Por Hernán Andrés Kruse.-
Siempre admiré a la clase política uruguaya. No porque sus integrantes fueran genios como Albert Einstein, sino porque siempre cultivaron un arte que hace a la esencia de la democracia liberal: la tolerancia. Resulta conmovedor observar a toda esa clase unida, más allá de las diferencias ideológicas de sus componentes, en la celebración de fechas patrias y en el acto de traspaso del poder. Resulta conmovedor ver a políticos situados en veredas ideológicas opuestas, como Julio María Sanguinetti y Pepe Mujica, conversando amigablemente en esos acontecimientos.
La clase política uruguaya muestra un grado de civilidad democrática muy superior a la nuestra. Tenga presente el lector el reciente traspaso del poder en Uruguay. El centroderechista presidente saliente le entregó la banda presidencial a su sucesor de centro izquierda. Todo se desarrolló en un marco de absoluta normalidad. Compárelo ahora con el bochornoso acto de entrega del poder en 2015. En ese momento la presidenta saliente, Cristina Kirchner, se negó a entregarle el bastón presidencial a su sucesor, Mauricio Macri. Fue un acto bochornoso, indecoroso, fiel reflejo de un país con nulo apego por los valores de la democracia liberal.
Mencioné más arriba al ex presidente Julio María Sanguinetti, emblema del Partido Colorado. El 18 de marzo de 2020 La Nación publicó un artículo del doctor Sanguinetti titulado “Elogio de la tolerancia”. Confieso que al leerlo sentí envidia por los uruguayos, por ese pueblo capaz de elegir democráticamente a un político de raza.
Escribió el dos veces presidente oriental:
“En su célebre discurso a los muertos de la guerra del Peloponeso, en el 431 a.C., Pericles definió como nadie a su democracia, la ateniense, con palabras que aún hoy a todos nos conmueven: “(…) un respetuoso temor es el que nos impone aceptar el cambio de los sucesivos gobiernos y el respeto a aquellas leyes que se han dictado, especialmente para enfrentar injusticias… Amamos la belleza con sencillez y el conocimiento sin arrogancia… Hacemos de la riqueza una oportunidad para hacer y no un motivo de vanagloria. En Atenas, la pobreza no es vergüenza, sí lo es no hacer nada por superarla”.
Estas pocas palabras, cargadas de sentido, más que nunca deben inspirarnos, cuando vivimos en sociedades occidentales desasosegadas, malhumoradas, que se sienten mal aun cuando han alcanzado niveles de bienestar superiores a todo lo que antes vivieron. El problema sustantivo es que la democracia, desde la célebre definición de la Revolución Francesa, vive la tensión íntima y constante entre libertad e igualdad, que conviven chocándose. Cuando uno avanza, el otro en algo retrocede, pero ambos principios son insaciables. La libertad, solo limitada por la ley, reclama siempre más libertad; la igualdad tampoco tiene fronteras en sus aspiraciones. Como señaló Sartori con acierto, el problema es que los derechos atinentes a la libertad son gratuitos, mientras que los otros tienen costo.
La cuestión es cómo asume esas tensiones la ciudadanía. Tocqueville, observando las instituciones norteamericanas -a las que vio como el gran ideal a construir-, dice que la democracia produce una gran igualdad, pero que las desigualdades que van quedando se hacen progresivamente más insoportables que nunca. De ahí nace el fundamentalismo democrático, hoy bautizado como populismo, que basándose en la aspiración de una igualdad ilimitada, absoluta, reclama engañosamente también el poder absoluto. Una mayoría circunstancial suele atribuirle esa legitimidad de origen y, a partir de allí, viene todo lo que tanto hemos visto -y seguimos sufriendo- en estos tiempos. No solo en América Latina, porque también Europa, y aun los EE.UU., padecen síntomas de la enfermedad.
Trump es un populista. Pero actúa dentro de unas instituciones sólidas que le marcan límites. El Poder Judicial es fuerte, el Ejército es fuerte, el Congreso es fuerte. No habrá podido llevar adelante el juicio político que intentó, pero marcó límites. Y esa es la diferencia con los populistas latinoamericanos, que actúan en marcos institucionales mucho más débiles.
Más que nunca hemos de invocar entonces la idea “voltaireana” de la tolerancia, en todas sus dimensiones, aun -de nuevo- la religiosa, cuando vemos enfrentados en el mundo a civilizaciones que un día convivieron y hoy se agreden con las armas en la mano. En Toledo, en el siglo XII, pudieron trabajar juntos cristianos, musulmanes y judíos, que nos tradujeron las grandes obras del pensamiento grecolatino. Hoy, bien lejos de aquellos tiempos, Europa adolece del fundamentalismo musulmán. Y Oriente, además del choque con Israel, de las divisiones entre chiitas y sunitas, que se añaden a la hoguera dogmática.
Por ejemplo, estos días vuelve la Argentina a discutir el tema del aborto, que ya había planteado el gobierno anterior. Por cierto, el aborto es siempre un fracaso, como lo es el divorcio, cuando un matrimonio ha perdido el afecto. Pero son hechos existentes en la sociedad, asumidos como ingratos remedios para algo peor. Las democracias deben encararlos desde el ángulo de la tolerancia, sin imponer una ética particular y diferenciada. Quien considera que el matrimonio es indisoluble no está obligado a recurrir al divorcio, aunque la ley lo autorice. La maternidad no querida por una mujer, que por razones emocionales, económicas o las que fuere, no está dispuesta a asumirla ¿merece que su inevitable angustia deba ser cargada, además, con una penalización delictiva? No es casualidad que todos los países de inspiración cristiana han ido progresivamente marchando hacia esa despenalización. Somos conscientes de que el tema es complejo filosófica y éticamente, pero lo importante es el respeto de unos y otros sobre el tema. Caer en el dogmatismo, del lado que sea, no es un buen camino. Los temas de bioética están a la orden del día y debemos asumirlos desde ese espíritu abierto, que reconozca los límites que impone la dignidad humana, pero que no pretenda la imposición de éticas excluyentes, que no representan los valores universales establecidos en nuestras Constituciones. Al mismo tiempo, se impone prevenirnos de fundamentalismos científicos capaces de llevarnos hasta aberraciones como la clonación humana.
No han faltado quienes pensaron en algún momento que la política podía llegar a ser ciencia. Saint Simon (en 1821) decía que el avance científico llevaría a que las decisiones del Estado fueran solo técnicas y que entonces desaparecerían la arbitrariedad, la ignorancia y hasta las intrigas. Pobre Saint Simón… Olvidaba que el Estado es una organización humana y que, por lo tanto, los principios, las religiones, las concepciones éticas, los patriotismos, actúan por otros parámetros. Lo malo es que en estos tiempos en que la política vive bajo escrutinio, no faltan tampoco quienes -desde el ángulo económico especialmente- caen en ese fatalismo, en que el libre albedrío de los gobiernos habría de subordinarse a decisiones matemáticas.
Desgraciadamente, muchas otras expresiones intolerantes siguen allí. El racismo, por ejemplo. Condenado universalmente en cualquier texto jurídico y político existente, hasta en las canchas de fútbol asoma. Ni hablar de las eclosiones nacionalistas que aparentemente ha enardecido la globalización. El caso de Cataluña es bien expresivo, con movimientos independentistas que, más allá de las razones históricas que puedan invocar, han llegado a un nivel de emocionalismo e irracionalidad que hace inviable todo debate.
Una vida en el ejercicio de la política nos aleja por cierto de todo utopismo ético. Hemos lidiado la vida entera con las realidades. El problema es que solemos olvidar que, al fin de cuentas, son ideas las que están detrás de los hechos y que en ese terreno se sigue jugando el destino de las sociedades. Como dijo el poeta Heine: “Los conceptos filosóficos, alimentados en el silencio de un estudio académico, pueden destruir una civilización”. ¿Quién le hubiera dicho a Marx que sus reflexiones económicas, imaginadas en la Inglaterra victoriana, serían la inspiración de los monstruos que engendró?
De todo lo cual surgen deberes. Para políticos, para empresarios, para académicos, para periodistas, muy especialmente para ciudadanos. La tolerancia, más que nunca, es un imperativo ético. Por encima y por debajo de la cotidianidad, de las pulsiones políticas, de los siempre polémicos sistemas jubilatorios, los ciudadanos tenemos un deber de militancia. De no desmayar. De seguir contribuyendo, desde el ángulo que nos toque, a salvar ese clima de tolerancia, que, desde el fondo de la antigua Grecia, es el único cimiento de las libertades”.
12/04/2025 a las 5:45 AM
No somos LATINOS, somo HISPANOS. Latinos eran los Romanos que hablaban Latín. Nosotros somos HISPANOS PARLANTES O SIMPLEMENTE HISPANO AMERICANOS, PORQUE VIVIMOS EN EL CONTINENTE AMERICANO.
12/04/2025 a las 10:15 AM
No puede haber democracia liberal en Argentina, cuando resulta que, los que llegan al gobierno LO UNICO QUE PIENSAS es en quedarse los más que puedan y enriquecerse
12/04/2025 a las 11:23 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Trato con el FMI: oxígeno y renovadas pruebas después de días políticos amargos
Eduardo Aulicino
Infobae
12 de Abril, 2025
Cadena nacional de Javier Milei en compañía de todo el gabinete para cerrar la jornada del esperado acuerdo con el FMI. La puesta en escena, cuidada, y el discurso apuntaron expresamente a un cuadro que mezcla diferentes trazos de tensiones para la gestión: turbulencias globales de los mercados y también inquietantes cuestiones económicas domésticas -desde el dólar y las reservas al impactante número de la inflación de marzo-, además de una sucesión de tragos políticos amargos. El Presidente eligió un tono moderado para el mensaje, pero le dio al trato con el Fondo una trascendencia que supera por mucho la coyuntura, un carácter de pieza que faltaba para una etapa casi fundacional del país. La realidad, de todos modos, es bastante más compleja.
El clima interno del oficialismo y la decisión de reforzar la señal a los mercados antes del debut de la nueva política cambiaria alimentaron la idea de coronar el anuncio del acuerdo con el mensaje en cadena, de poco más de veinte minutos, un viernes por la noche. Antes, había sido difundida una postal de los funcionarios escuchando los anuncios de Luis Caputo: el final del Cepo -lo más destacado por Milei- y el nuevo esquema para el dólar, junto a precisiones sobre los desembolsos del FMI y la suma de otros aportes externos. Unas horas antes, los títulos habían sido ganados por el IPC de marzo, que superó los pronósticos más pesimistas y anotó 3,7%.
La semana, además, venía marcada por la continuidad de datos políticos negativos para Olivos. De entrada, fue el capítulo final de la fallida estrategia de pliegos para la Corte Suprema, con la renuncia al tribunal de Manuel García-Mansilla. Y después, el avance opositor con el criptogate en Diputados y la marcha atrás del oficialismo con la apurada movida para tratar sin garantías de éxito el proyecto de Ficha Limpia en el Senado. Aunque parezca un contrasentido, la mejor noticia para el Gobierno había sido el paro de la CGT, que resulto módico y le permitió volver al discurso contra la “casta”, en este caso gremial, a pesar de haber frenado iniciativas de reforma laboral y sindical para negociar con jefes cegetistas.
El anunciado fin de las restricciones cambiarias dejó un título destacado, quizá el más directo en la elaboración del mensaje para el público en general. “Eliminamos el cepo para siempre”, dijo el Presidente. Pero la señal, en cuanto a los mercados, fue más amplia y, de hecho, ocupó el tramo inicial de la cadena. Milei, de hecho, apuntó a dar por cerrada la etapa que llamó de “saneamineto”, en los planos fiscal, monetario y cambiario. Y después apuntó al momento global que se vive, muy diferente al del inicio de las gestiones con el FMI.
Milei utilizó el término “acorazado” para referirse a la situación del país frente a las “turbulencias externas”, generadas por la guerra tarifaria que sacude globalmente a los mercados financieros y proyecta efectos al menos complicados en la economía general. Completó con una afirmación positiva sobre su propia gestión: sostuvo que no queda espacio para las “turbulencias autoinfligidas”, tema casi excluyente antes de los temblores de estos días en el frente externo.
Por supuesto, sin decirlo, ese tramo de la cadena nacional busca despejar inquietudes sobre las reacciones iniciales frente a los anuncios, en la corta semana que viene. El Gobierno expone un giro en política cambiaria, apoyado en el acuerdo con el FMI que, a la vez, reconoce el problema de arrastre con el precio del dólar. El sistema de bandas de flotación, entre los 1.000 y los 1.400 pesos, va de la mano con la posibilidad de intervención desde el Estado. Y ese margen está atado al compromiso de acumulación de reservas y al ajuste del 1% mensual.
Eso último, también como renovado test, se relaciona de manera directa con las marcas de la inflación. Milei incluyó un tramo expreso de su discurso a lo que horas antes acababa de informar el INDEC. El IPC de marzo sorprendió a consultores -y a funcionarios- no por que diera a la suba, sino por el número del salto. El Presidente buscó ser enfático en este punto. Repitió que la inflación sería derrotada sin vueltas: dijo que va a “colapsar” inevitablemente y que “va a desaparecer tarde o temprano”.
En esa línea, calificó como un hecho provocado -habló de políticos y economistas que apuntan contra su gobierno- la interrupción del proceso de “desinflación”. En rigor, cualquier analista que sigue el tema advertiría que ese tampoco fue hasta ahora un camino rectilíneo. Sin embargo, el 3,7% de marzo alimenta otra preocupación: el punto sería el retroceso en la tendencia al sucesivo quiebre de pisos. Con bajas y, a veces, pequeños retrocesos, hasta ahora se venían dejando atrás escalones que llevaban meses abandonar.
Después del arranque socialmente angustiante del año pasado, herencia directa de la gestión de Alberto Fernández y CFK, desescalar significaba bajar el registro a un dígito. Ocurrió en abril. De manera veloz, el segundo cuatrimestre siguió esa línea y se movió algo por encima de los 4 puntos porcentuales. El último cuatrimestre terminó con cifras por debajo de los 3 puntos. Y siguió así en el inicio del 2025: enero marcó 2,2%, febrero subió al 2,4%. Marzo, en cambio, sacudió el registro con la cifra referida.
A los factores propios del mes, Milei le sumó la descarga propia al hablar de un efecto causado políticamente. Como parte de las renovadas pruebas para el Gobierno, la inquietud no expuesta abiertamente se vincula con el peso de la contención inflacionaria en el capital político del oficialismo, justo además en momentos de definiciones electorales. En esa línea, asoman dos cuestiones. Una, vinculado directamente al análisis de los rubros del IPC: fuera del previsible aunque muy notorio pico del rubro educativo, pesaron muy por encima del promedio los renglones de alimentos y bebidas, y ropa y calzado. Eso fue notorio además en el GBA. El otro dato es la precipitación del calendario electoral: el domingo se vota en Santa Fe.
La elección santafesina de constituyentes abre un calendario que ya suma media docena de comicios provinciales, entre ellos la competencia porteña en mayo y el capítulo bonaerense en septiembre. Mezclan diferentes desafíos, desde la dura pelea entre macristas y libertarios en la Ciudad -que da chances únicas al peronismo en el distrito-, hasta la interna kirchnerista y las alianzas aún sin coronar en la provincia.
El mensaje presidencial dejó también un par de pinceladas menores y asociadas al juego político propio. En el final del discurso, con tono de campaña, el Presidente hizo una referencia amplia a la etapa que se abriría para el país en general y mencionó unas pocas provincias, una de ellas Santa Fe, primer distrito que va a elecciones y estreno de un armado de Karina Milei. En el escenario montado para la cadena nacional, junto a los funcionarios, una silla fue ocupada por Martín Menem. Como es habitual, no fue convocada Victoria Villarruel.
12/04/2025 a las 5:14 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Los dioses se alejan de Javier Milei
James Neilson
Perfil
12/4/025
Javier Milei no se destaca por su humildad. Antes bien, deja saber que se cree convocado por el Todopoderoso a salvar no sólo a su propio país sino también al resto del planeta de la decadencia que ve en todos lados y que atribuye al abandono de los principios severos que reivindica. Dice que, con el respaldo de una hueste de fuerzas celestiales, transformará la Argentina en una auténtica potencia económica cuyo resurgimiento milagroso impresione tanto a los demás líderes mundiales que virtualmente todos se convertirán en libertarios.
En otra época, tales pretensiones lo hubieran hecho blanco de burlas crueles, pero hay tanta confusión en el mundo actual que lo han ayudado a erigirse en un influencer internacional con admiradores en los cinco continentes. La sensación de que las recetas sociopolíticas y económicas que hasta ayer se consideraban normales han fracasado ha abierto las puertas para vendedores de recetas supuestamente diferentes de las ya ensayadas. De estos, el más exitoso ha sido el norteamericano Donald Trump que, pletórico de confianza en sí mismo, acaba de asestar un golpe fortísimo al sistema comercial mundial.
Puede que las ambiciones geopolíticas e intelectuales de Milei sean fantasiosas, pero gracias a ellas -o a pesar de ellas- por más de un año logró dominar el escenario político local hasta que, para regocijo de los muchos que por razones diversas no lo quieren, comenzó a cometer un error juvenil tras otro. Lo traicionó lo que los filósofos y dramaturgos griegos antiguos llamaban hubris, la negativa a reconocer que haya límites a los que a ningún mortal le convendría sobrepasar, que es tan característica de los predicadores de novedades redentoras.
Rodeado como está por personas que aplauden sus ocurrencias como hacían las focas kirchneristas con Cristina, Milei se dejó convencer que le sería fácil remodelar el orden político nacional para instalar La Libertad Avanza como un movimiento hegemónico, con el PRO como un satélite dócil y los peronistas, sean kirchneristas o no, y los izquierdistas, cumpliendo el papel de una revoltosa minoría que le serviría de espantapájaros. No extraña que a los condenados a verse sometidos o marginados no les guste el esquema que los miembros del “Triángulo de Hierro” tienen en mente. Tampoco les gusta el que Javier haya delegado en Karina la responsabilidad de rediseñar las organizaciones políticas nacionales.
Sea como fuere, por un rato largo Milei se vio beneficiado por la guerra verbal que libraba contra los integrantes de “la casta” que, desconcertados por la llegada al poder de un personaje que los trataba como parásitos bestiales, no sabían cómo reaccionar, pero parecería que aquellos días han terminado. Es que, sin preocuparse por lo que podrían hacer con ellas, el profeta libertario se encargó de suministrar a sus enemigos municiones en abundancia.
Así, para sorpresa de nadie, no sólo los senadores peronistas sino también algunos de PRO y la UCR repudiaron de manera ostentosa al aún poderoso juez federal Ariel Lijo, que a buen seguro querrá vengarse de quienes le impidieron tomar un lugar en la aún esquelética Corte Suprema, y humillaron al hasta hace poco respetado académico Manuel García-Mansilla. Lijo fue perjudicado por su reputación profesional y personal nada envidiable, García-Mansilla por haber jurado ante una audiencia que nunca se le ocurriría ser miembro del máximo tribunal por decreto. De no haber sido por dichas palabras, podría haber merecido la aprobación de la mayoría ya que, a diferencia de su compañero en desgracia, no enfrentaba acusaciones graves que lo hubieran descalificado.
¿Por qué insistió tanto Milei en impulsar la candidatura de Lijo? Parecería que, luego de dejarse persuadir por el juez Ricardo Lorenzetti de que era el hombre indicado para un puesto que quedaba vacante, pensó que cambiar de opinión lo perjudicaría al hacer creer que es demasiado débil como para mantenerse en sus trece frente a Mauricio Macri, varios colegios de abogados, un sector bastante influyente del periodismo y muchísimos más que se oponían con virulencia a la nominación de una persona de trayectoria tan polémica. Puesto que a ojos de Milei la intransigencia es una gran virtud, supone que nunca debería ceder ante presiones de cualquier tipo aun cuando se trate de un asunto que, desde su punto de vista, podría considerarse secundario.
A partir de las elecciones de noviembre de 2023, el mundo político ha girado en torno a Milei porque parecía capaz de poner fin a la prolongada decadencia nacional. Aunque dista de ser el único dirigente convencido de que es fundamental asegurar que el gasto público no supere el dinero preciso para financiarlo, que es inflacionario inundar el país de billetes coloridos como hacía Sergio Massa y que sería muy positivo eliminar o, por lo menos, simplificar las muchas regulaciones burocráticas que obstaculizan a los empresarios y así por el estilo, sí es el único, con la excepción parcial de Carlos Menem y Domingo Cavallo, que se ha animado a actuar en consecuencia con el vigor necesario. Si bien el haber acertado no quiere decir que tenga razón en otros, a Milei le encanta comportarse como un sabio omnisciente, una proclividad que importaría poco si no fuera presidente de la República pero que, puesto que lo es, incide de manera muy negativa en su gestión.
Puede que sólo fueron tácticos los errores costosos que ha perpetrado en las semanas últimas y que, en términos generales, su estrategia, basada como está en la voluntad de respetar a rajatabla el equilibrio fiscal, sigue siendo la correcta, pero si pierde el apoyo popular que le han supuesto sus éxitos en la lucha contra la inflación, todo podría venirse abajo. Por cierto, no puede continuar dándose el lujo de entregar a sus críticos pretextos para mofarse de él; el gobierno que encabeza depende tanto del “carisma” que se le atribuye que el grueso de su capital político consiste en la imagen personal que se ha labrado. Sin Milei, La Libertad Avanza, una agrupación que se improvisó sobre la marcha y que, como es lógico, incluye a muchos aventureros, excéntricos y oportunistas, además de un ejército creciente de trolls, se desintegraría de la noche a la mañana. Casi todos los votos que espera conseguir en las elecciones próximas serán para Milei mismo, no para el gobierno que ha ensamblado.
Los riesgos así supuestos serían menos graves si el presidente se hubiera resistido a la tentación de ir por todo, emulando así a Cristina cuando disfrutaba de un grado notable de popularidad, y optara por ampliar su base de sustentación al aceptar ser el líder de una coalición más liberal que libertaria en que se vería obligado a tomar en cuenta los puntos de vista de sus integrantes. Demás está decir que los más contrarios a la alternativa así planteada son los mileístas de la primera hora, comenzando con su hermana Karina, que están resueltos a defender sus conquistas por los medios que fueran, de ahí su voluntad de mantener a raya a Macri y otros políticos que aprueban el “rumbo” fijado por el gurú iluminado sin por eso tomar en serio sus extravagancias místicas.
Si bien el intento de los mileístas de apoderarse del reducto porteño del PRO podría aportarles algunos triunfos pasajeros, tratar así a un partido aliado no les traerá beneficios permanentes. Por el contrario, es factible que el conflicto entre los libertarios y macristas permita que el peronismo resurja en la Ciudad de Buenos Aires y se consolide en la Provincia, lo que sería catastrófico para el proyecto oficial.
Además de verse amenazado por la conducta sectaria de los hermanos Milei, dicho proyecto está bajo ataque desde un lado imprevisto: los Estados Unidos de Trump. Si bien es de suponer que el magnate quiere que su “amigo” alcance sus objetivos y que la Argentina, firmemente subordinada a su protector norteamericano, se haga “grande” nuevamente, no vaciló en abrumarla de aranceles punitivos. Para más señas, Trump se las ha ingeniado para que baje abruptamente el precio del petróleo en los mercados internacionales justo cuando la Argentina está procurando seducir a inversores para que pongan más dinero en Vaca Muerta. No es ningún consuelo saber que a otros países aliados de Estados Unidos, como Israel, Japón y los miembros de la Unión Europea les haya ido peor, ya que la Argentina es mucho más vulnerable. Asimismo, si bien es poco probable que Trump haya desairado a propósito a Milei cuando éste viajó a Mar-a-Lago con la esperanza de agregar otra foto a su colección, para muchos el episodio significó que el norteamericano no está dispuesto a ayudar a su fan argentino.
Cuando la expansión rápida del comercio internacional repartía beneficios enormes a los países que participaban, la Argentina se aislaba porque los empresarios, habituados al “capitalismo de amigos”, no querían competir, Ahora, cuando está en vías de consolidarse un consenso a favor de una apertura, Estados Unidos está impulsando el proteccionismo. Aunque los europeos, los chinos y otros se afirman resueltos a mantener bajas las barreras comerciales, sorprendería que muchos lo hicieran, lo que plantea problemas mayúsculos a aquellos países, la Argentina es uno, que buscaban un lugar en un mundo que, según los más alarmados por la guerra arancelaria desatada por Trump, ya no existe.
12/04/2025 a las 5:22 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
El newsletter de Luciana Geuna
Fuente: Clarín
11/4/025
Es desafiante explicar la magnitud del caos de estos últimos días. No es sólo la evidente confusión que se instaló en el mundo después del anuncio y retroceso de los aranceles de Trump y los preparativos de una guerra comercial.
Puertas adentro de la Argentina, todas las variables de desconcierto se multiplicaron en lo económico y en lo político. El Gobierno, desde hoy a la tarde, intentará salir del pantano en el que entró hace dos meses: se está activando un operativo para recuperar el control de las certezas. Una coreografía que empezará con la confirmación del acuerdo con el FMI y seguirá con la visita del secretario del Tesoro de Estados Unidos el lunes.
En el medio, habrá anuncios, entrevistas, respuestas sobre la política cambiaria que no se han dado hasta ahora. ¿Alcanzarán esas definiciones?
Mientras tanto, la competencia electoral produce escenas psicodélicas: la sanguinaria pelea del kirchnerismo bonaerense y la guerra entre Macri y los Milei en Ciudad mientras el PRO acuerda con LLA en Buenos Aires. Esa definición escala la tensión con Mauricio Macri. Desde la Rosada, hay en curso estrategias venenosas para perturbar -todavía más- al expresidente. ¿Cuáles son?
ENCUESTA
Javier Milei estaba cansado del vuelo que acababa de traerlo de Estados Unidos -adonde había asistido a la fallida cena en la que no vio a Trump- cuando se sentó en la residencia de Olivos a mirar las últimas encuestas. Lo que vio es lo que ve desde que explotó el caso Libra.
Una desaceleración del acompañamiento de los argentinos, que a fin de año había escalado a una cifra inédita del 59% y que ahora se ubica en el 51% según los números de Aresco, la consultora de Federico Aurelio a quien el Presidente escucha particularmente. La tendencia a la baja viene siguiendo un curso claro desde hace 90 días, pero está lejos de convertirse en una señal de alarma. Sigue siendo muy alta para cualquier Presidente que gobierne la Argentina.
Pero los números que lo preocupan están dentro de esa mitad del país que lo apoya. Según esos datos, el 50% de los que aprueban su gestión, lo hace mirando con recelo el cambio cultural, las transgresiones institucionales y la ira, pero manteniendo la esperanza en la economía. Son gente que se va si cree que la inflación subirá o que el dólar será un problema o que todo irá a peor.
Ese grupo humano, que en parte contiene a la población que era del PRO pero lo votó a él, sigue creyendo en el devenir económico, pero está bastante más preocupada, según surge de los últimos sondeos que miraba el Presidente. Las razones están a la vista. En su intimidad, no pretende salir a convencerlos porque en su diseño mental no existe la idea de la equivocación del rumbo económico, aunque le perturba aceptar que los índices de inflación no bajarán al nivel de sus sueños y que la inestabilidad financiera es una variable que no depende de sus recetas sino más bien de una guerra comercial que le queda lejos y fuera de control. Son variables que alteran el núcleo de la estrategia de poder en un año electoral. No hay plan B.
En ese contexto, cuando el Fondo Monetario Internacional anuncie oficialmente el acuerdo por un préstamo de 20 mil millones de dólares, empezará un operativo que buscará recuperar certezas. No está claro si lo lograrán pero a esta hora el Gobierno organizaba una serie de apariciones para fortalecer la idea de que con los dólares frescos del fondo, la tormenta quedará atrás. ¿Será?
Ayer, en el medio del paro general, en la Casa Rosada sucedió una reunión de Gabinete donde buscaron mostrarse trabajando durante el día de huelga pero en el que en realidad se la pasaron conversando de los detalles económicos de todo lo que empieza después de muchos días en que la presión sobre las reservas del Banco Central empezó a hacerse insostenible. “Tuvimos tres buenas noticias al fin”, se aliviaba un funcionario de altisimo rango a la salida del encuentro.
La renovación del swap con China, el anuncio del acuerdo con el FMI y la visita el lunes del secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessen, de altísimo rango en el gobierno de Donald Trump, es la apuesta a todo o nada para controlar la incertidumbre que sigue vigente hasta que no estén claras las condiciones del acuerdo y la política cambiaria que le corresponderá. Hay muchísimo rumor sobre esos detalles pero la realidad los revelará en las próximas 48 horas. El ministro de Economía, Toto Caputo, tendrá la tarea de salir a explicarlo. Había una obsesión en la Casa Rosada porque no se repita lo que pasó con las entrevistas que dio Caputo hace dos semanas donde lejos de calmar, sus declaraciones inquietaron todavía más.
SALE LA REFORMA MIGRATORIA
“Es una ilusión que siempre podamos controlar la agenda”, admite sorpresivamente uno de los encargados de esa tarea en el Gobierno, un punto fuerte que la administración Milei venía manejando en sus primeros quince meses de gestión pero que se fisuró sostenidamente en este primer trimestre. Si calman a los mercados, el paso siguiente será recuperar la iniciativa. Es posible que después de Pascua, se anuncie formalmente la reforma migratoria pero no por proyecto de ley sino por decreto. El Congreso de la Nación se convirtió en un reducto carísimo para la Rosada y en un laberinto con salidas poco claras. “Es el error de hacer acuerdos uno a uno y no un acuerdo macro”, reconocía uno de los negociadores típicos del Gobierno con los bloques aliados.
Lo que pasó con el caso de los jueces de la Corte Suprema y la creación de la comisión investigadora por el caso Libra en Diputados demostró que la fragilidad numérica ya es mucho más costosa de compensar con apoyos. Sobre todo si es año electoral y el Gobierno entró en estado de fragilidad. Algunos experimentados diputados se entretienen mirando el Boletín Oficial del día siguiente a las sesiones donde el oficialismo consiguió avales polémicos. Ahí puede encontrarse las razones que hicieron que el senador radical correntino Eduardo Veschi cambiara radicalmente su voluntad cuando firmó un proyecto para hacer una comisión por el caso Libra y después votó en contra.
Un dato relevante: el Gobierno quiere mandar nuevos candidatos a la Corte antes de las elecciones nacionales. No esperar a la nueva composición. Hay una trama en construcción que se ampliará más adelante. ¿Volverán a intentar con García-Mansilla? Créase o no, lo están pensando.
DE QUIÉN DEPENDE FICHA LIMPIA
Es interesante mirar con más detenimiento lo que está pasando en el Palacio Legislativo. Por ejemplo: Ficha Limpia tiene media sanción en Diputados y debería tratarse en el Senado. Es el proyecto que, si se aprueba antes del cierre de listas, inhabilitaría a Cristina a ser candidata.
La Casa Rosada -que antes no quería- ahora busca aprobarlo y en el conteo de votos hay tres senadores que faltan decidirse para alcanzar el número. Una de Río Negro y, la clave, los dos santacruceños. Sus voluntades están entrampadas en un rumor malicioso que asegura que pidieron una central hidroeléctrica para la provincia a cambio de validar Ficha Limpia. Ejemplos así hay por todos lados.
El proyecto mantiene un puente abierto entre Milei y Lospenatto, la principal propulsora del proyecto y actual primera candidata del PRO en las elecciones porteñas. En medio de campaña salvaje por la Ciudad, ella habló con el Presidente para avisar que si no hacían caer la sesión convocada para esta semana por Ficha Limpia, corrían el riesgo altísimo de que el kirchnerismo volviera a ganar.
LA DESCONFIANZA DE MACRI
El caso de Milei y Lospenatto es un ejemplo fugaz de tantos vínculos cruzados entre dos fuerzas políticas plenas de coincidencias pero destinadas a la guerra. El Gobierno no ve otra salida que absorber lo que necesita del PRO sin construir una alianza. Es incierto todavía si será una misión exitosa. En la Rosada, están confiados. El vínculo de no retorno entre el Gobierno y el expresidente es tan explícito que en el primer piso de la Rosada administran con crueldad los tiempos de un expediente explosivo de la Procuración del Tesoro (los abogados del Estado) que tiene que resolver sobre la causa comercial del caso Correo, que tanta preocupación le genera al titular del PRO.
Están decididos a sacarlo después de los comicios porteños pero mucho antes del cierre de algunas alianzas. No sólo eso, hubo un cuidado desmedido en mantener sana la relación con Ariel Lijo, el juez federal que no llegó a cortesano, entre otras cosas porque no olvidan que en ese despacho tramita la causa penal por el tema Correo, otro desvelo para Macri.
El expresidente lidera la campaña porteña con instrucciones quirúrgicas del catalán Antoni Gutierrez Rubi, pero desconfía de todo lo que se está acordando en la provincia de Buenos Aires. Tiene enojo y paranoia. Son casi irreproducibles algunas de las cosas que le dijo a Cristian Ritondo cuando supo que -junto a Santilli y Montenegro- se habían reunido este miércoles con Karina Milei sin avisarle antes. Macri amenazó con pedir a Santilli que renuncie al PRO. Ritondo ejercita la flexibilidad de maneras impensables mientras intenta contener los puentes para que no se rompan. Esos ejercicios de elasticidad lo llevan también hasta Sergio Massa, con quien mantiene una comunicación fluida que intenta controlar el desmadre político bonaerense. Todo es arriesgado.
EL QUE ROMPE PIERDE
La provincia de Buenos Aires está bajo un escenario indescriptible. A los dibujos raros del PRO, hay que sumarle el radicalismo. En estos días, la UCR intervendrá el partido provincial. Es una jugada de Martín Lousteau que se está armando desde hace rato y que buscará que Maximiliano Abad no oficialice un acuerdo con los libertarios. La discusión judicial por las elecciones en ese distrito le permitirá este movimiento.
“Están saltando sobre el Titanic. La gente los va a matar”, dice un dirigente bonaerense que conoce como nadie la dinámica provincial. Habla del PRO, la UCR pero sobre todo, del peronismo que siguió esta semana con la escalada de su novela dantesca por la pelea entre Axel y Cristina. Desdobladas las elecciones, ahora nadie define qué hacer. Todavía no se suspendieron las PASO provinciales.
¿Quién podría imaginar la participación si hacen ir a votar tres veces a la gente, dos de las cuales serían para la interna y general de concejeros municipales y legisladores provinciales? Todas las miradas están puestas en CFK. Circula con fuerza una idea improbable. Cristina encabezando la tercera sección electoral y Sergio Massa la primera. El sueño de ganar por escándalo. Son delirios de un momento de hipersegmentación de la política. De redefinición del peronismo. Una carrera contra el tiempo en la que pierden todos.
12/04/2025 a las 5:28 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Arranca el tiempo electoral con más noticias malas que buenas para Milei
Ricardo Roa
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
12/4/025
Para empezar: ¿Alguien sabe por qué paró la CGT? Van tres huelgas al hilo y en las tres salió ganando Milei, contra quien se supone hicieron los paros. En el festejo de lo que calificaron “un éxito rotundo”, los dirigentes repitieron frases hechas como que la gente se muere de hambre y falta trabajo, y todo por culpa de Milei. No se les cae una idea, está claro. Los de la CGT son como son, todo el mundo les dice cómo son y no cambian.
A Milei, obvio, le viene bien. Es el presidente al que la CGT le hizo el paro más rápido, al mes y medio de llegar. Y eso que Alberto Fernández y Massa le habían dejado flor de regalo: más del 200% de inflación con tarifas congeladas, un dólar que pasó de $60 a $1.000 y casi la mitad del país en la pobreza. Pero la CGT se ubaldinizó en tiempo récord, despertando del letargo cómplice con los sueldos siempre para abajo de Fernández y los planes platita de Massa, siempre para arriba. No le hicieron ni un paro al último gobierno kirchnerista. Tampoco, al primer gobierno de Cristina. Y aún dicen, con cara de piedra, que las huelgas generales no son políticas.
Macri sufrió 5, De la Rúa 8 y Alfonsín 13, una cada 157 días. Milei, al que intentan dañar como sea, tiene una cada 162. No extrañaría que terminase superando a todos. Hay una cultura que atrasa mil años y lleva a la CGT, corrida por la izquierda, a declarar paros aunque sepa que los paros no arreglan nada y sólo complican a la gente. No por casualidad marchan, cómodos, en los últimos puestos del prestigio.
Otra gran hipocresía: el súbito y sensible afecto por los jubilados, perfectamente anestesiado durante cuatro años. La mayor grieta en el país es entre la sanata y las cosas como son. Fernández candidato decía que entre los bancos y los jubilados elegía a los jubilados. Alguna diputada massista lloró por ellos en un video y otros artistas K, encabezados por Moria Casán y Dady Brieva, juraban: con los jubilados No.
La verdad es que cumplieron, pero únicamente con Cristina, que pasó a ganar 124 jubilaciones mínimas. ¿Cómo le fue al resto? De diciembre del 19 a diciembre del 23, en el gobierno de Fernández, el haber medio perdió un 37,1%. Se lo comió la inflación. A Milei le va, por ahora, mucho mejor: entre diciembre del 23 y febrero del 25, subió un 13%.
Un detalle que no es detalle: el jueves del paro, colgaron en estaciones de trenes enormes carteles titulados Ataque a la República. En tono militar, apelaban a que la gente denunciara extorsiones de los huelguistas. Los libertarios cargan con su propio enano fascista. Lo sufre el catalán Gutiérrez Rubí, que asesoró a Massa y trabaja ahora para Jorge Macri. Con una excusa, el Gobierno busca expulsarlo del país. Como a la CGT con Milei, la insólita represalia es ganancia pura para el macrismo.
¿Lo hacen por la campaña? En un mes se vota en Ciudad. La oferta de centro derecha va fragmentada en seis listas mientras que el centro izquierda, con Santoro, corre solo con una única preocupación: ocultar como puede a los de La Cámpora. La preocupación de Adorni, que hace campaña como vocero, también pasa por esconder, pero a Karina, que tiene uno de los niveles más altos de rechazo. Marra está afilado y le robará un pedazo como Larreta al Pro. ¿Cuántos? Nadie sabe. Macri, Mauricio, se puso al hombro la campaña, al revés de Lousteau con su candidata, que pelea sola en el fondo de la tabla.
En el podio, seguramente estarán Santoro, Adorni y Lospennato. Mucho más claro aparece el resultado en Santa Fé, donde este domingo eligen convencionales constituyentes. Los ex Cambiemos, juntos, van con el gobernador Pullaro. Todos dicen que ganarán cómodos. El peronismo está partido en dos y el mileismo armó rancho aparte con Romina Díaz, amiga de Karina. Detrás, Eduardo Lule Menem prometió traerse el 25% de los votos. Otros piensan que lo que se traerá será una paliza.
Los Menem conducen la estrategia en las provinciales y generan roces con Santiago Caputo. Además de Santa Fé, en abril y mayo habrá elecciones en nueve municipios de Río Negro y en Salta, San Luis, Chaco y Jujuy. Sectarios y excluyentes, han decidido no ampliar con alianzas la base política salvo en Chaco, el único lugar donde precisamente aparecen con chances. Pero exigieron al gobernador Zdero que no metiera al Pro, que se sumó como adherente. No se sabe por qué, tanto los Menem como Caputo, espantan al Pro como a moscas.
Sí se sabe qué cantan las encuestas: en Jujuy gana el frente de la UCR con Pro y peronistas y lo mismo otro frente igual que compite con Rodríguez Saa en San Luis. En junio será el turno de Misiones y un mes después, las primarias en Buenos Aires, el plato fuerte de verdad y el único donde el temor compartido del mileísmo y del Pro por Cristina ha disparado un acuerdo. Tal vez tengan la suerte de que se concrete el amago de ruptura de Cristina con Kiciloff. Pero a estas alturas, el tiempo electoral arranca mal para Milei por errores ciento por ciento del mileismo.
Para peor, la oposición consiguió meter en la campaña el escándalo con las crypto, aunque nadie espera que avance demasiado la comisión investigadora en Diputados. Gracias a Pichetto, el Gobierno evitó que sentaran a Karina Milei en el banquillo. Lo que el mileismo teme y no puede controlar es que un fiscal abra el caso en los Estados Unidos. Si es así, agarrate Catalina.
Pasó algo más este lunes. Los gobernadores dialoguistas tomaron distancia de Milei y dieron quórum a la sesión por el cryptogate. Cada uno tiene sus razones y hay un combo en común. La imagen de Milei cae en sus provincias y la falta de respuestas o las media respuestas a sus pedidos enoja a todos. Y si algo faltaba en este embrollo, dejó de faltar: el 3,7% que el Indec le plantó a la inflación de marzo aceleró anuncios sobre el dólar y el acuerdo con el Fondo que pedían pista.
Dicho de otro modo: el alza de los precios ya había puesto contra las cuerdas al régimen cambiario del 1% mensual y las reservas crujían ostensiblemente. El tiempo político le mete presión al tiempo económico y más vale sacar del medio cualquier palabra que suene a la palabra devaluación. Y una manera es, justamente, anunciando el levantamiento del cepo.