Por Carlos Tórtora.-

Un primer análisis de la reubicación de Mauricio Macri desde el 22-O hasta ahora indicaría que se encuentra en pleno resurgimiento. En efecto, se encontraba formando parte de un PRO derrotado en las urnas y en cuestión de horas pasó a ser el aliado privilegiado de Javier Milei, al punto que hoy muchos especulan con que él tiene la última palabra en La Libertad Avanza. Sin embargo, el expresidente tiene serios problemas en su frente interno. Esto es, encuentra una férrea resistencia de buena parte de la dirigencia a sumarse a su alianza con Milei. Así ocurre, por ejemplo, con dirigentes que alguna vez fueron sus incondicionales, como María Eugenia Vidal y Diego Santilli, que siguen manteniendo su neutralidad pese a los permanentes anuncios del macrismo acerca de su inminente definición. Es que ambos conversan seguido con Horacio Rodríguez Larreta, quien les habría pedido que no se definan porque, si Milei perdiera en el ballotage, habría llegado la hora de contraatacar y dejar al macrismo fuera de juego. El fundador del PRO también tiró sus líneas a ver si picaba algún gobernador para volcarse hacia Milei. La respuesta se repitió: con una situación de empate técnico como la actual, ninguno de los gobernadores quiere bregar por Massa ni por Milei para no correr el riesgo de quedar en conflicto con el futuro presidente. Con el poder de la caja, Massa los presiona pero no consigue una actitud militante.

En tercer lugar, el reclutamiento de senadores y diputados nacionales realizado por Macri es mucho menor que lo que él esperaba.

Estas dificultades para arrastrar a la dirigencia amarilla estarían empezando a debilitar a Macri en su posicionamiento ante Milei y explicarían por qué aquél está recurriendo a levantar su perfil mediático para que no queden dudas de que él está al timón.

La realineación es automática

Como señalan con acierto algunos asesores de Milei, una vez realizado el pacto de Acassuso y aun antes de ello, el corrimiento masivo del voto de Patricia Bullrich hacia el líder libertario sería un proceso automático y no el resultado de la palabra de Macri. En definitiva, hoy los seguidores de Bullrich están volcándose masivamente hacia Milei sin necesidad de que nadie los guíe. En otras palabras, que Macri estaría vendiendo como propio lo que es ajeno. La realidad sería que el expresidente tuvo la suficiente capacidad de maniobra como para sacarse de encima a sus dos candidatos a sucederlo: Bullrich y Larreta, pero su liderazgo sobre el PRO está roto y le resulta muy difícil recomponerlo, con lo cual tiene capacidad de destrucción pero le resulta muy difícil construir.

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