Por Giuliano Iezzi.-

Señor Presidente, “El pueblo quiere saber de qué se trata”.

Esta frase, tan conocida, tiene todas las connotaciones de entonces, y muchas más. Puesto que como en aquella ocasión hay mucho por hacer, todo diría yo, pero además mucho por limpiar y por lo tanto…“el pueblo necesita saber”.

La administración saliente fue fiel a los preceptos de Gramsci, el teórico de la superestructura, y ha hecho uso y abuso de la teoría de Göebbels: “Miente, miente que algo quedará”. Como no es fácil recordar si un mingitorio fue inaugurado una o diez veces, llevan la de ganar.

La tarea fue realizada en todos los niveles sociales y sin la menor vergüenza, se han creado las bases del “relato”.

Hay mucha gente, que ha creído con sinceridad las mentiras que fueron propaladas por todos los medios disponibles. Las mentiras han llegado hasta el interior de las familias mismas. Ha calado tan profundo, al punto de desconocer el estado real en el que ha quedado el país. Y por una razón muy humana, a falta de una información concreta, se quedan con su pensamiento anterior, que de paso lo reconforta por propio, y no pueden ser condenados por ello.

Necesitamos saber, con detalle, quiénes y cómo nos han estafado, más allá de lo que la justicia haga con su deber. Al fin de cuentas, eso que llamamos tan etéreamente erario público, son nuestros esfuerzos de cada día, nuestros sueños y el futuro de nuestros hijos.

Esa gente que de buena fe no lo votó, vive con nosotros, trabaja con nosotros y sin los argumentos necesarios seguirán pensando que viven en un país de primera, y, cuando lleguen los verdaderos ajustes, cerrarán filas, de buena fe pero en contra suya, imposibilitando o entorpeciendo el libre gobierno. Creerán que Ud. está vendiendo el país o cualquier estupidez de ese calibre que le vendan. Hay mucho mal parido que sacaría ventaja de su fracaso, y mucho tonto que por un estúpido River, Boca se pondrá contento con su fracaso, sin ver que por ese camino el país ha retrocedido en el mundo hasta niveles de vergüenza. Gracias a las mentiras instauradas aún creen en una epopeya inexistente de crecimiento y elevación, mientras que en realidad nos hundimos más y más en el barro.

Es imprescindible que sepamos, no le tema al mal humor que se generará, peor será el descreimiento de sus actos, que llevará a justos y pecadores al abismo. Esto es educar al soberano, y como decía el maestro, “si no lo hacemos por amor, por lo menos “lo hagamos por temor”. La segunda parte de la frase es inequívoca hoy.

Necesitamos saber, para que cuando nos encontremos con ellos en la calle sepamos de qué manera aplaudirlos. De lo contrario, estarán de nuevo en puestos de poder con nuestros fracasos como premio.

No nos quedan muchas oportunidades, y su fracaso nos hundirá por siempre en el populismo, y riámonos de Venezuela. No nos merecemos eso.

No le estoy pidiendo un gran discurso maratónico de varias horas, al estilo de los dictadores latinoamericanos de cuarta, que al fin de cuentas no serviría de mucho, puesto que funcionaría como desinformación por exceso de información.

Sería lógico que la información la diera por áreas el correspondiente responsable, de esa manera cada uno recibe y comprende lo que le está más cerca, precisamente por estarle más cerca, quien fue el responsable, y lo que hizo.

Continúan propalando mentiras todos los días y no tenemos con qué contrastarlas. Necesitamos dialogar con nuestros pares pero con información. La máquina de impedir ya está en marcha. Esa que funcionó en cada gobierno no peronista desde el 46 a la fecha, esa que ha hecho que del puesto 7 del mundo pasáramos al 139, esa que ha hecho que el PBI per cápita pasó de ser cinco veces la de Brasil en el 30 a ser un cuarto hoy. Todo logrado sin errar un solo golpe. Esa máquina sólo se detuvo en los gobiernos peronistas, pero con el populismo, la demagogia y la corrupción el resultado fue el mismo.

Señor Presidente, nos pidió que confiáramos en Vd. Y lo hemos hecho, Vd. nos pidió que lo ayudemos, ya que sin nosotros ni Vd. ni naides puede hacer nada. Señor Presidente, para ayudarlo necesitamos saber, no solamente la verdad de la situación sino quiénes votan, y cómo, las normas que necesariamente deberá crear y/o modificar.

Como seguramente comprende, nadie conoce a los centenares de diputados y senadores, más allá de aquellos que son mediáticos.

Necesitamos saber cómo votan todos, y si el gobierno, por alguna reglamentación que desconozco, no puede hacerlo, alguien debe hacerlo, es imperioso. Necesitamos saber quién ayuda a la reconstrucción y quién no. Son nuestros empleados y para ayudarlo, señor Presidente, necesitamos controlarlos y para controlarlos necesitamos información.

No puede ser que por mezquindades partidarias se continúe arruinando el futuro de todos. Que lo hagan, sí, pero que sepamos quiénes son, sean suyos o de quien sea. No puede ser que nos estafen, nos mientan, nos hagan daño y tan campantes vivan de sus tropelías. Le ruego lo haga por los hijos de todos.

“Que dios y la patria me lo demanden”, reza el conocido juramento, y al respecto el creador no necesita ayuda puesto que todo lo sabe, pero la patria, o sea nosotros, para poder demandar, necesitamos saber.

Por último, y le ruego me disculpe si soy un poco impertinente, quiero recordarle que cambiar justicia por gobernabilidad fue una praxis normal en nuestro país, y siempre el resultado fue el mismo, ni justicia ni gobernabilidad hubo.

Con el deseo de que el suyo sea el mejor gobierno, por el bien de todos, lo saludo respetuosamente.

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