Por Hernán Andrés Kruse.-
“Sin embargo, cuando este razonamiento se plantea para economías con monedas periféricas en la órbita del SMFI, la conclusión es que para las mismas se verificaría una “dualidad imposible” (De Conti y Prates; Andrade y Prates). En estas economías, con apertura de la cuenta de capitales y cualquiera sea el régimen de cambio en vigor, la autonomía de la política monetaria es mucho más restringida y subordinada al movimiento de capitales. Además, es mucho más limitado el uso del tipo de cambio para ajustar los desequilibrios externos que hacen peligrar la sustentabilidad de la deuda (externa e interna, pública y privada). Como evidencia de lo anterior se señala que tanto en aquellos países con monedas periféricas que aplicaron regímenes de cambio anclados a una de las monedas centrales como en aquellos que optaron por un régimen de cambio flexible, la política monetaria terminó atrapada de tasas de interés muy elevadas para atraer capitales.
En ambos casos las tasas de interés domésticas se ven presionadas para incluir un “diferencial” (prima de riesgo) en relación con la tasa de interés de los títulos emitidos por los países centrales (la referencia común son los bonos del tesoro norteamericano). Este diferencial de tasas es el “premio” que los países de moneda periférica deben pagar por la iliquidez potencial de sus monedas en relación con las monedas centrales y por el riesgo de no tener stock suficiente de divisas para atender los pagos internacionales. Estos países dependen de los flujos de capitales externos cuya disponibilidad en tiempo y forma está sujeta a los ciclos financieros internacionales. En la práctica, la presencia de esta dualidad imposible significa una erosión de la capacidad del Estado para mantener los equilibrios macroeconómicos por intermedio de una regulación monetaria y financiera. La erosión de estas capacidades concierne no solo a la estabilidad macroeconómica sino también al régimen de crecimiento económico en tanto sin la potestad para regular la política monetaria el Estado pierde potencial para orientar la dinámica del sistema productivo y las propias políticas distributivas.
Enfrentados con estos problemas de las monedas periféricas, especialmente los derivados del endeudamiento y del estrangulamiento del sector externo, algunos países buscan “elevar” su posición en la jerarquía monetaria renunciando de forma plena o parcial al ejercicio de su soberanía monetaria. Argentina bajo la ley de convertibilidad (1991-2001) es un ejemplo de sustitución parcial habilitando una economía bi-monetaria de libre intercambio equivalente entre la moneda local y la moneda central. Grecia (y otros países anexados a la UME) es un ejemplo de sustitución de una moneda periférica por una central en el contexto de un proceso de integración económica y monetaria. En ambos casos se verifica un ciclo que va de la aparente bonanza en un comienzo a una crisis financiera que deriva en crisis política. En este ciclo, no sólo se pierde soberanía monetaria, sino que se erosiona la soberanía política cuyo síntoma más evidente es la transferencia de poder político hacia instituciones supranacionales y hacia los operadores financieros internacionales (…)”.
EL ABANDONO DE LA SOBERANÍA MONETARIA
“Luego de un proceso hiperinflacionario que sufrió Argentina hacia mediados de la década del setenta, con la última dictadura militar (1976-83) la economía se abrió financiera y comercialmente poniendo fin al llamado régimen de “industrialización por sustitución de importaciones”. De este modo, la economía del país se incorporó al libre movimiento de capitales financieros internacionales y con ello al crecimiento sostenido del endeudamiento. De aquí en más, los históricos problemas de restricción externa se acentuaron porque al déficit estructural de la balanza comercial se le sumaron los pagos de los servicios de la deuda. Así se estableció un círculo vicioso entre anticipaciones de devaluación, alza de la tasa de interés y alza de los precios; la tasa esperada de inflación futura se transforma en una suerte de unidad de cálculo de los mark up para quien tiene poder de fijar los precios. El Estado fue perdiendo así su capacidad de imponer la unidad de cuenta de los medios de pago y de garantizar su función de reserva de valor; cada vez más, el dólar pasó a desempeñar esta última función. La pérdida por parte del Estado de su capacidad para imponer todas funciones de la moneda doméstica fue erosionando su capacidad para administrar el conflicto distributivo.
Recuperada la democracia, y luego de intentar diversos planes de estabilización, hacia finales de la década del ochenta se desató un acelerado proceso hiperinflacionario que obligó a anticipar la entrega del gobierno del entonces presidente Raúl Alfonsín (1983- 1989). Luego de intentos infructuosos para detener la corrida inflacionaria, el gobierno del nuevo presidente Carlos Menem (1989-1999) lanzó a inicios de 1991 una ley de convertibilidad estricta (1×1) entre la moneda local y el dólar. De aquí en más, la oferta monetaria quedó ligada con una cobertura casi plena de las reservas del Banco Central y a cierta proporción de títulos en moneda extranjera emitidos por el gobierno. También se fijó la autonomía del Banco Central, se suprimió la garantía oficial de los depósitos, se establecieron límites estrechos para la compra de títulos y préstamos comerciales por parte de la autoridad monetaria y se completó la desregulación de la cuenta capital del balance de pagos. Asimismo, se lanzó un amplio programa de privatizaciones de las empresas públicas más importantes, y se removieron barreras tarifarias y no tarifarias a las importaciones. También se modificó la legislación laboral, reduciendo la estabilidad en el puesto de trabajo, habilitando contratos de empleo por tiempo parcial (promocionados fiscalmente), bajando los costos de contratación y despido, aliviando las responsabilidades del empleador frente a los riegos laborales.
Argentina se volvió así un experimento extremo de la ortodoxia neoliberal y de un régimen de crecimiento liderado por los movimientos de los capitales financieros. El llamado Plan de Convertibilidad logró estabilizar los precios por la supresión del riesgo devaluatorio y la apertura de las importaciones. La demanda agregada se expandió por el efecto “ingreso” de la estabilización monetaria y por el efecto “riqueza” de la revalorización en dólares de activos reales y financieros. La entrada de capitales, estimulada por las privatizaciones y el tipo de cambio fijo, generó la recuperación del crédito en un escenario financiero internacional con tasas de interés inferiores a las de la década del ochenta. Durante la vigencia del Plan de Convertibilidad puede observarse una clara correlación entre los ciclos de los flujos de capitales y la prima de riesgo país conforme a los cambios del escenario financiero internacional. Así, entre los segundos semestres de 1990 y 1994 el PBI (desestacionalizado) creció 35,7%; pero en 1995 la economía cayó fuertemente por la abrupta salida de capitales derivada de la crisis mexicana. La fuga de capitales y la caída de reservas se contuvieron con una operación de “rescate” del FMI que impulsó la recuperación a partir del segundo semestre de 1996 a una tasa de más de 9% anual gracias a un nuevo flujo de ingreso de capitales. La crisis asiática (tercer trimestre de 1997) empujó otra salida de capitales y a una nueva recesión que comenzó en 1998 y no tuvo freno hasta poco después del abandono de la regla de Convertibilidad a fines de 2001.
Por su fuerte dependencia de los mercados financieros internacionales, durante la vigencia de la convertibilidad, la economía argentina se alimentó de los ahorros externos y del creciente endeudamiento. En este proceso fue clave el canje de la deuda externa en 1992 bajo el paraguas del Plan Brady que, junto con un recorte del valor nominal, “limpió” la deuda de la banca privada y atomizó el universo de acreedores. Sin embargo, el recorte de deuda fue sólo temporario y rápidamente se inició una nueva fase de endeudamiento (público y privado) que tuvo como fuente principal a los mercados financieros internacionales; al mismo tiempo, se acumuló deuda con organismos internacionales y con instituciones domésticas como las administradoras de fondos y pensiones (AFJP) creadas con la privatización del sistema de previsión social en 1994. El sostenido déficit fiscal alimentó la creciente deuda pública pese al ajuste de gastos y al amplio plan de privatizaciones.
Una de las causas principales fue la pérdida de recursos públicos por reducción de impuestos y por la privatización del sistema de previsión social que bajó las contribuciones patronales y transfirió los aportes de los empleados a las AFJP. El financiamiento externo del déficit público sirvió para cubrir el faltante de divisas del resto de los sectores económicos. En otras palabras, si el Estado no hubiese demandado divisas, la expansión de la economía hubiese requerido que el sector privado generase una acumulación positiva de reservas, ya sea por exportaciones o préstamos. Por el contrario, la balanza comercial registró fuertes déficit y sólo se equilibró en las fases recesivas que frenaban las importaciones; por su parte, la cuenta corriente mostró una tendencia deficitaria creciente.
Pero nuevamente el cambio de escenario financiero internacional revirtió el ciclo. La crisis asiática (tercer trimestre de 1997) empujó otra salida de capitales iniciándose una nueva recesión económica que esta vez se prolongó hasta poco después de abandonarse la regla de Convertibilidad a fines de 2001. Pese a los evidentes síntomas de agotamiento del régimen de Convertibilidad, en diciembre de 1999 asumió el nuevo presidente Fernando de la Rúa con el compromiso de mantenerlo. Para ello, buscó infructuosamente la supervivencia del régimen del único modo posible: buscando un acuerdo con organismos internacionales y otros socios para un “blindaje financiero”. Pero este “blindaje” tampoco funcionó pese a los sucesivos ajustes fiscales y salariales. Tampoco sirvió el “megacanje” de los títulos de la deuda pública en poder del sector financiero que en la práctica significó un fuerte subsidio a los tenedores de estos títulos”.
CRISIS Y PÉRDIDA DE SOBERANÍA POLÍTICA
“En países como la Argentina, y América Latina en general, el poder normativo de los organismos multilaterales no es tan directo: su influencia proviene de su indirecta intermediación con los mercados financieros que tienen poder para cubrir las necesidades de financiamiento en moneda central. En América Latina, el poder de policía “indirecto” de las instituciones supranacionales se hace más efectivo en situaciones de crisis económica y especialmente de crisis en el sector externo. El ejercicio de este poder de policía se realiza mediante instrumentos como los programas llamados de “reformas estructurales” que vienen atados a los programas de asistencia financiera. Esto fue lo que sucedió durante la fase positiva de la Convertibilidad y también lo que se intentó hacer en su etapa crítica.
Pero la cesión de soberanía monetaria volvía inefectivas todas las políticas domésticas, incluyendo las de “devaluación interna”. La regla de Convertibilidad exigía la cobertura en divisas para la base monetaria en pesos, pero no para el multiplicador del crédito (incluyendo los depósitos bancarios bi-monetarios). En la práctica, la mayor parte de la oferta monetaria no tenía cobertura en divisas y todo el sistema era muy vulnerable a una corrida bancaria y a la aceleración del cambio legal de pesos por dólares a una tasa de 1×1. Los salvatajes que se intentaron con el aval de los organismos internacionales resultaron en la profundización del ajuste recesivo hasta la inevitable corrida bancaria en diciembre de 2001. Pero alcanzaron para permitir la fuga de gran parte de los capitales especulativos hasta la crisis final del sistema bancario que llevó a restringir la extracción de depósitos en efectivo (“corralito”) y las transferencias al exterior. Todo esto precipitó las protestas sociales que fueron fuertemente reprimidas, hasta que a fines de 2001 renunció el presidente Fernando de la Rúa.
La experiencia de la Convertibilidad argentina expone claramente que los problemas de la dualidad imposible que enfrentan los países con moneda periférica no se resuelven atando la moneda local a la divisa llave del jerárquico SMFI. Pese al rígido control de la política de cambio, la política monetaria (y la política económica) quedó a merced de los agentes financieros externos y de los organismos internacionales. El gobierno argentino se quedó sin instrumentos para hacer política anticíclica más allá de los ajustes reiterados e ineficaces de “devaluación interna”. También quedó expuesto que los problemas del déficit fiscal no se originaban en el gasto, sino en el drenaje de recursos tributarios.
Finalmente, se observa la relación entre soberanía monetaria y política. La cesión de soberanía monetaria llevó a una dependencia del conjunto del sistema de los capitales financieros y los organismos multilaterales, minando la capacidad estatal para aplicar políticas domésticas anticíclicas. En esta situación extrema, e inmerso en una crisis política sin precedentes, sucesivos gobiernos “transitorios” optaron por una fuerte devaluación y por el default de la deuda privada como salida de la trampa. De este modo, se ampliaron los márgenes de maniobra de la política pública y se alimentó la esperanza de recuperación de soberanía política”.
LA POST-CONVERTIBILIDAD: EL INTENTO DE RECUPERAR SOBERANÍA MONETARIA Y POLÍTICA
“Con la renuncia a la presidencia de Fernando de la Rúa (diciembre 2001), el gobierno provisional designado por la legislatura declaró el default de la deuda del sector público y el 6 de enero de 2002 se decretó el fin de la ley de Convertibilidad con una devaluación cercana a 300%. Inmediatamente se sancionó la llamada “pesificación asimétrica”, por la cual los créditos en dólares del sistema financiero se transformaron en pesos a un valor menor que los depósitos; las pérdidas patrimoniales del sistema bancario fueron compensadas con títulos públicos. Para evitar el traslado a precios de la devaluación, se congelaron los precios de las tarifas de los servicios públicos y los salarios no se ajustaron a una inflación que en el año 2002 llegó a 41%. Los impactos sociales de los ajustes para salir de la Convertibilidad fueron tremendos: la pobreza por ingresos escaló a más de 50% de la población, el desempleo abierto a 30% de la población activa y el empleo precario a un porcentaje similar.
Este ajuste económico y social creó condiciones favorables para que el presidente Néstor Kirchner, que asumió en mayo de 2003, encontrara un inmejorable escenario para el crecimiento económico. En primer lugar, los ajustes macroeconómicos generaron un “trípode” inédito en la historia del país: superávit comercial, superávit fiscal y tipo de cambio muy competitivo. También se registró superávit de cuenta corriente (e incluso en algunos años el de cuenta capital y financiera) hasta el año 2009. A esto se sumó la fuerte caída del salario real y la amplia capacidad ociosa por la profunda recesión que había registrado la economía desde 1998 y hasta el segundo semestre de 2002. Todo esto en un escenario internacional favorable a las exportaciones de commodities vinculadas a la abundante producción agropecuaria del país.
Los superávits “gemelos” (comercial y fiscal) permitieron que la oferta monetaria crezca con entradas de divisas de la balanza comercial y que al mismo tiempo esa expansión fuera esterilizada con colocación de deuda de corto plazo del Banco Central. Así se logró sostener el nivel del tipo de cambio en niveles históricamente muy altos con baja inflación, gracias al manejo de un régimen de flotación administrada y con metas cuantitativas de los agregados monetarios. Paralelamente, este régimen monetario y cambiario logró acumular reservas del Banco Central hasta un pico de 52 mil millones de dólares en 2010. El Estado argentino recuperó así márgenes de maniobra monetaria. La emisión de títulos del Banco Central (LEBAC) de muy corto plazo, que al inicio pagaban intereses muy altos, permitió recuperar la función de prestamista de última instancia porque esta deuda actuaba como liquidez última en una situación de stress financiero (restaurando el mercado interbancario).
El patrimonio bancario se restableció gracias a los títulos públicos entregados para compensar las pérdidas patrimoniales de la pesificación asimétrica y con la recuperación económica que permitió restaurar el sistema de pagos. El default de la deuda pública y la devaluación facilitaron la generación de superávit fiscal. Los salarios reales del sector público cayeron abruptamente por el impacto inflacionario inicial, al tiempo que crecieron los ingresos por impuestos indirectos atados al aumento de precios. De aquí en más la recaudación tributaria creció sostenidamente: los recursos totales del sector público pasaron de cerca de 20% del PBI en 2002 a casi 28% en 2007 y más de 31% en 2013. Claro que el grueso de los tributos siguió siendo de impuestos regresivos y atados al ciclo económico.
Para entender como el escenario macroeconómico facilitó el crecimiento, es importante resaltar que, a partir de la fuerte caída registrada por el abandono de la Convertibilidad, los salarios empezaron a crecer por encima de la progresión de la productividad. El concomitante impulso a la demanda doméstica se completó con políticas de transferencias de ingresos dirigidas especialmente a la infancia y a la población pasiva sin cobertura de previsión social. De esta manera se volvió a articular un círculo virtuoso que permitía el simultáneo aumento de los salarios, las ganancias, la renta agropecuaria y la renta financiera (sostenida por la deuda pública). Una vez más el país entró en una fase de “todos ganan” gracias a la cual se creó la imagen de que la economía argentina había superado restricciones estructurales históricas y era capaz de recuperar soberanía monetaria y política sin someterse a los dictámenes de los mercados financieros.
Pero luego de la fase positiva montada en condiciones excepcionales, quedó claro que los problemas de la soberanía monetaria y la inserción dependiente en el SMFI estaban lejos de resolverse. El año 2005 fue clave en este proceso porque se realizó el primer canje de títulos de la deuda externa en default; y en 2006 se pagó anticipadamente la totalidad de la deuda con el FMI, con reservas del Banco Central. Así, el gobierno de Néstor Kirchner buscó iniciar una apertura controlada con los mercados financieros, pero sin intervención de los organismos multilaterales. Pero el paso del tiempo demostró que estas expectativas no fueron satisfechas”.
(*) Rubén Lo Vuolo (Director Académico del CIEPP) y Jaime Marques Pereira (Investigador del Centro de Investigación sobre las instituciones, la industria y los sistemas económicos): “De la pérdida de soberanía monetaria a la pérdida de soberanía política: los ejemplos de Argentina y Grecia” (Documentos de Trabajo-CIEPP (Centro Interdisciplinario para el estudio de políticas públicas)-2018).
24/01/2025 a las 3:13 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
La elección porteña anticipa la pelea por el dominio del país
Carlos Pagni
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
23/1/025
Cuando pensó en apresurar la convocatoria a las elecciones porteñas, Jorge Macri se propuso sustraer la disputa por el poder local de los conflictos que se desplegarían, más tarde, en la campaña nacional. Sobre todo uno: el agresivo avance de La Libertad Avanza (LLA) sobre el espacio del Pro.
Macri no imaginó que provocaría el fenómeno contrario. Anticiparía el enfrentamiento general, convirtiendo a la competencia por la Legislatura en el primer acto de ese drama. La competencia porteña se está convirtiendo en un espejo que adelanta la lucha por el dominio del país.
Los Macri exponen por primera vez su tesoro más preciado, la Capital Federal, a la ambición de una fuerza que aspira a representar a sus mismos votantes. Javier Milei disfruta estar en la cresta de la ola. La inflación en descenso, la brecha cambiaria abreviándose, y un entorno internacional favorecido por la asunción de Donald Trump, a cuyo triunfo el Presidente apostó sin calcular riesgos, son la plataforma para una operación mayor: la de convertirse en líder hegemónico de todo el arco que va del centro a la derecha. Milei emperador.
Esa construcción comienza en el torneo porteño. Al anticiparlo, Macri obligó a Milei a poner más interés en una encrucijada que le parecía secundaria. Esta es la razón por la que comienza a hablarse de que a la cabeza de la lista de LLA podría estar alguien que, en el programa anterior, encarnaba la todavía brumosa candidatura a senador: el vocero Manuel Adorni.
El plan del jefe de Gobierno es conseguir los votos para suspender las primarias, de tal manera de celebrar los comicios para la Legislatura en mayo. Serían las primeras elecciones del año. Imposible que pasen inadvertidas. Por lo tanto, serán también la primera expresión cuantificable de un duelo que se viene manifestando en hostilidades cada vez más ásperas. Incluyen confesiones de funcionarios como Patricia Bullrich, revelando desde el Ministerio de Seguridad lo que ocultó desde la candidatura a presidenta: que la gestión de Cambiemos debió su fracaso a la falta de respaldo que Macri daba a sus colaboradores. O Federico Sturzenegger, para quien “el macrismo”, al que se siente ajeno, lo utilizó como chivo expiatorio para adjudicarle pecados que no había cometido.
Las declaraciones hacen juego con los hechos: fantasmagóricas denuncias sobre una inverosímil protección de la AFIP de Macri a empresarios kirchneristas; descalificaciones a la gestión de Mariano Federici y María Eugenia Talerico en la Unidad de Información Financiera (UIF); o cooptación de dirigentes y funcionarios como el subdirector de la SIDE, Diego Kravetz, o el intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela.
En la Ciudad, esas escaramuzas se llevan adelante en la Legislatura, donde el bloque de la ultraderecha, que conduce Pilar Ramírez, se comporta como oposición a Macri. Ramírez es la esposa de Darío Wasserman, vicepresidente del Banco Nación y compañero de colegio de Kravetz. Reporta a Karina Milei, con quien comparte la pasión por la cocina.
El proselitismo para dominar la legislatura local obligará a sistematizar estos ataques en un discurso. La visibilidad del distrito impide encapsular la confrontación. Los argumentos de la campaña y su nivel de agresividad prefigurarán lo que ocurra entre LLA y el Pro en las elecciones generales. Habrá que ver qué opina Antoni Gutiérrez-Rubí, flamante estratega contratado por el jefe de Gobierno y asesor también de Mauricio Macri.
El catalán acaso sea el consejero ideal para los primos, que deben enfrentar a una fuerza radicalizada hacia posiciones reaccionarias: es de origen socialista y viene de trabajar junto a Cristina Kirchner, a Eduardo “Wado” De Pedro, a Sergio Massa y, hasta hace muy poco, a Horacio Rodríguez Larreta . Comunistas, diría Milei.
Las consecuencias del entredicho porteño pueden extenderse mucho más allá de los comicios generales. Aun cuando realice la mejor elección imaginable, Milei seguirá sin tener mayoría en el Congreso. Dependerá del Pro. Por eso estos vientos pueden cobijar alguna tempestad. Quizá es el motivo por el que Macri está tan interesado en que se advierta qué él hizo todos los gestos posibles de conciliación. Inclusive el de proponer una comisión para organizar una alianza. Da la impresión de que no lo hizo para obtener una respuesta. Lo hizo para que quedara claro que no hay una respuesta. ¿Quién iba a pensar en este desencuentro aquella mañana de 2022, cuando con Alberto Benegas Lynch como testigo, Milei le pidió a Macri que encabece una fórmula presidencial y lo lleve como vice?
La escena que inauguró Jorge Macri con su adelanto pondrá también en primer plano las fisuras que mortifican a cada agrupación. La del Pro es la más inquietante: ¿dónde corresponde ubicar a la ministra Bullrich? ¿Se unirá a LLA? ¿O preferirá corroer a su propio partido para desgastar a los Macri, como quinta columna de Milei?
El oficialismo en la Ciudad se sostiene en un simulacro. Ejemplo: la presidenta de la comisión más importante de la Legislatura, la de Presupuesto, Paola Michielotto, es la esposa de Vicente Ventura Barreiro, mano derecha de Cristian Ritondo, el entrañable “Pucho”. Ventura fue eyectado del Ministerio de Seguridad y denunciado en tribunales por Bullrich con la imputación de pretender cobrar coimas en una licitación del Servicio Penitenciario.
Los delegados de Bullrich se mantienen en el bloque Vamos Juntos, que responde a Jorge Macri, gracias a un exigente esfuerzo de ficción. Son Juan Pablo Arenaza, Marilú Estebarena y Silvia Imaz. Sólo Patricia Glize migró hacia las filas del alcalde, embanderada en la consigna de tener “un despacho con las puertas abiertas”.
En la Legislatura se ha vuelto cada vez más frecuente una inquietud: ¿qué sucederá con su presidente, Matías López, si Diego Santilli se suma a las “fuerzas del cielo”? López ofrece a Santilli una lealtad canina. ¿Milei podría conquistar el comando del Poder Legislativo en la Ciudad?
La táctica de tomar piezas del campo contrario tiene reacciones en espejo. Ramiro Marra, uno de los precursores de LLA en el distrito, promete armar su propia lista de legisladores. ¿Es un alfil de Jorge Macri? Marra ya prestó un servicio invalorable para el jefe de Gobierno cuando, a cambio de conseguir interminables concesiones, ayudó a aprobar el presupuesto. Marra y su compañero de correrías, Eugenio Casielles, son figuras clave para el oficialismo. Apenas hablan en el recinto, se los ve poco en las comisiones, pero aparecen en los momentos de emergencia. El espíritu de Juan Carlos Suardi aletea sobre la Legislatura.
Casielles es un satélite de un experto en la política porteña: Miguel Ángel Toma. Una versión afirma que Toma estuvo en el origen de la discordia entre Milei y su vice Victoria Villarruel. El casus belli habría sido una visita de Villarruel a la embajada de los Estados Unidos para presentar a Toma como el futuro jefe de los servicios de Inteligencia. ¿Milei se enteró por un comentario del embajador Marc Stanley? Eso afirma la leyenda. La anécdota sirve para introducir un interrogante: si Villarruel estará presente en la guerra porteña a través de Marra y Casielles.
Una de las paradojas de la política porteña es que Macri enfrenta la disidencia de legisladores de su partido, pero mantiene bastante alineados a los de la Coalición Cívica de Elisa Carrió, que ha sido implacable con él en términos morales: son Facundo Del Gaiso, Hernán Reyes y Cecilia Ferrero.
Además de padecer la disidencia de Bullrich, que actúa en nombre del gobierno nacional, los Macri deben prever el drenaje que puede provocar Rodríguez Larreta si decide postularse al frente de una lista de legisladores locales. La incógnita Larreta es más amplia. Incluye la posibilidad de una alianza con la UCR porteña. El eterno plan del consultor Guillermo Seita, quien alguna vez deberá revelar el secreto de por qué lo siguen contratando cuando sus martingalas no hacen más que fracasar. El mandato que recibió de los Macri el binguero Daniel Angelici es evitar esa convergencia con Larreta y retener a los radicales como aliados. Un dilema a resolver por Emiliano Yacobitti y Martín Lousteau.
El tablero todavía esconde algunos enigmas. ¿Cómo intervendrá en el proceso Ricardo López Murphy? ¿Se coordinará con María Eugenia Talerico, que está casi decidida a competir en la provincia de Buenos Aires?
El peronismo porteño celebra esta fragmentación del campo adversario. Y especula también con el adelantamiento electoral. Su líder, Juan Manuel Olmos, imagina una transformación del partido bajo el modelo cordobés. Es decir, una fuerza que pueda interpretar, sin traicionarse, la melodía de un vecindario más o menos “gorila”. Leandro Santoro, un alfonsinista que milita en las filas del General, es la figura encargada de llevar a las urnas ese experimento. Desdoblar la elección significa, en términos del PJ, conseguir una pasable autonomía respecto de Cristina Kirchner.
Para que esa proeza llegue a buen puerto, los peronistas de la Capital necesitan que la elección local no se superponga con la campaña nacional. Es decir, que esos comicios se celebren cuando las listas para senadores y diputados del Congreso todavía no se definieron. Esa antelación requiere suspender las PASO. La señora de Kirchner estaría dispuesta a tolerarlo. Pero sus feligreses de La Cámpora no quieren dar el visto bueno sin antes asegurarse los cargos en las listas nacionales. La anticipación de esa definición desbarata el objetivo principal de toda la maniobra: que las celebridades nacionales no contaminen con su agenda la discusión porteña.
Todos estos movimientos son peculiaridades de un proceso más general, que es el lento esfuerzo de sustitución de una corriente de centro derecha moderada, como el Pro, por otra de un conservadorismo extremo. La Capital Federal empieza a comportarse como el precoz laboratorio de esa mutación. Milei, acompañado por su hermana Karina y asesorado por Santiago Caputo, el “Mago del Kremlin”, inician en la Meca del macrismo su marcha hacia el sueño hegemónico.
La enemistad con Mauricio Macri no se alimenta sólo de una puja por el liderazgo de un universo social más o menos homogéneo. Hostilizar a Macri es también homenajear al votante peronista que, en regiones como el conurbano bonaerense o numerosos distritos del interior del país, se inclina por Milei.
Hay un detalle que falta para coronar esa coreografía. Es la posibilidad de derrotar al propio Macri como candidato a senador. El expresidente no quiere postularse. A pesar de las presiones de su primo, que se registran a través de pasacalles y carteles. Esa reticencia impide una escena con la que Milei, y sobre todo el “Mago”, sueñan en colores: que se presenten Macri y Cristina Kirchner, con la expectativa de vencer a los dos. Sería el cierre sinfónico del marketing anti-casta. Nunca hay que olvidar las líneas maestras del plan ideado por Santiago Caputo para convertir a LLA en una minoría hegemónica: confrontar con la dirigencia tradicional y, al mismo tiempo, atomizarla.
Macri se imagina como el líder que coordina un frente de fuerzas que bendicen la orientación económica general del Gobierno, pero que se diferencian en cuestiones de calidad institucional y también de enfoque productivo. Esa posición es compatible con las prioridades de algunos radicales, como demostró Rodrigo De Loredo en la reunión que, junto con Ritondo, mantuvo con Guillermo Francos anteayer.
Loredo pidió que se envíe a las cámaras un proyecto de presupuesto modelado por las prioridades de Economía, que el Congreso podría aprobarlo. También reclamó una reducción significativa de las retenciones agropecuarias. Le contestó el vicejefe de Gabinete José Rolandi, diciendo que el Presidente tiene la misma pretensión, pero que es imposible de alcanzar hasta que el crecimiento de la economía mejore la recaudación y compense la caída de ingresos que implica ese recorte.
¿QUÉ PASARÁ CON CRISTINA?
La postulación de Cristina Kirchner en la provincia de Buenos Aires es, a diferencia de la de Macri, mucho más probable. En el feudo más importante para el kirchnerismo también se libra una batalla por la supervivencia. La expresidenta hace frente a la rebelión de quien fuera su discípulo predilecto, Axel Kicillof. El gobernador todavía no resolvió si adelantará las elecciones provinciales.
La señora de Kirchner y, sobre todo, su hijo Máximo, creen que esa decisión desataría una ruptura con Kicillof. Las modificaciones al sistema electoral están ligadas a esta esgrima. Hasta que no se resuelva la tensión con Kicillof será difícil que el kirchnerismo aporte sus votos en el Congreso para suspender las primarias este año. El jefe de Gabinete Francos aceptó en las reuniones que mantiene con legisladores dialoguistas que el Poder Ejecutivo no cuenta con los votos necesarios para eliminarlas.
El destino de Cristina Kirchner está ligado al del proyecto de ley de “ficha limpia”. El Gobierno podría hacerlo aprobar en Diputados y, en un esfuerzo extremo, también en el Senado. ¿Quiere hacerlo? En el reino de las especulaciones comienza a plantearse la hipótesis de un pacto entre la Casa Rosada y el kirchnerismo. Consistiría en dejar caer la reforma que impide postularse a los dirigentes que tengan una condena en dos instancias, a cambio de que el kirchnerismo aporte los votos para aprobar los pliegos de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla como ministros de la Corte.
Dirigentes bien informados sostienen que esa iniciativa está empantanada a raíz de la inflexibilidad de la Casa Rosada, que no quiere negociar la candidatura de García-Mansilla. Es muy probable que esta versión valga para las sesiones extraordinarias. Pero aquella conjetura sobre un pacto refiere que más adelante podría haber un entendimiento.
El formato sería endiablado: se aprueba el pliego de Lijo, pero queda en suspenso el de García-Mansilla, que no sería rechazado en la comisión de Acuerdos. Mientras tanto, se dictaría una ley para ampliar el número de miembros del tribunal. Una vez sancionada, se daría el visto bueno a García-Mansilla y a los magistrados que sugieran otras fuerzas políticas, sobre todo, el peronismo. ¿Hay una conversación abierta entre Martín Mena y Sebastián Amerio? Mena es el ministro de Justicia de la provincia y, lo más importante, es el abogado en el que más confía Cristina Kirchner para sus relaciones con los tribunales. Amerio, viceministro de Justicia, es el colaborador más directo del “Mago del Kremlin” para la agenda judicial.
Las declaraciones de Oscar Parrilli afirmando que hay negociaciones con el Gobierno en las que interviene el presidente del bloque de senadores José Mayans fueron para algunos la confirmación de esa teoría. Un gesto generoso de Parrilli: indica que él estaría dispuesto a votar a favor de Lijo, el juez que lo procesó por una presunta protección al fugitivo Ibar Pérez Corradi, acusado de ser la pieza clave del asesinato que terminó con la vida de tres empresarios vinculados al tráfico de efedrina.
También Graciana Peñafort, desde el círculo áulico de la expresidenta, se mostró contemplativa con Lijo, con el argumento de que la Justicia no encontró todavía motivos para condenarlo. Peñafort produjo dos sorpresas. La primera, hizo un gesto de tolerancia hacia el verdugo de su defendido Amado Boudou. La segunda, hizo una profesión de fe sobre la calidad de los jueces y fiscales que investigaron a Lijo que obliga a dudar de la doctrina del “lawfare”, según la cual esos magistrados son capaces de apañar o proteger llevados por razones subalternas.
La tesis de un acuerdo entre LLA y el kirchnerismo tuvo otro indicio en las últimas horas. El diputado Rodolfo Tailhade, fanático seguidor de la señora de Kirchner, aplaudió un post de la cuenta de X “John/@MileiEmperador”, que él atribuyó sin dudar a Santiago Caputo. En ese post, el tuitero anónimo denostaba a los funcionarios de la UIF de Macri por perseguir a la expresidenta.
Tailhade festejó que la administración de Milei haya girado, expulsando a Ignacio Yacobucci y reemplazándolo por el ex fiscal Paul Starc y, lo que es más importante, prohibiendo a la UIF actuar como querellante en las causas penales que impulsa. Sea o no “John”, para Caputo los elogios de Tailhade son providenciales: el diputado es la voz del kirchnerismo en la Bicameral de control de la SIDE, que maneja el “Mago”.
El espíritu de concertación que destilan Parrilli y Tailhade contrasta con las evaluaciones de Leopoldo Moreau, otro cruzado de Cristina Kirchner, quien ayer identificó a Milei con el represor Ramón Camps, debido a la retórica con la que el Presidente defendió a Elon Musk de quienes lo acusan de haber tenido una conducta antisemita al saludar con el clásico brazo en alto del nazismo. La clase política, para no hablar de “casta”, parece una torre de Babel.
Macri tiene una relación conflictiva con Santiago Caputo. Y se pregunta a menudo si los malos tratos que recibe del Gobierno son avalados por Milei. Tailhade y Parrilli le están dando una respuesta. El entredicho de LLA avanza con el Pro está cada vez más claro. Y comienza a ejecutarse en la ciudad de Buenos Aires.
24/01/2025 a las 3:16 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Milei amenaza y se aleja de la libertad que pregona
Daniel Santa Cruz
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
24/1/025
“Pero el mundo cambió. Elon (Musk) no está solo. Los que luchamos por la libertad ya no estamos solos. Somos millones. Y ahora también recuperamos la tierra de la libertad que estaba en sus manos, gracias a nuestro querido Donald Trump. No sólo no les tenemos miedo. Sino que los vamos a ir a buscar hasta el último rincón del planeta en defensa de la LIBERTAD. Zurdos hijos de putas tiemblen. La libertad avanza. VIVA LA LIBERTAD CARAJO”.
Así, sin comas y abusando de la letra mayúscula, se expresó en su cuenta de X el presidente de la Nación, Javier Milei, en su afán por defender al empresario Elon Musk que había sido criticado por saludar con el brazo derecho extendido cuando asumió como funcionario de la administración de Donald Trump en EE. UU. Si bien el gesto de Musk no fue el más feliz, porque dejó abierta una interpretación por su parecido al clásico saludo de los partidarios de la Alemania nazi, esta vez los libertarios bebieron de su propio veneno, porque los opositores argentinos le hicieron creer en las redes sociales algo que seguramente no era tan representativo y real. Los partidarios de Milei parecen considerar que en las redes está permitido decir de todo, salvo que crean que solo ellos pueden determinar qué es verdad o qué es una “chicana” o una broma política.
Pero si hay alguien que no puede decir lo que quiera en las redes sociales sin hacerse cargo del mensaje es quien ejerce un cargo político con responsabilidad institucional, como el presidente de la Nación, y Javier Milei lo es, cuando amenazó a quienes no opinan como su gobierno o manifiestan otra ideología, al decirles que los iban a ir a buscar y les advirtió que tengan miedo. “Tiemblen”, señaló.
El mensaje de Milei no tiene matices y fue quizás el más amenazante a la libertad que gozamos los argentinos desde que recuperamos la democracia, al asemejarse más a los modelos autoritarios y violentos. Milei es presidente de un país republicano que está en las antípodas del dictador venezolano Nicolás Maduro, que suele amenazar de la misma manera a los opositores y lo que es peor, cumple con sus amenazas. ¿Quién garantiza que lo de Milei sea solo una bravuconada y no lo vaya a cumplir? Porque al Presidente hay que tomarlo en serio, de lo contrario estaríamos frente a una irresponsabilidad mayúscula, porque no se puede jugar así con las palabras desde la mayor investidura institucional que se otorga a un ciudadano elegido a través de la voluntad popular. Ahora que abrió el debate, entonces es necesario saber: ¿a quién o a quienes van a ir a buscar? ¿para qué los van a buscar? ¿por qué deberían tener miedo esos ciudadanos? ¿Usarán fuerzas de seguridad? Esta última pregunta deberían contestarla la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y el ministro de Defensa, Luis Petri, quienes desde el Pro y la UCR encabezaron las críticas -y con razón- contra Cristina Kirchner cuando decía “vamos por todo”. Sin embargo, esta amenaza del Presidente es decididamente más grave.
Recordemos un hecho histórico, a modo de ejemplo, porque más allá de los vaivenes políticos en democracia siempre deben prevalecer los derechos civiles y humanos. El 2 de diciembre de 1954, el Senado de los Estados Unidos sancionó por amplia mayoría una moción de censura contra el senador Joseph McCarthy por haberse excedido en su rol presidiendo el Comité de la Cámara alta sobre Operaciones Gubernamentales, desde donde hacía sus infames audiencias ante sus acusados de pertenecer o adherir al Partido Comunista. Muchos actores, dramaturgos, intelectuales y hasta militares sufrieron el acoso inquisidor de McCarthy. Un claro ejemplo fue Charles Chaplin, obligado a exiliarse como tantas otras personas públicas. Así fue como su tendencia a perseguir supuestos comunistas pasó a ser mundialmente conocida como “macartismo”. Pero en el mismo país de la libertad, como llama Milei a Estados Unidos, supieron poner fin a ese atropello a los derechos cívicos y sancionaron a McCarthy por ser “contrario a las tradiciones del Senado”, terminando con su carrera política, y eso sucedió en plena “guerra fría”, Allí primaron los derechos garantizados en la Constitución ante cualquier aventura trasnochada de un político mediocre. McCarthy lo era. Se aprovechó de la coyuntura para ejercer persecución política sobre quienes, a su antojo, consideraba simplemente sospechosos.
En un sistema democrático serio deberían llover los pedidos de legisladores, jueces y juristas, entidades civiles pidiendo que el Presidente se retracte o responda esas preguntas. Porque amenazó desde una red social a todo aquel que no piense como él y su gobierno, sea político, empresario, periodista o un ciudadano de a pie, a quienes pone en eventual peligro porque su liderazgo no controla a todos y cada uno de sus fanáticos y seguidores que podrían cumplir con esa amenaza. Y lo más riesgoso es eso: que se pueda instalar la violencia política a partir de la verborragia de Milei, para quien un “zurdo” es todo aquel que no se sume al supuesto cambio que él mismo propaga, no importa en realidad su ideología sino su posición respecto al gobierno.
El Presidente se siente un abanderado del antiwokismo, y considera que el consenso social que reúne hoy le permite sobrepasarse de sus atribuciones y al mismo tiempo hablar de libertad. A un liberal de estirpe, que jamás imaginó que hoy podría ser encasillado como un promotor de la cultura woke, François-Marie Arouet conocido como Voltaire -para muchos el primer arquetipo intelectual de la Europa moderna-, se le adjudica una frase que nunca se publicó: “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a decirlo” un mensaje que, más allá de autorías, representa un principio básico de todo aquel que cree y trabaja porque las sociedades sean más libres, debatiendo en el disenso pero jamás prohibiendo, persiguiendo o castigando a quien piensa distinto.
Gritar “¡Viva la libertad, carajo!” es plausible tanto para este presidente o para cualquiera, pero para que la frase tenga sentido hay que darle contenido honrándola con hechos y acciones que vayan en la misma dirección. Todo lo contrario hizo el presidente con su último y repudiable mensaje.
24/01/2025 a las 3:20 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
¿Gesto nazi de Elon Musk?: una pavada, pero la desmentida de Javier Milei complicó en vez de aclarar
Marcos Novaro
Fuente: TN
(*) Notiar.com.ar
24/1/025
Ya nos tiene acostumbrados a las expresiones violentas. Pero nunca había ido tan lejos. Y fue aún más sorprendente que lo hiciera justo cuando recorre el mundo disfrutando de una enorme repercusión, en general muy positiva, para todo lo que dice y hace:
“Zurdos hijos de puta tiemblen… no sólo no les tenemos miedo, sino que los vamos a ir a buscar hasta el último rincón del planeta en defensa de la libertad”. Esas fueron las palabras que eligió Javier Milei para defender a Elon Musk de las acusaciones de que había hecho el saludo nazi en un acto trumpista que lo tuvo por orador principal.
El gesto y la polémica
El episodio fue desde el principio manipulado con aviesa intencionalidad política: Musk extendió el brazo derecho en un gesto completamente ajeno al que hicieran tristemente célebre Adolf Hitler y sus seguidores. Es cierto que últimamente ha manifestado su apoyo a líderes y fuerzas de derecha radical en varios países de Europa, pero por ahora al menos eso no lo pone fuera del arco de legítimos participantes del juego democrático: Alternativa para Alemania o Reform UK en todo caso pueden ser tan problemáticos al respecto como lo es Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon, un héroe para los kirchneristas y buena parte de la izquierda latinoamericana.
La pretensión de atribuirle “afinidades nazis” a los adversarios está muy en boga, sobre todo aunque no exclusivamente en el flanco izquierdo de la grieta, y las más de las veces solo como arma arrojadiza para descalificar al otro bando y quitarle toda legitimidad a sus argumentos, por lo que más que una forma de proteger la convivencia democrática y el pluralismo contra sus enemigos, resulta más bien lo contrario, la excusa para poner a competidores legítimos fuera del campo de libre disputa por el poder.
Además, por más que se pueda disentir con muchas de las causas que promueve Musk, y más todavía con su uso avieso de enormes sumas de dinero para influir en la competencia política, en su país adoptivo y ahora también en Europa (con lo que abiertamente promueve una “nueva oligarquía” de alcance mundial, como advirtió con bastante razón recientemente Joe Biden), es también cierto que no ha hecho nada que afecte la libertad de expresión en Twitter desde que la compró y la convirtió en X, más bien al contrario. Lo que habla de una mínima lealtad con las reglas de imparcialidad que deben respetar los medios de comunicación, en particular las redes, en una democracia liberal, por más que ellas se vuelvan muy frecuentemente la cloaca del debate público.
En fin, que Milei tenía buenos argumentos para desmentir las acusaciones lanzadas contra Musk, más allá de su cercanía con el personaje y la comunión de ideas entre ambos, es bastante evidente. Lo que no resulta para nada evidente es que la vía elegida por el mandatario argentino haya sido razonable, ni tampoco la más conveniente para ambos.
Dejemos de lado, aunque no porque no sea grave, el insulto contra “los zurdos”. Centrémonos en la amenaza que le siguió: “tiemblen… los vamos a ir a buscar hasta el último rincón del planeta”.
Los dichos de Milei
Lo primero que hay que decir es que no es para nada nueva, lamentablemente es archiconocida: se popularizó en los últimos años como grito de guerra de muchas fuerzas de izquierda dura, extrema, radical o como se la quiera llamar, contra sus enemigos de derecha. Y en nuestro país la han utilizado asiduamente en particular los militantes de “derechos humanos”, primero contra los represores de la dictadura, después contra quienes ellos consideraban aliados o simpatizantes de los represores, y finalmente contra cualquiera que se les pusiera enfrente. En una progresión contra cuyas tenebrosas derivaciones para la vida en libertad ya advirtió, casi cien años atrás, un valiente poema de un pastor luterano alemán.
Los escraches, las agresiones callejeras en manada y otra gran variedad de formas de escarmiento y violencia contra personas identificadas como “indeseables”, “plagas a erradicar”, en suma, “inhumanos a suprimir”, se han sostenido en ese llamado a la acción. E hicieron mucho por volver irrespirable el ambiente creado por los Kirchner para sus adversarios, y para los ciudadanos decentes en general.
¿Hacía falta que nuestro presidente recogiera un instrumento tan nefasto, con ya documentadas secuelas negativas tanto para víctimas como para victimarios, e invirtiera mecánicamente esos roles, usando la misma lógica deshumanizante y violenta que se utilizó contra muchos de sus ahora compañeros de ruta en años recientes?
Si Milei creyó que era una buena idea hacerlo, debió ser porque concibe de un modo cada vez más amplio eso de “usar las armas del populismo y la izquierda contra ellos”. Y coquetea cada vez más peligrosamente con una idea leninista sobre cómo se construye y se sostiene una fuerza política revolucionaria: “saqueando a los saqueadores”, decía Lenin, haciéndoles a los enemigos de clase y de ideología lo mismo que ellos, real o supuestamente, le habían estado haciendo al “pueblo y los obreros”. Muchos libertarios dicen querer emular a Antonio Gramsci, por la atención que puso en la batalla por las conciencias; pero parece que a su líder eso no lo termina de satisfacer, cree que además de convencer, hay que escarmentar y provocar temor.
24/01/2025 a las 3:24 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Ningún éxito económico justifica la erosión de la democracia
Andrés Gil Domínguez
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
23/1/025
A más de un año de la elección popular que consagró como presidente a Javier Milei otorgándole una indiscutida legitimidad democrática de origen, es posible analizar su legitimidad democrática en torno a la manera de ejercer el poder. En dicho periodo el Presidente realizó las siguientes acciones:
*Sustituir el rol del Congreso a través de la utilización del mecanismo de los decretos de necesidad y urgencia para modificar definitivamente amplios conjuntos de leyes sin cumplir los requisitos de habilitación para su dictado en los términos exigidos por la Constitución argentina o desconociendo las materias expresamente vedadas por la Constitución argentina (como por ejemplo la materia tributaria).
*Obstruir el funcionamiento del Congreso mediante el uso irrazonable y desproporcionado del veto, afectando de esta manera, a sectores vulnerables (como los jubilados) o a bienes sociales (como la educación pública superior)constitucional y convencionalmente protegidos.
*Violar la obligación constitucional y convencional de garantizar la diversidad de género en la integración de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
*Amenazar con designar en comisión a los integrantes de la Corte Suprema de Justicia de la Nación cuando no se cumplen con las condiciones excepcionales exigidas por la Constitución argentina y se encuentra en marcha el proceso regular de designación de los Doctores Lijo y García-Mansilla.
*Abusar del derecho en el ejercicio de la facultad reglamentaria modificando sustancialmente el contenido de las leyes (como sucedió con la ley de acceso a la información pública).
*Extender ilegalmente el presupuesto por dos años consecutivos.
*Alentar y financiar fuerzas de asalto digitales que persiguen, agreden y descalifican a toda persona que tenga un pensamiento crítico con el Gobierno.
*Atacar y descalificar en forma sistemática al periodismo que, a través de distintos formatos, expone información u opiniones críticas al Gobierno.
*Atacar y descalificar desde el Estado en forma sistemática a toda persona que repruebe al Gobierno.
*Desconocer el sistema de coparticipación federal previsto por la Constitución argentina y gobernar mediante un régimen de hecho unitario (salvo con las provincias “amigas”).
*Negar desde el Estado el Nunca Más como el pacto fundante de la democracia argentina desde 1983.
*Operar una “reforma constitucional encubierta” sin cumplir con el procedimiento previsto por la Constitución argentina.
Como se observa es fácil concluir que estamos ante un gobierno que intenta imponer un modelo autocrático y autoritario. Mientras tanto el Congreso y el Poder Judicial brillan por su ausencia como órganos de control y límite de los excesos del Poder Ejecutivo.
Se podrá argumentar que el Gobierno disminuyó la inflación y esto es un dato objetivo cierto, pero es necesario recordar, que la inflación en Venezuela, bajo la feroz dictadura de Maduro, fue en 2024 del 85%. Ningún éxito temporal macroeconómico puede justificar la erosión del sistema democrático, la negación del pluralismo político, la práctica de la intolerancia y la pérdida de derechos fundamentales. Sobran ejemplos históricos de cuál fue el resultado final de esta clase de modelos. Que esto no suceda en nuestro país.