Por Hernán Andrés Kruse.-
“Por otro lado, y esto es en lo que nos vamos a centrar, la doctrina contemporánea no se refiere a un solo concepto de independencia sino que diferencia entre independencia objetiva o subjetiva, independencia externa o interna, la autonomía del Poder Judicial y la independencia personal del juez. De aquí que podamos distinguir una independencia institucional o estructural, claramente diferente de una independencia funcional del órgano jurisdiccional; la primera se puede integrar perfectamente con la colaboración de los poderes, es decir, en su aspecto objetivo, en tanto que la independencia funcional en su aspecto subjetivo no admite dicha colaboración, pues en ese caso podríamos hablar de una dependencia de la función esencial del juzgador. Siguiendo a Almagro Nosete, podemos definir la independencia objetiva como orgánica, basada en una inmunidad organizativa que exige la abstención de cualquier injerencia de los poderes del Estado, incluyendo a la misma Suprema Corte de Justicia en la organización y funcionamiento administrativo e instrumental de los tribunales.
Por otra parte, la independencia subjetiva o funcional es la que constituye la esencia misma de la función jurisdiccional, en cuanto supone una inmunidad en la actuación que atañe a los cometidos sustanciales de la magistratura sobre la que debe proyectarse la ausencia de injerencias de los otros poderes. Si en última instancia el funcionario es moralmente independiente ante sí mismo (expresión necesaria para contar con un “buen juez”), y si, como afirma Ferrajoli, la independencia es un hecho cultural más que institucional, es decir, la función no es únicamente un acto formal sino también un acto humano y social, la independencia que nos interesa y que centra el objeto de este trabajo, por supuesto la independencia estructurada jurídicamente, sea objetiva o subjetiva, como medio para conseguir la independencia del juez es su aspecto personal, es decir, la del juzgador al momento de dictar sus resoluciones.
Ya que se pueden consagrar en un sistema jurídico todas las garantías necesarias para que un juez sea independiente, sin que sirvan de nada si no es moralmente independiente; es necesario, pues, que se articule y respete la independencia objetiva o externa del Poder Judicial, así como la independencia subjetiva o funcional, para el buen funcionamiento del Poder Judicial, ya que sin la una difícilmente puede existir la otra. Por lo tanto, cuando hablamos de independencia de los jueces, de independencia judicial o de independencia del Poder Judicial, se está hablando de una misma cosa, aunque se considere con matices diferenciados; lo que se pretende, finalmente, es asegurar la actuación correcta y objetiva del juzgador. Por este doble sentido, y con la finalidad de no caer en el riesgo de definir la independencia judicial de un modo absolutamente genérico y abstracto, dividiremos su estudio en su aspecto objetivo y subjetivo, no sin antes reiterar que ambos aspectos se encuentran estrechamente relacionados”.
EXCLUSIVIDAD Y LA UNIDAD JURISDICCIONAL, ELEMENTOS PREVIOS PARA LA INDEPENDENCIA JUDICIAL
“El principio de la independencia judicial conduce, inevitablemente, a la exigencia de que los tribunales detengan el monopolio de la administración de justicia”. Partiendo de la definición que da Guasp del concepto de la jurisdicción, como la función específica estatal que tiende a la satisfacción de pretensiones, llegamos a la afirmación de Requejo Pagés cuando considera que: “el modo en que en el Estado de derecho se garantiza el respeto de la legalidad consiste en conectar su custodia con el ejercicio de aquellas actuaciones del sistema normativo a través de las cuales éste llega a sus fases terminales, es decir, aquellas en las cuales la concreción normativa alcanza su grado máximo de irrevocabilidad: las actuaciones jurisdiccionales del derecho”; de aquí se concluye que el Estado ha confiado a un órgano específico, el Poder Judicial, la realización de esas pretensiones, pues, como afirma el mismo Requejo, por razones evidentes “el órgano más capacitado para llevar a cabo las labores tutelares del ordenamiento es aquel con cuya actuación finaliza el proceso de concreción de la sucesión normativa que arranca desde la Constitución”.
A estos dos principios de exclusividad y unidad jurisdiccional, que requieren el respeto no sólo de los otros poderes del Estado sino también de todos los sectores de la sociedad, responden las reglas de procedimiento preestablecidas. De esta forma, la exclusividad y unidad jurisdiccional viene a significar y exigir que cualquier posible conflicto que surja en la vida social pueda o deba ser solucionado en última instancia por jueces y tribunales independientes y predeterminados por la ley, y que la función de juzgar se imparta por un solo cuerpo de jueces y magistrados articulado en cuanto a la organización de los órganos judiciales, las reglas de competencia, las de procedimiento y las garantías procesales, que tienen que ser las mismas para todos los órganos jurisdiccionales.
En definitiva, la unidad jurisdiccional, que responde históricamente a la exigencia de suprimir las jurisdicciones especiales propias del antiguo régimen, y la exclusividad jurisdiccional como potestad del Estado que impide la justicia privada como medio de solución de conflictos, lo que conlleva las garantías de acceso a la justicia para el ciudadano, son las dos caras de una misma moneda, constituyendo un presupuesto indispensable de todo Estado de derecho; de nada sirve que la aplicación de las leyes se realice a través de garantías para las partes por jueces y magistrados independientes, si dicha facultad puede ser sustraída de la jurisdicción y conferida a funcionarios o particulares que, aun cuando pueden tener los aspectos funcionales de la jurisdicción (conocer, decidir, ejecutar), no poseen los orgánicos (independencia e imparcialidad)”.
LA INDEPENDENCIA OBJETIVA O “EXTERNA” DEL PODER JUDICIAL
Como hemos dicho, el aspecto objetivo de la independencia del Poder Judicial se identifica con la ausencia de presiones externas respecto de dicho poder. La independencia objetiva exige, en un primer término, la reserva jurisdiccional del Estado y específicamente del Poder Judicial, de ahí que la afirmación del principio de exclusividad y unidad jurisdiccional sea una prohibición para que los poderes Legislativo y Ejecutivo, además de los particulares, realicen funciones jurisdiccionales. En segundo término, exige una organización que excluya intromisiones indebidas de otros poderes y fuerzas del Estado; limitar la actuación administrativa sobre los funcionarios del Poder Judicial para evitar que las influencias políticas, gubernamentales y de sectores sociales pudiera mermar o interferir de manera directa o indirecta en la independencia personal que debe caracterizar al juez en el ejercicio de sus funciones.
Para esto fue necesario identificar al Poder Judicial como tercer poder del Estado basado en una división tripartita de poderes, de tal forma que se delimite perfectamente la línea divisoria entre el Poder Judicial y los otros poderes del Estado, incluyendo, por supuesto, a los llamados poderes externos o fácticos de Estado. Así se habla de la independencia frente al Poder Ejecutivo; históricamente, la principal amenaza de la independencia del Poder Judicial, consecuencia de la administración napoleónica en donde se concibe al juez como funcionario, parte de la estructura administrativa. La independencia frente al Poder Legislativo está determinada por el concepto de Estado de derecho, en donde el juez se debe limitar a aplicar la ley al caso concreto, de acuerdo con la expresión de Rousseau de la voluntad general.
El ámbito jerárquico de la organización del Poder Judicial es otro de los aspectos a considerar dentro de la independencia del juzgador, ya que éste también tiene que ser independiente ante sus superiores jerárquicos, pues al ejercer su función no está en la misma situación de cualquier funcionario ordinario de la administración. “Ejercitando la potestad jurisdiccional -dice Montero Aroca- no hay superior ni inferior, no hay jerarquía; cada juez o tribunal tiene su competencia y dentro de ella ejerce la potestad sólo vinculado a la ley”.
Finalmente, la independencia del Poder Judicial frente a los poderes externos, considerando que además de los tres clásicos del Estado existen otros poderes o fuerzas sociales que invariablemente afectan al Estado de derecho de cualquier país, intentando hacer prevalecer su interés particular por encima del interés general”.
INDEPENDENCIA SUBJETIVA O “INTERNA” DEL PODER JUDICIAL
“Las garantías subjetivas configuran un conjunto de mecanismos encaminados a que la actuación del juez sea, en lo más posible, apegada a derecho; estas garantías van desde el sometimiento exclusivo del juez a la ley, hasta las de acceso a la carrera judicial, nombramientos, inamovilidades, garantías económicas, etcétera. Dentro de la idea de la independencia subjetiva del Poder Judicial resulta conveniente recordar que como consecuencia de la distinción de los dos grandes sistemas jurídicos, el sistema romano o de derecho civil y el sistema del common law, el juez desarrolla un papel diferente en cada uno de ellos. El juez del common law se presenta como el principal protector de los derechos de los ciudadanos frente al poder del Estado, mientras que el juez en los Estados con sistemas del civil law aparece históricamente instrumentado por el poder político, y por lo tanto como tutor del Estado y de sus órganos respecto a los ciudadanos; consecuencia de esta situación es que el juez del sistema civil aparece disminuido frente al juez del common law, pues se limita, especialmente a los ojos del ciudadano, a ser un funcionario estatal especializado, en tanto que el juez del sistema anglosajón, que incide en el ámbito de la esfera individual y profundamente en la esfera pública, asume un papel de garante de la democracia resaltando su figura ante la comunidad.
Evidentemente es en el sistema civil, en el que el estatus de juez es el de un funcionario del Estado, donde se plantea básicamente el problema de la independencia subjetiva del Poder Judicial, ya que la subordinación y jerarquización del juez dentro de la estructura interna del Estado puede, y de hecho así lo hace, representar una disminución de su poder. Junto con la creación del Consejo de la Judicatura Federal, se configuró todo un sistema tendente a garantizar la independencia de los jueces y magistrados del Poder Judicial, que descansa en la profesionalización de la justicia. En este sentido, se entiende que la carrera judicial se estructura como el primer paso hacia la independencia de los tribunales ante los demás poderes, y es, sin duda, la mejor forma de contar con justiciables probos y capaces para desempeñar la leal labor de impartir la justicia.
La independencia judicial, dice Montero Aroca, empieza a adquirirse o a perderse desde el primer momento, desde el acceso al desempeño de la función jurisdiccional. Definitivamente el acceso a la carrera judicial por medio de exámenes oficiales u oposiciones ha sido el sistema que mejor ha respondido a las exigencias de la independencia del Poder Judicial. En la actualidad se tiende a generalizar la selección del juzgador a través de varios filtros que van desde la exigencia de los estudios universitarios, los exámenes oficiales, las escuelas oficiales y prácticas profesionales, y aunque se pueden encontrar defectos en la formación de jueces y magistrados por medio de los diferentes sistemas de preparación profesional, son más las ventajas que permiten su continuidad y perfeccionamiento.
El problema real se presenta cuando el control de la selección y nombramiento de los jueces es manejado de forma arbitraria y discrecional ya por el Ejecutivo, ya por las cámaras legislativas o el mismo Poder Judicial, respondiendo a intereses de clientelismo y corporativismo. La intervención de los órganos de gobierno del Poder Judicial viene a limitar la intervención directa de los otros poderes del Estado, por lo que en principio se puede afirmar que este sistema ha tenido una favorable acogida en los países occidentales, lo que se refleja en el número de los mismos que han ido integrando estos órganos de gobierno en su sistema jurisdiccional. En este sistema, el control no sólo de nombramientos sino también de ascensos, traslados y en general de todo el funcionamiento administrativo del Poder Judicial, es realizado por un órgano, normalmente autónomo y compuesto por miembros de los tres poderes, pero con una mayoría de los miembros del Poder Judicial. Estos órganos surgen ante la evidente problemática que plantea la decadencia de la independencia de jueces y magistrados, que hizo necesario la búsqueda de alternativas para la solución del problema.
En conclusión, se presenta como premisa inexcusable del Estado democrático de derecho, el establecer sistemas judiciales en los que se garantice el principio de independencia, a cuyo servicio se estructuran los de legalidad, inamovilidad y remuneración, actuando como contrapartida de dicha independencia el principio de la responsabilidad de los jueces, y como elementos para su correcta determinación la transparencia de las actuaciones judiciales y un adecuado sistema de información a los ciudadanos”.
(*) Jorge Chaires Zaragoza (Dr. en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid): “La independencia del Poder Judicial” (Universidad Autónoma de México-Boletín Mexicano de Derecho Comparado-2004).
17/12/2024 a las 11:46 AM
NO COINCIDO
Juan Carlos MAQUEDA llego por acomodo con De la Sota y Duhalde, NADA MÁS
NUNCA se destaco como jurista
17/12/2024 a las 2:48 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
El riesgo Kueider, apunten contra Luis Juez y un Papa Callejero
Ignacio Zuleta
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
16/12/024
EL SUEÑO DE GOBERNAR SIN CONTROL
Con la derrota en el Senado, el Gobierno se asegura el objetivo mayor de su gestión, que es la parálisis de los tres poderes del Estado. Sin Congreso ni Justicia se libera de controles y gana margen para administrar mediante medidas extraordinarias como los DNU, y en última instancia, con la ayuda de la generación de los tránsfugas de la política: los que fueron elegidos por el voto para ser oposición y actúan como oficialismo.
Es la manera que ha encontrado de gerenciar su debilidad y la falta de votos de origen, de programa, de equipos, de legisladores, gobernadores, etc. Esta estrategia descansa en prejuicios no probados, el primero de todos, que el público es estúpido, no conoce sus intereses y vota mal.
Es lo que encierran los insultos descalificantes hacia los legisladores, la prensa, los gobernadores, que están todos donde están por el respaldo del público. Es fruto de una distorsión intelectual que confunde política con comunicación, y confía en que el control de la comunicación es el control del poder, y que el debate político se reduce a una discusión por el cable entre el pelado y Wanda Nara.
DESPOTISMO POCO ILUSTRADO
Por encima y por debajo de esos sketches está la realidad. Esa mirada despótica elude las rispideces de un país que tiene el sistema político más sólido de la región y del continente. Es el único que asegura alternancias de gobiernos de distinto signo sin violencia, en paz, sin muertos ni perseguidos y sin que nadie impugne la eficiencia del sistema electoral.
En la Argentina gobierna quien gana las elecciones. Es uno de los costados de la excepcionalidad argentina, como lo es que la Argentina es el comedor de los pobres de todo el Cono Sur de América, que buscan por acá lo que no tienen allí de donde vienen. Es un país que tiene que producir para cumplir con esa misión, que figura como una garantía constitucional.
La arbitrariedad es el refugio de los débiles. Propone esta receta el teólogo del conservadorismo trumpista Steve Bannon: la deconstrucción del estado administrativo. Este personaje en la Argentina sería víctima de la nonata ley de «ficha limpia» que por ahora no pasó el filtro del Congreso -salió hace un mes del calabozo, donde estaba por incumplir la ley de su país-.
Sus dichos se inspiran en las profecías de libro «The Fourth Turning» (Neil Howe y William Strauss): imaginó en 1997 que en el siglo XXI su país entraría en «una era donde habría una destrucción creativa de las instituciones públicas y, en última instancia, podría ser un nuevo momento fundacional en la historia estadounidense”.
DE BOROCOTEADO A ARREPENTIDO
¿Cuánto tardará el exsenador Kueider en evolucionar de borocoteado a arrepentido? La destitución en la banca lo liberó de cualquier compromiso de silencio. Si el Senado lo hubiera suspendido, hubiera quedado en un limbo que:
• 1) Impedía que el peronismo sumase una banca que había capturado el Gobierno.
• 2) Hubiera quedado en posición de negociar la rendición.
Ahora, sin banca y sometido a la intemperie de la Justicia, la condición de «arrepentido» o de «colaborador» lo convierte en el hombre bomba que puede animar la molicie del verano que se inicia. La experiencia de la Causa Cuadernos es un antecedente para comprender cómo la imaginación de los encausados pierde todos los límites. Cuando el imputado tiene que defender su libertad echa mano de cualquier recurso.
También los pesquisas (fiscales, jueces) han aprendido de esa experiencia todo lo que puede rendir un hombre arrinconado, pero que puede echar mano de las figuras que introdujo en el código penal el Congreso bajo el gobierno de Macri (octubre de 2016). Esas figuras pueden aplicarse en acusaciones relacionadas con delitos de corrupción: sobornos, dádivas, dar a fondos públicos un destino distinto al indicado, enriquecimiento ilícito, etc.
LOS DESTITUYENTES VS. VILLARRUEL
Acaso las rabietas públicas de Javier Milei y Mauricio Macri por la expulsión de Kueider respondan a la vulnerabilidad de haber liberado al senador de todo freno inhibitorio para usar en beneficio de su libertad. Sus legisladores actuaron con libertad de voto, y se desacataron de las consignas que habían recibido del presidente y del jefe del PRO.
El Gobierno demostró que no puede controlar el Congreso, ni el quórum ni el resultado de una votación en una cámara en donde el oficialismo tenía hasta ahora una mayoría de los 39 votos. La espesura de las consecuencias plantea interrogantes.
El Gobierno cargó sobre Victoria Villarruel la responsabilidad de la sesión, tanto de haberla convocado como de haber perdido la votación. Amaga con un cuestionamiento a la legalidad y avanza sin bozal para apartarla del cargo. Después de todo es lo que pasó con otros presidentes, y todos los gestos de Olivos hacia la vicepresidenta son destituyentes.
PARA QUIÉN JUEGA JUEZ
Ni Milei ni Macri han dicho nada sobre el verdadero disparador del resultado, que fue el cambio de posición del senador Luis Juez, jefe del bloque PRO. Había firmado el pedido de la sesión para «suspender» a Kueider, que era la consigna de Milei (con quien dice tener una intimidad conmovedora) y también la del jefe de su partido. Iniciada la sesión comenzó a empujar para la destitución.
Una senadora del bloque amigable (hacia el Gobierno) imagina haber tenido este diálogo con el cordobés: «Luis, ¿y lo que habíamos acordado ayer?». Respuesta: «No sé de qué me estás hablando». Quienes lo escucharon entendieron que Juez tenía otro juego.
Villarruel entró en pánico en el cuarto intermedio en el Salón Gris al ver que habían desaparecido Juez y el presidente de la UCR. Los mandó a buscar, en vano. Juan Carlos Romero, que había pedido esa pausa de la sesión, decidió entonces abstenerse en lugar de votar la suspensión, que ya no tenía los 2/3 necesarios. No voto con el kirchnerismo, dijo, y menos para darle una banca más.
LIMPIAR LA LÍNEA DE SUCESIÓN
Los conspiranoicos, que los hay, imaginan que ese silencio es un eslabón de una trama que termina en el proyecto destituyente de Villarruel y la unción de Juez como presidente provisional del Senado. Limpiar la línea sucesoria es el sueño del pibe para cualquier presidente.
El imaginario mileísta filtra a través de sus voceros que la vicepresidenta puede estar armando un proyecto propio de la mano del peronismo de derecha. De allí vendría su acercamiento madrileño a Isabelita, gerenciado no por el Papa Francisco, como se dijo, sino por uno de sus biógrafos.
Hasta donde se sabe, el profesor Diego Mazzieri, autor del voluminoso libro «Isabel María Estela de Perón, por siempre de Perón» abrió esa puerta a Villarruel. En la solapa del libro se consigna que el autor «mantiene contacto con la expresidenta María Estela Martínez de Perón, quien ha receptado con beneplácito su biografía».
De paso, el Santo Padre se ríe de esas atribuciones conspirativas. Elige su veta humorística para despachar filias y fobias. La semana anterior recibió en el Vaticano al «Pato» Fontanet y los ex Callejeros con esta chanza: «¿Vienen de Buenos Aires? ¿Cómo está Pepita la Pistolera?». Siempre Patricia Bullrich en sus oraciones.
EL GOBIERNO LO PAGA TODO MUY CARO
El silencio de Olivos sobre el giro de Juez, que implicó una derrota notable del Gobierno, puede explicarse por algún cálculo de dominó para limpiar la sucesión. Juez sería la cuña para sacar a Villarruel al embarrarla como responsable de esta derrota, cuando en realidad fue víctima.
El Gobierno ha hecho todo lo posible para higienizar la pirámide de poder. Y paga caro. Pactó con el peronismo dos veces para asegurarle la presidencia de la Cámara de Diputados a uno de sus fieles y otro eventual sucesor, Martín Menem. La primera vez fue en diciembre de 2023 y le costó la primera rabieta con Macri, que postuló a Cristian Ritondo ante el propio Milei. La segunda vez fue el 4 de diciembre pasado, y pagó con la caída de Ficha Limpia, exigencia del peronismo.
Al mismo intento obedece el envión contra la Suprema Corte de Justicia. El fracaso en el Senado con la devolución de una banca al peronismo justifica que el Gobierno no quiera extraordinarias. Ya dijo que si el Senado no le aprueba los pliegos a Ariel Lijo y a Manuel García Mansilla, los va a imponer a lo Pepín, por decreto.
Es imaginable que con Rosenkrantz y Rosatti en minoría, Olivos se sienta más tranquilo con otro presidente de la Corte, uno con modos más amigables y que le tranquilice el sueño. Con todo esto el oficialismo gana pan para ahora y hambre para mañana.
LINCHAMIENTO EN MANADA
La oferta explicativa agotó esos días los esfuerzos para hacer balances auspiciosos del primer año de Milei mirando la economía. Pero no hay economía sin política y este episodio en el Senado es una radiografía seriada del estado del Gobierno en el terreno político. En un episodio delicadísimo como ha sido el de Kueider pisó, descalzo, la bicha.
Sin estrategia y sin liderazgo sobre los propios, le regaló al peronismo una victoria impensada. La oposición ganó una banca y obligó al Gobierno a pagar la factura de Kueider. Ahora, como dueño del voto y del destino del entrerriano, está expuesto al esmeril que será su defensa, que puede ejercer como arrepentido colaborador.
Como jefe de Estado, Milei resbaló al incitar a un linchamiento -«la patada en el culo»- del que fue víctima. En estos eticazos ganan siempre los maximalistas. Acá fueron Juez, que piensa en su proyecto de poder en Córdoba, y quizá como presidente provisional (una fantasía que depende de que tenga los votos en el Senado), y el peronismo que recuperó la banca. Los senadores de la UCR, el PRO y La libertad Avanza se dejaron arrastrar por esos maximalistas y se sumaron al linchamiento de Kueider.
LAS MAYORÍAS CAMBIAN
En los papeles es atinado el argumento post factum de Macri, expresado también en la abstención de Romero y el rechazo a la destitución de Maxi Abad y otros cinco legisladores, de reclamar la atención al debido proceso y, de paso, no darle una banca al peronismo.
Graciela Camaño, que presidió la Comisión de Asuntos Constitucionales en varios cuestionamientos a diputados, desenterró el fallo de la Suprema Corte en el caso de Antonio Bussi. En 1999 le habían rechazado el pliego como diputado nacional electo por Tucumán. En 2007 la Corte sentenció que la Cámara se había excedido en sus facultades, pero que ya habían pasado los 4 años de mandato.
En ese fallo se dice que «el pueblo es la fuente originaria de la soberanía (…) Ningún ciudadano puede ser privado del derecho a ser sometido a proceso y a defenderse ante un juez imparcial (…). No aplicar estas garantías y sostener que existe un poder para rechazar el título de toda persona que viola la ética republicana puede tener consecuencias gravísimas para el mismo sistema que se dice proteger.
Los que hoy se consideran satisfechos porque comparten el criterio de la mayoría, pueden ser afectados por esas decisiones cuando cambien las proporciones. La historia enseña que las mayorías pueden tener momentos en que se aparten del buen juicio y del equilibrio, y en tales casos una persona puede ser excluida porque su comportamiento es contrario a la ética republicana.
Una idea confusa en manos de una mayoría podría dar lugar a que una persona sea rechazada porque es anarquista, otra porque es socialista, otra porque se opone a un gobierno dictatorial, otra por motivos religiosos o de género. Los riesgos futuros son demasiados y la sabiduría aconseja la abstención.»
17/12/2024 a las 2:52 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Internas y contactos cercanos con la casta
Claudio Jacquelin
Fuente; La Nación
(*) Notiar.com.ar
16/12/024
El importante funcionario no puede ocultar su preocupación: “No podemos estar tres años más con esta situación de conflicto. Hay que resolverla”. La frase pertenece a uno de los principales colaboradores del presidente Javier Milei, que mira con más inquietud que su jefe la aguda escalada de la disputa con la vicepresidenta Victoria Villarruel.
El problema más complejo no parece ser la posibilidad de una fractura definitiva, de una renuncia o de que se logre estructurar algún tipo de conspiración efectiva contra el Presidente, a pesar de lo que digan los comunicadores presidenciales como parte de la guerra dialéctica.
El dilema por estas horas para el Presidente, y aún más para su hermana Karina Milei y su asesor Santiago Caputo, que tienen tanta o más inquina con Villarruel, es cómo evitar que este conflicto fortalezca la sospecha de que el Gobierno está pactando con exponentes destacados de “la casta” y encontrar cómo neutralizar el daño que eso puede causarle.
Por las dudas, la vicepresidente sacó un tuit para tratar de descomprimir. Su público posicionamiento diferenciado en cuestiones sensibles podría impactar sobre uno de los principales activos del Presidente, a quien las encuestas le sonríen, muy especialmente, por haber honrado el contrato electoral. Es decir, por haber hecho o estar haciendo lo que había prometido que iba a hacer.
El éxito electoral y del primer año de gestión de Milei se sostuvo y se sigue sosteniendo en la impugnación que él hizo al sistema en dos dimensiones: funcional y moral. Eso implicó e implica la descalificación a sus oponentes y al Estado por no resolver los problemas de la sociedad, tanto por ineficacia como por corrupción. Asuntos muy caros a una ciudadanía hastiada de los fracasos y de las obscenidades de una dirigencia lejana y alejada.
Bajar la inflación y romper el statu quo político fueron y son los puntos de convergencia entre la oferta de Milei a sus votantes, la demanda social que llevó al libertario al poder y los resultados de los primeros 365 días de Gobierno. En eso radica el éxito y la popularidad reflejada en los sondeos que le dan mayoritariamente un apoyo que ronda el 56%, el mismo que obtuvo en el balotaje.
“Una de las cosas que la gente más apoya es el combate a ‘la casta’. El problema es que el escándalo del Senado reinstaló ese tema y nosotros quedamos pegados y no enfrentados con los que la representan”, admiten en el entorno presidencial.
Por eso, los ruidos de estos días exceden la cuestión de la relación personal con la vicepresidenta y la desconfianza que sienten tanto el Presidente, como su hermana Karina y el supergurú Santiago Caputo. Aunque estos son aspectos extremadamente relevantes, que agravan el problema y dificultan su solución.
Si se concretara en los próximos días, como dejan trascender desde la Casa Rosada, la designación por decreto para integrar la Corte del supercuestionado Ariel Lijo y del catedrático Manuel García-Mansilla, que no logra sumar adhesiones, se potenciaría la disputa interna y la percepción negativa.
Para muchos observadores, esa decisión le daría sustento a la instalación en la opinión pública de que cuando lo necesita y le conviene el Gobierno tienen connivencia con elementos nucleares de “la casta”, lo que pasaría a ser un hecho y no una mera acusación o una suposición para descalificarlo.
El nombramiento del polémico juez federal, a quien se considera el mayor garante de los poderes reales que operan bajo el radar, llegaría luego de la decisión oficial de no llevar su candidatura al recinto, a pesar de contar con el número de aprobaciones requeridas en la Comisión de Acuerdos. Y, sobre todo, se daría tras una quincena en la que el oficialismo quedó en el Congreso a contramano de iniciativas que procuraban avanzar sobre la corrupción política, tanto en lo particular (caso Edgardo Kueider) como en lo general (proyecto de ley de “ficha limpia”).
En casi todas estas situaciones, Villarruel se ha diferenciado del Presidente y de la orientación bajada por la Casa Rosada. De allí el encono creciente y la distancia aparentemente insalvable con ella, convertidos en un círculo vicioso que termina complicando al propio Presidente y exponiéndolo. Se vio el jueves pasado en la sesión del Senado en la que se decidió la expulsión del cuerpo del ahora exsenador entrerriano. Por eso, el sector más político del Poder Ejecutivo busca recomponer, aunque sea mínimamente, ese vínculo. Pero sin demasiadas expectativas y a la espera de que baje la espuma de estos días turbulentos.
“Si Javier y Victoria hubieran tenido un diálogo mínimo difícilmente se hubiera llegado a la sesión de esa manera y mucho menos se habría dado el resultado que se dio”, dicen fuentes de la Casa Rosada.
De esa manera, avalan el desconocimiento que alega Villarruel de un dato tan elemental como que Milei viajaría a Italia y que ella quedaría a cargo del Poder Ejecutivo. No se trataba de un secreto de Estado imposible de compartir con nadie, sino apenas de una comunicación burocrática y obligatoria. Más excentricidades del gobierno libertario.
Los antecedentes cuentan. La vicepresidenta se había manifestado desde un principio en contra de la postulación de Lijo y había tenido varias acciones diferenciadoras que le valieron la exclusión hasta de actividades protocolares. Pero la semana pasada se terminó de ganar todo el desprecio del triángulo de hierro, expresado por el Presidente con sus referencias a “traidores” así como en la advertencia de que no tolerará ningún tipo de “desobediencia”.
Tras eso llegó una andanada de ataques contra Villarruel de la milicia digital mileísta, completada por una grave acusación como es la de haber conspirado en el extranjero contra Milei, publicada en el órgano paraoficial La Derecha Diario, lo que volvió a demostrar la aceitada coordinación y verticalidad de esa organización comunicacional.
“Tienen todo el poder del Estado para saber qué estamos haciendo. Victoria no se mueve sin custodia, que es de la Policía Federal. No hace nada que no se sepa. Mientras gastan energía en nosotros, hay algunos que crecen a la sombra”, le han dicho allegados de Villarruel a interlocutores oficiales para rechazar las acusaciones y, al mismo tiempo, sugerir que provienen de interesados en posicionarse en el armado interno.
La construcción electoral de LLA está en marcha y cruje por muchos lados. Militantes, influencers y dirigentes de la primera hora compiten por estar en la góndola en octubre. Pero habría algunas fallas de mercado y, por lo que se ve, las autoridades estarían interviniendo sin disimulo, a pesar del dogma libertario.
En ese escenario, el caso Kueider fue y seguirá siendo un problema mayúsculo de consecuencias aún imprevisibles. Que el cristicamporismo sume en su reemplazo a una camporista pura y esté más cerca del quorum de la Cámara es una obviedad, que apenas potencia la debilidad parlamentaria oficialista.
INTERPRETACIONES Y SUSPICACIAS
“Sin Kueider no hubiéramos tenido Ley de Bases”, dicen en el entorno de Milei, en lo que es una admisión seguida de muchos puntos suspensivos, que dan lugar a muchas interpretaciones y suspicacias.
Entre ellas sobresale la que ha instalado el kirchnerismo en el sentido de que el adinerado mochilero detenido en Paraguay habría engrosado su patrimonio (no declarado) por haber dado su voto al proyecto legislativo mayor del gobierno. Aunque Kueider ya viniera siendo investigado por anteriores mejoras patrimoniales de cuando todavía era fiel a su peronismo original.
Las investigaciones del lado paraguayo están en una etapa más preliminar que las abiertas en la Argentina, a las que también les faltan varias piezas. Pero con la expulsión del Senado podría empezar a completarse el rompecabezas.
La extrema vulnerabilidad en la que Kueider ha quedado por la pérdida de los fueros y de todo apoyo político eficaz abre el más inquietante de los interrogantes para sus viejos y nuevos aliados. Si las causas avanzaran, ¿el exsenador dejaría de negar lo innegable y estaría dispuesto a colaborar con la Justicia?
Al respecto, en el Senado destacan que el cambio del voto de Kueider sobre la Ley de Bases no lo gestionó Villarruel sino la Casa Rosada. Sobran motivos para la desconfianza, la preocupación y la irritación. La psicología dice que detrás del enojo está el miedo. Por eso, buscan atenuar los efectos del trauma.
Podría ser un problema mayor que esta disputa interfiera en el vínculo del Gobierno con la sociedad, que le reconoce estar cumpliendo el contrato electoral establecido, según una reciente encuesta de las consultoras Trespuntozero y GOP, que dirigen Shila Vilker y Raúl Timerman. Y en ese contrato electoral está la lucha contra la casta.
Los números del sondeo son elocuentes. Un 46,4% de los consultados dice que Milei está cumpliendo con lo que prometió, a lo que se suma un 9,2% que dice que lo “está cumpliendo, pero no lo está logrando”. Por lo tanto, para el 55,6% honra sus promesas, más allá del resultado.
Detrás de esos números se advierte que la polarización sigue vigente, así como que el polo oficialista es más grande. Para el 82% de los votantes de La Libertad Avanza en primera vuelta, “Milei está cumpliendo lo prometido” y solo el 12,9% de los votantes de Massa considera que el Presidente es consecuente.
Las expresiones en los grupos focales reflejan, además, el grado de adhesión y rechazo frente a esa realidad. “Casi todo lo que prometió en la campaña ya lo hizo o lo está haciendo. Le falta lo de dolarizar”, es la afirmación representativa del universo de votantes oficialistas.
En cambio, la opinión que mejor resumió la posición de los opositores fue: “Para mí cumplió con muchas de las cosas que dijo en campaña. Yo no estaba de acuerdo y por eso no lo voté. Pero hubo gente que votó al loco de la motosierra y acá lo tenés. Bajaron el gasto público, pero matando a los viejos, lo mismo con la inflación, que bajó, pero los precios quedaron altísimos y los salarios no aumentaron como los precios.”
Según los autores de la encuesta, el cumplimiento de las promesas es un gran soporte de la adhesión y de la paciencia social, sobre todo, de aquellos que no sienten mejoras en su situación personal. “Veo avances, hay que darle tiempo”; “le daría tiempo hasta que termine lo que está haciendo”, y “el gobierno debe saber en cuánto tiempo se deberían ver los resultados. Veo que están cumpliendo […]. En cuanto ordenen todo tiene que empezar a dar resultados, pero no sé cuánto tiempo es eso”, dicen.
A eso se suma la creencia mayoritaria (57,2%) de que muchas o algunas “de las cosas que hace este gobierno, alguien las tenía que hacer”. Entre las medidas con más del 60% de apoyo, aparecen por orden de adhesión la suspensión por un año de la publicidad oficial, la boleta única papel, el déficit cero, la reducción de los ministerios, la eliminación de las PASO y la duplicación del monto de la Asignación universal por hijo.
Las más rechazadas (con más del 52% de oposición y por orden de rechazo) son el veto a la ley de movilidad jubilatoria, la privatización de YPF, el veto a la ley de financiamiento universitario, la suspensión de la obra pública, la quita de subsidios y aumento de las tarifas en los servicios públicos y el transporte y la liberación del precio del combustible.
La consistencia y el impacto en la economía parecen ser las variables que más pesan. “Todas las que tienen alta adhesión son medidas anticasta, y los temas que peor recepción generan son los relacionados con la retracción del Estado (como el veto a la ley previsional y a la de financiamiento educativo o la privatización de YPF). Como si la gente dijese contra la casta sí, contra el Estado no. La batalla cultural está en ciernes”, concluye Shila Vilker.
No extraña así la profundización de la guerra comunicacional por la pureza ideológica. Tanto como el malestar y la preocupación que generan los hechos que muestran contactos demasiado cercanos con “la casta” o las disputas en la cima del poder, propios del establishment político. Principio de revelación.
Por eso, el Gobierno aspira a cerrar el año con anuncios de inversiones y algunos otros resultados positivos en el plano de la macroeconomía, para disimular los tropezones políticos y aventar los nubarrones.
17/12/2024 a las 2:55 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
El karma de los vices, otro senador en la mira y un callejón sin salida para Mauricio Macri
Walter Schmidt
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.at
16/12/024
La existencia del cargo de vicepresidente tiene por fin dar garantía de continuidad a un gobierno ante la eventualidad de que quede vacante la presidencia. Por eso, la elección apunta -o debería- a una persona que esté totalmente alineada y consustanciada con el Presidente. No sería lo que ocurre en la Argentina. La historia de los últimos cuarenta años refleja que, incluido Javier Milei, de los ochos presidentes que gobernaron el país seis tuvieron conflictos con su vice, que terminaron en peleas, ostracismo, sanciones, vacío de poder y también en renuncia. Las excepciones, Raúl Alfonsín y Mauricio Macri.
Siendo vicepresidente Eduardo Duhalde encontró una salida a la feroz pelea con Carlos Menem yendo como gobernador de la provincia; sin anestesia, Carlos “Chacho” Alvarez renunció como acompañante de Fernando de la Rúa, provocando el comienzo del fin del gobierno de la Alianza; Daniel Scioli asumió el ostracismo al que lo condenó Néstor Kirchner y se refugió en actividades protocolares en el Senado pero la paz volvería cuando el entonces presidente lo necesitó para la gobernación bonaerense; el radical Julio Cobos acabó su vínculo con su presidente, Cristina Kirchner, con el voto no positivo de la resolución 125 contra el campo; y otra vez Cristina, pero detrás de Alberto Fernández, primero lo entronizó y después lo negó como propio.
El capítulo libertario es más conocido. Por alguna razón, hay quienes apuntan a cierta autonomía de Victoria Villarruel en sus contactos políticos cuando Milei aún no había sido elegido, el libertario la excluyó de dos áreas que él mismo le había adjudicado a ella: Seguridad y Defensa. Que terminaron siendo adjudicadas a la fórmula de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich-Luis Petri. Lo que siguió después, es conocido. Y el punto cúlmine fue la foto del primer año de gestión de Milei en Casa Rosada, junto al gabinete en pleno, Karina Milei, pero también con el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem. Sin la vicepresidenta y titular del Senado.
En el entorno de la vicepresidenta prima el desconcierto después que Milei desacreditara a Villarruel en cuanto al trámite de traspaso de mando cuando viajó a Italia, y si debía presidir o no la sesión que culminó con la expulsión del senador Edgardo Kueider. Ignoran, hacia adelante, si se calmaron las aguas o si alguien del triángulo de hierro del Gobierno (Milei, Karina y Santiago Caputo) redoblará al enfrentamiento con la vice.
Cerca de Villarruel apuestan a que no escale el conflicto, rechazan las lecturas conspirativas y la muestran siempre predispuesta al diálogo. Esta semana continuará con su agenda en el Senado que, entre otros puntos, incluye el de intentar que los legisladores no se suban el sueldo a partir de enero a $9,5 millones, al finalizar la resolución que mantenía congelados sus ingresos. Depende de la voluntad de los miembros de la Cámara alta.
Además de las malas noticias para el senador Edgardo Kueider, que terminó expulsado, también fue una mala semana para Carlos “Camau” Espínola, que también se había convertido en uno de los legisladores peronistas aliados al Gobierno.
Primero quedó expuesto al votar a favor de la expulsión de Kueider y segundos después, cuando vio que esa posición ganaba por amplia mayoría, al decidir cambiar su voto por el rechazo, más acorde a la cercanía con el oficialismo y con su par entrerriano.
El repentino apoyo de Camau a las leyes de Milei estaba asociada con la ambición del senador correntino de ser candidato a gobernador el próximo año y contar con el apoyo libertario. Sin embargo, una encuesta que mandó a hacer la Casa Rosada mostró números decepcionantes. Los consultados resaltaron más los “dotes acrobáticos” del medallista olímpico en la política, que su performance como senador o su proyección para suceder al radical Gustavo Valdés.
Para colmo, luego que el kirchnerismo ganará una banca con la ida de Kueider poniendo a la camporista Stefanía Cora, ahora la ex vicepresidente quiere su senador 35 buscando la expulsión de Espínola del partido, y provocando su renuncia en la Cámara Alta. Lo sucedería la camporista Ana Almirón. El PJ correntino ya pidió eyectarlo y su interventora, Teresa García, adelantó que Camau no podrá ser candidato a gobernador por el PJ y que avanzará con su expulsión ante el consejo del partido a nivel nacional, o sea, con Cristina Kirchner.
No menos problemas rodean a Mauricio Macri que el último viernes buscó distanciarse del Gobierno al denunciar el “destrato” de los libertarios hacia el PRO, sobre todo teniendo en cuenta la cantidad de leyes en los que los diputados del macrismo han apoyado a la Casa Rosada y la han ayudado a evitar que a Milei le voltearan sus vetos al aumento de jubilaciones y del presupuesto universitario.
Macri ha llegado a un callejón sin salida en lo político. Las opciones de cara a las elecciones legislativas del próximo año se han reducido drásticamente. “Te sometes a Milei o vas solo en búsqueda de 15, 20 puntos en las elecciones. El problema extra que ahora tiene Mauricio es quién te sigue si optas por jugar solo”, describe de manera punzante un dirigente macrista.
El dilema toma forma cuando en el gobierno de Milei hay una coincidencia generalizada de que no habrá coalición, y que cualquier alianza implicaría un mayor número de lugares en la lista para los dirigentes violetas que para los amarillos.
Ya hubo un adelanto de ese endurecimiento de la posición libertaria en la Ciudad, el epicentro del PRO. En la semana que pasó, durante el tratamiento del Presupuesto en la Legislatura porteña, tanto los mileístas que responden a Pilar Ramírez -que es Karina Milei- y a Patricia Bullrich, se plantaron hasta último momento, en contra del proyecto macrista. La antesala en el objetivo que obsesiona a los Milei: absorber al PRO y gobernar la Ciudad en 2027.
17/12/2024 a las 3:01 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
La crisis opositora. Un peronismo atrapado en el laberinto del pasado
Jorge Liotti
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
16/12/024
Hace muchos años el peronismo no protagonizaba un encuentro partidario con el nivel de tensión que se vivió el lunes en Moreno. Quizás haya que retroceder al famoso Congreso del PJ que en 2004 enfrentó a Cristina Kirchner con Chiche Duhalde. Hubo acusaciones, cruces, gritos y una sensación compartida por todos: el partido está atrapado en un laberinto del que le cuesta mucho salir. Y no se trata sólo de una discusión por quién lidera el espacio o quién arma las listas el año próximo, el dilema mayor pasa hoy por el sentido y el propósito del peronismo cuando la sociedad viene de dar vuelta la página y votar por un cambio radical.
El intendente de Carmen de Areco, el camporista Iván Villagrán, planteó que desde el gobierno provincial lo discriminaban y le enviaban inspecciones furtivas a empresas de su municipio. Le saltaron a la yugular los ministros bonaerenses Andrés “Cuervo” Larroque y Walter Correa. “¿Quién te manda a decir esas boludeces?”, lo increparon. Se armó un revuelo momentáneo ante la mirada incómoda de Cristina Kirchner, Sergio Massa y Axel Kicillof.
Los gritos y cruces siguieron, hasta que Larroque lo interpeló directamente a Máximo Kirchner: “Poné orden, pelotudo, esto es un quilombo”, le dijo, en un involuntario homenaje a los 20 años del memorable discurso de Roberto Fontanarrosa en defensa de las malas palabras. Era la primera vez que los viejos amigos se hablaban en mucho tiempo. Todo se complicó más.
Cristina tomó el micrófono y recordó que ella había apoyado dos veces a Kicillof, cuando lo designó como ministro de Economía y al hacerlo gobernador. Larroque, que se expresó siempre en nombre del silencioso gobernador, volvió a la carga para reclamarle a la expresidenta que aclarara si aún sigue respaldándolo. Se trató de la ruptura de un código no escrito en el kirchnerismo que marca que a la jefa no se le pueden pedir explicaciones. Recibió abucheos y reprobaciones del camporismo, en un ambiente que ya se había desvirtuado por completo. Después vino la foto de la última cena en un vano intento por mostrar unidad. Desconectados hasta en lo postural, exhibieron que ni siquiera el mate podían compartir (en la imagen hay cuatro distintos para seis personas). Algunos hablan de que ese día hubo un diálogo apartado entre Cristina, Kicillof y Massa. En cualquier caso, gestos infructuosos.
El miércoles hubo un segundo acto, cuando Cristina asumió la presidencia del PJ nacional, el mismo cargo que en sus épocas doradas había desdeñado por considerarlo símbolo de un partidismo burocrático rancio. Tenía razón, y se notó ese día. En el escenario, ella y tres legisladores incondicionales, más un Ricardo Pignanelli siempre de soslayo. En las tres primeras filas del auditorio, viejas figuras del pasado glorioso. Después, sólo militancia. Detrás de esa imagen emergió la sombra de la ausencia en masa de los gobernadores, la raleada presencia de intendentes y el desplante de la CGT. “Estamos rotos”, fue la frase lapidaria de uno de los presentes, que supo ocupar lugares de relieve en otros tiempos.
En esa tarde en la que la marcha peronista fue reemplazada por “Fanático” de Lali Espósito no hubo ninguna señal de que la recuperación partidaria se hubiera activado. La modernización fue sólo musical. Así lo evidencian las redes sociales, un territorio ampliamente dominado por los libertarios, clave en la batalla cultural entre los jóvenes, para muchos de los cuales La Cámpora pasó a ser una agrupación conservadora. Según el informe de noviembre de Rating Streaming, el 85,45% de los posteos y videos en X, Instagram y YouTube correspondieron a cuentas oficialistas y sólo el 14,55% a las opositoras. Recién ahora incipientemente empiezan a emerger algunos Gordo Dan kirchneristas, que entienden mejor el secreto de las redes: dejaron de alabar a Cristina y empezaron a hablar mal de los libertarios. Una de las más exitosas es “Arrepentidos de Milei”. En el ecosistema digital rinden mucho mejor el enojo y la confrontación que la propaganda y la retórica persuasiva.
EN BUSCA DEL RUMBO PERDIDO
En esta secuencia que se agrupó en la semana que termina quedaron en evidencia dos niveles de discusión dentro de la principal fuerza opositora. La primera es de carácter estratégico y gira en torno del liderazgo interno y de las proyecciones electorales. El dato más contundente es la ruptura inocultable entre Cristina y Kicillof, un quiebre que no es meramente político, es también emocional. Es la separación de una madre de un hijo. Así lo vive el gobernador, quien siempre se reivindicó “cristinista” más que kirchnerista, y que ahora está forzado a un reseteo mental muy profundo. Siempre se autopercibió como su niño mimado, incluso por sobre Máximo, el hijo biológico de ella, que ahora también lo quiere tirar por el balcón.
Kicillof siente que Cristina no lo apoya más y que le manda a La Cámpora a arrinconarlo, y ella entiende que él la traicionó al no respaldarla en su camino hacia la conducción del PJ. En La Cámpora no toleran que se victimice sin enfrentarlos, que los rivalice a través de intermediarios y no blanquee su intención de romper. En el entorno del gobernador argumentan que las huestes de Máximo no buscan ampliar su representación sino complacer a Cristina.
Kicillof escucha de cerca las voces de decenas de intendentes que le reclaman un gesto de autodeterminación y lo incentivan a romper. La señal de guerra sería el desdoblamiento de la fecha electoral en la provincia (además de que ya es seguro que habrá dos sistemas de votación por la introducción de la Boleta Única a nivel nacional). La decisión depende mucho de si hay o no PASO; si se mantienen, será más difícil. Él cavila. Hay días en los que el impulso lo lleva a pensar en desafiar a Cristina y transformarse en el nuevo líder. Tiene un incentivo histórico: si bien ella perdió varias elecciones, nunca nadie pudo destronarla como jefa del peronismo. Terminar con esa hegemonía plantearía un cambio radical en el sistema político.
Sin embargo, los más cautos le aconsejan no dar ese paso porque es muy difícil salir ileso en el Saigón conurbano. Entre ellos está Massa, quien en Moreno hizo una crítica implícita a los desdoblamientos electorales. Si bien Massa juega de mediador como en la época de las epístolas de Cristina a Alberto Fernández, en el ecosistema peronista todos lo ubican hoy más inclinado del lado del kirchnerismo. “Sergio hace de Celestino en un proceso que es de guerra”, relativiza un intendente. El exministro espera su momento de reivindicación tras la derrota del año pasado. Le pesa el recuerdo vigente del desorden económico y la inflación.
El resto del peronismo retoza silvestre por las praderas del interior del país desinteresado por completo del microclima bonaerense. Los gobernadores sólo piensan en sus distritos, evalúan cómo coexistir con los altos niveles de aprobación de Javier Milei en sus provincias, y no encuentran incentivos para viajar a Buenos Aires. “Que se organicen allá y que después nos llamen”, fue el mensaje de uno de los mandatarios a la distancia. Están cansados de los destratos del kirchnerismo duro, pero tampoco les genera pasiones Kicillof, a quien varios de sus colegas aún identifican con Cristina y al que algunos siguen calificando como “el comunista”. Apoyan una renovación sin líder. Así fracasaron muchas revoluciones en la historia.
Eso deriva en el segundo nivel de debate, mucho más profundo y medular, y que gira en torno de un interrogante: ¿cuál es la propuesta económica y política que tiene para ofrecer hoy el peronismo? Da la sensación de que hay un agotamiento de las doctrinas históricas después del fracaso del último gobierno. Qué valor tiene hablar de salario digno, si por primera vez una gestión peronista fue testigo de la caída de trabajadores formales debajo de la línea de pobreza. Cuánto pesa el Estado presente después de sobregirar un gasto público incapaz de generar crecimiento. Qué sentido cobija el lema de la justicia social con una marginalidad estructural que hoy tiene un piso del 40% de la población.
El intento manifiesto por eludir una autocrítica genuina también obtura la posibilidad de elaborar una nueva propuesta doctrinaria aggiornada a la época. Hay una tentación facilista de encontrar una respuesta en la mera confrontación con los libertarios y encarnar todo lo opuesto a Milei, en un ejercicio que parece minimizar lo que Milei simboliza, más allá de sus excentricidades y sus exabruptos. Es una representación por default inspirada en el principio del péndulo: siempre que perdimos, volvimos rápido. El riesgo es que puede tratarse de un marco de referencia caduco, que alcance para galvanizar al núcleo propio, pero que resulte insuficiente como respuesta frente a una sociedad que el año pasado hizo un movimiento histórico. La trampa es complicada, porque si la alternativa al ultraliberalismo de Milei no puede ser un keynesianismo de algún tenor, se complejiza la articulación de una narrativa.
Cristina propuso en su última carta una serie de replanteos, aunque en tono de diagnóstico, no de iniciativas. En su entorno dicen que están armando equipos para que a partir de febrero o marzo aporten ideas programáticas. Kicillof, por su parte, había hablado el año pasado de las “nuevas melodías”, pero nunca le dio continuidad. Hoy se dedica a hacer exactamente todo lo contrario a Milei. Si el Gobierno quiere privatizar Aerolíneas Argentinas, él la quiere comprar; si la Casa Rosada dispone el recorte de los beneficios a los jubilados para comprar remedios, él crea una empresa de medicamentos bonaerense. Es una estrategia reactiva que apunta a seducir a los perjudicados por las políticas oficiales.
Puede encontrar un sentido si lee el último informe de la consultora Moiguer, que da cuenta de un clima social de mayor optimismo, mayoritariamente favorable al Gobierno, pero al mismo tiempo subraya una distinción entre los sectores altos y medios, respecto de los más bajos. Ante la afirmación “de a poco mi situación económica está mejorando”, los de mayor poder adquisitivo responden afirmativamente en un 56%, los intermedios en 41%, y los más bajos 32%. Esto lo atribuye sobre todo al impacto de la suba de tarifas de los servicios: mientras hace un año para los sectores de menores recursos representaba el 15% de sus gastos, hoy explica el 32%. Eso hace que el 54% haya admitido que redujo sus consumos cotidianos.
Para Moiguer, estas son señales de una “fragmentación en el consumo” que impacta con más fuerza en el nivel inferior de la pirámide social. Muchos de ellos votaron a Milei, y hoy algunos manifiestan desencanto. Pero no está claro que el peronismo tenga un mensaje convocante y renovado para volver a seducirlos. Este debate conceptual hoy no tiene ni un ámbito partidario, ni representantes dispuestos a encararlo. Las encuestas dan cuenta de esa acefalía, con los tres principales referentes del espacio con una imagen negativa muy alta. Según Opina Argentina, en el caso de Kicillof alcanza el 61%, en el de Cristina el 64% y en el de Massa el 69%.
EL ESPEJO DE PRO
El viernes fue el turno del Pro. Casi un espejo. Problemas de identidad, un liderazgo desafiado y tribus dispersas; pero sin malas palabras. Para no quedarse atrás, también hubo una polémica, en este caso en torno de la intervención partidaria en Córdoba, para desconocer el rol de Oscar Agost Carreño, quien hace tiempo reporta en el bloque de Miguel Ángel Pichetto.
Mauricio Macri venía de una nueva desautorización de su tropa legislativa el día anterior, cuando un grupo de senadores encabezados por Luis Juez resolvió desoír el pronunciamiento partidario y votar por la expulsión del mochilero Edgardo Kuider (algunos recordaron el enojo del cordobés con Macri, porque la semana pasada le dijo que suspendiera una comida a la que lo había invitado Milei junto a otros legisladores). Ya había ocurrido antes dos veces en Diputados, la última cuando el expresidente quiso dar una señal de endurecimiento al Gobierno y votar contra el veto a la financiación universitaria, y su propia bancada le hizo llegar un mensaje de que acompañarían.
Así como el dilema peronista gira en torno de cómo renovar su narrativa, en el macrismo el mayor debate apunta al posicionamiento respecto de los libertarios, un vínculo con intereses compartidos y poco afecto. “Estamos en un proceso de descomposición fuerte. Veo muy mal al partido”, retrató un importante legislador que participó del encuentro del viernes.
La línea de fractura separa a los colaboracionistas, que entienden que hay que buscar una alianza con LLA, y los autonomistas, que plantean que deben reforzar un perfil propio para competir. Entre los primeros hay gobernadores tentados de acordar en sus distritos, como Rogelio Frigerio e Ignacio Torres. También los legisladores que hacen de nexo con Santiago Caputo, como Diego Santilli y Cristian Ritondo (golpeado esta semana por una denuncia sobre cuentas off shore de su esposa, que amenaza con tener efectos políticos internos).
En la otra vereda se posicionó Jorge Macri, quien a diferencia de sus pares ve amenazada su administración por las ofensivas libertarias. “Debemos prepararnos para competir”, fue su mensaje, preámbulo de una decisión que medita para hacer pública su disidencia frontal con el Gobierno y plantarse con fuerza en la interna. También prepara una batería de anuncios para recuperar iniciativa frente a indicadores de gestión adversos.
Esta semana presentará su propuesta de reforma constitucional, con el objetivo de achicar estructura del Estado. Aunque tiene pocas chances en la Legislatura, busca expresar sintonía con la demanda de la época. Después prevé oficializar el adelantamiento de la fecha de las elecciones porteñas, una manera de desprenderse de las discusiones nacionales. Y además planea cambios en su gabinete, que incluirían la escisión del área de transporte del Ministerio de Infraestructura para crear un nuevo Ministerio de Movilidad Urbana; el reemplazo de Roberto García Moritán en Desarrollo Económico (suena Valentín Díaz Gilligan), y el fin del “doble comando” en el Ministerio de Seguridad, con la posibilidad de un corrimiento de Diego Kravetz. Todo esto, sin fecha aún.
Mauricio Macri ya no oculta que su ánimo mutó y que cada vez siente menos obligación de acompañar a Milei. De hecho, al igual que en el peronismo, el día anterior a la cumbre del Pro hubo una reunión previa con él para acordar un mensaje que no sonará bélico. Estuvieron allí, entre otros, Torres, Frigerio, Jorge Macri, María Eugenia Vidal y Fernando De Andreis. En este caso tuvo algún efecto, porque el expresidente después se limitó a hablar en público de “destrato permanente”. En la intimidad fue más elocuente.
La destrucción del bicoalicionismo por capítulos también fue un dato a favor en el balance que hizo Milei de su primer año de gestión. Frente a liderazgos desgastados sin renovación, y con una fuerte fragmentación interna, el Presidente depende de su propia construcción para asegurar una victoria en 2025. Pero LLA también sabe tropezar y desaprovechar las oportunidades que le brindan los rivales. Sólo así se puede entender el nudo en el que quedó atrapada en el Senado por la expulsión de Kueider, la primera victoria nítida del kirchnerismo en 2024. Las negras también juegan.