Por Luis Alejandro Rizzi.-

El relativo repliegue de Trump en su política arancelaria, con la excepción de China, por un plazo de 90 días, genera la típica duda del día 91.

Este tipo de plazos no hacen más que institucionalizar la incertidumbre y todos agotamos el tiempo pensando en el día 91 conjeturando sobre qué pasará.

El plazo de 90 días puede ser un prólogo de una rectificación del rumbo, pero fatalmente China tendría que entrar en la negociación, cosa que parece difícil con el nuevo arancel del 145% (125 + 20) le quita lógica a cualquier tipo de negociación.

Pienso como casi imposible que EEUU y la Unión europea puedan llegar a algún acuerdo sin China.

El jueves volvieron a caer las acciones. El S&P 500 bajó un 5,2% al mediodía, reduciendo el avance del 9,5% del día previo tras la decisión de Trump de suspender muchos de sus aranceles a nivel mundial. El Promedio Industrial Dow Jones bajó 1.724 puntos, o un 4,2% y el Nasdaq Composite bajó un 5,7%.

China, a su vez, comenzó a buscar aliados, ya que “una causa justa recibe el apoyo de muchos”, declaró, Lin Jian, vocero de las relaciones exteriores en la rueda de prensa diaria del jueves 10. Luego agregó: “Estados Unidos no puede obtener el apoyo del pueblo y fracasará”.

Es obvio que, en la negociación con la Unión europea, estarán también presentes los intereses de China, por el volumen que tiene el comercio exterior entre ellos. China, además, intentará imponer el “yuan digital”.

A su vez, China, Corea del Sur, Japón y la Unión Europa han acordado reforzar el libre comercio, de donde se daría la paradoja de que la izquierda “comunista” se ubicaría en la derecha liberal.

Conviene aclarar que China es un sistema capitalista gobernado por una «autocracia». No es ni República ni reino; en todo caso, deberíamos hablar de «Imperio». No la podemos encuadrar en nuestros modelos políticos; es otro.

En EEUU hay consenso en que el incremento de los aranceles podría llevar la inflación anual al doble de la actual, es decir, entre el 5 y 6 por ciento, lo que le impediría a la Reserva Federal bajar las tasas de interés, en contra de los deseos de Donald Trump, tal como lo destacó Bloomberg en uno de sus informes. Es probable que incluso las suba.

Trump, entre sus declaraciones, mostró optimismo sobre la posibilidad de que China se siente a negociar, pero con un arancel del 145. Lo creo muy difícil.

La negociación podría comenzar volviendo al punto inicial la política arancelaria vigente el día anterior al de la famosa “liberación”.

Por último, hay un componente psicológico que es la neurótica personalidad de Trump, tipo “Astro-Nerón” y la de sus súbditos, que se comportan más como bufones y eunucos que asesores.

A propósito, dice el diario El País: “Las reuniones de su Gabinete se han convertido en una especie de competición entre los miembros de los diferentes departamentos y agencias no tanto por vender sus logros como ver quién elogia más, algunos sin pudor, al propio presidente, son sus “besa culos”.

China tiene millones de bonos del tesoro americano y podría lanzar el “yuan digital” como moneda de su “commonwealth” comercial y político, la ruta de la seda. Habría dos monedas en el comercio internacional, el dólar perdería su hegemonía y dañaría a su país emisor. Habría competencia de monedas, tal como lo propone Javier Milei, pero las dos serían buenas, o una buena y otra mala, en este supuesto cuál sería una y cuál la otra.

Repasemos “la ley de Gresham”.

Trump, en términos religiosos, comió del fruto prohibido, y parece estar desnudo. Los 90 días son apenas un taparrabos. Creo que habrá acuerdo, pero todo será diferente, ya no podrá usar smoking blanco y quedará la duda sobre el cumplimiento de lo que se pudiera acordar.

Trump es factor de duda; ésa es su debilidad política.

Share