Por Otto Schmucler.-

Si algo le faltaba al desprestigio de la justicia argentina era el escándalo desatado en el juicio oral por la muerte de Diego Maradona, donde fue apartada la jueza Makintach, miembro del Tribunal Oral en lo Criminal N°3 de San Isidro, porque de ella no se esperaba una sentencia “Divina” sino que actuara ajustada a la Ética y al Derecho.

El Consejo de la Magistratura deberá actuar con premura para “ponerle el cascabel al gato” y evitar así que este juicio que es seguido con mucha atención en todo el mundo no le agregue un desprestigio más a nuestra cuestionada justicia, que es una de las dos razones (la otra es la política) por las que las inversiones que tanto necesitamos no se animan a desembarcar en nuestro país.

Porque una cosa es que se la aparte de este tribunal, que debe emitir una sentencia y otra es que se la sancione con el rigor que su irresponsabilidad merece.

El otro caso a resolver con prontitud es el de la apelación en queja que la defensa de Cristina Fernández de Kirchner presentó ante la Corte Suprema de Justicia y que ésta (que no tiene plazos para expedirse), si demorara su fallo más allá de lo aconsejable, dejaría campo fértil para interpretaciones distintas respecto a “cuándo una sentencia queda firme” y las consecuencias que tiene para el condenado, si como en este caso quien tiene la potestad para definirlo no se hubiera expedido antes de agosto (fecha tope para la presentación de las listas) dándole la posibilidad a la condenada en dos instancias de obtener fueros que le posibiliten no ir presa o tener que pedir, por ser mayor de 70 años, prisión domiciliaria, con tobillera electrónica (ella además fue inhabilitada para ejercer cargos públicos a perpetuidad).

Tanto el Consejo como la Corte están presididos por el Dr. Rosatti…

Su teléfono está sonando, Horacio Daniel.

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