Por Hernán Andrés Kruse.-

El 16 de mayo se cumplió el centésimo décimo noveno aniversario del nacimiento de uno de los más destacados intelectuales venezolanos. Arturo Uslar Pietri (nacido en Caracas el 16 de mayo de 1906) se dedicó a la función pública, las letras, la televisión, la publicidad, el periodismo y la docencia universitaria. Vivió en París entre 1929 y 1934, y entre 1975 y 1979. Obligado a huir de su país vivió en Nueva York entre 1945 y 1950. Fue merecedor de numeroso premios a su trayectoria literaria: a) Primer tercer concurso de la revista Elite por el cuento “La lluvia”; b) Primer premio concurso anual de cuentos del diario El Nacional por “El baile del tambor”; c) Premio Arístides Rojas por la novela “El camino de El Dorado”; d) Premio Nacional de Literatura (1952/53) por “Las nubes”; e) Premio Nacional de Periodismo; f) Premio Mergenthaler de la Sociedad Interamericana de Prensa; g) Premio María Moors Cabot (Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia); y la lista continúa.

En el campo de la política fue Agregado de la Embajada de Venezuela en Francia; Presidente de la Corte Suprema de Justicia del estado Aragua; Jefe de la sección de Economía del Ministerio de Hacienda; Director de Información de la Cancillería; Director del Instituto de Inmigración y Colonización; Ministro de Educación; Secretario General de la Presidencia de la República Ministro de Hacienda; Ministro de Relaciones Exteriores; Senado; candidato a la Presidencia de la República; y Embajador de Venezuela ante la UNESCO. Sus obras formaron parte de los planes de estudio de colegios y liceos de Venezuela y fue autor de novelas, cuentos, ensayos, poesías, teatro y libros de viaje (fuente: Andrea García: “Arturo Uslar Pietri: Un poco más de su historia).

Buceando en Google me encontré con un ensayo de R. J. Lovera De-Sola (escritor, ensayista, crítico literario y bibliógrafo) titulado “Arturo Uslar Pietri: Predicador laico” (conferencia literaria en la UCAB). Se trata, qué duda cabe, de un imprescindible para la sociedad venezolana.

FIGURA CENITAL

“Nuestra historia en el siglo XX, nuestras vivencias como sociedad no se pueden trazar sin la presencia de Uslar Pietri, sin referirse a él, sin consultarlo y sin citarlo. Es uno de nuestros imprescindibles”.

DIFÍCIL DE CLASIFICAR

“Arturo Uslar Pietri es un hombre difícil de clasificar, cuyo perfil no puede faltar en cualquier inventario que se haga de nuestro tiempo venezolano. Fue una personalidad múltiple: si se lee nuestra literatura nos encontramos con él; si examinamos nuestro proceso educativo nos topamos con él; si analizamos nuestra vida económica nos tropezamos con él; si queremos entender el significado del petróleo en nuestra vida contemporánea tenemos que leer las páginas que le dedicó; si miramos nuestra vida política su presencia es siempre singular, su personalidad como hombre de la política, como persona que llevó la cultura a la función pública es indispensable; cuando miramos a nuestros animadores culturales lo hallamos con su palabra en el periódico, en su columna dominical «Pizarrón» de El Nacional (1946-1998), nos encontramos con su voz a través de la televisión, especialmente en sus “Valores humanos”, pero también en “Cuéntame a Venezuela” y en “Raíces venezolanas”. Por ello no fue casual que fuera considerado, por Miguel Otero Silva, «el cerebro mejor organizado de nuestra generación», la venezolana de 1928. Fue en su larga vida, porque su salud fue siempre magnífica, pudo cruzar los noventa y cuatro años, el venezolano más importante del siglo XX, esto en virtud de sus múltiples actividades y a las diversas facetas de su obra escrita”.

HOMBRE DE LETRAS

“Fue especial la dedicación de Uslar Pietri a la literatura, faceta central en él, ya que fue el mayor escritor venezolano del siglo XX. Con su obra cultivó todos los géneros, en cada uno de ellos dejó su huella singular, fue por ello, además del valor intrínseco de sus creaciones, un polígrafo. Si durante el siglo XIX Juan Vicente González (1810-1866) fue considerado nuestro primer hombre de letras, en el siglo XX lo fue Uslar Pietri. Y lo es por los cuentos de Barrabás y otros relatos, Red, Treinta hombres y sus sombras, Pasos y pasajeros y Los ganadores, por las novelas Las lanzas coloradas, El camino de El Dorado, el díptico, El laberinto de la fortuna, Oficio de difuntos, La isla de Robinson y La visita del tiempo, por la pieza de teatro Chúo Gil y las tejedoras, por los ensayos de Las nubes, Fantasmas de dos mundos y Godos, insurgentes y visionarios, por los poemas de El hombre que voy siendo, por la crítica literaria cultivada en Letras y hombres de Venezuela, por la prosa de viajes que encontramos en Las visiones del camino y El globo de colores. Por ello tiene razón Tomás Polanco Alcántara (1927-2002) al anotar: «No existe en nuestra historia literaria un personaje parecido que reúna semejante volumen, variedad y calidad en todo el conjunto de su obra literaria … Por muchos años los venezolanos se acostumbraron a ver cada semana su programa de televisión y leer el Pizarrón, del domingo respectivo. Se convirtió en una especie de Maestro de Venezuela, cuyas opiniones, aunque pudiera disentirse de ellas, eran esperadas y oídas con respeto».

UN VIGÍA

“Arturo Uslar Pietri es una figura central, un vigía siempre en vigilia, hombre cenital, ecuménico (¿qué si no son los Valores humanos?), sin el cual no se puede entender a Venezuela y menos el país contemporáneo en cualesquiera de sus caras: fue el venezolano más singular del siglo XX, una personalidad que escapa a cualquier clasificación”.

SIEMPRE PRESENTE

“En cualquiera de las áreas que se desee, la presencia del maestro Uslar Pietri está presente. Veamos el campo creativo: sus cuentos, cinco colecciones magistrales, en los que registra todo un modo de abordar la realidad propio de la literatura hispanoamericana; así también en la novela como lo encontramos en “Las lanzas coloradas”, “El Camino de El Dorado” o “La isla de Robinson” con penetrantes miradas a nuestros interrogantes básicos, los senderos de la dictadura en “Oficio de difuntos” o los rasguños de la actividad política en “Un retrato en la geografía” y “Estación de máscaras”. En sus cuentos y novelas es figura central de nuestra literatura. Fue crítico literario en su discurso “Venezuela y su literatura”; historiador de las ideas en “Una conciencia nacional”; lo vemos como avezado periodista (¿medio siglo «Pizarrón» no bastan?), político (“Materiales para la construcción de Venezuela2 es uno de sus títulos cuando estuvo en la arena pública), economista (“Sumario de la economía venezolana” o “Petróleo de vida o muerte”), viajero cautivado por las mil visiones, siempre seducido por los milagros de la geografía (¿es que se puede cerrar la comprensión de su obra sin mencionar “Tierra venezolana” o “El globo de colores”?), teatral (¿no es “Chúo Gil” uno de los dramas más universales de nuestro teatro?), televisiva (¿qué son “Raíces venezolanas” o “Cuéntame a Venezuela”?), educador como en “Educar para Venezuela”, historiador en “El hacer y deshacer de Venezuela”, crítico de arte en “Giotto y compañía”, incluso poeta en sus horas más calladas: ¿no son de antología su prosa poética «Escritura» y su poema “Aniversario» (de El hombre que voy siendo), ¿no es de honda hermosura su soliloquio poético el «Corro de las horas» (de Manoa)?”

PREDICADOR

“Si algún pasaje de su obra es fundamental para entender a Uslar Pietri es este que encontramos en su ensayo «La prédica del país ideal» y en sus anexos «El país ideal y el país real» y «Una orden de predicadores» que están en su libro “Pizarrón”. Allí leemos “ A todo lo largo de la historia de Venezuela hay como una voz que se alza continua y patética para advertir los riesgos de los tiempos y la necesidad de rectificar el rumbo del país… es una fría actitud de positivo pesimismo… para despertar conciencias, acicatear voluntades y pedir remedios… ese nunca roto hilo de la prédica del país ideal». En todo momento Uslar, que fue el padre de la Venezuela contemporánea, habló. Y llamó la atención sobre las necesidades apremiantes que tenía el país, necesidades que podían ser bien satisfechas con una sana distribución de la riqueza petrolera, la cual dijo debía ser sembrada (“Petróleo de vida o muerte”. Uslar puso su palabra adelante, dijo los males que la «ola del petróleo» estaba causando a la sociedad venezolana (“Oraciones para despertar”), observó cómo el oro negro se había transformado en corrupción y no en creación del progreso material, riqueza para mejor vivir; nos hizo ver qué lejos estábamos los venezolanos de la segunda mitad del siglo XX de la felicidad de vida para todos pidió el Libertador en su Discurso de Angostura (en “Escritos del Libertador”)”.

PALABRA ADELANTE

En todos los aspectos relativos a la cosa pública la palabra de Uslar estuvo presente. Basta repasarlos para comprenderlos.

LA IDEA DE LA POLÍTICA

“Y ello desde la misma idea de la política que está en su ensayo «Política para inocentes» y en “Hacia el humanismo democrático”. Para él la política era un oficio, era el ejercicio de una vocación de servicio. Así la vio, así la ejerció, así la sufrió a partir del 18 de octubre de 1945 después de haberla practicado tal como la concebía en los nueve años anteriores, en los cuales actuó junto a los presidentes López Contreras y Medina Angarita en su modo creador de gobernar. Por ello le dolió tanto la caída de Medina. Sufrió el exilio y hombre «atado al mástil del deber», como él mismo confesó en la línea final de “El otoño en Europa”, logró atravesar el malestar de la desesperación y de la depresión que le produjo el exilio a él un venezolano tan arraigado, un hombre quien siempre fue desde lo nacional hacia lo universal.

Pero allá en Nueva York meditó y escribió sobre el país y sobre la gravedad de la incidencia del petróleo en la vida venezolana, nos dejó las páginas angustiadas de su libro “De una a otra Venezuela”, cuya meditación está plenamente vigente en estas horas tan dolorosas que vive el país, minutos en los cuales nos consolamos pensando en nuestros grandes hombres y mujeres y en sus testimonios. En Uslar en particular. Y por eso hacemos nuestros en esta hora aquellos trazos del doctor Ramón J. Velásquez, escritos en plena tiranía perezjimista: «Eran días difíciles y como no se podía hablar de los vivos y sus luchas, se dialogaba sobre los muertos y en su mensaje» (“La caída del liberalismo amarillo”). Más grave aún si tenemos en cuenta, en este momento, lo que significa en estos días el cierre de ese gran centro de la difusión del libro que fue la Librería Monte Ávila, en el teatro Teresa Carreña la cual fue impulsada por años por dos de nuestros mejores libreros: Katina Henríquez Consalvi y Angel García.

Y como si fuera poco, el cultoricidio prosiguió con la cancelación de la señal televisiva de Radio Caracas Televisión el domingo 27 de mayo de 2007, a las 12 p.m. Tenía RCTV al aire en ese minuto cincuenta y tres años, la siguieron pues al menos cuatro generaciones de venezolanos. No olvidemos que fue desde ese canal desde donde Uslar proyectó su cátedra hablada, su mensaje educativo a la nación, desde sus “Valores humanos”. Así que poner fin a las trasmisiones de RCTV también es de alguna forma cancelar de un plumazo, y por obra de una venganza política, el gran magisterio de don Arturo, iniciado desde esas pantallas el 25 de noviembre de 1953 con una emisión en vivo, todavía no había video tape ni grabaciones anticipadas, sobre Leonardo da Vinci (1452- 1519).

Aquí ha vuelto a aparecer el fantasma de Millán Astray entre nosotros, aquel que gritó »Abajo la inteligencia, viva la muerte». A lo cual respondió don Miguel de Unamuno (1864-1936) aquel 12 de octubre de 1936, en el recinto rectoral de Salamanca «Este es el templo de la inteligencia. Y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaríais algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España”.. Ello nos lleva a Uslar. Y por lo tanto reflexionando en Uslar y su hondo legado creador y político, buscando acuciosamente en qué forma esta «estación de máscaras», que es como Uslar definió a Venezuela en una de sus novelas, va a encontrar nuevos días, instantes creadores, basado en todo lo que pensadores como Uslar nos dicen sobre nuestro pasado, sobre nuestro presente y nuestro porvenir. El futuro de Venezuela siempre será presidido por su figura luminosa”.

PRUDENTE

“No podemos referirnos hoy al maestro Uslar sin invocar la palabra prudencia. Un equivocado venezolano, bien inculto y poco leído, señaló hace poco que el problema fundamental de los pensadores venezolanos era que todos eran reaccionarios. Tan grave error de apreciación hacía mucho tiempo que no se expresaba. La verdad es totalmente opuesta y debe ser expuesta con algunos matices ahora que nos referimos a Uslar. Primero porque varios de estos pensadores, los prudentes, a los cuales se refirió Uslar Pietri en página ejemplar de su obra, fueron revolucionarios convencidos como Miranda, el Libertador, el general Sucre e incluso el mensurado don Andrés Bello presente en el gran cambio operado en 1810, bien registrado por él en lo más hondo que expresó su alma: su poesía. Segundo porque todos estos prudentes fueron intelectuales y expusieron sus planes como lo hace un buen pensador sedentario, como denominó Augusto Mijares a la labor que con la pluma cumplió el Libertador durante su exilio en Jamaica en 1815.

Otros fueron pensadores equilibrados, liberales todos, a los que encabeza Bello a quien no es posible entender si no se le observa como un hombre ponderado que conoció todas las tendencias políticas y sociales de su tiempo, quien dio la mejor lección de armonía en la creación de los nuevos estados latinoamericanos y en especial en Chile, a partir de 1829, al cual no sólo dotó de formas para su vida internacional sino también de su Código Civil. Para las reglas de nuestra lengua dictó para todos los hispanoamericanos su “Gramática de la lengua castellana para uso de los americanos”. Es imposible hablar de Miranda sin darnos cuenta que fue un revolucionario, quien estuvo en la vanguardia en sus días en los Estados Unidos (1781), frente a los batallones de la República francesa en plena revolución (1789) como ante nuestros bisoños ejércitos republicanos (1812). Y no se puede llamar «contrarrevolucionario» a Bolívar porque él encabezó la lucha, que fue una revolución, como bien nos lo mostró tantas veces J. L. Salcedo Bastardo, contra un imperio cuyo poder socavó de manera completa. Y lo que hubo después de él fue una reacción contra su política, pero no una contrarrevolución, como se ha escrito por manos singulares, sino el primer gobierno democrático que tuvimos (1830-1846) si bien censitario, el régimen deliberativo”.

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