Por Luis Alejandro Rizzi.-

“Proposición tenida por cierta y como principio innegable”, así define la RAE a la palabra “dogma” de obvio contenido religioso.

Milei y su entorno están creando un “dogma” con lo que ya es “cuestión”, que es el tipo de cambio. “No hay, no habrá devaluación”, repiten Milei y sus subdititos, negando una realidad, que llamaría “apodíctica” que es la movilidad de las cotizaciones de las diferentes monedas entre ellas.

El gobierno retoma una vez más su sofística y en algún momento creerá como cierto que en una carrera entre Ulises y la tortuga, si ésta inicia la competencia un paso antes que Ulises, éste jamás podría pasarla, ya que cuando la alcance, la tortuga habrá dado un paso más.

Devaluar una moneda con relación a otra, o revaluarla, son hechos naturales en la economía y en el derecho monetario.

Fijar un tipo de cambio como dogma o un sistema de “crawling peg” apodíctico o caprichoso es una muestra de intolerable superstición o total ignorancia, si se prefiere, falta de sentido común.

En el fondo es lógica la posición del presidente, que invoca las “fuerzas del cielo” ignorando que en esta época el cielo dejó de ser un lugar, por lo menos sagrado, a lo sumo es el infinito.

Los “TOC” son síntomas de pensamientos obsesivos y comportamientos compulsivos, además interfieren en las responsabilidades propias.

Queda claro, esta obsesión en creer que con el tipo de cambio fijo, y controlando su variación al uno por ciento mensual, se puede eliminar un proceso inflacionario, no pasa de ser un grave “TOC”.

Los procesos inflacionarios en general responden a diferentes causas, que deben ser tratadas en armonía.

Pueden ser causas el déficit fiscal, la emisión para financiar gastos corrientes o el endeudamiento con esos fines, la creación de derechos sin ponderar su costo, una política impropia de tasas de interés, bajo nivel de productividad, por señalar los casos más evidentes. EEUU tiene enorme déficit fiscal, pero su inflación rara vez pasa del 5 o 6 por ciento anual.

A la inflación se la corrige con políticas racionales y razonables que exigen una lógica relación entre ellas, incluyendo la política cambiaria.

El gobierno está convirtiendo a una eventual adecuación del tipo de cambio en una suerte de pandemia cambiaria y mantiene un aislamiento muy riesgoso en la relación de valor entre el peso y el dólar.

El dogmatismo es un signo además de ignorancia y fanatismo.

De eso se trata, estamos subordinados a uno de los “toc” del presidente.

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