Por Juan José de Guzmán.-

La crisis que atraviesa la desprestigiada política nos muestra hasta dónde llegó su profundidad junto con la aparición de personajes que hasta hace «nada», si bien se tenía conocimiento de ellos (no de cuán influyente era su palabra para los candidatos), elección tras elección fueron cobrando inusitado protagonismo.

Son los “consultores”, también llamados “asesores de campaña”. Ellos se adueñaron del protagonismo.

Como si se tratase de “directores de película” toman a los candidatos como si fueran el “libro original” y los moldean, realizan las adaptaciones que consideren imprescindibles para el éxito (que es lo único que les interesa, amén de las jugosas sumas de dinero que embolsan) dejando casi en segundo plano las “propuestas” que todo guion contiene.

Son ellos los que, a través de estrategias de marketing aconsejan cuál es el costado que su candidato deberá resaltar o esconder, cómo cambiar el look o erradicar gestos «no convenientes» ante el electorado, como así también, cuál será la chicana hacia el adversario que surtirá mayor efecto en el votante, aunque sólo se tratase de una “fake-news”.

Entonces, aquel que era lobo podrá ser travestido de Caperucita por arte de magia de los “asesores de campaña”, o el ventajero, al que nadie le compraría un auto usado, intentará ganar su confianza con regalitos de ocasión, mostrando su mejor “cara de ángel”, total, cuando termine la fiesta electoral, “cada cual será nuevamente cada cual” y aquel que gane repartirá culpas en gestiones anteriores y olvidará algunas promesas vertidas en campaña (a jubilados, invariablemente. ¡siempre!)

Así llegaremos al 19N, enfrentándonos a dos alternativas perfectamente delineadas por “los asesores de campaña”: Caperucita o Cara de ángel…

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