Por Hernán Andrés Kruse.-
“Por su parte, y como era de prever, Estados Unidos fue el más interesados en manejar el capítulo del control de la energía atómica conforme a sus intereses nacionales. En el diario estadounidense Evening Star se estipulaba que el control de la energía atómica era el suceso más importante en la vida y que, si no se llegaba a un acuerdo, otra bomba los iba a destruir en el marco de una nueva guerra atómica. Como vimos en párrafos anteriores, el miedo y la incertidumbre eran noticia de portada en los principales periódicos del momento, donde se podían leer titulares como: “Una sola bomba atómica podría destruir 40 millones de vidas en los Estados Unidos si fracasa la diplomacia internacional”. A ello se unían constantes declaraciones poco o nada alentadoras, como aquéllas de Robert P. Patterson, secretario de Guerra estadounidense: “Hasta que podamos estar seguros de que nuestras relaciones internacionales han progresado al punto de que la guerra no vuelva otra vez más a oscurecer el mundo, es imperativo que los Estados Unidos continúen vigorosamente con sus actividades de investigación y desarrollo en todas las ramas de la ciencia, vitales a la defensa nacional”. A futuro, el Departamento de Guerra abogaba por un control aliado de la bomba atómica, ya que, “si caía en malas manos, podría ser el arma ideal para un ataque a traición en el futuro”.
Las discusiones sobre el control llegaron al Congreso de los Estados Unidos, quienes esperaban recomendaciones del presidente Harry S. Truman acerca de lo que debía hacerse con la bomba atómica. El senador Arthur H. Vandenberg, republicano de Michigan, pidió mientras tanto que se creara una comisión mixta, compuesta por seis miembros del Senado y otros tantos de la Cámara, para que hiciera “un cabal y completo estudio e investigación referente al invento y manejo de la bomba atómica”. A su vez, el senador McMahon, demócrata de Connecticut, presentó una iniciativa señalando que el uso y aplicación de la energía atómica debían ser “vigilados por el gobierno federal para beneficio del país”, exigiendo además “la prohibición de la explotación privada del invento”.Mientras tanto, el Senado estadounidense venía recibiendo innumerables demandas de la población para que la bomba atómica fuera definitivamente proscrita mediante un convenio internacional, por tratarse de un arma “demasiado terrible para ser usada otra vez”.
Sin embargo, la tesis gubernamental se mantuvo firme, en el sentido de que la bomba atómica debía quedar bajo el estricto control de los Estados Unidos. Así lo dejaba en claro el periódico Excélsior, al reportar que gente en el país consideraban “como una misión sagrada la posesión por los Estados Unidos de esta nueva fuerza de destrucción. Y porque amamos la paz, los pueblos conscientes del mundo saben que esa confianza no será violada, que será una misión ejecutada fielmente”. Dos días después, el Senado norteamericano acordó la creación de una comisión de nueve personas para el control de la bomba atómica y para velar por la preservación de los múltiples secretos de la energía nuclear.
La tesis de que el control atómico quedase en manos de Estados Unidos mereció el beneplácito de la prensa mexicana. El periódico El Universal consideraba que el vecino del norte era —“por ahora” [sic]— uno de los países más seguros del mundo para conservar el secreto de la bomba atómica y una de las naciones “que menores probabilidades tienen de abusar de él”. No obstante, las dudas parecían emerger de dicha constatación, ya que la simple posesión del secreto llevaría a Estados Unidos a convertirse en “una potencia imperialista obligada a seguir de conquista en conquista para conservar la ventaja que tienen ahora”. Por su parte, Excélsior era también partidario de que los norteamericanos fueras “custodios de la bomba atómica”, si bien se hacía eco de las iniciativas estadounidenses por aquellos proyectos encaminados a averiguar lo que era “capaz de hacer ésta [bomba atómica] a los barcos de guerra, las ciudades y las personas”.
Ciertamente, y en materia de investigación, existían dos opiniones respecto a la forma en que la energía atómica debía ser estudiada: mientras que la primera abogaba por un uso para fines industriales, la otra sostenía que debía emplearse para la fabricación de bombas atómicas con el fin de “exterminar a Rusia antes de que Rusia los exterminara a ellos”. Por su parte, Gran Bretaña quería apoyar la investigación experimental en todos los aspectos vinculados con la energía atómica, tal y como hizo público el primer ministro Clement R. Atlee. Fue así como en el aeródromo de Harwell, cerca de Didcot, se empezó a construir la primera factoría del mundo para la obtención de energía atómica para usos de paz, volviendo la espalda a la producción de bombas atómicas para encadenar esta energía y hacerla útil para el progreso y el mejoramiento de la humanidad. Esto implicaba que Gran Bretaña debía ayudar a Estados Unidos a guardar el secreto de la bomba atómica como una garantía sagrada para conservar la paz, una de las premisas defendidas a fines de 1945 por el que fuera primer ministro británico y líder del Partido Conservador Winston Churchill. Para él, Gran Bretaña debía hacer “sus propias bombas atómicas y tenerlas aquí, aunque sean fabricadas en otras partes, lo más pronto posible”. Afirmó que el futuro de la bomba atómica debía ser decidido por los parlamentos y los gobiernos responsables y no por los hombres de ciencia, “por ilustres o entusiastas que sean”.
Por de pronto, la tesis que gozaba de más adeptos era depositar la confianza en Naciones Unidas, lo que suponía quitar el monopolio del secreto y control atómicos a Estados Unidos. Sometidas las plantas industriales a la inspección internacional, se creía en ese entonces que se pondría el fin definitivo a la fabricación de bombas atómicas. La apuesta no sólo incluía el control de la energía nuclear, sino también, sobre todos los inventos científicos militarmente estratégicos que quedarían bajo la supervisión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Recordemos que esta organización internacional se creó el 24 de octubre de 1945, y desde el primer día tuvo el gran reto de configurar el mundo de la posguerra, incluido el gran desafío de controlar la energía atómica. Tras una cruenta guerra mundial, fueron muchas las esperanzas depositadas en esta nueva organización. Según Excélsior, “es más importante, hoy que nunca, que la nueva agrupación internacional de seguridad se ponga a trabajar. Ahora se trata de la paz y la seguridad o de la destrucción total de la civilización”. Si la bomba atómica había puesto fin a la Segunda Guerra Mundial, este artefacto pondría una negra y alargada sombra sobre el nuevo tiempo de posguerra.
Entre los partidarios de depositar la confianza en las Naciones Unidas se encontraba el primer ministro británico Attlee, tanto así que se creó un plan —mereció el nombre de Plan Attlee— para que el Consejo de Seguridad de la ONU concentrara los informes científicos con vistas a establecer un estricto control sobre la bomba atómica. Para ello se hacía la recomendación de que la organización fuera reforzada mediante una cooperación más estrecha entre los Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Soviética. Por su parte, entre los hombres de ciencia se encontraban los partidarios de difundir el secreto atómico como pauta común para la normalización de las relaciones internacionales, a fin de que laboratorios, industrias e instalaciones militares pudieran tener libre acceso a la energía atómica, aunque bajo la estricta supervisión de las Naciones Unidas. Por ejemplo, el Dr. D. Q. Posin, encargado del Laboratorio de Radiación del Instituto de Tecnología de Massachusetts, abogaba por un plan maestro de control internacional, mediante el cual la producción de la energía atómica a gran escala se encontraría en una estación mundial aislada —se pensó en una isla lejana—, donde los sabios de las naciones interesadas pudieran reunirse allí e investigar sobre los pormenores de la energía atómica. Esta concentración espacial supondría que, “en ningún otro lugar del mundo debía concentrarse la energía atómica en cantidades que pudiera destinarse a fines militares”.
El debate sobre el manejo, experimentación y control de la energía nuclear no sólo quedó en manos de políticos y científicos, sino también contó con la aportación de la sociedad civil, por ejemplo, a través de la Conferencia Mundial de la Juventud, celebrada a principios de noviembre de 1945. A su término, se consensuó un documento donde se exigía, primero, que el control de la energía atómica fuese internacionalizado y administrado por las Naciones Unidas; segundo, que los descubrimientos científicos y técnicos fuesen utilizados en bien de la humanidad, y, por último, que los criminales de guerra fuesen castigados sin demora. A su vez, no faltaron colectivos de sacerdotes, profesores, miembros de asociaciones culturales y de agrupaciones pacifistas, que alzaron su voz en contra del monopolio del “inhumano elemento de destrucción”, reclamando su entrega a la jurisdicción internacional. Así, también se dio el caso de aquellos que abogaron por la desaparición de los archivos secretos que contenían planes, estudios y todo tipo de cálculos para la fabricación de la bomba atómica.
Como vimos anteriormente, Estados Unidos fue partidario de ser el único guardián del secreto atómico y, en todo caso, hacían depender su revelación a la presencia de un marco de garantías, consensuado y aprobado por todas las naciones. De entrada, y esto es importante subrayarlo, ello significaba que sería la gran potencia norteamericana la que decidiría cuándo las condiciones eran las idóneas para compartir el secreto atómico. Así, y frente al requerimiento de una aprobación conjunta por parte de las naciones, los Estados Unidos se reservaban el derecho a veto, por más de que hubiera una mayoría en contra, dejando muy en claro que la gestión del control atómico ya se había convertido en un arma claramente ofensiva. Aquello no era sino una expresión de poder y fuerza de la nueva política estadounidense, ya que los Estados Unidos siguieron fabricando bombas atómicas, de la misma manera que en Inglaterra, y como se ha mencionado, Winston Churchill hacía la notificación de que su país debía también producir bombas atómicas. La discrepancia entre las palabras y los hechos era total.
A pesar de todo esto, en noviembre de 1945, los Estados Unidos, Gran Bretaña y Canadá reconocieron que, si bien era indispensable intercambiar con ciertas naciones los conocimientos científicos en torno a la energía nuclear, se tornaba muy peligroso revelar el secreto de la fabricación de la bomba atómica en aquellos primeros momentos de la posguerra. Además, se reveló que sería creada una comisión especial en el seno de Naciones Unidas a fin de hacer desaparecer la amenaza atómica, precisando las proposiciones que debía hacer. Dicho comunicado estipulaba: “Estamos dispuestos a compartir sobre la base de la reciprocidad con las Naciones Unidas las informaciones detalladas sobre las aplicaciones industriales de la energía atómica en cuanto los medios de protección contra la utilización de sus propiedades destructivas puedan ser formulados”.
Aun así, el choque de opiniones era evidente en Estados Unidos. Por una parte, el presidente Truman anunciaba al Congreso que el control de la bomba atómica se encontraba en buenas manos y que nadie podía temer por un uso ilegal del secreto; por la otra, el jefe de la delegación norteamericana en las Naciones Unidas, Edward Stettinius, se mostraba partidario de que la bomba atómica, al igual que el resto de las armas modernas, debían quedar bajo jurisdicción exclusiva de Naciones Unidas, en su condición de organismo internacional encargado de la preservación de la paz. Eso sí, éste fijaba como condición indispensable un correcto funcionamiento de este organismo internacional. Sin embargo, a pesar de que Naciones Unidas surgió como resultado de grandes expectativas, la recién creada organización tendría mucho trabajo por delante para eliminar el gran escepticismo reinante tras la guerra, ya que la humanidad tenía muchos motivos para sentirse desilusionada en cuanto a la sinceridad y efectividad de los acuerdos internacionales como la ya mencionada Acta McMahon.
En ese momento, las opiniones se centraban en que la organización pudiera invocar a los Estados a respetar la normatividad comunitaria e incluso a reclamar a sus respectivos gobiernos a que sus conciudadanos actuaran conforme al espíritu común. Una violación de los acuerdos supondría incurrir en un crimen por el cual los individuos podían ser juzgados y castigados. Para muchas personas, el hecho de que Naciones Unidas guardara el secreto de la bomba atómica era la única manera de preservar la paz, ya que vigilaría puntualmente la maquinaria industrial y científica de “los agresores del pasado y posibles agresores del futuro” y, por consiguiente, “todo peligro de una futura conflagración quedaría eliminado”. De cualquier modo, a nadie se le escapaba que Naciones Unidas sólo podía tener el control sobre la bomba atómica en la medida en que se diera la tan necesaria cooperación internacional. En los estertores de la Segunda Guerra Mundial, éste fue el verdadero mensaje que cruzó la faz de la tierra: “Debemos encontrar la paz o encontraremos la destrucción completa”.
Sin embargo, los resultados no llegaban y las naciones más poderosas, lejos de unirse, se inclinaban a una definitiva separación para dar lugar a lo que después sería conocida como la Guerra Fría. Ejemplo de esto se vio en la Conferencia Atómica de Washington, llevada a cabo en diciembre de 1945, donde se acordó llevar a cabo una división de los países miembros de la ONU en dos clases diferenciadas: los que afirmaban ser depositarios exclusivos de la bomba atómica y los demás, a quienes se les suponía ignorantes del secreto. Esto evidenció una peligrosa división, enteramente contraria a las ideas de cooperación que inspiraron la formación de la ONU. No obstante, los más tenaces internacionalistas se dieron cuenta de que era excesivamente utópica y hasta ridícula la idea de que los que poseían el arma atómica y sus múltiples secretos fueran a depositarlos en algún emporio del internacionalismo jurídico como Ginebra o La Haya.Y es que todo lo anteriormente mencionado se enfocaba a controlar y regular la investigación y fabricación en torno al artefacto nuclear. A su vez, pronto se barajó la idea de que el Consejo de Seguridad también controlase la extracción de uranio, por lo que las minas debían quedar bajo la supervisión de una comisión conjunta de representantes de otras naciones, con inspectores residentes en cada país donde existieran depósitos del mineral como, por ejemplo, el Congo Belga.
A pesar de la bondad de la idea, y de las dificultades que enredaban cualquier propuesta de control sobre la energía atómica, los responsables de las relaciones exteriores de los Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Soviética anunciaron en diciembre de 1945 los acuerdos a los cuales llegaron respecto a los gobiernos de Japón y Corea y sobre la vigilancia de Naciones Unidas en relación con la energía atómica. En un largo parte, los ministros propusieron que Naciones Unidas, por medio de sus organismos de seguridad y vigilancia, habrían de procurar que la energía atómica fuese usada únicamente para fines pacíficos.
En resumen, el control de la bomba atómica venía siendo un tema muy difícil de manejar, y más tomando en cuenta de que Naciones Unidas no era sino un organismo internacional de reciente creación y con un nivel de desarrollo y hasta de compromiso institucional aún incipiente. Se trataba, eso sí, de un primer paso hacia la cooperación internacional, por medio de la cual los pueblos del mundo podían concebir nuevas instituciones y acuerdos que la paz y la seguridad requerían de ahí en adelante. En aquel tiempo de posguerra, aunque de antesala de la Guerra Fría, la diplomacia hubiera tenido una agenda de trabajo más fácil, si no fuera por la existencia de un arma tan devastadora como la bomba atómica. Esto hubiera sido así o, por el contrario, de haber encontrado una fórmula conjunta que la hubiera sometido a algún tipo de control internacional que, entre otras múltiples ventajas, la hubiera eliminado como factor determinante en las relaciones diplomáticas entre las grandes potencias”.
(*) Carlos Sola Ayape (Tecnológico de Monterrey, México) y María Fernanda Sotelo Fuentes (Tecnológico de Monterrey, México): “La bomba atómica después de Hiroshima y Nagasaki. El difícil camino hacia el control de la energía nuclear” (2020).
21/05/2025 a las 3:20 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Videos truchos y campañas sucias: con las mentiras de siempre nos alcanzaba
Pablo Vaca
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
21/5/025
Siempre tuvimos candidatos que miran fijo a una cámara y con el rostro de piedra dicen la mentira más grande imaginable. Funcionarios también. Damos por sobreentendido que ningún político dirá siempre la verdad. Es parte, probablemente, del juego democrático.
Tampoco sorprende cuando uno dice mentiras de otro, cuando alguien acusa falsamente a un tercero. Son gajes del oficio, podría decirse. Sin ofender.
Hay ejemplos famosos. Como cuando Carlos Menem confesó que si hubiera dicho la verdad en la campaña del ’89 -la del salariazo y la revolución productiva- nadie lo habría votado. O cuando el kirchnerismo, a través del ibarrista Daniel Bravo, denunció que Enrique Olivera, candidato del ARI a jefe de Gobierno porteño en 2005, tenía dinero sin declarar en el exterior, lo que ayudó a la derrota del dirigente, información que luego se probó falsa.
Pero nunca habíamos tenido lo que sucedió este sábado: un político al que se le hace decir una mentira que lo perjudica directamente.
El video trucho -deep fake, en la jerga- de Mauricio Macri anunciando que bajaba la candidatura de Silvia Lospennato y llamando a votar por Manuel Adorni no debería ser tomado como una anécdota más de la campaña reciente en la Ciudad.
Por un lado, por su impacto directo. Según el relevamiento realizado por una consultora, puede haber sido importante: 14 millones de impresiones -la cantidad de veces que apareció en el feed de usuarios de X – no son pocas.
Aun cuando apenas conocido el video el PRO salió a denunciar la truchada, y pese a que la Justicia actuó rápido ordenando la baja de este de la red, muchísima gente puede haberlo visto sin haberse enterado de la desmentida.
Estaba bien hecho, además. Mirado al descuido y en un teléfono, cualquiera podría haber pensado que ese personaje generado por Inteligencia Artificial era el mismísimo Macri. No es algo especialmente complicado de lograr en lo técnico hoy en día.
El discurso que se le hizo decir al avatar, además, parecía verosímil.
Por otro lado, el episodio es muy grave porque justamente falló lo único que podría servir para que maniobras tan sucias como esta no se repitan: la condena unánime de la política.
Un rechazo contundente sería el mejor remedio para que no se propague esta enfermedad, que si se hiciera epidemia tendría efectos difíciles de predecir hoy. Sólo una negativa común al uso de la mugre le quitaría efectividad a la misma.
Pero pese a que hubo unos cuantos repudios, incluido el del kirchnerismo, no fue el de todos: la jugada no sólo fue impulsada por los más conspicuos trolls libertarios, sino que fue festejada por encumbrados funcionarios, incluido el propio presidente Javier Milei. Como si se tratara de una jodita para Tinelli.
Error. De humorístico aquí no hay nada.
Con las mentiras de siempre nos alcanzaba. Esta vez se cruzó el límite. ¿Veremos en adelante videos de candidatos diciendo exactamente lo último que querrían decir? ¿Y por qué no directamente no hacerlos autoincriminarse en delitos? Más fácil, ¿o no?
Para los votantes queda una tarea: multiplicar la desconfianza, separar la paja del trigo. Informarse sólo con fuentes confiables. Chequear dos veces las noticias, en especial las más espectaculares.
Para los políticos y trolls impulsores de este modus operandi, un consejo último: ojo con escupir al cielo. Si siguen así, al final nadie les va a creer nada. Recuerden a Pedro y el lobo.
21/05/2025 a las 3:35 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
El retiro de Macri
Javier Calvo
Fuente: Perfil
(*) Notiar.com.ar
21/5/025
“Para algunas cosas está grande. Tiene que entender que su momento en la política ya pasó”. Tras la victoria libertaria del domingo en la Ciudad de Buenos Aires, Javier Milei le intentó extender el certificado de retiro a Mauricio Macri.
Tiene lógica. El Presidente no sólo cree que lo avala casi haberlos duplicado en votos en el corazón político macrista, sino también la histórica necesidad de cortar cordones umbilicales con dirigentes que en algún momento los apadrinaron, con votos y estructura. Los ejemplos cunden en el pasado y en el presente.
Lo más curioso es la velocidad y el “tempo” con el que el mileísmo golpea al PRO, un espacio clave para obtener el balotaje hace 18 meses, nutrirse de cuadros ejecutivos y seguir blindando al Gobierno en el Congreso.
Seguramente el oficialismo se envalentona al observar esa suerte de “síndrome de Estocolmo” que vive el PRO con LLA. Le votan todo y a cambio reciben desplantes, maltratos y, de vez en cuando, alguna caricia con formato de foto con la hermanísima Karina y promesas sobre el bidet, como diría el gran Charly.
Dos casos fresquitos al respecto. La vociferada indignación amarilla por la intervención libertaria en el rechazo al proyecto de ley de Ficha Limpia. Y la furia por el falso video donde un Macri en modo inteligencia artificial pedía el voto para Manuel Adorni, que derivó en denuncia judicial y duros cruces (“llorón”, le contestó Milei a Macri).
Aun así, por estas horas cunden los diálogos y las reuniones para que LLA y PRO acuerden ir juntos en los comicios bonaerenses del 7 de septiembre. Nada que sorprenda.
La única duda es si se impone la idea karinista de que los dirigentes amarillos se metan en las listas violetas libertarias provinciales y municipales o la iniciativa macrista de armar un frente electoral clásico.
Mientras la estrategia mileísta se reforzó con el triunfo porteño (amén de la interna bonaerense entre el karinismo territorial y el caputismo digital), la del PRO luce cada vez más frágil.
Son muchos, demasiados, los dirigentes amarillos provinciales tentados a ir en las listas de LLA, no solamente para tratar de vencer al peronismo gobernante. Además de la percepción de que los libertarios se quedaron con gran parte de los votos “del cambio”, hay una necesidad práctica: el PRO debe renovar los cargos legislativos que obtuvo en el triunfo de 2021.
Toda esta negociación se acelera sin Macri, el presidente del partido. Hace meses que se cortó la interacción con Milei, por decisión del actual jefe de Estado, y el interlocutor principal es Cristian Ritondo. En público y en privado.
Podría resultar anecdótico que la noche misma de la derrota electoral porteña Macri se subiera a un avión privado con destino a Madrid. Luego irá a Arabia. Sus viajes y vacaciones han sido una constante, máxime al no ejercer cargos públicos. Aún si estuviera acá quedaría al margen de las tratativas con LLA, al igual que su participación en la campaña de CABA fue más que opaca. Ni hablar de los resultados.
Sin embargo, su ausencia también puede analizarse como una metáfora actual del PRO: sin rumbo ni identidad y con un liderazgo “freelance”.
Dirigentes de su fuerza dejan trascender lo mal que cayó su partida inmediata. Y alimenta en algunos la incómoda sensación del “sálvese quien pueda”. A eso parecen abocarse.
21/05/2025 a las 4:01 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
El “no voto”
Sergio Crivelli
Fuente: La Prensa
(*) Notiar.com.ar
21/5/025
La tendencia vieja es la de la economía como principal determinante del voto. Después de la crisis monetaria armada por el gobierno kirchnerista, la mayor preocupación social es la de la inflación que la dupla Milei-Caputo, hasta acá, ha combatido exitosamente.
En este punto hay un paralelo entre la gestión de Milei y la de Carlos Menem. A Menem el electorado le toleraba los inéditos niveles de corrupción a cambio de la estabilidad monetaria. A Milei lo que se le reprocha es el desapego a las “formas” republicanas, la irrespetuosidad y el “discurso de odio”. Con eso pretenden quitarle legitimidad democrática, pero el problema no reside en qué se le critica, sino quién lo hace y en ese punto se entra en el terreno de la viabilidad de la oposición.
La mayoría de los opositores usa un discurso ineficaz basado en la llamada “corrección” política y arma marchas universitarias que tienen cada vez menor público. La candidata radical, que cerró la campaña en dependencias de la UBA sacó menos del 3%. También agitan la reivindicación de causas bizarras como los grupos Lgbtiq de nula relevancia electoral.
Ante esta falta de alternativa, el domingo se puso de manifiesto una nueva tendencia: el ausentismo. Quienes no querían votar a Milei pero tampoco convalidar a los políticos de siempre, faltaron a la cita. Su rechazo al sistema político es mayor que su rechazo al libertario o, por lo menos, equivalente. No es un voto opositor, ni un voto bronca. Es un “no voto”, una nueva variante de repudio a las burocracias partidarias.
Por su parte, el candidato peronista armó su discurso hablando de “crueldad” y reclamando aros de basket en las plazas. Así era complicado ganar. Pero tampoco hay que cargar las tintas sobre su pobreza discursiva, porque el problema del peronismo no es Santoro, sino la falta de propuesta alternativa y de líder que la encarne. Después de la derrota en las presidenciales no renovó su conducción y Cristina Kirchner sigue obturando cualquier posibilidad de revitalizar al peronismo.
En este punto surge una segunda nueva tendencia: mientras la “derecha” consagró el domingo un conductor, el peronismo irá a las elecciones de octubre sin un liderazgo nacional. Se balcanizó. Eso explica que pueda ganar donde los caudillos locales todavía son fuertes, Salta, por ejemplo, y pierda donde es oposición: Jujuy, CABA, San Luis, Santa Fe, Chaco, etcétera. Ya ni siquiera es una liga de gobernadores como en otras etapas en las que un dirigente no peronista ocupaba la Casa Rosada.
Por último, en la provincia de Buenos Aires se da la paradoja de que el peronismo gobierna, pero podría perder en octubre si va dividido. Allí, después de lo que les pasó a los Macri, lo más probable es que libertarios y amarillos vayan en una sola boleta. ¿Podrá hacer lo mismo el PJ? Para eso Kicillof deberá jubilar a Cristina Kirchner como Milei lo hizo con Mauricio Macri.
21/05/2025 a las 4:11 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Luz verde a los narcos: Las peligrosas consecuencias de la amnistía que impulsa Milei
Raúl Kollmann
Página/12
21 de mayo de 2025
“Vamos a hacer la fría”. La frase aparecía reiteradamente en los diálogos telefónicos que mantenía el narco colombiano Ignacio Alvarez Meyendorff, uno de los jefes del Cartel del Norte del Valle. Hacer la fría significaba meter dinero en la Argentina, país con clima frío comparado con las tierras calientes colombianas. Meyendorff fue extraditado a Estados Unidos en 2013, un año antes que la Argentina lograra salir de la lista gris del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), que significaba estar entre los países buscados por los criminales -narcos, trata, armas, evasión impositiva- para invertir dinero sucio. Para Occidente la cuestión es clave porque el capitalismo no tolera la competencia entre dinero legal y dinero ilegal, básicamente porque éste último tiene costo cero: viene del delito. Entonces empiezan a comprar propiedades, empresas, poder económico y, con eso, poder político y judicial. La propuesta de blanqueo de Javier Milei abre las puertas a que la Argentina vuelva a ser un paraíso fiscal y delictivo. El presidente dijo: “el narcotráfico es un problema de Seguridad, no se lo combate con la Economía”. Un juez de Comodoro Py le señaló a Página/12 que Milei puede ser imputado por instigación al delito de lavado de dinero. «Las normas de que hay que reportar el origen del dinero y que escribanos, contadores, bancos tienen que reportar las operaciones sospechosas, están establecidas por ley. Y el delito está tipificado. O sea, eludir esa obligación pone a quien lo hace en situación de partícipe necesario del delito. Y eso no se evita con una norma de ningún organismo, el Banco Central, ARCA, o el que fuera».
El extitular de la Unidad de Acción Financiera (UIF), Jose Sbatella, que ejerció el cargo durante el gobierno de Cristina Kirchner, recuerda la enorme batalla que significó salir de la lista gris. A los gobiernos no alineados con Washington, como el de CFK, les exigían de todo para sacarlos de la lista de sospechosos. Pero, además, pesaban hechos objetivos. Casos de narcos que metían dinero sucio en la economía.
EL ROS DEL ABOGADO NARCO
Carlos Alberto Salvatore llegó a ser considerado el principal narco del país en 2012. Era abogado y les cobraba sus servicios a los traficantes de droga y, por supuesto, traficaba cocaína. Por ese camino llegó a ser el jefe y cerebro de la exportación de 1200 kilos de esa droga a España. La operación con la que terminó preso se llamó Carbón Blanco. Pero la trama quedó en evidencia cuando se descubrió que el dinero estaba invertido en varios campos de la Provincia de Buenos Aires, varios de más de 150 hectáreas, autos Porsche y Mercedes Benz, propiedades en Capital Federal y Mar del Plata y depósitos en cuentas bancarias de distintos bancos, sociedades en Argentina y Uruguay. El puntapié inicial lo dio un escribano cuando emitió un Reporte Operación Sospechosa (ROS): la compra de una casa por 350.000 dólares en Lomas de Zamora. Milei habla ahora, justamente, de terminar con los ROS.
COMPETENCIA DESLEAL
“Para el capitalismo, el ingreso de dinero ilícito al mercado es competencia desleal -analiza Sbatella-. Son fondos que no tienen costo, como los que se roban en un banco. Por ejemplo, Pablo Escobar en Colombia fue diputado nacional suplente entrando por el Partido Liberal. Entró a fuerza de repartir dinero y hacer obras en los barrios carenciados de Medellín. O sea, el principal narco había iniciado el camino hacia lo que se proponía: ser presidente. Por eso, el propio capitalismo no tolera el blanqueo de fondos que vienen del delito: trastorna todo y termina acumulando poder político y judicial. Nosotros, desde 2011 hasta 2014 estuvimos luchando para salir de la lista gris del GAFI, que significa ser casi un paraíso fiscal. Lo logramos en octubre de 2014. El año pasado, hubo gestiones y gestiones para que no vuelvan a poner a la Argentina en esa lista: había dudas, sobre todo por la lentitud de la justicia. Estas medidas de Milei nos ponen otra vez en camino de la lista gris”. En la Casa Rosada, en cambio, confían en que Donald Trump vuelva a salir al rescate, como lo hizo con la nueva provisión de fondos del FMI.
LA COMBINACIÓN DE BLANQUEO E HIDROVÚA
Carlos Cruz, quien también fue titular la UIF durante el gobierno de Alberto Fernández, diagnostica que “tenemos un acentuado descontrol en áreas, como el Corredor Litoral (Hidrovía), donde la crónica periodística registra el continuo tránsito de contrabando de drogas, aceites y alimentos, lo que, como en este último caso, repercute negativamente sobre el nivel de precios, el empleo y abastecimiento de la población. O sea, que el alegado ingreso de dólares sin control, habrá de incrementar los perjuicios no solo para el sistema económico financiero sino también para la economía, del día a día, de los argentinos/as”. En otras palabras, los fondos de los negocios ilegales competirán con los negocios legales, alterando todo.
Cruz insiste en que “habilitar el ingreso de moneda extranjera al circuito legal, sin ningún análisis del origen, abre las compuertas, no sólo al narcotráfico, el dinero de la venta ilegal de armas, el tráfico de personas, el contrabando de cereales y minerales raros, los movimientos de fondos del terrorismo. Hoy por hoy, los bancos, compañías de seguros, escribanos o proveedores de servicios virtuales están obligados a reportar a la UIF las operaciones sospechosas que lleguen a su conocimiento. Son elementos claves en la lucha contra el delito.
LO QUE DICEN EN COMODORO PY
Este diario dialogó con varios jueces de Comodoro Py que, justamente, son los que llevan adelante las causas por lavado de dinero. «Si una persona llega con una bolsa de dólares a una inmobiliaria, a una agencia de autos, a una escribanía, a un banco, los profesionales están obligados a emitir el ROS. Eso está establecido por ley. Y no hacerlo, está tipificado como delito. De manera que el Presidente bordea la instigación al lavado de dinero. O sea, es una infracción a la ley penal. Por otra parte, el país está sujeto a obligaciones internacionales, lo que también pone las cosas como un incumplimiento del orden internacional. Ninguna de las normativas de las que habla el presidente pueden establecerse de otra forma que no sea una ley, porque es la única forma de derogar las normas anteriores establecidas por ley».
LA INVESTIGACIÓN CRIMINAL ES DECISIVA
Para el exministro de Seguridad de Santa Fe, Marcelo Saín, la clave es la investigación criminal. Luego, toda la cuestión de la compra de propiedades, inversiones y movimientos inmobiliarios -como el boom existente en Rosario- «sirven de prueba, de confirmación de la trama delictiva. No nos olvidemos que la mitad de la economía se maneja en negro, lo que incluye el comercio de cereales, por ejemplo. El camino que yo sostengo es que lo primero es tener identificada la organización narco o la organización delictiva de la que se trate. Si el dinero de esa organización se blanquea, sin que le pregunten de dónde sacaron los dólares, servirá como evidencia, como pruebas para una eventual condena».
Un ejemplo fue el caso del exsenador Edgardo Kueider. Fue detenido en la Aduana de Paraguay con los 250.000 dólares inexplicados que llevaba encima. Intentó blanquearlos comprando departamentos, lo mismo que hizo en Paraná, Entre Ríos. Las evidencias hoy de esos blanqueos, las compras e intentos de compras de departamentos, serán decisivas para los cargos en su contra.
RODEADOS DE PELIGROS
Durante los últimos años fueron creciendo dos organizaciones brasileñas que dominan el narcotráfico en la región: el Primer Comando da Capital (PCC) y el Comando Vermelho (CV). El barco llamado Ceci cargaba 470 kilos de cocaína, aparentemente propiedad del PCC. En Nordelta se descubrieron varias propiedades de esa organización en el barrio La Isla, blanqueadas por una pareja de brasileños del CV.
Pese a las interminables denuncias respecto de la Triple Frontera, nunca se encontraron ni explosivos ni armas vinculadas con el terrorismo islámico. Sin embargo, sí se verificaron movimientos financieros entre Ciudad del Este y El Líbano. La apertura a no preguntar el origen de los fondos es muy posible que derive en un cruce de las fronteras hacia financieras domiciliadas del lado argentino.
Desesperado por la falta de dólares, Milei parece decidido a facilitar el ingreso de fondos oscuros. Como señalan los magistrados: será ilegal. Pero, además, facilitarles el camino, abrirá las puertas a que vengan otros. Y luego otros. Y otros.