Por Carlos Tórtora.-

El 26 del mes pasado, en el programa Algún día lo sabrán, que conducen Ernesto Tenembaum y María O’Donnell, el Jefe de Gabinete Guillermo Francos reconoció explícitamente que Sergio Massa ayudó a Javier Milei en la campaña electoral del 2023. El apoyo se tradujo en haberle facilitado al libertario acceso a los medios, gente para completar el armado de listas y -se sospecha también- ayuda económica. El objetivo de Massa era muy obvio: Milei podía captar una parte importante de los votos de Juntos por el Cambio y de ese modo facilitarle el triunfo al kirchnerismo. El plan se cumplió pero en exceso.

Milei efectivamente llevó a Juntos por el Cambio a la derrota pero a la vez se volvió imparable. Captó también una parte del voto peronista y se volvió como un Frankenstein contra su creador, lo que terminó en la victoria de La Libertad Avanza sobre Unión por la Patria.

Este episodio reciente, que marcó el rumbo de la política nacional, viene a colación porque ahora Milei intenta una maniobra parecida con el objetivo de derrotar al peronismo en las elecciones del año que viene. El presidente está polarizando el escenario político entre él y Cristina Kirchner, tratando de que ella lidere al peronismo y sea la primera candidata a diputada nacional por Buenos Aires el año que viene. El líder libertario no actúa así por un capricho. Con las encuestas a la vista, Milei estaría convencido de que la expresidenta tiene un techo electoral muy bajo y que su desprestigio por las causas sobre corrupción que enfrenta la llevarán a ser perdedora en una contienda electoral. Con el peronismo embarrado por la figura de Cristina, el gobierno cree entonces que La Libertad Avanza podrá alzarse con la victoria, sobre todo en la estratégica Buenos Aires.

Los cálculos pueden fallar

Pese a que el razonamiento de Milei tiene bastante lógica, hay cada vez más indicios de que el experimento puede escapársele de control como le pasó a Massa cuando le dio oxígeno a La Libertad Avanza.

Para empezar, los indicadores de la pauperización de la clase media en Buenos Aires son bastante fuertes. Esta caída puede arrimarle votos a Cristina para que le ponga un freno al ajuste libertario.

La mayor parte de los analistas económicos coinciden en que las señales de reactivación serán en los próximos meses muy leves y que el panorama no cambiará sustancialmente al menos en el primer semestre del 2025. En otras palabras, que el malhumor social será muy importante durante la campaña electoral.

Por otra parte, el caudal electoral de la UCR está desintegrándose y ya hay encuestas que le dan un 2%, que es lo que tenía en el 2003. La mayor parte de los votantes que se van del radicalismo pueden aterrizar en el peronismo.

No sería de extrañar entonces que buena parte del electorado bonaerense opte por el voto castigo y elija a Cristina como el instrumento de su revancha. Así como Massa supuso en su momento que Milei no podía ganar y no era por lo tanto peligroso, éste podría estar cometiendo un error parecido confiando en que Cristina es una rival ideal porque no puede ganar.

En todo caso, el presidente está jugando con fuego y puede quemarse. Con una política económica que sólo beneficia a una pequeña parte de la población, la alquimia electoral del gobierno bien puede convertirse en un bumerang.

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