Por Carlos Tórtora.-

Algo atípico está pasando el el triángulo de hierro que rodea a Javier Milei. Su hermana Karina, que dirige las negociaciones para cerrar el acuerdo entre LLA y PRO en Buenos Aires, acaba por primera vez de dar muestras de flexibilidad, luego de 2 meses de abrumar a Cristian Ritondo y Diego Santilli con la pretensión de imposición de las candidaturas por parte de los libertarios.

La gran concesión al PRO sería que los intendentes de esta filiación puedan decidir sobre las listas de candidatos a concejales y que la alianza tenga además un apoderado que sea amarillo. Ayer, asesores de Cristian Ritondo anunciaban que el acuerdo ya estaba listo y se enviaba en cualquier momento al Congreso del PRO bonaerense para su aprobación

Pero esto no terminaría con el tira y afloja, porque quedan pendientes de definición las candidaturas a senadores y diputados provinciales, que son las más codiciadas.

Razonable a la fuerza

Si las concesiones de Karina y Sebastián Pareja se concretan o aumentan, se trataría de una señal política inequívoca: Milei empezaría a dar marcha atrás en su estrategia electoral. Y la razón de esto serían las crecientes dudas acerca de ganar en Buenos Aires en septiembre y en octubre. El temor a una crisis que aleje a los votos macristas del gobierno puede significar la derrota del oficialismo.

Si hay un indicador que cada vez se afirma más, es el que refleja la sensibilidad de los mercados con respecto a las tendencias electorales, como lo probó esta semana el JP Morgan con su consejo de desinvertir en Argentina hasta octubre. Si se percibiera que LLA marcha hacia una derrota electoral el 7 de septiembre en Buenos Aires, el tembladeral financiero podría empezar en cualquier momento.

Para evitar esto, Milei tiene que volver a instalar que el oficialismo tiene grandes chances de ganar y la única bandera que le sirve para esto es agrandar la importancia de la alianza LLA-PRO. No por nada el gobierno cesó en los últimos días sus ataques contra los primos Macri, esforzándose para sugerir que hay un clima de diálogo.

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