Por Mariano Aldao.-

Cuando ya había soportado más de 40 minutos de pedradas (que fueron casi una veintena de toneladas) sumadas al intento de incendiar la legislatura jujeña, la policía actuó para ponerle freno a esa horda desbordada, porque para eso estaba allí apostada, para custodiar y proteger un edificio que es símbolo de una de las 3 patas institucionales donde se apoya nuestro sistema democrático.

No obstante, muy a contramano de lo que había sostenido en 2014 en la apertura de la legislatura, la vicepresidenta se zambulló en Twitter para pedir clemencia contra los que protagonizaron los graves disturbios tildando y pretendiendo hacer responsable “de lo que pudiera pasar” al gobernador en un más que claro indicio de pretender la intervención federal a la provincia. Un evidente intento destituyente.

Sucedió que los archivos, a los cuales muy pocos pueden resistir le jugó una mala pasada y, Youtube mediante, comenzó a tener que retroceder en chancletas y bajar el tono confrontativo.

Si algo de positivo tienen los avances tecnológicos es que la frágil memoria de los humanos es socorrida por estos archivos que testimonian la fragilidad de las proposiciones, y convicciones de los políticos de morondanga que nos gobiernan desde hace mucho, de los cuales la sociedad se hartó.

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