las restricciones de patentabilidad en las áreas biofarmacéutica y computación hace una observación a las “barreras legales” por lo que considera “demoras y dificultades de los titulares de derechos de Propiedad Intelectual para hacer valer sus derechos en la justicia en casos de infracción (piratería, violación de patentes, etc.).
«El costo de estas barreras legales para la economía argentina es considerable, tanto en la pérdida de oportunidades para los innovadores nacionales como en la potencial inversión extranjera directa. En general, los inventores se enfrentan a tiempos excesivos de tramitación de patentes y largas demoras», indican y señalan que un patentamiento puede demorar hasta una década.
Observan con “preocupación que Argentina sea uno de los pocos países en el mundo que aún no han adherido al tratado PCT (Tratado de Cooperación en materia de Patentes)». Y resaltan que el tratado tiene más de 150 países miembros y constituye una de las iniciativas internacionales más directas y eficaces para ayudar a los inventores a proteger sus innovaciones en todo el mundo. «Los estándares de patentabilidad biofarmacéutica siguen fuera de los estándares internacionales.», insisten.
Además de que los niveles de piratería y falsificación física son altos, y de que hay un agujero entre el marco legal y las acciones judiciales, el informe subraya también como punto preocupante la total ausencia de incentivos para el desarrollo y protección de tecnología de punta como medicamentos huérfanos (para enfermedades poco frecuentes) y para la protección de secretos industriales y datos de prueba.
16/05/2025 a las 11:26 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Especulaciones electorales
Vicente Massot
Fuente: InC
(*) Notiar.com.ar
9/5/025
Si creyese que los resultados de las elecciones legislativas en Salta, Jujuy, San Luis y Chaco tuviesen alguna importancia estratégica, Javier Milei no hubiera dudado un minuto y se hubiese encargado de incluir en su agenda una recorrida por aquellas latitudes. Pero como lo que ocurra el próximo domingo en esos distritos lo tiene sin cuidado, no se molestó en subirse a un avión para respaldar a sus candidatos.
Tampoco se tomaron el trabajo los libertarios de forjar ninguna alianza -con la excepción del Chaco- que les permitiese soñar con una buena performance en el interior profundo del país. El interés de la Casa Rosada, como no podría ser de otra manera, está concentrado en la ciudad capital.
Si bien hay quienes piensan que en nuestra ciudad los comicios venideros son fundamentales -por aquello de que ‘Dios atiende en Buenos Aires’-, en realidad, el motivo principal de la relevancia que tienen para el oficialismo pasa por otro lado. Cuando Mauricio Macri, en rueda de correligionarios, afirma que si no hubo acuerdo en el distrito metropolitano entre el Pro y La Libertad Avanza, la responsabilidad exclusiva es del gobierno -y, más precisamente, de Karina Milei- no falta a la verdad. Pero imaginar que esa decisión fue tomada a tontas y a locas, sin prestarle atención a las posibilidades de ganar que se le abrían al candidato kirchnerista, si acaso el Pro y La Libertad Avanza fuesen separados, carece de sentido. Lo que persiguen el presidente, su hermana y el monje negro, que con ellos dos conforma el Triángulo de Hierro, es el desflecamiento del macrismo. La consigna del momento es ganarle a Silvia Lospennato como condición necesaria para luego obligar a su partido a sentarse a negociar en inferioridad de condiciones las listas para octubre, tanto en la capital como en el ámbito bonaerense.
Es claro que una derrota que lo dejase al Pro tercero, detrás de los K y de los libertarios, sería, por un lado, el principio del fin de su poder en la Reina del Plata -que alguna vez fue hegemónico- y, por otro, significaría una fenomenal capitis diminutio a su condición de jugador en las grandes ligas de la política criolla. Derrotado en su bastión por excelencia, debería inclinar su cabeza ante los mileístas y aceptar la parte del ratón en la alianza -o como quiera llamársela- que en ese caso no sería fruto de una negociación como de una imposición.
Por lo tanto, no hay que dejarse llevar por los cruces de agravios y de acusaciones que han caracterizado a la relación de Javier Milei y de Mauricio Macri. Parecería que -dada su continuidad y alto voltaje- preanunciarían un rompimiento definitivo. En rigor, lo contrario es lo cierto. Terminada la campaña, substanciado el acto electoral y conocidos los resultados -sobre todo si Leandro Santoro se lleva el premio mayor-, de cara a octubre el Pro y La Libertad Avanza no tienen otro camino que no pase por un acuerdo. Porque si los dirigentes no se percatan de ello lo que sucederá está cantado: para que no se repita el triunfo kirchnerista habrá una masiva fuga de votos de la totalidad del arco antiperonista hacia el candidato libertario. Toda esta especulación -que eso es- se vendría abajo si Silvia Lospennato lograse superar a Manuel Adorni. En ese caso, los Macri contarían entonces con más cartas de peso para sentarse a la mesa y trazar los lineamientos del pacto futuro.
¿Se puede pregonar lo mismo de la feroz batalla -no solo dialéctica- que ha estallado entre las dos principales figuras del peronismo a nivel nacional: la titular del partido y el gobernador de la provincia de Buenos Aires? ¿Están ellos condenados a marchar en conjunto a las urnas, como sus enemigos de los espacios de derecha y de centro? No hay una respuesta segura para estas preguntas. Que la disputa no es pour la galerie lo pone de manifiesto la forma en que se han enfrentado. A diferencia de Macri y de Milei, en este lado del ring cuanto se discute es el liderazgo del Movimiento. Cristina Fernández y Axel Kicillof dirimen supremacías para determinar quién ordenará el espacio y lo representará mejor en 2027. Nada de eso ocurre entre el creador del Pro y el actual presidente de la Nación. Su poder y sus pretensiones no son semejantes.
Mientras uno está en la Rosada y confía en ser reelecto, el otro figura a la cabeza de un partido sin demasiada musculatura electoral.
Los peronistas nunca han comido vidrio cuando se ha tratado de conservar el poder que detentan o asaltar el que retienen sus enemigos. Pero en determinadas oportunidades las pulsiones centrífugas han primado frente a las centrípetas. Hallándose en el llano luego de la contundente derrota sufrida en las presidenciales de l983, en los siguientes comicios legislativos fueron los renovadores del justicialismo, por una vía, y los ortodoxos, por otra. Por supuesto, resultaron fácil presa de un alfonsinismo en su mejor momento.
La lógica indicaría, sin lugar a dudas, que las ventajas de dejar de lado las diferencias y presentar listas conjuntas superan con creces cualquier estrategia separatista. Sin embargo, la lógica política a veces se compadece mal con la lógica aristotélica. No está de más recordar que los riesgos que debe enfrentar el peronismo no se reducen tan sólo a la pulseada de sus dos pesos pesados. La ruptura ya se ha producido, aunque de momento no haya pasado a mayores. La deriva de los gobernadores de Catamarca, Tucumán y Salta -Jalil, Jaldo, Sáenz-, la negativa de distintos distritos a obedecer las órdenes impartidas desde la conducción nacional de Cristina Fernández, y la independencia de criterio puesta al descubierto por diferentes minorías peronistas en las dos cámaras del Congreso, no hacen más que demostrar que la unidad del PJ resulta hoy un mito urbano. El peronismo convertido en un mosaico de taifas no es -ni mucho menos- un escenario fantasioso. Era imposible de pensar siquiera en el decenio menemista o en el largo reinado kirchnerista. La situación hoy ha cambiado de tal manera que no sólo es posible. También resulta probable.
En otro orden de cosas, dos hechos -que nada tienen que ver con los comicios y no poseen entre sí ninguna afinidad- trasparentan la fortaleza del gobierno y, a la vez, la debilidad del país. El arribo del funcionario del Departamento de Estado norteamericano, Robert Garverick, para discutir de manera bilateral el tema de los aranceles que impuso Donald Trump y afectan a las exportaciones argentinas, es una demostración más -por si hiciera falta reafirmarlo- de la relación especial del gobierno estadounidense con el de los libertarios. Representa -más que un gesto protocolar- un claro indicio del trato preferencial que está dispuesto a otorgarle a Milei su par de Washington. Hasta aquí la buena noticia para la Casa Rosada. En cuanto al calado de la decadencia criolla, los datos de la última evaluación escolar llevada a cabo a fines del año pasado arrojó datos estremecedores: en la capital federal sólo 45 % de los alumnos en tercer grado son capaces de comprender textos (apenas 39 % de los educandos de escuelas estatales y 62 % de los correspondientes a las privadas alcanzan el nivel esperado). Una verdadera calamidad educativa que es mucho más importante que los devaneos de la clase política.