Milei y su ensañamiento con Alfonsín (2)
Por Hernán Andrés Kruse.-
DISCURSO CON MOTIVO DEL DESCUBRIMIENTO DEL BUSTO QUE RECUERDA SU PASO POR LA CASA ROSADA
«De todos los honores y privilegios que la vida me ha dado, y en verdad han sido muchos, por cierto jamás hubiera imaginado acceder a éste que se me concede, el de presenciar la inauguración de un monumento de mi persona. No lo hubiera imaginado, no lo hubiera permitido. Del mismo modo, tal cual rechacé invitaciones anteriores, en la actual circunstancia, desde luego que no interpreto que se realiza un homenaje a mi persona, sino a la democracia que logramos los argentinos. Siempre creí y así lo dije en tantas oportunidades que es la misión de los dirigentes y de los líderes plantear ideas y proyectos evitando la autoreferencialidad y el personalismo; orientar y abrir caminos, generar consensos, convocar al emprendimiento colectivo, sumar inteligencias y voluntades, asumir con responsabilidad la carga de las decisiones. «Sigan a ideas, no sigan a hombres», fue y es siempre mi mensaje a los jóvenes. Los hombres pasan, las ideas quedan y se transforman en antorchas que mantienen viva a la política democrática.
En esta galería de presidentes, conviven aquellos que expresaron e interpretaron esa voluntad del pueblo de forjar un destino propio, con aquellos que fueron impuestos o se impusieron por la fuerza, como consecuencia de la frustración de aquellos anhelos. Si los contamos, todavía encontraremos seguramente más presidentes de facto que presidentes elegidos por el pueblo. Esto es lo que notablemente ha cambiado a partir de 1983; no hubo ni habrá aquí más presidentes de facto. Son las certidumbres que debemos evocar y a las que debemos rendir homenaje en estos 25 años que estamos cumpliendo de joven pero incompleta democracia. La democracia que tenemos es nuestra casa común; el hábitat y las normas que nos deben permitir desarrollar nuestras vidas más plenamente como individuos y familias, como sociedad y como pueblo que aspira a ser una nación. Veinticinco años después, nos toca mejorarla, fortalecer sus capacidades transformadoras y dar contenido real a la igualdad de oportunidades asegurando y expandiendo nuestras libertades.
Democracia es vigencia de la libertad y los derechos pero también existencia de igualdad de oportunidades y distribución equitativa de la riqueza, los beneficios y las cargas sociales: tenemos libertad pero nos falta la igualdad. Tenemos una democracia real, tangible, pero coja e incompleta y, por lo tanto, insatisfactoria: es una democracia que no ha cumplido aún con algunos de sus principios fundamentales, que no ha construido aún un piso sólido que albergue e incluya a los desamparados y excluidos. Y no ha podido, tampoco aún, a través del tiempo y de distintos gobiernos construir puentes firmes que atraviesen la dramática fractura social provocada por la aplicación e imposición de modelos socioeconómicos insolidarios y políticas regresivas.
El 10 de diciembre de 1983, en mi primer mensaje ante el Congreso de la Nación como Presidente convoqué a todos los argentinos a una tarea común para constituir la unión nacional. Para lograrlo era imprescindible luchar por un Estado independiente, que no podía subordinarse a poderes extranjeros, ni a grupos financieros internacionales, ni a los privilegios locales. La propiedad privada cumplía un papel importante en el desarrollo de los pueblos, pero el Estado no podía ser propiedad privada de los sectores económicamente poderosos. Era necesario buscar un consenso fundamental: la democracia aspira a la coexistencia de las diversas clases y sectores sociales, de las diversas ideologías y de diferentes concepciones de vida. Es pluralista, lo que presupone la aceptación de un sistema que deja cierto espacio a cada uno de los factores y hace posible así la renovación de los gobiernos, la renovación de los partidos y la transformación progresiva de la sociedad.
La democracia es previsible, y esa previsibilidad indica la existencia de un orden mucho más profundo que aquel asentado sobre el miedo o el silencio de los ciudadanos. La previsibilidad de la democracia implica elaboración y diálogo que no excluirá, sin duda, tempestuosos debates y agrios enfrentamientos de coyuntura que nutrirán al estilo republicano triunfante ya en el país. La democracia no se establece sólo a través del sufragio ni vive solamente en los partidos políticos. Nuestro gobierno no se cansará de ofrecer gestos de reconciliación, indispensables desde el punto de vista ético e ineludibles cuando se trata de mirar hacia delante».
Sin la conciencia de la unión nacional, sostuvimos, será imposible la consolidación de la democracia; sin solidaridad, la democracia perderá sus verdaderos contenidos. Esta llama debe prender en el corazón de cada ciudadano, que debe sentirse llamado antes a los actos de amor que al ejercicio de los resentimientos. Sabíamos que la tarea exigiría tiempo, esfuerzos, sacrificios, claridad de ideas y una gran energía encauzada por un preciso sentido de la prudencia y el equilibrio, pero teníamos una ventaja: la experiencia nos había enseñado que, cada vez que perdimos la democracia, la inmensa mayoría de los argentinos terminó perjudicándose. También habíamos aprendido que los que estimulan la impaciencia para proponer la intolerancia y la violencia como remedios terminan favoreciendo los intereses del privilegio. Aprendimos que cuando el pueblo no decide sobre el gobierno, la nación y el pueblo quedan desguarnecidos frente a los intereses de adentro y de afuera. Habíamos aprendido que existían fuerzas poderosas que no querían la democracia en la Argentina. Sabíamos que la reivindicación del gobierno del pueblo, de los derechos del pueblo para elegir y controlar el gobierno de acuerdo con los principios de la Constitución, planteaba una lucha por el poder en la que no podíamos ni debíamos bajar los brazos, una lucha que teníamos que librar y en la que teníamos que triunfar.
En este planteo puede destacarse también el lugar central que tiene la cuestión de la transformación de nuestra cultura política; aquello que suele llamarse la «dimensión subjetiva» de la democracia. Y sabemos que el esfuerzo por crear bases estables y predisposiciones arraigadas para la convivencia democrática pasa necesariamente por superar las deformaciones asentadas en la mentalidad colectiva de nuestro país como herencia de un pasado signado por la frustración y el autoritarismo. En efecto: la intolerancia, la violencia, el maniqueísmo, la compartimentación de la sociedad, la concepción del orden como imposición y del conflicto como perturbación antinatural del orden, la indisponibilidad para el diálogo, la negociación, el acuerdo o el compromiso, han sido maneras de ser y de pensar que echaron raíces a lo largo de generaciones en nuestra historia. Y que por cierto, constituyen todavía hoy una de las principales rémoras y déficit con las que carga nuestra democracia. Está convicción viene acompañada de una invitación y un deseo esperanzado. Propongo que todos lo intentemos, con la cabeza y el corazón en el presente y la mirada hacia el futuro. Porque los argentinos hemos vivido demasiado tiempo discutiendo para atrás. En política esto tuvo una expresión trágica durante décadas: la única forma que tenía la oposición para llegar al gobierno, era que le fuera mal al de turno, sin advertir que al dificultar la gestión a quien se derrotaba era a la Nación.
Hoy todavía hay rastros de ese canibalismo político que ha teñido la práctica política. La política implica diferencias, existencia de adversarios políticos, esto es totalmente cierto. Pero la política no es solamente conflicto, también es construcción. Y la democracia necesita más especialistas en el arte de la asociación política. Los partidos políticos son excelentes mediadores entre la sociedad, los intereses sectoriales y el Estado y desde esa perspectiva hemos señalado que lo que más nos preocupa es el debilitamiento de los partidos políticos y la dificultad para construir un sistema de partidos moderno que permita sostener consensos básicos. No será posible resistir la cantidad de presiones que estamos sufriendo y sufriremos, si no hay una generalizada voluntad nacional al servicio de lo que debieran ser las más importantes políticas de Estado expresada en la existencia de partidos políticos claros y distintos, renovados y fuertes, representativos de las corrientes de opinión que se expresan en nuestra sociedad.
Y a propósito de bustos, estatuas e íconos, y del sentido que le damos a estas evocaciones del pasado, siempre recuerdo la historia de «La Estatua de Sal», aquel pasaje de la Biblia en la que un ángel le advierte a Lot: «¡Sálvate! ¡No mires hacia atrás ni te detengas! ¡En ello te va la vida!». Su mujer quiere ver el exterminio de Sodoma. Mira hacia atrás y queda convertida en una estatua de sal.
Sin embargo, hay también otro riesgo. Están aquellos que no miran hacia atrás pero tampoco lo hacen hacia ningún lado. Los que ni siquiera tienen pensamiento propio. Erich Fromm, en su libro «¿Podrá sobrevivir el hombre?», lo define como el pensar inauténtico, de autómata, de aquel que cree que algo es verdad no porque haya llegado a esa convicción por el propio pensar, basado en observaciones o experiencias, sino porque se lo han sido «sugerido», porque le ha sido propuesto «…por fuentes que llevan consigo el peso de las autoridad, en una u otra forma.», modas y olas pasajeras, distintas formas de «pensamiento único».
Otro gran pensador que hemos seguido, Norberto Bobbio, escribió en su libro De Senectute: «somos también lo que elegimos recordar». Toda mi actividad política buscó fortalecer la autonomía de las instituciones democráticas y fortalecer le gobierno de la ley, para que la ley y el Estado de Derecho estuvieran separados de cualquier personalismo. Nuestro país tuvo un talón de Aquiles: no podíamos garantizar la alternancia democrática del gobierno. El objetivo de toda mi vida ha sido que los hombres y mujeres que habitamos este suelo podamos vivir, amar, trabajar y morir en democracia. Para ello era y es necesario que además de instituciones democráticas haya sujetos democráticos, porque sólo así pueden sobrevivir a sus gobernantes. Y lo bueno de las instituciones democráticas es que no necesitan efigies que las presidan, ni estatuas que les den su investidura. Pero si en algún rincón de sus edificios públicos es posible evocar a aquellos hombres y mujeres que las han presidido o que contribuyeron a defenderlas y ponerlas en movimiento al servicio de la sociedad, bienvenido sea».
(*) El Litoral
BLA BLA BLA BLA BLA BLA BLA BLA, Y SIGUE AL INFINITO…
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
El peronismo y la oportunidad histórica
Edgardo Mocca
El Destape
3/10/024
El Papa Francisco explicó muchas veces su visión sobre el “ecumenismo”, sobre el diálogo “interreligioso”. Dijo siempre que su aporte al diálogo tiene que partir de su condición de católico. Solamente desde allí su voz adquiere un significado dentro del conjunto. La unidad -dice- se enriquece en la diferencia, en el diálogo, en la mutua escucha y en la síntesis. ¿Tiene valor este “consejo metodológico” papal a la hora de pensar la unidad política necesaria en nuestro país para recuperar una brújula popular en medio de una ofensiva inédita de la derecha local e internacional? Planteado el tema fuera de la coyuntura real parece un ejercicio retórico con muy poca probabilidad de tomar cuerpo político. Pero los hechos de los últimos días relacionados con la reorganización nacional del peronismo le dan un andamiaje concreto a la cuestión. Si se logra sacar la discusión sobre una nueva conducción nacional peronista de su faceta inmediata y coyuntural -envuelta como está de ribetes de espectacularidad y de cálculos sectoriales- podríamos estar ante un acontecimiento político de una potencialidad muy importante.
El peronismo ha resuelto institucionalizar su conducción nacional y el nombre que ha emergido para la conducción de ese proceso es ni más ni menos que el de Cristina Kirchner. Un nombre que no suele estar asociado con los cargos formales y la autoridad orgánica en el interior del partido justicialista. Por supuesto que no se puede pensar la cuestión con abstracción del conjunto de cuestiones (políticas, emocionales y judiciales) que envuelven claramente la situación. Sin embargo, no habría que diluir lo que probablemente sea su significado fundamental: el peso político que puede tener la conducción del PJ por la ex presidenta. Podría pensarse en la decisión como un movimiento importante -y acaso decisivo- para un período trascendente de la vida del país.
La emergencia del ultraliberalismo al frente del gobierno nacional es un hecho nuevo que debe ser observado, pensado y tratado como tal. No es lo clásico en la política argentina que la ruta política del neoliberalismo gire en torno de su variante más extrema en términos programáticos y más reñida con la práctica político- institucional de los últimos cuarenta años a partir de la salida de la última dictadura. El fundamentalismo neoliberal pronorteamericano y violento se presenta a sí mismo sin maniobra alguna de auto ocultamiento: su “promesa” explícita es la destrucción del estado nacional (con excepción de su faceta represiva y violenta) y la libertad más absoluta para el gran capital. Sin restricciones laborales ni humanitarias de ninguna naturaleza, plenamente integrado al sector del mundo plenamente incluido en la hegemonía norteamericana y de la OTAN, hostil a cualquier impulso independientista y de defensa de las soberanías nacionales. Ni las dictaduras militares y cívico-militares que en el país han sido se han planteado de modo tan claro y enérgico esos objetivos. Es decir, que no estamos ante una reedición de experiencias políticas ya vividas sino de un objetivo refundacional de la Argentina y de un proceso que tiene la ambición -declarada muchas veces y en distintos foros- de formar parte de una experiencia absolutamente distinta, para la cual, según creen sus protagonistas, se han dado las condiciones necesarias.
Las características grotescas del ocasional líder no deberían ocultar la seriedad, la gravedad y la peligrosidad del movimiento que encabeza. Hay una parte de la política argentina -señaladamente el oficial-radicalismo- que cree estar viviendo una repetición un poco caricatural del macrismo. Pero no estaría mal tener en cuenta que podría tratarse de algo distinto: no una “alternancia” partidaria sino una refundación violenta con pretensiones de irreversibilidad.
Una vez más -para decirlo con las palabras de un importante ensayista-historiador liberal, Tulio Halperin Donghi-el sueño del “fin de la Argentina peronista” que creyó ver su concreción en la experiencia menemista (no casualmente vemos hoy una reivindicación oficial entusiasta y persistente de ese período, por parte del presidente y su séquito). Sería suicida “normalizar” la situación asimilándola a otras experiencias: el grupo gobernante tiene en su interior un núcleo extremista e irresponsable. Y cuenta con un respaldo importante en sectores empresarios privilegiados (locales y globales) que hace rato sueñan con esa ruta política. Es probable que tomar nota de esto que cada vez es más evidente sea una necesidad urgente para la política argentina. Porque la idea de sobrevivir y hasta de sacar ventajas de esta deriva puede contribuir a un derrumbe de extrema gravedad.
Las razones de la decisión de intensificar su protagonismo por parte de Cristina son, seguramente, múltiples y variadas. Pero las razones individuales toman la forma de estrategias y tácticas políticas cuando maduran las condiciones para la acción. Y es posible que tomar en cuenta el contexto en el que se toman las decisiones faciliten la eficacia en su concreción. Cristina nunca fue devota de las rutinas institucionales del justicialismo. Puede llamar la atención que en este caso lo sea de modo tan enérgico y audaz. Pero la cuestión no es de interpretaciones personales: lo que aparece claro es que Cristina está dispuesta a terciar en una instancia histórica que considera crítica.
¿Para qué sirve la presidencia del PJ? Hoy circula con mucha naturalidad la idea de que no tiene ninguna importancia. El argumento a favor del dictamen es que hace mucho que no sirve para nada importante. Pero está claro que las instituciones no son formas estancadas, permanentemente iguales a sí mismas. Que las instituciones son herramientas. Son armas. Y que, finalmente, son -junto con la movilización popular- el corazón de la democracia. ¿Corresponde lamentarse de que el contexto de esta decisión sea una interna entre partidarios de Cristina y el gobernador de la más importante provincia argentina, Axel Kiciloff? Los contextos son una fatalidad. No hay modo de actuar en política que pueda “despejarlos” como si se tratara de una operación matemática. Y en este caso el problema forma parte de la oportunidad. Está a prueba la madurez y la visión estratégica de unos y otros.
El país necesita una muy amplia unidad política -abierta, heterogénea, amenazada por múltiples presiones-. El peronismo hoy es clara e indiscutiblemente la principal fuerza de oposición. A su alrededor existen muchas expresiones que no avalan la política oficial, pero desconfían del peronismo. Se necesitan gestos de inteligencia y de sensibilidad. Se necesita unidad en la diversidad. Los peligros que enfrenta la patria lo justifican.
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
El cansador, extenuante, perpetuo combate entre Javier y sus fantasmas
Ernesto Tenembaum
Infobae
03 de Noviembre, 2024
El jueves por la noche, cuando el cuerpo de la doctora Mondino aún estaba tibio, y todo el periodismo político se esforzaba en explicar por qué la habían ajusticiado, un hombre que frecuenta la intimidad del “triángulo de hierro”, aclaró lo sucedido con sinceridad, precisión y autoridad. Daniel Parisini, alias el Gordo Dan, el más famoso de los tuiteros libertarios, explicó en su tira de streaming:
“En el Estado tenés sobrevivientes del radicalismo, del macrismo, del kirchnerismo que literalmente son comunistas, que siguen laburando en el Estado. Y como el Estado es tan gigante, es gente que todavía no se ha logrado barrer para poner a los propios. Acá, repito, ¡hay que poner a los propios! Los propios a veces es un amigo, un conocido, que vos sabés que está con la ideología adecuada. Alguien que te da la confianza suficiente para llevar a cabo una tarea que implica no traicionar la ideología del Presidente, que es muy importante. ¿Gobernás? Ponés a los tuyos. Porque de pronto metés en el Estado a alguien que tiene medalla de oro como Kicillof y te cumple con todos los requisitos y tenés un comunista hijo de puta que te hace microgolpismo y te tira para atrás. Tiene que haber idoneidad pero primero tenés que poner a los propios. ¡Todos los propios! Tienen que conocer la línea histórica del pensamiento del presidente Milei, sobre todo en el Ministerio de Relaciones Exteriores”.
El párrafo podría interpretarse como la opinión personal de alguien que, a fin de cuentas, no ocupa ningún cargo. Lo que ocurre es que unas horas antes, cuando el cuerpo de la doctora Mondino acababa de recibir el golpe mortal, la Oficina del Presidente emitió un comunicado donde anunciaba que realizaría una auditoría del personal de carrera de Cancillería con el objetivo de “identificar a impulsores de agendas enemigas de la Libertad”. O sea que en cualquier momento podría caer en cualquier despacho de Cancillería una patrulla con el objetivo de examinar la pureza ideológica de su ocupante. Para que no queden dudas, el 18 de octubre, el presidente Milei había enviado una carta a todo el personal de Cancillería donde advertía: “Quienes no se encuentren en condiciones de asumir los desafíos que depara el rumbo adoptado en defensa de las ideas de la libertad deberán dar un paso al costado”.
En ese contexto, fue ejecutada la Canciller. Por no ser suficientemente anticomunista, o por impureza ideológica o por no combatir con saña contra los comunistas. Y así serán ejecutados otros, porque su agenda no coincide con las ideas de la libertad, sea lo que fuera esa cosa, o porque son microgolpistas, o comunistas o algo de eso.
La eyección de Mondino fue, realmente, un episodio raro. Si alguien quisiera pureza ideológica en la Cancillería, gente que no tenga nada que ver con el comunismo, Diana Mondino sería un personaje ideal: nadie sospecharía que ella es comunista ni que está dispuesta a transar con el comunismo. Más bien se trata de una apasionada militante anticomunista. Si unos días antes, cuando apareció un comunicado oficial donde se llamaba Falklands a las islas Malvinas, Mondino prometió un castigo ejemplar para el “infiltrado comunista” culpable de ese desmán.
¿Entonces?
Tal vez ocurre que no está claro qué es el comunismo y qué no es comunismo, o que la definición de comunismo sea algo más abarcativa de lo que cualquiera podría imaginar, o más etérea, fugaz, imprecisa.
Mondino quedó afuera luego de que la representación argentina votara contra el bloqueo a Cuba en la Asamblea de las Naciones Unidas. A primera vista, parece un gesto comunista. Pero a poco de hurgar se descubre que hay otra lógica. El voto argentino, en realidad, fue consecuente con una historia. Se trata de una política de Estado que se inició en la administración anticomunista de Carlos Menem y se continuó hasta hoy: la cancillería de Macri, el aliado anticomunista de Milei, votó lo mismo. Hay una razón que explica semejante coherencia. Cuba ocupa la vicepresidencia del Comité de descolonización y ha sido un aliado clave en las votaciones que respaldan el reclamo argentino sobre las Islas Malvinas.
No se llama comunismo sino pragmatismo.
Algunos libertarios se indignaron: “La Argentina no puede votar lo mismo que Irán y Venezuela”. Tal vez, como tantas otras veces, les faltaban algunos datos. Es cierto que Irán y Venezuela votaron como Argentina. Pero también Canadá, Suecia, Francia, España, Costa Rica, China y hasta la Italia de Giorgia Meloni y El Salvador de Bukele, los amigos de Milei. Si el voto de Mondino la define como débil o cómplice del comunismo, Milei debería revisar la relación con todos esos países.
Pero, igual, puede ser que Mondino sea comunista sin saberlo, o se haya dejado atrapar por las redes comunistas por débil, tonta o poco obediente. Quién sabe. Es que, otra vez, ser comunista no es algo muy definido. Hace poco más de un año el Papa era comunista, el enviado del maligno a la tierra. Ahora no: es el argentino más importante del mundo. Hace algunos meses, China Popular era una dictadura comunista asesina con la que no debería haber ninguna relación política ni comercial. Luego fue un socio comercial necesario con el que se rompería cualquier lazo político. Y ahora es una potencia amigable que da una mano sin pedir nada a cambio.
Ser comunista es exactamente lo que el presidente Milei define como ser comunista en cada momento. O sea, alguien puede serlo y de repente dejar de serlo. O al revés. Así que la lucha contra el comunismo requiere una hermenéutica muy compleja y un tiempismo muy preciso.
Eso le debe haber pasado a Mondino. Ella preguntó si el Gobierno autorizaba el voto de siempre. Le dijeron que sí porque, en ese momento, el Presidente no consideraba que era un voto comunista sino algo intrascendente, o necesario, o rutinario. Ella ejecutó. Pero, en el medio, el Presidente cambió de idea, como con el Papa o con China. Y ella no percibió el cambio.
Claro, si comunista es todo aquel que el Presidente cree que es comunista en el momento exacto en el que cree que es comunista, entonces el tema se pone agotador. Dios proteja a los integrantes de la patrulla encargada de revisar los legajos. ¿Cómo analizar, despacho por despacho, si cada diplomático es comunista cuando no se sabe cuál es la definición de comunismo que tiene el Presidente en el momento exacto que se toman las decisiones?
Además, el caso Mondino sugiere que la lucha contra el comunismo no se detendrá en “barrer” a todos los “microgolpistas” o “comunistas hijos de puta” que no estén dispuestos a dar la vida en defensa de la agenda de la “libertad”, sino también en la de todos aquellos que hayan sido tibios en el ejercicio de esa depuración, como la propia Mondino. ¿Hasta dónde deberá llegar la tarea para que el Presidente y su amigo tuitero estén conformes? No es fácil en democracia hacer semejante purga. Y tampoco es sencillo implantar una dictadura. Lo que es seguro es que será una tarea gigantesca, agotadora, agobiante, en la que habrá que dedicar muchísima energía.
“Se hace lo que dice el Presidente o estamos invitados a retirarnos del Gobierno”, advirtió el vocero Manuel Adorni. Hace unos meses, cuando le preguntaron por la cantidad de perros que había en Olivos, había sido más categórico: “No entiendo en qué te cambian, que sean cuatro perros, cinco perros o 43 conejos, ¿cuál es la diferencia? Hay un nivel de insistencia… si el Presidente dice que hay 5 perros, hay 5 perros y se terminó. ¿Qué problema hay? Puede haber cuántos perros al Presidente se le ocurra”.
Por estos temas, ya han rodado decenas de cabezas desde la época de la campaña electoral –Maslatón, Rodríguez, Kikuchi, Posse, Ocampo, De la Torre, Giordano, Yasín, Arrieta, Paoltroni, entre tantos. La de Mondino no será la última. Nadie está seguro en el Gobierno.
En la misma saga aparecieron esta semana dos episodios más que revelan el combate perpetuo del Presidente contra sus fantasmas. El lunes, Milei y Santiago Oria, el cineasta oficialista financiado por el Estado, denunciaron que el canal Todo Noticias le hizo “una operación” para desconcentrarlo durante una entrevista, que consistió en que uno de los técnicos tosiera mientras hablaba el Presidente. Mientras tanto, el jefe de Estado denunciaba que la periodista Cecilia Boufflet operaba para la casta diplomática. Claro, si una tos es sospechosa, ¿qué queda para una nota, un reportaje, una denuncia de corrupción, un informe que sugiera cierta inconsistencia en el plan económico?
En medio de tantas conspiraciones, el martes, unas horas antes del paro de transporte, cientos de miles de pasajeros escucharon por los parlantes de las estaciones de trenes un mensaje metálico donde una voz les advertía sobre la maldad de dos dirigentes sindicales, Pablo Moyano y Pablo Biró, y les pedían que denuncien a un teléfono si alguien los presionara para parar. En condiciones normales, eso parece un recurso orwelliano. Pero el recurso se justifica, si hay que defender las ideas de la libertad, sea lo que fuera esa cosa.
Dicho sea de paso, hubo una época en la que el Estado norteamericano intentó depurar sus estructuras de la infiltración comunista, y también a toda la industria de la cultura. Se llamó “macartismo”, en referencia al senador que impulsó esa purga. Caía cualquiera, como ahora le pasó a Mondino. En defensa de McCarthy es necesario decir que en ese momento el comunismo existía y era una amenaza real para el mundo occidental. Ahora no. La Unión Soviética dejó de existir hace más de tres décadas. El único país importante que se reivindica comunista es China Popular y el presidente se esfuerza en estos días por encontrarse con su máximo dirigente.
Comunistas y anticomunistas eran los de antes, como quien dice.
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Un supermartes para Milei
Claudio Jacquelin
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
4/11/024
Las señales auspiciosas de los mercados y los números verdes de algunos indicadores macroeconómicos fundamentales le dieron aire al Gobierno para ponerse en modo electoral. No solo en clave nacional. A pesar del paréntesis que impuso otro de esos errores no forzados políticos y de gestión que suele infligirse el oficialismo.
Mientras avanza el armado libertario nacional, las luces bajas enfocan directo a la infartante elección presidencial de los Estados Unidos, que se celebrará este martes, sobre cuyo desenlace ni siquiera los más expertos se animan a pronosticar con algún grado de certeza.
Como pocas veces antes, la administración argentina tiene puestas enormes expectativas y esperanzas (tal vez demasiadas) en lo que ocurrirá en los comicios norteamericanos. Casi como si fueran propios.
Luego del nuevo sismo en el Gabinete con el intempestivo desplazamiento de Diana Mondino, lo que ocurra con Donald Trump, el ídolo mileísta y candidato a volver al poder en los Estados Unidos, ocupa una muy buena parte de la atención de la plana mayor de la administración.
Hoy se vive una ventana de paz interna, que permite volver a mirar más lejos. Hasta la próxima chispa que provoque otra explosión y deje nuevas víctimas, lo que se emite desde la Casa Rosada es que las principales figuras del Gabinete han sido confirmadas, tras la nominación como canciller de quien era (no tan casualmente) el embajador en los Estados Unidos, Gerardo Werthein.
El propio presidente se encargó de reafirmar la estabilidad, especialmente, de una de las figuras que había tenido roces con el gurú Santiago Caputo y que algunas voces incluían cierta desafección de Karina Milei, la otra integrante del triángulo del poder.
Es el caso de la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, en cuyo entorno miraban con suspicacia y algún temor la forma en la que cayó Mondino, al final de una larga intervención virtual de su ministerio por parte del dúo metalero, como se había consignado en esta columna.
“Les vendieron pescado podrido. Con Sandra está todo muy bien. Se limaron las asperezas que en algún momento han tenido con Santi. Y Kary (así la llama) y Sandra se adoran”, se ocupó de aclarar enfáticamente Milei, como para evitar que las versiones, las suspicacias y los temores reavivaran las brasas de viejos conflictos en el círculo de los funcionarios que le son más cercanos personalmente.
Aun así, en el equipo de Pettovello hay quienes se entrenan para aguzar la visión periférica y detectar vulnerables puntos ciegos. El sostenido avance del gurú sobre todas las áreas del Gobierno y en la construcción política no deja de generar inquietudes.
El cambio en la Cancillería procura darle soporte a la construcción de esa paz interna, siempre al límite de la ruptura.
También, busca reforzar la cohesión y la identidad del Gobierno, cada vez más explícitamente enrolado en un conservadurismo extremo en lo político, alineado con los Estados Unidos e Israel. Sin lugar para deslices liberales (y mucho menos socialdemócratas o progresistas) en lo social y en las relaciones internacionales. Como si se tratara de una especie de vanguardia subcontinental del eventual regreso de Trump al poder, con el afán de ser tratado como un aliado de privilegio.
NITIDEZ IDEOLÓGICA
La creciente influencia sobre la Cancillería, que en el cuerpo diplomático profesional vienen advirtiendo desde hace un semestre, por parte de fundaciones y think tanks ultraconservadores estadounidenses y soportes del trumpismo, como la Heritage Foundation, se expresa cada vez con más fuerza en la política internacional argentina. Con ecos poderosos en la política interna.
“Cada uno de los documentos de trabajo que se venían elaborando empezaron a ser revisados con ese prisma y se trabaron varios que estaban en estado avanzado. En muchos casos, los cambios o las objeciones revierten posiciones de largo tiempo sostenidas por la Argentina, como pasó con el voto sobre el embargo de los Estados Unidos a Cuba, o que están en línea con tratados internaciones a los que ha adherido el país. Para peor, ni siquiera son posiciones que los norteamericanos nos demanden y ponen en riesgo objetivos nacionales”, dice un perplejo y veterano diplomático, cuyas posiciones políticas personales coinciden en buena medida con el ideario oficialista.
Obviamente, los puntos más sensibles están vinculados con las cuestiones medioambientales y de género, en la que se incluye, en primer lugar, el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo. Todo lo que tenga que ver con ello pasa por el filtro del integrismo de la secretaría de Culto y Civilización, a cargo del joven propalador Nahuel Sotelo, y de la abogada de familia y asesora de facto Úrsula Basset, guardianes implacables de la ortodoxia.
A ellos les atribuyen relaciones estrechas con organizaciónes internacionales de la nueva derecha extrema, que esperan con ansias la llegada de Trump a la presidencia, para darle más potencia y respaldo a la construcción de un nuevo orden y un nuevo sentido común basado en principios e ideas que sirvan para consolidar y ampliar la base de sustentación social tanto como los logros económicos a los que se aspira.
“Es imprescindible bajar la inflación, lograr el déficit cero, hacer que la economía crezca, pero eso no es suficiente para establecer un nuevo orden. Aún cuando se alcancen esos objetivos, que hoy parece difícil de lograr que se sostengan, van a llegar nuevas demandas y así sucesivamente”, argumenta uno de los exégetas y soportes ideológicos del mileísmo.
“Nadie nunca va a dar la vida por el superávit fiscal o por la baja de la inflación, pero sí por valores trascendentes y fines superiores”, explica la fuente.
De eso va la hegemonía a la que se aspira y que, en el mediano plazo, incluye el aspiracional de una reforma constitucional, capaz de trazar una parábola que lleve del siglo XIX al XXI, saltándose muchos hitos del siglo pasado.
Por eso, la elección en los Estados Unidos resulta tan importante y no solo por las expectativas (o las ilusiones) económico-financieras que despierta en Milei y su equipo económico.
No da lo mismo, ni mucho menos, que mañana se imponga el conservadurismo extremo que encuentra en Trump su ejecutor, a que triunfe una representante cabal del secularismo liberal, como la demócrata Kamala Harris.
La disputa por el sentido es tan relevante para esta construcción política como los resultados contantes y sonantes del intercambio comercial, el acceso a préstamos o la refinanciación de la enorme deuda externa, de la que el año próximo habrá más vencimientos que recursos para afrontarla.
OTRO PASO DE LA BATALLA CULTURAL
En definitiva, se trata de la batalla cultural de la que tanto (y con tanta liviandad) se suele hablar. Los ingenieros políticos de este experimento y sus soportes ideológicos e intelectuales (nacionales e internacionales), que integran lo que algunos llaman la Internacional de la Derecha alternativa, están en llamas en estas horas.
Eso es lo que, al mismo tiempo, produce escalofríos en los sectores republicanos y liberales (no solo en lo económico) sobrevivientes en el macrismo, que recelan del Gobierno y complican los proyectos de cooptación caputista.
Otro tanto pasa con los miembros de ese oxímoron que se ha dado en llamar el peronismo republicano y que tiene por referente principal al diputado Miguel Ángel Pichetto.
Si bien el legislador rionegrino-bonaerense ha demostrado notable flexibilidad política a lo largo de su dilatada trayectoria, resulta estructuralmente inflexible y refractario ante cualquier manifestación de clericalismo y mucho más de integrismo religioso.
Tal vez por eso, el excompañero de fórmula de Mauricio Macri representa una incómoda piedra en el zapato para Santiago Caputo, como le ha dicho a algunos interlocutores recientemente.
El lugar que tiene el sueño de la ampliación de la internacional derechista en los desvelos del oficialismo no impide que también las ilusiones económicas jueguen un rol sumamente importante respecto de lo que sucederá en la elección norteamericana.
En ese plano se mira, quizá con más interés que las ideas económicas de Trump, la influencia que pueda tener en un eventual próximo gobierno republicano Elon Musk, el hipermillonario con el que le gusta intimar y fotografiarse a Milei, devenido en megaesponsor de la campaña trumpista y probable funcionario.
La idea de un mundo regido de hecho, en un futuro más que cercano, por corporaciones supranacionales tecnológicas e industriales es demasiado potente en la cabeza mileísta y, por eso, el presidente libertario se afana más por reunirse con los magnates que con los jefes de Estado.
EL SUEÑO DE LA AYUDA CONCRETA
De todas maneras, hay una expectativa inmediata (mesurada por cierto) de lograr ayudas financieras e inversiones en el país impulsadas por el candidato norteamericano de la hermandad de la peluca. El inquietante futuro imaginado tal vez termine siendo más realista que la asistencia esperada.
No son pocos los expertos, incluidos algunos cercanos al Gobierno, que advierten que el mundo que le espera al próximo gobierno de los Estados Unidos será tan complejo como los desafíos internos que le tocará enfrentar y que la Argentina ocupa un espacio muy poco primordial en la lista de las urgencias. Más allá de afectos o desafectos hacia el país que puedan albergar los candidatos.
En ese punto, quienes remiten al tiempo del macrismo como un espejo en el que reflejarse deberían mirar los cambios que se han producido en los últimos ocho años para admitir que todo es muy diferente hasta en la vida cotidiana del mundo entero. Si es que les queda lejos la apreciación de la inestabilidad internacional existente, tanto por los gravísimos conflictos surgidos en estos años, como por los flujos económicos y los efectos del cambio climático. Demasiados temas para tener entretenidos a los líderes de las superpotencias.
Además, el recorte que impone la memoria a los recuerdos también parece haber hecho olvidar lo que sucedió durante la gestión de Macri. Si bien, gracias a su cercanía ideológica y personal con el polémico magnate, consiguió el respaldo crucial para obtener el excepcional megapréstamo del FMI con el que evitó irse antes del poder, no logró que se eliminaran barreras arancelarias o paraarancelarias que impedían (e impiden) el ingreso de productos made in Argentina en los Estados Unidos. Entre otras cosas.
Por otra parte, frente a las urgencias argentinas, habrá que recordar que el futuro presidente estadounidense no asumirá hasta el 20 de enero de 2025. Mientras tanto, habrá efectos inmediatos en los mercados. Los ecos pueden resonar en la Argentina, que goza en estos días de un veranito, impulsado por las buenas señales recientes de la realidad económica nacional tanto como por factores globales.
Por eso, mañana será para Milei, pero también para la Argentina toda, un supermartes económico y político, que tendrá incidencia inmediata y de largo plazo para el país.
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Nueva presión de gobernadores, el ajuste de Miguel Pichetto y Javier Milei pide los jueces para la Corte
Ignacio Zuleta
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
4/11/024
EL GOBIERNO ARRINCONADO EN EL CONGRESO
El tramo final del año legislativo apuró los concilios para asegurarle algún destino a las estrategias de oficialismo y oposición. La pirotecnia de los voceros no termina de convencer que el Gobierno esté en un camino de éxito, basado sobre la popularidad de sus personajes -el presidente, sobre todo- y el acierto de su economía, colgada aún de promesas.
La gobernabilidad depende más de la oposición, que tampoco le suelta la mano a un Gobierno que se desvela por traspasar los límites que le imponen su condición minoritaria. Hoy eso se llama conseguir que Diputados no trate nunca el dictamen que restringe las facultades del Ejecutivo para gobernar por DNU.
También que el Senado postergue hasta la eternidad el rechazo al DNU 846/24, que faculta al Gobierno a un canje simplificado de deuda, sin las condiciones que le impone la ley de Administración Financiera, que obliga a hacer buenos negocios -algo discutible para un gobierno que cree que el mejor negocio es destruir la administración-. En esto sigue el consejo de Federico Sturzenegger: «Hay que empobrecer a los grupos de interés para ganarles la pelea».
Gobernadores piden que haya presupuesto
En vilo por esas dos cuestiones, los tuneleros del Gobierno ponen sobre la mesa mecanismos de protección. Uno es juguetear con la amenaza de frustrar la aprobación de un presupuesto 2025, y seguir administrando partidas mediante facultades excepcionales sin ningún control del Congreso.
Los gobernadores de lo que fue Juntos por el Cambio debatieron con los bloques amigables de Diputados. Los convocó Rogelio Frigerio a un zoom el viernes al caer el sol, para reclamar a esas bancadas que no se les ocurra presentar un dictamen propio de presupuesto que confronte con el Gobierno.
Les pidieron que haya una convergencia de posiciones con el proyecto enviado al Congreso, de manera de que, con presupuesto aprobado, aun con disidencias, las provincias recuperen su capacidad recaudatoria.
De esa forma pueden dejar de depender de la gracia del Ejecutivo, que les ha cortado fondos establecidos por ley (que eran coparticipables o tenían asignación específica) y se queda con la diferencia. Del lado de los diputados estaban Cristian Ritondo y Luciano Laspina (PRO), Rodrigo de Loredo (UCR), Miguel Pichetto y Nicolás Massot (Encuentro Federal).
LA OPOSICIÓN TIENE UN PLAN
Frigerio fue el vocero de esa moción. De esto sabe. Fue el ministro de Macri que llevó a las 24 provincias al superávit fiscal. Ahora inspira la posición de sus colegas Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Alfredo Cornejo (Mendoza), Gustavo Valdés (Corrientes) y Nacho Torres (Chubut).
Sale al cruce de la iniciativa del bloque de Pichetto, que tiene en preparación dictamen propio de presupuesto. La iniciativa está a cargo de Nicolás Massot, Ricardo López Murphy e Ignacio García Aresca (delegado del cordobesismo en el bloque que suple la ausencia de Llaryora -en Córdoba todo es muy raro-).
La síntesis de esa propuesta, que los gobernadores no están muy entusiasmados que se formalice como dictamen, enumera el ajuste de gastos para 2025 con un recorte de 0,67% del PBI. Con eso bastaría para mejorar jubilaciones, fondear universidades y deja hasta un remanente del 0,02% del PBI siempre cumpliendo la regla fiscal.
Para este bloque, el nuevo presupuesto debe establecer un orden de prelación en el recorte de gastos, que:
1) Proteja la baja de impuestos empezando con las retenciones.
2) Limite los superpoderes del Ejecutivo para gastar.
3) Rechace el DNU 846/24 de canje de deuda, y proponga que «no aumente el valor presente de la deuda; en cambio, un canje que aumente el valor presente deberá ser específicamente autorizado por el Congreso».
4) Se reasignen a las provincias los fondos del impuesto a los combustibles que hoy les retienen.
5) Se repartan los ATN retenidos.
6) Se repongan los recortes a universidades y jubilaciones.
7) Se envíen los fondos retenidos a las cajas provinciales de jubilaciones, etc.
En suma, un programa económico que los gobernadores prefieren hoy que se negocie en una convergencia de objetivos y que no se convierta en un pretexto para que el Gobierno prorrogue por las suyas el presupuesto de Sergio Massa de 2023.
JUECES: YA HUBO UNA PURGA
La otra oferta de negociación del Gobierno para asegurarse gobernabilidad es el envío al Senado, dominado por el peronismo, de la lista de 150 candidatos a magistrados, para comenzar una mega negociación de cargos que interesan a gobernadores, intendentes y punteros. De ese arbitraje espera obtener seguridades de comprensión y tolerancia ante la debilidad de cada paso que da.
El recurso es audaz porque llega sin el arbitraje previo que siempre hace el ministerio de Justicia con la política, para obtener las designaciones sin derrame de sangre. Nombrar jueces es una forma de convivencia que asegura futuro. Es donde las partes muestran el poder que tienen.
El Gobierno suple con este listado la insuficiencia de todo lo actuado para nombrar a dos jueces en la Suprema Corte. Pero ahora sabe que esos listados han sido objeto de una purga que hizo el Ejecutivo sobre las ternas que salieron del Consejo de la Magistratura.
El responsable de esta tarea es Sebastián Amerio, hombre fuerte del ministerio de Cúneo Libarona que, además, es hombre de la Corte. Se ha desempeñado como letrado y tiene la confianza de sus miembros -en particular de Juan Carlos Maqueda, a quien lo une un parentesco político-. Juega a varias puntas y es quien ha pasado el peine fino para desperonizar esos listados y representa al gobierno en el Consejo de la Magistratura.
EL PERONISMO QUIERA NUEVA MAGISTRATURA
La oferta ya llegó a la mesa de control de la oposición que es el Instituto Patria. En la reunión del jueves a la tarde, Cristina de Kirchner habló de este asunto con José Mayans y Germán Martínez, jefes de bloque, en presencia del sindicalista Ricardo Pignanelli, la senadora Corpacci y Mariel Fernández (intendenta de Moreno), responsables del armado de la nueva cúpula del PJ.
Cristina asumía ya esa tarde que el fallo de María Servini saldría a su favor de su candidatura. Significa que se cierra la discusión sobre el control del partido, con lo cual ya puede asumir el debate del presupuesto y de los acuerdos para magistrados.
En esa mesa se reflotó el cuestionamiento del peronismo al fallo de la Corte que declaró inconstitucional las reglas de integración dispuestas por la ley de 2006, bajo el argumento de que no respetaba el estándar de “equilibrio” estamental dispuesto por el artículo 114 de la Constitución.
El peronismo ha cuestionado que por ese fallo se haya repuesto una ley de 1997 que volvió a la integración de 20 miembros y le devolvió a la Corte la presidencia del Consejo. Para el peronismo admitir un debate sobre candidaturas es admitir la legalidad de un Consejo que ellos han repudiado. En eso coincidieron Cristina, Mayans y Germán. Le sirve al peronismo para levantar la vara de cualquier negociación que sólo puede ser posible si hay una nueva ley del Consejo.
GLOBOS DE ENSAYO, PINCHADOS
La firmeza de esta postura contrasta con la fragilidad del Gobierno al insistir en que le designen a Ariel Lijo y a Manuel García Mansilla en el tribunal. Hoy parece un planteo que responde a otro momento. ¿Cree en serio Milei que le va a cambiar en algo la vida que la Corte tenga esta u otra integración? ¿Dónde cree el seudo liberal Milei (un conservador) que va a encontrar a un juez más liberal que Carlos Rosenkrantz?
Su extravío en esta materia produjo el globo de ensayo de tantear la posibilidad de designarlos en comisión, lo que hizo Macri con Rosenkrantz y Rosatti en 2015/6. En aquella oportunidad la habilidad de Pichetto logró que el Ejecutivo bajase los pliegos y el Senado se los aprobase. Esta vez le han dicho que ni lo sueñen porque esta Corte no le cumplió en nada al peronismo, que además le hizo un juicio político.
Durante el fin de semana los encargados de estos temas de oficialismo y oposición -Wado de Pedro, Guadalupe Tagliaferri- negaron que hubiera conversación alguna sobre acuerdos para la Corte.
LA UNIDAD DEL PJ AMENAZADA
En esa reunión del jueves comenzaron los aprestos para la eventualidad de que el 17 de noviembre Cristina sea proclamada presidenta del PJ Nacional. Hacia adentro del cristinismo creen tener asegurado el sesgo federal que Quintela les niega. Salvo Buenos Aires y Córdoba, afirman contar con el respaldo de las dirigencias provinciales.
Queda por resolver la amenaza a la unidad que puede significar que, en distritos grandes, como Buenos Aires, haya dos boletas que pidan el voto peronista en las elecciones legislativas de 2025. Hasta ahora la unidad del peronismo le daba mejores chances que a un oficialismo afectado por la división de las fuerzas que lo hicieron presidente a Milei.
El peronismo ganó en 2019 porque logró unirse después de una década de divisiones. Perdió las elecciones de 2023 porque armó una fórmula presidencial del AMBA y dejó afuera al peronismo del interior. Es presumible que si ponía de vice de Massa a un hombre del peronismo del Norte pudo tener los 3 puntos más que le hubieran dado el triunfo en primera vuelta. Ensayar de nuevo propuestas que recorten pone al peronismo de nuevo en emergencias, después de haber tenido el año pasado el 44% de los votos.
CRISTINA, PRENDA DE DIVISIÓN
La situación en el PJ desnuda el costado más vulnerable que tiene Cristina. El paso del tiempo renueva la reflexión sobre los jarrones chinos. Es comprensible que busque formalizar el poder político que tiene como jefa del peronismo de la provincia de Buenos Aires -el más grande del país- con la formalidad de la presidencia del PJ. Pero la obliga a un recuento de apoyos y rechazos.
Hay gente que quiere a Cristina y gente que no la quiere. Pero hay un tercer pelotón que integran aquellos peronistas a quienes Cristina no les conviene. Como Menem en su momento, ella compromete a su fuerza en una aventura personal, ligada a las causas. Menem rifó su final al intento de una tercera reelección. Le costó la elección de 1997 y al peronismo la salida del gobierno en 1999.
Un año más tarde, estaba preso, siendo presidente del partido. No era conveniente ni oportuno para los peronistas que el partido y sus vidas estuvieran ligados a esa circunstancia personal. Es un drama de las biografías caudillistas. Al menemismo le sobraba Menem para seguir existiendo. Al cristinismo le sobra Cristina, como al macrismo le sobra Macri, como cree Milei, que en cualquier momento le va a empezar al sobrar al mileísmo.
EL DÍA CUANDO EL pAPA BERGOGLIÓ A AXEL
Ahí está la explicación que piden algunos para la distancia que ha tomado Kicillof. Puede amarla a Cristina, pero no le conviene. Repite desde hace rato que quiere ser presidente. Se lo dijo al papa Francisco en una de las dos reuniones que tuvo en julio pasado en el Vaticano.
“Quiero ser presidente…”. «Qué bien”, le respondió el Papa, que lo bergoglió con este comentario: “… también están Wado, está Juan (Grabois)…”. Kicillof es gobernador con un apreciable respaldo electoral, le ganó a Vidal por 14 puntos, reeligió en 2023, lo hizo ganar al peronismo en Buenos Aires, tiene leyenda de honesto, es leído y convoca a no peronistas de la izquierda.
Y lo más importante: no tiene plan B, no tiene reelección. Está forzado a emprender la corsa verso il nulla (el camino hacia ninguna parte) de la que hablaba Giovanni Sartori, teórico de la política líquida, gaseosa y sólida. No hay motor más poderoso para un político que no tener proyecto alternativo. A matar o morir.
QUINTELA SE LANZA CON MORENO
A Axel el cristinismo y Máximo le pesan. Tampoco entiende al peronismo. Por eso pide internas ahora (pero no cuando lo pusieron a dedo en donde está). ¿Cómo iba a respaldar a una lista después de que Guillermo Francos se reunió con Jorge Yoma, apoderado de Quintela?
«Ese fue el colmo», confesó Verónica Magario -su vicegobernadora- cuando llamó al Instituto Patria para apoyar, junto Fernando Espinosa, a Cristina. Axel les pedía «esperen, esperen» y vieron cómo el gobierno se acercaba a Quintela.
El viernes, ya conocido el fallo de Servini, Quintela encabezó una reunión por zoom con sus seguidores en este envión. Dijo haber sido invitado por Cristina a reunirse este lunes, pero adelantó que no acepta conversar. Hasta el domingo no tenían decidido si apelarán el fallo. No está prevista esa instancia en el Código Electoral, pero existe una vía para llegar a la Suprema Corte.
La última palabra de Quintela antes del fallo fue que, si éste era en favor de Cristina, le correspondía a ella llamar a la unidad. Por de pronto, Quintela les dijo a los suyos que el 17 de noviembre lanzará una agrupación interna del peronismo junto a Guillermo Moreno.
Lo que es estar al reverendo pedo.